Relatos familiares, amistades de hierro, memoria y mundos perdidos en cinco grandes novelas breves - Infobae

Relatos familiares, amistades de hierro, memoria y mundos perdidos en cinco grandes novelas breves

Literatura de autoras clásicas y contemporáneas en una guía de ricas ficciones que tratan sobre los vínculos, el presente de los amores y las relaciones del pasado y los restos de los sueños de ayer

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En temporada de vacaciones se acumulan las lecturas pendientes pero, también, muchas veces podemos darnos el tiempo de leer más. Aquí va una ambiciosa pero posible serie con sugerencias de lecturas. Si bien se trata de ficciones muy diferentes, es posible establecer algunos contactos entre ellas por el modo de hablar sobre los vínculos, el presente de los amores y las amistades del pasado y los restos de los sueños de ayer.

Son todas autoras mujeres, tres de ellas son contemporáneas (la estadounidense Jenny Offill, la holandesa Esther Gerritsen, la argentina Luciana De Luca) y las otras dos (la finlandesa Tove Jansson y la británica Elizabeth Taylor) murieron produjeron su obra en el siglo XX y murieron hace tiempo, aunque sus libros -y también sus figuras- están afortunadamente siendo recuperadas con nuevas traducciones al español.

Arrancamos, tomá nota.

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Clima, de Jenny Offill (Libros del Asteroide)

"Clima", de Jenny Offill (Libros del Asteroide).
"Clima", de Jenny Offill (Libros del Asteroide).

Lizzie vive en Brooklyn con su marido Ben y Eli, su hijo pequeño, en edad escolar. Es bibliotecaria, ayuda a Sylvia, una vieja profesora decepcionada con el rumbo del mundo, a responder la correspondencia que recibe por un podcast sobre cambio climático y no puede dejar de ocuparse de Henry, su hermano, quien no termina de recuperarse de su adicción a las drogas.

Clima, la tercera novela de la norteamericana Jenny Offill (1968), está escrita en forma fragmentaria y su estilo en forma de postales narrativas podría definirse como realismo sucio de los tiempos de Trump, el tiempo en que el mundo intercultural pasaba a ser mal visto y la corrección política necesaria para la convivencia humana empezaba a tomar la forma solemne de una nueva guerra contra la libertad creativa.

Un hallazgo narrativo es que, impregnada por el tema que trata, la lectura de Clima provoca cierto ahogo, en sintonía con el retrato de un mundo que no ofrece expectativas y en el que solo resta arreglarse con lo que hay y esperar que la cosa no empeore.

Te dejo un fragmento:

“Una mañana, una estudiante me dice que para ella el fracaso no es una opción que pueda permitirse y se enfada cuando me echo a reír. Adopto una actitud jovial. Le digo: Escucha, yo también tenía planes. Y eran planes de éxito, al menos de éxito relativo. Se me queda mirando fijamente. ¿Disculpa?, dice. Cuando ya se ha ido, me cuelo en el cuarto de baño y compruebo si llevo manchas de pintalabios entre los dientes.

Ahora, cuando estás con estudiantes, a veces se producen esos momentos en que notas como si una ráfaga de viento helado irrumpiera de repente. Así que últimamente compruebo que llevo la chaqueta bien abotonada y que mi camiseta no resulta demasiado extravagante. Soy como una mujer que entra a una sala repleta de desconocidos con una copa llena en la mano y que camina intentando no derramar ni una gota.”

Jenny Offill.
Jenny Offill.

Jenny Offill es escritora y también profesora de escritura, vive en Nueva York. Es también autora de las novelas Last Things y Departamento de Especulaciones.

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Otras cosas por las que llorar, de Luciana De Luca (Tusquets)

"Otras cosas por las que llorar", de Luciana De Luca (Tusquets)
"Otras cosas por las que llorar", de Luciana De Luca (Tusquets)

Carolina está perdiendo la memoria y además está enojada con Antonio, su marido, que resuelve las cosas sin tomar en cuenta sus deseos. Ahora hay albañiles rompiendo su patio de hermosas y queridas baldosas rojas para cambiarlas por frías lajas negras y ella está furiosa. Y en medio de su furia, recuerda... Recuerda su orfandad temprana, su noviazgo seco, su parto doloroso y solo, su vida como mujer de viajante, su amor por las plantas, su columna cada vez más curva, su esfuerzo por no olvidar.

