Tal día como hoy del año 1560, hace 462 años, en Edimburgo (Escocia) moría María de Guisa, reina consorte de Escocia por su matrimonio con el rey Jaime V. María había nacido el año 1515 en Bar-le-Duc, en el ducado independiente de Lorena, y era hija del duque Claudio I y de Antoinette de Bourbon-Vendôme. En el momento en que María fue casada con el rey Jaime de Escocia (1538), el ducado independiente de Lorena, completamente rodeado por posesiones de las monarquías francesa e hispánica, se debatía entre la supervivencia y la desaparición. El padre de María, el duque Claudio, aceptó casar a su hija con el rey escocés para complacer la cancillería de París, que veía una amenaza las pretensiones matrimoniales del rey Enrique VIII de Inglaterra con respecto a María.

María de Guisa era tataranieta de Violante de Aragón, hija del conde-rey Juan I, el penúltimo Bellónida en el trono de Barcelona. A la muerte de Juan I (1398), Violante y su hermana mayor Juana (la única descendencia superviviente del conde-rey) fueron apartadas de la sucesión en virtud de una tradición imperante en la cancillería de Barcelona que impedía a las mujeres ser coronadas como reinas titulares. Otra vez, después de la muerte de Martín I (1410), hermano pequeño y sucesor de Juan I, la candidatura de Violante había sido rechazada. No obstante, esta princesa tuvo un destacado protagonismo durante la Guerra Civil francesa del siglo XV, como parte del eje Valois-Anjou-Armañac opuesto al eje Lancaster-Borgoña.

Aquel protagonismo (contribuyó decisivamente a la fabricación del mito Juana de Arco, 1429) le valdría un papel destacadísimo en la configuración de la nueva aristocracia surgida después de la victoria Valois en la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Su hijo Renato, bisabuelo de la reina María de Escocia, se convertiría en duque consorte de Lorena y el escudo heráldico del ducado y de la casa de Guisa (los duques titulares de Lorena) pasaría a ostentar las cuatro barras catalanas. Con la llegada de María de Guisa al trono escocés (1538), el escudo heráldico de los Guisa, con las cuatro barras catalanas en uno de sus cuartos, se plasmó en varios edificios del país. Actualmente, las cuatro barras catalanas están presentes en los vitrales de la catedral de Edimburgo.