Luisa, duquesa de Mecklemburgo-Strelitz y Reina de Prusia.

Luisa de Prusia, por  Grassi
Luisa Augusta Guillermina Amalia de Mecklemburgo-Strelitz (Hanóver, 1776 – Hohenzieritz, 1810) fue una reina de Prusia por su matrimonio con Federico Guillermo III. En el año 2010 se hizo una restrospectiva coincidiendo con el 200º aniversario de su muerte, \»Luisa. Vida y Mito de la reina\», en el Palacio de Charlottenburg. Los responsables de la exposición la apodaron \»Miss Prusia\», debido a su belleza. Esta reina consorte fue probablemente la más popular de Prusia, solo por detrás de Federico el Grande. Luisa alcanzó el trono a los 21 años de edad, tras haberse casado con el heredero a la corona, Federico Guillermo III, y murió en 1810 a los 34 años.  Durante la presentación de la exposición, los organizadores se refirieron a ella como la \»reina de corazones de principios del siglo XIX\», ya que el duelo colectivo por su muerte es comparable \»con el que aconteció con la pérdida de la princesa Diana de Gales\» en Gran Bretaña en 1997. La reina dio a luz a diez hijos, de los cuales siete sobrevivieron, y posó como modelo para diversos artistas.
El que tratemos y hablemos brevemente en nuestra entrada semanal de su vida se explica, aparte de tratar un interesante personaje de la realeza europea, por su presencia y el papel que realizó en uno de los episodios señalados de la época napoleónica como fue la conferencia de Tilsit, entre Napoleón I, Alejandro I y su propio marido, Federico Guillermo III, que, como diríamos hoy en día fue el invitado pobre a la fiesta. Napoleón había tratado siempre la figura de la reina con humillación y menosprecio, criticándola en los periódicos franceses, tratando sus posibles infidelidades, la llamaba «el único hombre serio de Prusia» y haciéndola pasar como la valedora e instigadora del partido de la guerra en Prusia en 1806. Por su parte, Luisa aborrecía al emperador francés por su proceder y sólo el considerarlo un deber para su pueblo hizo que se presentara en la conferencia, inducida por el gobierno prusiano y su marido para que Napoleón se ablandase y obtener mejores condiciones para su derrotado país.

Según las fuentes, Alejandro I tuvo que insistir para que Federico Guillermo III tomara parte en las conferencias ya que Napoleón no quería tenerlo en cuenta en las negociaciones. En cuanto al episodio del encuentro entre Luisa y su detestado enemigo, ha sido tratado en muchas ocasiones por los escritores y biógrafos, y lo que podía haber sido un volcán en erupción, no dejó de ser un combate en aparentes tablas, donde el corso quedó prendado de la gracia e inteligencia de la reina, pero no se apartó ni un ápice de sus exigencias territoriales, a pesar del coqueteo (forzado) y gracia que desplegó la reina en las veladas y conversaciones entre los monarcas. Se concertó una paz separada, primero con Rusia y dos días más tarde con Prusia.(1)


La reina Luisa con su regimiento de dragones de la Reina nº 5. Ilustración de Knötel.

BREVE CRONOLOGÍA

1776 – Nació el 10 de marzo de 1776, en Hannover, donde su padre, el duque Carlos Luis Federico de Mecklenburg-Strelitz, hermano de la reina Carlota, consorte de Jorge III de Inglaterra, administraba el Electorado, en nombre del rey Jorge III. Su madre, Federica Carolina Luisa, hija de un Príncipe de Hesse-Darmstadt, le procuró los fundamentos de una excelente educación. Desgraciadamente, Federica muere seis años después en 1782, habiendo dado 10 hijos al duque. 

1784 – El duque contrae segundas nupcias con la hermana de su difunta madre, Carlota Guillermina Cristina María, que sólo vivirá un año más. El duque renunciará a su empleo al servicio de Hannover y regresará a Darmstadt. La abuela de Luisa, viuda del Landgrave del lugar, se ocupó de la educación de la joven princesa, y reemplazó a su severa institutriz por otra institutriz también suiza llamada Gelieur, que cultivó y potenció las virtudes de Luisa.

