(PDF) El infante don Luis de Borbón su familia y Goya | Elizeth Uribe Merino - Academia.edu
JUAN MANUEL LÓPEZ MARINAS El infante don Luis de Borbón su familia y Goya 2 A Titas y Julio que no han podido ver el libro terminado 3 ÍNDICE PRÓLOGO 5 AGRADECIMIENTOS 10 Capítulo I. Don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, Conde de Chinchón 11 Capítulo II. La boda de Don Luis de Borbón. Los años en Arenas de San Pedro 83 Capítulo III. La familia de don Luis después de su muerte 148 Capítulo IV. Los cuadros pintados por Goya para don Luis y sus hijos 252 Los cuadros pintados por Goya para el infante don Luis 252 Los retratos de perfil del infante don Luis y de su esposa 257 1 Retrato de perfil del infante Don Luis (Colección del Duque de Sueca) 258 2 Retrato de perfil del infante don Luis (Colección de la Marquesa de Pontejos) 262 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga (Museo del Prado) 263 4 Retrato de perfil de Doña María Teresa Vallabriga (Colección de la Marquesa de Pontejos) 266 5 Retrato de Doña María Teresa Vallabriga. Colección Pérez Simón . 267 6 Retrato de María Teresa Vallabriga y Rozas (Alte Pinakotheke de Munich) 269 7 Boceto del Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga (Galería degli Uffizi de Florencia) 271 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga (Desaparecido) 274 9 Retrato de Luis María de Borbón Vallabriga (Colección de la Marquesa de Ponntejos) 275 10 Retrato de María Teresa de Borbón y Vallabriga (Gallery of Art de Washington) 277 11 Boceto de La Familia del infante don Luis (Colección delDuque de Sueca) 280 12 La familia del infante don Luis (Fundación Magnani-Roca de Parma) 281 13 Retrato del arquitecto Ventura Rodríguez 312 14 Borrón del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez (1783-84) 317 15 El infante don Luis de Borbón (Obra de Mengs. Museo de Cleveland) 319 16 Retrato del infante don Luis 321 Otros cuadros desconocidos citados por algunos autores 322 Dos paisajes citados por Peña 323 Los cuadros de Goya, hacia 1800, en que aparecen los hijos de don Luis 323 4 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. 1800 (Museo del Prado) 324 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga (Supuesto como la Condesa de Chinchón. Galleria degli Uffizi) 340 19 Retrato de medio cuerpo de María Luisa Borbón Vallabriga (Supuesto como María Teresa Borbón Vallabriga. Colección delMarques de Caicedo) 343 Las versiones del Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. 345 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga (Museo Assis de Chateaubrian de Sao Paulo) 353 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. (Museo del Prado P00738). 355 22 Retrato del Cardenal Luis María Borbón Vallabriga. (Museo del Prado P03254). 360 23 Retrato de medio cuerpo del cardenal Luis María Borbón Vallabriga (Obispado de Palma de Mallorca) 363 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón (Colección particular) 365 Las relaciones de Goya con los hijos de don Luis 366 Addenda 1. El dinero de la época y su equivalencia con el actual 371 Addenda 2. Cuantía de las Encomiendas de Don Luis de Borbón, según distintos documentos 376 Addenda 3. Lista de las obras compuestas por Luigi Boccherini estando al servicio del infante don Luis de Borbón Farnesio 379 Addenda 4. Resumen de los bienes del Infante don Luis 383 Addenda 5. Adjudicación de los cuadros de Goya a la muerte del infante don Luis 385 Addenda 6. Los cuadros estudiados en los catálogos generales de la obra de Goya 386 Addenda 7. Exposiciones en las que se han exhibido los cuadros de Goya comentados en este libro 391 Addenda 8. Correlación entre los cuadros de Goya analizados en este libro y su cita en las tesis de Peña Lázaro y Domínguez-Fuentes 402 Addenda 9. Transmisión de los cuadros de Goya, aquí estudiados, entre los descendientes de Carlota Godoy Borbón, hasta su ubicación actual 404 Addenda 10. Auto Acordado de 10 de Mayo de 1713. Nuevo reglamento sobre la sucesión en estos Reynos 412 BIBLIOGRAFÍA 416 LISTAS DE FIGURAS 451 5 PRÓLOGO Mi primer contacto con la Condesa de Chinchón data de 1983, cuando en el Museo del Prado se celebra la exposición “Goya en las colecciones privadas madrileñas”, y al momento quedé prendado de ella, como creo que todo el que contempla este magnífico retrato, obra de uno de los más geniales pintores de la historia del Arte. La segunda oportunidad en que la vi fue en el verano de 1986, en Lugano. Villa Favorita, sede en ese momento de la colección ThyssenBornemisza, albergaba la exposición, “Goya nelle collezioni private dei Spagna”, y la impresión producida anteriormente no hizo sino aumentar. Posteriormente volví a contemplarla en las exposiciones de 1988, Goya y el espíritu de la Ilustración; 1992, Goya la década de los caprichos y 1996 Goya 250 aniversario, todas ellas celebradas en Madrid. Desde su ubicación en el Prado, en el año 2000, siempre que acudo al museo rindo visita a mi adorada doña María Teresa Borbón Vallabriga. Paradójicamente, este cuadro era muy conocido pero poco visto. La causa de lo primero es que el cuadro de la Condesa de Chinchón, sirvió de etiqueta para un anís que se fabricaba en el pueblo que da nombre al título de la condesa. Lo segundo está motivado por el hecho que el cuadro pertenecía a una colección privada y por tanto sólo era factible verlo en exposiciones, muchas de ellas celebradas fuera de España, como la citada de Lugano. Mi interés por la condesa de Chinchón, más justamente habría que decir por la princesa de la Paz, título que tenía en el momento de ser retratada en 1800 por Goya, me llevó a buscar más información que la aportada por los catálogos de las exposiciones. De esta manera tuve conocimiento de su padre, el infante don Luis de Borbón Farnesio y de su familia, y creí interesante abordar la redacción de un libro que hablase de ellos y su relación con Goya. Los protagonistas de este libro La Condesa de Chinchón, sus padres y hermanos, son una figuras de tercera, cuarta o quinta fila en los acontecimientos acaecidos en España durante el tiempo que les tocó vivir, de 1727 a 1845, en el que sucedieron hechos tan importantes para España, que no dejan espacio para el recuerdo de personajes con escasa incidencia en ellos, a pesar de que se trate del hermano de Carlos III, el arzobispo de Toledo y personaje notorio del periodo convulso de 1812 a 1823, o se esté casada con el hombre más poderoso del momento. Sirva como ejemplo que en las historias generales de los reinados de Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, apenas se les menciona, aunque alguno de ellos, Luis María, el hijo del infante don Luis ocupó cargos de responsabilidad. 