Panamá: un canal de optimismo

Desde la newsletter de Viajes NG

Panamá: un canal de optimismo

De esta obra de ingeniería, pionera y faraónica, destaca su funcionamiento, su espectacularidad y su historia.

De hecho, fue el propio Carlos I de España y V de Alemania quien primero firmó una orden en 1534 para que sus mejores hombres valoraran la viabilidad de conectar el Pacífico y el Atlántico aprovechando el río Chagres, una corriente de agua que vierte en ambos océanos. El resultado fue negativo, pero la semilla del deseo quedó instalada en las potencias occidentales.

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Después llegó el turno de los franceses, con un Ferdinand Lesseps envalentonado tras lograr concluir el Canal del Suez, pero en este caso fueron los altos costes económicos de la obra los que paralizaron el proyecto. 

 

 

 

 

Canal de Panamá
Foto: Adobe Stock

Finalmente, en 1903, con la independencia de Panamá de Colombia, el nuevo estado firmó un acuerdo con EE.UU. para la construcción de esta obra de ingeniería que en 2016 estrenó una nueva ampliación para acoger mayores buques y que se ha convertido en la joya de la corona de este estrechito país. De ahí que muchos viajeros hagan su primera parada en las esclusas de Miraflores para contemplar, con la ilusión de un niño pequeño, cómo un carguero de más de 50.000 toneladas es elevado por la fuerza del agua y continúa su trayecto selva adentro. 

 

Se puede decir que, con su inauguración en 2002, este Centro de Visitantes dio por concluida la época de explotación estadounidense del canal. Algo que en Panamá vieron como una oportunidad para transformar esta obra faraónica en su lugar más visitado. A tenor de los cientos de miles de viajeros que llegan hasta aquí cada año, la idea es un éxito. Tanto, que acaban de estrenar un mirador nuevo para que la experiencia de observar las esclusas en directo sea mucho más espectacular. 

 

 

 

Panamá ciudad
Foto: Adobe Stock

Pero el Canal es solo el principio. Nutrido por los 800 millones de dólares anuales que, aproximadamente, gana por los peajes que pagan los barcos, Panamá se ha propuesto convertirse en un destino ideal para cualquier tipo de viajero. Y no solo porque el skyline de su capital sea el de un nuevo rico, sino porque lleva años embelleciendo su casco antiguo y dinamizando los restos de Panamá Viejo (la ciudad que fundaron los exploradores españoles). 

 

Y así, de este modo tan chocante, arranca un viaje que Santiago Tejedor detalla a la perfección en el número 290 de Viajes National Geographic que ya está a la venta. Un recorrido que, tras dejar atrás la ciudad, se adentra por selvas vírgenes y llega a islas y playas perfectamente preservadas que transmiten la sensación de acabar de ser fabricadas, como si nadie nunca hubiera estado ahí antes. Solo unas comunidades indígenas para las que el turismo es una fuente de ingresos fundamental. Y, sobre todo, una herramienta poderosísima para divulgar su pasado, sus tradiciones y su cultura.