1786 – En 1786 Louise y sus hermanas Teresa y Federica estaban con su abuela María Luisa Albertina de Hesse-Darmstadt (1729-1818), que fue conocida por el primer nombre de su difunto esposo, \»princesa George\» a Darmstadt. La hermana mayor Carlota estaba casada con el duque reinante Friedrich de Saxe-Hildburghausen y los hermanos Georg y Karl se quedaron con su padre en Hannover. La abuela hizo posible que las jóvenes princesas tuvieran una infancia y juventud despreocupadas. Por lo tanto, la joven Luisa era considerada animada, optimista y desafiante. De niña, fue apodada \»Jungfer Husch\» o \»nuestra gran Luisa\». A las jóvenes también se les enseñó inglés, historia y alemán, además de dibujo y pintura. Incluso tocar el piano estaba en el plan de estudios de Luisa.
1789/1792 – En mayo de 1789, presenció el matrimonio de su segunda hermana, la princesa Teresa, con Alejandro, Principe de Tour y Taxis. Este matrimonio ocasionó dos visitas a Frankfurt, donde también estuvo presente en la coronación del emperador Leopoldo II, el 11 de septiembre de 1790, y también en la coronación del Emperador Francisco II, el 14 de junio de 1792. Estos frecuentes viajes, y en ocasiones tan notables, contribuyeron a ensanchar la mente de una princesa ansiosamente deseosa de procurarse información que le resultara útil. Su gentil naturaleza adquirió una fuerza considerable, y su juicio gran precisión de los notables objetos que habían caído bajo su atención en estos viajes. Frankfurt-on-the-Maine había sido ocupada por los franceses, pero el rey de Prusia, Federico Guillermo II, acudió con sus dos hijos para atacar a los franceses, y liberó la ciudad el 2 de diciembre de 1792 y asentando su cuartel en ella. Luisa, en aquel momento pasaba por la ciudad, y fue invitada por el rey a cenar, y conoció al que sería su futuro marido, el Príncipe heredero.
Los futuros reyes en 1794

1793 – La princesa Luisa residió algún tiempo con la hija mayor de su hermana, Carlota, la esposa del duque reinante de Sajonia-Hildburghausen, en Ildburghausen, y continuó allí hasta el mes de marzo. El 24 de abril de 1793, tuvo lugar la ceremonia de esponsales entre el Principe heredero y Luisa, en Darmstadt, y al mismo tiempo que el príncipe Luis también se comprometió con la Princesa Federica (en Inglaterra en su madurez fue conocida como duquesa de Cumberland). Así los dos Príncipes de Prusia se comprometieron al mismo tiempo con las dos jóvenes princesas de Mecklenburg, ambas tan celebradas por su belleza personal. El 15 de diciembre, las princesas comenzaron su viaje desde Darmstadt, pasando por Wurtzburg, Hildburghausen, Weimar, Leipzig y Treuenbrietzen. Su llegada se esperaba en Potsdam el día 21. El 23 de diciembre de 1793, la procesión del cortejo real entró en Berlín poco después del mediodía, y que las fiestas y alegría se sucedieron dentro y fuera de la capital. El 24 de diciembre, víspera de Navidad, se produjo la soleme ceremonia del matrimonio del Príncipe Heredero con la Princesa Luisa.

