Imperio mongol

Ogodei, señor de Asia y sucesor de Gengis Kan

Las conquistas de Gengis Kan cristalizaron en un reino que se extendió sobre la mayor parte de Eurasia gracias a su hijo Ogodei, el verdadero constructor del Imperio mongol.

El nuevo soberano

El nuevo soberano

Ogodei es elegido Gran Kan en 1229. Esta miniatura del siglo XIV ilustraba una edición persa del Compendio de crónicas de Rashid al-Din. En la página anterior, dinar acuñado por Gengis Kan o por Ogodei, con la efigie de un león.  

Foto: Album

En 1227 moría el mayor conquistador de la historia de la humanidad. Gengis Kan dejaba este mundo a los 66 años mientras se ocupaba personalmente de sofocar la rebelión de los chinos tangut del reino de Xi Xia. El ejército mongol no dejó a nadie con vida, ni piedra sobre piedra en el reino donde su kan –su soberano– perdió la vida (no se sabe si por una herida de guerra o envenenado por una concubina). Aplacaban de esta manera su tristeza, pero también su ansiedad ante el incierto porvenir que aguardaba al Imperio sin su fundador. Los mongoles carecían de una política sucesoria clara y estaba en juego el futuro del mayor imperio terrestre de la historia, su complicada unidad interna y su capacidad de resistencia ante los más formidables adversarios de su tiempo.

Arquero

Arquero

Un jinete turcomongol dispara su poderoso arco compuesto o recurvado, cuya potencia de tiro podía superar los 300 m. Detalle de una miniatura persa del siglo XV.

 

Foto: AKG / Album

Cronología

El sucesor de Gengis Kan

1186

Nace Ogodei. Es el tercer hijo varón de Börte y Temuyin, quien veinte años despues unirá todas las naciones de la estepa mongola y será proclamado Gengis Kan

1229

El quraltai o asamblea de nobles elige como Gran Kan a Ogodei, apoyado por Tolui. Gengis había vetado a Chagadai como sucesor, y Jochi había fallecido en 1225 o 1226

1234

Victoria final contra el Imperio Chin. Chormaqan conquista Armenia y Georgia. Al año siguiente comienzan preparativos para la invasion de Europa.

1235

Ogodei funda Karakórum e instaura por decreto el Yam, que por primera vez unifica e institucionaliza la red de carreteras conocida como Ruta de la Seda.

1240

La toma de Kiev y la rendición de Nóvgorod completan la conquista de Rusia por los mongoles. En el otro extremo de Eurasia, las tropas del Gran Kan invaden el Tibet

1241

Ogodei muere en Karakórum. Cuatro meses después, la noticia llega a las tropas mongolas en el Danubio. Regencia de Toregene hasta que Guyuk asume el poder en 1246

Ogodei, el sucesor

La titularidad del imperio no podía ser decidida más que por el quraltai, la venerable asamblea plenaria en la que participaban todos los grandes señores y señoras de las naciones esteparias. La principal institución política de los mongoles reflejaba perfectamente el marcado carácter igualitario y democrático de las sociedades nómadas, sin grandes distinciones entre hombres y mujeres, ni entre ricos y pobres. Tampoco disponían de protocolos ni reglas sucesorias. El criterio para establecer el liderazgo no era otro que el mérito personal, la demostración de fuerza, valentía y buen juicio. La extrema subjetividad de este método de elección no favorecía en modo alguno los grandes consensos necesarios en torno a un liderazgo lo suficientemente fuerte para mantener unida y pujante una entidad política de la talla del Imperio mongol. Tras dos años de deliberaciones, el quraltaipuso la difícil tarea sobre los hombros de Ogodei, el tercer hijo varón de Gengis y su esposa Börte.

