Los retos de Liz Truss, la Margaret Thatcher moderna

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Europa

Los retos de la Margaret Thatcher moderna

Liz Truss fue elegida para suceder a Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido.

Liz Truss fue elegida para suceder a Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido.

Foto:Neil Hall. EFE

Liz Truss, nueva primera ministra británica, promete un programa clásico de centroderecha. 

Project Syndicate
Con la elección por los miembros del Partido Conservador de la secretaria de Relaciones Exteriores Liz Truss para suceder a Boris Johnson como su líder, el Reino Unido tendrá su tercer primer ministro desde que los votantes decidieron en junio de 2016 abandonar la Unión Europea.
A Truss le faltan solo dos años y unos meses para que se celebren otras elecciones generales. Para sobrevivir tendrá que abordar una larga lista de desafíos políticos, unificar su partido, profundamente dividido, y ganarse a más público. Dado que su predecesor fue destituido dos años y medio después de ganar una mayoría de 80 escaños, su tarea no será fácil. 

Truss se presentó como una Margaret Thatcher moderna, abogando por impuestos individuales y comerciales más bajos y menos regulación, la receta clásica de centroderecha

Al cortejar a los más de 180.000 miembros del Partido Conservador, Truss se presentó como una Margaret Thatcher moderna, abogando por impuestos individuales y comerciales más bajos y menos regulación, la receta clásica de centroderecha para impulsar el crecimiento económico. Pero, dado que hay muchos problemas más inmediatos que enfrenta la población del Reino Unido, queda por ver si ella cumplirá, puede o incluso debe cumplir con estas promesas. 
Como muchos comentaristas políticos han sugerido, el desempeño y el futuro político de Truss serán juzgados a muy corto plazo. Olvídate de la ventana habitual de los “primeros 100 días”; esta primera ministra tiene que estar pensando en cómo puede dejar su huella dentro del primer mes. 

Su gran virtud 

Truss ha desempeñado varios roles gubernamentales desde 2010, y un atributo que se destaca en su historial es la adaptabilidad. Después de apoyar al Remain (quedarse) en la campaña del brexit cambió de bando y logró mantener posiciones en dos gabinetes fuertemente probrexit, primero bajo Theresa May y luego bajo Johnson. 
Demostró su adaptabilidad una vez más en la campaña de liderazgo conservador. Cuando se le preguntó cómo respondería a la crisis de energía y costo de vida de este año, Truss sugirió repetidamente que no estaba a favor de las limosnas. Sin embargo, en su última entrevista antes de la votación, indicó que proporcionaría una respuesta política específica dentro de una semana, y se rumorea que planea anunciar una congelación de los precios de la energía. 
Esa política no solo le costaría al Tesoro otros 100.000 millones de libras esterlinas (US$ 115.000 millones); también resulta ser lo que los principales partidos de la oposición han estado defendiendo durante todo el verano. 

Truss ha desempeñado varios roles gubernamentales desde 2010, y un atributo que se destaca en su historial es la adaptabilidad

Una congelación de los precios de la energía claramente conlleva grandes riesgos fiscales, especialmente si Truss todavía tiene la intención de reducir el impuesto nacional de seguros, cancelar un aumento planificado del impuesto corporativo y aumentar el gasto en defensa al 3 % del PIB. Políticamente, sin embargo, es probablemente lo más inteligente que puede hacer si quiere comenzar con el pie derecho. 
Truss también demostró flexibilidad cuando fue interrogada en su última entrevista de campaña sobre las tasas de interés y el Banco de Inglaterra. Después de reprender al BOE (Bank of England) durante toda la campaña e insinuar que presionaría por un cambio en su mandato, ofreció una respuesta mucho más convencional, sugiriendo que no era su trabajo comentar sobre el nivel correcto de tasas de interés (que es la reserva del banco central independiente). En la víspera de la victoria de su partido en el liderazgo, sonó mucho más primera ministra. 