Recuerda también al médico, que le explicó que se venía la noche de su memoria:

“Haga listas, dijo, para no olvidarse el orden de las cosas: de los buenos modales, de la higiene personal, de la construcción de la sopa. Anote si se olvida, anote si duda, si tiene fantasmas sentados en el borde del ojo, si se le oscurece el ánimo y siente una tromba con olor a sangre que viene de adentro del cuerpo. Anote para aliviarse, para volver a ser buena, para que no se la coma el Pampero o la tormenta de arena que le envuelve la memoria”.

Luciana de Luca (Crédito: Alejandro Guyot)
Luciana de Luca (Crédito: Alejandro Guyot)

Esta novela es pura poesía y música porque, sí, la prosa de De Luca (nacida en 1978 en Buenos Aires, pero cuya infancia transcurrió en Santa Fe) tiene música.

“Cada tarde, entre que se van los albañiles y llega Antonio del trabajo, queda un pedazo de tiempo suelto, como un guante. Me lo pruebo y me queda. Es incómodo. No sirve para nada. Es un tiempo pasillo, un tiempo cerradura para agacharme y espiar, para tratar de reconstruir los pedazos de lo que alcanzo a ver, de lo que dejaron en pie, de lo que todavía no rompieron.

En el patio, cuando termina el día, la ropa de los albañiles espera tirada en el suelo, en pausa, desarmada. Amontonada, fea, puesta así nomás, abandonada en el apuro por irse, por volver a casa. Son cáscaras.”

Otras cosas por las que llorar se lee amorosamente y de su lectura se desprende que ése fue también el modo en que fue escrito. Es un libro para leer por momentos en voz alta y, también, para regalar.

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Hermano, de Esther Gerritsen (Caballo Negro Editora)

"Hermano", de Esther Gerritsen (Caballo Negro Editora)
"Hermano", de Esther Gerritsen (Caballo Negro Editora)

La novela de la celebrada escritora holandesa Esther Guerritsen (Nimega, 1972) es, en apariencia, una historia pequeña, la del encuentro entre dos hermanos a partir de la enfermedad de uno de ellos.

El enfermo es Marcus. Aunque crecieron juntos en el fondo de la verdulería de sus padres, con él cuidándola como buen hermano mayor, él vive alejado de Olivia, su hermana, la que aparentemente tiene una vida ideal. La que tiene un buen trabajo, un buen marido, una casa confortable y lujosa y dos hijos púberes maravillosos. La que no tiene problemas y hace todo bien para las formas de un país rico y desarrollado. La que no soporta a su hermano, alguien que elige los trabajos que otros no quieren, un nómade eterno que se resiste a aceptar las claves del sistema, aunque terminará viendo que se parece a él más de lo que está interesada en saber. Por empezar, como le dice su esposo Gerard (de quien ella se enamoró porque también detesta los lamentos y el sentimentalismo), tiene los mismos ojos que Marcus, al punto de que “había épocas en que lo veía más seguido en el espejo que en la realidad”.

Ya en el arranque sabemos que la diabetes de Marcus se agravó y que el hombre está por ingresar a un quirófano para una cirugía definitiva. La distancia que mantuvieron por décadas se reduce hasta desaparecer cuando Olivia se involucra y decide llevar a Marcus a su casa, para que se recupere. Es entonces cuando ambos se dan cuenta de que, entre otras cosas, ella jamás se había ocupado de saber cómo se sentía.

“Olivia nunca le había preguntado al hermano ‘si estaba bien’. Su llanto era un fenómeno del que Gerard y ella solían hacer chistes. Pero ahora estaba ahí, sentada, con la mano en su espalda y sintió el miedo de los hijos, percibió lo impresionados que estaban por el hombre llorando en la mesa de la cocina. A través de sus miradas también ella lo sentía.

