A una hora en tren de Londres, un paso de Oxford y en los límites de la campiña inglesa, se levanta imponente el único palacio residencia de Reino Unido que no pertenece ni a la Corona ni a la Iglesia. Los dominios del hogar de los duques de Marlborough y lugar de nacimiento de Winston Churchill son inabarcables, pero basta con darse un paseo por sus espectaculares estancias y sus infinitos jardines -considerados ‘la vista más hermosa de Inglaterra’- para entender por qué este lugar, declarado patrimonio mundial de la Unesco, ya sedujo antes a James Bond y Harry Potter pasando por Los Vengadores, Cenicienta o incluso Hamlet.