Jeremy Renner tensa el arco y sostiene la flecha con la punta de sus dedos. Es decir, el actor que interpretó a un junkie desactivador bombas en Vivir al límite (Kathryn Bigelow; 2008) –papel por el que fue nominado al Oscar- y al guerrero de la troupe de los Avengers en seis largometrajes, se enfrenta a un problema con las armas que lo volvieron un póster. La escena de Mayor of Kingstown (el domingo tuvo su estreno por Paramount+) juega adentro y fuera de lo que propone la ficción con un guiño efectivo pero insuficiente para describir el trance de Mike McLusky. En la mira tiene a un oso, y en sus espaldas sobrelleva todo el peso de un thriller y drama familiar. “Me encantó interpretar este rol, es un auténtico jodido”, le dice al protagonista a Página/12 en una conferencia de prensa vía Zoom.

A comienzo de la serie su personaje no es el hombre del título sino el brazo derecho de quien ostenta ese cargo. Su familia, al igual que el resto de los habitantes viven directa o indirectamente de lo mismo: el sistema penitenciario. “Son siete prisiones en un radio de diecisiete kilómetros. Veinte mil almas perdidas sin esperanza, sin futuro, y soy su vínculo con un mundo que no las quiere”, explica el protagonista en el primer episodio. Su hermano mayor es Mitch (Kyle Chandler de Bloodline), el auténtico “mayor”. Título glamoroso para un trabajo sucio que requiere servir de intermediario entre el afuera y el adentro. Los McLuskys, incluido el oficial de policía y benjamín de Kyle (Taylor Handley), mantienen el equilibro entre las diversas pandillas en cada barrio, hacen recados por lo bajo, ayudan a los guardias, siempre y cuando haya una comisión. Por motivos inesperados, al final del piloto, Mike tendrá que reordenar este ecosistema muy parecido a una ciénaga.

Taylor Sheridan, el creador de Mayor of Kingstown, es una figura clave de la industria audiovisual de los últimos años por su labor como guionista en largometrajes como Sin nada que perder (David Mackenzie; 2016), Sicario (Denis Villeneuve; 2015) y por su tarea como showrunner de Yellowstone (Paramount + recientemente dispuso la cuarta temporada de esta exitosa serie que tendrá dos spinoffs). Habría que sumar su segundo largometraje como director, Viento salvaje (2017), que contó con el protagónico del propio Renner. Aquí se mantiene el tono áspero y las normas del neo noir que profesa el realizador, aunque cambie del escenario. 

La lente, como sucediera recientemente en otras producciones recientes como American Rust y Mare of Easttown, se adentran en el “cinturón de óxido” estadounidense. Ergo, además del crimen se imponen la toxicidad social y un horizonte funesto. “Este es un gran ejemplo de lo que ofrece Taylor Sheridan y tiene sentido que así sea. Es una ciudad ficticia basada en tres ciudades que viven de las prisiones. Las prisiones están afuera de las ciudades, obviamente, pero en este caso se forman las ciudades alrededor de ellas. Los guardias tienen que dormir en algún lugar. Estos lugares existen. Esas relaciones existen. Hay mucha verdad en este entorno ficticio porque el negocio y sistema de encarcelamiento existen y son algo real”, destaca Renner.

La idea para el programa surgió de unas charlas entre el showrunner con Hugh Dillon, uno de sus actores fetiche. “Me crie en Canadá en una ciudad rodeada por nueve cárceles. Así que siempre supe que tenía que contar esta historia, darle forma a todo lo que viví en mi infancia, y Taylor se sintió interesado. Él viene de un lugar parecido en Texas. Así que juntos creamos esta ficción luego de un montón de discusiones intensas”, explica Dillon, que aquí interpreta a un oficial acostumbrado a nadar en la podredumbre del lugar. Mayor of Kingstown tiene, según su cocreador, mucho de homenaje a iconos como Clint Eastwood y Steve McQueen, su pasión por la música y el interés en el mundo del hampa, pero con las claves del Sheridan. “Se hiperfocaliza en la especificidad de los lugares, en los personajes, no tiene problema en contar historias que son incómodas o sobre gente incómoda. Es una fuerza de la naturaleza. Creamos un mundo con sus propias bases pero que son reconocibles. Es como un arenero. Taylor Sheridan empaqueta estos personajes que tienen muchísima profundidad y se mueven en ese entorno. La autenticidad es lo que se traslada a la pantalla, pega en la audiencia y seduce a gente como Jeremy Renner”, afirma.

