Nazis y príncipes: la historia del antepasado de Leonor que impulsó el método educativo que estudiará en Gales

Hace un siglo, Maximiliano de Baden, tío abuelo de doña Sofía, cofundó el colegio Schloss Salem, modelo del internado británico en el que a partir de este lunes estudiará la princesa de Asturias.

La princesa Leonor en una imagen de 2019.

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En 1920, el príncipe Maximiliano de Baden, último canciller de la Alemania imperial, le cedió uno de sus castillos a su secretario privado, Kurt Hahn, para que fundara la prestigiosa escuela Schule Schloss Salem. Como enseguida se verá, la decisión del príncipe desató el efecto dominó que un siglo después ha llevado a un internado de Gales a la princesa Leonor, en cuyo árbol genealógico no es ninguna casualidad que encontremos el nombre de dicho príncipe alemán: Maximiliano de Baden fue tío de la reina Federica de Grecia y tío abuelo de doña Sofía, pues estaba casado con la princesa María Luisa de Hannover, hermano del abuelo materno de la reina emérita.

Fue también el secretario de Maximiliano quien fundó el colegio de Gales donde hoy comienza el bachillerato Leonor, el UWC Atlantic College.

Nacido en el seno de una familia judía de Berlín y educado en filosofía, psicología y pedagogía en Oxford, Kurt Hahn había empezado a trabajar como secretario privado de Maximiliano de Baden tras el final de la Primera Guerra Mundial, cuando el príncipe fue nombrado canciller de Alemania por el emperador Guillermo II. El mismo día de la declaración de la república de Weimar, y tras apenas de un mes en el cargo, Maximiliano había dimitido, dedicándose desde entonces a la escritura de libros políticos con la ayuda de su secretario. En 1920, decidió fundar junto a él una escuela en su castillo de Salem (Alemania) para que Hahn pusiera en práctica un sistema educativo que había desarrollado.

Inspirado en textos clásicos como la República de Platón, Kurt Hahn se había propuesto mejorar la educación de las nuevas generaciones de la élite europea fundando un colegio que les inculcara valores como el servicio público y sustituyera sus privilegios por un sentido de la responsabilidad. La escuela del Schloss Salem atrajo desde el primer momento a los hijos de personajes tan importantes de la Alemania de la época como el escritor Thomas Mann, que en 1924 envió allí a dos de sus hijos, Golo Mann y Monika Mann. También a príncipes emparentados con Maximiliano de Baden como el difunto marido de la reina Isabel II, Felipe de Edimburgo, cuya hermana, la princesa Teodora de Grecia y Dinamarca, se había casado en 1931 con el hijo y heredero del excanciller alemán, el príncipe Bertoldo de Baden.

Maximiliano de Baden en 1917

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Otra alumna ilustre del colegio fue la reina Sofía. La hija mayor de los entonces reyes de Grecia se matriculó en el Schloss Salem en 1951, teniendo al igual que hoy su nieta Leonor que separarse de su familia y abandonar su país natal. A la reina emérita la experiencia no le resultó nada grata. “Iba como cordera al matadero”, le contó doña Sofía a la periodista Pilar Urbano en el libro La Reina.

La disciplina del colegio era bastante rígida, La oven princesa tenía que hacerse la cama y limpiarse los zapatos, colaborar en tareas comunes como pelar patatas y someterse a un duro entrenamiento físico. Según palabras de doña Sofía, la vida en el castillo de Salem era “dura, rigurosa, exigente y sin confort de ningún género”, aunque la futura reina acabó encontrándola bastante útil. “Era una verdadera democracia, en la que todos recibíamos el mismo trato. Valías por lo que hacías”, reconocería la emérita décadas después, tal y como recoge la periodista Carmen Enríquez en el libro Sofía. Nuestra reina. “Durante esos cuatro años, yo no fui Sofía de Grecia, fui Sofía a secas. Una más entre los demás. Todo debías hacértelo tú. No tenías quien te mimara. No podías quejarte ni lloriquearle a nadie. Y eso me ayudó muchísimo”.

En la época en la que doña Sofía llegó al Schloss Salem, hacía ya muchos años que Kurt Hahn había dejado de ser el director del colegio. En 1932, Hahn se había enfrentado públicamente a los nazis con motivo del asesinato de un joven comunista a manos de las temibles milicias de la SA. Indignado por el apoyo que Hitler había brindado a los “camisas pardas” por este crimen, el director de Salem pidió a sus alumnos que eligieran entre rechazar el ideario nazi o abandonar el colegio, siendo arrestado un año después por los nazis y obligado a abandonar Alemania.

