Maximiliano, el soñador austriaco que murió como emperador de México

Maximiliano, el soñador austriaco que murió como emperador de México

Historia

El libro ‘El último emperador de México’ retrata la increíble y fallida aventura del monarca en el contexto de la lucha geopolítica entre Europa y EE.UU.

Maximiliano

Maximiliano de México, hermano del emperador de Austria

ÁTICO

Consciente de cómo se debía comportar un Habsburgo, de joven, Maximiliano llevaba consigo una tarjeta con veintisiete aforismos para alentar la buena conducta, entre ellos “Take it coolly” (tómatelo con calma, escrito en inglés), “sé amable con todo el mundo” y “nada dura para siempre”. En su caso, duró poco. Su mayor sueño, el que le haría resarcirse de las humillaciones de su conservador hermano mayor, el emperador Francisco José de Austria, y emular las gestas de los Habsburgo, duró tres vertiginosos años que por obra y gracia de Napoleón III le llevaron en 1864 a convertirse también en emperador... pero de México.

Un sueño que, si hoy aparece como delirante, entonces formaba parte de la lucha geopolítica entre la decadente vieja Europa monárquica amenazada por revoluciones y el ascendente Estados Unidos republicano de la doctrina Monroe: América para los americanos, o sea, para unos EE.UU. que muchos creían que se querían quedar con buena parte del continente tras conquistar medio México –desde Nuevo México a California– con una guerra ilegal.

“Sus enemigos dicen que Prim también quería ser emperador y, cuando lo vio imposible, se retiró”

Un sueño en todo caso que para el carismático, ilustrado y contradictorio Maximiliano acabó de la peor manera. Gobernador de la provincia austriaca de Lombardía-Venecia –de la que le defenestró su hermano, que temía su popularidad– y habiendo rechazado el trono de Grecia porque ya se lo habían ofrecido a otros y porque México era más importante y allí podría demostrar su valía real, moriría fusilado con 34 años y su mujer, Carlota, hija de Leopoldo de Bélgica, y decisiva para su marido, acabó loca, creyendo que todos la querían envenenar.

'La ejecución del emperador Maximiliano', por Manet

'La ejecución del emperador Maximiliano', por Manet

Ático de los Libros

Un fusilamiento retratado en un cuadro de Manet en el que la traición francesa final a Maximiliano se traduce en que el hombre que va a dar el golpe de gracia al fracasado emperador tiene rasgos de Napoleón III, sobrino de Bonaparte que llegó a la presidencia de la República Francesa por las urnas. Pero que, tras cuatro años de popular gobierno, dio un golpe de Estado y se proclamó emperador durante 18 más –“quería casar el orden y la seguridad que trajo su tío con la democracia de masas, en cierto modo era un populista”, dice el historiador británico Edward Shawcross, que publica el fascinante estudio El último emperador de México ( Ático de los Libros). En esos años, Napoleón III llevó a cabo una aventura colonial ingente. De Indochina a la brutal conquista de Argelia. En México quiso una extensión de bajo coste, mantenida por unos miles de tropas que tendría que pagar el propio gobierno de Maximiliano.

Los conservadores mexicanos buscaron ayuda europea ante el miedo de ser devorados por EE.UU.

Shawcross compara la operación de Napoleón III, respaldada por los conservadores mexicanos, a lo que intentaría luego EE.UU. en Irak o Afganistán: “Un cambio de régimen donde se ganaran los corazones y las mentes del pueblo, solo que, en vez de convertir una dictadura en una democracia, cambiaban una república por una monarquía”. Una operación, dice, en la que existió la posibilidad de que Maximiliano se consolidara en el poder, pero todo salió mal desde el principio.

Retrato de la archiduquesa Carlota con vestido de Brianza (1857), por Jean François Portaels

Retrato de la archiduquesa Carlota con vestido de Brianza (1857), por Jean François Portaels

Ático de los Libros

El contexto: EE.UU. se ha quedado con medio México; el país vive una violencia política constante que desemboca en una guerra civil que los conservadores pierden contra los liberales de Benito Juárez; los conservadores temen a EE.UU. y buscan ayuda en Europa para volver a ser una monarquía, que es como comenzó el país tras la independencia –trono que Shawcross recuerda que se le ofreció a Fernando VII, “pero no fue el monarca más inteligente del XIX”–, aunque en apenas un año llegaría la república. Los conservadores, dice el historiador, recuerdan que tanto con los aztecas como con los españoles el país fue una monarquía, y creen que con otra “todos los problemas se resolverían mágicamente, como con el Brexit” y el país seguiría siendo independiente.

Napoleón III vio una oportunidad en la guerra de Secesión de EE.UU. y envió sus tropas a tomar México

Así que buscan ayuda en Europa, prometiéndoles que serán acogidos con fervor y viendo el mal menor en tener, dice Shawcross, una fuerza de ocupación francesa y un gobernante extranjero. La oportunidad aparece con la guerra de Secesión en EE.UU., pero no será, dice, bien aprovechada: el ejército que se monta para ir a México entre Gran Bretaña, España y Francia con el fin de cobrar deudas –en la mente francesa, para tomar el país– tarda mucho en controlar la capital. La fuerza española, la mayor, comandada por Prim, no intervendrá –“ve que el plan puede acabar en desastre y no involucra a España; sus enemigos dicen que quería ser emperador y, cuando lo vio imposible, se retiró”– y los franceses son derrotados en Puebla. Será un año decisivo de retraso.

El cadáver embalsamado de Maximiliano I de México

El cadáver embalsamado de Maximiliano I de México

Ático de los Libros

Maximiliano I de México al llegar a su nuevo país, totalmente desconocido para él, tomará medidas liberales, con educación primaria, descansos en el trabajo o decretos en náhuatl, pero todo queda en el papel, porque nunca se concentra en arreglar las finanzas ni logra derrotar totalmente a Juárez, y acabada la guerra civil de EE.UU. mucho antes de lo que esperaba, “a finales de 1865 los estadounidenses dan básicamente un ultimátum a Napoleón III para sacar sus tropas de México”. Acosado también por las deudas de la ruinosa empresa, lo hará. Juárez derrotará a Maximiliano y, pese a las peticiones de clemencia hasta de Garibaldi, lo ejecutará.

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