La fundación del
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Maese contra la Inquisición | Iconografía
Obras: Fragmentos
| La cara oculta
Biografía
Rodrigo Fernández de Santaella y Córdoba (1444-1509),
popularmente conocido como Maese Rodrigo, es el fundador de la Universidad
de Sevilla.
Había nacido en la ciudad de Carmona el 15 de diciembre
de 1444, en una familia pobre y numerosa, siendo hijo de
Lope Fernández de Santaella y de Leonor de Rueda. Él
mismo declara su ciudad natal en las Constituciones del Colegio
de Santa María de Jesús cuando escribe: "Carmona,
quia natale nostrum est".
Poco se sabe de su vida, ignorándose dónde hizo sus
primeros estudios, que acaso realizase en Sevilla, en el colegio
Catedralicio de San Miguel, ya existente. Sólo se sabe que,
a partir de 1467, con 23 años y siendo bachiller en Teología
y clérigo de la diócesis de Sevilla, fue presentado
para una beca de Teología en el Colegio de San Clemente de
los Españoles de Bolonia, por el Arzobispo y Cabildo de Toledo.
El famoso Colegio de San Clemente de los Españoles,
de Bolonia, fue fundado por el Cardenal D. Gil Carrillo de Albornoz,
que habia sido Arcediano de Niebla en Catedral de Sevilla, a la
que reservó la provisión de 3 becas del mismo, y su
ejecutor testamentario, d. Fernando Alonso de Albornoz, que terminó
la obra del Colegio e hizo su primera población, fue Arzobispo
de Sevilla.
Así fue becario teólogo en el Colegio de San Clemente
de los Españoles, de la ciudad italiana de Bolonia,
durante ocho años (1467-1475). En 1468 obtuvo del papa Paulo
II una prestamera (estipendio o pensión procedente
de rentas eclesiásticas ) en la diócesis de Badajoz.
Posteriormente alcanzó otros muchos beneficios de los papas.
En 1469, el Claustro del Colegio eligió a Rodrigo para regir
la cátedra de Teología, y tras un viaje a Venecia
en 1471, la lectura de la Filosofía Moral en los días
festivos.
Además de doctorarse en Teología y en Artes, Santaella
adquirió en Bolonia una notable formación jurídica,
de la que dio muestras en sus tratados y en su labor como protonotario
apostólico y canónigo al frente de la iglesia de Sevilla.
Aprendió un elegante latín, así como la técnica
oratoria antigua; estudió griego y hebreo; conoció
la literatura antigua, medieval y moderna, y adquirió un
amplio conocimiento sobre las ciencias humanas basado en los nuevos
métodos racionales y empíricos del Renacimiento.
En 1475, tras finalizar la Beca, se trasladó a Roma al servicio
del cardenal Jacobo. Allí conoció a otros humanistas
y alcanzó numerosos beneficios, títulos y privilegios
del papa Sixto IV, quien le llama su "familiar, camarero y
continuo comensal", y ante cuya curia tuvo el honor de pronunciar
el Viernes Santo de 1477 una Elegantissima oratio sobre la
Pasión. Santaella es uno de los principales representantes
de la oratoria sagrada del Renacimiento español. Su prosa
presenta una corrección, amplitud y elegancia formal que
la distingue claramente del periodo de la Escolástica.
La fama obtenida llegó a oidos de los Reyes Católicos
que lo nombraron primer visitador del reino de Sicilia. Según
cuenta en 1581 el colegial Juan de Grado, allí tuvo un intento
de asesinato: ".. muchos émulos procuraron acabarle
ocultamente la vida dándole en la bebida veneno, del cual
Dios nuestro Señor fue servido de librarlo". También
cuenta Grado que fue confesor de la reina, pero no se ha podido
demostrar, por lo que puede formar parte de la glorificación
posterior de los colegiales.
Fue en Sicilia donde compuso su Vocabularium ecclesiasticum,
dedicado a la reina Isabel, "por quien vuestros reinos
han sido restaurados y reformados en todos los estados a la integridad
de la fe y de la religión y sanctas costumbres, ..."
Es esta la primera de una serie de obras que imprime tras establecerse
en Sevilla como canónigo magistral y,
más tarde, arcediano de Reina.
