Roberto I de Escocia

Para otros usos de este término, véase Roberto I (desambiguación).
Roberto I de Escocia
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Rey de Escocia
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Reinado 1306 - 1329
Coronación 25 de marzo de 1306, Scone
Nombre real Robert de Brus
Nacimiento 11 de julio de 1274
Turnberry, Ayrshire, Escocia
Fallecimiento 7 de junio de 1329
Cardross
Entierro Dunfermline Abbey (Cuerpo)
Melrose Abbey (Corazón)
Predecesor John de Balliol
Sucesor David II de Escocia
Consorte Isabella de la Mar
Elizabeth de Burgh
Padre Robert de Brus, VI Señor de Annandale
Madre Marjorie, Condesa de Carrick

Escudo de Roberto I de Escocia


Roberto I de Escocia o Robert I Bruce (1274-1329). Noble escocés, conde de Carrick, nieto de Robert Bruce el Noble, y rey de Escocia entre 1306 y 1329. También ostento los títulos de Conde de Carrick (1292-1314) y Señor de Annandale (1304-1312). Está considerado, junto a William Wallace, como el gran héroe de la independencia escocesa, además ocupa un lugar de capital importancia entre los monarcas europeos de su tiempo.

Síntesis biográfica

Nació el 11 de julio de 1274, en las cercanías de Turnberry, su padres fueron Robert de Brus, VI Señor de Annandale y Marjorie, Condesa de Carrick. De su infancia y juventud solo se conoce que fue educado en Londres bajo la tutela del monarca inglés Eduardo I. Es bastante posible, por ser una práctica frecuente en la época, que Robert fuera entregado a Eduardo como garante de algún pacto entre los Bruce y Eduardo I, sobre todo después de que su padre renunciase al título de conde de Carrick a favor de su hijo (1292), y tras la caída en desgracia de John Balleuil como monarca escocés tras su huida a Francia en 1295.

Independencia de Escocia

Robert Bruce es que escapó de Londres y regresó a Escocia en los primeros años del siglo XIV, para hacerse cargo de la preciada posesión familiar del castillo de Turnberry, en dicho lugar comenzó a organizar la resistencia contra el invasor inglés. Tras la captura y ejecución de William Wallace (1305), Robert quedó como único rebelde a la hegemonía inglesa en el país.

Al frente de la resistencia escocesa, la primera cuestión a que se enfrentó Robert fue la de deshacerse del barón John Comyn (Comyn el Rojo), el enemigo secular de su abuelo. De esta forma, mediante una emboscada, Robert, vengando a su abuelo, asesinó a John Comyn en la iglesia de Dumfries, con lo que cometió dos crímenes: sacrilegio y traición a la Corona. A pesar de ello, la Iglesia escocesa, que había permanecido en un punto de vista neutral durante el conflicto, comenzó a apoyar la causa de los Bruce. De hecho, el obispo de Glasgow, Lamberton, fue uno de sus principales valedores para que la condena por sacrilegio del incidente de Dumfries no se llevase a cabo, e, incluso, para que, en 1306, tras una breve estancia en el castillo de Lochmaben, propiedad del conde de Douglas, Robert Bruce I fuera coronado rey de Escocia en Scone, el día 25 de marzo de 1306. El país recobraba así su independencia después de la intervención de Eduardo I de Inglaterra y, asimismo, la lucha de los Bruce por acceder al trono se veía culminada.

Conocida la noticia de la proclamación, Eduardo I reaccionó a la manera acostumbrada de su proverbial furia y ordeno a sus tropas cruzar el Tweed para invadir Escocia, en esta región vencieron al ejército escocés en el bosque de Methven (cerca de Perth), el 19 de junio de 1306; apenas un mes más tarde, las apresuradamente organizadas tropas supervivientes escocesas sufrieron una nueva derrota, el 11 de agosto del mismo año, en Dalry (condado de Perth); lograron los ingleses, además, hacer prisionera a la esposa del rey, lady Mary de Marr, a la hija de ambos, lady Marjory, así como a tres hermanos de Robert y gran parte de su ejército; para escarmentar al dirigente escocés, únicamente las damas se salvaron de la ejecución.

