Análisis del soneto XXIII de Garcilaso de la Vega
Entre nosotros, los mortales, solo unos pocos son los elegidos para trascender más allá de nuestras efímeras vidas. Hay quienes malgastan su vida en pos de una fama que les es esquiva, y otros que con poco más de 4.000 versos ocupan un lugar destacado en la literatura. Hablamos, sí, de Garcilaso de la Vega. Con el análisis de su soneto XXIII entenderemos el porqué de su relumbrón.
Y es que el poeta toledano ya en su propia época se convirtió en un clásico, hasta el punto de que no solo floreció una serie de poetas que lo imitaron —otros, como Castillejo, lo criticaron—, sino que su poesía se publicó comentada —como se hacía con los poetas latinos— por el Brocense en 1574 y por el también poeta Fernando de Herrera en 1580.
Para realizar el análisis del soneto XXIII de Garcilaso, nos ceñiremos a los pasos que establecimos en nuestra entrada Cómo comentar un poema. No obstante, un comentario de texto no es una ciencia exacta, más si tenemos en cuenta las particulares características del género lírico, por lo que el orden en el que se analiza la poesía puede ser variable.
Sí que es imprescindible que el comentario incluya un estudio tanto de la forma como del contenido, y la interrelación entre ambos aspectos.
¡Empecemos!
Análisis del soneto XXIII de Garcilaso de la Vega
Vamos a señalar en negrita las letras que se repiten a partir de la sílaba tónica —que está resaltada en violeta—. Igualmente, separamos con el símbolo “/” las sílabas métricas.
En/ tan/to/ que/ de/ ro/sa/ y a/zu/ce/na/ 11A
se/ mues/tra/ la/ co/lor/ en/ vues/tro/ ges/to,/ 11B
y/ que/ vues/tro/ mi/rar/ ar/dien/te, ho/nes/to,/ 11B
en/cien/de al/ co/ra/zón/ y/ lo/ re/fre/na;/ 11A
y en/ tan/to/ que el/ ca/be/llo/, que en/ la/ ve/na/ 11A
del/ o/ro/ se es/co/gió/, con/ vue/lo/ pres/to,/ 11B
por/ el/ her/mo/so/ cue/llo/ blan/co, en/hies/to,/ 11B
el/ vien/to/ mue/ve, es/par/ce y/ de/sor/de/na;/ 11B
co/ged/ de/ vues/tra a/le/gre/ pri/ma/ve/ra/ 11C
el/ dul/ce/ fru/to, an/tes/ que el/ tiem/po ai/ra/do/ 11D
cu/bra/ de/ nie/ve/ la/ her/mo/sa/ cum/bre./ 11E
Mar/chi/ta/rá/ la/ ro/sa el/ vien/to he/la/do,/ 11D
to/do/ lo/ mu/da/rá/ la e/dad/ li/ge/ra,/ 11C
por/ no/ ha/cer/ mu/dan/za/ en/ su/ cos/tum/bre./ 11E
Análisis de la métrica del soneto XXIII de Garcilaso de la Vega
El poema está compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. Es decir, la composición clásica del soneto. O lo que viene a ser, dos estrofas de cuatro versos de arte mayor en endecasílabos con rima ABBA – ABBA (los cuartetos), y dos estrofas de tres versos de arte mayor en endecasílabos con rima CDE- DCE (los tercetos).
Es preciso resaltar que la hache era aspirada en el Toledo del siglo XVI en aquellos casos que por derivación etimológica del latín la palabra se escribía con una “f” inicial —en el poema, formōsus y facĕre—. De este modo, no hay sinalefa en los versos 11 y 14. Lo hemos resaltado en negrita para que esté más claro.
De igual modo, es necesario destacar que el soneto es una de las composiciones poéticas más repetidas en nuestra poesía. Introducido en el siglo XV —sin demasiada fortuna— por el marqués de Santillana en sus “Sonetos fechos al itálico modo“, tuvo que esperar hasta el siglo XVI, de la mano de Boscán y de la pluma del propio Garcilaso, para triunfar entre los poetas del parnaso (en) español.
Análisis de la estructura
La estructura del poema también se adapta al modelo clásico del soneto de estilo petrarquista. Esto es, aquellos que toman como referencia las composiciones del “Cancionero” de Petrarca. En este sentido, el soneto se estructura planteando y desarrollando el tema tratado en los cuartetos. Mientras que en los tercetos se produce el desenlace del tema.
De este modo, podemos observar que el tema tratado en la poesía es el del “carpe diem”, que literalmente significa “coge el día”, y que es uno de los tópicos más repetidos en la poesía. Iniciado por el poeta Horacio en sus Odas, apela a una joven dama a disfrutar de su juventud antes de que el paso del tiempo transforme la belleza en decrepitud.
En consecuencia, otro de los tópicos tratados en el poema es el del “tempus fugit”. Esto es, el tiempo huye. Que incide en el inexorable discurrir del tiempo. Así pues, en los dos cuartetos el poeta advierte a la dama de los dones que atesora. Y en los tercetos la conmina a que los goce y aproveche, pues llegará el día en el que, sin apenas darse cuenta, habrá envejecido.
