Alphonse Mucha, el gran cartelista del "art noveau"

" Alphonse Mucha, el gran cartelista del 'art noveau'"

Texto e imágenes extraídos de la página web de National Geographic:

Foto coloreada del artista Alphonse Mucha de fecha desconocida. Foto: Cordon Press

Tras sus exitosos carteles para la famosa actriz Sara Bernhardt, Alphonse Mucha, considerado uno de los mayores exponentes del "art noveau", inundó Europa con sus hermosos carteles en tonos pastel, en los que mostraba a sensuales mujeres rodeadas de frondosa y exquisita naturaleza. de vuelta a su Chequia natal, durante la Segunda Guerra Mundial los nazis lo persiguieron y tras la invasión soviética su arte fue desterrado y cayó en el olvido. 


El fin del siglo XIX se caracterizó por el enorme interés que numerosos artistas de todo el mundo pusieron en reinterpretar la naturaleza. El resultado de esta nueva visión artística fue el surgimiento, sobre todo en Europa, de grupos como la Secesión vienesa en Austria, el modernismo en España y el art nouveau en Francia. Precisamente el art nouveau fue acogido con entusiasmo por todo tipo de artistas, desde pintores a escultores y arquitectos (como Gaudí en España), así como los dedicados a las artes decorativas. Pero sin lugar a dudas el máximo exponente del art nouveau, cuyo legado ha perdurado hasta nuestros días, fue el artista de origen checo Alphonse Mucha, nacido el 24 de julio de 1860. Mucha fue el autor de cientos de carteles, entre los que destacan los retratos que realizó para la actriz Sara Bernhardt, que se han convertido en un icono mundial del arte.

El nacimiento de un cartelista

París, Navidad de 1894. En la imprenta, Alphonse Mucha se encontraba corrigiendo unas impresiones cuando de pronto entró en el local una figura vestida de blanco. Alphonse la reconoció de inmediato; no necesitaba presentación: se trataba de la gran actriz Sarah Bernhardt. A la "Divina Sarah" no le gustaban los carteles promocionales de Gismonda, su última obra teatral, y estaba buscando a un artista que diseñara otros a su gusto. Y al parecer ese artista iba a ser él. Alphonse evidentemente aceptó el encargo, no sin cierto nerviosismo. Pero salió victorioso de ese trance: Mucha diseñó para la actriz un cartel innovador y completamente rompedor que esperaba que fuera del agrado de la diva. Y, en efecto, así fue. Cuando lo vio, Bernhardt quedó absolutamente entusiasmada. El cartel le gustó tanto que contrató al artista para los siguientes seis años. De este modo, Mucha pasaría del anonimato a encargarse del diseño de vestuario y de la escenografía de la compañía de Sarah Bernhardt en un abrir y cerrar de ojos.


Cartel publicitario de Alphonse Mucha realizado en 1894 para la obra de teatro “Gismonda”, protagonizada por Sarah Bernhard.

Foto: Cordon Press


El 1 de enero de 1895, aquel cartel era ya una preciada pieza de coleccionista que todo el mundo quería tener en su casa. No era extraño ver por la noche a la gente recorrer las calles para arrancarlos de las paredes, e incluso la propia imprenta vendía ejemplares a escondidas, hasta que la diva lo descubrió y puso fin al "negocio". El estilo del artista checo no se parecía en nada al de otro famoso artista de carteles como Toulouse-Lautrec, y el cartel que Mucha hizo para Sarah Bernhardt, pintado en colores pastel, convertía a la actriz en una especie de diosa: la elevaba sobre un pedestal y la disponía bajo un arco. A partir de entonces, la cartelería de Mucha se convertiría en una auténtica obsesión para los parisinos. "Gustó tanto porque era muy fresco visualmente, utilizaba los colores de una manera distinta y alargaba la figura que, además, quedaba dignificada, muy bella", explica al respecto la artista japonesa Tomoko Sato, conservadora de la Fundación Mucha desde 2007 y especialista en su obra.

Diseñador de marcas y joyas

Mientras que Mucha retrató a Sarah Bernhardt sobre un pedestal, las mujeres que el artista acostumbra a representar en su obra se caracterizan por la gran femineidad de sus gestos, el cabello suelto, una ropa muy ornamentada, sus sinuosos movimientos en medio de la naturaleza... La especialista en el arte de Mucha Tomoko Sako también cree que el artista checo "rompió las barreras entre el arte comercial y el arte elevado". Muy pronto empresas de todo tipo se rifarían los servicios del gran cartelista, que diseñó envoltorios para la famosa marca de chocolates Nestlé, carteles publicitarios para la prestigiosa marca de champán Moët-Chandon y también para promocionar la cerveza Bières de la Meuse, originaria de una zona a pocos kilómetros de la Abadía de Orval. Todos ellos, carteles promocionales que se hicieron famosos en toda Europa. Sabedor de la fama que estaba adquiriendo su obra, Alphonse Mucha publicó un manual en el que plasmó el proceso de creación de setenta y dos de sus litografías.