6 Este libro no es una tesis doctoral, no aporta nada nuevo. No es un trabajo de investigación sino una recopilación de la ingente cantidad de datos sacados a la luz por un gran número de investigadores, que figuran en la bibliografía. Se ha pretendido componer un puzle, con piezas sacadas de sitios muy diversos, que mostrase una visión general de la familia Borbón-Vallabriga. La tarea no ha sido fácil ya que las piezas, dado su distinto origen, en ocasiones no encajaban, siendo preciso adaptarlas y pulirlas para conseguir una buena adaptación entre ellas, lo cual no se ha conseguido totalmente en algunas “zonas”. El libro está dividido en cuatro capítulos. El primero está dedicado al padre de la condesa de Chinchón desde su nacimiento hasta el momento en que se casa y a causa de ello debe abandonar la corte y asentarse en Arenas de San Pedro. Para este primer capítulo han sido imprescindibles la biografía del infante de Vázquez, publicada en 1990, que aporta una novedosa información y las dos magníficas tesis doctorales de Rosario Peña Lázaro y Sophie DomínguezFuentes, que con doce años de diferencia abordan la biografía de don Luis en su faceta de coleccionista y mecenas. Muy extensas ambas, con una documentación exhaustiva, han sido piezas fundamentales para escribir este libro. Desgraciadamente, al no estar ninguna de ellas publicadas, el tiempo para consultarlas no ha sido todo lo amplio que hubiese deseado. Para un personaje no protagonistas del libro, pero de una influencia primordial para la vida del infante don Luis, su madre Isabel de Farnesio, ha sido de gran apoyo el libro de Teresa Lavalle. Este capítulo se remata analizando la faceta “intelectual” del infante, analizando, su biblioteca, monetario, las colecciones de pintura y grabado y su gabinete de Historia Natural. El segundo capítulo abarca la vida de don Luis y su familia en Arenas. Se comienza analizando la influencia de la ley Sálica en la vida del infante y su casamiento desigual por motivo del Auto Acordado. Además de los textos citados anteriormente, son imprescindibles las obras de Tejero Robledo sobre la villa de Arenas, en especial para este capítulo. Un resumen muy bueno de la vida del hijo de Felipe V es el publicado por Virginia Tovar en Reales Sitios. También es de justicia citar el trabajo de Matilla Tascón sobre la testamentaría del infante. Además en este capítulo se trata del artista más importante de los que estaban al servicio de don Luis: Luigi Boccherini. Como comprobará el lector, Goya no estaba en la nómina del infante y Ventura Rodríguez, aunque cobraba una cantidad fija anual, no trabajaba en exclusiva para D. Luis ni residía en Arenas. Para abordar la vida del músico luqués, en su etapa de servicio, de 1770 a 1785, han sido fundamentales, entre la información manejada, los trabajos de 7 Barce y Tortella. Debe tenerse en cuenta que Boccherini, junto con Goya, hace “inmortal” al hijo de Felipe V. El tercer capítulo trata de la vida de la viuda del infante, María Teresa Vallabriga y Rozas y de los tres hijos de don Luis que sobrevivieron: Luis María, que llegaría a ser arzobispo de Toledo, María Teresa, la futura condesa de Chinchón y María Luisa. Sobre la esposa de don Luis en esta etapa, además de los trabajos mencionados para el primer capítulo, hay que señalar otros de Peña Lázaro centrados en este personaje. Fundamental, para la niñez de los hijos del infante después de muerto su padre, es el trabajo de Gutiérrez García-Brazales, que aporta numerosos datos del archivo de la diócesis toledana. En el caso de Luis María es imprescindible la magnífica biografía, su tesis doctoral, debida a Rodríguez López-Brea, afortunadamente publicada, que no sólo aporta datos sobre el biografiado sino sobre la iglesia española y el convulso periodo en el que transcurrió el arzobispado del cardenal de la Escala, guerra de la Independencia, Cortes de Cádiz y trienio liberal. La documentación sobre las hijas de don Luis es bastante más limitada como no podía ser de otra forma dada su condición femenina. Afortunadamente, el hecho de que ambas pasasen grandes periodos de tiempo con su hermano ha hecho que la tesis de Rodríguez López-Brea haya sido de gran utilidad en este aspecto A pesar de esa escasez, en el caso de María Teresa su casamiento con el hombre más poderoso del momento, Manuel Godoy, hace que los numerosos trabajos sobre él proporcionen información abundante del periodo en que duró la convivencia entre ambos. Fundamental el magnífico trabajo de Emilio La Parra, que aborda el personaje con gran objetividad, cosa no habitual entre los historiadores al tratar la vida del favorito de Carlos IV y María Luisa. Se han consultado también los trabajos de Rúspoli sobre este personaje y el reciente de Belmonte y Lesaduarte, que se centra, primordialmente, en aspectos económicos. Respecto a María Teresa Borbón Vallabriga resulta inexcusable no consultar el trabajo de Rúspoli, publicado en el boletín de la Academia de la Historia, donde da datos de primera mano de los archivos de la policía francesa, que pueden completarse con las aportaciones de Domínguez-Fuentes. También son muy reveladoras las cartas cruzadas entre la esposa de Carlos IV y Godoy. Más exigua aún es la información sobre María Teresa Vallabriga. En realidad, los datos sobre la viuda e hijos de don Luis son menos personales que los que existen sobre éste. El hecho de ser un miembro de la familia real ha dado lugar a que su documentación privada, las cartas a su madre y a los ministros y funcionarios con los que tenía que tratar, se haya conservado, cosa que no ocurre con los otros protagonistas de esta historia. Si la viuda de don Luis y sus 8 hijos mantuvieron una correspondencia entre ellos, como ocurrió entre María Teresa Vallabriga y su hija mayor aunque se perdieron, o con otros parientes o amigos, lo que parece lógico, nada de esto se conserva. Hay cartas oficiales, la mayoría de las cuales eran redactadas por secretarios, que no transmiten opiniones personales que den indicios de cómo eran esas personas, como pensaban, cual era su nivel de conocimientos, etc. A estos tres capítulos se les ha dado, dentro de lo posible, un desarrollo cronológico, que permite seguir al lector como se fue discurriendo la vida de los protagonistas. Desgraciadamente, no ha sido posible abordar con igual extensión, y en muchos casos ni se ha intentado, los acontecimientos transcendentes que ocurrían en el país, salvó que tuviesen una incidencia directa para los personajes aquí tratados. El cuarto y último capítulo tiene un carácter totalmente diferente al de los tres anteriores. En él se analizan los cuadros que Goya pintó para el infante y aquellos, posteriores a la muerte de éste, en los que representó a sus hijos. Para ello se han consultado todos los catálogos generales de la obra del pintor