María Luisa de Orleans, reina de España
Hacia 1679. Óleo sobre lienzo, 96 x 68 cmDepósito en otra institución
María Luisa de Borbón (1662-1689) -o de Orleans, por ser hija del duque de ese título- aparece representada ya como reina de España, en la línea tradicional del retrato áulico español, puesto que se vio obligada a abandonar la imagen que presenta en los retratos franceses de la órbita de Pierre Mignard. Los símbolos parlantes sobre la personalidad otorgada a la retratada son escasos y sutiles, pero precisos. En el borde de la camisa las puntillas dibujan una corona, justo sobre el joyel prendido al pecho, compuesto por dos célebres joyas de la corona española, como son el diamante denominado el Estanque y, a modo de pinjante, la perla conocida como la Peregrina. Con la mano derecha sostiene un clavel rojo, que en el lenguaje simbólico de las flores podría significar la admiración al consorte, y que también puede encerrar un juego semántico-filológico, referente a la denominación culterana de la flor -Coronaria- que representaría la naturaleza principesca de su portadora. Además, el clavel abierto presenta un pequeño capullo que quizás alude a la esperanza en la perpetuación dinástica. Desde un punto de vista técnico, es remarcable la correcta ejecución del escorzo descrito por la mano que sostiene el clavel. Pero, por lo demás, se caracteriza por la dureza en la representación de los rasgos y detalles, algo propio de una persona entregada al cultivo del dibujo, en progresivo alejamiento de los postulados de Coello o Carreño, como puede constatarse mediante la comparación con otros ejemplos de retratos de la reina, como el realizado por éste último, conservado en el monasterio de Guadalupe. Es curioso comprobar cómo, a través de los retratos anteriores de la regia consorte de Carlos II, sus rasgos fisonómicos se conservan en lo básico de su iconografía, pero observada con detenimiento, parece asemejarse cada vez más a su esposo, en un curioso fenómeno de androginia. Si bien mademoiselle d`Orléans nunca debió de ser una gran beldad, lo cierto es que los retratos de su reinado la muestran cada vez con la nariz más grande, los ojos más saltones y lánguidos, el belfo más descolgado y el mentón más prognato, aunque con un hoyuelo en la barbilla que recuerda al de su tío Luis XIV. Pero esta progresiva asimilación a una imagen masculina es un recurso retratístico formulado desde la época de los Austrias mayores, del que se servían para destacar la pertenencia a una estirpe o la legitimación por medio del varón, en este caso, del esposo. Esa simbiosis no se queda sólo en el solapamiento de su identidad con la de su marido, sino que se produce también en cierta medida con la imagen de su sucesora en el tálamo nupcial, Mariana de Neoburgo (1667-1740). Tras la muerte de la reina María Luisa, Carlos II desposa a Mariana Sofía, princesa del Palatinado, que en sus primeros retratos se ve obligada a adoptar una moda y una iconografía coincidentes con las de su antecesora, incluida la androginia marital. Esta obra se encuentra estrechamente relacionada con el retrato de cuerpo entero de la reina, conservado en el Museo del Prado (P7190), en el que la soberana sostiene con la diestra un ramillete de rosas, dispuesta su mano en un escorzo prácticamente idéntico al del retrato exhibido. Sin embargo, el retrato de cuerpo entero parece de mejor calidad que el analizado aquí, aunque también presenta cierta rigidez que parece proceder de la réplica de un retrato ignoto preexistente. A esto habría que añadir que la efigie de cuerpo entero es casi idéntica a otra de Mariana de Neoburgo, propiedad de Patrimonio Nacional y conservada en el monasterio de San Lorenzo del Escorial -creada para hacer pendant con el retrato de Carlos II con armadura, obra de Carreño, y para ser situada en la quadra del mediodía del monasterio- atribuida a Claudio Coello, aunque presenta serias similitudes con la factura de Jan van Kessel II. Estas concomitancias nos hablan de la importancia de los modelos y elementos iconográficos establecidos en la retratística regia. Tanto como para ser intercambiados entre reinas sucesivas.
Sánchez del Peral y López, J. R., La reina María Luisa de Orleans (h. 1679).. En: Ruiz Gómez, L.: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2006, p.108, n. 29