Termino de leer y me reafirmo en la idea de que las joyas son grandes narradoras de los hechos históricos, testigos únicos de acontecimientos que abren y cierran épocas, de episodios que a menudo buscan crear orden desde el desorden. Quizás resulte inevitable que algunas desaparezcan antes de hora, víctimas de saqueos, apropiaciones indebidas o calamidades varias, pero en su mayoría sobreviven tras recorrer espacios y tiempos que nadie imaginaba que habrían de abarcar cuando fueron creadas por prestigiosos artesanos enamorados del oficio. Han sabido igualmente rodearse de leyendas y ser observadas con admiración e incluso con temor y recelo, porque hay casos en los que se las acusa de propiciar la mala suerte en quien las posee. No sabría decir si esa ingrata fama les suma o les resta valor. Apuesto por lo primero.

Yo conocía que, a finales de los años 60, la mítica Peregrina había sido adquirida en una subasta por Richard Burton para demostrarle, una vez más a golpe de excesos, su amor a Elizabeth Taylor, a la que le podían los pedruscos. Pero lo que no obstante yo ignoraba era la fascinación que dicha perla encierra debido a todas esas manos que a lo largo de la Historia la han ido ambicionando y a los mortales que han presumido de lucirla. He descubierto ahora igualmente que en numerosos trágicos momentos estuvo a punto de perderse para siempre y que son cuantiosos los cuadros en los que fue inmortalizada por pintores, buscadores de la perfección en los detalles, como si se tratara de un personaje más que merecía salir en la foto y acaparar miradas. Que exista cierta confusión con piezas similares no deja de ser fascinante.

En esta novela la gran protagonista es la reina Victoria Eugenia de Battenberg. Antes y después de ella el brillo siguió, sigue y seguirá iluminando las estancias reales, pero son sus vivencias las que ocupan el conjunto de las páginas, así como su necesidad de aferrarse a las joyas cada vez que un nuevo sobresalto o dificultad la asaltaban generando sinsabores de los que no se lograba desprender. Es un retrato muy especial porque es una personalidad muy especial. Su educación victoriana, instaurada por su propia abuela, que la tenía por favorita, no le impedía mostrar actitudes renovadoras que no siempre se aceptaban de buen grado.

Su matrimonio con Alfonso XIII, en cuyo enlace los novios fueron objetivo de un atentado y del que salió ilesa por un giro casual que hizo su cuerpo al ser reclamada su atención; su búsqueda de aceptación, para lo que se esforzó con el idioma e introdujo numerosos cambios en palacio; las preocupaciones derivadas de sus siete hijos; su partida hacia el exilio cuando en las elecciones de 1931 ganaron los partidos republicanos y hubo de ingeniárselas escondiendo las joyas en su equipaje para poder llegar a París; y la pérdida prematura de muchas de las personas más queridas de su entorno, todo un cúmulo de circunstancias que la condujeron a refugiarse en el significado de las piedras preciosas, que la acompañaron hasta el final de sus días.

Nieves Herrero es la autora de esta novela, El joyero de la reina, publicada por Ediciones B, y minuciosamente documentada, en la que se construye el retrato de la familia García-Ansorena, en especial de Ramiro, artífices padre e hijo de importantes diseños que cobraban forma y belleza en su taller. Con ellos se entrelazan varias ficciones, historias que suman personajes que emprenden caminos inciertos, por los que no dejarán de transitar, y que enriquecen la trama en distintas direcciones. Y mientras tanto, la reina escucha con emoción lo que se oculta detrás de las aguamarinas, las amatistas, los topacios, los rubíes, los zafiros, las esmeraldas o los diamantes. Todo, Victoria Eugenia quiere conocerlo todo sobre sus fieles compañeras de vida. Las curiosidades se acumulan. No habrá lector que se resista.

La autora ha disfrutado mucho escribiendo este libro, se nota en la emoción que trasciende al recrearse en la fragilidad que los tesoros encierran dentro de sí. Esta historia es Historia sin dejar de ser presente. Los guiños al momento actual no faltan, siendo relatados acontecimientos en los que el catálogo de alhajas que suponen esas joyas de pasar, pues así se denominan debido a que se transmiten de soberana a soberana, se ofrecen a nuestros ojos.