Bertoldo de Baden, dueño del castillo de Salem desde la muerte del príncipe Maximiliano en 1929, le ofreció entonces la dirección del colegio a uno de sus cuñados, Jorge Guillermo de Hannover, casado al igual que él con una de las hermanas del duque de Edimburgo.

Jorge Guillermo de Hannover era hermano de la reina Federica de Grecia, aunque a doña Sofía este estrecho parentesco con el director de su nuevo colegio no le puso las cosas más fáciles en Salem que al resto de alumnos. Según cuenta la reina emérita en el referido libro de Pilar Urbano, su tío materno “no le pasaba una”, no fueran a pensar los demás alumnos del colegio que “la sobrinita tenía enchufe”. La joven doña Sofía “no se libraba de ningún castigo”, y, cuando un día se burló de la pronunciación de su profesor de griego, el maestro de la princesa protestó al director de la escuela, quien “con toda la razón” (porque doña Sofía “había sido una impertinente”) le cambió de clase.

El Colegio Schloss Salem, en Alemania.

En 1933, tras tener que abandonar Alemania, Kurt Hahn se había instalado en Escocia para ponerse a salvo de los nazis. Un año después, decidió implementar en su país de acogida su exitoso sistema educativo. Para ello, fundó el colegio Gordonstoun en la residencia escocesa del baronet sir William Gordon-Cumming. La nueva escuela de Hahn tendría consecuencias muy importantes para la historia de Reino Unido, ya que fue lo que atrajo a este país al joven Felipe de Edimburgo, que se matriculó en Gordonstoun para continuar los estudios que había comenzado en Salem. El príncipe Felipe finalizó sus estudios en Gordonstoun en 1939 y, ese mismo año, conoció a su futura esposa, la reina Isabel II, resultándole luego muy útil como consorte la férrea disciplina que había adquirido en el colegio. “La filosofía educativa espartana de Hahn causó una impresión en el joven príncipe que le ha acompañado toda su vida, y que indudablemente le ha ayudado de muchas maneras como el consorte más duradero de la historia británica”, explicó en una ocasión a la BBC uno de los biógrafos de Felipe de Edimburgo, Philip Eade.

Años después, el duque de Edimburgo decidió que su hijo mayor, el príncipe Carlos, se formara al igual que él en Gordonstoun. Para el heredero del trono británico, sin embargo, el paso por el colegio escocés de Kurt Hahn no fue tan provechoso como para su padre. El príncipe Carlos encontró los años en Gordonstoun un infierno, refiriéndose en una ocasión a la escuela como “una sentencia de prisión”. De ahí que a sus dos hijos, el príncipe Guillermo y el príncipe Harry, no les enviara a estudiar a Gordonstoun sino a Eton, un colegio mucho más comprensivo con los privilegios y comodidades de la élite.

Al contrario que en la familia real británica, en la española la tradición de educar a las nuevas generaciones con las ideas de Kurt Hahn no ha quedado interrumpida. Aunque don Felipe no siguió los pasos de su madre matriculándose en Salem, con 16 años se mudó a Canadá para estudiar en el colegio Lakefield School de Ontario. El internado en el que el entonces príncipe de Asturias finalizó sus estudios de secundaria forma parte de la organización Round Square, una red internacional de colegios inspirados en el Schloss Salem que Kurt Hahn impulsó en los años 60, y de la que también forman parte los de Salem y Gordonstoun. De ahí que por las aulas del colegio Lakefield pasara también otro de los hijos Felipe de Edimburgo, el príncipe Andrés de York.

El duque de Edimburgo con su antiguo mentor, Kurt Hahn, en 1964

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Algo similar ocurre con el nuevo colegio de la princesa de Asturias, un viejo castillo galés convertido en escuela por Kurt Hahn en 1962.

Según explica la web del UWC Atlantic College, en plena Guerra Fría Kurt Hahn quiso inaugurar un colegio que reuniera a alumnos de todas las nacionalidades y procedencias, educándoles a actuar como agentes de la paz y a respetar las diferentes culturas de cada uno.

Como había sucedido en los colegios de Salem, Gordonstoun o Lakefield, la nueva escuela de Hahn atrajo a los miembros de la realeza europea, porpagándose su filosofía educativa desde el Atlantic College a otras familias reales como la holandesa o la belga.

El actual monarca de Países Bajos, Guillermo Alejandro I, estudió allí a mediados de los años ochenta y acaba de enviar al colegio a su hija mediana, la princesa Alexia, mientras que la heredera del trono belga, la princesa Elisabeth, finalizó el año pasado el mismo programa de bachillerato que hoy comienza Leonor.