Asuntos reales

Paddington ha sido recibido por la Reina Isabel en su jubileo. Y eso es algo importante

Analizamos el verdadero significado de un vídeo viral mucho más significativo de lo que sus (entrañables) chistes parecen indicar.
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Su Majestad recibe a Paddington.D.R.

No contento con arrebatarle a Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941) el título de mejor película de la historia, Paddington ha vuelto a ser noticia este fin de semana con motivo del jubileo de plata de la reina Isabel II, quien ha tenido a bien recibir al oso más carismático de Reino Unido para tomar juntos el té. El vídeo sirvió como introducción a la Platinium Party celebrada al pasado sábado noche en los alrededores del Palacio de Buckingham, evento del que Su Majestad se vio obligada a ausentarse por motivos de salud. Sin embargo, no perdonó la hora de la merienda junto a su ahora ya amigo Paddington, animado por el equipo habitual de sus películas y doblado una vez más por el actor Ben Whishaw.

La Reina Isabel no es ajena a este tipo de stunts con voluntad claramente viral: en 2012, con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos en Londres, la regente protagonizó un pequeño clip paródico junto al James Bond de Daniel Craig. Tan ilusionada estaba Isabel II con su debut como Chica Bond que no se lo contó a los miembros de su familia (quería que fuese una sorpresa), aunque sí le exigió decir algunas frases al director de la pieza, Danny Boyle. Su intercambio de sándwiches con Paddington responde, pues, a la misma voluntad de mostrar un lado más amable, cercano, cálido, autoconsciente y divertido de la representante de una institución tan tradicional como la Corona británica. Pero hay algo más.

Creado en 1958 por el escritor infantil Michael Bond, el osito Paddington lleva encandilando a varias generaciones con sus modales impecables, su creencia en la bondad innata de sus conciudadanos y, por qué no decirlo, su tendencia a meterse en líos, pues sólo Mr. Bean sería rival para él en una quimérica competición por el premio a habitante de Londres más patoso. Nuestro peludo héroe explicó sus orígenes en su cuento de debut, Un oso llamado Paddington, que contó con las deliciosas ilustraciones de Peggy Fortnum. Y son unos orígenes que el resto de adaptaciones han decidido conservar: pese a ser descubierto por la familia Brown en la estación que lleva su nombre, el oso proviene “de las zonas más oscuras de Perú”. Sus únicas posesiones al llegar a Inglaterra son su gorro rojo, su maleta (llena de tarros de mermelada) y una etiqueta en la que puede leerse: “Por favor, cuiden de este oso”. Brown se inspiró en sus recuerdos de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en aquellos noticiarios que mostraban a trenes evacuando a niños con etiquetas similares alrededor de sus cuellos y todas sus posesiones dentro de pequeñas maletas. Paddington es, por tanto, un refugiado que los compasivos Brown decidieron acoger.

“Os recuerdo que, si Paddington fuese un ser humano (…), el (Daily) Mail estaría ahora pidiendo su inmediata deportación a Ruanda”, tuiteó el periodista político Adam Bienkov el pasado domingo. Es una forma de verlo, pero nosotros preferimos hacer caso el protagonista de nuestra noticia y analizar el vídeo desde una postura completamente alejada del cinismo. La Reina Isabel designó a un inmigrante peruano como su invitado de honor al jubileo, lo cual convierte a Paddington en representante de todo el pueblo británico. Se trata de un gesto que habría entusiasmado a Michael Bond, y que resulta muy significativo en los tiempos que corren. Cuando el osito le agradece a la reina todo lo que ha hecho, sus palabras encierran una carga especial. Está hablando en nombre de una nación que, pese a la coyuntura actual y a algunos de sus peores gobernantes, es bastante mejor de lo que una serie de medidas aislacionistas podrían dar a entender. Paddington representa lo mejor del Reino Unido: su abrumador legado cultural, su tradición literaria, su compromiso con la educación infantil, su pluralidad, su riqueza social, su capacidad para la compasión, sus ganas de sobreponerse a las dificultades y salir adelante. Isabel II no podría haber elegido a un mejor compañero de té y pastas. Él es el alma de su país.

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