Las joyas de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena que han llegado hasta Letizia, las infantas Pilar y Margarita y otras damas de la familia del rey

Repasamos, coincidiendo con el 120º aniversario del fin de su gobernanza, las alhajas que han llegado hasta las damas de la familia del rey Felipe VI, incluidas sus tías, las infantas Pilar y Margarita. 
La reina Letizia con la tiara La Rusa.
La reina Letizia, con la tiara La Rusa.GTRES

El 17 de mayo de 1902, coincidiendo con su 16º cumpleaños, Alfonso XIII fue declarado mayor de edad y asumió las funciones propias del jefe del Estado. “Juro por Dios, sobre los Santos Evangelios, guardar la Constitución y las leyes. Si así lo hiciere, Dios me lo premie, y si no, me lo demande”, prometió el jovencito intentando emular al padre que no conoció. Con las mismas, en este acto, se puso fin a la regencia de su madre, la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, que emprendió estando embarazada de tres meses del nuevo monarca. Pese a su fama de austera, la viuda de Alfonso XII compuso un joyero envidiable que a su muerte se repartió, según su voluntad, entre sus hijos y nietos. Repasamos, coincidiendo con el 120º aniversario del fin de su gobernanza, las alhajas que han llegado hasta las damas de la familia del rey Felipe VI, incluidas sus tías, las infantas Pilar y Margarita.

En 1886, el mismo año del nacimiento de Alfonso XIII, el diamantista español Francisco Marzo elaboró para la austriaca una diadema formada por una sucesión de lágrimas invertidas decrecientes -desde el centro hacia los extremos- que florecen de un jazmín y se separan, en la parte superior, por el mismo elemento floral aunque perdiendo un pétalo. La joya, confeccionada en platino, diamantes y perlas, es conocida como la Rusa por su diseño, relativamente similar a los tocados tradicionales de las campesinas rusas  bautizados como Kokoshnik.

Alfonso XIII heredó esta pieza a la muerte de su predecesora, sucedida en 1929. Seis años después, ya en el exilio, el “rey en paro”, como él mismo se empleaba, le regaló esta diadema a María de las Mercedes de Borbón y Orleans después de que aceptase a su hijo y heredero, Juan de Borbón y Battenberg, como futuro marido.

La infanta Pilar eligió la Rusa para coronarse el día de su enlace, celebrado el 5 de mayo de 1967 en el monasterio de los Jerónimos de Belém en Lisboa. Su hija, Simoneta Gómez-Acebo, le alabó el gusto el día de su boda en 1990 pidiéndole prestada la alhaja a su abuela. Una década después la condesa de Barcelona falleció en Teguise y su hijo, Juan Carlos I, resultó el heredero de esta “joya de la corona” ligada los últimos años a la familia de su hermana. En 2006 la reina Sofía reestrenó la tiara para deslumbrar a los noruegos durante su viaje oficial al país de los fiordos y en noviembre de 2018 la reina Letizia la recuperó para asistir a la cena de gala organizada durante la visita a España del presidente de China Xi Jinping.

La reina Letizia con la diadema la Rusa confeccionada en 1885 por Francisco Marzo.

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Un año antes, para presidir el desfile de las Fuerzas Armadas del 12 de octubre, la consorte de Felipe VI decoró su chaqueta gris de Felipe Varela con un broche que también había pertenecido a la tatarabuela de su marido conocida por los españoles como doña Virtudes. Se trata de un alfiler con una media perla rodeada de una docena de diamantes en talla brillante. Un marco del que cuelga otro diamante en talla almohadilla y una generosa perilla de nácar. La pieza también la heredó Alfonso XIII y le sirvió de regalo de bodas para la condesa de Barcelona. La reina Sofía comenzó a utilizar el alfiler en la década de los ochenta, por lo que se puede deducir que su suegra se lo entregó entonces. Esta alhaja ha sido descrita muchas veces como un pendiente de la reina María de las Mercedes de Orleans y Borbón, prima y primera cónyuge de Alfonso XII, reconvertido en prendedor. Su espléndido tamaño invita a desmentirlo.

La reina Letizia con el broche de la reina María Cristina durante la Fiesta Nacional de 2017.

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El generoso lote de regalos de Alfonso XIII incluía también un collar corto de 25 perlas naturales que había pertenecido a la reina María Cristina. La gargantilla puede formar un juego con el par de pendientes de perlas gruesas tocadas con dos solitarios que la regente había adquirido por 15.000 francos en la testamentaría de su suegra, Isabel II de España, antes de que saliesen a subasta pública.

En la misma ‘puja’ privada, la archiduquesa austriaca pagó 16.000 francos por un broche presidido por una esmeralda rectangular de 27,1 quilates arropada por una doble orla de brillantes. A su muerte fue tasado en 32.500 pesetas. Alfonso XIII, heredero del adorno, se lo regaló en enero de 1938 a su nuera María de las Mercedes tras alumbrar a su primer varón, el rey Juan Carlos I.

Este histórico alfiler –que cuenta con un par de pendientes a conjunto–, junto con el collar y los pendientes de perlas fueron a parar a la duquesa de Badajoz. Los zarcillos de esmeraldas los lució Simoneta Gómez-Acebo en una boda en 2021, lo que invita a pensar que fue la prima del rey quien consiguió el set tras la muerte de su madre, acontecida a principios del año anterior.

