Numerosos ejemplos tenemos de tan interesante periplo en Argamasilla de Alba. Para recordarlos, nos hemos propuesto dar a conocer la visita (y cuando la haya obra) de una serie de pintores e ilustradores; visitantes de un lugar muy a propósito para deambular a solas por sus anchurosas calles y perderse en el anonimato.
Quizá por ello, imposible les fue a los ‘románticos’, sustraerse a esa luz prístina del amanecer y escuchar a la par el ruido del agua, corriendo en busca de aventuras por el Canal del Gran Prior y el Malecón de Santiago, sin obviar la visita a la Parroquia de San Juan Bautista, para luego dirigir sus pasos a la Cueva de Medrano y, una vez en el oscuro encierro, dibujar o pintar: en un cuaderno o en una tela, un lugar aún virgen para los pinceles.
Deshojada la luz el silencio volvía a su quehacer.
El pintor Luis Ferrant y Llausás
Bien supo mostrar la magia de tan famosa ergástula, y así lo dejó señalado en un extraordinario trabajo, el gran pintor Luis Ferrant y Llausás. Artista nacido en Barcelona en 1806 en el seno de una familia de importantes dinastías artísticas del s. XIX. Saga en el que Luis fue el primogénito de cuatro hermanos: Fernando, Alejandro y Cayetano.
Según narran sus biógrafos, cuando era sólo un niño, su familia se traslada a Mallorca, donde nacieron dos de sus hermanos y donde, seguramente, recibió la primera formación artística, impartida por su tío Adriá, escultor y diseñador de muebles, el cual había instalado su taller en la isla a causa de la Guerra de la Independencia.
Años más tarde (entre 1821 y 1823) Adriá, junto al matrimonio Ferrant-Llausás, retorna a Barcelona, donde nacería su cuarto hermano.
También por esas fechas la familia se traslada a Madrid, donde consta que Luis Ferrant cursa estudios de dibujo y pintura en el taller de Juan Antonio Ribera y, asimismo, acude a las clases de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde aparece matriculado en los primeros meses de 1823, y donde, pese a su juventud y por el entusiasmo que demuestra, le permiten asistir como oyente (según el Archivo de las pruebas de su examen) a los estudios mayores de dibujo, vaciados de yeso y esculturas, decantándose por la pintura de composición de temas históricos y mitológicos.
Finalizada su formación en la Escuela Superior, curso de 1830-1831, junto con su hermano Fernando, se traslada a Roma, compartiendo ambos una beca otorgada por el Infante don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza y entrando en contacto con pintores del movimiento ‘nazareno’: nombre adoptado por un grupo de artistas del Romanticismo alemán, nacido en torno a 1785. Este movimiento denominado a principios del s. XIX, ‘Purismo nazareno’ fue coherente a los postulados de dicho grupo, pues eran revivir la honradez y espiritualidad del arte cristiano medieval.
Diez años estuvo el pintor en Roma, pensionado por el Infante don Sebastián y completando su formación académica. Fue en 1842, cuando es nombrado pintor de cámara de don Sebastián de Borbón; también en esa fecha es elegido, por el rey Fernando II de Nápoles, miembro de la Academia de Bellas Artes de aquella ciudad, pintando, bajo la protección del Infante, escenas alegóricas y de exaltación de la vida familiar.
A su vuelta a España, 1848, es nombrado pintor de cámara de la reina Isabel II y profesor ayudante de estudios elementales de la Academia de San Fernando, colaborando con otros pintores en el proyecto que dirige José de Madrazo desde la dirección del Museo del Prado, titulada: «Serie cronológica de los Reyes de España», colaborando Ferrant con el cuadro El Rey Sancho IV el Bravo.
En 1857 es ascendido a profesor numerario de la Real Academia de San Fernando y en 1861 supernumerario, cultivando con especial dedicación el género del retrato. En esta época casa con la viuda de su hermano Fernando, dando continuidad a la saga artística de los Ferrant a través del pintor Alejandro, sobrino e hijastro suyo, y de su propia hija María, casada con el escultor Ricardo Bellver. Posteriormente su sobrino nieto, Ángel Ferrant, continuaría con la saga familiar.
