Sacro Imperio Romano Germ�nico
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Sacro Imperio Romano Germ�nico:
El Sacro Imperio Romano Germ�nico[1] (en alem�n: Heiliges R�misches Reich y en lat�n: Sacrum Romanum Imperium �para distinguirlo del Reich Alem�n de 1871�, y tambi�n conocido como el Primer Reich o Imperio antiguo), fue una agrupaci�n pol�tica ubicada en la Europa occidental y central, cuyo �mbito de poder recay� en el emperador romano germ�nico desde la Edad Media hasta inicios de la Edad Contempor�nea.
Su nombre deriva de la pretensi�n de los gobernantes medievales de continuar la tradici�n del Imperio carolingio (desaparecido en el siglo X), el cual hab�a revivido el t�tulo de Emperador romano en Occidente,[2] como una forma de conservar el prestigio del antiguo Imperio romano. El adjetivo �sacro� no fue empleado sino hasta el reinado de Federico Barbarroja (sancionado en 1157) para legitimar su existencia como la santa voluntad divina en el sentido cristiano. As�, la designaci�n Sacrum Imperium fue documentada por primera vez en 1157,[3] mientras que el t�tulo Sacrum Romanum Imperium apareci� hacia 1184[3] y fue usado de manera definitiva desde 1254.
El complemento Deutscher Nation (en lat�n: Nationis Germanic�) fue a�adido en el siglo XV.
El Imperio se form� en 962 bajo la dinast�a sajona a partir de la antigua Francia Oriental (una de las tres partes en que se dividi� el Imperio carolingio). Desde su creaci�n, el Sacro Imperio se convirti� en la entidad predominante en la Europa central durante casi un milenio hasta su disoluci�n en 1806.
En el curso de los siglos, sus fronteras fueron considerablemente modificadas.
En el momento de su mayor expansi�n, el Imperio comprend�a casi todo el territorio de la actual Europa central, as� como partes de Europa del sur. As�, a inicios del siglo XVI, en tiempos del emperador Carlos V, adem�s del territorio de Holstein, el Sacro Imperio comprend�a Bohemia, Moravia y Silesia. Por el sur se extend�a hasta Carniola en las costas del Adri�tico; por el oeste, abarcaba el condado libre de Borgo�a (Franco-Condado) y Saboya, fuera de G�nova, Lombard�a y Toscana en tierras italianas.
Tambi�n estaba integrada en el Imperio la mayor parte de los Pa�ses Bajos, con la excepci�n del Artois y Flandes, al oeste del Escalda.
Debido a su car�cter supranacional, el Sacro Imperio nunca se convirti� en un Estado naci�n o en un Estado moderno; m�s bien, mantuvo un gobierno mon�rquico y una tradici�n imperial estamental.
En 1648, los Estados vecinos fueron constitucionalmente integrados como Estados imperiales. El Imperio deb�a asegurar la estabilidad pol�tica y la resoluci�n pac�fica de los conflictos mediante la restricci�n de la din�mica del poder: ofrec�a protecci�n a los s�bditos contra la arbitrariedad de los se�ores, as� como a los estamentos m�s bajos contra toda infracci�n a los derechos cometida por los estamentos m�s altos o por el propio Imperio.
Entonces, el Imperio cumpli� igualmente una funci�n pacificadora en el sistema de potencias europeas; sin embargo, desde la Edad Moderna, fue estructuralmente incapaz de emprender guerras ofensivas, extender su poder o su territorio. As�, a partir de mediados del siglo XVIII, el Imperio ya no fue capaz de seguir protegiendo a sus miembros de las pol�ticas expansionistas de las potencias internas y externas. Esta fue su mayor carencia y una de las causas de su declive. La defensa del derecho y la conservaci�n de la paz se convirtieron en sus objetivos fundamentales. Las guerras napole�nicas y el consiguiente establecimiento de la Confederaci�n del Rin demostraron la debilidad del Sacro Imperio, el cual se convirti� en un conjunto incapaz de actuar. El Sacro Imperio Romano Germ�nico desapareci� el 6 de agosto de 1806 cuando Francisco II renunci� a la corona imperial para mantenerse �nicamente como emperador austr�aco.
Estados Imperiales:
Una entidad era considerada como un Reichsstand (Estado imperial) si, conforme a las leyes feudales, no ten�a m�s autoridad por encima que la del emperador del Sacro Imperio. Entre dichos Estados se contaban:
Territorios gobernados por un pr�ncipe o duque, y en algunos casos reyes. (A los gobernadores del Sacro Imperio, con la excepci�n de la corona de Bohemia, no se les permit�a ser reyes de territorios dentro del Imperio, pero algunos gobernaron reinos fuera del mismo, como ocurri� durante alg�n tiempo con el reino de la Gran Breta�a, cuyo rey era tambi�n Pr�ncipe elector de Brunswick-Luneburgo.)