Mapa del imperio mongol

Mapa del imperio mongol

Cartografía: eosgis.com

No está clara la fecha ni el lugar exacto de su nacimiento, que debió de acontecer hacia 1186 en algún lugar de Mongolia o del norte de China. Su entrenamiento militar habría comenzado a la edad habitual de tres o cuatro años, aprendiendo a cabalgar y a cazar todo tipo de animales con el poderoso arco recombado de los pastores nómadas. Probablemente se incorporó a la guerra con trece o catorce años, pero la primera noticia segura de su biografía data de 1203, cuando fue gravemente herido en la batalla de Qalaqaljid contra la tribu de los keraitas. Ogodei sobrevivió de milagro, pero se sobrepuso rápidamente y acompañó a su padre en la victoria definitiva sobre los keraitas y después sobre los naimanos, hasta que Gengis logró la unificación de todas las naciones de la estepa mongola en 1206.

En 1211, Ogodei ya estaba al mando de su propio ejército: unos 5.000 hombres con los que logró importantes victorias contra el Imperio de los yurchen del norte de China. Conquistada su capital, cerca de la actual Pekín, así como los reinos aledaños de Xi Xia y Kara Kitai, Gengis Kan tomó la decisión, probablemente la más audaz de su vida, de atacar el Imperio de Juarezm, el más poderoso de Asia occidental. La jugada le salió bien y logró someter todas las ciudades del Turkestán y la antigua Persia, aunque con un altísimo coste en vidas humanas.

Guerreros nómadas

Guerreros nómadas

Las grandes marchas de los ejércitos mongoles estaban integradas por familias completas, con sus yurtas o tiendas (como las que aparecen en la imagen) y grandes rebaños de ganado, a veces formados por millones de cabezas, que reforzaban su independencia de la producción agrícola y les permitían llevar a cabo campañas muy prolongadas.

 

Foto: Vladimir Kondrachov / Alamy / ACI

El entrenamiento militar de Ogodei habría empezado a los tres o cuatro años, como era costumbre entre los mongoles

Ogodei desempeñó un papel estelar en la conquista de algunas de las plazas más codiciadas, como Otrar en 1219 y Urgench en 1221. En esta última, el propio Ogodei pudo haber ordenado la ejecución de toda su población, estimada por algunas fuentes en más de un millón de habitantes, para alentar rendiciones y deserciones en el campo enemigo. De ser cierto el dato, se trataría de una de las mayores carnicerías en la historia de la humanidad. Sólo dejó con vida a los más habilidosos artesanos, que fueron deportados y empleados en otras ciudades del naciente Imperio mongol.

Tortura y ejecución

Tortura y ejecución

Tortura y ejecución de prisioneros por los mongoles. Miniatura persa del siglo XIV. Compendio de crónicas, de Rashid al-Din. 

 

Foto: Bridgeman / ACI

Fue también en Urgench, en el actual Uzbekistán, donde explotó la rivalidad entre Jochi y Chagadai, los dos hermanos mayores de Ogodei. La reputación de ambos como fieros guerreros los llevó a un duro enfrentamiento personal que a los ojos de Gengis demostraba su imprudencia, su soberbia y, a la postre, su incapacidad para liderar el Imperio. Eran preferibles la sagacidad y templanza de Ogodei. Jochi, el primogénito, no pudo soportar la humillación y murió pocos años después solo y en paradero desconocido. Chagadai y también Tolui, el menor de los cuatro hermanos, acataron la opinión de Gengis y dieron su apoyo a Ogodei ante el quraltai que el 13 de septiembre de 1229 proclamaba por fin a Ogodei como kan de todos los mongoles.

No es fácil saber por qué Gengis apostó por Ogodei. Su magnanimidad, sentido de justicia y lealtad fueron ampliamente reconocidos por todos sus allegados. El propio Ogodei dijo haber recibido de su padre la buena estrella, el su como lo denominaban los mongoles, el olfato para la fortuna. Desde luego, su desempeño en el campo de batalla fue excepcional.

Puede que Ogodei ordenase exterminar a la población de Urgench, que quizá superaba el millón de personas, en lo que sería uno de los mayores asesinatos masivos de la historia

El conquistador

Nada más asumir el poder, Ogodei se puso al frente del ejército para acabar la misión que la muerte impidió cumplir a su padre. Tardó tres años en derrotar definitivamente al Imperio Chin y dar comienzo a la guerra contra el poderoso imperio Song del sur de China. En 1240, ejércitos mongoles invadieron el Tíbet llegando en su avance hasta las fronteras de las actuales Nepal y Bengala, lo que estrechó aún más el cerco a los Song.

