Virgen María: ¿murió o no murió?, ¿o se durmió como en un sueño? - Valores Religiosos
Domingo 21.04.2024

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Virgen María: ¿murió o no murió?, ¿o se durmió como en un sueño?

Por: Ariel Alvarez Valdés

En los últimos siglos se extendió la errónea creencia de que la Madre de Dios fue llevada al cielo tras haber entrado en un sueño profundo, que se denominó dormición. Cómo fue realmente su partida de este mudo. Escribe el biblista Ariel Alvarez Valdés.
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Muchos cristianos han creído durante siglos, y algunos todavía creen, que la Virgen María no murió como las demás criaturas. Que se quedó dormida como en un sueño profundo, y así fue llevada al cielo. Esta creencia se basa en ciertos pasajes de la Biblia, que afirman que la muerte entró en el mundo por culpa del pecado. Y como María no cometió pecado, se decía que no le correspondía morir.

Pero esta opinión nunca fue unánime en la Iglesia, y dividió a los católicos durante mucho tiempo. Por eso, cuando en 1950 el Papa Pío XII declaró el dogma de la Asunción de María, los teólogos pensaron que aludiría a la cuestión de su muerte y solucionaría el problema. Pero Pío XII prefirió no entrar en controversias teológicas, y simplemente dijo: “Declaramos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada madre de Dios, terminado el curso de su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al cielo”. Con lo cual dejó el tema sin resolver.
Fue Juan Pablo II, en su catequesis del 25 de junio de 1997, quien puso fin al debate, afirmando que la madre de Jesús sí murió, como toda criatura humana. El Papa justificó su afirmación por tres motivos.

Primero, porque la tradición de la Iglesia siempre ha sostenido que María fue llevada al cielo después de morir. Desde los primeros siglos, figuras importantes como san Epifanio († 403), san Ambrosio († 397), San Jerónimo († 420), San Agustín († 430), San Juan Damasceno († 749), san Anselmo († 1109), santo Tomás de Aquino († 1274), san Alberto Magno († 1280), San Bernardino de Sena († 1444), y una larga lista de escritores eclesiásticos, defendieron de manera terminante la muerte de la Virgen. Sólo en el siglo XVII comienza a aparecer la opinión de la inmortalidad corporal de María. Por eso, dice el Papa, quienes sostienen que la Virgen no murió se oponen a la auténtica tradición de la Iglesia.

Segundo, porque pensar que María no murió es otorgarle a ella un privilegio que la colocaría por encima de su propio Hijo, ya que Jesús tampoco tuvo pecado y sin embargo murió.
Tercero, porque para poder resucitar es necesario antes morir. Si María no hubiera muerto ¿cómo habría entrado en la vida eterna?
Por todo ello, concluye el Papa, María de Nazaret tuvo que haber muerto.

Entonces, ¿por qué hay textos bíblicos que dicen que la muerte entró en el mundo por el pecado? ¿Significa que si los primeros hombres no hubieran pecado, habrían sido inmortales? Ciertamente que no. Con pecado o sin él, la muerte hubiera existido de todos modos. El pecado de los primeros hombres no alteró la biología humana. La creencia en la inmortalidad humana se debe a una interpretación errónea de los textos bíblicos. Veámoslos.

El primer texto que suele citarse es Génesis 3. Allí se cuenta que Dios, en el paraíso, había prohibido a Adán y Eva comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero como ellos desobedecieron, Dios les asignó una serie de castigos.

A la serpiente le dijo: a) serás maldita entre los animales; b) caminarás sobre tu vientre; c) comerás polvo; d) serás enemiga de la mujer.
A la mujer: a) aumentaré tu sufrimiento en los embarazos; b) con dolor parirás los hijos; c) hacia tu marido irá tu apetencia; d) él te dominará.
Y al hombre: a) maldita será la tierra por tu culpa; b) sacarás tu alimento con trabajo; c) el suelo te producirá espinas y abrojos; d) comerás la hierba del campo; e) comerás el pan con el sudor de tu frente.

Al final Dios añade la famosa frase: “Hasta que vuelvas al polvo de donde fuiste sacado, pues eres polvo y en polvo te convertirás” (Gn 3,19). Como vemos, la frase “hasta que vuelvas al polvo” no forma parte de los castigos. Es una infor­mación de Dios sobre cuánto tiempo tendrá que sufrir Adán los males: hasta que le llegue la muer­te, que se entiende como algo natural. Por lo tanto, la muerte no aparece como un castigo impuesto por Dios, sino una realidad anterior al pecado. Si la frase “hasta que vuelvas al polvo” fuera una condena de muerte contra Adán, hay que concluir que Eva no debería haber muerto, ya que a ella no se le dijo que volvería al polvo. Lo cual es absurdo.

El segundo texto que parece mencionar la muerte como consecuencia del pecado, es del libro de la Sabiduría: “Dios creó al hombre para la inmortalidad. Pero por envidia del Diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen” (Sb 2,23-24). Es un comentario a la narración de Adán y Eva. Dice que Dios creó al hombre para ser inmortal; pero que por culpa del Diablo la muerte entró en el mundo y el hombre perdió la inmortalidad. ¿A cuál muerte se refiere el autor? No a la física, porque aclara que “la experimentan los que le pertenecen (al Diablo)”, es decir, los pecadores. Pero sabemos que la muerte física la sufre todo el mundo, buenos y malos. Por lo tanto, lo que quiso decir el autor es que Dios creó al hombre para la inmortalidad espiritual, para la amistad eterna con Dios. No habla de inmortalidad biológica.

El tercer texto, es de la carta de San Pablo a los Romanos: “Por un solo hombre entró el pecado en el mundo. Y por el pecado entró la muerte, y la muerte alcanzó a todos porque todos pecaron” (Rm 5,12). Más adelante reitera: “Así como el pecado de uno solo (Adán) trajo a todos los hombres la condena, así también la justicia de uno solo (Jesucristo) trajo a todos los hombres la justificación que da la vida” (Rm 5,18). Aquí Pablo establece una comparación entre Adán (el primer hombre de la humanidad), y Cristo (el primer hombre de la nueva humanidad). Y afirma que, si bien la muerte entró en el mundo por el pecado de Adán, Cristo reparó la tragedia trayendo la nueva vida.
Pero, ¿cuál es la vida nueva que trajo Jesús? No una vida biológica. Los hombres no tienen un mejor funcionamiento anatómico ni orgánico por la llegada de Jesús al mundo. Por lo tanto, tampoco pudo haber sido la muerte biológica la que apareció con el pecado de Adán.

Vemos, pues, que ninguna frase de la Biblia sostiene que la muerte física entró en el mundo por culpa del pecado. Fue una mala interpretación de estos pasajes lo que llevó a pensar que María de Nazaret había sido preservada de la muerte corporal, lo cual hoy ya no es aceptado, como muy bien dejó en claro el Papa Juan Pablo II.

* Doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia Salamancab


Fuente; Diario Clarín


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