Vamos a ampliar lo dicho hasta ahora, mediante el –>
Análisis del contenido del soneto XXIII de Garcilaso de la Vega
Estamos en la parte más importante de nuestro comentario del soneto “En tanto que de rosa y azucena” de Garcilaso. Se trata de resaltar los elementos más relevantes que facilitan la comprensión de la poesía. Es decir, lo que nos ayuda a captar su esencia. Para ello, vamos a analizar cada una de las estrofas.
De este modo, se inician ambos cuartetos, de forma anafórica, con unas locuciones adverbiales de carácter temporal durativo—”en tanto que”—, por lo que ya desde el comienzo se hace una referencia al paso del tiempo. Y este se enfoca en un hecho concreto, es decir, en los dones y la belleza que atesora una joven dama.
Así pues, el yo lírico va a describir con un estilo metonímico algunos rasgos de la belleza de la dama. En concreto, el color de su cara —su gesto—, su mirada, los cabellos dorados y el cuello. Por tanto, estos elementos se convierten en símbolo del esplendor y la juventud de una joven que se adcribe al ideal de belleza de la época.
Atributos que constituyen otro tópico, el de la donna angelicata. Esto es, una idealización de la mujer, que se convierte en un ser casi divino y que posee unas determinadas características físicas: la piel blanca, unas mejillas sonrosadas, un cuello terso y los cabellos rubios.
Como vemos, Garcilaso se atiene a este ideal: “de rosa y azucena”, refiriéndose al color sonrosado de las mejillas de la dama; “vuestro mirar ardiente, honesto”, donde se fija en los ojos de la dama y su mirada; “el cabello, que en la vena del oro se escogió”, obvio, una metáfora de los cabellos rubios y “el hermoso cuello blanco, enhiesto”.
Destacar la musicalidad de los versos y la dulzura con la que se entrelazan las palabras —a pesar de los hipérbatos—.
Los tercetos
Empiezan los tercetos con un verbo en imperativo —”coged”—, mediante el cual el yo lírico conmina, advierte a la dama de que “antes de que el tiempo airado / cubra de nieve —de canas— la hermosa cumbre —sus cabellos dorados—” difrute de su belleza “el dulce fruto” y juventud, que también aparece como metáfora en “vuestra alegre primavera”.
Porque “el viento helado”, el inevitable paso del tiempo “marchitará la rosa” —se hace una comparación de la belleza de la dama y lo rosado de sus mejillas con la belleza efímera de la propia flor— , pues “la edad ligera”, esto es, la edad aparece personificada y con el adjetivo “ligero”. En el sentido de que es veloz, de que el paso del tiempo transcurre de forma muy rápida y “todo lo mudará”. Resaltar los hipérbaton en ambos versos.
Además, termina el soneto aludiendo a la inexorabilidad del paso del tiempo “por no hacer mudanza en su costumbre” —que también aparece personificado—. Esto es, siempre va a ser así, pues como si de una línea que se proyecta hacia el infinito se tratase, nuestras vidas irremisiblemente despertarán del sueño de la juventud, del furor y la soberbia, de una mañana soleada que se perdió entre las nubes. Y entonces, aún soñoliento, entender aquello de “Nunca volveré a ser joven“.
Análisis de las intertextualidades
Finalmente, para terminar el análisis del soneto XXIII de Garcilaso, podemos afirmar que tanto en el Renacimiento como en el Barroco los poetas no se destacaban por la originalidad de sus temáticas. Toda vez que todos repetían los mismos temas y tópicos.
Es más, también utilizaban los mismos metros. Por tanto, la originalidad se centraba en la maestría con la que el poeta era capaz de armar su composición. De buscar una nueva forma de decir lo ya dicho, lo ya expresado.
En este sentido, Garcilaso va a ser —junto a su amigo Boscan— el precursor de un nuevo estilo, de una forma de versar innovadora en las letras hispanas. Influenciado, además, por poetas como Bernardo Tasso, Sannazaro o su amigo Galeota —con quienes se relacionó en sus estancias en Napoles— , va a conferir a su lenguaje una naturalidad y fluidez en el decir, que los poetas anteriores no habían sabido otorgar a sus composiciones. De ahí que con una obra tan escasa, la luz de sus palabras nunca se apague.
En cuanto al poema en sí, se suele comparar con el soneto de Góngora “Mientras por competir con tu cabello“, para observar la evolución del tratamiento de los temas en el Renacimiento y en el Barroco. Otorgando este último movimiento una actitud pesimista a lo tratado por los poetas de la generación anterior.
Como siempre que realizamos un comentario, somos conscientes de dejarmos mil cosas en el tintero. No obstante, toda poesía es un fluir infinito del que nos permitimos atrapar algunas luces.
Por cierto, no te pierdas nuestros análisis de la rima XI de Bécquer, de “A Dafne ya los brazos le crecían”, de “Desmayarse, atraverse, estar furioso” de Lope, o o del soneto “¡Ah de la vida!” de Quevedo.
En cualquier caso, más abajo puedes realizar un comentario o pregunta sobre nuestro análisis del soneto “En tanto que de rosa y azucena” de Garcilaso de la Vega.
JOTA
No sabría decir cuántos son muchos libros, pero haber leído bastantes de ellos me ha convertido en un lector desapasionado y crítico. También reconozco que son tantas las lecturas que olvidé que escribir sobre ellas es la única forma de conservar cierta memoria. Así que, hablemos de libros.
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