Historia de Múnich - Pasado, presente y futuro de Múnich
Historia de Múnich

Historia de Múnich

Los cambios y la historia de Múnich desde su fundación, la llevaron a convertirse en una próspera ciudad, muy industrial y turística, de ambiente cosmopolita y con una gran vida cultural.

La región de Baviera estuvo habitada en un principio por los celtas vindelicios. La comarca de Vindilicia -actual Baviera- fue conquistada por Tiberio y Druso en el año 15 a.C.

Otros pobladores fueron los marcomanos, los suevos y los boios. Éstos, que habían sido expulsados de Bohemia por los marcomanos, se instalaron en la zona a la que llamaron Boiaria, origen del término de Baviera.

La fundación de la ciudad

La ciudad bávara de Múnich fue fundada en 1158 por el duque Enrique el León al lado del puente construido sobre el rio Isar para el trasporte del importante comercio medieval de la sal. Los terrenos eran propiedad de unos monjes y de ellos tomó el nombre de “Munchen”.

El duque Enrique el León se enfrentó al poder de Federico Barbarroja, siendo derrotado y desposeído de la recién fundada ciudad.

En 1180 Federico Barbarroja entregó Múnich a un vasallo suyo, el duque Otón de Wittelsbach. Con Otón se inició la dinastía Wittelsbach que gobernaría en Baviera durante diez siglos, hasta el final de la Primera Guerra Mundial.

En 1254 la familia Wittelsbach fijó la residencia de su ducado en Múnich. Con el tiempo, los descendientes de esta dinastía llegarían a ser Reyes de Baviera y, durante el reinado de Luis IV (1314-1346) y Carlos VII (1742 1745), ocuparían también el trono Imperial.

En 1327 Múnich fue destruida por un gran incendio y mandada reconstruir por el emperador Luis IV de Baviera, al que se le considera refundador de la ciudad.

En el siglo XIV la ciudad sufrió las guerras intestinas entre los burgueses y el pueblo menudo, apoyado por burgueses que habían sido excluidos del poder. Este hecho no impidió que la ciudad continuase su desarrollo comercial.

En 1504 Múnich se convirtió en la capital del Ducado de Baviera. En 1506 Alberto IV proclamó la indivisibilidad del ducado con la finalidad de acabar con los tradicionales enfrentamientos entre los aspirantes al poder.

En 1516 se publicó la Ley de Pureza de la Cerveza que tanta trascendencia tendría para el futuro de la ciudad.

Múnich participó activamente en las luchas entre reformistas y contra reformistas del lado católico. En 1583 los jesuitas iniciaron la construcción de la Iglesia de San Miguel “Michaelskirche” como símbolo de la Contrarreforma.

Durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) Múnich, por su defensa del catolicismo, fue denominada “la roma germánica”. En 1632 llegó a ser ocupada por las tropas del rey Gustavo de Suecia.

Múnich alcanzó una gran importancia en el siglo XVII, y en concreto, durante la época del duque Maximiliano I.

En 1806 Maximiliano I José, con el apoyo de Napoleón, fue coronado como rey del nuevo Reino de Baviera, cuya capital se estableció en Múnich. Baviera pasó a formar parte de la Confederación del Rin.

Nacimiento del Oktoberfest

En 1810, con motivo de la boda de Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia, se inició la celebración del primer Oktoberfest. Esta "fiesta de octubre", conocida popularmente como la "fiesta de la cerveza", se ha convertido en el principal atractivo turístico de Múnich y se celebra a partir del primer sábado después del 15 de septiembre.

Múnich vivió un gran cambio en su fisonomía urbana durante los reinados de Luis I (1825-1848) y Maximiliano II (1848-1864) que impulsaron la arquitectura y, en general, todas las artes. Al arquitecto Leo von Klenze se deben algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad.

Maximiliano II fue un defensor de las libertades y del catolicismo alemán frente a la centralista y poderosa Prusia.

La unificación alemana

Las circunstancias obligaron a Baviera a luchar junto a Prusia en la guerra franco-prusiana. La victoria sobre los franceses dio paso, tanto en Múnich como en el resto de Baviera, al nacimiento de un orgulloso sentimiento favorable a la unificación alemana.

En 1871 se unificó Alemania, se proclamó emperador a Guillermo I y Baviera pasó a formar parte del Imperio Federal Alemán.

En 1918, al terminar la Primera Guerra Mundial, Múnich se convirtió en uno de los principales focos de oposición a las condiciones de paz impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, dando lugar a movimientos revolucionarios.

El 7 de noviembre de 1918, tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, Luis III, y con él la larga saga familiar de los Wittelsbach, fue depuesto y se proclamó la república, constituyéndose el Estado libre de Baviera.

En 1919 los espartagistas tomaron el poder en Múnich, que fue gobernada durante tres meses por la Izquierda de la Republica Soviética de Baviera. Sus extremistas medidas dieron lugar a una gran división interna en la sociedad de Baviera, que polarizaría poco a poco a la población entre extrema derecha y extrema izquierda.

En este contexto de rechazo a las condiciones de paz y el clima político imperante, se enmarca el intento de golpe de estado, en 1923, de Adolf Hitler, que pasaría a la historia como el “putsch de Múnich”.

Nacionalsocialismo

En marzo de 1933 los nazis tomaron el poder en Múnich convirtiéndola en el centro ideológico del nacionalsocialismo.

En 1938 se celebró en la ciudad la “Conferencia de Múnich” en la que se acordó la división de Checoslovaquia.

Múnich sufrió grandes daños en los bombardeos de 1944. El 30 de abril de 1945 las tropas americanas ocuparon la ciudad.

En 1949 se creó la Republica Federal de Baviera que se integró en la República Federal de Alemania.

En 1962 se celebró en la ciudad el “Contubernio de Múnich”, así llamada una famosa reunión de políticos españoles opositores al franquismo.

En 1972 se celebraron en Múnich los XX Juegos Olímpicos de Verano, juegos que pasaron a la historia por el asesinato de varios deportistas judíos por terroristas palestinos.

Actualidad

Hoy Múnich es una próspera ciudad, muy industrial y turística, de ambiente cosmopolita, con un bellísimo casco histórico y una gran vida cultural. La ciudad está salpicada de históricas tabernas “casas de la cerveza” y de numerosas terrazas al aire libre “jardines de la cerveza”, donde disfrutar de la bebida que ha dado a Múnich fama mundial.