Las impresionantes joyas que la condesa de Barcelona recibió como regalo de boda de su suegro, el rey Alfonso XIII

Un total de 16 piezas, muchas de ellas, heredadas de las últimas reinas de España.
María de las Mercedes y Juan de Borbón el día de su boda en Roma.
María de las Mercedes y Juan de Borbón el día de su boda en Roma.Keystone-France/Getty Images

En enero de 1935, Alfonso XIII se dio cuenta de que tenía a su heredero, el príncipe de Asturias, sin casar. No tardó en negociar con Cupido para encontrarle una pareja entre las de su clase y así evitar que tuviese que renunciar a sus derechos dinásticos, como le había ocurrido al primogénito Alfonso. El 12 de octubre de ese mismo año, día de la Hispanidad, Juan de Borbón y Battenberg contrajo matrimonio con María de las Mercedes de Borbón y Orleans en la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires de Roma, donde estaba exiliado el “rey en paro”, como se definía él. Para celebrar esta unión que tenía como negocio principal garantizar la sucesión a un trono inexistente, el abuelo del rey Juan Carlos colmó de joyas a su nuera tras una puesta a punto en Chaumet, donde les sacaron brillo y renovaron sus cajas según las hechuras de cada una. La mayoría de las piezas eran herencia de la familia. En este artículo repasamos las alhajas que Alfonso XIII le regaló a la condesa de Barcelona aquel otoño. 

María de las Mercedes de Borbón y Orleans con la tiara la rusa.

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La rusa

El vestido de novia de María de las Mercedes era de lamé plateado y fue confeccionado por la casa Worth (entonces en manos de los nietos del creador de la Alta Costura Charles Frederick Worth) con mangas de inspiración medieval, cuello chimenea y cintura entallada. Como tiara eligió unas flores de azahar –cuentan unos que viajaron desde Valencia y otros desde Sevilla– de las que nacía un velo de gasa. También hay quien asegura que eran de tela francesa. Su padre político le había hecho entrega de la diadema conocida como La rusa por su diseño relativamente similar a los tocados tradicionales de las campesinas rusas bautizados como Kokoshnik. Una pieza creada por el diamantista español Francisco Marzo para la reina María Cristina en platino, perlas y diamantes. El adorno está formado por una sucesión de lágrimas invertidas decrecientes –desde el centro hacia los extremos– que florecen de un jazmín y se separan, en la parte superior, por el mismo elemento floral aunque perdiendo un pétalo. La austriaca la encargó durante su regencia, que duró desde la muerte de su marido Alfonso XII en 1885 hasta que su único hijo varón Alfonso XIII, del que estaba embarazada cuando enviudó, juró la Constitución de 1876 en 1902. 

Las que sí pasaron por el altar con la rusa fueron la infanta Pilar y su hija Simoneta Gómez-Acebo, hija y nieta de la condesa de Barcelona, respectivamente. Cuando esta falleció en el año 2000 la recibió don Juan Carlos. Unos cuentan que así lo rezaba el testamento, otros que no existía tal documento y que entre los tres hermanos se repartieron las piezas del joyero de la condesa de Barcelona a su gusto. Algunos pocos afirman que al tratarse de la ‘joya de la corona’ el emérito tuvo que comprarles sus dos tercios de la diadema a sus hermanas. En 2006 la reestrenó la reina Sofía para deslumbrar a los noruegos durante un viaje oficial al país de los fiordos. La reina Letizia también la ha lucido en ceremonias de gala en el Palacio Real de Madrid.

La infanta Margarita con el broche de la reina Gobernadora

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El broche de la reina gobernadora

El toledano Museo del Ejército de España custodia un retrato de la reina María Cristina de Borbón, cuarta mujer de Fernando VI, en el que aparece tocada con un gran sombrero en el que destaca un broche cuadrado de cinco perlas enmarcadas en diamantes y unidas por flores de lis, emblema de los Borbones. Se puede lucir con hasta cinco lágrimas de perlas suspendidas. Su nieta María de las Mercedes de Orleans, hija de la infanta María Luisa Fernanda y primera esposa de su primo Alfonso XII y la segunda esposa de este, María Cristina de Habsburgo-Lorena, también fueron dibujadas con la pieza. Esta última se la legó a su hijo, quien la incluyó en el lote de presentes para la mujer de su hijo don Juan. Actualmente pertenece a la infanta Margarita

La duquesa de Soria con los dos broches de Alfonso XIII dibujando una tiara.