aragonés y, hasta donde creemos, la mayor parte de los catálogos de las exposiciones en que esos cuadros se han exhibido. Las opiniones extraídas de los especialistas que han redactado los textos de esas obras se han expuesto de forma cronológica, lo cual, supone una reiteración en las ideas que puede ser fatigosa, pero que pone de relieve que algunas de ellas no son tan originales como podía suponerse. Se ha intentado, desde el punto de vista de la información gráfica, aportar la más interesante como complemento de los datos escritos. Por supuesto era imprescindible que apareciesen todos los cuadros de Goya relacionados con el infante y sus hijos, es uno de los objetivos del libro, pero además ha sido intención del autor incluir el mayor número de retratos del infante y su hijo, aunque alguno de ellos tenga escaso valor pictórico e informativo. Salvo imposibilidad, por no existir pinturas y grabados, se ha rehuido utilizar fotografías de los lugares en que se han desarrollado los acontecimientos, y se ha procurado, en lo posible, que las figuras incluidas sean de la época de los hechos o cercana a ellos. El autor tiene que confesar su fracaso para conseguir algún grabado o pintura del XVIII de los palacios de Boadilla y Arenas. Hay que advertir que el señalar algún error en los textos utilizados, no suponen detrimento de la obra ni del autor citados, más cuando se trata de hechos puntuales en obras de cientos de páginas. En muchos casos, el tiempo transcurrido desde que fueron publicados ha permitido aflorar documentación nueva que aclara o corrige datos anteriores. En el caso concreto de los catálogos de exposiciones, se trata de publicaciones con fecha de edición obligada, premura que en ocasiones no permite comprobar determinados datos y en otras obliga a utilizar aquellos con los que se cuenta sin acudir a las fuentes. Es seguro que el lector encontrará en este libro errores similares. 9 He comprobado, al consultar la información utilizada, la tendencia de bastantes autores a un apasionamiento por los personajes que aquí se abordan, que en ocasiones “quita el entendimiento”. Considerar cualquier personaje público, yo diría a cualquier persona, con matices blancos o negros es algo equivocado, ya que los seres humanos nos movemos en las tonalidades grises, ya sean próximas al negro o cercanas al blanco, pero al fin y al cabo grises. Conviene decir esto, pues, los personajes de esta historia muestran facetas muy variadas que van de lo sublime a lo despreciable, como nos ocurre a la mayoría de los mortales. Sea el lector benévolo al juzgarlos. Queda de relieve en este libro, al menos el autor así lo cree, la cantidad de tópicos, mitos y conjeturas que suelen tomarse como verdades incontrovertibles. Posiblemente muchas ideas que tuviesen los lectores sobre los personajes y ambientes de esta historia queden desmontadas por completo, y algún que otro gigante, más bien pequeño, ya que la mayoría de los protagonistas lo son desde el punto de vista histórico, quede convertido en simple molino. No hay por qué preocuparse, al menos serán más humanos. Hacen al caso las palabras que Domínguez Ortiz menciona al hablar de Carlos III “Con demasiada frecuencia nuestra imagen de un personaje o una época resulta falseada atribuyéndole nuestras ideas, nuestro sistema de valores, sin tener en cuenta que cada cultura tiene los suyos propios”a. Ojala el autor de este libro haya sabido atenerse a esa norma Juan Manuel López Marinas Madrid, 20 de agosto de 2011b a Domínguez Ortiz (1988), pp. 226-227. El libro fue terminado el 15 de septiembre de 2005. Las diversas gestiones para publicarlo no tuvieron éxito, pues varios editores consideraron era muy académico. Posteriormente se ha hecho algunas pequeñas adiciones en el texto, referentes a exposiciones en las que se exhibieron algunos de los cuadros de Goya aquí comentados. Estos pequeños cambios no se han incluido en los cuadros de la Addenda 7. Tampoco aparece en la Addenda 9 la transmisión del retrato de Luis María Borbón Vallabriga niño al Museo de Zaragoza. b 10 AGRADECIMIENTOS Mi más profundo agradecimiento a todos los autores que en mayor o menor medida han estudiado los temas que se abordan en este libro y cuya información y datos he utilizado. Igualmente a todo el personal de las bibliotecas, archivos y museos que he visitado y donde he trabajado, por la ayuda que he recibido y por su amabilidad a pesar de las continúas molestias que les he proporcionado. En especial a Sor Rosario, encargada del archivo del Convento de San Clemente de Toledo; Isabel Clara García-Toriño, de la sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional; Mercedes López de Arriba, de la Casa de la Moneda de Madrid; Amelia López-Yarto, Instituto Diego Velázquez del C.S.I.C.; Manuela Sánchez Quero de de la Biblioteca del Ateneo de Madrid; José Antonio Yeves de la Biblioteca del Museo Lázaro Galdiano; María Jesús Sánchez González de la Biblioteca General de Humanidades del C.S.I.C., Emilio Marcos Villaute, Museo de Bellas Artes de Asturias; Teresa Rodríguez González, Préstamo Interbibliotecario de la Biblioteca Nacional; María Luisa Aisa y Ángel Cuenca, de la Biblioteca del Museo del Prado; Amaya Rabal, del Archivo del Museo del Prado; Marta Trobat y Marta Rodríguez del Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Igualmente a Isadora Rose-de Viejo que me ha indicado documentación a consultar y me ha hecho sugerencias muy acertadas; a Francisco García Martín, Instituto El Greco de Toledo que me ha aclarado algunas dudas sobre el gabinete de Historia Natural del infante don Luis; a Rocío Aránez y Matías Padrón del Museo del Prado, por las indicaciones que me han hecho sobre determinados trabajos o la información facilitada, que me han permitido profundizar algunos aspectos y ganar un tiempo precioso en la redacción del libro. A Ana Martín Bravo, de la misma institución por la ayuda prestada para completar los datos en la última etapa. A mi mujer y a todos mis familiares y amigos que con santa paciencia han escuchado de manera reiterada los avances del libro, los “descubrimientos” que sobre el infante y su familia iba haciendo y me han acompañado a los lugares en donde habitó don Luis. En especial mi gratitud a Francisco Sacristán y Agustín Rodríguez que se han leído, corregido y hecho atinadísimos comentarios de los originales; a Mariano Perrón que me ha ayudado en algunas dudas sobre aspectos eclesiásticos y en las traducciones de textos, tarea esta última en la que también han colaborado Marisa Gómez López y María Gutiérrez Alonso; a Felisa Clariana que me ha proporcionado documentación muy interesante sobre Goya; a Arturo Comás que me ha buscado información gráfica de interés; a Manuel Clavero cuya intervención me permitió consultar información muy interesante; a Luis Domínguez y Francisco Callejo que trabajaron sobre material fotográfico para adaptarlo a las necesidad que su publicación requería. 