Excelente retratista, su estilo y su técnica deben estudiarse en relación con la de Federico Madrazo. Su obra, aunque está diseminada por toda la geografía nacional, puede contemplarse también en el Museo del Prado, Museo Romántico y en algunos de los palacios de la Corona española.
Tan importante pintor falleció en Madrid el 29 de junio de 1868.
Luis Ferrant Llausás en Argamasilla de Alba
Como muy bien muestra la foto del dibujo (fotografía sobre una hoja de cartulina, 35 por 26 cm.) que hemos tenido la suerte de encontrar, dibujado por Ferrant Llausás el 9 de mayo de 1863 en la misma Cueva de Medrano; pues el pintor acompañaba, junto a otras personalidades, a su mentor: el Infante don Sebastián de Borbón y Braganza que, aquel día, iba a inaugurar la compra que había realizado, unos meses antes, de la Casa de Medrano, y sacar los primeros pliegos de la impresión de las dos ediciones del Quijote: la llamada ‘pequeña’, consistente en cuatro volúmenes, y los volúmenes 3, 4, 5 y 6 de las llamadas «Obras Completas de Cervantes». (Aunque la Edición comenzó a realizarse el 23 de Octubre de 1862, el Infante visitó Argamasilla el 9 de mayo de 1863).
El día de la visita del Príncipe, la comitiva llegó a la estación de Cinco Casas, titulada entonces, de Argamasilla de Alba, a las seis de la mañana. Esperaban a los visitantes varios carruajes que, desde nuestra localidad, habían acudido para acompañar a la comitiva hasta la Villa.
Después de los consabidos saludos, las personalidades que nos visitaban se dividieron en varios coches. En el primero, iban acompañando al Infante: don Ramón Serrano Serrano, entonces Gobernador de la provincia de Ciudad Real, don Gabriel de Aristizábal, Jefe de la Casa del Príncipe y el alcalde de Argamasilla de Alba don José Montalbán.
Los restantes coches fueron ocupados por don Juan Eugenio Hartzenbusch, de la Real Academia Española y Director de la Biblioteca Nacional, que se había ocupado del prólogo de tan importante edición y de las notas de los textos del Quijote.
Asimismo figuraban en la comitiva: don Manuel Cañete, también componente de la Real Academia Española; don Narciso Colomeri y don Luis Ferrant Llausás de la de San Fernando, don Víctor Manzano y don Basilio Sebastián Castellanos, Bibliotecario de S. Alteza y director de la Escuela Normal Central de Primera Enseñanza, respectivamente.
Según narran los periódicos de la época, los visitantes cumplieron con la expectación que habían levantado en Argamasilla de Alba, pues el Príncipe fue recibido por casi la totalidad de los vecinos de nuestra localidad.
Por parte del Infante, éste, mostró su generosidad; ya que ordenó a don Gabriel Aristizábal, ya sabemos era Jefe de la Casa del Infante, entregar 3000 reales para los necesitados de la villa; satisfizo, asimismo, todos los gastos hechos por la Iglesia; gratificó a los operarios de la imprenta de Rivadeneyra; recompensó a los guardas del campo y a cuanto habían prestado algún servicio, y, regaló un almuerzo-comida a las autoridades de la Provincia y de la Villa, al señor Rivadeneyra y a todos sus acompañantes.
Terminamos esta crónica anotando que, en cuanto al pintor del que hemos hecho mención, curioso resulta, que el parecido de su persona coincida con el Cervantes dibujado en un cuadro. También tenemos curiosidad por conocer en qué momento de la apretada agenda que tuvo el Infante en Argamasilla, pudo tomar apuntes o dibujar, además de la Cueva de Medrano, al autor del Quijote; pero el testimonio está a la vista y se puede contemplar.