Su mayor desafío 

Pero si Truss quiere que el electorado en general la vea como una líder capaz que merece la reelección a fines de 2024 (o antes), tendrá que hacer más que simplemente seguir siendo adaptable. Tendrá que adoptar posiciones políticas respaldadas por un análisis racional, y eso casi seguramente requerirá que abandone su estrecho programa de campaña de impuestos más bajos y desregulación. 
Además, no puede asegurar una mayoría para su partido en una elección general sin ganar algunos escaños en los llamados distritos del Muro Rojo (tradicionalmente de tendencia laborista) de las Midlands y el norte de Inglaterra y Gales. Estos votantes tendrán preferencias políticas muy diferentes a las de la pequeña cohorte de conservadores comprometidos que la pusieron a cargo. Sin duda, muchos apoyarían una mayor regulación y mayores impuestos para mejorar los servicios públicos. 

Todavía puede estar a favor de impuestos más bajos y menos regulación; pero no debe permitir que estas preferencias impidan la acción necesaria en problemas más inmediatos

Si yo fuera Truss, seguiría siendo de mente abierta en estos temas. Todavía puede estar a favor de impuestos más bajos y menos regulación; pero no debe permitir que estas preferencias impidan la acción necesaria en problemas más inmediatos como la crisis del costo de la vida. Si es honesta al respecto, los votantes conservadores deberían entender que las circunstancias forzaron su mano. 
Por supuesto, si Truss quiere abordar las necesidades más apremiantes del país, en lugar de simplemente complacer a los votantes, se centraría directamente en aumentar la productividad, especialmente en las muchas áreas donde ha sido persistentemente débil. Si pudiera manejar eso, podría terminar sirviendo más tiempo que incluso Thatcher o Tony Blair. 
Tal vez eso sea una ilusión. Pero como ella acaba de comenzar, todavía hay esperanza. En el mundo cada vez más incierto de hoy, la flexibilidad demostrada por Truss frente a los grandes desarrollos económicos y geopolíticos puede llegar a ser justo lo que el país necesita. 
AUTOR: JIM O’NEILL (*)
© PROJECT SYNDICATE - LONDRES
(*) Exministro del Tesoro del Reino Unido.

La osada apuesta económica de Liz Truss

Según el pensamiento económico convencional, el experimento económico de la primera ministra británica entrante, Liz Truss, producirá un desastre. Pero, dado lo misteriosa que es la estanflación, la respuesta poco ortodoxa de Truss a ella no debe descartarse de plano. 
El Reino Unido tiene la inflación más alta del G7, la caída más pronunciada de los salarios reales y los mayores déficits presupuestarios y comerciales. Para empeorar las cosas, al batallón de dolores se suma la política: los tres predecesores de Truss (David Cameron, Theresa May y Boris Johnson) fueron los peores primeros ministros de la historia británica moderna, según las últimas encuestas. 
Truss parece enfrentar un oprobio similar. A juzgar por su campaña para llegar al liderazgo del país, provocará más conflictos con Europa, agravará las confrontaciones con China, intensificará el nacionalismo escocés y desafiará a Estados Unidos sobre las relaciones anglo-irlandesas. 

A juzgar por su campaña para llegar al liderazgo del país, provocará más conflictos con Europa, agravará las confrontaciones con China, intensificará el nacionalismo escocés

