¡Mi reino por un caballo!

Ricardo III, el rey al que Shakespeare convirtió en el peor de los villanos

En su obra histórica 'Ricardo III', el escritor inglés describió a este rey como un hombre malvado, ambicioso y deforme, creando una imagen tergiversada del personaje que se popularizó y quedó impregnada en el imaginario colectivo hasta día de hoy.

George Frederick Cooke as Richard III Thomas Sully

George Frederick Cooke as Richard III Thomas Sully

CC

Dicen que la historia la escriben los vencedores. En el caso de Ricardo III, la historia sobre su ascenso al poder, su breve reinado y su caída en combate la escribió nada más y nada menos que William Shakespeare, el famoso dramaturgo que, prácticamente cien años después de su muerte, lo resucitó sobre los escenarios y lo convirtió en la encarnación y caricatura del villano universal. La obra del Bardo de Avon tuvo tanto éxito que la representación tergiversada que este hizo del último rey de la Casa Plantagenet quedó impregnada en el público y perduró durante siglos.

En la primera escena de la obra, el propio Ricardo III se describe a sí mismo como un ser “deforme, incompleto, lanzado a este mundo cuando solo a medias estaba terminado” o un hombre “tan tullido y desfigurado que los perros ladran cuando paso ante ellos”. A lo largo de la representación, otros personajes lo clasifican de “sapo repugnante”, “tirano” y “perro sanguinario”. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que Ricardo III no fue ni tan malvado ni tan poco agraciado como describió Shakespeare. La pregunta que aparece entonces es ¿por qué el autor de Hamlet hizo una descripción tan injusta del personaje? ¿Qué hay de real en su obra histórica y qué hipérboles inventó el poeta?

Los orígenes de la leyenda negra sobre Ricardo III

Para comprender el origen de la leyenda negra que envolvió al fantasma de Ricardo III durante siglos es preciso conocer el contexto en el que Shakespeare escribió esta obra. Corría el año 1592 y el joven dramaturgo se había trasladado a Londres para empezar su carrera como actor y escritor de obras de teatro. En aquel momento reinaba Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, y nieta de Enrique VII, el rey que había inaugurado la Casa Tudor tras vencer Ricardo III en la última batalla de la guerra de las Dos Rosas.

Habiendo perdido el juego de tronos, la figura del rey Ricardo III cayó en desgracia y los cronistas de la época, cercanos al bando vencedor, escribieron unos primeros textos sobre la vida del personaje condicionados por el triunfo de Enrique VII y la Casa Tudor. Para documentarse de cara a la escritura de su obra, William Shakespeare accedió a algunos de estos registros, fuentes como Historia del rey Ricardo III, escrita por Thomas More en 1513, o Angelicae Historiae, escrita por el italiano Polidoro Virgili en 1534.

El mecenas de la compañía en la que trabajaba Shakespeare estaba a cargo del entretenimiento de la corte de Isabel I.

Por otro lado, en aquella época Shakespeare se unió a la compañía de teatro The Lord Chamberlain’s Man, en la que trabajó como actor y dramaturgo durante prácticamente toda su vida. El mecenas de la compañía, Henry Carey (el entonces lord chambelán de la Casa Real) estaba a cargo del entretenimiento de la corte de Isabel I. Cuando la reina falleció, en 1603, y el rey Jacobo I ascendió al poder, el grupo fue adquirido por el regente, pasó a llamarse King’s Men y se convirtió en la compañía de teatro más exitosa de Londres.

Ricardo III

Ricardo III

Representación de Ricardo III y lady Ana según la obra de Shakespeare Ricardo III.

Bridgeman

Dado el estrecho vínculo que existía entre la compañía en la que trabajaba Shakespeare y los descendientes del mayor enemigo de Ricardo III, ¿cómo iba él a escribir una obra halagando o incluso mostrándose neutral con respecto al monarca? La Casa Tudor estaba decidida a cimentar su mandato y, para ello, era preciso manchar la reputación de quienes habían estado en su contra. Por lo tanto, la libertad para escribir sobre el rey Ricardo III y representar su figura en público estaba claramente condicionada.

