La princesa Michael de Kent, de madre de las polémicas a madrina de boda

El enlace de su hija, lady Gabriella Windsor, es la excusa no necesaria para hablar de uno de los miembros más interesantes de la familia real británica.
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A cuenta de sus polémicas, la princesa Michael de Kent, esposa de uno de los primos de la reina Isabel II, el príncipe de Kent, ha sido siempre un filón para los tabloides británicos. La última la protagonizó al aparecer con un moretto o blackamoor –un broche con una cabeza de una persona de piel negra– en la cena en la que Meghan Markle fue presentada a la familia real, aunque ha habido otras igual de sonadas. Como cuando durante una cena en un restaurante de Nueva York, la princesa le dijo a un grupo de comensales negros que “volvieran a las colonias”. El 18 de mayo, su presencia en la prensa será más benéfica: se casa en el castillo de Windsor su hija, lady Gabriella Windsor. Sin embargo, cualquier ocasión es buena para hablar de uno de los miembros más interesantes de la familia real británica.

Es interesante desde la cuna: nació como baronesa María Cristina von Reibnitz el 15 de junio de 1945 en Karlsbad, una ciudad balneario de la República Checa, y aunque es princesa por su matrimonio con Michael de Kent, es verdad eso que dijo en una ocasión de que “por mis venas corría más sangre real que por las de cualquier otra persona que se había casado con la familia real británica desde Felipe de Edimburgo”. Esa sangre real de la princesa Michael, en efecto, le viene de su abuela materna, la princesa Hedwig von Windisch-Graetz, un parentesco que le relaciona con algunas de las grandes familias reales europeas.

De su árbol genealógico, no obstante, ha recibido también algún un disgusto. En 1985, un historiador que estaba escribiendo un libro sobre la familia real británica descubrió que el padre de la princesa Miguel de Kent había sido miembro de las SS de Hitler. Tal vez por eso su madre se divorció de él en 1946, llevándose a su hija a vivir a Australia. Allí, la futura princesa estudiaría en un colegio católico de Sidney mientras su madre atendía el salón de belleza que abrió para ganarse la vida. Con el tiempo, la entonces baronesa María Cristina viviría también en Viena y en Londres, donde tomaría clases de artes decorativas en el Museo Victoria & Albert y abriría su propio estudio de diseño de interiores, Szapar Designs. Luego estudiaría Historia y escribiría varios libros de ficción y ensayo.

Su catolicismo fue uno de los obstáculos que estuvieron a punto de impedir su matrimonio con el príncipe Michael, ya que desde 1701 una ley británica castiga a cualquier miembro de la familia real británica que se case con un católico con la périda de sus derechos sucesorios. Sin embargo, el príncipe no dudó en renunciar al 15º puesto en la línea de sucesión al trono que ocupaba por aquel entonces. El otro impedimento lo salvó la baronesa. En 1971, se había casado con un banquero británico, Thomas Troubridge, y aunque cuando conoció al príncipe estaba divorciada, pesaba todavía en la casa real británica el recuerdo de Wallis Simpson y la baroncesa tuvo que conseguir del Papa la nulidad de su matrimonio.

Finalmente, los novios se casaron el 30 de junio de 1978 en una boda civil oficiada en Viena. Juntos tuvieron dos hijos: lord Frederick Windsor, padre de dos hijos, y lady Gabriella.

Cabe por último explicar que si hablamos de la princesa Michael de Kent y no de la princesa María Cristina es porque en Reino Unido las mujeres que reciben este título por matrimonio lo toman en femenino pero seguido del nombre su esposo. Solo las hijas y nietas de la Reina de Inglaterra, como sucede con la princesa Ana o la princesa Eugenia, son princesas por derecho propio y conservan su nombre ligado a este título. Así, de no haber sido nombrado duque de Cambridge el príncipe Guillermo, Kate sería por ejemplo la princesa Guillermo.