Adelaide Cottage, la nueva casa de los duques de Cambridge que vio nacer el romance entre la princesa Margarita y Peter Townsend | Gente | EL PAÍS
_
_
_
_
_

Adelaide Cottage, la nueva casa de los duques de Cambridge que vio nacer el romance entre la princesa Margarita y Peter Townsend

A diez minutos paseando del castillo de Windsor, donde la reina Isabel ha decidido retirarse, la nueva residencia del príncipe Guillermo y Kate Middleton cobijó una de las grandes historias de amor del siglo XX

Adelaide Cottage
El capitán Peter Townsend junto a la princesa Margarita en Sudáfrica en 1947.Rue des Archives (© Rue des Archives/AGIP / Cordon Press)

Históricamente, el castillo de Windsor siempre fue el lugar de reposo de la reina Isabel II, el espacio donde pasó gran parte de su niñez y donde regresaba durante su vida adulta los fines de semana para desconectar del ajetreo londinense y los deberes de Buckingham. Allí también disfrutaba de ciertos periodos vacacionales en Pascua y en verano, y ese fue el lugar escogido para refugiarse durante la pandemia. Sin embargo, en marzo de 2022 la reina decidió hacer de Windsor su residencia permanente y, con ello, ha movilizado a parte de la familia real para estar más cerca. En concreto, serán los duques de Cambridge los que llegarán con el inicio del curso escolar de Jorge, Carlota y Luis de Cambridge, instalándose a tan solo 10 minutos del castillo de Windsor, en una casa llamada Adelaide Cottage.

Adelaide Cottage se construyó en 1831, obra del arquitecto de confianza de la realeza sir Jeffry Wyatville, como un retiro pintoresco y campestre para la reina Adelaida de Sajonia-Meiningen, esposa del rey Guillermo IV. Según describen desde la revista británica especializada en decoración House & Garden, la casa “tenía un exterior de estuco de color rosa pálido y adornos ornamentales en el techo” y el dormitorio principal “presentaba delfines rosados y adornos de cuerda que se usaron originalmente en el yate real, Royal George, así como una chimenea greco-egipcia de mármol”. Diarios de la época calificaron el lugar de “elegante” y “encantador”.

Una de las escasas imágenes de Adelaide Cottage, en el año 2018.
Una de las escasas imágenes de Adelaide Cottage, en el año 2018.MPNC (MediaPunch / BACKGRID / Backgrid USA / ContactoPhoto)

En 1941, Adelaide Cottage pasó a formar parte del registro de viviendas conocidas como Casas de Gracia y Favor: un conjunto de propiedades pertenecientes a la Corona, que son cedidas, generalmente sin pago de renta mediante, a personas como parte de uno de los beneficios de empleo o como forma de agradecimiento por los servicios prestados en el pasado. Uno de sus más célebres habitantes fue Peter Townsend, capitán de la Real Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial y caballerizo del rey Jorge VI. En aquel momento era un hombre casado y él y su esposa Rosemary esperaban a su segundo hijo. Townsend, sin embargo, no se hizo célebre en la prensa por sus honores, sino por su sonado romance con la princesa Margarita, hermana de Isabel y 16 años menor que él: “En la primavera de 1945, con nuestro segundo hijo en camino, el rey propuso que mudáramos nuestra residencia a una pequeña Casa de Gracia y Favor, Adelaide Cottage, en el parque del castillo de Windsor. Fue un gesto generoso por el que me sentí profundamente agradecido, a pesar de las limitadas comodidades de la casa”, escribió Townsend en sus memorias, publicadas en 1978 y tituladas Time and Chance. Vivió allí hasta 1952.

Según su biografía, los Townsend no se encontraban demasiado cómodos en Adelaide Cottage, un lugar poco preparado para las necesidades de una familia: “Adelaide Cottage fue construida a principios del siglo XIX como casa de té para la reina Adelaida”, relató Townsend. “El sitio, a tiro de piedra del Támesis, era uno de los más húmedos de Inglaterra; la casa poseía dos radiadores; ellos y la magra ración de carbón eran insuficientes para calentarlo. En el salón, rodeado de ventanales, a veces era necesario ponerse abrigo y bufanda. La casa era una hielera en invierno; en verano era una delicia”.