11 Capítulo I Don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, Conde de Chinchón Felipe V, de su primera mujer María Luisa de Saboya, había tenido cuatro hijos: Luis (1707-1724), rey de España durante un corto periodo en 1724, como Luis I; Felipe, muerto al nacer en 1709; Felipe Pedro (1712-1719) y Fernando (1713-1759), futuro Fernando VI, que reinó desde 1746 hasta su muerte. Con su segunda esposa, Isabel de Farnesio, tuvo siete hijos: Carlos (1716-1788), duque de Parma, rey de Nápoles y que ciñó la corona española desde 1759; Maria Ana (1716-1746), que en 1750 accedió al trono de Portugal; Francisco, muerto en el año de su nacimiento, 1717; Felipe (1720-1765), que fue duque de Parma; María Teresa (1726-1746), que casó con el Delfín de Francia; Luis Antonio(1727-1780), y María Antonia (1729-1785), reina de Saboya-Cerdeña. Isabel de Farnesio no era una mujer bella, su rostro estaba desfigurado por la viruela, pero era atractiva. Porte regio, cara alargada y ojos vivaces. Tenía muy claros cuales eran sus objetivos: el proporcionar coronas y acomodo a sus hijos, no importándole utilizar para ello los recursos de la Monarquía Española, lo cual no pasó desapercibido al pueblo, lo que la convirtió en una persona muy impopular, aunque a decir verdad ella pagó a sus súbditos con la misma moneda. Saint-Simon cuenta como al paso de la carroza real las gentes gritaban ¡Viva el Rey y la Saboyana!1 El 25 de julio de 1727, poco antes de las siete de la mañana, nacía el cuarto y último varón, habido del matrimonio de Felipe V con su segunda esposa, que recibiría los nombres de Luis Antonio Jayme y llevaría los apellidos Borbón Farnesio2. Con cierta antelación, el 16 de junio, se cursa invitación, para que asistan al parto en el Quarto de la reina, al Arzobispo de Rodas; al conde Kinigseg, embajador del Emperador; a don Nicolas Herizzo que lo era de Venecia; a don Francisco Bauder Meer, embajador de Olanda; al marqués de Abrahantes, representante de Portugal; al marqués de Scotti, futuro ayo del niño que va a nacer; al Arzobispo de Valencia, gobernador del Consejo; al obispo Inquisidor general, al presidente de Indias, consejeros de Estado, mayordomos y caballerizos mayores así como militares de relieve. Para afianzar el feliz alumbramiento se solicitó se trajese de la catedral de Tortosa la Santa Cinta de la Virgen, misión que llevó a cabo el canónigo Luis Lahaner, ayudado por el Racionero don Francisco Aragonés, los cuales cobraron, en concepto de Ayuda de Costa, 600 duca1 2 Seco (1957), p. XXVII. No era nieto de Luis XIV como afirma Peña (1990), T. I, p.18. 12 dos y 13.500 reales de vellón respectivamente. El rey ordenó luminarias durante cinco días a partir del de nacimiento3. Rápidamente se comunicó la noticia del feliz acontecimiento al Papa4, a las casas reales y a la nobleza europea. La Gaceta de Madrid el martes 29 de Julio de 1727 dio el acontecimiento de la manera siguiente: “Madrid, 29 de julio de 1727. El viernes 25, de este mes, dia del Apóstol Santiago, Patrón de España à las seis de la mañana, dio à luz breve, y felizmente la Reyna nuestra Señora un hermoso, y robusto Infante, que luego al punto recibió el agua del Santo Bautismo, con los nombres de LUIS ANTONIO JAYME ; aviendo sido testigos de este grande y dichoso sucesso el Nuncio de S. Santidad, y los Embaxadores de Coronas, los Gefes de la Casa Real, y otras Grandes y Señores, aunque algunos de los convocados para esta ceremonia no pudieron llegar a tiempo, por la brevedad del parto. El Rey nuestro señor le dexó ver en la Antecámara de Palacio, en donde los Señores le besaron la mano y fue cumplimentado por los Ministros Estrangeros: quedando unos y otros muy regocijados de vér á S.M. tan convalecido de su passada indisposición. La Reyna queda buena, y sin el menor accidente de los que suela sobrevivir en casos semejantes; y el recien nacido Principe se empieza á criar con claras muestras de una perfecta constitución”5. Como era costumbre fue bautizado nada más nacer, tal como dice la Gaceta, teniendo lugar la ceremonia solemne años más tarde, a la vez que la confirmación, juntamente con sus hermanas María Teresa y Mar ía Antonia, concretamente el 25 de marzo de 1735, cuando el infante tenía casi ocho años, en la habitación donde oían misa los Reyes en el Palacio de El Pardo. El padrino de don Luis fue su hermano de padre Fernando. El día 5 de agosto se podía leer en la Gaceta de Madrid que la reina estaba teniendo un sobreparto feliz y “el Señor Infante Don Luis adelanta en su criança con imponderable sanidad y robustez”. El 12 del mismo mes la reina “queda levantada” y el Rey, príncipes e infantes salen a pasear al recién nacido por las tardes a los jardines y “sitios mas amenos”6. Por supuesto, como sucedía con el resto de los miembros de la familia real, la primera onomástica del infante don Luis, el 25 de agosto, se celebró “con gran lucimiento”7. 3 Archivo General de Palacio (en adelante A.G.P). Sección Históri ca. Caja 95, Exp. 8. Peña (1990), T. I, p. 19, insinúa que ya en la carta del Papa se perfila el dedicar al recién nacido a la carrera eclesiástica. 5 Gaceta de Madrid, 29.VII. 1727, pp. 213-214. 6 Gaceta de Madrid, 2 de agosto de 1727, p. 214 y 12 de agosto de 1727, p. 218. 7 Gaceta de Madrid, 26 de agosto de 1727. 4 13 Fig. 1. Jean Ranc (1731) Retrato del infante Don Luis Antonio de Borbón. Museo Nacional del Prado. N.º invt. 2265 El máximo interés de los monarcas de la época era asegurar el futuro de su prole, en ocasiones muy numerosa, cosa que se conseguía mediante las acciones bélicas consiguientes, los adecuados matrimonios de conveniencia o la carrera eclesiástica. De la primera manera las tropas españolas, al mando del infante don Carlos, recibían la sumisión de los napolitanos el 9 de mayo de 1734, entrando en Palermo el 1 de septiembre del mismo año, lo que permitió al infante convertirse en rey de Nápoles y las Dos Sicilias. Para Felipe, el segundo de los hijos de Felipe V e Isabel, se conseguiría el Ducado de Parma y para Luis se decidió un futuro eclesiástico. Pero antes habría que asegurarle un patrimonio. Felipe V, el 24 de octubre de 1733, Luis contaba seis años de edad, escribía al Cardenal Belluga8, representante de España ante el Papa, para que solicitase de éste la concesión de las encomiendas vacantes de las cuatro órdenes militares y el hábito de la de Santiago. Tras una complicada negociación, debido en parte a la escasa edad del pretendiente, se consiguieron tres Breves, cuyo costo ascendió a 75 escudos romanos9, que concedían lo pedido. La ceremonia de imposición del hábito tuvo lugar el 3 de diciem- 8 Luis Antonio Moncada y Belluga (1662 –1743), Obispo de Cartagena en 1705, fue decidido partidario de Felipe V en la guerra de Sucesión, quien le nombró virrey y capitán general de Valencia. Fue pastor muy activo y fundó los pueblos de Dolores, San Fulgencio y San Felipe. Nombrado cardenal en 1719 fue a Roma, permaneciendo allí hasta su muerte. 