Durante más de cincuenta años, Marcus derramó lágrimas, tuvo que pasar todo ese tiempo para que ella las tomara en serio. Era como si Olivia hubiera estado convencida siempre de que se trataba de una comedia y sólo en ese momento comprendió que en realidad era una tragedia.”

Esther Gerritsen es una escritora holandesa.
Esther Gerritsen es una escritora holandesa.

La novela está muy bien construida, con buenos diálogos, y una traducción argentina cercana y que no exagera el voseo. Es, como decía, una historia que parece pequeña pero puede, para algunos lectores, ser enorme: plena de matices y puertas abiertas, Hermano en una conmovedora historia de vínculos y de realizaciones -o frustraciones- personales, que muestra hasta qué punto podemos ignorar el dolor de los seres más cercanos, aquellos que alguna vez lo fueron todo y de quienes podemos alejarnos por las diferencias de carácter o de elecciones de vida.

La traducción es de Micaela van Muylem. Caballo Negro prepara también con su traducción la edición de El regreso, la nueva novela de Gerritsen, una voz narrativa que no conocíamos y que, en lo personal, me interesó y recomiendo mucho.

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Un alma cándida, de Elizabeth Taylor (Gatopardo ediciones)

"Un alma cándida", de Elizabeth Taylor (Gatopardo ediciones)
"Un alma cándida", de Elizabeth Taylor (Gatopardo ediciones)

Londres, mediados de la década del 60. Algunas mujeres en ciertas clases sociales ya consiguen emitir opiniones sobre diferentes temas pero aún son vistas por gran parte de la sociedad como elegantes elementos decorativos.

Huérfana de padre, con una madre que se desvive por ella y con Richard, un hombre enamorado y a sus pies, Flora es una suerte de monumento a la frivolidad pero perfecta para su tiempo, así la ven todos, así la ve Patrick, su amigo escritor y homosexual, así la ven también Meg, su gran amiga caída en desgracia económica y también Kit, el hermano menor de Meg, aspirante a actor y quien tiene un amor devoto por esta joven hermosa y adorable, siempre impecable, con la palabra justa y con una entrega hacia los demás que no deja de sorprender a todos e impide que se hable mal de ella. O, por lo menos, eso es lo que sucede hasta que alguien por fuera de su círculo -una artista plástica que no rinde tributo a las formas ni a la elegancia, que no depende de ningún hombre y que parece dispuesta a echar sombras sobre lo que considera una forma falsa de la bondad-, no sucumbe a sus encantos.

La recuperación de la obra de Elizabeth Taylor (1912-1975) es una de las grandes novedades de los últimos años, sobre todo para los que leemos en español. La traducción que hizo La bestia equilátera en 2018 de Prohibido morir aquí (la conmovedora historia de una cofradía de ancianos que pasa su última temporada de relativa independencia viviendo en el hotel Claremont, de Londres) nos inició en el mundo de las ficciones de una autora que había sido olvidada injustamente.

La escritora inglesa Elizabeth Taylor nació en 1912 y murió en 1975.
La escritora inglesa Elizabeth Taylor nació en 1912 y murió en 1975.

Amiga de distinguidas plumas como Robert Liddell e Ivy Compton-Burnett, la Taylor escritora -con un nombre coincidente con el de una de las actrices más famosas en el mismo tiempo en que ella producía su obra- fue considerada una autora extraordinaria por grandes escritores como Kingsley Amis y Antonia Fraser, al tiempo que su talento para el detalle y su capacidad narrativa hicieron que su escritura fuera comparada con la de Jane Austen. Institutriz, bibliotecaria, militante socialista, esposa y madre, Taylor llegó a decir en una entrevista que los argumentos de sus ficciones se le ocurrían mientras planchaba.

Un alma cándida es una novela en la que deslumbran una vez más el manejo de los diálogos y la construcción de los personajes, los climas y la moda de época. Una ficción que valdría la pena leer aunque solo fuera para acceder al capítulo 10, que cuenta el parto de Flora y roza la perfección de estilo. Páginas en las que cada detalle cuenta y muestra. Flora tuvo a una bebé y elige llamarla Alice, como su madre. Pasa varios días internada, intercambiando chismecitos con las enfermeras. Richard, su marido, cena con su vecina Elinor, esposa de un político con aspiraciones intelectuales, que suele dejarla sola muy seguido. Flora nunca se sintió tan feliz antes, asegura.

