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Monarqu�a
20 a�os de su muerte

El pr�ncipe Klaus: el discreto y culto marido de una reina que consigui� que se olvidara su pasado nazi

Actualizado
La reina Beatriz y su marido, el pr�ncipe Klaus.
La reina Beatriz y su marido, el pr�ncipe Klaus.GTRES

El 6 de octubre de 2002 fallec�a a los 76 a�os en el hospital Acad�mico de �msterdam el pr�ncipe Klaus, esposo de la reina Beatriz, entonces soberana de los Pa�ses Bajos y padre del actual monarca, Guillermo Alejandro. En agosto de ese a�o hab�a sufrido un infarto agudo de miocardio, que se sum� a la cadena de dolencias que padeci� en sus �ltimos a�os: depresiones, p�rkinson, c�ncer de pr�stata, e incluso en 2001 tuvieron que extirparle un ri��n. Muy deteriorado de salud, su �ltima aparici�n p�blica fue ese mes de febrero en la boda de su primog�nito, Guillermo, con M�xima Zorreguieta.

Su existencia estuvo marcada por su batalla personal para hacerse perdonar su pasado nazi, algo que provoc� tal rechazo cuando se descubri�, que el d�a de su compromiso con Beatriz el 28 de junio de 1965 una masa enfurecida integrada sobre todo por estudiantes se manifest� por las calles de �msterdam, lanzando todo tipo de objetos, bicicletas incluidas, como protesta. Protestas que se repitieron el d�a de su boda el 10 de marzo de 1966.

Para saber m�s

Klaus von Amsberg naci� en 1926 en la ciudad alemana de D�tzingen, en la Baja Sajonia y era el �nico hijo var�n entre seis chicas de un acaudalado terrateniente, Nicol�s de Amsberg, y la baronesa Augusta Dem Bussche. La efervescencia del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial marcaron su adolescencia, empuj�ndole, como a muchos j�venes compatriotas, a apuntarse a las Juventudes Hitlerianas y posteriormente a servir en la Fuerza A�rea del Wehrmacht, el temible ej�rcito creado por el F�hrer, cuya c�pula ostentaba el poder pol�tico y militar germano. Finalizada la guerra con la derrota nazi, Klaus dio un giro a su existencia y tras licenciarse en derecho y ciencias pol�ticas, se decant� por el mundo de la diplomacia, siendo destinado a Rep�blica Dominicana y despu�s a Costa de Marfil.

La reina Beatriz de Holanda, viuda del pr�ncipe Klaus.
La reina Beatriz de Holanda, viuda del pr�ncipe Klaus.GTRES

En el verano del 64, en la boda de la princesa Tatiana Sayn Wittgenstein y el conde Mauricio Hesse conoci� a Beatriz, quien inmediatamente se sinti� atra�da por el atractivo diplom�tico, anunci�ndose el compromiso un a�o despu�s. Previamente, expertos del gobierno estudiaron detenidamente el pasado nazi de Klaus en busca de puntos oscuros, ya que el pueblo holand�s hab�a sufrido en sus carnes la dureza de los bombardeos nazis y la invasi�n de su pa�s en 1940, que provoc� que la propia familia real, con la reina Guillermina a la cabeza, tuviera que huir exili�ndose en Inglaterra.

La reina Beatriz y el pr�ncipe Klaus (en el centro) junto a sus hijos Juan Friso, Guillermo y Bernardo.
La reina Beatriz y el pr�ncipe Klaus (en el centro) junto a sus hijos Juan Friso, Guillermo y Bernardo.GTRES

Finalmente el Parlamento holand�s aprob� el enlace entre Klaus y Beatriz, que se celebr� en marzo de 1966. Consciente de que no era bien visto por muchos sectores de la sociedad, Klaus se esmer� en integrarse en su nuevo pa�s: pronto hablaba holand�s mejor que su suegro, el pr�ncipe Bernardo, tambi�n alem�n de origen, y su popularidad gan� muchos enteros cuando Beatriz dio a luz en abril de 1967 a su primog�nito, Guillermo, primer heredero var�n en cien a�os, al que siguieron otros dos varones, Juan Friso, en 1968, que falleci� en accidente de esqu� en 2013, y Constantino, en 1969.

El rey Guillermo, hijo de la reina Beatriz y el pr�ncipe Klaus, actual monarca de los Pa�ses Bajos.
El rey Guillermo, hijo de la reina Beatriz y el pr�ncipe Klaus, actual monarca de los Pa�ses Bajos.GTRES

El pr�ncipe Klaus, un hombre discreto y muy culto adem�s de bien formado, amante de la m�sica y activo defensor de la conservaci�n de edificios hist�ricos, ejerci� de asesor en la sombre de su esposa, que siempre hac�a caso de sus sabios consejos. Poco amigo de la pompa, lleg� en una ocasi�n a quitarse la corbata en un acto p�blico como gesto de protesta contra la excesiva formalidad. Era adem�s un buen padre, volcado en la educaci�n de sus tres hijos, con los que se entend�a a la perfecci�n, algo tambi�n muy valorado por los holandeses, que poco a poco fueron perdon�ndole su pasado y tom�ndole estima. Hasta el punto de que en el a�o 80, cuando Beatriz fue proclamada reina, un peri�dico eligi� a su consorte como el holand�s m�s querido, algo quiz� exagerado, pero impensable dos d�cadas antes.


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