1795 – Después de un parto fallido el año anterior, tiene su primer hijo barón, llamado también Federico Guillermo, el 15 de octubre. 
1797 – Fue un año accidentado para la princesa heredera. Su círculo doméstico se vió aumentado por el nacimiento de su segundo hijo el 22 de marzo, que fue bautizado con el nombre de Federico Guillermo Luis.. El 10 de junio de 1797, fallece la viuda de Federico el Grande, la reina Isabel Cristina, a la edad de ochenta y dos años. El 16 de noviembre fallece el rey, Federico Guillermo II y ahora la princesa heredera Luisa se convirtió, por el acceso de su marido al trono en, el expresivo lenguaje de su pueblo, \»la madre del país amada y respetada universalmente\», la soberana de sus súbditos.
1798 – En el mes de mayo, la real pareja comienza un viaje por las provincias orientales. El dia 29 la reina Luisa entró en Küstrin y posteriormente entraría en Dantzig. El 3 de junio llegaron a Königsberg. El 9 de junio por la tarde, dejaron la ciudad en viaje a Varsovia, donde llegaron el dia 13. Silesia sería la siguiente etapa del viaje: Wartenburg, Oels, Handsfeld y Breslau. El 26 de junio, la Reina comenzó su viaje a su regreso a Berlín, y el 1 de julio llegó a Charlottenburg, después de haber recorrido la mayor parte de los estados prusianos. El 13 de julio, la reina Luisa dio a luz a una princesa, que fue bautizada el mes siguiente en el cumpleaños del rey, el 3 de agosto, con el nombre de Federica Luisa Carlota Guillermina (futura emperatriz de Rusia).
1799 – El 25 de mayo comienzan un segundo viaje por sus dominios, desde Postdam, primero a Magdeburgo, luego a Westphalia y al Franco Principado, de donde rindieron visita a los diferentes miembros de sus familias en Gassel, Hildburghausen, Hanau, Weimar y Dessau. En la noche del 13 de octubre, la familia real aumentó con el nacimiento en Potsdam, de una hija, que fue bautizada el 8 de noviembre, con el nombre de Federica Augusta Carolina Amelia; pero esta princesa murió el 31 de marzo al año siguiente, de una tos convulsa.
1800 – El 14 de agosto, el rey partió para revisar las tropas acantonadas en Silesia, y la reina lo acompañó, porque se deleitaba en viajar. Volvieron a Charlottenburg el 9 de septiembre.
1801 – Acompaña a su marido a finales de mayo para revisar las tropas acantonadas en Magdeburgo. El 29 de junio nace el tercer hijo de la pareja, que recibió el nombre de Federico Carlos Alejandro.
1802 – Acompaña a su marido en de mayo para revisar las tropas acantonadas en Stuttgart, en Pomerania, y en Königsberg, en Prusia. El 10 de julio, el emperador de Rusia, Alejandro, aprovechó la cercanía a sus dominios y llegó a Memel para conocer personalmente a los reyes prusianos. Con posterioridad se desplazarían a Varsovia, Kalisch y Posen, para volver posteriormente a Berlin.

La reina en un mercado navideño en Berlín.
1803 – El 22 de febrero, la familia real volvió a aumentar con el nacimiento de su cuarta hija, bautizada con el nombre de Federica Guillermina Alejandra Maria Elena.
1804 – El 13 de diciembre, la Reina concibió otro hijo, que fue bautizado el 6 de enero del año siguiente, con los nombres de Federico Julio Fernando Leopoldo.
1805 – El 7 de julio regresaron a Potsdam, y la Reina retomó la rutina de su vida y sus estudios favoritos: la Reina hablaba y escribía los idiomas alemán y francés con gran pureza y fluidez; su conversación era simple y sin ser estudiada: cálida y sincera en todas sus impresiones, rápidamente adoptó una dirección de pensamiento personal. Poseía un buen sentido y, a este respecto, se parecía al Rey, pero su dominio del lenguaje era mayor y, en consecuencia, su conversación era más brillante que la suya. Del 25 de octubre al 4 de noviembre el zar Alejandro vuelve a visitarlos. El dia 3 de noviembre, los tres soberanos ante la tumba de Federico II, se juran fidelidad eterna contra Napoleón.
Luisa pasa en carruaje junto a las tropas.

1806 – El 6 de marzo, el Rey, acompañado por su consorte real, fue a Schwedt y Stettin, para ver a las tropas rusas, que pasaban por esos lugares en su regreso a su país de origen y regresaron a continuación a Berlín el día 12 del mismo mes. El 6 de abril pierde a su hijo, el príncipe Fernando, que la sume en una gran congoja. Para restablecerse toma baños en la localidad de Pyrmont.