Rodrigo Caro habla de 4 arcedianatos en la Catedral de Sevilla,
según los puntos cardinales o los extremos de una cruz
imaginaria: el de Ecija, por el oriente; el de Niebla, por
el poniente; el de Reina, al septentrion y el de Xerez al
mediodía,
aunque también hay arcedianato de Carmona por ser lugar
insigne. |
Desde que obtuvo la canongía hispalense, hacia 1482, permaneció
en España hasta fines de 1490, en que viaja nuevamente a
Roma. Allí permanece unos cinco años. En septiembre
de 1495, el papa Alejandro VI, al mismo tiempo que le concedía
algún que otro privilegio, le nombraba Protonotario.
La bula por la que se le nombraba notario de los de número de
la Santa Sede, le autorizaba para que el juranmento del cargo
lo prestase ante el Arzobispo de Sevilla, el Obispo de Badajoz
o el Tesorero de la Catedral de Sevilla. El 20 del mismo mes
requería el Cardenal camarero de Alejando VI a todos los Patriarcas,
Cardenales, etc., para que se le guardasen todos los fueron
anejos al Protonotariato.
Unos meses después del nombramiento, en junio de 1496,
estaba en Guadalajara, probablemente camino de Andalucía,
jurando su nuevo oficio en presencia de Diego Hurtado de Mendoza,
arzobispo de Sevilla, lo que no dejaba de ser una paradoja porque
se trataba de la misma persona que había
recibido la dedicatoria de su Memoriale Pontificum, una
obra escrita diez años antes en la que se encomiaba la
residencia de los prelados en sus diócesis. Ahora ni uno
ni otro estaban donde, de acuerdo con la misma, debían
de encontrarse ambos.
|
Este sería el último viaje largo de Fernández
de Santaella porque desde estas fechas no volvería a moverse
de Sevilla ni de los límites territoriales de su diócesis.
En 1500 obtuvo el arcedianato de Reina, una dignidad catedralicia
(1) que, al aumentar su nivel de ingresos, mejoró su situación
económica. Durante esta época su tiempo lo repartió
entre las tareas capitulares, como las rutinarias obligaciones
litúrgicas
y de coro, la predicación, las visitas eclesiásticas
y el examen de libros impresos, la continuación de su obra
literaria y la inversión de las rentas que estaba percibiendo
en la compra de fincas rústicas y urbanas, pensando en
su fundación.
Fue después, durante unos meses, Provisor en Sede vacante
de la diócesis hispalense (1504), tras la muerte del arzobispo
Juan de Zúñiga. Durante años Santaella fue
en la práctica el alma de la iglesia de Sevilla, presidiendo
con frecuencia las reuniones del cabildo en ausencia del arzobispo;
como hemos visto, llegó a enviarle con motivo de la Navidad
de 1486 una carta y un libro de instrucción en el que le
insiste sobre "quanto es necessaria la presencia del Prelado
en su Iglesia".
A principios de enero de 1509 otorgó el segundo
de sus testamentos, redactado en castellano, y pocos días
después, el 20 del mismo mes, fallecía sin
haber visto hecho realidad lo que sin duda fue la ilusión
de su vida: un Colegio-Universidad para estudiantes pobres.
Recibió cristiana sepultura en la capilla del Colegio,
que había sido bendecida por el obispo fray Reginaldo Romero
el 17 de mayo de 1506, y que ha resistido el paso del tiempo,
llegando hasta nuestros días.
Aunque su postura fue siempre la de "estar debaxo de la
Santa Madre Iglesia y en esto firmemente estar", en Sevilla
desarrolló Santaella una actividad reformadora y de reavivamiento
espiritual conforme a las directrices tolerantes del humanismo cristiano
contrarias a las prácticas de la Inquisición, como
más abajo se detalla.