Simultáneamente, Ogodei envió a uno de sus más brillantes generales, Chormaqan, a consolidar su dominio sobre el occidente de Asia. Sus tropas consiguieron extender el Imperio mongol hasta los actuales territorios de Pakistán y Cachemira por el sur, y Georgia y Armenia por el norte. Allí entraron en contacto con los cruzados latinos, y obtuvieron el vasallaje del conde de Antioquía Bohemundo V. Derrotaron, además, a los selyúcidas de Anatolia (la actual Turquía), cuyo declive permitió el surgimiento de la dinastía otomana en aquella región.

La toma de Samarcanda

La toma de Samarcanda

Gengis Kan conquistó esta ciudad en 1220, durante su brutal campaña contra el sha de Juarezm; ejecutó a todos los hombres armados e hizo prisioneros a 30.000 artesanos, que envió a Mongolia. En la imagen, la madraza de Ulug Beg, en la plaza del Registán.

 

Foto: k. Kalishko Alamy / ACI

Pero más allá de la unificación militar de toda Asia desde el Mediterráneo hasta el mar Amarillo, en China, el gran logro de Ogodei fue la creación de un Estado capaz de administrar con éxito el mayor imperio hasta entonces conocido por la humanidad. Para ello se sirvió de la enorme cantera de talento creada por su padre, aunque se reservó una gran libertad de elección.

El estadista

Comenzó dividiendo todo el Imperio en tres administraciones correspondientes aproximadamente a China, Asia Central y Persia, y dirigidas por un erudito confuciano, un caravanero cristiano y un mercader musulmán respectivamente. Los tres formaban parte del sector más progresista del séquito (keshig) de Gengis, el más favorable al equilibrio entre la energía nómada y la economía sedentaria. Con Ogodei pudieron poner en marcha ambiciosos planes para proteger la agricultura, la artesanía y el fomento del comercio. A ellos se debe la introducción a escala asiática del papel moneda que había sido inventado en tiempos de la dinastía china Tang algunos siglos atrás (aunque sin lograr su implementación real).

La medida más decidida y seguramente trascendente de las tomadas por Ogodei fue la creación de una extensa red de carreteras, conocida como Yam, bien surtida y constantemente vigilada por miles de soldados. Sus anchos caminos flanqueados por hileras de árboles contaban con servicios de posta cada treinta o cuarenta kilómetros, y formaban una retícula que convergía en ciudades separadas entre sí por no mas de quinientos kilómetros. Mientras unas ciudades ya existían, otras fueron creadas por Ogodei, como la famosa Karakórum, la primera fundada por los mongoles.

En los dominios del Gran Kan

En los dominios del Gran Kan

Este detalle de la quinta hoja del Atlas catalán, fechado hacia 1375, muestra una caravana que se suele identificar con la de los Polo. Biblioteca Nacional, París. 

Foto: AKG / Album

Esta inmensa red arterial abarcó Asia de punta a punta, y unificó por primera vez en la historia la conocida como Ruta de la Seda. Gracias al Yam, los chinos tuvieron acceso directo a Europa, del mismo modo que los europeos pudieron viajar hasta China. La cantidad de espías, monjes o mercaderes que, como el famoso Marco Polo, surcaron el Yam invitados por los propios kanes a lo largo de los siglos XIII y XIV fue enorme, y a ellos debemos el primer encuentro empírico entre Oriente y Occidente.

Otra de las grandes aportaciones de Ogodei a la tecnología política de los mongoles fue el título de Kagan o Gran Kan, un término inventado por los turcos uigures. Con su apropiación, Ogodei quiso dotar a su imperio de cierta cualidad sagrada, adjudicándose a sí mismo un tipo de autoridad insuperable, con jurisdicción universal y también con carácter retroactivo: Gengis Kan fue elevado al rango de divinidad, y se le consagraron altares y rituales particulares.