Al final de su estancia se entera del protectorado de Napoleón en la Confederación del Rín, y a la llegada de regreso a Charlottenburg que la guerra con Francia estaba decidida(2). La reina permaneció solo seis semanas en Charlottenburg, después de su regreso de Pyrmont. A mediados de septiembre, acompañó al Rey a Naumburg, en el río Saale, donde esperaba la llegada de las tropas rusas. La amistad del emperador Alejandro no había variado desde que vió por primera vez al Rey, en Memel, en el año 1802. Tan pronto como el Rey resolvió la guerra(3), el Emperador, honrando su amistad, se apresuró a ayudarlo. El 1 de octubre, el enviado prusiano fue recibido por Talleyrand, para indagar sobre la causa de la marcial actitud asumida por su Estado. Entregó un escrito en respuesta, conteniendo tres demandas: primero, que todas las tropas francesas deberían evacuar inmediatamente a Alemania; en segundo lugar, que Francia dejara de presentar obstáculos a la formación de la Confederación del norte; en tercer lugar, que la Fortaleza de Wesel, y las tres abadías secuestradas por Murat deberían ser restauradas. Estas demandas, acompañadas por una larga carta acusatoria, equivalían a una declaración de guerra.

Pero al mediodía del 14 de octubre, la derrota del ejército prusiano era un hecho, y Napoleón tras pasar la noche en Weimar ordenó la persecución del derrotado ejército(4). El Rey Federico Guillermo III había escapado a Konigsberg; la Reina huyó de una ciudad a otra antes que los vencedores: estaba en Stettin el día 19, y en Küstrin el día 20. Napoleón avanzó hacia Postdam y Rossbach e hizo su entrada triunfal en Berlín el 27 de octubre, al frente de una gran procesión militar. Los monarcas prusianos llegaron a Wehlau, con el rey ansioso por recoger los restos de su ejército. En el mes de diciembre, llegaron a Königsberg. La salud de la reina se resintió con la fiebre. Pero los soldados franceses se acercaban tras las acciones de Pulstuck y Volinia, y la familia real se desplazó a Memel, donde se hicieron preparativos para que los restos del ejército prusiano se uniera a los rusos. 
1807 – Tras la sangrienta batalla de Eylau el 8 de febrero y la vuelta de los contendientes a sus cuarteles de invierno, se reanudaron posteriormente las hostilidades con el buen tiempo, y la derrota de los rusos en Friedland el 14 de junio puso un punto definitivo en la contienda. Las fuerzas de Soult llegaron a Königsberg el dia 16 de junio, y los dos monarcas fugitivos huyeron hacia Tilsit, donde llegó la caballería de los franceses el 19, donde el puente sobre el Niemen por el que Federico Guillermo había cruzado aún estaba ardiendo. Se concertó una tregua y su conclusión fue seguida por una entrevista entre Alejandro y Napoleón, y luego con el Federico Guillermo. Se entablaron negociaciones para la paz y se transfirieron los cuarteles generales del Emperador Alejandro y el Rey, a Tilsit; para que los cuarteles generales de las tres naciones estuvieran en la misma ciudad. Federico Guillermo llegó a Tilsit el 28, pero Napoleón no admitió su presencia en la misma calidad que Alejandro. Bajo estas circunstancias, se suponía que por parte del rey, la aparición de la reina en los cuarteles podría facilitar las negociaciones y conseguir condiciones de paz menos desfavorables y por tanto su presencia fue solicitada. Luisa se expresaba en su diario:

\»Lo que esto me cuesta, solo Dios lo sabe; porque aunque no odio positivamente a este hombre, lo considero un hombre que ha hecho miserable al Rey y a toda la nación. Admiro ciertamente sus talentos, pero su carácter, que es manifiestamente engañoso y falso, no puedo soportarlo. Ser cortés y complaciente con él será muy difícil para mí; pero esta dificultad se requiere de mí; y ya estoy acostumbrada a hacer sacrificios \».

