La Garita de Herbeira

Peligro: teléfono pinchado

No salimos de una y ya estamos en otras más. Para que luego los descontentadizos de siempre no reconozcan los esfuerzos de la horda ministerial de Su Majestad por distraernos con grandes espectáculos propios del circense «más difícil todavía».

Hoy toca el escándalo de los teléfonos pinchados. Dada la catadura de sus “víctimas” o protagonistas puede que sea otra farsa más. “Culo veo, culo quiero”, y nuestros ministros, ministras y ministres no van a ser menos que cualquier prócer o prócera o “influecer” que se precie y va presumiendo de importante por esos mundos globalizados. Si no te espían es que no eres nadie, tu vida es inútil, no vales un pimiento.

Ahora bien, lo mismo resulta que es verdad. Y hay alguien que emplea tecnología sionista para espiar a los demás, bien entre sus colegas, o por monopolistas para ver que hay de lo suyo, o por una potencia extranjera “amiga”, o por los sionistas sin patria, que al cabo son los que mandan sin fronteras.  Siempre habrá un malvado Putin a quien echar la culpa de los desmanes propios.

Con esto de la ciberseguridad a la española no ganamos para sustos.  El CCN, Centro Criptológico Nacional, tiene editados documentos con instrucciones de buenas prácticas. El CCN CERT BP 03 incluye un decálogo de seguridad de los dispositivos móviles. Sin embargo, una cosa es saber y otra muy distinta querer ¡Será por instituciones y chiringuitos! Cada vez hay más y a más niveles pero cada vez parecemos más indefensos. La sensación creciente es que en Occidente ya nadie está a salvo. Estamos a merced de psicópatas y bandoleros, cuando no de genocidas, pederastas o satanistas.  Y cuando no son teléfonos, son urnas pinchadas.

En otra crisis anterior de algún parecido tuvo que dimitir el prodigioso espía miope Narciso Serra, prócer héroe de la banca y la estafa catalana, un cotilla que espiaba con quién ligaba Su Emérita Majestad. Don Narciso, todo un tipo, émulo píes planos de Rambo o de la famosa Stasi de “La vida de los otros”.

Sí. Recordar a la Stasi no es un anacronismo sino que resulta oportuno. Ese el modelo NOM: la Stasi con nuevas tecnologías.

¿Dimitirá alguien ahora?

Aunque, ¿para qué dimitir si al cabo todos sirven a los mismos amos?

Si la democracia de verdad valiera para controlar al Poder estaría prohibida. Bueno, en eso están la plutocracia globalista y sus títeres, en que ya no queden ni las formas democráticas o de derechos más superficiales. Hay que evitar sorpresas desagradables y ya oportunamente resignados, todos contentos: «quien manda, manda».