De regreso al protagonista: es un mes movido para el californiano, puesto que además de este estreno a fin de noviembre se lo podrá ver en Hawkeye. La serie de Disney + marcará su última participación en el universo Marvel como Clint Barton, pasándole el fuego, el arco y las flechas a una protegida. ¿Queda algo del hosco Rōnin en Mayor of Kingstown? “Su sentido de la justicia puede ser un poco extraño. Los dos personajes buscan la paz, ¿no? Es paz e intentar no crear caos. Creo que esa línea aparece claramente en estos dos programas”, acusa el hombre de 50 años.

-Durante la década pasada te destacaste en el cine, en muy poco tiempo protagonizás dos series de alto rango. ¿Qué te llevó a este cambio de medio?

-Nada de esto es televisión en los términos que estábamos acostumbrados cuando éramos chicos. Esto es una narración de una historia prolongada y en términos cinemáticos. No hay ninguna sensación episódica en los dos programas. Uno es una película de seis horas y este es de diez horas. Lo interesante de esto es el tiempo que te brinda para desarrollar la trama y los personajes. Podés bucear mucho más. En lo referido a Hawkeye, me atrajo justamente ese aspecto: no sabemos nada de este tipo y en vez de hacerlo de una manera excitante en un largometraje de dos horas, le damos más desarrollo a la historia que se esconde por detrás. Creo que es una manera bastante inteligente de conectar con la audiencia, en cuanto a la construcción de roles y narrativa.

-Mayor of Kingstown es parte de una ola de producciones televisivas estadounidenses de corte realista. ¿A qué se debe esta atracción?

-No lo sé, en verdad. No quiero comparar con otras series porque sería inapropiado -además no he visto todo lo que se emite-, pero a mí me recuerda a los largometrajes que crecí viendo en mi infancia. Thrillers como Contacto en Francia, sosas viscerales con las que te sentís involucrados. Son hombres comunes en circunstancias extraordinarias. Es ese tipo de historias y retratos.

-La serie lidia con temáticas como racismo, corrupción y sobre todo una sociedad podrida. ¿Cómo se siente ser un héroe y luego ser parte de este mundo con problemas sistémicos?

-Son diferentes series, diferentes plataformas, diferentes búsquedas para contar algo. Este es uno de esos programas que te arrastra y te arrastra. No quiero usar términos como oscuro y pesado, porque aquí está anclado sobre algo más real. La realidad acá pasa por una comunidad cuya economía se basa en una cosa puntual: encarcelar gente. Es un negocio estar afuera o adentro de la prisión. O trabajás en el sistema carcelario o esperás a alguien que salga de allí. Es un ambiente desolado y lo que nos fascina es saber cómo es su funcionamiento. Es verdad que hoy hay varios programas que nos muestran esta marcha y, definitivamente, es un fondo muy rico para contar una historia. Taylor Sheridan sabe hacerlo de manera magistral.

-Kyle Chandler interpreta a su hermano: eso ya es indicativo de que algo jodido va a pasar. Dianne Wiest encarna a su madre. El tercer hermano es un policía. ¿Podría describir la dinámica familiar de Mayor of Kingstown?

-Esa es la otra gran parte de esta serie y que lo expande: el corazón de esta familia. Hay una unión muy fuerte, están apegados y son complicados como muchas familias. Y además está el hecho de que han vivido del sistema criminal. Es un punto de vista clásico en el sentido ficcional (se ríe). No es como la mayoría de las familias, o como la mía, en la que somos muy expresivos y andamos a los abrazos. Pero ellos expresan su amor de otra manera. La madre es tremenda y es entendible puesto que Dianne Wiest es una actriz excepcional.

-¿Mike es un tipo que se mueve por códigos fuertes pero puede ser descrito como una víctima?

-Es alguien con orgullo. Debería ser un pacificador, alguien que resuelve problemas, ser el lubricante de la ingeniería sobre la que se asienta el pueblo; el tema es que su necesidad es absolutamente egoísta. Proviene de un ambiente singular. Y todos somos productos de un ambiente, pero eso no te convierte en víctima, especialmente si ocupás un rango de poder. Él podría hacer cambios, su lucha es esa. Se crio ahí, conoce a todos y al negocio, el punto es que no puede escapar de ese círculo vicioso. Está atrapado como lo están los presos, los carceleros, los detectives o quien sea. Ser un intendente en ese espacio te convierte en alguien que debe mantener la tranquilidad. En todo caso es un victimario, pero no es una víctima.

-¿Cree que Taylor Sheridan está formando un universo ficcional? ¿O aquí a diferencia de Yellowstone hay una veta más realosta?

-Taylor Sheridan es un guionista increíble. Tenemos cierta conexión previa y me sumé sin haber leído una sola línea. Sus historias de violencia son descritas de una manera muy bella y agresiva, y la misma moneda tiene otro lado muy delicado, sensible y poético. Los diálogos, la temática, todo tiene un propósito y no se siente engordado propósito. Con todo esto, la verdad de lo real se cae de maduro.