El propio Robert I Bruce logró huir del terreno a duras penas para refugiarse, primero, en la isla de Rathlin, en la costa irlandesa, y más tarde pasar clandestinamente hacia varias posesiones de partidarios suyos en las Highlands. En las semanas siguientes, Robert I Bruce comenzó una intensa campaña de proselitismo por toda la franja norte del país, precisamente aquellos terrenos que no eran controlados por Inglaterra, de forma que logró reconducir un pequeño ejército formado, en especial, por las tropas señoriales de los clanes Campbell y MacDonald. En julio lograron apoderarse de Turnberry, señorío de los Bruce, desde donde Robert, en una jugada maestra desde el plano de la propaganda política, en febrero de 1307 se dirigió hacia Ayrshire, la patria del héroe William Wallace. Enarbolando el estandarte de la lucha de Wallace por la independencia, la multitud se unió a su causa, con lo que completó un ejército imponente que derrotó a las tropas británicas en la batalla de Loudon Hill (1307); Eduardo I, enfermo en el cuartel general de Carlisle, no resistió mucho tiempo más para ver la victoria de su rival, con lo que los ingleses, privados de su cabeza rectora y más preocupados por el conflicto de la sucesión de la Corona, prefirieron regresar a casa.

Desde este momento, Robert I Bruce, acompañado siempre de su hermano Edward (también superviviente de la batalla de Methven), comenzó la reconquista de los territorios escoceses dominados por destacamentos militares ingleses y clanes feudatarios de Eduardo I. En el norte, se hizo con el dominio de Aberdeen y Forfax en 1308; al año siguiente, los más importantes feudatarios ingleses, el clan MacDouglas, fueron derrotados por Robert I Bruce, que se hizo con el control de la zona de Galloway. En 1310, asegurada la corona inglesa en manos de Eduardo II, hijo menor de edad del fallecido rey, los ingleses volvieron a cruzar el Tweed para intentar socorrer su precaria posición, pero fueron frenados en seco en el vital enclave del castillo de Dunstonffnage, dominado por los escoceses. Animado por estos éxitos, y a pesar de que territorios tan importantes como Carlisle y Berwick aún continuaban en manos inglesas, Robert I Bruce, de nuevo imitando las acciones que en el pasado realizara William Wallace, se atrevió a invadir Inglaterra, arrasando los condados de Chester y Durham, y sometiendo a sus habitantes a un fuerte tributo. De regreso a Escocia, en 1313, el ejército no se detuvo: tomó al asalto Perth, Roxburgh y Stirling, que ganó para la Escocia libre, y, como colofón, expulsó a los ingleses del castillo de Edimburgo, que pasó a ser, desde ese momento, el centro de reunión de la corte escocesa de Robert I Bruce. En estas acciones, además de su hermano Edward, Robert actuó con la ayuda de importantes tropas señoriales, entre las que debe destacarse el apoyo de sir Thomas Randolph, nombrado posteriormente conde de Moray, y de sir James Douglas, lo que muestra la adhesión a su proyecto tanto de la nobleza de origen normando como la secular aristocracia de los clanes escoceses. Gracias a estos apoyos nobiliarios, Robert I Bruce pudo conquistar enclaves tan importantes como Galloway, Douglasdale y Selkirk, todos ellos incorporados a su dominio durante 1313.