9 Peña (1990), T. I, p. 29. Esta autora, T.I, p. 171, dice que Olaechea hace el escudo romano equivalente a once reales y Gándara a 21 reales, siete maravedises y un noveno, diferencia notable. 14 bre de 1735 en la antecámara del Rey en el Palacio de San Lorenzo10. La Gaceta de Madrid dice al respecto: Fig.2 Pierre Tanje. 1739. “El triunfo de la reina Isabel de Farnesio”. Biblioteca Nacional de Madrid. IH 4505-7. El personaje de la parte inferior central, algo escorado hacia la derecha, vestido con ropaje eclesiástico, es el infante don Luis. “ El día 3 de este mes se armó de Caballero y recibió el Abito de la Orden de Santiago en aquel Monasterio el Serenísimo Infante Don Luis: El Serenísimo Infante Don Phelipe, Caballero y Comendador de la misma Orden, Armó á S.A. sirviéndole de Padrino el Señor Marques de Santa Cruz, Mayordomo Mayor de la Reina nuestra 10 Vázquez (1990), pp. 65-66. Tovar (1989), p. 35, afirma que en esa fecha se le concedieron los hábitos de las restantes órdenes. 15 Señora, y el Señor Don Joseph Patiño, del Consejo de Estado de S.M. y Secretario de Despacho Universal, calzaron las espuelas á S.A. y acabada la Función, tuvo el Capitulo la honra de besar la mano de sus Majestades que quisieron hallarse presentes á la Función con los Príncipes nuestros Señores, y los Señoras Infantas, acompañados de toda su Corte”11. Las encomiendas ligadas a la Orden de Santiago, eran quince a las que había que incluir los bastimentos de León12, ascendiendo el total percibido a 534.892 rls. v. (1.393.072 €); las de Calatrava eran siete, que le producían al infante 301.600 rls. v. (785.487 €); las de la Orden de Alcántara eran nueve y la cantidad que aportaban al erario del infante ascendía a 353.473 rls. v. (920.585 €); por último las correspondientes a la orden de Montesa eran cuatro con un total 101.416 rls. v. (264,128 €). El total conseguido por tales encomiendas era de 1.291.381 rls. v. (3.363.273 €). Las encomiendas variaron ligeramente a lo largo de la vida del infante, así como lo que percibía por ellas13. La Administración de estos bienes se encomendó en principio a D. Vicente de Quadros y al poco tiempo al Marqués de Scotti14. Anibal Scotti, marqués de Scotti,15 pertenecía a una familia noble de Piacenza. Vino por primera vez a España en 1714 como mayordomo mayor de Isabel de Farnesio, pero no sería hasta 1719, en que llegó como plenipotenciario del duque de Parma, cuando comenzó su ascendente carrera. Nombrado secretario de la reina se convirtió en su hombre de confianza (cancerbero de los intereses regios, como él mismo se denominaba) y en diciembre de ese año se le encomendó la dirección del teatro de Los Caños del Peral, cargo que anteriormente había ocupado el cardenal Alberoni. “Hombre bueno y honesto pero perfectamente incapaz”, afirma de él Saint Simon y el embajador de Luis XIV en Madrid dice del marqués “Un carácter indefinible, loco, visionario en exceso, charlatán sin talento para vender su pacotilla, poeta, historiador, orador, arquitecto, geógrafo, matemático, político, tocaba todas las artes y oficios, ...” Torrione apunta: 11 Gaceta de Madrid, 6 de diciembre de 1735, pp. 211-212. Bastimento, según el DRA es la provisión para sustento de una ciudad, ejército, etc., pero en la Orden de Santiago era el derecho de cobrar o pagar las primicias o efectos que constituían las encomiendas conocidas por ese nombre. 13 En la Addenda 3 se exponen en detalle cuales eran las encomiendas adjudicadas por Felipe V a su hijo, cuanto percibía por cada una y como fueron variando con el tiempo. 14 Tovar Martín (1989), p. 35 15 Los datos sobre Scotti han sido extraídos del trabajo de Margarita Torrione y la ficha de Mercedes Simal incluidos en el catálogo de la exposición El Real Sitio de La Gr anja. La Granja de San Ildefonso. Retrato y escena del Rey, 2000, páginas 227-229 y 349-350 respectivamente. 12 16 “Puntilloso en extremo pero incapaz de hilvanar proyectos de envergadura (quizás por que a fuerza de mucho abarcar apretaba poco), pésimo administrador pero compatriota y fidelísimo factotum ...”. Simal aporta otros datos positivos “Coleccionista de obras de arte y buen conocedor de la pintura italiana contemporánea, tuvo un papel muy destacado en el ámbito artístico de la época. Además de participar activamente en la compra de pinturas y muebles para la decoración de los Sitios Reales , en el montaje de espectáculos, y de ser responsable de la contratación de arquitectos-decoradores y pintores originarios del Ducado de Parma – como Bonavia, Rusca o Fedeli – fue su faceta de «arquitecto» una de las más atractivas de su personalidad” Pues bien, este polifacético personaje sería nombrado el 16 de enero de 1742 ayo, mayordomo mayor y administrador de las encomiendas del infante don Luis, hasta su muerte el 3 de febrero de 1752 en La Granja de San Ildefonso. Fue sustituido por don José Solís, duque de Montellano16. No cabe extrañarse, como se verá más adelante, de que la administración de los bienes del infante por el marques de Scotti no fuese modélica y que su influencia, o falta de ella, motivada por otras tareas que tenía encomendadas el italiano, como la ya comentada de responsable del teatro de Los Caños del Peral, no aportase muchos beneficios a don Luis. Sin embargo, su conocimiento del mundo artístico pudo traducirse en compras de pintura, escultura, etc. de gran interés para el infante, pues por sus cargos estaba inmerso en el mundo de los tratantes de obras de arte, como la que realizó a la reina de varias pinturas, cristales y cinco tinajas de Guadalajara de Indias, que Isabel de Farnesio había heredado de su tía Mariana de Neoburgo17. Como lo obtenido por las encomiendas concedidas no parecía suficiente, los Reyes solicitan, en el verano de 1734, la Iglesia y Arzobispado de Toledo al Papa Clemente XII18. Las conversaciones y negociaciones fueron largas y duras ya que la corta edad del infante, siete años, hacía difícil atender a la petición. Para apoyarla se hicieron investigaciones en los archivos vaticanos para buscar antecedentes. Al parecer, los aspectos políticos pesaron más que los religiosos. El 28 de julio de 1735 el car denal Acquaviva daba cuenta a José Patiño 19, que 16 Tovar (1989), p.36. Lavalle (1996) da como fecha agosto de 1735 Lavalle (1996), p. 66 y (2002), p. 150. 