A fin de ocultar la posición real de las respectivas partes, y romper la natural reserva que sería aparente en esta entrevista, el Emperador, que amaba la pompa y los desfiles en todo momento, honró a la Reina enviando para ella un espléndido carruaje tirado por ocho caballos, así como una numerosa y brillante escolta de sus dragones de la Guardia, asignada para acompañarla a ella y al Rey a los cuarteles. Tan pronto como tomaron posesión de sus estancias, Napoleón acudió a su encuentro. Más tarde confiaría a Talleyrand: “Sabía que iba a ver a la Reina más bella que existía, pero encontré a la Reina más hermosa, y al mismo tiempo, la mujer más interesante del mundo\».

El encuentro entre los monarcas en Tilsit.

Por la noche Luisa fue a cenar con Napoleón. Los recibió en la calle y los llevó a la cena. El estado de ánimo era bueno, y el entretenimiento, animado. Napoleón preguntó cómo solo Prusia, con su pequeño poder, podría comenzar una guerra contra él. Luisa dio la famosa respuesta: \»Señor, la gloria de Federico el Grande nos ha vencido por encima de nuestros medios\». Este episodio se basa en fuentes francesas. Talleyrand informó más tarde que esto había causado una gran impresión en Napoleón, ya que este adoraba a Federico II.
Después de la cena, Napoleón se muestra galante con la reina y le ofrece una rosa. Ella la aceptó, y preguntó furtivamente “¿Con Magdeburgo, Sire?”. El Emperador que no quería devolver la villa bajo ningún concepto, le espetó “Madame, soy yo quien ofrece la rosa, no vos”. Más tarde, cuando la Reina ya había abandonado la mesa, Napoleón le dijo al emperador Alejandro: \»La Reina de Prusia es una mujer encantadora, su alma se ajusta a su forma; en honor, en lugar de llevarle una corona, a uno le gustaría sentir la tentación de ponerla a sus pies\» (5). Después de la reunión, la alegría de la esperanza se elevó en gran medida. Alejandro y algunos franceses felicitaron a Luisa por el éxito que había logrado. Los sueños de esperanza duraron solo una corta noche de verano.
Después de una estancia de tres días, la Reina volvió a Memel y el acuerdo de paz entre Rusia y Francia se firmó el 7 de julio y entre Prusia y Francia el día 9. La reina deseaba pasar el invierno en Königsberg, porque el aire frío y húmedo de Memel y su proximidad al mar habían afectado seriamente su salud. Finalmente, el país fue evacuado por los franceses hasta Weichsel, y el 15 de diciembre, el rey, la reina y la familia real fueron a Konigsberg, donde fueron recibidos con las más sinceras demostraciones de apego. A pesar de la situación, Luisa vuelve a escribir:

“El Rey es más afectuoso y amable conmigo que nunca: una gran felicidad y una gran recompensa después de una unión de catorce años\».

1808 – Los asuntos de España dejaron una profunda impresión en la mente de la Reina; y tal vez ninguna nación manifestó un mayor grado de simpatía y un interés más vivo por sus preocupaciones que Prusia. Tanta duplicidad, arrogancia e injusticia de un lado, y tanta energía, coraje y perseverancia en el otro, no podían dejar de despertar el más vivo interés en una mente tan entusiasta como la de la Reina. El Rey y la Reina durante el verano tomaron posesión de una pequeña propiedad llamada Hufen, en las cercanías de Königsberg. El 8 de septiembre se firma de un tratado franco-prusiano en París. Los prusianos deben pagar una reparación económica a Francia, en una cantidad de 140 millones de francos, mientras que las tropas francesas deben evacuar Prusia, salvo las fortalezas del Oder: Glogau, Stettin y Küstrin. El emperador Alejandro pasó unos días en Königsberg, y el interés por devolverle la visita concluyó en un viaje hacia San Petersburgo que se inició el 27 de diciembre. El 30 de diciembre llegaron a Riga.
1809 – El 1 de enero dejaron Riga y el 7 de enero entraron en San Petersburgo. Después de una estancia de 10 días, entre desfiles y celebraciones, volvieron a Königsberg. Durante la ausencia de los reyer, los estados prusianos habían sido evacuados por las tropas francesas, y nada más se habría opuesto a su largamente deseado regreso a Berlín, si Austria y Francia no hubieran comenzado nuevamente las hostilidades. Esta guerra, que tanto agitó al norte de Alemania, de la cual el escenario de la acción estaba tan cerca de la capital de Sajonia, evitó el regreso a Berlín en la primavera de 1809. La reina pasó el verano en Hufen, pero estaba muy indispuesta, y al final cayó gravemente enferma con una fiebre que minó por completo sus fuerzas. Se dedica a sus aficiones, el cuidado y educación de sus hijos, y da muestras de unas profundas creencias religiosas. De esa época escribe:

“Justo ahora, tuve una larga conversación con él [el Rey] sobre este tema, y ​​él dijo pensativamente: “Esto debe ser cambiado; debemos alterar las cosas: el mejor y más sabio falla, y el emperador francés al menos es astuto y diplomático\». Si los rusos y los prusianos hubieran luchado con el coraje de los leones, y no hubiéramos sido conquistados, aún deberíamos habernos visto obligados a abandonar el campo, y el enemigo se habría quedado con todas las ventajas. Podemos aprender mucho de Napoleón: lo que él ha hecho no se perderá sobre nosotros. Sería una blasfemia decir que Dios ha estado con él, pero aparentemente él es un instrumento en la mano del Todopoderoso para cortar las ramas que ya no tienen vitalidad, pero que han crecido y se han identificado con el tallo. Seguramente vendrán mejores tiempos; nuestra fe en el Todopoderoso garantiza esta creencia. El bien solo puede ser producido en este mundo por el bien; por lo tanto, no creo que el emperador Napoleón esté firme y seguro en su resplandeciente trono. La estabilidad, la verdad y la justicia son firmes e inmutables, y él es solo prudente, lo que significa político. Él no gobierna de acuerdo con las leyes del Eterno, sino según las circunstancias a medida que surgen; por lo tanto, su reinado está manchado con mucha injusticia.”

El 14 de octubre trae al mundo a otro príncipe, que fue bautizado como Alberto, pero permanece durante largo tiempo considerablemente enferma. El retorno de la familia real se había fijado a mediados de diciembre y no se pospuso. Comenzó el dia 15 y finalizó con su entrada en la capital el 23 de diciembre.
1810 – Por el mes de marzo, después de su cumpleaños, su hija menor, Luisa, que ya se parecía mucho a su madre, cae enferma, lo que le provoca a la reina una nueva fuente de ansiedad. Cuando la princesa se tornó en convaleciente, la Reina cayó gravemente enferma, con una violento tos con mucha fiebre y estuvo confinada durante muchos días a su cama. También sufrió de espasmos en el pecho, que le producirían peores consecuencias en el futuro.
A medida que el clima se hizo más suave, la salud de la Reina mejoró ligeramente, y hacia finales de abril tomó su residencia en Potsdam, donde el Rey ya la había precedido. Se volvió más fuerte por este cambio de aire, y sus rasgos volvieron a retomar su radiante expresión. Deseando visitar a su padre en Strelitz, comenzó el viaje el 25 de junio hacia Furstenburg, donde había quedado con su familia. Posteriormente el dia 28 también el rey llegó al lugar. Hacia la tarde, la corte dejó Strelitz por Hohenzieritz, ya que el Rey deseaba pasar el poco tiempo asignado a su visita en el país. La reina estaba indispuesta cuando llegó; un catarro violento ya se había manifestado con presencia de fiebre. A pesar de los síntomas y como estaba acostumbrada a no dar importancia a cualquier indisposición temporal, permaneció con la familia real y ducal. Sin embargo, viéndose obligada a retirarse temprano, se remarcó que la Reina evidentemente estaba muy enferma. El día 29 sufrió dolores en la cabeza y una gran opresión; sin embargo, apareció en la mesa de la cena, pero se vio obligada a retirarse poco después a su habitación. Su padre mandó llamar a su médico, que le recomendó no viajar bajo grave riesgo de su salud. El 2 de julio el rey partió hacia Berlín debido a sus obligaciones, con el deseo de volver en pocos dias. La condición de la reina empeoró: en el undécimo o duodécimo día de su enfermedad, se manifestó una fiebre y opresión violentas; se rompió un absceso en los pulmones y la descarga fue muy considerable. Después de unos días de recaídas y parciales mejoras, murió en la mañana del 19 de julio.(6) 
El 23 de diciembre de 1810, a las cuatro de la mañana, siendo el aniversario del día en que la reina había entrado en Berlín como novia, diecisiete años antes, y también el aniversario del día en que fue restaurada, después de tantas aflicciones; el Príncipe Carlos, acompañó al cadáver real, rodeado por un destacamento de guardias, desde la catedral de Berlín hasta su descanso final, en Charlottenburg.

