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Las 10 obras m�s importantes de Salvador Dal�

Una fotograf�a de Salvador Dal�, pintor surrealista.

Su mundo de sue�os le ha llevado a la cumbre del surrealismo. "La persistencia de la memoria", parte de las 10 obras m�s importantes de Salvador Dal�, es adem�s una de las pinturas m�s famosas del mundo.

�Existe algo m�s surrealista que el arte de Salvador Dal�? Definitivamente, el propio Salvador Dal�. Naci� en la localidad de Figueras, Girona, en 1904 y muri� all� mismo, 85 a�os m�s tarde, tras haberse convertido en uno de los artistas m�s bizarros, ecl�cticos y pol�micos de la historia del arte. Durante su juventud residi� en Madrid y entabl� una fuerte amistad con el poeta Federico Garc�a Lorca, la pintora Maruja Mallo y el cineasta Luis Bu�uel. Parad�jicamente, a su regreso d�cadas m�s tarde se mostrar�a cercano al r�gimen franquista y al dictador, lo que le llev� a ser expulsado del grupo de los surrealistas. Aunque no le import� lo m�s m�nimo, sobre ellos lleg� a decir: "La �nica diferencia entre los surrealistas y yo es que yo soy surrealista".

Entre ambas etapas no ces� en su exploraci�n de la expresi�n art�stica, incluyendo la fotograf�a, el cine, la escultura o la literatura. As� como diferentes ciudades, la primera de ellas Par�s, donde frecuentaba la casa de la dise�adora Coco Chanel; o Los �ngeles, all� se code� con la flor y nata hollywoodiense, entre ellos, Hitchcock o los hermanos Marx. Un lugar donde abraz� el capitalismo -le encantar�a ver c�mo hoy d�a sus obras se subastan por millones- y su inter�s lucrativo, que nunca tendr�a inter�s en esconder. Y, desde luego, no hizo sino dejar volar su propia personalidad megal�mana. Siendo esta mucho m�s extravagante e imprevisible de lo que ya anticipaba su ic�nico bigote hacia arriba o el hecho de que tuviese un ocelote llamado Babou como mascota.

Esta alocada p�cima de creatividad dio lugar a su arte extraordinariamente imaginativo, muy marcado por el onirismo, y con una precisi�n y un virtuosismo t�cnico fascinantes. Lo fue en su tiempo y, para muchos, mantiene el t�tulo del pintor surrealista m�s popular, importante y representativo del movimiento. Con los cl�sicos Vel�zquez, Rafael o Zurbar�n como referentes, en sus inicios en Madrid experiment� con el cubismo y el dada�smo y fue ahondando cada vez m�s en una representaci�n surrealista de sus principales temas de inter�s: la ciencia, la religi�n, la contraposici�n de conceptos (el movimiento y lo est�tico, lo real y lo imaginario), la sexualidad y el simbolismo.

La fotograf�a "Dal� Atomicus", capturada por el fot�grafo Philippe Halsman.
La fotograf�a "Dal� Atomicus", capturada por el fot�grafo Philippe Halsman.

Result� un artista muy prol�fico, ya que lleg� a crear en torno a 1.500 pinturas durante su trayectoria, adem�s de obras de otra �ndole. Se convirti� en pionero de corrientes art�sticas como la performance o el pop-art, con "Rostro de Mae West utilizable como sala de estar" (1935). Aunque fueron sus �leos los que m�s impacto generaron. En una selecci�n de las obras m�s importantes de Salvador Dal� no pueden faltar las que a continuaci�n se detallan.

"Muchacha en la ventana" (1925)

La "Muchacha en la ventana" parece casi un espejismo dentro de la obra -y vida- de Salvador Dal�. Una pintura realista que transmite calma, sencilla en su composici�n, de tonos suaves y un aire reflexivo. En ella se muestra la silueta de espaldas de una mujer, su hermana Ana Mar�a, que observa a trav�s de una ventana abierta un mar en reposo. El �leo puede visitarse en el Museo Reina Sof�a, Madrid.

"El gran masturbador" (1929)

La obra no tiene nada que ver con "Muchacha en la ventana", ya se observa el car�cter surrealista del artista y uno de sus temas predilectos: el sexo. La relaci�n de Salvador Dal� con la sexualidad es cuanto menos compleja, fruto de traumas infantiles, complejos y una serie de condicionantes reconocidos por �l mismo. El pintor catal�n viv�a su sexualidad, principalmente y a pesar de su esposa Gala, en soledad. "El gran masturbador" representa todo eso.

En el cuadro se observan principalmente dos figuras, una mujer -su nueva musa- y una con genitales masculinos. En torno a ellas se alinean toda una serie de simbolismos: una cabeza de le�n, s�mbolo de poder y fuerza; un saltamontes, miedo infantil de Dal�; unas hormigas, que el pintor relacionaba con la muerte; el anzuelo, un modelo de familia tradicional; o la soledad de la figura situada en el margen inferior.