La fundación del Colegio
Decidido a fundar en Sevilla un Colegio para estudiantes pobres,
a imitación del suyo boloñés, compró
en junio de 1503 un solar -que fue antigua sinagoga de judíos-
(2) en las inmediaciones del Postigo de Jerez,
donde comenzó
a labrar a su costa el edificio y capilla del Colegio. El
solar es adquirido, por escritura de 13 de junio de 1503, a Juan
de Millares, racionero de la Catedral, por 4.700 maravedis de
renta anual. Eran casas caídas, derruidas, solares y corrales
que habían pertenecido al Monasterio de Madre de Dios hasta 1500
en que pasaron a manos del racionero. En la escritura de compraventa
consta: "Casas para el Colegio que primero
solían ser
horno de bizcocho, linderas con casas del Monasterio de Santo Domingo
y Corral de Jerez".
"Los Colegiales habran de ser pobres, entendiendo por
tal el que no tenga 620 ducados anuales y si tiene padres,
estos no tengan 600 ducados de renta, siendo siempre preferido
el más pobre, el huérfano de padre y madre al
de solo uno de estos, debiendo el admitido hacer juramento
sobre esto, pues para ayuda a los pobres se hace la fundación,
y si el colegial mejorase de fortuna, está obligado
a declararlo y salirse del Colegio en término de dos
meses."
Constitucion XII del Colegio, de 1506
|
Cuando Rodrigo de Santaella llevaba gastados en la obra 2.050
ducados de oro, acudió a la Santa Sede, apoderando al efecto
al clérigo
Juan de Carmona, y alcanzó una Bula
de Julio II, en 1505, aprobando
la institución de un Colegio y Estudio General en Sevilla
y uniéndole varios beneficios que Santaella poseía
y había resignado previamente en manos de su Santidad.
Los beneficios que la Bula une al Colegio son los de Alocaz
y Gómez
Cardeña (Utrera), San Nicolás del Puerto, Santa María
de la Asunción (Badajoz) y San Lorenzo de Sevilla. En otro
documento anejo, otra bula pontificia de la misma fecha, se nombraba
al prior del monasterio de Santiago de la Espada de Sevilla y
a los arcedianos de Reina y de Carmona, jueces conservadores de
la institución.
Santaella tuvo durante toda su vida una gran devoción hacia
la Virgen María, tal vez acrecentada durante su formación
en el Colegio de Bolonia. Ello justifica que a ella le dedicara
el Colegio que fundó:
"Manda que el Colegio y la Capilla se llamen de Santa
María de Jesús, porque ha sido edificados por
amor y reverencia a Jesús y a su gloriosísima
Madre la Virgen María"
Constitución I del Colegio, de 1506
|
Hay que destacar el esfuerzo encomiable de este canónigo
que, de su bolsillo y sin apenas apoyos institucionales, se empeñó
en construir un Colegio y Estudio General para estudiantes pobres.
Consideremos que no tuvo el aliento del ayuntamiento de la época,
ni del arzobispado (que poco después montó otro Colegio-Universidad,
la de Santo Tomás), ni aún de la Corona, pues la Cédula
de los Reyes Católicos de 1502 iba dirigida al concejo sevillano.
Maese, erudito
Además
de esta labor fundacional, se le ha de recordar como notable escritor
eclesiástico, ya que publicó en castellano un Manual
de doctrina, un Arte de bien morir y un Tratado de la inmortalidad
del alma. El interés de Santaella por el derecho, la poesía,
la oratoria, la moral, la política, la economía y
todas las artes y ciencias en general hizo de él una de las
personas de más amplio saber en la Sevilla de su tiempo,
encarnando al tipo del letrado o erudito renacentista que debe su
promoción social al estudio, a sus conocimientos y cultura.
Hay que citar su traducción del Viaje de Marco Polo, libro
del que llegó a ver tres ediciones antes de morir, en Sevilla,
el 20 de enero de 1509.
Sin embargo, el estudio y la cultura no constituían para
Santaella únicamente un medio de ascenso social; ante todo
debían ser un instrumento al servicio de la nación
y de la fe cristiana, por lo que la formación literaria debía
estar necesariamente acompañada por una sólida instrucción
religiosa y doctrinal, fundamentada en un buen conocimiento de la
Biblia, Padres y Doctores de Iglesia. Quienes, como él, sobresalieran
en estos estudios debían ser los encargados de dirigir la
Iglesia, aconsejar a los gobernantes, predicar al pueblo, refutar
a los herejes y convertir a los infieles, llevando así a
cabo los planes de reforma de la religión y las costumbres
promovidos por los reyes Católicos, quienes para ello procuraron
colocar al frente de la Iglesia española a un clero culto
y de intachable moral. Santaella, capellán y confesor de
los reyes, fue uno de sus principales colaboradores y el más
activo responsable de esta reforma en Sevilla; tras la conquista
de Málaga, los reyes lo recompensaron con la Canongía
Magistral de la nueva Iglesia malacitana (1487), además de
concederle otras muchas mercedes.