Desde antiguo, los mongoles rendían culto a los ancestros, los ongghod, pero también a las fuerzas de la naturaleza, coronadas todas ellas por una especie de deidad suprema llamada Tengri, el Cielo. La corte ogodeida convirtió a Gengis en el último enviado del Cielo, equiparándolo de este modo a los profetas de las grandes religiones euroasiáticas: Buda, Moisés, Jesús y Muhammad (Mahoma). Y al igual que éstos, Gengis trajo su propia ley, la Yeke Yasa, cuya autoridad no reconocía límite alguno. Era solo cuestión de tiempo que la humanidad entera acabara bajo su jurisdicción.

Ogodei quiso dotar a su imperio de un aura sagrada: elevó a Gengis al rango de divinidad, y se le consagraron altares y rituales

La iniciativa ogodeida no fue del todo exitosa, y aunque han llegado hasta nuestros días templos dedicados a Gengis, ya a finales del siglo XIII importantes kanes mongoles prefirieron declararse públicamente budistas y musulmanes. Sin embargo, el tipo de autoridad asociado a la figura del Gran Kan permitió a sus sucesores contemplar cualquier tipo de división (política, lingüística o religiosa) como algo perfectamente compatible con su poder, lo que contribuyó a configurar un imperio marcadamente cosmopolita. El título de Gran Kan se convirtió de inmediato en la mayor expresión de poder político sobre la faz de la tierra. Dos siglos y medio después, los Reyes Católicos anduvieron buscándole a través de su emisario Cristóbal Colón.

La crisis final

El emperador Federico II, contemporáneo de Ogodei, supo por sus espías que para los mongoles el Gran Kan era «Dios en la tierra». Pero lo cierto es que Ogodei, lejos de considerarse un dios, reconoció en varias ocasiones sus errores y llegó a pedir disculpas por alguno de ellos, como, por ejemplo, el secuestro de niñas de la tribu mongol de los oirats ordenado como escarmiento por no rendirle el tributo debido. Según la leyenda negra alentada por algunos cronistas persas, más de cuatro mil niñas de entre siete y dieciséis años fueron violadas públicamente por los soldados de Ogodei. El Gran Kan también admitió sus problemas con el alcohol, aunque la confesión no le sirvió para enmendarse pues fue precisamente borracho como dejó este mundo una noche de diciembre de 1241.

La cruenta batalla de Liegnitz

La cruenta batalla de Liegnitz

Esta miniatura, realizada en 1353, recrea el choque de 1241 entre los mongoles (a la izquierda, con sus arcos) y los polacos y sus aliados, que fueron vencidos; murieron 30.000. 

Foto: AKG / Album

A estas alturas, el alcohol era uno de los más serios problemas de los descendientes de Gengis. Su hermano menor Tolui había muerto por intoxicación etílica nueve años antes, en brazos del propio Ogodei. Esa trágica pérdida afectó profundamente al Gran Kan, que a partir de entonces empezó a delegar cada vez más poder en su entorno familiar. La coyuntura fue aprovechada por dos mujeres que comenzaron a perfilarse como las futuras protagonistas del Imperio mongol.

Una era Sorqaqtani, la viuda de Tolui, de la que un viajero extranjero –el obispo sirio Bar Hebraeus– dijo que «si volviera a encontrar entre la estirpe de las mujeres otra como Sorqaqtani no dudaría de la superioridad de las mujeres sobre los hombres». Sorqaqtani fue una de las más cercanas asesoras de Ogodei y defensora de una mayor sedentarización de la administración mongola. La otra, Toregene, era una de las esposas secundarias de Ogodei. Sin embargo, gracias al apoyo tácito de Chagadai, Toregene asumió cada vez mayores competencias hasta acabar como emperatriz regente entre 1241 y 1246, cuando por fin logró imponer a su hijo Guyuk como nuevo Gran Kan, en detrimento del sucesor elegido por Ogodei.

Aunque inicialmente Sorqaqtani fue apartada de la corte por Toregene, al final acabó ganando la partida. Allanó el camino al trono para sus dos hijos: primero Mongke y después Kublai, y creó el nuevo estilo de gobierno que caracterizaría al Imperio mongol durante su último siglo: sus hijos dejaron de verse a sí mismos como meros conquistadores con derechos inalienables sobre el mundo entero para presentarse como soberanos dispensadores de paz y justicia; el terror dejó de ser su principal estrategia de propaganda.