Inmediatamente después de la muerte en 1810 de la reina Luisa, que seguía siendo muy apreciada por la gente, su mausoleo (Mausoleum im Schlosspark Charlottenburg) fue construido según un diseño de Heinrich Gentz.

– – – – – o – – – – –
(1) – Napoleón despojó a los prusianos  de aproximadamente la mitad de su territorio y gran parte de las tierras polacas en posesión prusiana desde la Segunda y Tercera Partición se convirtieron en el Ducado de Varsovia. Prusia debía reducir su ejército a 43.000 soldados y el 9 de marzo de 1808, Francia fijó su tributo para ser recaudado de Prusia en 154.500.000 francos, aunque la suma se redujo 120 millones de francos antes del 1 de noviembre de 1808. Talleyrand había aconsejado a Napoleón que buscara términos más suaves y los tratados marcaron una etapa importante en su alejamiento del emperador. Las draconianas condiciones exigidas por el corso hicieron que aparte de considerarse humillantes, fueran un decidido acicate para el posterior levantamiento de los prusianos pocos años después.

(2) – “Esta circunstancia tiene un motivo especial, para anticipar la acusación del Emperador francés, de que era la reina quien deseaba la guerra y que se esforzó por promoverla. La Reina, por el contrario, tuvo tan poca participación en esta decisión, que Napoleón deseaba que el mundo creyera que era el resultado de su influencia, pero solo la conoció después de haber sido determinada.
(3) – “Prusia se había esforzado por formar una confederación del norte de los Estados alemanes, para contrarrestar la influencia de Francia en la Confederación del Rin, y había fracasado. Obviamente Napoleón obstaculizó dichos intentos, particularmente en cuanto a las ciudades de la Hansa que, declaró, no podían ser incluidas en ninguna confederación en particular; pero no ofreció ninguna oposición abierta. Murat, cuyo ducado de Berg le colocó en las proximidades de Prusia, se apoderó injustificadamente de tres abadías, que declaró que debían pertenecer a sus territorios, y también permitió que sus oficiales actuaran de manera ofensiva. En todo esto no había una causa absoluta para la guerra, pero ciertamente para protestas y negociaciones. Al mismo tiempo, el el acto arbitrario y vengativo de la opresión y la crueldad por parte de las autoridades francesas en Nuremberg, contribuyó a llevarlos al odio en toda Alemania. Cuando Palm, el librero, fue detenido por publicar una calumnia contra Napoleón, juzgado por una comisión militar y fusilado, la opinión pública, ya enardecida contra los franceses, se emocionó al más alto grado de indignación. La Reina, entusiasta en todos sus sentimientos, participó en el espíritu patriótico que animaba a la gente. El príncipe Luis y un grupo de jóvenes nobles, que se sentían llenos de ardor por repetir las victorias del Gran Federico, habían afilado sus sables en el umbral de la residencia del embajador francés, y habían roto las ventanas de los ministros supuestamente con simpatías hacia Francia. El ejército fue concienzudamente preparado. La Reina aparecía con frecuencia en el uniforme del regimiento que llevaba su nombre y a veces cabalgaba en la cabeza. En medio del entusiasmo popular creado, el Emperador de Rusia visitó Berlín y prometió la ayuda de su ejército contra Francia.”
(4) Un pánico general parecía haberse apoderado de los prusianos; grandes destacamentos del ejército diariamente rendían las armas, a veces con poca resistencia. El general Kalkreuth se rindió con todas sus tropas a Soult el día 15. El día 17, Bernadotte se encontró con un cuerpo de ejército intacto de dieciséis mil hombres, la reserva de su ejército, que nunca había entrado en acción, pero había tomado una posición en Halle, bajo el príncipe Eugenio de Wirtemberg. Compartieron el destino de todos los demás, siendo completamente derrotados, con la pérdida de cinco mil hombres, su artillería y banderas. El 18, Erfurt se rindió a Murat, con ciento veinte piezas de cañón, inmensas revistas y catorce mil hombres, prisioneros de guerra, entre los que se encontraban el mariscal Mollendorf y el príncipe de Orange. El Rey había escapado a Konigsberg; la Reina huyó de una ciudad a otra antes que los vencedores: estaba en Stettin el día 19, y en Küstrin el día 20. Napoleón avanzó hacia Postdam y Rossbach e hizo su entrada triunfal en Berlín el 27 de octubre, al frente de una gran procesión militar
(5) – Napoleón escribió el 8 de julio a su consorte Josefina: \»La reina de Prusia es realmente una mujer encantadora, ella es muy amable conmigo, pero no es necesario que estés celosa. Soy como un paño de aceite, sobre el cual esas cosas se deslizan sin tocar el interior. Jugar al galante en tales ocasiones no cuesta mucho\». Mientras estuvo prisionera en St. Helena, escribió: \»Ella no se vio afectada en su conversación, y se mantuvo dueña de si misma a pesar de toda la destreza que empleé y todos los problemas que tuve. Siempre regresaba a su tema, y siempre con tanto tacto y delicadeza que era imposible ofenderse\».

