Realeza: el delicado equilibrio entre la ficción y la realidad

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Realeza: el delicado equilibrio entre la ficción y la realidad

La industria del cine tiene debilidad por las familias reales. Metros de celuloide y cientos de gigas de las cámaras digitales retrataron la vida de monarcas del pasado, del presente y hasta del futuro

Realeza: el delicado equilibrio entre la ficción y la realidad

Retrato de la emperatriz Isabel de Austria y las dos actrices que la han interpretado: Romy Schneider y Devrim Lingnau / web

VIRGINIA BLONDEAU
Por VIRGINIA BLONDEAU

13 de Noviembre de 2022 | 08:16
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¿Ficción o realidad? ¿Es válido partir de un hecho real y tergiversarlo a antojo del director? ¿Dónde están los límites entre lo que los libros de historia nos cuentan y las licencias del guionista? ¿Es posible que lo que nos muestra el cine, el teatro y las series se instalen de tal manera en la historia de los tiempos que terminemos creyendo que realmente sucedió? No tenemos todas las respuestas pero sí algunos ejemplos y, también, algunas recomendaciones para que los lectores formen su propio criterio.

Comencemos nada más y nada menos que con William Shakespeare, el dramaturgo inglés nacido en 1564 que tan bien perfiló en sus obras de teatro a los monarcas del Reino Unido. Fue el artífice de que hoy reconozcamos a Ricardo III como un hombre feo, malo y jorobado que en plena batalla, desesperado, gritó “¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!”. Es posible que el rey no fuera tan malvado y es bastante improbable que haya dicho esa frase pero si Shakespeare lo escribió, sellado en la historia está. ¿O alguno de los lectores duda de la existencia de un tal Romeo Montesco que en un baile se enamoró de Julieta? Hasta hay un balcón en Verona que aseguran, pertenecía a la habitación de la joven, en el palacio de los Capuletos, y que fue al que trepó su novel esposo para consumar el amor. Hoy, por pocos euros, los turistas pueden recrear la escena y tomarse una selfie. Sin trepar ni consumar, lógicamente. Pero por más evidencias que haya, la historia de Romeo y Julieta es fruto de la imaginación de Shakespeare y, como tales, los personajes nunca existieron.

Sirva esta introducción para que mantengamos el ojo crítico al ver las series sobre personajes de la realeza, actuales o de otros siglos, que se presentan en estos días en las plataformas de streaming. Es posible que mucho de lo que veamos no haya sucedido pero si los personajes están bien delineados, si el desarrollo de los diálogos es verosímil y la ambientación y el vestuario están bien elegidos, podremos adentrarnos en el espíritu de la época, reconocer el hecho histórico y tener un pantallazo general de cómo sucedieron las cosas. Si la serie es buena, el espectador habrá sumado conocimientos sobre historia de las monarquías y pasado un buen momento. El espectador “especialista”, nunca quedará conforme y pasará todos los capítulos diciendo “esto no pudo haber sido así”. Dicho esto, cada uno elegirá que tipo de espectador quiere ser. Nosotros recomendamos sentarse frente a la pantalla a disfrutar de una buena obra de ficción, basada en hechos reales.

Imagen de promoción de la temporada 5 de The Crown / Web

UN RETRATO DE LA ALTA SOCIEDAD INGLESA

Disponible en Prime Video aún puede verse la reina de la series de época: Downton Abbey, un retrato de la alta sociedad inglesa que a principios del siglo XX ve como el status quo al que están acostumbrados se va desmoronando. Las historias de intriga y amor también están presente en los sótanos del castillo donde viven los sirvientes, leales y tan ricos en matices como sus patrones. Son seis temporadas y dos largometrajes. Justamente en el primero de ellos, de 2019, aparece una de las reinas consortes de Gran Bretaña más famosas: la reina María. Su esposo, Jorge V, reinó entre 1910 y 1936 y es el bisabuelo de Carlos III, el actual monarca.

En la película, el castillo de los Crawley espera la visita de los reyes, Jorge y María. Todo está revolucionado y los sirvientes no paran de sacarle brillo a la vajilla. En paralelo, uno de los personajes comienza a sospechar que se está preparando un complot para asesinar al rey. No hay certeza de este ataque pero sí de una anécdota que pinta a la reina de cuerpo entero. María era amante de los objetos decorativos de buena manufactura. Tal como se ve en la película, en algún momento de la velada, se deshacía en halagos ante un reloj, una cajita de nácar o una escultura y el dueño de casa se veía en la obligación de regalárselo. Algunas familias, incluso, llegaban a esconder piezas para preservarlas de la codicia de Su Majestad.

Otra gran obra que refleja la vida en la corte es The Crown, basada en la vida de la reina Isabel II, recientemente fallecida. El miércoles pasado Netflix ha estrenado la quinta temporada que ya ha sido criticada por recrear las anécdotas menos favorecedoras de los actuales reyes. El gran valor de las cuatro anteriores temporadas fue basarse en los hechos, minimizando al máximo las especulaciones pero siendo siempre muy amables con la reina Isabel. A pesar de la aparición de Camila en la tercera temporada y de Diana en la cuarta, The Crown supo navegar entre dos aguas y no ahondar la brecha entre estos dos polémicos personajes. Dejaremos que los lectores vean esta nueva etapa sin condicionamientos.

