María de Borgoña
Opinión

María de Borgoña

Por Marco Antonio Berrelleza

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María de Borgoña nació en 1457 en Bruselas, en el hogar de Carlos el Temerario, duque de Borgoña. Al morir su padre, en 1477, en la batalla de Nancy, luchando contra los franceses, comandados por el rey Luis XI, María se convirtió en gobernadora de las Países Bajos. Al ser ocupada parte de la región por las tropas francesas, María reúne en Gante, el 11 de febrero de 1477, a los delegados de los estados generales de los Países Bajos, a quienes entrega una carta, conocida como 
El Gran Privilegio, que garantizaba el autogobierno de esos países a cambio de tropas y dinero para luchar contra los franceses. María estaba
comprometida en matrimonio con el archiduque Maximiliano de Habsburgo, llamado el “Último Caballero” por su espíritu medieval de luchador incansable. Era, según los historiadores, vivaz y enérgico, y una de las personalidades más atractivas. Maximiliano fue el hombre más feliz sobre la tierra. “Idolatraba a su joven esposa y no la dejaba un solo instante. Iban juntos de caza, daban fiestas espléndidas, organizaban torneos, leían relatos de antiguos caballeros y princesas; él le enseñaba alemán y ella francés”.
Un día la felicidad termina. Durante una cacería, en la ciudad de Brujas, María de Borgoña cae del caballo y muere días después. Tenía veinticinco años de edad.
Dicen que Maximiliano jamás volvió a ser el mismo. 
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