Ninguna obra de tanto éxito como el mencionado libro de
consulta en latín Vocabularium ecclesiasticum,
incunable de 1496, del que se conocen ochenta ediciones hasta finales
del siglo XVIII, lo que demuestra su enorme popularidad. Conocido
popularmente como el "Santella", según su biógrafo
Joaquín Hazañas, fue probablemente la obra que contribuyó
en mayor medida a la formación literaria del clero español,
ya que junto con el "Arte" de Lebrija, fue el libro más
veces impreso en España durante el siglo XVI. En el Vocabularium
y en otras obras trata Santaella algunas cuestiones de lingüistica
general con gran rigor científico. (Obras
suyas)
Aunque la mayor parte de las obras de Santaella fueron escritas
para el adoctrinamiento y la instrucción religiosa y profesional
del clero, Maese mostró un vivo interés por la arquitectura
y pintura, al igual que otros miembros del Cabildo de la Catedral
formado por clérigos cultos y refinados como nuestro protagonista;
él mismo contrató a Alejo Fernandez, el pintor de
moda, para que pintar el retablo que decora el altar de la capilla
del Colegio; procuró con otros canónigos que Miguel
Florentin, autor de la primera tumba renacentista en Sevilla, la
del cardenal Hurtado de Mendoza, permaneciera trabajando en la Catedral,
y contrataron a Niculoso Pisano para que vidriara los azulejos del
cimborrio de la Catedral, símbolo de la nueva cultura.
También se interesó por los viajes oceánicos
emprendidos por Cristóbal Colón, a quien refutó
en la primavera de 1503 que las tierras que halló en Occidente
correspondieran a las Indias descritas por Marco Polo, lo que le
convierte en el primer anunciador del descubrimiento de un Nuevo
Mundo, anticipándose a Americo Vespucio. En un artículo
de 1957, Francis M. Rogers declara que ésto "debería
ser considerado por los estudiosos como el punto decisivo en la
historia de la idea del descubrimiento de un nuevo mundo, y no las
cuatro páginas insignificantes con un título atractivo
de Amérigo Vespuche, que dio injustamente su nombre al nuevo
continente". (cita recogida por Joaquín
Pascual Barea)
Maese Rodrigo, contrario a la Inquisición
Algunos investigadores de los orígenes de la Inquisición
en España han incluido a Santaella entre los adversarios
del establecimiento de este tribunal. Aunque estos autores no justifican
dicha adscripción político-religiosa, no faltan razones
para sostenerla. Santaella fue una de las personas encargadas de
predicar a los conversos sevillanos para apartarlos de las prácticas
judaizantes e inducirlos, por medio de la persuasión y el
adoctrinamiento pacífico, a un cristianismo sincero.
Ésta fue también la primera actitud de la reina,
que obedecía a los consejos de un importante grupo de conversos
de su máxima confianza, como el cardenal Mendoza y, sobre
todo, fray Hernando de Talavera, confesor de la reina, que fue otro
de los encargados de predicar a los conversos sevillanos. Todas
estas personas buscaban ante todo una gran renovación del
espíritu cristiano que intentan restaurar mediante una vida
de directas inspiraciones evangélicas y de un estudio atentísimo
de la teología de San Pablo. Sin rechazar la legitimidad
teórica de una represión violenta de la heterodoxia,
o incluso respaldando su empleo en casos aislados, preconizan por
sistema una conducta persuasiva, fundada en el concepto paulino
del valor absoluto de la caridad.
