Ana de Inglaterra, una aventura extramatrimonial con su guardaespaldas y una expareja despechada | Gente | EL PAÍS
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Ana de Inglaterra, una aventura extramatrimonial con su guardaespaldas y una expareja despechada

La serie ‘The Crown’ devuelve a la actualidad la relación que la hija de Isabel II tuvo con Peter Cross cuando estaba casada con su primer marido, el jinete Mark Philips

File photo dated 30/05/73 of La princesa Ana y el capitán Mark Philips el 30 de mayo de 1973 tras el anuncio de su compromiso.
File photo dated 30/05/73 of La princesa Ana y el capitán Mark Philips el 30 de mayo de 1973 tras el anuncio de su compromiso.PA (GTRES)

La nueva temporada de la serie The Crown se está convirtiendo en una trituradora para la familia real británica. Escándalos pequeños y grandes que se creían olvidados han vuelto a la pequeña pantalla con su aliño de ficción y sus dosis de realidad. Algunos de los episodios más controvertidos de la vida personal de los miembros de la más ilustre familia inglesa vuelven a estar en boca de los británicos y son escuchados por primera vez por las generaciones más jóvenes.

Tras las vicisitudes del famosos triángulo formado por la princesa Diana, el príncipe Carlos y Camila Parker Bowles, le llega el turno a Ana de Inglaterra. La única hija de la longeva Isabel II cumplió en agosto 70 años convertida en uno de los miembros más valorados de su familia, una consideración ganada a pulso a base de trabajo. La segunda de los descendientes de la reina británica y su esposo, el príncipe Felipe, lleva contabilizados más de 20.000 compromisos oficiales en su dilatada agenda de actos y desde hace años se ha convertido en una mujer templada que los británicos ven como un apoyo fundamental de su madre tras la retirada de su esposo de sus funciones oficiales.

“Se trata de servir”, resumió en una ocasión sobre sus visitas a los tres centenares de organizaciones benéficas que preside o los viajes a destinos remotos que ha realizado en nombre de la Corona. Sin embargo, esta mujer de imagen serena y a veces demasiado anodina también tuvo momentos controvertidos en su juventud y uno de ellos ha regresado desde el pasado de la mano de la exitosa serie de Netflix.

Se trata de su romance secreto con Peter Cross que fue su guardaespaldas, además de su amante, cuando ella estaba casada con el jinete Mark Philips y él con Linda, quien había sido su novia desde la juventud. La historia en la ficción se centra en una escena protagonizada por la reina, interpretada por la actriz Oliva Colman, y su hija, a quien da vida Erin Doherty. La monarca le pregunta sobre los rumores que la relacionan con su guardaespaldas y la princesa Ana, al enterarse de que va a ser trasladado de su puesto, le suplica: “No me hagas eso. No puedes. Él es el único que me hace feliz”.

Que esa escena tuviera lugar en la vida real está por demostrar, pero sí se da por cierta la relación extramatrimonial de Ana de Inglaterra, entre otras cosas porque fue confesada por el otro implicado, Peter Cross, hace más de tres décadas, cuando vendió su historia al News of The World en el verano de 1985. Según él para “vengarse de aquellos que se aliaron tan injustamente después de que nuestra amistad [en referencia a la princesa Ana] fuera traicionada. Contar mi historia ayudará a lograrlo”, dijo entonces. Ahora una antigua pareja de Cross, Gillian Nicholls, ha proporcionado detalles de aquella historia al tabloide Daily Mail: “Su romance con ella eclipsó nuestra relación. Siempre se sintió como si ella estuviera allí, entre nosotros”, ha explicado Nicholls. La mujer también ha confirmado que la relación entre la princesa y el sargento Cross, que actualmente tiene 72 años, se remonta a 1979, cuando fue asignado al escuadrón que se encarga de la protección real. En otoño de ese año comenzó a encargarse de proteger a la princesa Ana que llevaba casada seis años con Mark Phillips y ya había tenido a su hijo Peter, que entonces tenía dos años.

