El mayor reto del Reino Unido está en la credibilidad de sus líderes: Blackwell Strategy
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El mayor reto del Reino Unido está en la credibilidad de sus líderes: Blackwell Strategy

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Mientras el mundo sigue con atención el protocolo funerario que la Reina Isabel II dejó definido a su partida, el Reino Unido enfrenta un momento de incertidumbre sobre la forma como interactuarán nuevos liderazgos en un momento por demás complejo.

La crebilidad que construyan el Rey Carlos III y Liz Truss será la clave para ampliar sus márgenes de maniobra una vez que la termine la tregua política por los funerales de la Reina.

Por un lado, hace apenas dos semanas, Liz Truss recibió de la Reina Isabel II el encargo como Primer Ministro del Reino Unido– por cierto, último acto protocolario de gran impacto que encabezó la Reina antes de su deceso-. Este nombramiento ocurre después de los escándalos que precipitaron la dimisión de Boris Johnson, reacomodos al interior del Partido Conservador, dos meses de deliberación para lograr el consenso para encontrar el sustituto de Johnson y una compleja agenda de retos domésticos e internacionales.

En la agenda local, la efervecencia social proveniente del incremento del costo de vida tiene al Reino Unido en un escenario crítico, por lo que recuperar la credibilidad en el liderazgo de la Primer Ministro y ser convincente en los planes que se presenten son de la mayor relevancia.

La Primer Ministro camina directo a una tormeta. Y es que, a la carestía, se suman el llamado a huelgas de trabajadores del servicio de correo, estibadores y trabajadores ferroviarios; además, se encuentra la urgencia de un plan convincente de abasto energético previo a la llegada del invierno, la crisis de personal del sistema de salud, los retrasos en la atención de pacientes graves en hospitales y las tensiones separatistas con Escocia e Irlanda del Norte.

En la agenda internacional, el panorama no es más alentador. En lo inmediato Truss tendrá que definir una ruta viable para encontrar establidad frente a las fluctuaciones alcistas del mercado energético, aunado a que tendrá que manejar con habilidad la expectitva en el replanteamiento de las relaciones de Reino Unido con la Unión Eurpoea y definir los siguientes pasos en el papel de Inglaterra frente a la Guerra en Ucrania.

Por otro lado, el Rey Carlos III, representante de la Soberanía y unidad nacional del Reino Unido, enfrenta el reto manejar una transición donde el liderazgo histórico de la Reina Isabel II tenderá a convertirse en un delicado proceso de construcción de nuevos significados del papel de la Monarquía en la actualidad.

Entre los retos inmediatos que enfrentará el Rey Carlos III destacan la necesidad de mantener la unidad de la Comonwealth (Comunidad Británica de Naciones, integrada por 14 excolonias y protectorados británicos, independientes y semiindependientes). Naciones como Antigua y Barbuda han anunciado la realización de un referendum para convertirse en República en los proximos tres años, mientras tanto hay expectativa sobre si Australia, Canadá y Nueva Zelanda seguirán reconociendo como jefe de Estado a un monarca inglés.

Mantener la unidad nacional es otro reto mayor. A los intereses separatistas de Escocia e Irlanda del Norte, se suma una creciente polarización social proveniente del incremento del costo de vida y las expectativas de que el tatcherismo de Truss se haga patente en medidas restrictivas en un momento de depresión de la economía e inconformidad social. Amalgamar la pluralidad de Reino Unido sin el carisma de la Reina y su peso histórico, se anticipa complejo.

Al escenario descrito se suman las expectativas sobre el cómo debe desempeñarse el Rey Carlos III hasta concretar su relevo generacional. Hay un consenso entre expertos sobre la importancia de que el Rey mantenga un estilo discreto con declaraciones políticas lejanas a cualquier posibilidad de polarización.

Aunado a lo anterior, está la relevancia de acortar la distancia con la población y dar muestras de sensibilidad y cercanía -basta recordar lo criticado que han resultado algunos ademanes durante sus eventos públicos recientes-. Finalmente, y quizá el reto más importante será mostrarse como un factor de estabilidad, una línea de conducción que aún en tiempos difíciles genere certidumbre.

De acuerdo con los los expertos en fortalecimineto de la crediblidad y desarrollo de marca de Blackwell Strategy, este contexto deja valiosas lecciones para entender el poder de la credibilidad en coyunturas adversas o que se anticipan críticas:

  1. La credibilidad es un activo inacabado que se construye todos los días y para Carlos III y Liz Truss, la pertinencia declarativa y asertividad de sus actos serán de la mayor importancia en el corto plazo.
  2. La credibilidad es un factor de estabilidad. Tanto Carlos III como Liz Truss enfrentan enormes retos que les exigirá asumir que son liderazgos de transición y trabajan por lograr la estabilidad frente a la tormenta.
  3. Para que la credibilidad funcione como un factor de cohesión es imprescindible que se cumplan expectativas. La credibilidad liga la experiencia pasada con la expectativa de que en el porvenir se cumplirá con ciertos “acuerdos básicos”.
  4. La credibilidad no debe confundirse con popularidad, aunque hay momentos en que liderazgos carismáticos hacen grandes diferencias. No hay mejor nutriente para un liderazgo creíble que la efectividad y los resultados.

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