La princesa Margarita y Peter Townsend se conocieron cuando ella e Isabel eran tan solo dos niñas, por los pasillos del castillo de Windsor. Más adelante, Townsend vería crecer a las jóvenes princesas a causa de las frecuentes visitas que la familia real hacía a Adelaide Cottage, con quienes los reyes mantenían una fluida relación amistosa.

Según contó el propio Townsend en sus memorias, su romance no se inició hasta 1952, cuando murió el rey Jorge VI, y la princesa Margarita tenía 22 años: “Durante 1952, la princesa Margarita y yo encontramos cada vez más consuelo en la compañía del otro. El año comenzó con el dolor provocado por la repentina muerte de su padre; continuó con el cambio de su propia situación familiar (viviendo sola con su madre, a quien adoraba) y el deterioro paulatino de la mía y terminó en la ruptura de mi familia”, confesó en su biografía. En aquel momento, su relación era un secreto: “Nuestro amor, tal como era, no tuvo en cuenta la riqueza y el rango y todas las demás barreras mundanas y convencionales que nos separaban. Realmente apenas las notamos, todo lo que vimos fue el uno al otro, un hombre y una mujer, y lo que vimos nos gustó”.

El secreto, sin embargo, no duró demasiado: el 2 de junio de 1953 Isabel II se convirtió formalmente en la reina de Inglaterra a través de la ceremonia de coronación. Durante aquel acto, la princesa Margarita se acercó a charlar con Peter Townsend de forma amigable y cercana, delante de invitados y prensa. En un momento dado, un gesto cómplice delató su relación: le quitó una pelusa de su uniforme. Al cabo de las horas, los rumores sobre su relación se habían disparado. Al poco tiempo, la princesa Margarita se lo comunicó a Isabel II, ahora reina de Inglaterra, así como a miembros cercanos de la familia: su intención era casarse con Peter Townsend.

Las princesas Isabel y Margarita tomando el sol frente al castillo de Windsor, el 8 de julio de 1941.
Las princesas Isabel y Margarita tomando el sol frente al castillo de Windsor, el 8 de julio de 1941. Lisa Sheridan (Getty Images)

Adelaide Cottage dejó de ser el hogar de Peter Townsend con una agridulce victoria: fue ascendido a capitán de grupo en 1953 y se retiró de la Casa Real el mismo año. El primer ministro británico, Winston Churchill, le trasladó como agregado aéreo a Bruselas entre 1953 y 1956. Aquel romance, ahora un secreto a voces, contaba con una gran oposición: el Gobierno, la Iglesia y la propia Isabel II no veían con buenos ojos que la princesa Margarita se casase con un hombre divorciado y 16 años mayor. Lo que Isabel II le pidió a su hermana menor fue tiempo: cuando cumpliese 25 años y tuviese en cuenta todas las consecuencias derivadas de ese matrimonio, que incluían la renuncia a sus derechos monárquicos, podría decidir. En 1955, la princesa Margarita emitió un comunicado que a día de hoy sigue sorprendiendo: no se casaría con Peter Townsend. “Me gustaría hacer saber que he decidido no casarme con el capitán Peter Townsend. He sido consciente de que, sujeto a mi renuncia a mis derechos de sucesión, podría haber sido posible para mí contraer un matrimonio civil. Pero consciente de las enseñanzas de la Iglesia de que el matrimonio cristiano es indisoluble y consciente de mi deber con la comunidad, he decidido poner estas consideraciones antes que otras. He tomado esta decisión completamente sola y, al hacerlo, me he fortalecido con el apoyo y la dedicación inagotables del capitán Townsend”.

Adelaide Cottage se renovó por completo en el año 2015. Los medios británicos definen el espacio como “modesto”, con tan solo cuatro habitaciones y sin espacio para servicio interno, tal y como desean los duques de Cambridge. La llamada modestia, sin embargo, no está reñida con la comodidad: atrás quedaron los fríos infiernos que describió Townsend en sus memorias; los veranos continuarán siendo igual o más cálidos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_