La Historia de María Bolena

Gracias a la ficción, la vida de María Bolena ha recibido atención y mucho romanticismo. ¿Cuál es la historia de una mujer que fue amante de dos reyes pero que siempre vivió a la sombra de su hermana Ana?

Un buen escritor no siempre es el que hace uso de un lenguaje extraordinario y es capaz de crear tramas cargadas de tensión y emoción. A veces, un gran autor puede serlo solo por la capacidad de crear historias de la nada. Eso es lo que consiguió Philippa Gregory con María Bolena, una mujer que siempre fue vista con desinterés por la historia, a pesar de que fue la favorita de dos reyes durante años. Su pequeña fama quedó eclipsada por la de su hermana Ana, la mujer que causó la ruptura entre Inglaterra y la Iglesia Católica y que consiguió convertirse en reina, para terminar siendo decapitada solo tres años después.

Philippa Gregory consideró sabiamente que una mujer que vio cómo su hermana se casaba con su amante y era coronada reina de Inglaterra era un material magnífico para una novela. Con esa idea, escribió La Otra Bolena, el libro que cuenta en primera persona la historia de María, encumbrada, eclipsada y finalmente olvidada por todos.

María y Ana eran hijas de Thomas Bolena, un caballero ambicioso que envió a sus hijas a servir a la reina de Francia para que recibieran una educación y progesaran diplomáticamente. En la corte, las dos hermanas se dedicaron tener romances y aprender a seducir a los hombres. La diferencia era que Ana era mucho más discreta que su hermana: sus aventuras francesas salieron a la luz muchos. años después. María era más descuidada y cuando se metió en la cama del rey Francisco I, la historia no tardó en llegar a oídos de su padre. Furioso al ver que su hija se había rebajado, o más bien que se había rebajado a cambio de nada, ordenó que regresara a Inglaterra de inmediato. Los Bolena habían concertado su boda con William Carey, un joven de buena familia.

Aunque se da por hecho que María Bolena era rubia, no hay retrato que lo demuestre. Lo que está confirmado es que era de una belleza deslumbrante. Enrique VIII no tardó en fijarse en ella y, animada por su padre y su tío, se convirtió en su concubina. Ser amante del rey de Inglaterra era un oficio ventajoso que podía traer beneficios como tierras, feudos, joyas o una pensión. En 1521, cuando empezó la aventura, el rey era atlético y apuesto, no la figura grotesca que sería años después.

El romance fue fructífero para todos los Bolena menos para ella. Hay constancia de una gran concesión de puestos de importancia para su padre y su marido, que fue recompensado generosamente por mirar hacia otro lado y dar su apellido a los dos hijos que su mujer engendró durante su historia con el rey. Enrique no había conseguido tener un heredero con su esposa, Catalina de Aragón, pero no tenía sentido reconocer al hijo de una amante.

Aunque no se conocen muchos detalles, se da por hecho que Enrique VIII se cansó de María en 1526. Su nuevo capricho era la otra Bolena, Ana. Una jovencita no tan hermosa como María, pero mucho más avispada e inteligente. Viendo cómo su hermana no había conseguido gran cosa como amante real, Ana se negó a acostarse con Enrique, aumentando el deseo del rey hasta cotas insospechadas.

En 1527, Ana se convirtió en una especie de concubina oficial, pero sin sexo. Enrique pidió la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón e instaló a Ana en los mejores aposentos de la corte, asignándole sus propias damas de compañía, como si fuera una reina. María fue una de ellas. Eso quiere decir que María, después de haber sido la favorita de la corte durante cinco años, ahora tenía que cepillarle el cabello a Ana, ayudarla a vestirse y tenerla entretenida para que no se aburriera.

Enrique era un amante generoso… con Ana. No hay constancia de que hiciera grandes regalos a sus anteriores queridas, pero con Ana, el derroche estuvo a la orden del día durante los años que duró su cortejo. Además de una casa en Londres y cientos de vestidos y tocados lujosos, el rey obsequió a Ana Bolena con anillos, collares de perlas, colgantes y broches prácticamente a diario. El coste de algunas de esas joyas fue lo que alarmó a los hombres de confianza del rey, que se dieron cuenta entonces de que sus intenciones con Ana eran muy, muy serias. Es imposible que María no sintiera celos y resentimiento al ver los regalos que recibía su hermana.

En 1528, William Carey murió de una fiebre, dejando una gran cantidad de deudas. Lo único que María consiguió fue que su asignación de cien libras anuales le fuera transferida. Los Bolena no podían buscar un nuevo partido para ella porque los asuntos de la familia estaban pendientes de resolución. Como hermana de la reina de Inglaterra, podían conseguir un gran partido para María. Había que esperar a que Enrique anulara su martrimonio con Catalina de Aragón y se casara con Ana. Mientras tanto, el rey obligó a Thomas Bolena a que se ocupara de los gastos de su hija. Algo que parece que el cortesano no estaba por la labor de hacer.

Ana Bolena se casó con Enrique VIII en 1533 y fue coronada reina de Inglaterra cinco meses después. María fue una de las mujeres que tuvo el honor de caminar tras ella durante la procesión, vestida de terciopelo color escarlata. Lo siguiente que se sabe de su vida es que en 1534 se presentó en palacio embarazada de cuatro meses. Sin permiso de la reina o de sus padres, se había casado en secreto con uno de los gentileshombres del rey, William Stafford. Ana se quedó horrorizada al saber que su hermana se había casado con un hombre de tan baja condición y la expulsó de la corte.

Sin el apoyo financiero de su familia, María Bolena quedó en una situación monetaria muy precaria. Escribió cartas desesperadas al secretario del rey pidiendo solicitando ayuda económica, pero nunca pidió perdón por haberse casado por amor. Hay constancia del contenido de una de esas cartas, que dice lo siguiente sobre su marido: «Podría haber tenido a un hombre de mayor fortuna, pero no sería tan honesto ni me querría tanto como él. Prefiero mendigar pan con él que ser la reina más importante de la Cristiandad».

En algún momento, las hermanas se reconciliaron. Ana envió a María una copa de oro como regalo de Navidad y en enero de 1536, cuando la reina sufrió un aborto, su hermana estaba con ella. A esas alturas, Enrique VIII ya estaba harto de su segunda esposa y planeando la mejor manera de librarse de ella.

María no estuvo presente durante el arresto, juicio y ejecución de Ana Bolena por traición en mayo de 1536. Cinco cortesanos, entre ellos el propio hermano de Ana y María, Jorge, también fueron decapitados. Algunas versiones dicen que abandonó apresuradamente la corte unas semanas antes. En 1539, Thomas Bolena murió y María, como la única Bolena superviviente, heredó todas sus propiedades. Su nombre y el de su marido aparecen en algunos documentos posteriores a la fecha, demostrando que no vivían en absoluto en la pobreza, como muchos libros afirman.

Sus dos hijos, Catalina y Enrique, empezaron su trayectoria como cortesanos en 1540 y ascendieron hasta convertirse en favoritos de su prima Isabel I, la hija de Ana, que contra todo pronóstico heredó el trono en 1558.

Por desgracia, no vivió para ver el éxito de su sobrina. Murió en 1543. Enrique y Catalina Carey tuvieron dieciséis y quince hijos cada uno, lo que ha dado una inmensa lista de descendientes. Algunos de ellos fueron, nada más y nada menos, Winston Churchill y la Princesa Diana.