El mejor escenario para dar cuenta del tumultuoso final del reinado de Ogodei es precisamente Europa. Su invasión había sido meticulosamente planeada por el Gran Kan en 1235 nada más conquistar el Imperio Chin. Para ello se organizó un enorme ejército que contaría con el liderazgo de los nietos de Gengis Khan, los primogénitos de los hijos de Börte: Batu, Buri, Guyuk y Mongke. La expedición tuvo un éxito rotundo. En sólo tres años se hicieron con todas las poderosas ciudades fortificadas de Rusia, desde Moscú hasta Kíev. Atravesaron los Cárpatos, invadieron Polonia y Hungría y en apenas unos días, entre el 9 y el 11 de abril de 1241, en las batallas de Liegnitz y Mohi, hicieron trizas a la gran coalición formada por templarios, caballeros teutónicos, príncipes austríacos, alemanes, polacos y húngaros.

Ogodei murió víctima de una intoxicación etílica, al igual que su hermano Tolui, fallecido en sus brazos nueve años atrás

El emperador Federico II no pudo más que alertar a los reyes de toda Europa de la inminencia de la debacle. Ya estaban las tropas mongolas dispuestas a las puertas de Viena y en la costa adriática frente a Italia cuando de improviso los mongoles detuvieron el ataque. Sus impresionantes victorias habían sido logradas a pesar de la fuerte división entre sus líderes. Batu y Guyuk, los hijos de Jochi y Ogodei, mantuvieron a lo largo de toda la campaña una tensa rivalidad que acabó en un escandaloso enfrentamiento público a orillas del Danubio. Ogodei ya había reprendido anteriormente a su hijo Guyuk por ello, pero la repentina muerte del soberano por borrachera permitió a Toregene desautorizar al Gran Kan, aumentar el desafío a Batu y asegurar el trono para su hijo Guyuk. El hijo de Jochi planeó durante años la venganza, asesinó a Guyuk, dio el trono a Mongke y, junto a Sorqaqtani, mató a más de 300 descendientes de Ogodei.

El artífice del Imperio

Guyuk, hijo y sucesor de Ogodei, en su corte, entre músicos y sirvientes. Miniatura persa.

Guyuk, hijo y sucesor de Ogodei, en su corte, entre músicos y sirvientes. Miniatura persa.

Foto: DEA / Album

La traición de Toregene, la violenta reacción de la familia imperial y el exterminio de casi todos los descendientes ogodeidas enturbiaron el reconocimiento de Ogodei como el estadista que terminó de forjar el mayor imperio terrestre de la historia y sin el que hubiera sido impensable su permanencia durante más de siglo y medio. Ogodei fue el ingrediente esencial en la complicada transformación de la poderosa energía creadora de Gengis Kan en la experiencia histórica prolongada y trascendente que fue el Imperio mongol.

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La herencia del conquistador

Funeral de Gengis Kan

Funeral de Gengis Kan

Funerales de Gengis Kan. Los mongoles, con ropas de duelo, lloran la muerte de su caudillo, reunidos en torno a su ataúd. Miniatura de un manuscrito persa.

 

Foto: DEA / Album

Gengis Kan había unificado los pueblos de la estepa, reestructurado el ejército mongol y arrasado las más grandes civilizaciones de su tiempo –los antaño poderosos reinos de Chin, Juarezm y Xi Xia no eran sino cenizas–. Cuando murió, dejó a su sucesor el mayor imperio de la historia y una nueva nobleza asentada exclusivamente en el mérito militar, ávida de hacerse con nuevas tierras y fabulosos botines. El prestigio de Gengis era inmenso, y tuvo un heredero de su talla en Ogodei, que heredó su carisma casi sagrado. La dinámica de las conquistas siguió y el Imperio continuó creciendo a un ritmo acelerado. La maquinaria de guerra mongola aún estaba lejos de conocer sus propios límites, y su superioridad siguió siendo incontestable durante toda la primera mitad del siglo XIII.