Es la tendencia que encarnaban los grandes eclesiásticos
conversos como don Pablo de Santa María, don Alonso de Cartagena,
don Lope Barrientos, fray Hernando de Talavera, Maese Rodrigo de
Santaella, el médico Villalobos y el equipo de secretarios
y juristas de Isabel la Católica que se agrupaba en torno
a Fernán Alvárez de Toledo. La oposición de
este grupo a las medidas violentas se debe ante todo a su peculiar
espiritualidad, claramente evangélica y paulina, que los
atraía hacia los métodos de la Iglesia primitiva.
Por otro lado, la voz de Santaella y otros canónigos se
levantó en seguida contra los procedimientos anticanónicos
del Tribunal de la Inquisición, lo que provocó que
fuera abolido por el papa el 29 de enero de 1482, aunque volvió
a ser implantado un año más tarde. No obstante, Santaella
nunca criticó sus creencias y las normas establecidas por
la Iglesia, de la que era un miembro destacado. Toda su arte oratoria
y sus profundos conocimientos teológicos los utilizó
exclusivamente contra los herejes y los infieles y para enseñar
al pueblo la doctrina cristiana.
Tras la muerte de la reina Isabel en 1504, esta tendencia pacífica
fue derrotada por la fuerza y muchos de sus partidarios sufrieron
severos procesos inquisitoriales, como Alonso de Campos, unido a
Santaella por "una entrañable amistad", el cual
tras la muerte del arcediano, siguió encargándose
de los asuntos del Colegio aún desde las cárceles
de la Inquisición, y que también estuvo al servicio
de fray Hernando de Talavera, cuyo injusto proceso es bien conocido,
así como el de Hernando del Pulgar y otros detractores de
los métodos inquisitoriales.
Durante más de cuarenta años, Santaella llevó
a cabo una intensa actividad predicadora desde el púlpito
de la catedral de Sevilla -era canónigo magistral, con obligación
de predicar-, dejando escritos en más de un volumen muchos
de sus sermones, según declara el mismo. Su labor reformadora
contribuyó a preparar el terreno a las corrientes erasmistas
y "luteranas", que durante las décadas siguientes
a su muerte tuvieron un extenso eco entre algunos de los más
destacados miembros del cabildo hispalense. Entre ellos se encontraron,
además de su íntimo amigo Alonso de Campos, su capellán
Gil de Fuentes y Hernán Ruiz de Hojeda, uno de sus albaceas
testamentarios.
Obras suyas
Como hemos dicho, la mayor parte de las Obras de Santaella fueron
escritas para el adoctrinamiento y la instrucción religiosa
y profesional del clero, con la excepción de la traducción
del Libro de Marco Polo. No olvidemos que Maese era canónigo
magistral y Visitador, por lo que tenía obligación
de vigilar las desviaciones del clero.
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- Vocabularium Eclesiasticum (1496)
- Arte de bien morir
- Elegantissima Oratio habita ... coram Sixto IV Pont. Max.
in dies Parasceve anno MCDLXXVII
- Sacerdotalis instructio circa missam (Sevilla, 1499)
- Lectiones sanctorum (Sevilla, 1503)
- Odoe in divae Dei Genitrices laudes ab eo distichis (Sevilla,
1504) [Odas en loor de la Madre de Dios]
- Dialogus contra Impugnatorem Coelibatus et castitatis
- Constitutiones Collegii Maioris Sanctae Mariae de Iesu,
Studii Generalis e Universitatis Hispalensis
- Manual de Visitadores (Sevilla, 1502, y Alcalá,
1530)
- Sermones de San Bernardo y del modo de bien vivir en la
religión cristiana (Sevilla, 1515)
- El libro del famoso Marco Polo
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"E como puersos hablan consejos ajenos y contrarios
a la pura y santa ley de dios diziendo ser semejante el fin
de los hombres al fin de las bestias: creyendo que el animal
razonal perece como la bestial.
De donde se sigue que se niega el parayso y el infierno: y
la justicia y juyzio del justo dios. E con estos descomulgados
errores sueltan las riendas en su desenfrenada: mas muerte
que vida y osan dezir con su prophana boca en este mundo no
me ves mal pasar: que en el otro no me verás penar"
Rodrigo Fernández de Santaella
Tratado de la inmortalidad del ánima, Sevilla, 1503
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Fragmentos de algunas
de sus obras
Iconografía de Maese Rodrigo
Su
retrato, en actitud oferente, lo pintó hacia 1520
el pintor Alejo
Fernández en la tabla central del retablo de
la capilla, a los pies de la Virgen, preciosa imagen coronada, con
la leyenda 'Sanctissima Maria Mater'. Y no es casual este
epigrama; en una Oda a la Virgen escribió Maese:
Si me oye tu misericordia, te alabaré,
María,
se quedará pegado a mi garganta `Virgen María'.