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La tiara improvisada

Precisamente la duquesa de Soria no recibió nunca un adorno para la cabeza como regalo, por eso solía dibujar una diadema sumando dos broches gemelos de brillantes que su madre consiguió como regalo de bodas de Alfonso XIII. A veces, Margarita de Borbón incluía unas perlas en la parte superior para dar más empaque a estos prendedores, que tienen forma de rama enmarañada y que en ocasiones ha lucido de forma individual. Por ejemplo, para la cena de gala previa al enlace de su hermano usó el par y para la de su hermana la versión individual. 

La condesa de Barcelona (en el centro) con el ‘aderezo’ de Perlas que le regaló el tío-rey.

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El collar y el broche de la regente y los pendientes de perlas de la reina de los tristes destinos 

Otro de los agasajos que María de las Mercedes recibió de su suegro y tío de sus tres hermanos mayores –los que son solo de padre–, es un collar corto de 25 perlas naturales que también perteneció a la reina María Cristina. Algunos aseguran que su origen está en la familia real austriaca y “hace juego” con un par de pendientes de perlas gruesas tocadas con dos diamantes que había adquirido la regente por 15.000 francos en la subasta que su suegra, la depuesta Isabel II, promovió durante su exilio parisino. Ambas piezas fueron a parar a la caja fuerte de la difunta duquesa de Badajoz. A este aderezo de “pares sueltos” se podría añadir el alfiler de perla redonda rodeada de diamantes del que cuelga una perilla, mucho más nívea, que se valoró en 4.250 pesetas a la muerte de Crista, como la llamaban en palacio. La reina emérita lo empezó a disfrutar en los años 80. Dos décadas antes del fallecimiento de su madre política. Doña Letizia lo estrenó en la Fiesta Nacional de 2017. 

La duquesa de Badajoz con los zafiros de su bisabuela, la reina María Cristina.

Gtres

Un lote de zafiros de la bisabuela del rey Juan Carlos

Cuando la infanta Pilar se prometió con Luis Gómez-Acebo sus padres le hicieron entrega de un saquito con 19 zafiros. Era otro de los regalos de Alfonso de Borbón Habsburgo-Lorena a su nueva hija política. También había heredado las gemas de su madre, María Cristina, valoradas en 7.250 pesetas a la muerte de esta, un par de años antes de que se proclamase la II República. Con ellos, la hermana mayor del rey Juan Carlos mandó montar un juego de collar y pendientes muy versátiles.

La infanta pilar con el medallón de zafiro de su madre en forma de broche.

SLV / JI / AG

El medallón en el cajón 

El rey también agasajó a la condesa de Barcelona con un medallón presidido por un gran zafiro cuadrado rodeado de un doble marco de diamantes. Algunos estudiosos de las joyas reales españolas han intentado razonar su origen en un alfiler de la segunda mujer de Alfonso XII. La obra de autor desconocido no era del gusto de la condesa de Barcelona. La infanta Margarita, su heredera, lo utiliza con frecuencia como imperdible. 

Las reinas Fabiola y Sofía con collar de chatones de la infanta Isabel y la tiara de la reina María Cristina.

AP1971

El collar, el broche y la pulsera de ‘La chata’

La infanta Isabel, conocida popularmente como ‘La chata’ por la forma de su nariz o ‘La araneja’ por el rumor que la acredita como hija del militar José María Ruiz de Arana, murió sin descendencia camino de París pocos días después de proclamarse la II República. Legó sus bienes a sus sobrinos. Al niño de sus ojos, el rey Alfonso XIII, le tocaron varias chucherías, entre otras, una pulsera, un broche y un collar añadió a los productos de pedida para la abuela paterna de Felipe VI. La primera está compuesta por siete flores formadas por una perla rodeada de diamantes. Lo que parecen margaritas se unen mediante una doble cadena, superior e inferior, de siete diamantitos cada una. Esta pieza parece ser una de las descritas en la enumeración de los bienes que la infanta Isabel aportó a su matrimonio. Las capitulaciones matrimoniales se firmaron en el Palacio Real el 12 de mayo de 1868, un día antes de que se celebrase el enlace entre la primogénita de Isabel II y su primo Cayetano de Borbón-Dos Sicilias.