Borracheras épicas

Fiesta

Fiesta

Fiesta en la corte del Gran Kan, en Karakórum. Miniatura perteneciente al compendio de crónicas, de Rashid al-Din. Manuscrito persa del siglo XIV.

 

Foto: AKG / Album

La alcalinidad de la leche de yegua fermentada –llamada airag o kumis– era fundamental para compensar la dieta casi exclusivamente carnívora de los pastores nómadas. De ahí el prestigio de la borrachera entre los mongoles. Pero con la conquista del mundo sedentario, otras bebidas alcohólicas menos alcalinas y más embriagantes (vino, cerveza) desplazaron al airag. Probablemente a eso se deben el declive de la salud de los mongoles, el aumento de la gota, la pérdida de fertilidad y el incremento de intoxicaciones etílicas. Aun así, el alcohol mantuvo su prestigio a lo largo del siglo XIII. No era raro ver al Gran Kan Ogodei dando audiencias o impartiendo justicia borracho, y en su fin por coma etílico se vio la demostración de una muerte honorable.

La batalla de Mohi

Ogodei prosiguió la expansión mongola hacia Occidente con ataques a Polonia y Hungría. Los polacos fueron aplastados en Liegnitz (Legnica) el 9 de abril de 1241, y el día 11, los mongoles masacraron en Mohi al ejército de Bela IV de Hungría. Batu, sobrino de Ogodei, fue uno de los comandantes de Mohi; luchó con valor, pero la intervención decisiva correspondió a Subatai, el mejor general de Gengis Kan y el estratega que había planificado la campaña europea. La conquista del puente sobre el río Sajo abriría a los mongoles el camino a Pest, la capital húngara. Su primer intento de cruzarlo en la noche del 10 al 11 de abril fue rechazado. Entonces, Shiban, hermano de Batu, marchó al norte para atravesar el río con balsas hechas de odres inflados, mientras Subatai, al sur, construía un puente.

Karakórum, la capital de los mongoles

La capital desvanecida

La capital desvanecida

En la construcción del monasterio budista de Erdene Zuu, del siglo XVI, se usaron materiales de la antigua Karakórum, muy cerca de aquí.

 

Foto: M. Kokhanchikov Alamy / ACI

El propio Ogodei disparó las flechas que delimitarían los contornos de la ciudad. Ésta contaba con doce pagodas, dos mezquitas, una iglesia, un observatorio astronómico, decenas de lujosos palacios y extravagancias como una fuente mecánica fabricada por un orfebre francés de la que brotaban continuamente vino, cerveza, hidromiel y kumis. A Karakórum siguieron otras fundaciones a lo largo del Yam como Pekín, Xanadú, Sultaniya, Sarai... Ogodei dio un impulso definitivo al mayor esfuerzo sistemático en la historia antigua de la humanidad por fomentar el intercambio político, económico y cultural a una escala verdaderamente global.

La peligrosa lucha por el trono

Tolui

Tolui

Tolui junto a su esposa Sorqaqtani, sentados en el trono. Sorqaqtani consiguió destruir el linaje de Ogodei y que Mongke y Kublai, hijos de Tolui, ocuparan el trono del Gran Kan. Miniatura persa.

 

Foto: AKG / Album

La primogenitura no confería el derecho a suceder al Gran Kan, lo que dio lugar a sangrientas luchas por el poder. Cuando Ogodei murió, la habilidad de una de sus esposas, Toregene –aliada con Chagadai, hermano del soberano difunto–, llevó al trono a su hijo Guyuk, que no era el sucesor elegido. A su vez, cuando murió Guyuk, su esposa Oghul fue víctima de la inteligencia política de Sorqaqtani, viuda de Tolui –otro hermano de Ogodei–, quien logró que su hijo Mongke fuera proclamado Gran Kan. Oghul fue acusada de traición
y brujería, desnudada, cosidas sus manos con tendones de animales, envuelta en fieltro y tirada a un río; más de 300 nobles vinculados a Ogodei y Chagadai fueron ejecutados, y sus esposas, torturadas con teas ardiendo.

Ver árbol genealógico de Gengis Kan.

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Este artículo pertenece al número 194 de la revista Historia National Geographic.