18 Clemente XII ocupó el Solio Pontifici o de 1730 a 1740. Durante su papado, en 1734, las tropas españolas conquistar on Nápoles y Sicilia, de las cuales fue nombrado rey el hijo mayor de Felipe V, Carlos, de los habidos con Isabel de Farnesio. 19 José Patiño (1670-1736) estuvo al lado de Felipe V desde 1708 y ocupó diversos cargos. En 1719, a la caída de Alberoni fue procesado y absuelto. En 1734 fue nombrado primer Secretario de Estado. 17 17 había sido quien había llevado el peso de la negociación por parte española, que la empresa había tenido éxito. El nombramiento se hizo efectivo algo más tarde, según carta del purpurado de 15 de diciembre del mismo año. Dada la escasa edad del arzobispo, y con las necesarias dispensas del Papa, el 13 de marzo de 1736, en Toledo, Fray Gaspar de Molina, gobernador de Castilla y obispo de Málaga, tomó posesión de la sede en nombre del infante. Fueron testigos don José Patiño, tutor de don Luis para esta ocasión y el marqués de Scotti20. Durante el periodo en que fue arzobispo de Toledo el infante don Luis, la sede toledana tuvo tres obispos administradores: Bernardo Froilan de Saavedra (23-III-1736 a 3-XI- 1742), que era canónigo doctoral y vicario de Madrid; Pedro Clemente de Aróstegui (3-XI-1742 a 1-V-1748) que tenía los mismos títulos que el anterior y fue luego obispo de Osuna; Manuel Quintero Bonifaz (1-VII-1748 a 18- XII- 1754), Inquisidor general y más tarde confesor de Fernando VI. Pero en la práctica quien llevaba la voz cantante en todo era el marqués de Scotti, que había creado una Junta de Gobierno encargada de resolver todos los asuntos que necesitaban ser consultados al cardenal o su intervención. Es notorio que el infante no se ocupó mucho de su sede pues no existe documento alguno que indique la visitase alguna vez. La actividad que se puede destacar del joven arzobispo en los años ocupó la sede, se concretan en su defensa de la primacía eclesiástica de Toledo sobre Tarragona y Cartagena y en la defensa del Consejo de Gobierno, órgano de la diócesis que llevaba el gobierno ordinario, ante el tribunal de la Nunciatura21. Lo cual no parece excesivo para 18 años de arzobispado. Poco después llegaría el cardenalato, solicitado por Felipe V, concedido en el consistorio del 19 de diciembre de 1735, con el título de Sta. María de la Scala22. La imposición del capelo del Cardenal Diácono de la Sta. Romana Iglesia, tuvo lugar el 17 de marzo de 1738, en el Salón del Palacio Real de El Pardo, de forma privada. El infante estaba a punto de cumplir once años23. Pronto llegaron a la corte española los parabienes de los miembros del colegio cardenalicio y de los nobles del Vaticano. El Infante recibió por su elección regalos y a su vez envió otros a la “Cámara Secreta del Papa, a la Congregación de Propaganda Fide y otras instituciones eclesiásticas”24. Algún problema surgió sobre el tratamiento que debía otorgársele “para distinguirlo de los demás señores sus hermanos no Cardenales”. En principio se acordó el de “Alteza Real Eminentísima”, que posteriormente se cambio por el 20 21 22 23 24 Gutiérrez García-Brazales, M., en Los primados de Toledo, p. 112. Gutiérrez García-Brazales, en Los primados de Toledo, p. 112 y 113. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2550. Citado por Álvarez (1948), p.33. En el capítulo IV de Vázquez se trata con mucho detalle este tema. Peña (1990), T. I, p. 58. Tovar (1989), p.34 18 de Alteza Real Reverendísima y Eminentísima25. Asombra ver cómo los aspectos monetarios y de protocolo priman sobre las consideraciones eclesiales. Fig.3 Escudo del cardenal infante Luis Antonio Borbón Farnesio. Tomado de Domínguez-Fuentes (2002), p. 696. Fig. 4 Van Loo. El cardenal infante don Luis Antonio Museo del Prado. N.º invt. 242. 26 25 Tovar Martín (1989), p. 34-35. Esta autora da numerosos datos sobre las celebraciones en Roma, en El Pardo y las felicitaciones recibidas por tal motivo. 19 Curiosamente, estos hechos no merecieron comentario alguno en la Gaceta de Madrid. Se trataba de actos reservados a la familia real y a la corte que no transcendían a los súbditos. Sin embargo, días después, por una noticia inserta en esa publicación, sabemos que el infante ejercía sus funciones cardenalicias, pues “nombra teólogo de su cámara al Rvdo. P.M. Pablo Fidél de Burgos, capuchino, Teólogo de la Nunciatura de España y Examinador Apostólico de su Tribunal”27. a b Fig. 5 a) Anónimo. Retrato del cardenal Luis Antonio Borbón Farnesio. Biblioteca Nacional. IH/1240/2.b) Nicolo Billy. Retrato de Luis Antonio de Borbón. Biblioteca Nacional. ER 154(14). El 3 de mayo de 1741 muere el Arzobispo de Sevilla y de nuevo el Rey pide para el infante ese arzobispado. La negociación, llevada a cabo por el cardenal Acquaviva, representante de España ante el Papa desde 1735, no debió ser tan dura como en el caso del Arzobispado de Toledo, pues si la petición es de 20 de junio de 1741 la concesión se hizo, por parte de Benedicto XIV28, con rapidez, pues Acquaviva se lo comunica al rey el 20 de julio de 1741. Al infante le faltaban cinco días para cumplir los 14 años. 26 Luna (1982), p. 189, escribe que existen copia s exactas de este cua dro en las colecci ones del conde de Sta. Coloma y en una galería privada. Otra copia, que debe suponerse no es idéntica, en la colección de los marqueses de Castromonte. 27 Gaceta de Madrid, 1 de abril de 1738, p.52. 28 Benedicto XIV fue papa desde 1740 a 1758. 20 El agradecimiento de Felipe V se hizo patente enviando al Papa una caja con servicio de oro para la mesa, decorado con sus armas29. Tales nombramientos no daban sólo prestigio sino que iban acompañados de la administración de una sustanciosa cantidad. Barrio afirma que en el periodo entre 1700 y 1749 la renta media de la mesa episcopal de Toledo ascendía a 2.264.594 reales de vellón y la de Sevilla a 1.107.306 reales30. Según Vázquez31, en 1725 el infante recibía del Arzobispado de Toledo 224.238 ducados de vellón, equivalentes a 84.089.250 mrvs. (6.441.236 €), por el Arzobispado Hispalense 87.845 dv., es decir 32.639.250 mrvs. (2.500.166 €), un total de 116.728.500 mrvs. (8.941402 €). Si a esto unimos los 1.291.381 rv., 43.906.954 mrvs., aportados por las encomiendas, se obtenía la respetable cantidad de 160.635.454 mrvs. (12.304.675,77 €). No puede extrañar que para la administración de esta fortuna se requiriese una oficina con expertos en temas variados. Bien es verdad, que los pagos de los arzobispados se retrasaban en demasía y muchas veces el infante estaba falto de liquidez, aunque a ello también contribuían los numerosos gastos, algunos exagerados o falsos, de los que habría que culpar por partes iguales al amo y a sus administradores. Para administrador general, por nombrarle de alguna manera, fue designado el marqués de Scotti y la Iglesia nombró, como coadministrador a don