Marcial: claves de una vida de lucha irreductible - La Prensa Gráfica

Marcial: claves de una vida de lucha irreductible

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David Hernández
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Por David Hernández

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La vida de Salvador Cayetano Carpio, alias Marcial (1918-83), se caracterizó por una tenaz y férrea batalla sin concesiones en pro de su ideario político-militar. Fundador del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) el 10 de octubre de 1980; diez años antes, el 1.º de abril de 1970, fundó las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí" (FPL) junto con tres obreros, José Ernesto Morales Núñez, José Dimas Alas Alfaro, Armando Arteaga y cuatro estudiantes de medicina de la Universidad de El Salvador, Luis Napoleón Barahona, Alfredo Castro Quezada, Roberto Vargas, y el luego candidato al Premio Nobel de Química Salvador Moncada Seidner.

Transcurridos 36 años de los sucesos de abril de 1983 en Managua, con el asesinato de Ana María (Mélida Anaya Montes) y el suicidio de Cayetano Carpio, máximos dirigentes de las FPL, la figura de Marcial emerge como director de ese teatro de marionetas; asimismo, Marcial personifica al histórico líder sindical y guerrillero.

Su tragedia fue contravenir la línea soviética, cubana y de la comandancia del FMLN, que exigía negociaciones con el adversario para terminar la guerra civil. Cayetano rechazaba entablar cualquier negociación que no fuese la rendición incondicional del enemigo. Por ello acusó de liquidacionista a la dirigencia militar del FMLN, y de injerencista en los asuntos internos de la revolución salvadoreña al propio Fidel Castro.

Marcial fue el asesino intelectual de Ana María, dirigente de las FPL que propugnaba por una salida negociada al conflicto salvadoreño. Me lo confirmó el oficial de la Seguridad del Estado de Nicaragua encargado de la investigación, Mauricio Torres, salvadoreño nacionalizado nicaragüense, alias del filósofo Juan Mario Castellanos, quien me relató que desde los primeros momentos del asesinato supieron de la culpabilidad de Marcial, pues los asesinos dejaron por muerto a uno de los guardaespaldas de Mélida Anaya Montes, quien posteriormente reconoció a la gente de Marcial.

Carpio, de origen humilde, estudió en el seminario menor de los padres somascos de la Iglesia El Calvario en San Salvador; ahí templó su ortodoxia con textos bíblicos que impregnarían su vida política. En la década de los cincuenta del siglo pasado estudió marxismo en la antigua Unión Soviética, donde dominó el ruso como segunda lengua materna y leyó a Lenin. Un prolongado viaje de varios meses en esos mismos años lo trasladó a la República Popular China donde estudió la estrategia y el pensamiento de Mao Zedong. Escribió varios testimonios, libros y documentos sobre su persecución política, su estrategia militar y sobre el trabajo sindical.

No era, pues, el humilde líder obrero panificador como se autoproclamaba. Paradójicamente para él, fue uno de los grandes intelectuales de la izquierda salvadoreña a pesar de su fobia anti-poeta y anti-intelectual que lo llevó a la conclusión de que todo intelectual era un traidor en potencia.

Ello sin embargo no resta el mérito a Cayetano Carpio de haber sido el primer político que comprendió que luego de la expulsión de más de 140 mil salvadoreños pobres de Honduras y con el quiebre del Mercado Común Centroamericano en 1969, se avecinaba el estallido de una crisis social que sería resuelta solo con el uso de las armas. Es su mérito ante la historia política de este pequeño pero complejísimo país.

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