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Opinión

Haruki Murakami: las letras son ciudades

Adán Ramírez Serret

Mayo 03, 2024

El escritor francés Gustave Flaubert, célebre por supuesto por haber escrito Madame Bovary y también famoso por amar la escritura, le dijo en una carta a su amante Louise Colet que tomar la pluma, para él, era una orgía perpetua. Lejos de ser una mera metáfora de su pasión literaria, es preciso pensar que cuando el autor normando decía esto hablaba completamente en serio. Baste saber que su relación, emocional y erótica, con Colet fue por completo epistolar. Pues apenas y se vieron algunas veces y su pasión explotó y tuvo su más profundo clímax en las palabras de páginas y más páginas que redactaban a solas en donde se descubrían totalmente. Acaso como nunca lo hubieran hecho de manera física.
La escritura, su erotismo y posibilidades amorosas son exploradas precisamente en la más reciente novela de Haruki Murakami (Kioto, 1949) quien no ha recibido el Nobel de literatura, pero que es sin duda uno de los autores más leídos en el mundo. Cada nueva novela suya abarrota librerías y es devorada por sus fans.
Es el caso de su más reciente entrega La ciudad y sus muros inciertos. Obra que no defrauda por sus atmósferas que envuelven en otros mundos y son capaces de redimensionar la realidad al más puro sello de la casa Murakami con melancolía, amores imposibles y una profunda soledad.
La ciudad y sus muros inciertos es la historia de un joven y una joven que se conocen al final de la adolescencia. Participan en un concurso escolar y la personalidad retraída de ambos los hace sentirse atraídos. Pero, como es Japón y Murakami las cosas nunca serán sencillas; su atracción tendrá que vencer la timidez, la cultura japonesa y la distancia de vivir en distintas cuidades. Sin embargo, comienza a haber entre ellos un extraño lazo que cada vez se va entretejiendo con más fuerza: la escritura. La lejanía los hace mandarse cartas y allí es donde se van conociendo con más fuerza, acaso, me pregunto si no de manera más profunda que tocándose físicamente a la manera de Louise y Gustave. Pues la fuerza del cuerpo ciega el tacto que puede haber entre dos espíritus e imposibilita tocar y observar el interior.
Su comunicación epistolar es tan profunda que cuando se encuentran comienza a pesar cada vez más entre ellos la escritura, pues la chica le dice en algún momento, cuando están frente a frente, que hay una ciudad amurallada, ellos la ven al fondo, pero existe sobre todo en sus cartas, en esa ciudad, dice ella, está su verdadero ser. Agrega que a quien ve en ese momento, no es real sino una imitación; que su versión auténtica se encuentra dentro de esa ciudad amurallada, habitada por unicornios y seres sin sombra, a la cual él, el enamorado, debe ir para hablar con la versión auténtica de la chica. La misión de él es entrar a esa ciudad, ir a la biblioteca, acercarse a la chica para decirle que él es un lector de sueños, deberá despojarse de su sombra e ir aproximándose poco a poco a ella para hacerse lo más cercano posible. Todo esto es difícil, porque para la versión auténtica de ella que vive en la ciudad amurallada, él es un completo desconocido.
Con esta entrega Murakami demuestra que es el gran autor de un solo libro, su obra se consolida en cada novela. Es preciso amarlo u odiarlo, no hay puntos medios en este autor que es capaz de cambiar la realidad con cada una de sus novelas y que, con La ciudad y sus muros inciertos deja claro que el amor más profundo es la imaginación y la pasión que se consolidan con la escritura.
Haruki Murakami, La ciudad y sus muros inciertos, Ciudad de México, Tusquets, 2023. 560 páginas.