Victoria final

Aunque en la práctica puede considerarse 1313 como el final de la reorganización independiente de Escocia, el broche de oro se puso al año siguiente, cuando un imponente ejército paneuropeo, formado por ingleses, irlandeses, galeses y mercenarios de toda Europa, en número total de 50.000, invadió Escocia bajo el mando de Eduardo II de Inglaterra. Con pequeños destacamentos, Robert I Bruce consiguió orientar la marcha de las tropas invasoras hacia el bosque de Torwood, cerca de la ensenada de Bannock Burn. En ese lugar, la noche de San Juan de 1314, las tropas escocesas, con una maniobra envolvente, infligieron una de los mayores derrotas al ejército inglés, que, ante el número de bajas, tuvo que embarcar en Berwick ante el peligro de que el propio monarca, Eduardo II, fuera capturado. La independencia escocesa se había consumado.

Reinado

Tras la victoria Robert I Bruce se mantuvo ocupado durante un año, en el que prácticamente se limitó a recorrer el país despertando la admiración de sus súbditos y la adhesión de todos los clanes. Avalado por esta popularidad, y también, naturalmente, por la debilidad inglesa, Robert I Bruce intentó la formación de un movimiento pancéltico contra las pretensiones inglesas de controlar Escocia e Irlanda; entre 1315 y 1316 escoceses e irlandeses lucharon juntos contra Inglaterra, en una lucha que tuvo como colofón la proclamación en 1315, de Edward, hermano de Robert, como nuevo rey de Irlanda bajo el nombre de Eduardo I Bruce, con lo que se conformaba el ideal independentista más allá de los límites territoriales de Escocia.

Otro de los grandes aciertos de la política de Robert fue la total conformidad que la Iglesia del país mostró con sus postulados independentistas. En 1320, el papa Juan XXII mediante la firma de la Declaración de Arbroath promulgaba la independencia, temporal y eclesiástica de Escocia con respecto a Inglaterra. Así, la intervención del papado aviñonés en la cuestión escocesa, el hecho de que gran parte de las tropas que invadieron el reino en 1314 fueran paneuropeas, y la existencia de ese movimiento pancéltico entre Escocia e Irlanda en contra de la dominación inglesa, son los motivos por los que muchos especialistas han enmarcado estos acontecimientos como precedentes inmediatos de la Guerra de los Cien Años, conflicto al que Escocia no permaneció ajena.

Con la independencia legalizada, Robert I Bruce comenzó la reorganización política y económica de un reino en profunda crisis debido a décadas de enfrentamientos bélicos. Sus logros más importantes fueron la reorganización de la Hacienda pública, el inicio de los registros oficiales de cancillería regia y, en general, la modernización total de los aparatos de gobierno del incipiente "estado escocés". En el plano económico, Robert I Bruce devolvió a los campesinos y a los pequeños propietarios el status del que gozaban desde los tiempos del rey David I, además de volver a imponer la servidumbre a la corona a los cargos territoriales de rango local, en manos de los clanes, que habían sido quebraderos de cabeza para los monarcas anteriores por el alto grado de poder de que habían gozado, especialmente en las Highlands. Pero, al mismo tiempo y en un plano paralelo, concedió grandes extensiones territoriales a las familias de la nobleza que le habían ayudado en su lucha, situando, de esta forma, un poder feudal por encima de la organización clásica territorial de Escocia, aunque teniendo siempre en cuenta que ese poder feudal estaba sometido a la corona, más concretamente, a la persona de su rey. Este proyecto fue mucho más visible a partir de 1324, cuando se aprobó un decreto en el Parlamento escocés mediante el cual se instaba a los nobles que todavía permanecían leales a la obediencia inglesa a jurar como rey a Robert I Bruce, so pena de perder todos los derechos señoriales de sus tierras. Esto significó una regeneración en los cuadros nobiliarios del país, ya que esas tierras fueron donadas, a cambio de servicios militares, a los aristócratas leales a Robert I Bruce, cuestión que sería la base del gran poder nobiliario de ciertas familias, como la de James Douglas, en la Baja Edad Media escocesa.

