Biografia de Martin Heidegger

Martin Heidegger

(Messkirch, Alemania, 1889 - Todtnauhaberg, actual Alemania, 1976) Fil�sofo alem�n. Disc�pulo de Edmund Husserl, su indiscutible preminencia dentro de la filosof�a continental se ha visto marcada siempre por la pol�mica, sobre todo la de su adhesi�n al r�gimen nacionalsocialista, manifestada en el discurso que pronunci� en la toma de posesi�n de la c�tedra en la Universidad de Friburgo (1933).


Martin Heidegger

La renuncia a la c�tedra muy poco despu�s de ocuparla no evit� que en 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial con la ocupación de Alemania por los aliados, fuera destituido como docente en Friburgo. S�lo en el a�o 1952 se reincorpor�, si bien su actividad acad�mica fue ya mucho menos constante. Aunque recibi� de algunos de sus disc�pulos, como Herbert Marcuse, la sugerencia insistente de que se retractara p�blicamente de su discurso de 1933, el fil�sofo desestim� el consejo y nunca quiso dar explicaciones.

Si bien para algunos es imposible abordar su obra sin reservas, la mayor�a de fil�sofos y estudiosos actuales prefieren tomar el trabajo de Heidegger en su sentido estrictamente filos�fico, que no resulta menos controvertido. Desde la filosof�a anal�tica, su obra ha sido criticada con dureza, sobre todo por Rudolf Carnap. Pero el pensamiento heideggeriano tambi�n ha suscitado adhesiones entusiastas: as�, la filosof�a francesa de las d�cadas de 1960 y 1970 (Jacques Derrida, Emmanuel Levinas, Paul Ricoeur) admir� la capacidad de precisi�n de su lenguaje, as� como su aportaci�n al discurso human�stico.

La obra de Heidegger suele entenderse como separada en dos per�odos distintos. El primero viene marcado por Ser y tiempo, obra que, pese a quedar incompleta, plantea buena parte de las ideas centrales de todo su pensamiento. En ella, el autor parte del presupuesto de que la tarea de la filosof�a consiste en determinar plena y completamente el sentido del ser, no de los entes, entendiendo por �ser�, en general, aquello que instala y mantiene a los entes concretos en la existencia, aunque la definición de este concepto ocupa toda la obra del autor, y es en cierto sentido imposible.

En la comprensi�n heideggeriana, el hombre es el ente privilegiado al que interrogar por el ser, pues s�lo a �l �le va� su propio ser, es decir, mantiene una espec�fica relaci�n de reconocimiento con �l. La forma espec�fica de ser que corresponde al hombre es el �Ser-ah�� (Dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al �ser-ah�� como �Ser-en-el-mundo�. La distinci�n de la filosof�a moderna, desde Descartes, entre un sujeto encerrado en s� mismo que se enfrenta a un mundo totalmente ajeno es inconsistente para Heidegger: el ser del hombre se define por su relaci�n con el mundo, que es adem�s pr�ctica (�ser a-la-mano�) antes que te�rica (�ser ante-los-ojos�).

Estas categor�as le sirven para comprender por d�nde pasa la diferencia entre una vida aut�ntica, que reconozca el car�cter de �ca�da� que tiene la existencia, es decir, la imposibilidad de dominar su fundamento (el ser), y una vida inaut�ntica o enajenada, que olvide el ser en nombre de los entes concretos. La dimensi�n temporal del ser, en cuanto proyecto del �ser-ah�� y enfrentamiento a la muerte (el ser-ah� es tambi�n �ser-para-la-muerte�), ser�a el otro gran olvido de la filosof�a cl�sica. El esfuerzo de Heidegger por pensar el ser como relaci�n de los entes en el tiempo est� en la base del posterior movimiento hermen�utico.

En la segunda etapa de su pensamiento, el fil�sofo estudia la historia de la metaf�sica desde Platón como proceso de olvido del ser, y como ca�da inevitable en el nihilismo (cuando se piensa el ente tan s�lo, �ste termina por aparecer vac�o). En sus �ltimas obras, realiza un acercamiento al arte como lugar privilegiado donde se hace presente el ser. Para Heidegger, se hace tambi�n necesario rehabilitar los saberes te�rico-human�sticos, a fin de mostrar que lo que constituye a todo hombre en cuanto tal no es su capacidad material de alterar el entorno, sino la posibilidad que tiene de hacer el mundo habitable: el hombre debe comprender que no es �el se�or del ente sino el pastor del ser� y que �el lenguaje es la casa del ser�. Antes que la t�cnica, el lenguaje, y en general la conciencia (la capacidad de interrogarse del Dasein), son los dos elementos que constituyen al hombre en cuanto existente o, lo que es lo mismo, en cuanto hombre.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].