Desde la izquierda, Carlos de Inglaterra, Isabel II, la princesa Ana y su esposo Timothy Lawrence en un acto en Escocia en septiembre de 2018.
Desde la izquierda, Carlos de Inglaterra, Isabel II, la princesa Ana y su esposo Timothy Lawrence en un acto en Escocia en septiembre de 2018.Andrew Milligan (GTRES)

Su relación, según contó él mismo, fue “muy afectuosa. Nos convertimos en cercanos porque creo que la princesa apreciaba mi punto de vista sobre la vida. Siempre fui sensato y hablé francamente con ella”. Según su relato la princesa le confesó que le hubiera encantando “ser un ama de casa corriente y vivir en una casa de clase media con sus hijos”. La llamaba señora en público y solo utilizó su nombre de pila cuando abandonó su puesto y continuaron con su relación. Sus encuentros íntimos tenían lugar en una cabaña vacía que había en la casa de campo de la princesa, en su apartamento del palacio de Buckingham y, a veces, en una casa en Ewell (Surrey) que les prestaba un amigo.

El guardaespaldas se vio obligado a abandonar su cargo tras un enfado del esposo de la princesa Ana, molesto por la excesiva familiaridad que existía entre ellos. Ocurrió en 1980, pero para las Navidades de ese mismo año la princesa se volvió a poner en contacto con él a través de personal de palacio y le pidió su teléfono. Poco después fue convocado a Gatcombe Park, la casa de campo de Ana de Inglaterra, donde estuvieron charlando y volvieron a besarse. Ese día la hija de Isabel II le dijo: “Si alguna vez te apetece un día de campo, sabes que eres muy bienvenido”. Y desde aquel momento, la frase “un día de campo”, se convirtió en el código secreto para concertar sus furtivos encuentros, que se prolongaron durante un tiempo mientras él estaba casado con su primera esposa, Linda, y probablemente durante alguno de los años en los que convivió con Gillian Nicholls, a quien conoció en el trabajo.

Nicholls afirma que él no le reveló nada sobre su relación con la princesa, pero que Ana de Inglaterra llamaba a la oficina casi a diario y ella era la encargada de pasarle las llamadas. “La reconocí de inmediato. A él no le sorprendió en absoluto y me dijo que había trabajado para ella y le llamaba de vez en cuando”, cuenta ahora Gillian Nicholls. Ella es quien también desvela que la princesa se identificaba como “señora Wallis”, el mismo nombre de la esposa del duque de Windsor, Wallis Simpson, por cuyo amor Eduardo VIII renunció al trono.

La princesa Ana se divorció de Mark Philips en 1992 y se casó con el comandante Tim Laurence en diciembre de ese mismo año, aunque su relación se cree que era mucho más antigua. El sargento Cross se casó, seis semanas después de dejar a Gillian Nicholls, con Angela, una enfermera dental a la que había conocido seis meses antes de su boda y con quien ha tenido dos hijos. Ambos siguen unidos y viven una plácida existencia en el condado de Hertfordshire.

Todos estos episodios de la vida privada de los miembros de la familia real británica han provocado las quejas de algunos y el disgusto de otros. El último de ellos ha sido el Secretario de Estado para la Cultura, Medios de Comunicación y Deporte de Reino Unido que ha manifestado que Netflix debería dejar claro que la serie es solo eso un drama basado en la vida de personas reales. “Es una obra de ficción bellamente producida, así que al igual que con otras producciones de televisión, Netflix debería ser muy claro al principio sobre eso”, manifestó Dowden a The Mail on Sunday. “Sin esto”, añadió, ”me temo que una generación de espectadores que no vivió estos eventos puede confundir la ficción con la realidad”.

Lo que es casi seguro es que la escena entre la princesa Ana y su madre no se produjo, porque quienes conocen a la familia saben que las conversaciones sobre la felicidad en su vida privada son escasas por no decir inexistentes y la princesa Ana no ha transgredido la regla no escrita que rige entre ellos: “Nunca te quejes, nunca te expliques”.




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