Aún más controvertido, quiere recortar los impuestos, gastar grandes sumas en subsidios a la energía, aumentar el gasto en defensa, agregando inmediatamente otros 100.000 millones de libras esterlinas al déficit presupuestario, mientras culpa al Banco de Inglaterra (BOE) por cualquier inflación.
Muchos otros líderes occidentales están recurriendo a políticas poco ortodoxas como recortes de impuestos y subsidios a la energía para atenuar los efectos de la guerra de Ucrania. Pero Truss quiere desafiar la ortodoxia en una escala mucho mayor, al igual que Kwasi Kwarteng, su amigo y futuro ministro de Hacienda. 
Kwarteng será el primer ministro de finanzas del RU que tenga un doctorado relacionado con la economía, y la especialización de Kwarteng en historia económica, en lugar del modelo matemático estéril que ahora domina la disciplina, le dará la confianza intelectual para anular a los funcionarios del Tesoro y del BOE cuando Truss lo requiera. 
Según el pensamiento económico convencional, el experimento Truss-Kwarteng con el endeudamiento y el gasto producirá un desastre. Después de todo, si la inflación es causada por ‘demasiado dinero persiguiendo muy pocos bienes’, es probable que se vea agravada por la adición de recortes de impuestos y subsidios al poder adquisitivo de consumidores y empresas. 

El mayor misterio

Pero ¿es concebible que la respuesta poco ortodoxa de Truss a la estanflación pueda funcionar? La estanflación es el mayor misterio de la economía. Nadie entiende realmente por qué una economía con salarios reales en declive y una demanda débil puede experimentar un proceso inflacionario continuo.  
La vieja doctrina monetarista de que la inflación es causada por los bancos centrales que imprimen demasiado dinero ha sido refutada convincentemente por la experiencia, primero en Japón desde 1990 en adelante, y luego en el mundo en su conjunto desde 2009. Y las teorías que atribuyen la inflación al gasto público o al endeudamiento tienen aún menos base empírica. De hecho, la inflación puede tener muchas causas diferentes: sociales, económicas y hasta tecnológicas. 
Por lo tanto, es posible, aunque poco probable, que la inflación pueda ser controlada por la combinación poco ortodoxa de políticas prometidas por Truss: controlar y subsidiar los precios de la energía, recortar los salarios reales (rompiendo huelgas y endureciendo la legislación antisindical), lograr que el BOE ajuste la política monetaria y luego usar recortes de impuestos y gasto público para apoyar a las empresas y los grupos sociales políticamente favorecidos. 

Por lo tanto, es posible, aunque poco probable, que la inflación pueda ser controlada por la combinación poco ortodoxa de políticas prometidas por Truss

También es posible, y quizás más probable, que una economía avanzada como el Reino Unido pueda operar con una inflación sustancialmente más alta que el objetivo convencional del 2 por ciento. Y es muy probable que tener déficits públicos mucho mayores no tenga efectos importantes ni en la inflación ni en las tasas de interés cuando una contracción de los salarios reales mantiene el consumo moderado. El gran reto de Truss es evitar la profunda recesión que casi todos en el Reino Unido ahora ven como inevitable, y sin causar un desastre inflacionario. 
Margaret Thatcher fue aún más audaz. En 1981, una famosa carta a 'The Times' de 364 destacados economistas denunció a Thatcher y a su canciller, Geoffrey Howe, por darle la vuelta a la teoría económica keynesiana al imponer un salvaje ajuste fiscal en medio de la recesión más profunda en la historia moderna del Reino Unido. Pero debido a que este enorme recorte fue acompañado por una reducción igualmente enorme de las tasas de interés y una depreciación del 30 por ciento de la libra, la apuesta de Howe llevó a una década de crecimiento récord. 
¿Podrían Kwarteng y Truss lograr ahora algo igualmente inesperado? ¿Ampliarán los déficits para estimular el crecimiento mientras que las tasas de interés más altas y una moneda más fuerte mantienen la inflación bajo control? 
Como economista profesional, he sido entrenado para resistir la noción de que una gran expansión del endeudamiento público podría ser la forma correcta de lidiar con la inflación de dos dígitos. Pero, como analista de mercado, comparto la preferencia de Kwarteng por la historia sobre la teoría y el comportamiento humano sobre los modelos matemáticos. 
ANÁLISIS DE ANATOLE KALETSKY, economista jefe y copresidente de Gavekal Dragonomics. Es el autor de ‘Capitalism 4.0: The Birth of a New Economy in the Aftermath of Crisis’ (2011).
© Project Syndicate - Londres.

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