M�SICA
�pera

Carmen sin habanera

Un momento de la representaci�n.
Un momento de la representaci�n.Javier del Real | Teatro Real
Actualizado

B'Rock Orchestra, Coro de C�mara de Namur y los Peque�os Cantores de la ORCAM, presentan en versi�n concierto en el Teatro Real el gran t�tulo de Georges Bizet, una obra �nica, por sus muy peculiares caracter�sticas dram�ticas y musicales; inventora de un estilo que se agot� en s� mismo, despu�s de haberse servido de una denominaci�n que en su tiempo agrupaba unas obras de las que historia de la gitana se destacaba; aquello se llamaba "comique", no porque se tratara de una comedia divertida, o bufa, sino porque se opon�a al �nfasis de la �pera francesa del momento. Lo explica muy bien Ren� Jacob, el director y responsable de una restituci�n de la partitura original con tan buenas razones desde el punto de vista musicol�gico y filol�gico como discutibles resultan tanto la imposici�n de un purismo radical como el tono elegido para dirigir la orquesta. Aceptemos la pertinencia de su defensa de los detalles recuperados, pero cuesta entender la supresi�n del n�mero emblem�tico por excelencia, la famos�sima habanera, que Jacob desprecia por abstrusos motivos de orden psicol�gico. �Por qu� "no le va" a la Carmencita sentirse comparada al aleteo de los p�jaros?

Sorprende m�s la languidez, frialdad y supuesto detallismo con que dirige Jacob su orquesta, recordada en otros cometidos por su viveza, belleza y justeza r�tmica y mel�dica. Aqu� ha elegido una sobriedad entre jansenista y cartesiana que se queda a las puertas de comunicar la rica complejidad de una m�sica, a la vez que no consigue que los int�rpretes se apropien de sus personajes. Ga�lle Arquez tiene una voz magn�fica, pero su Carmen sobrevuela como una diosa ol�mpica, lej�simos del desgarro entusiasta, tierno y desvergonzado de la versi�n femenina de Don Juan, y tan espa�ola como �l. Don Jos� (Fran�ois Rougier) es un hombrecillo ap�tico sin la violencia del crudo brigadier, y el torero Escamillo (Thomas Doli�), asoma como un petimetre al que se le ve inc�modo. Cuando todos entonan el famoso canto a la libert�, equivalente al entonado al final del primer acto del Don Giovanni mozartiano, dado el talante de tales criaturas cabe pensar que la tal libert� no les sirve como impulso en�rgico, y devastador para emprender una existencia valiente y azarosa, sino tan solo para poder elegir si esa tarde acuden a una funci�n de la Opera Comique, se van a pasear por el Bois du Boulogna, o se presentan en la recepci�n de una Madame la Marquise cualquiera. Solo Sabine Devielhe consigue de su voz no muy grata un retrato plausible y no ani�ado de la imposible Micaela.

Lleno total en el Teatro Real, lo que siempre es una buena noticia. La funci�n, con un particularmente pl�mbeo tercer acto, no entusiasm�, pero fue aplaudida con respeto. Como se trataba de una funci�n �nica no cab�a el dilema de recomendarla a los amigos que no hab�an conseguido entrada.