"La persistencia de la Memoria" (1931)

La obra m�s famosa de Salvador Dal�, una muestra cumbre de su genialidad surrealista, que durante d�cadas ha fascinado por su curioso significado. El concepto de la relatividad del espacio y del tiempo encarnado en relojes derretidos atestiguan el inter�s genuino de Dal� por la ciencia, uno de sus temas pict�ricos m�s recurrentes. Para contemplarla habr� que viajar hasta el MoMA de Nueva York y puede que su tama�o decepcione a m�s de uno, ya que cuenta con unas dimensiones de 24 x 33 cm, similar a un folio est�ndar.

"Construcci�n blanda con jud�as hervidas" (1936)

La naturaleza de la guerra: horrible, autodestructiva, sucia, ca�tica; representada por un monstruo deforme que se estrangula a s� mismo. Dal� pint� "Construcci�n blanda con jud�as hervidas" meses antes del estallido de la Guerra Civil Espa�ola. Y posteriormente le a�adir�a el subt�tulo "Premonici�n de la Guerra Civil". Se trata de una de sus obras m�s violentas, que muchos vinculan con el "Saturno devorando a sus hijos" de Goya, solo que esta vez la humanidad es la que acaba consigo misma.

"Ni�o geopol�tico observando el nacimiento del nuevo hombre" (1943)

Uno de los elementos simb�licos m�s recurrentes en la obra de Dal� es el huevo, que representa la vida. En "Ni�o geopol�tico observando el nacimiento del nuevo hombre" adopta su sentido m�s literal, ya que un huevo ocupa la mayor parte del �leo y de �l se est� produciendo el nacimiento de una persona ante la mirada de dos figuras situadas en un margen. En esta ocasi�n, el huevo adopta la forma del globo terr�queo. La escena representa el alzamiento de Norteam�rica, situada en el lugar donde se produce el desgarro del huevo, dentro de la configuraci�n de un nuevo orden mundial.

"Sue�o causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar" (1944)

Esta obra es uno de los mejores ejemplos del m�todo paranoico-cr�tico, una de las grandes aportaciones de Salvador Dal� al surrealismo y que se basa en la multiplicidad de las im�genes y sus significados. Los textos de Freud acerca de la interpretaci�n de los sue�os fueron su fuente de inspiraci�n. En este �leo, conservado en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, se muestra a la musa del pintor, su esposa Gala, durante un sue�o. Sin embargo, el mundo on�rico guarda peligros al igual que el real. De una granada surge un pez, de su boca dos tigres y, frente a ellos, una bayoneta que apunta a la mujer, que en cualquier momento puede ser herida.

"La tentaci�n de San Antonio" (1946)

La ciencia y el misticismo cat�lico caracter�sticos en Dal�, especialmente fuertes durante esta etapa de su trayectoria, se unen con un gran despliegue iconogr�fico en "La tentaci�n de San Antonio". El te�logo franciscano San Antonio se enfrenta a una serie de alucinaciones vinculadas a los placeres -y pecados- terrenales, como la lujuria, la ostentaci�n y la riqueza. En el cuadro se pueden observar los elefantes de patas de ara�a, una de las figuras surrealistas dalinianas por excelencia.

"Leda At�mica" (1949)

"Leda At�mica" supone una de las obras m�s complejas de Dal�. En ella se representa el mito griego de Leda y Zeus, a quien este se le apareci� en una de sus formas habituales -el cisne-, a la vez que se refleja desde el surrealismo la teor�a f�sica intra-at�mica, seg�n la cual nada se toca entre s�. Antes del trabajo de �leo, el artista estuvo colaborando durante meses con un matem�tico realizando c�lculos para lograr encuadrar las figuras principales en un pentagrama dentro de una estrella de cinco puntas.

"Cristo de San Juan de la Cruz" (1951)

Con el avance de los a�os, Dal� fue ahondando en sus creencias religiosas, concretamente en el catolicismo. Tras contemplar el dibujo que el renacentista San Juan de la Cruz realiz� tras una visi�n de un Cristo crucificado -hoy conservado en el convento de la Encarnaci�n de �vila-, el pintor catal�n vivi� su propia experiencia religiosa y decidi� igualmente plasmarla. A diferencia de San Juan de la Cruz, su Cristo no presenta clavos, sangre o heridas. Aunque sin duda lo m�s llamativo del �leo es la perspectiva escogida, casi un cenital muy impactante, resaltado por un dram�tico fondo negro y paisaje oscuro inferior, que potencia la verticalidad de la cruz.

"Galatea de las esferas" (1952)

Tras la Segunda Guerra Mundial, la ciencia abri� la puerta a una nueva etapa con la energ�a nuclear. A ra�z de las explosiones de bombas at�micas lanzadas por el ej�rcito estadounidense contra la poblaci�n de Jap�n, el inter�s de Dal� por la ciencia se convirti� en obsesi�n y dio paso a un nuevo periodo art�stico para el catal�n. Sus obras exploraron m�s conceptos cient�ficos y, en particular, los relacionados con lo nuclear. As� surge "Galatea de las esferas", una interpretaci�n en base a los preceptos at�micos del rostro de su musa, Gala, con una expresividad influida por los retratos de cl�sicos como Rafael.