Francisco de Solís Folch32. En 1737 el décimo conde de Chinchón, Juan José Sabelli Sforza, residente en Italia, decidió desprenderse del Condado. El Estado de Chinchón había sido dado por los Reyes Católicos a Dña. Beatriz de Bobadilla y a su marido Andrés Cabrera33. Scotti intentó su adquisición para el Infante Don Luis pero tuvo que desistir por solicitarlo el Infante Don Felipe, tercer hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, al que le asistía su “mayor edad y de tener dinero pronto”. Felipe V concedió la autorización, mejor sería decir se concedió, para la compra. Curiosamente el marqués de Moya protestó aduciendo que el primer marques había fundado el Mayorazgo para personas de su linaje. La protesta no prosperó. El costo ascendió a 180 ó 190.000 doblones de a 60 reales (28.127.520- 29.690.160 €)34. En octubre de 1739 contraían matrimonio el infante Felipe y Luisa Isabel de Francia, hija de Luis XV, y en 1745 lo harían María Teresa y el Delfín de 29 Vázquez (1990), p.129. Barrio (1989), p. 301. 31 Vázquez (1990), p. 368. Cita A.H.N. Secc. Estado. Leg.2784. La cifra dada en maravedíes así como su equivalencia a la moneda actual se expone en la Addenda 1. 32 Vázquez (1990), p. 368. 33 El primer título de Conde de Chinchón fue otorgado por Carlos I a Fernando de Cabrera y Bobadilla. 34 AHN. Sec. Estado. Leg. n.º 2528, citado por Vázquez, p. 374. Tovar (1989), p. 36. Calleja Leal (2004), p. 175. Como se verá en otro lugar, aunque doblones de 60 reales no aparecen citados en la documentación manejada, el cálculo a euros se ha hecho con esta valoración. 30 21 Francia, siendo acompañada por don Luis hasta la etapa de Alcalá de Henares35. Ambos matrimonios reforzaban la amistad entre Francia y España. Junto a Isabel de Farnesio quedaban sus hijos Luis y Maria Antonia. El 9 de julio de 1746, moría en Madrid Felipe V, finalizando su segundo periodo de reinado, pues el 10 de enero de 1724, antes de que hubiese nacido el infante don Luis, había abdicado a favor de su hijo Luis, que reinó menos de un año con el nombre de Luis I, lo que obligó a su padre el 7 de septiembre de ese mismo año, presionado por Isabel de Farnesio, a recuperar la corona. No se explayó en exceso la Gazeta de Madrid al dar la noticia. El día 12 de julio de 1746 podía leerse en ella lo siguiente: “El día 9 de este, à las dos de la tarde, hallandose en el Palacio de Buen-Retiro el Rey nuestro Señor D. PHELIPE QUINTO, fue Dios servido llamarle à sí, à los sesenta y dos años, seis meses, y veinte dias de su edad, y à los cuarenta y cinco años, siete meses, y veinte y tres dias de su Reynado”. “El Rey Hijo D: FERNANDO EL SEXTO, nuestro Señor, con nó corta violencia de su ternura, y indecible ahogo, mando expedir los Decretos, Ordenes consecuentes à tanta novedad, y que se abriese el Testamento de su amado difunto Padre, en la forma acostumbrada; y hallando en èl señalado el Entierro en la Colegiata de San Ildefonso, resolvió S.M. que se dispusiesse assi, después de estar expuesto el Real Cadáver los días que son de estilo”36. Bastantes días después, el 26 de julio, la Gaceta volvía a retomar el tema, dando una sucinta noticia sobre el entierro. “ Después de haver estado expuesto tres días el Cadáver del Rey nuestro Señor D. PHELIPE QUINTO (que Dios aya), en un Salón de dicho Palacio de Buen-Retiro, y haverse celebrado allí por su Alma solemnes generales Exequias de todas las Parroquias, y Religiones de la Corte, salió el Jueves 14 por la noche el numeroso Entierro, que se acostumbra hacer con los Monarcas de España, y en que se compiten siempre la triste pompa, y lugubre magnificencia, con las lagrimas, y sollozos de la indecible multitud de fieles Vasallos, que concurren en él. El Domingo 17 llegó el funesto Acompañamiento á la Iglesia Colegial del Real Sitio de San Ildefonso, donde se hizo la Entrega, y Deposito, con las solemnidades requeridas”37. 35 36 37 Lavalle (2002), p. 159. Gaceta de Madrid, 12.07.1746, pp. 223-224. Gaceta de Madrid. 26.07.1746, pp. 238-239. 22 Lo escueto de la noticia no permite conocer como participó el infante en las solemnes honras fúnebres, pues salvo alguna alusión directa a la reina viuda, el resto de la familia real es tratada en conjunto. Contrasta lo resumido con que se da la noticia, con lo que ocurre con otros casos similares, en los que se detallan las ceremonias, los cortejos y los participantes. La reina viuda abandonó el palacio de Buen Retiro y se trasladó el 2 de agosto con sus hijos menores, el infante don Luis y la infanta María Antonia (ver figura 6), a unas casas de la duquesa de Osuna y el príncipe Pío, cercanas a la plazuela de los Afligidos, lo que contradecía la costumbre de que la reina viuda abandonase la corte38. Fig.6 J. Amigoni. Retrato de la Infanta Maria Antonia Museo del Prado- N.º invt. 2392 Con bastante detalle se escribe en la Gaceta sobre las fiestas y regocijos que tuvieron lugar con motivo de la Proclamación del nuevo soberano y su es38 Lavalle (1996), pp. 69-70. 23 posa en Madrid, el 10 de agosto de 1746. Se de cretaron tres días, los 10, 11 y 12, festivos. Luis y María Antonia presencian el desfile desde los “balcones del Ayuntamiento trasladándose luego a la Casa de la Panadería para contemplar la bella iluminación de la plaza” 39. Fernando VI resolvió hacer su entrada pública con la reina el 10 de octubre. Conocemos que el 13 hubo corrida de toros y que en la fiesta de la tarde se decidió ir a la Plaza del Retiro. En el coche que transportaba al rey, el mismo utilizado el día 10, iban “… la Señora Infanta Doña Luisa Isabel en el primer lugar de los Cavallos, en el segundo al Señor Infante Cardenal, y en el Estrivo derecho á la Señora Infanta Doña María Antonia”40. Fig.7 Flipart sobre un cuadro de Amigoni hoy desaparecido. “Fernando VI y su corte”. Biblioteca Nacional. IH 3161-22 41 39 Gaceta de Madrid, 16 agosto de 1746, p. 263 y Lavalle (2002), p. 180. Esta autora dice se trata de la entrada pública del monarca, pero ésta tuvo lugar algo más tarde, el 10 de octubre. 40 Gaceta de Madrid. 18.10.1746, p. 337. 