“LA EMPERATRIZ”

Netflix ha estrenado también la primera temporada de la serie alemana “La Emperatriz”, una semblanza de Isabel de Austria, emperatriz consorte de Francisco José de Habsburgo quien fue monarca del Imperio Austrohúngaro desde 1848 hasta 1916. Sissí la llamaba su madre y, aunque ella odiaba ese sobrenombre, así es como la conocemos hoy. Fue un personaje tan lleno de matices que actrices de varias generaciones han querido ponerse en su piel. Las más recordada es la Sissí interpretada por Romy Schneider en la edulcorada trilogía de los años 50, años en los que ver una serie significaba ir al cine a ver la primera parte, al año siguiente otra parte y, con suerte, una tercera parte después de 365 días de espera. Hoy están disponibles en YouTube. Romy también interpretó a la emperatriz en los años 70 en la película “Ludwig”. Actriz y personaje eran ya maduras, la belleza estaba intacta pero el romanticismo había dejado paso al cinismo, a la soledad y al desencanto.

Tan compenetrada está en nuestra mente el binomio Romy-Sissí que nos es difícil verla interpretada en esta nueva serie por otra actriz. Es cierto que la tosquedad y el espíritu bucólico de Isabel joven está mejor reflejado. Su personaje y el de su suegra son, tal vez, los mejores logrados. Los primeros capítulos se hacen un poco pesados pero la serie gana a medida que avanza. Los personajes masculinos están un poco desdibujados ya que ni el emperador debe de haber sido tan tonto ni su hermano Maximiliano (Futuro emperador de México) tan artero.

 

Recientemente estrenada, la quinta temporada de The Crown ya recibió críticas

 

Más allá de todo es interesante verla porque, no sabemos si a propósito o por mera casualidad, hay una escena que es prácticamente un calco de una escena de The Crown.

Muchas veces se han establecido paralelos entre Isabel y Diana: su belleza, su ilusión frente a sus respectivas bodas, su infelicidad, sus problemas alimenticios, su narcisismo exacerbado y la muerte trágica de ambas. Son también muchas las diferencias pero es curioso como en las dos series se refleje de manera casi idéntica cómo conocieron a sus esposos.

Al comienzo de la cuarta temporada de The Crown el príncipe Carlos va a visitar a lady Sarah Spencer, con quien mantenía un romance para alegría de los Windsors que la consideraban muy adecuada como futura princesa de Gales. Mientras la espera, en el hall del palacio aparece su hermana menor, Diana, disfrazada de árbol, uno de los personajes de Sueño de una noche de verano (Otra vez Shakespeare). Como tiene orden de la hermana de no hacerle pasar papelones con el príncipe, se esconde detrás de unos maceteros. Obviamente él la ve y queda encantado con esa adolescente de 16 años curiosa y juguetona. Situamos este episodio en 1977. Dos años después volverían a encontrase y lo demás es historia conocida.

Grabado de la reina Carlota / Web

Mientras, 124 años antes en Austria, el emperador buscaba esposa. La designada fue su prima hermana Elena. La joven viajó a Viena a conocerlo, acompañada por su madre y su hermana menor, Isabel quien, al igual que Diana, tenía 16 años. Isabel, que tenía órdenes estrictas de no humillar a su hermana con comportamientos poco ortodoxos, lo primero que hizo al llegar fue salir a los jardines, descalza y vestida de campesina detrás de un pajarito herido. De casualidad se encontró con Francisco José que regresaba de cabalgar. También ella se escondió detrás de una planta y también ella sonrió con esa inocencia y picardía adolescente cuando fue descubierta. Está de más decir cuál fue la elección del emperador a la hora de casarse. La analogía entre Diana e Isabel, por lo menos en estas escenas, es perfecta.

LOS ROMANOV

La gloria y decadencia de los Romanov, en Rusia, han sido recreadas en cientos de películas y series. En Netflix está disponible “Los últimos zares”, una serie en la que es difícil reconocer a los personajes ya que no se parecen en nada físicamente y, salvo excepciones, poco en personalidad. No la recomendamos para quienes conocen el tema porque las inconsistencias históricas son varias pero es interesante para tener una ida de los hechos que precedieron a la revolución bolchevique.

 

Las plataformas de streaming le vienen sacando el juego a las historias de las realezas

 

La serie que sí dista casi totalmente de reflejar la realidad es Bridgerton. Tampoco es que lo busque ya que se basa en una serie de novelas cortas de Julia Quinn que están muchísimo más cerca de Corín Tellado que de Shakespeare. Cada temporada cuenta la historia de amor vivida por cada uno de los aristocráticos hermanos Bridgerton. Si traemos la serie a estas páginas es porque aparece en forma recurrente la reina Carlota, esposa del rey Jorge III. Nada de lo referido a este personaje se basa en libros históricos pero hay un detalle que de alguna manera marca a la serie. La reina Carlota era hija del duque de Mecklemburgo-Strelitz, uno de los tantos ducados alemanes con cierta relevancia. En 1761 se había casado con el rey de Inglaterra y formaron un matrimonio armonioso a pesar de que él tenía una salud mental bastante frágil.

Carlota, como todas las reinas de la época, posó para varios pintores. Algunos suavizaron sus rasgos pero otros prefirieron no disimular su tez oscura y sus labios carnosos con lo que siempre se ha sospechado que pudo haber tenido ascendencia africana. No oficialmente, claro. En “Bridgerton” se impone el dato como cierto y la reina es interpretada por una actriz negra. Los productores van más allá e introducen personajes de color; condes y duques respetados y adinerados introducidos en la corte, que pertenecen a lo mejor de la sociedad y que se casan con “rubias rosas de Inglaterra” . Algo deseable pero no posible y menos en el siglo XIX. Aún así recomendamos la serie a quienes quieran pasar un rato agradable y romántico, sin pensar demasiado.

Todas estas últimas series las encontrarán en Netflix. Desde estas páginas solo nos resta desearles que llueva a cántaros uno de estos fines de semana y que justo pase un vendedor de pochoclo por la puerta de sus casas. Así estará todo listo para adentrarse en el fabuloso mundo de las monarquías.

La reina Carlota en Bridgerton / Web

 

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