Y si no me oyes te estaré llamando, Virgen Santa,
hasta que haya sentido tu auxilio.
La pared repetirá `Santa María' que está
allí escrito;
repetirá tu nombre el aposento, cómplice de
mis poemas.
Rodrigo de Santaella
(puede ver la oda
completa
en
esta web externa)
|
En el Arzobispado de Sevilla se conserva un cuadro al óleo,
de Zurbarán, con los atributos episcopales. Ninguna de estas
imágenes debe pasar por el verdadero retrato de Santaella,
fallecido muchos años antes (1509).
Notas
(1) El arcediano era una figura del derecho eclesiástico
que cumplía funciones de control, vigilancia y administración
sobre los distritos o arcedianatos en que se dividían las
diócesis. Esta dignidad había llegado a su apogeo
en el siglo XII, llegando a tener los arcedianos, prácticamente,
jurisdicción independiente. En los siglos posteriores, sin
embargo, el cargo fue perdiendo peso, si bien a principios del
siglo XVI aún mantenía cierta vigencia.
En Sevilla, los arcedianos sólo gozaban de la autoridad
moral que les confería su dignidad, ya que por lo que concernía
a su jurisdicción sobre los distritos administrativos en
que, en teoría, se dividía la diócesis, se
trataba de títulos meramente honoríficos, aunque
remunerados.
La villa de Reina está en Extremadura, no
lejos de Llerena, con pocos habitantes y un viejo castillo; se
cree que allí estuvo
la población romana llamada Regina. Según los Estatutos
de la Iglesia de Sevilla ordenados por don Remondo, el Arcedianato
de Reina comprendía Cantillana,
Montemolín, Zufre, Almonaster y Aracena, siendo quizás
el más extenso de los cinco arcedianatos primitivos. [Volver
al punto de lectura]
(2) El Corral de Jerez era uno de los lugares en donde
habían sido confinados los judíos sevillanos, hasta
1484, por orden de la reina Isabel, a propuesta de los inquisidores
Morillo y San Martin. Aquí tuvieron una sinagoga. En el
padrón del Barrio de Castellanos, realizado en 1484, cuando
los judíos habían sido expulsados, el Corral de Jerez
aparece con 13 vecinos y con 12 el Alcázar Viejo (A. Collantes
de Terán, 1977). [Volver
al punto de lectura]
(3) Manuel Wssel de Guimbarda (1833-1907) es
un pintor cuyas obras están repartidas fundamentalmente
entre Sevilla, Cartagena y Lorca; la colección de Carmen
Thyssen Bornemisza posee tres cuadros costumbristas de este autor.
Aunque nació en
Cuba, se le considera cartagenero, por ser esta ciudad la que más
quiso y donde fallecería. Fue en Sevilla donde se formó como
pintor y adquirió reconocimiento. Se ha dicho de él
que fue un virtuoso del retrato, que los rostros de Wssel poseen
una belleza "siempre distante, si bien no exenta de sensualidad".
La Universidad de Sevilla posee 11 lienzos suyos, todos en su colección
de pesonajes ilustres, pintados entre 1870-75. Casi todos basados
en otros cuadros o grabados, como éste que comentamos, por
lo que no demuestran su maestría. [Volver
al punto de lectura]
|
Para saber más... |
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Hazañas y La Rua, Joaquín: "MAESE RODRIGO:
1444-1509" / Publicado por Sevilla Izquierdo y Ca, en
1909 |
Pascual Barea, Joaquin: "Maese Rodrigo de Santaella y
Antonio Carrión. Poesías. Sevilla, 1504" /Secretariados
de Publicaciones de las Universidades de Sevilla y Cádiz,
1991 |
Ollero Pina, José Antonio: "La Universidad de Sevilla
en los siglos XVI y XVII"
/Sevilla, 1993 |
|