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El padre de Maximiliano

Por Otto Schober

Hace 1 año

Durante lo que queda de este mes e inicio del próximo, les presentaremos diferentes tópicos sobre la vida de Maximiliano de Habsburgo, de quien la historia oficial mantiene del lado negativo, nosotros presentaremos su lado desconocido y le demos el lugar que merece en la historia de México. “Los padres de Fernando Maximiliano José de Habsburgo, que nació en 1832, fueron Francisco Carlos José, archiduque de Austria y su esposa, la archiduquesa Sofía de Baviera. Su padre era un hombre sin ambición y alejado de los asuntos políticos, a quién apodaban “El benévolo”, todo lo contrario de su esposa Sofía, conocida por su ambición política y por hacer todo lo que estuviera a su alcance para asegurar al trono para su hijo mayor, Francisco José. 

Cuando lo consiguió, se convirtió durante muchos años en el poder detrás del trono, hasta la muerte de Maximiliano. Fue muy famosa la relación que Sofía, tuvo con su primo Napoleón II, hijo de Napoleón Bonaparte, quién nunca se casó y no se le conocieron hijos, la única mujer que hubo en su vida fue Sofía, apenas 6 años mayor que él, durante el verano de 1831 se vieron con exagerada frecuencia y eran muy conocidos los rumores de su amorío. En el palacio de verano de Schönbrunn, sus habitaciones estaban en el piso inmediato, arriba de las de ella, en donde él podía utilizar una pequeña escalera para bajar a sus habitaciones sin que los sirvientes se dieran cuenta. 

Cuando la corte regresó al palacio de Viena el invierno inmediato, Sofía regresó embarazada y siempre se dudó si el padre de su segundo hijo fue su esposo Francisco Carlos que estaba en Viena o de Napoleón II que disfrutó el verano con ella en Schönbrunn. Por lo que los historiadores consideran altamente probable que este último sea el verdadero padre de Maximiliano. Por cierto, mientras Sofía daba a luz a Maximiliano, en la habitación contigua, Napoleón II, a quien le habían dado el título de duque de Reichstadt yacía en su lecho de muerte, muriendo 16 días después de tuberculosis. 

De entre los documentos secretos dejados por el entonces primer ministro austriaco Metternich en su muerte en 1859, estaba una carta secreta del emperador de Francia Napoleón III, la cual establecía que Maximiliano tenía sangre napoleónica en sus venas y por otra parte, se afirma que la archiduquesa Sofía confesó lo mismo a un sacerdote. Independientemente de esto, no existe otro documento que determine el grado de intimidad que tuvo Sofía y Napoleón II, no hubo correspondencia entre ambos, que, aunque eran conocidos los rumores de sus amoríos, ni el archiduque Francisco Carlos ni la archiduquesa Sofía se preocuparon por desmentirlos. 

Sofía estuvo hasta el último momento de su vida con Napoleón II, quien, en su lecho de muerte, siempre reclamó su presencia.” (Extractado del libro “Tras las Huellas de un desconocido” de Konrad Ratz).

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