Marta de Noruega, la princesa "refugiada" que enamoró al presidente de Estados Unidos

La vida de la madre del actual rey de Noruega y su papel en la Segunda Guerra Mundial es objeto de una serie de televisión noruega al estilo de 'The Crown'. Una serie que ha generado casi tanto debate en el país como la producción de Netflix.

Los príncipes herederos Olaf y Marta de Noruega en su visita a la Casa Blanca de 1939

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El noviazgo de la princesa Marta Luisa con el chamán californiano Durek Verret tiene tintes de culebrón, pero no es ella la princesa noruega que ha dado este año el salto a la pequeña pantalla. La historia que cuenta Atlantic Crossing, una especie de versión patria de The Crown producida por la cadena pública de Noruega, es la de la princesa Marta, madre del actual monarca noruego, Harald V, y abuela por tanto de Marta Luisa, a quien el rey bautizó con este nombre precisamente en su honor. Resulta además que, al igual que su nieta, también ella fue protagonista de un romance transatlántico, o al menos esa es la sugerencia que hace la serie y que se discute en Noruega.

Estrenada el pasado mes de octubre, la serie se centra en la vida de la princesa Marta durante la Segunda Guerra Mundial y en el papel que desempeñó para combatir a la Alemania nazi.

Tras la invasión de Noruega por parte de los nazis en 1940, la princesa se vio obligada a abandonar el país junto a sus tres hijos, entre ellos el actual monarca, para refugiarse en Suecia, donde había vivido hasta su boda en 1929 con el príncipe Olaf, por entonces heredero del trono de Noruega.

La princesa Marta era nieta de Oscar II de Suecia y sobrina del monarca de ese momento, Gustavo V, pero lo cierto es que no fue bien acogida en su país natal, donde su presencia comprometía la neutralidad que Suecia había asumido frente a los nazis. Finalmente, la princesa se llevó a sus hijos a Estados Unidos, país al que había sido invitada por el propio presidente Franklin D. Roosevelt, buen amigo tanto ella como del príncipe Olaf desde que se conocieron durante una visita oficial en 1939.

La princesa Marta y sus hijos se instalaron en la Casa Blanca mientras el príncipe heredero Olaf y su padre, el rey Haakon VII, se trasladaron a Londres junto al gobierno del exilio de su país. Fue entonces cuando, según relata la serie, la relación de la princesa noruega y el presidente estadounidense se estrechó y adquirió una naturaleza romántica que cambiaría el curso de la historia contemporánea: mientras que cualquier libro de historia atribuye a Winston Churchill el mérito de haber convencido a Roosevelt para que Estados Unidos combatiera a los nazis, los episodios de Atlantic Crossing relatan que en realidad fue la princesa Marta quien consiguió tal cosa.

“En sus encuentros con el presidente Roosevelt, la princesa sabía introducir temas sobre los que quería que él se posicionara y, al final de la conversación, hacerle creer que fue idea suya”, explicaba Alexander Eik, director de la serie, durante una de las presentaciones de Atlantic Crossing. “No es de extrañar que el presidente Roosevelt se enamorara perdidamente de ella. Durante la guerra, probablemente no hubiera otra persona con la que el presidente pasara tanto tiempo fuera del trabajo que la princesa”.

Sofia Helin y Kyle Maclachlan como la princesa Marta y el presidente Roosevelt en "Atlantic Crossing"

Beta Film

Al margen de que la serie exagere la importancia del papel que jugó la princesa Marta en la Segunda Guerra Mundial, sí hay argumentos para defender que el presidente de Estados Unidos estuvo enamorado de ella. Así lo apuntaba el propio hijo del presidente, James Roosevelt, para quien “no hay duda de que Marta fue una figura importante en la vida de mi padre durante la guerra”.

“La posibilidad de que entre el presidente y la princesa surgiera un romance es real”, añadía el hijo de Roosevelt. Del mismo parecer era el escritor Roald Dahl, autor de Charlie y la fábrica mundial y cercano al presidente. En una ocasión, dijo que a éste le gustaría "acostarse con la princesa Marta".

La princesa y sus tres hijos permanecieron en Estados Unidos hasta su triunfal regreso a Noruega en 1945, donde acabada ya la guerra fue recibida por el pueblo noruego como una verdadera heroína. La alegría de estar de vuelta, sin embargo, no duró mucho. En 1957, el príncipe Olaf fue coronado rey, pero para entonces su consorte ya no le acompañaba. La princesa Marta había fallecido en 1954, enferma de un cáncer que dejó a Noruega sin una reina hasta los tiempos de Sonia, la esposa de Harald V.