(6) – En la posterior autopsia de la reina, se descubrió un pulmón destrozado y un tumor en el corazón. \»Los doctores dicen que el pólipo en el corazón es una consecuencia de una gran y duradera aflicción\», escribió la condesa Voss.
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Fuentes:
1) – “Memoirs of the private life and opinions of Louisa, Queen of Prussia” – Mrs. Charles Richardson, Richard Bentley, London, 1848.
2) – “Queen Louisa of Prussia; or Goodness in a palace” – Catherine E. Hurst, New York: Hunt &Eaton, 1874
6) – https://www.youtube.com/watch?v=S8wR5vbbANg. Luisa de Mecklemburgo-Strelitz de Prusia y Napoleón – Alejandro Dolina La Venganza Será Terrible
7) – https://www.monarquiaconfidencial.com/otras_casas_reales/Luisa-Prusia-reina-llamaban-Miss_0_1352864703.html
8) – https://www.museumsportal-berlin.de/en/museums/mausoleum-im-schlosspark-charlottenburg/
9) – https://es.wikipedia.org/wiki/Luisa_de_Mecklemburgo-Strelitz
10) – https://en.wikipedia.org/wiki/Treaties_of_Tilsit
11) – http://www.epoche-napoleon.net/de/bio/p/preussenl.html
Imágenes

a) . De Josef Grassi – http://ossolineum.pl/old/wystawy/portrety.html, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2449500

b) – https://www.museumsportal-berlin.de/en/museums/mausoleum-im-schlosspark-charlottenburg/
c) – http://l7.alamy.com/zooms/1d70fc78781f4f0084a4bb8a46283d56/queen-louise-at-the-christmas-market-in-berlin-making-a-gift-to-a-eebpf6.jpg
d) – https://i.pinimg.com/474x/d9/b2/7f/d9b27ff667dca50567c511758d8fdd03–king-william-prussia.jpg
e) – http://www.koenigin-luise.com/Luise/LuisevorJena_red.jpg
f) – http://arrayedingold.blogspot.com.es/2011/12/napoleon-bonaparte-and-queen-louise-of.html
g) -http://www.batguano.com/vlbqlouise.jpg

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