La infanta Elena, el día de su boda con Jaime de Marichalar, con la pulsera de la chata.

RPE / Gtres

El documento recoge que, entre otras valiosas piezas, la infanta era poseedora de una pulsera de flores de brillantes con una perla en el centro cada una. La alhaja fue tasada por los diamantistas Manuel Congosto y Carlos Martínez Sevillano –ayudante del Real Guardajoyas– y actuando como testigo Ignacio de Arteaga y Puente –jefe de departamento–, en 12.000 reales de aquel año de la Revolución de la Gloriosa que acabó con los Borbones en el exilio parisino. La boda de Isabel y su marido (se suicidó tres años después) fue el último gran evento celebrado en la corte de su madre. El adorno actualmente es propiedad de la reina emérita, aunque se lo ha prestado en numerosísimas ocasiones a la infanta Elena que casualmente nació el mismo día que su tía ‘La araneja'. A doña Sofía se lo regaló su suegra en los años 60.

La reina Sofía con el broche de la infanta Isabel que le regaló su suegra en 1962.

Albert Nieboer/ Gtres

El broche de la infanta Isabel, que fue dos veces princesa de Asturias –primero como heredera de su progenitora y después de su hermano Alfonso XII– también lo guarda doña Sofía en su joyero, ya que lo recibió como regalo de boda de su madre política. Este alfiler de forma ovalada está protagonizado por una gran perla en el centro rodeada de dos marcos de diamantes. En el exterior destacan cuatro perlas pequeñas. De esta pieza cuelga otra pieza de nácar que puede ser retirada. ‘La chata’ fue inmortalizada en su juventud con la alhaja por el pintor Alphonse Muraton. El collar de chatones que Alfonso XIII entregó a la Borbón y Orleans por sus esponsales también se cree que perteneció a su tía favorita, a la que llamaba “el sostén de las instituciones”, aunque también podría haber sido propiedad de la reina regente. 

La reina Letizia con los broches gemelos de Chaumet de la condesa de Barcelona.

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Los alfileres gemelos de rubís

Para su debut ante la realeza europea en 2004, la ahora reina Letizia confió en la aguja del modista Lorenzo Caprile, quien confeccionó para la entonces prometida del príncipe de Asturias un modelo en rojo inspirado por un par de broches Art Déco que habían pertenecido a la abuela de Felipe de Borbón. Estos detalles gemelos de la maison Chaumet con diamantes, en talla baguette y brillante, y tres rubíes redondos cada uno, también fueron un obsequio del tío-rey a la condesa de Barcelona tras haber aceptado la propuesta de su heredero. 

La reina María Cristina con el broche de ancla que después Alfonso XIII regaló a la condesa de Barcelona.

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El imperdible marinero y otras piezas

Hasta la condesa de Barcelona, vía Alfonso XIII, también llegaron los broches, con forma de ancla y murciélago de la reina regente María Cristina. Ambos de brillantes y desde hace décadas en “paradero desconocido”. A la ‘herencia real’ nupcial hay que incluir unos zarcillos con dos grandes diamantes suspendidos de otros con forma de hoja o ala que actualmente destacan los lóbulos de la duquesa de Soria y un medallón en forma de sol o estrella que pudo formar parte del botín de joyas robadas a la madre de don Juan Carlos durante su luna de miel alrededor del mundo. Tanto los pendientes como el colgante fueron expuestos en el escaparate de Chaumet junto al resto de las alhajas descritas por lo que, al no estar relacionadas con los Borbones, se cree que fueron adquiridas en la maison por el soberano desempleado que ese 1935 tuvo que hacer frente a los gastos de las bodas de tres de sus hijos. 

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