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“Amancay”: la película que nació sin querer,
triunfó en el Bafici y ahora llega a Santa Fe
- El Litoral
“Amancay”: la película que nació sin querer,
triunfó en el Bafici y ahora llega a Santa Fe
Dirigida por Máximo Ciambella, obtuvo el Gran Premio del Jurado en la edición 2022 del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. Se proyectará el domingo, en el marco de la Semana del Cine, en el Museo de la Constitución. “Encontramos la materia prima en nuestras experiencias personales”, confió el cineasta.
Los personajes de “Amancay” entregan su corazón al espectador, con transparencia y cariño. Foto: Surubí Cine
Una leyenda patagónica cuenta que una joven llamada Amancay logró salvar a su enamorado al entregar su propia vida a un despiadado cóndor que diseminó su sangre por los campos, donde nacieron miles de flores, que se volvieron símbolos del amor incondicional. Aquel que regala una flor de amancay, ofrece su corazón. Ese es el gesto del que se valió Máximo Ciambella para ponerle título a su última película, que se estrenó en el marco del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici), donde ganó el Gran Premio del Jurado dentro de la competencia argentina.
Este film (que se proyectará el domingo a las 18.30 en el auditorio del Museo de la Constitución, en el marco de la Semana del Cine Independiente) muestra “a un grupo de amigos, las ventanas de los edificios a la noche, el cementerio de la Chacarita, un viaje en auto y la copa de los árboles que se mezclan con las luces de una ciudad que reniega del sueño, que insiste en quedarse despierta, como los personajes”. Lucía Aráoz De Cea, Adriano La Croce, Manuel Bersi, Rocío Barbenza, Tomás Raspall y Vera Dalla Pasqua encarnan a los personajes. “El gesto de Amancay lo vimos en la película: los personajes realmente entregan su corazón al espectador, con transparencia y cariño”, explicó Ciambella en una entrevista concedida a este medio. También dio cuenta del extenso proceso de gestación de su film.
Encuentros, disparadores y ganas
“Amancay” tiene un origen interesante: fue una película que empezó a gestarse casi sin querer ser una película, sin saber que se iba a convertir en tal cosa. “Queríamos hacer algo, pero no sabíamos bien qué. Entonces nos empezamos a juntar. El proceso natural de una película es, en general, que a alguien se le ocurre una idea, escribe un guión, consigue dinero o amigos que lo apoyen y filma ese guión o algo parecido a ese guión. Después lo edita y lo termina. En ‘Amancay’ no había un guión. Simplemente teníamos ganas de armar algo. Nos empezamos a juntar con Adriano y Lucía y comenzamos a filmar esos encuentros. Con algunas pautas, con juegos de improvisación. Así estuvimos un largo tiempo. A veces el disparador era una locación, otras era algo que nos había pasado durante la semana. Nuestra materia prima siempre fue la experiencia personal, sobre todo la de Adriano y Lucía que eran los que ponían el cuerpo delante de la cámara”, explicó Ciambella.
"En ‘Amancay’ no había un guión. Simplemente teníamos ganas de armar algo", explicó el director. Foto: Surubí Cine
Cuando contaron con una cantidad de material bastante grande, los artífices del film se sentaron para tratar de ordenarlo y dividirlo en escenas. “En ese momento sí hubo más escritura, pero no tradicional de guión. Pensamos hacia dónde podrían ir estos personajes, que historia se podía desarrollar más que otra. Cuestiones más de diseño de estructura. Una vez que sentíamos que teníamos algunas decisiones tomadas, íbamos a filmar de nuevo. Eso sucedió varias veces a lo largo de los años. Se generaba una cosa medio dialéctica: cada vez que salíamos se modificaba lo que teníamos previamente y también el plan inicial. Lo cual nos llevaba a nuevas decisiones. Por eso el proceso fue tan largo”, añadió el director.
Cuando contaron con una cantidad de material bastante grande, se sentaron para tratar de ordenarlo y dividirlo en escenas. Foto: Surubí Cine
La ciudad en blanco y negro
Aunque fue rodada en Buenos Aires, no es esa ciudad la que se convierte en un personaje más, sino más bien una idea de ciudad. “No se ve nada reconocible, por lo cual podría ser Buenos Aires o cualquier ciudad del mundo. Es una ciudad desfigurada que se creó para la película, pero funciona como una especie de escenario que intensifica el tono de la película. Como si la incertidumbre estuviera potenciada por esta ciudad”, afirmó Máximo.
El hecho de que la fotografía de “Amancay” sea en blanco y negro, curiosamente, apareció casi al final. “Tuvo que ver con que la película está hecha de momentos muy cotidianos, filmados de una manera cercana. Sentíamos que para que eso terminara de construirse como un factor de interés para un espectador que no fuéramos nosotros, tenía que alejarse de nosotros. Ahí apareció la idea de sumar una capa de artificio y convertirla en blanco y negro”.