La infanta Pilar con las esmeraldas de la reina Isabel II y las perlas de la regente.

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Cuando contrajo matrimonio con Luis Gómez-Acebo, la infanta Pilar recibió de sus padres  un saquito con 19 zafiros que habían pertenecido a la regente. También se los había entregado su suegro a la condesa de Barcelona en octubre de 1935. Con las gemas, que fueron tasadas en 1929 en 7.250 pesetas, la hermana de Juan Carlos I montó un collar y dos pendientes a modo de rosetones. Uno de ellos puede ser lucido como pendentif colgando de otras cadenas.

La duquesa de Badajoz con las esmeraldas y las perlas de su bisabuela, María Cristina de Habsburgo-Lorena.

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En el Museo toledano del Ejército de España  se expone un retrato de la otra regente de España, María Cristina de Borbón. En él, la cuarta esposa de Fernando VII aparece tocada con un gran sombrero en el que destaca un broche cuadrado de cinco perlas enmarcadas en diamantes y unidas por flores de lis, emblema de los Borbones. De este alfiler se pueden suspender hasta cinco lágrimas de nácar. Su nieta María de las Mercedes de Orleans, hija de la infanta María Luisa Fernanda y primera esposa de su primo Alfonso XII, también fue dibujada con la pieza. La segunda esposa de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo-Lorena  fue fotografiada con la joya en varias ocasiones. A su muerte fue custodiada por su hijo Alfonso XIII, quien lo incluyó en el joyero de María de las Mercedes de Borbón y Orleans cuando se casó con su hijo don Juan. La condesa de Barcelona se lo legó a su hija, la infanta Margarita.

La infanta Margarita con el broche de la reina María Cristina de Borbón que también usó su nieta política, la reina María Cristina de Austria.

EFE/lafototeca.com

La duquesa de Soria también conserva un alfiler de diamantes con forma de flor de fresa. Su madre fue filmada con otro gemelo, por lo que la infanta podría haber heredado los dos. Ambos provienen de la corona que la reina María Cristina recibió de su prometido, el doliente Alfonso XII, cuando llegó a España en 1879 y que después desmontó. Don Juan de Borbón resultó el beneficiario de estos descartes a la muerte de su padre, el rey Alfonso XIII, el 28 de febrero de 1941.

La infanta Margarita con uno de los broches florales de la corona de la reina regente.

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En 1997, durante la retransmisión en la televisión pública de la boda de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, la periodista Carmen Enríquez describió la tiara nupcial de la segunda hija del rey Juan Carlos como “una diadema que pertenece a la reina doña Sofía, es una diadema rusa del siglo XIX en oro y plata con diamantes, talla brillante, con motivos florales y vegetales. La flor central está adaptada para broche”.

El origen de esta joya, presuntamente, está en un alfiler devant corsage para el pecho que se puede dividir en tres unidades independientes, como así parece lucirlo la reina María Cristina en el retrato de Francesc Masriera que se conserva en el Ayuntamiento de Barcelona. Se trataría, según esta teoría, de un regalo del rey Alfonso XII a su segunda esposa.

Muchos expertos ponen en duda el origen de la Floral y sostienen que fue elaborada en los talleres franceses de la joyería Mellerio dits Meller teniendo en cuenta su diseño. Quien fuera el heredero de esta joya la vendió. Volvió a la familia real en 1962 cuando el gobierno franquista la adquirió en la joyería Aldao para regalársela, en nombre del pueblo español, a la princesa Sofía de Grecia con motivo de sus nupcias.

La reina Sofía con tiara, collar y broche de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.

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La consorte del rey Juan Carlos también ha lucido un broche en forma de lazo de la homenajeada Crista. Se trata de uno de los tres alfileres con esta forma, valorados en 3.750 pesetas entonces, que Alfonso XIII consiguió como recuerdo de su madre. La condesa de Barcelona lució uno durante la celebración de sus bodas de plata y la infanta María Cristina, hija de Alfonso XIII, presumió de otro en numerosísimas ceremonias familiares. El destino del tercero es un misterio.

La reina Sofía atesora un collar de Melleiro elaborado en diamantes engastados en oro que llama la atención por las 10 perlas grises en forma de pera y los otros tantos diamantes redondos que nacen de la estructura semirrígida que rodea al cuello. Su primera propietaria conocida fue la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena. El collar fue heredado en 1929 por alguno de los hijos de la infanta María Teresa, que había fallecido 17 años antes que su madre. Tanto la infanta María de las Mercedes de Babiera y Borbón, nieta de Alfonso XII y María Cristina, como la nuera de ésta, Carmen Ulloa, fueron retratadas con la joya. En 1989 el adorno salió a la venta, por un valor estimado entre los 40.000 y los 50.000 francos, en una subasta organizada por Christie’s. Tiempo después la reina Sofía apareció en público con él. Un hecho que provocó que se especulase con la idea de que Juan Carlos I habría sido el encargado de recuperar esta alhaja familiar para su consorte. Sin embargo, el que la emérita la haya escogido para asistir a varias citas con la familia real de Marruecos hace sospechar que fue un regalo del monarca alauí.