Es imposible verificar si William Shakespeare realmente creó al villano representado en Ricardo III para beneficiar a la Casa Tudor, si escribió influido por la versión que se tenía del personaje más de cien años después de su muerte o si, simplemente, al igual que hizo en muchas de sus tragedias, el dramaturgo exageró las características del protagonista para sorprender, cautivar y entretener a su público. Sea como fuere, el retrato que hizo Shakespeare contentó tanto a la monarquía como a los ciudadanos, que se aferraron a aquella descripción dando pie a la leyenda negra que perseguiría a Ricardo III a partir de ese momento.

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La ciencia demostró que Ricardo III no era el jorobado que describió Shakespeare

En 2012, más de cuatro siglos después, gracias a la exhaustiva investigación llevada a cabo por Philippa Langley (una historia representada en la película de Netflix The Lost King) los restos del único rey inglés que no había sido enterrado junto a sus ancestros se encontraron en el suelo de un aparcamiento de Leicester. Este hallazgo permitió a los científicos estudiar el cuerpo de Ricardo III y comprobar cómo había sido realmente el rey.

Los ricardianos defienden que el rey fue un hombre esbelto y bien parecido.

En un artículo publicado en la revista Lancet, un grupo de científicos de la Universidad de Leicester comunicó que, tras haber hecho una reconstrucción en 3D de su osamenta, habían comprobado que Ricardo III ni era jorobado ni tenía un brazo atrofiado, desmintiendo lo que había afirmado Shakespeare. Al parecer, el rey tenía un torso relativamente corto en comparación con las extremidades y su hombro derecho estaba un poco por encima del izquierdo, además, tenía la columna vertebral debilitada, pero no le sobresalía de forma obvia.

Los expertos en Ricardo III se unieron al debate para defender que, según los relatos escritos durante el mandato del rey, este había sido un hombre esbelto e incluso bien parecido. La verdad sobre el hombre caído en la batalla de Bosworth Field en 1485 empezaba a esclarecerse.

Ricardo III

Ricardo III

Retrato del rey Ricardo III de Inglaterra del siglo XVI.

CC

Ricardo III no fue más cruel que otros reyes de la época

Aquel mismo año, con la conversación sobre Ricardo III puesta sobre la mesa, los defensores de este rey, autodenominados “ricardianos”, hicieron públicos muchos argumentos en contra de la imagen de “villano cruel” construida por Shakespeare.

Para empezar, afirmaron que el monarca había sido clave en los triunfos bélicos de Barnet y Tewksbury, dos batallas que contribuyeron a restaurar el trono de su hermano Eduardo IV. También aseguraron que había hecho un gran papel en cuanto a la protección del comercio del reino, al nacimiento de la burguesía y al florecimiento de la cultura, además de haber fundado junto a su esposa Ana Neville los King’s y Queen’s College de Cambridge.

Shakespeare puso en boca de Ricardo III la icónica frase "¡Mi reino por un caballo!"

Los ricardianos también se mostraron en desacuerdo con las afirmaciones shakesperianas del supuesto asesinato que Ricardo III cometió contra su hermano y sus sobrinos, conocidos como "los niños de la Torre" por haber sido encerrados en la Torre de Londres. No hay pruebas que confirmen ni desmientan que Ricardo fue el responsable de la desaparición de los niños, sin embargo, es bien sabido que el hijo de Enrique VII, el famoso Enrique VIII, mandó ejecutar a dos de sus esposas en aquel mismo edificio histórico. Por lo tanto, ¿por qué juzgar a unos bajo una moral tan estricta y no a otros?

Es cierto que la historia la escriben los vencedores, sin embargo, afortunadamente, la historia es un libro abierto que se revisa y se va perfilando con el paso del tiempo. Por eso hoy podemos conocer todos los rostros de Ricardo III, los que pintaron sus detractores y los que alumbraron sus defensores, más allá de la icónica obra de William Shakespeare que puso en boca del rey la inolvidable frase "¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo!" y que, indudablemente, lo convirtió en leyenda.