A pesar de los cambios en el reino Robert I Bruce mantuvo las armas listas pues algunos territorios todavía seguían en manos de nobles anglófilos. La preciada posesión de Berwick, enlace marítimo entre Escocia y el continente, fue tomada entre 1318 y 1322, después de acabar con el destacamento inglés en la batalla de Byland. Únicamente Carlisle resistió algunos años más, pero en 1325 fue incorporada a la corona escocesa. Tras esta victoria, Robert I Bruce anunció solemnemente la constitución del parlamento escocés, reunido de manera principal en Scone, donde se tratarían todos los asuntos legislativos del reino y donde, en principio, estarían representados todos los estamentos y lugares del reino. Al año siguiente, 1326, Eduardo II firmó una tregua indefinida sobre el litigio armado que enfrentaba a ambos reinos. A la muerte del monarca inglés, en 1327, la situación de debilidad de la estructura inglesa por una nueva minoridad, la de Eduardo III, así como el potencial militar de Escocia, con Robert I Bruce como desafiante adalid, propiciaron que Inglaterra reconociese a Escocia como un país independiente, primero mediante la firma de unos acuerdos en Edimburgo, y ratificado en el famoso Tratado de Northampton, firmado el 4 de mayo de 1328 entre los delegados ingleses y el rey Robert I Bruce. El momento culminante de su vida había llegado casi al final de sus días.

Enfermedad

Poco después de la firma de Northampton, Robert I Bruce comenzó a mostrar los efectos perniciosos de la lepra, enfermedad que había contraído en aquellos lejanos tiempos de la clandestinidad, tras el incidente de Dumfries. Durante esta época, el rey vivió largas temporadas en su residencia de Cardross, en el condado de Dumbarton, acompañado de su segunda mujer, lady Elizabeth de Burgh, y del fruto de este enlace, David (futuro rey).

Muerte

Robert the Bruce murió el 7 de junio de 1329 en Cardross, Escocia. Antes de exhalar su último aliento, hizo llamar a su guardia personal a cargo de Sir James Douglas para pedirles una misión final. Para redimir sus pecados, pidió que su corazón fuera embalsamado y llevado al combate contra los infieles en alguna Cruzada cristiana para conseguir ser sepultado en Tierra Santa por méritos propios. Cumpliendo su voluntad, Sir James Douglas organizó una partida de unos doscientos Highlanders élites. Las derrotas en Tierra Santa le hicieron imposible a James viajar hacia esa región, sin embargo, llegó a sus oídos la noticia de que Alfonso XI de Castilla (1311-1350) estaba llevando a cabo una Cruzada particular en España reconocida por la Iglesia Católica, esta campaña fue vista por el Sir escocés como la oportunidad de cumplir su misión.

Lugar donde descanza el corazón de Roberto I de Escocia.

En 1330, con el corazón de su amado Rey guardado en un estuche de plata y colgado de su cuello, James desembarca en Galicia al frente de un grupo de veteranos Highlanders. Desde allí pusieron rumbo a Granada donde fueron recibidos con asombro por el propio monarca español que les incorporó a su ejército para combatir a Mohammed IV. Durante la campaña de reconquista, las fuerzas cristianas se enfrentaron a los musulmanes en el Castillo de la Estrella, cerca del río Guadalhorce. Los escoceses, viendo al enemigo, decidieron cargar directamente desoyendo las órdenes que por su bien les prevenían de la letal táctica enemiga conocida como la falsa retirada. Los Highlanders cayeron en la emboscada, rodeados y a la espera de una muerte segura, James Douglas decidió honrar finalmente a Robert I of Scotland y se arrancó el estuche de plata que contenía el corazón de su Rey escocés, el cual lanzó al aire para evitar ser cogido por el enemigo, hecho que no logro cumplirse.

El corazón de Bruce fue traído de vuelta a Escocia por Guillermo Keith de Galston para ser enterrado en la Abadía de Melrose así como el cuerpo de Sir James Douglas, tras un generoso gesto de las tropas musulmanas que asistieron atónitos a una carga llevada a cabo por unos valientes salvajes de caras pintadas venidos de tierras lejanas donde el verdor de sus colinas y campos distaba mucho del desértico paraje donde cayeron.

Fuentes