Los estrenos de la semana: �Bullet Train�, �La fot�grafa de Monte Verit� y �Mar�a Chapdelaine�

�BULLET TRAIN�

Descarrilando

Eduardo Gal�n

Con Bullet Train, Brad Pitt se ha subido a un veh�culo —un tren, mismamente— que quiere explotar el grato recuerdo de su papel en �rase una vez en Hollywood. La jugada le ha salido rana. O mariquita. Mariquita es el nombre en clave que le da su jefa —Sandra Bullock, vista y no vista— al asesino protagonista de la pel�cula, un Pitt vestido con un rid�culo sombrero de pescador y ropa casual. Las instrucciones son: s�bete al tren bala en Tokio, coge un malet�n cargado de dinero que llevan dos tipos indeseables, y, dos horas y media despu�s, b�jate en Kioto. En el tren —con recuerdos al Desde Rusia con amor bondiano—, adem�s de los dos hermanos gemelos que no parecen gemelos, solo viajan asesinos extravagantes, entre ellos Bad Bunny —su �interpretaci�n� no es mala, es lo siguiente— y la fr�gil �escolar� Joey King, capaz de matar a un ni�o de 6 a�os. De entre todos los frikis a bordo, sobresale la falsa azafata encarnada por Zazie Beetz, que ya trabajara con David Leitch en Deadpool 2.

Es cierto que algunas de las peleas coreogr�ficas son ingeniosas —el director fue extra de acci�n, doblando, entre otros, a Pitt—, mezclando a Jackie Chan con Gene Kelly. Y hay bromas conseguidas, exceptuando las de los inodoros japoneses y sus chorritos caracter�sticos. A veces, Pitt es m�s Peter Sellers en El guateque que otra cosa. Y esos son los instantes en los que la pel�cula no descarrila. Pero, en realidad, todo es un revoltijo sin armon�a o estilo, juntando lo peor de Guy Ritchie y de Tarantino; de Snatch a Kill Bill pasando por RocknRolla. Un pastiche falsamente pop, con la coartada de lo pulp.

Bullet train es realmente agotadora, por mucho que juegue al gui�o del refocile. Hay tanta acumulaci�n de gracietas vertiginosas que ese exceso produce n�useas: ir a 300 por hora no es una virtud per se. Lo de siempre en el cine de hoy, no hay que confundir ritmo con velocidad.

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�LA FOT�GRAFA DE MONTE VERIT��

Mujer en busca de libertad

Miguel Anxo Fern�ndez

Hanna casada con un fot�grafo y madre de dos ni�as, decidir� de liberarse de todas sus ataduras, huyendo de su hogar en Viena, en apariencia para curarse el asma en la comunidad de Monte Verit�, colina ubicada en el cant�n suizo de Tesino. All� un grupo de personas tratan de encontrarse a s� mismas al mando de un seguidor de Freud, o eso cree, que basa su terapia en un regreso a la naturaleza. Tambi�n rompe con su presente para desprenderse de su propia frustraci�n. Deja atr�s a un esposo anclado en la tradici�n, que la desea entregada a sus hijas y opuesto a que desarrolle aptitudes art�sticas. El guion toma hechos reales a partir de las pocas fotograf�as originales que se conservan de aquella comunidad fundacional, aunque se ignora su autor�a. Este personaje imaginario se reserva para Hanna, a la que veremos progresar conforme la trama avanza y quiz� llegando a su meta inicial: la b�squeda de la felicidad. Con ella una declaraci�n firme a favor del empoderamiento femenino. Es la testigo privilegiada que ir� acercando al espectador los matices de cada uno de los miembros de un grupo que inclu�a a celebridades como Hermann Hesse, Erich Maria Remarque, Isadora Duncan y Paul Klee, entre muchos otros, aunque no todos ellos tengan relevancia en la trama.

Junto a una cuidada factura formal, en particular la direcci�n de arte en su conjunto, resulta muy interesante acompa�ar a la protagonista en su progreso creativo a trav�s de las diferentes fotos que va tirando, tanto en la vida cotidiana de Monte Verit� como en los retratos personales de sus componentes. A��dase la frescura de sus im�genes, el tono elegido para la narraci�n, que dan al filme un agradecido regusto. Poco conocido en el mercado espa�ol, el suizo Stefan J�ger (1970), con una dilatada trayectoria, confirma aqu� una inequ�voca voluntad autoral.

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�MARIA CHAPDELAINE�

La vida de los colonos

SABELA PILLADO

Maria Chapdelaine, magna obra literaria de Louis H�mon de 1913, alcanz� tal fama en su pa�s natural (Canad�) que pas� a engrosar ese grupo de �lecturas obligatorias� del plan de estudios del pa�s durante largos a�os. Su popularidad pronto hall� reflejo en la adaptaci�n a otros medios (televisi�n, c�mics…), entre los cuales el cinematogr�fico fue de los primeros. De 1934 data la primera versi�n, dirigida por el franc�s Julien Duvivier, a la que siguieron otras en los a�os 50 y 80. Contando con estos precedentes, y sin renegar de ellos, el canadiense S�bastien Pilote toma la alternativa y, desde la �ptica del siglo XXI, nos brinda quiz� la pel�cula m�s realista y apegada a la obra literaria original.

Esta Maria Chapdelaine sigue fiel a la historia de una chica de 17 a�os que vive en los lejanos bosques canadienses de inicios del siglo XX, un terreno agreste donde los colonos luchaban por ganarle espacio al bosque y establecer sus granjas en condiciones extremas. A trav�s de los tres pretendientes que se le presentar�n, vemos los diferentes modos de vida (y posibles futuros) a los que esta podr�a optar: el mundo del bosque m�s salvaje, el de los colonos en el que vive o una idealizada ciudad. Campo o ciudad, �penurias� o �comodidades�, mundos opuestos entre los que se ver� obligada a elegir.

Pilote consigue, a trav�s de un filme estructurado en cap�tulos y de la mano del rostro —y mirada— de la debutante Sara Montpetit, un drama de �poca que se eleva en una hermosa eleg�a rural, un canto de amor a la tierra sin disfrazar su dureza y sus penurias. La vida en el campo, el avance lento y c�clico del tiempo entre estaciones, cosechas y desbroces, las emociones contenidas, la religi�n y la naturaleza… En Maria Chapdelaine hay aislamiento, dureza y hast�o, pero a la vez, una belleza que despunta ente las duras condiciones de supervivencia.

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