“Meg llamó a Patrick para contarle la nueva.

-Espléndido- respondió él.- ¿Y qué tal ha ido todo para Flora?

-Estaba anestesiada.

-Siempre lo ha estado.”

(...)

“Era el día más feliz de su vida, Flora estaba maravillada. Este día en particular, entre diez mil o más días, casi todos felices, que ya había tenido. Intentó hacer la multiplicación en la cabeza y se hizo un lío”.

Elizabeth Taylor escribió doce novelas. Afortunadamente nos queda mucho por conocer.

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Juego limpio, de Tove Jansson (Cia. Naviera Ilimitada)

Juego limpio de Tove Jansson
Juego limpio de Tove Jansson

La finlandesa Tove Jansson (1914-2001) iluminó el mundo con sus ilustraciones y su literatura, es famosísima en el mundo nórdico, pero la mayoría de nosotros, lectores de habla española, no lo sabíamos. Afortunadamente, hace un par de años la editorial Cía. Naviera Ilimitada comenzó a cubrir esa falta de la mano de Cristian Kupchik, escritor, editor y gran traductor del sueco. Porque Tove Jansson era finlandesa de habla sueca.

La primera novela publicada por la editorial argentina fue El libro del verano, escrita a comienzos de los 70, que cuenta la relación de Sophia, de 6 años, huérfana de madre y con un papá presente pero que habla poco, con su una abuela muy mayor, que usa bastón. Es esa abuela en el ocaso quien le da a la nena las respuestas básicas de la vida, al tiempo que se hace ella misma sus propias preguntas, por lo que la narración es también filosofía.

“Las criaturas de Tove buscan, piensan, crean y vuelven a buscar”, explicaba Kupchik en el maravilloso prólogo de esa primera novela. Poco después, la editorial publicó La verdad increíble -publicada originalmente en 1982- un relato sobre los vínculos entre desconocidos y el alcance de la palabra honestidad, que cuenta la historia de Anna, una mujer mayor, famosa ilustradora de libros infantiles, solitaria y amable que vive en un pequeño pueblo nórdico junto al mar, generosa en su confianza, y su vínculo con Katri, una joven desconfiada que pretende tener todo bajo control.

Tove Jansson (1914-2001).
Tove Jansson (1914-2001).

Ahora es el turno de Juego limpio, publicada en su lengua original en 1989, y otra vez la humanidad y la naturaleza se presentan en una ficción como un todo y aparecen trenzadas en la historia las preguntas más profundas.

A través de textos que funcionan como parpadeos, o como diapositivas, Jansson narra la historia de Mari y Jonna, una escritora y una artista plástica de alrededor de 70 años, que comparten su vida hace décadas (”vivían cada una en el extremo opuesto de un departamento ubicado en un gran edificio cerca del puerto”) y se conocen una a la otra seguramente como nadie. Se quieren, se cuidan, se celan; disfrutan de ver películas y también de viajar juntas -a Estados Unidos, o a las islas, durante las vacaciones de verano- y aún buscan un tesoro para cualquier pareja: poder preservar cierta soledad aún en compañía.

Creativas, nostálgicas, entusiastas, estas mujeres pretenden seguir trabajando en lo suyo y, sobre todo, seguir vivas en el sentido más amplio de la palabra. Como dice Wladyslaw, un amigo de Mari llegado desde Polonia, que tiene noventa y dos años y parece poseer la receta para darle intensidad a los días que le quedan: “Perder el tesoro de la curiosidad implica, sin más, dejarse morir”.

Como humanidad, vivimos en un tiempo en el que, abrumados por una pandemia que se prolonga en el tiempo y una sobreabundancia de información, literalmente nos está faltando el aire. Una vez que se conoce la obra de Jansson, que se disfruta del tono, el clima, el modo de ver y y su preguntarse por la vida y los gestos sencillos y elementales, volver a leerla es puro regocijo. Leer sus novelas es, si se me permite la exageración, un ejercicio bastante parecido a sacar la cabeza de abajo del agua y volver a respirar.

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