Territorios eclesi�sticos dirigidos por un obispo o pr�ncipe-obispo. En el primer caso, el territorio era con frecuencia id�ntico al de la di�cesis, recayendo en el obispo tanto los poderes mundanos como los eclesi�sticos. Un ejemplo, entre muchos otros, podr�a ser el de Osnabr�ck. Por su parte, un pr�ncipe-obispo de notable importancia en el Sacro Imperio fue el obispo de Maguncia, cuya sede episcopal se encontraba en la catedral de esa ciudad.
Ciudades imperiales libres
El n�mero de territorios era incre�blemente grande, llegando a varios centenares en tiempos de la Paz de Westfalia, no sobrepasando la extensi�n de muchos de ellos unos pocos kil�metros cuadrados.
El Imperio en una definici�n afortunada era descrito como una "alfombra hecha de retales" (Flickenteppich).
Un Estado Imperial (en alem�n Reichsstand, plural: Reichsst�nde) era una entidad territorial y pol�tica en el Sacro Imperio Romano Germ�nico con esca�o y voto (Sitz und Stimme) en el Reichstag o Dieta Imperial. Los gobernantes de un Estado Imperial no ten�an otra autoridad por encima de ellos que la del propio Emperador del Sacro Imperio Romano Germ�nico y, adem�s, pose�an importantes derechos y privilegios, incluido un alto grado de autonom�a en el gobierno de sus territorios y de sus asuntos particulares.
Algunos Estados gobernados por pr�ncipes alemanes con voto en la Dieta no ten�an esca�o (Hungr�a con los Habsburgo o Prusia bajo el Gran Maestre de la Orden Teut�nica o con el duque de Brandeburgo, fueron un claro ejemplo durante toda la historia del Sacro Imperio Romano Germ�nico), mientras que unos pocos altos funcionarios del Sacro Imperio (como el Mariscal Hereditario [Erbmarschall] o el Ujier Hereditario [Erbt�rh�ter]) ten�an esca�o pero no voto: ni los citados altos cargos del Imperio ni los territorios sin esca�o en la Dieta Imperial estaban calificados como Estados Imperiales.
Hacia el final de su existencia, el Sacro Imperio Romano Germ�nico estaba compuesto por unos 360 Estados casi independientes, muy diferentes entre s� en tama�o, rango, influencia y poder.
Los Estados Imperiales gozaban de varios derechos y privilegios.
Sus gobernantes ten�an autonom�a para regular sus propios asuntos y los de su casa; en particular, se les permit�a fijar normas relativas a la herencia de sus Estados Imperiales sin interferencias del Sacro Imperio.
Despu�s del Tratado de Westfalia (1648) pudieron firmar tratados y concertar alianzas con otros Estados Imperiales e incluso con potencias extranjeras sin el permiso expreso del Emperador.
S�lo a los pr�ncipes electores (y no a otros pr�ncipes) se les permiti� ejercitar ciertas regal�as, como el poder de acu�ar moneda, cobrar impuestos y peajes y el monopolio sobre las minas de oro y plata de sus territorios.
Entre los principales derechos de los gobernantes de un Estado Imperial se encontraban:
Tener esca�o y voto en el Reichstag; el voto pod�a ser individual (Virilstimme) o colectivo (Curiatstimme).
Ser suspendido o privado de su estatus solo por sus pares (salvo en los casos de abuso sobre regal�as, como la acu�aci�n o cobro de peajes, en los que el Emperador o las Cortes de Justicia del Sacro Imperio pod�an ordenar la suspensi�n).
Precedencia sobre todos los s�bditos del Imperio (la precedencia entre los propios Estados Imperiales estaba claramente definida en las ceremonias del Reichstag).
El derecho de asociaci�n y voto dentro de su propio Consejo.
El derecho de voto agrupado por religi�n (procedimiento llamado itio in partes), que podr�a invocarse para tratar cualquier asunto, no solo el religioso: los Estados se agrupaban por su religi�n (el cuerpo o banco cat�lico y el banco protestante del Sacro Imperio, que estaban presididos, respectivamente, por el Elector Arzobispo de Maguncia y el Elector de Sajonia, aunque este �ltimo fuera tambi�n cat�lico).
En cada cuerpo se tomaba por mayor�a los acuerdos seg�n el n�mero de votos que los Estados que los compon�an ten�an en la Dieta.
As� agrupados, los dos bancos religiosos ten�an capacidad de veto en la Dieta Imperial, pues no podr�a acordarse ninguna decisi�n si los dos cuerpos tomaban resoluciones opuestas.
La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.
Antonio Aparisi
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