"Primavera", cuadro realizado por Alphonse Mucha en 1896. Foto. DP.



"Verano", cuadro realizado por Alphonse Mucha en 1896. Foto: DP.


Pero Mucha no solo pretendía realizar carteles publicitarios. Entre sus numerosos intereses artísticos se encontraba también un tipo de arte muy particular: la joyería. En 1899, Mucha (que en 1898 se había unido a la logia masónica del Gran Oriente de Francia) colaboró con el famoso joyero francés Georges Fouquet para diseñar una pulsera en forma de serpiente, hecha de oro y esmalte, para la actriz Sarah Bernhardt (su pasión por los diseños de joyería quedaría plasmada en un libro que publicó en 1902 titulado Documents decoratifs, en cuyas páginas se sucedían las láminas que reproducían elaborados broches con incrustaciones de piedras de colores). En 1900, Fouquet hizo un importante encargo a Mucha: le pidió que decorara el interior de la nueva joyería que iba a inaugurar en el número 6 de la rue Royale de la capital francesa. El resultado final puede considerarse el súmmum de la belleza decorativa del art noveau. Pero la tienda insignia de Fouquet abrió justo cuando las tendencias artísticas y decorativas empezaban a cambiar, por lo que el local al final fue desmontado tal cual y poco después remodelado en busca de un estilo decorativo más tradicional. Por fortuna la decoración original se conservó y hoy en día puede contemplarse en el Museo Carnavalet de París.

La epopeya eslava

A finales del siglo XIX, la popularidad de Alphonse Mucha era incontestable. Pronto surgieron imitadores de su arte, y tal era su prestigio que en el año 1900 el Imperio austrohúngaro le encargó la decoración del pabellón de Bosnia­-Herzegovina para la Exposición Universal de París de ese mismo año. El artista checo viajó a los Balcanes dispuesto a encontrar la inspiración necesaria para llevarla a cabo. Allí, Mucha pensaría con cierta incomodidad que estaba trabajando para un imperio que sometía a los pueblos eslavos. Ello le hizo replantearse sus convicciones, y años después, fruto de aquella experiencia, surgiría un ambicioso proyecto, la creación de La Epopeya eslava, una serie de veinte pinturas monumentales en las que el artista plasmaría acontecimientos clave de la historia de los eslavos. El proyecto fue financiado por el empresario norteamericano Charles Richard Crane, un rico industrial que Mucha conoció en uno de los viajes que el artista realizó a Estados Unidos (Mucha viajaría en cinco ocasiones al país americano. En 1906 acompañado de su esposa María, con quien se había casado en Praga ese mismo año. Incluso su hija Jaroslava nacería en Nueva York en 1909). Actualmente estas pinturas se exponen en la Galería Nacional de Praga.



La Epopeya Eslava. "La abolición de la servidumbre en Rusia", 1914. Alphonse Mucha. Foto: DP.




La Epopeya Eslava: "El zar Simeon de Bulgaria". Alphonse Mucha, 1923. Foto: DP.



En 1909, en el momento culminante de su carrera, Mucha decidió trasladarse a Praga, y en 1918 fue testigo de cómo su Checoslovaquia natal se convertía en un país independiente. Mucha se implicaría entonces en el diseño de los primeros billetes y sellos del nuevo país. Pero todo terminaría unos años después, cuando las tropas nazis invadieron Checoslovaquia el 15 de marzo de 1939. Los vehementes y agresivos discursos de Hitler amenazando a la población convencieron al artista, que creía firmemente que el arte era un vehículo que servía para unir y no para separar, de retomar los pinceles y empezar a pintar un tríptico dedicado a la humanidad, obra que nunca llegó a terminar. Mucha fue detenido por la Gestapo, encarcelado y torturado, aunque finalmente fue puesto en libertad. Pero pocos días después, el 14 de julio de 1939, el gran genio de los carteles moriría de una neumonía.


"Noche de invierno", cuadro pintado por Alphonse Mucha en 1920. Foto: DP


Renacido de sus cenizas

Tras la muerte de Mucha, y con su país bajo la influencia soviética, la obra del artista fue silenciada puesto que sus pinturas no encajaban en la visión comunista del mundo. Al final, Mucha acabaría cayendo en el olvido. No sería hasta mucho después, en 1963, cuando el Museo Victoria y Alberto de Londres le dedicó una gran exposición como tributo a su obra. Sus sensuales mujeres y su naturaleza pintada en tonos pastel regresaron de nuevo a la vida. A partir de entonces, el arte de Mucha se convirtió en un icono para los movimientos hippies que florecieron en las décadas de 1960 y 1970, grupos que ensalzaban la naturaleza, la paz y el amor. Los artistas pop también tomarían su obra como modelo para diseñar incluso portadas de discos, como el álbum Let the Sunshine In, tema interpretado por The Supremes, que sería publicado en 1969. Marcus Mucha, bisnieto del artista, lo afirmó en una ocasión: "Su arte es muy contemporáneo y sigue inspirando a muchos artistas".











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