Heptamerón, Margarita de Valois

Recopilación de novelas cortas de Margarita de Valois, duquesa de Alengon y reina de Navarra (1492-1549), aparecida póstumamente en 1558 y, más completa, al año siguiente. Las inclinacio­nes místicas de la autora, preocupada por los problemas religiosos, su deseo de adop­tar una clara posición espiritual frente al mundo y su admiración por las virtudes caballerescas, quedan equilibrados en la es­tructura del libro mediante una límpida creación artística. El luminoso mundo de la obra maestra de Boccaccio brilla en esta obra con sorprendente compostura de formas, en las que se reúnen la sátira anti monástica, la admiración por la destreza y la astucia, la íntima participación en una vida apasionada. Así quedan sublimadas en una superior armonía las salidas demasiado crudas de los cuentistas, cierta grosería propia de los novelistas eróticos y la frial­dad de los refinados líricos cortesanos, con una sonrisa de inteligencia y de despreocu­pación que no extraña a quien esté familia­rizado con los autores del Renacimiento.

En una comarca termal de los Pirineos se en­cuentran personajes franceses, españoles y de otras naciones, para su curación y para divertirse: pronto se reúne un alegre grupo y después de algunas peripecias resuelven amenizar sus horas de ocio narrando nove­las. Así, con especial predilección por los argumentos amorosos (con los diversos ca­sos de maridos traicionados o traidores, y doncellas ingeniosas y apasionadas), caba­lleros y damas narran y discuten al modo de los famosos personajes del Decamerón (v.): citando ejemplos de fidelidad y de in­fidelidad, de ingenio y de tontería que, de un modo u otro, levantan reproches o apro­baciones. Una señoril dignidad envuelve los relatos: si las mismas desventuras con­yugales y ciertas escabrosidades conventua­les corresponden a un tipo de libre ga­lantería abiertamente cultivado por la tra­dición «gálica», la pasión por la fuerza y el amor, por el valor y el sacrificio están expresadas con toda franqueza.

Incluso he­chos de evidente impudicia, en la presenta­ción de casos particulares en las relaciones amorosas, están rodeados de reflexiones mo­rales que tienden a dar una enseñanza de seriedad y elegancia: y no es raro que te­mas de piedad y tragedia — igual que en algunas novelas de Boccaccio — aparezcan en la misma narración maliciosa de trai­ciones e incontinencias funestas. El marco narrativo, formado por el grupo de narra­dores e inspirado en el Decamerón, se in­terrumpe bruscamente en la novela LXXII, donde la escritora toma directamente la palabra, dándonos detalladas referencias biográficas. La obra fue truncada por la muerte de Margarita, quien parece quería llevarla al mismo número de jornadas y novelas que las de la obra maestra italiana.

C. Cordié