A un millón de millas (2023), de Alejandra Márquez Abella

La historia del ingeniero José Hernández, hijo de inmigrantes mexicanos que trabajaban como temporeros en la vendimia, que vio cumplido su sueño de estudiar y ser astronauta de la NASA. El film, dirigido y coescrito por Alejandra Márquez Abella a partir de las memorias del protagonista, sigue sus andanzas arrancando con su niñez, cuando José y su hermano Beto caían rendidos por el sueño después de haber trabajado con sus padres en el campo. La maestra de José ve que el chico es muy bueno con las matemáticas, y sugiere a sus padres que deberían establecerse en algún sitio para que pueda rendir en los estudios. El sacrificio de esta gente sencilla permite a José estudiar y llegar a ser ingeniero, pero resulta que en la NASA son muy selectivos a la hora de seleccionar a su personal, lo que no impide que con perseverancia y esfuerzo, consiga su oportunidad.

Estamos ante un film agradable, que cuenta una historia de superación personal, pero donde debe superarse el posible egocentrismo en las metas, sobre todo, como es el caso, cuando has formado una familia. En este sentido se describe con encanto como José queda encandilado con Adela, la mujer que le vende un coche en un concesionario, aunque deberá aquí también esforzarse ante la familia de ella para que le acepten como marido válido para su hija. Y se muestra el sacrificio que conlleva sacar adelante una familia numerosa. También tiene interés la relación de José con su hermano Beto, buena persona pero que no llega tan lejos como el otro.

Quizá falta al film, de desarrollo previsible, un hervor. Pero hace un buen trabajo protagonista Michael Peña, quien le ha tomado gusto a esto de las cintas espaciales, pues recientemente le vimos en Moonfall; además ha demostrado ser válido para personajes reales, como su heroico bombero de World Trade Center y el sindicalista de César Chávez. Además destaca como secundaria Rosa Salazar, en el papel de la esposa.