41 El personaje situado de perfil a la izquierda del rey (según la visión del espectador), podría ser el infante don Luis. La documentación consultada, Folco (1962), Gualdoni (1974), Luna (1979) y Luna (1981), nada aclara al respecto, al igual que los catálogos de estampas de la Biblio- 24 En julio de 1747 el rey mandó a su madrastra trasladarse al Sitio de La Granja que Isabel había recibido en herencia de su marido. A pesar, como ya se ha dicho, de ser la costumbre habitual, Isabel se molestó y escribió a Fernando VI que para tomar tal decisión debía consultar a sus hijos y al rey de Francia. La respuesta que obtuvo no dejaba lugar a dudas: “… lo que yo determino en mis Reinos, no admite consulta de nadie antes de ser ejecutado y obedecido”. El 23 de julio acudieron los reyes a despedirla y media hora más tarde la reina viuda les devolvía la visita en Buen Retiro42. Fig.8 Brambilla. La Granja. Vista de la fachada principal del Real Palacio, tomada desde el Mediodía mirando al Norte. Patrimonio Nacional. La reina viuda no tuvo más remedio que obedecer, pero la lejanía no le impidió ejercer su actividad intrigante, estando puntualmente informada de lo que ocurría en la corte y en los Reales Sitios gracias a la diaria correspondencia (en ocasiones dos cartas) que mantenía con el Infante Don Luis, el cual la hacía confidente de todas sus acciones y sentimientos. Isabel de Farnesio hizo su entrada oficialmente en La Granja el 24 de julio de ese año, acompañada de sus hijos y del marqués de Scotti. El infante permaneció viviendo con su madre hasta la muerte de ésta, salvo las visitas dichas y el periodo que paso en Villaviciosa, que se comentará más adelante. Esta cercanía se daba incluso en lo físico, pues en algunos palacios tenían habitaciones contiguas. teca Nacional, Calcografía Nacional y Museo del Prado, que poseen el grabado. Tampoco dice nada sobre los personajes la inscripción, no reproducida, que acompaña al grabado. 42 Lavalle (2002), p. 187. 25 A finales de 1749 los reyes deciden que María Antonia se desplace a la corte, cosa que causó malestar a ésta, pues suponía el alejamiento de su madre, y su disgusto tiene reflejo en la correspondencia que mantiene con ella. En abril del año siguiente se le dio permiso a la infanta para visitar a la reina viuda43. Tovar44 menciona que del periodo comprendido entre los años 1755 y 1758 se conservan 208 cartas de Isabel de Farnesio y su hijo Luis. Como señala la autora citada, esta correspondencia pone de relieve la utilización de su hijo, para conocer de cerca las actividades de Fernando VI, tanto la personal como la política, y el escaso conocimiento del Infante sobre los acontecimientos de relieve, muestra del mínimo interés que sentía por ellos. Esta correspondencia se había de intensificar durante la enfermedad de Bárbara de Braganza. A pesar de la dureza de Fernando VI con su madrastra, procuró satisfacer todos sus deseos, posiblemente para evitar su desagrado y mantenerla tranquila. Fig.9 Anónimo. El Cardenal Luis Antonio de Borbón y Farnesio. Sala Capitular de la Catedral de Toledo 43 44 Lavalle (2002), pp. 193-194. Tovar (1989), p. 38. 26 Fernando VI concertó la boda de su hermana de padre María Antonia con el duque de Saboya, Victor Amadeo II de Cerdeña, anunciándose oficialmente en diciembre de 1749. A pesar de la escasa simpatía que la infanta sentía por los reyes, cuando se ofició la ceremonia por poderes, no dudó en abrazar llorando a Fernando como muestra de agradecimiento. Con motivo de la boda se estrenó la obra Armida Aplicata, del compositor Giovanni Battista Mele, en el Real Coliseo del Buen-Retiro el 12 de abril de 1750, repitiéndose el 14 y el 18 de ese mes45. En La Granja las cosas cambiaron tal como describe Lavalle. “La reina viuda quedaba sola en San Ildefonso acompañada por el infante cardenal, quien cada día se mostraba más alejado de la idea de tomar los hábitos”46. Fig.10 Asselineau .1835. Vista del Real Palacio de Riofrío tomada entre Norte y Levante. Sobre un cuadro de Bambrilla. Biblioteca Nacional. ER/3332. El temor de Isabel de Farnesio, posiblemente por la vida que llevaba, a que el infante-cardenal pudiese abandonar las dignidades eclesiásticas y esto le supusiese una disminución cuantiosa de sus rentas y que se quedase sin una residencia digna, pues La Granja a su muerte retornaría a la Corona, la movió a construirle un palacio en Riofrío, lugar al que don Luis acudía con asiduidad a 45 46 Torrione (2000b), p. 43. Lavalle (2002), p. 197. 27 cazar. Por este motivo, pidió permiso al rey para comprar la finca que estaba arrendada al marqués de Paredes desde 1724. Por decreto de 25 de julio de 1751 el rey dio a su madrastra jurisdicción civil y criminal sobre Riofrío con inhibición absoluta del Intendente y del resto de autoridades de Segovia47. El mismo día, coincidiendo con el cumpleaños del infante, se tomó posesión de la dehesa y monte de Riofrío. Por consejo de Scotti se designó al arquitecto Rabaglio, colaborador de Bonavía en la construcción de San Justo y Pastor, la iglesia patrocinada por don Luis, para diseñar el edificio. El día en que Isabel cumplía 60 años, 24 de octubre de 1752, se puso la primera piedra bajo la presidencia de don Luis48, que representaba a su madre. La construcción no fue nada fácil. Rabaglio se enemistó con los constructores, abandonó el proyecto y fue sustituido por uno de ellos, Frasquita, en 1753, y éste a su vez por Sermini en el mismo año. Finalmente, en 1757 se encargó de la construcción José Diaz Gamones49. Se trabajó con gran ímpetu durante los años 1754 y 1755, llegando contar con cerca de 800 trabajadores, lo que supuso la creación de campamentos, tiendas, etc. Sin embargo, la falta de agua, el frío, el hambre, las defunciones causadas por la peste entre los obreros y principalmente la falta de dinero retrasó mucho la finalización del edificio. El impago de salarios dio lugar a huelgas. Apresados los cabecillas, la reina mandó se les soltase y se les pagase lo que se les debía50. El palacio se terminaría en 1762 habiendo asumido Carlos III los gastos de la construcción cuando era ya rey de España. Isabel de Farnesio había perdido todo interés por el palacio y de hecho sólo estuvo allí en dos ocasiones, el 24 de junio de 1751 y en 1767. A su muerte fue totalmente abandonado51. El día 13 de febrero de 1751 muere el marqués de Scotti y la reina viuda solicitó al rey protección para su mujer y su familia. Las cosas iban a cambiar bastante para el infante. Aprovechando esta circunstancia, Fernando VI sustituyó al padre Jaime Antonio de Lefevre, cuya labor en la educación de don Luis no había sido muy eficaz, por el padre Martín García, jesuita, que era rector del colegio de Granada52. En el informe que emite sobre la Casa del Infante, en lo referente a su formación dice: “Nunca hallé a S.A. en la útil lección de un libro, o en conversación de materias que enriquezcan el entendimiento de el que las posee. El empleo de su Alteza en las mañanas (tiempo en que me 47 48 49 50 51 52 Herrero (1990), p. 10. Lavalle (2002), pp. 197 y 199. Herrero (1990), p. 15. Herrero (1990), p. 15. Herrero (1990), p. 16. Vázquez (1990), p. 35. 28 presento ante su Alteza) o son maniobras humildes o conversaciones con los criados inferiores” Y añade: “En vida del Sor. Don Felipe V, que de dios Goza, se hallaba el Marqués embarazado en otros manejos, a los cuales pospuso la importancia de la educación del Sor. Infante ....” “Se despidieron los maestros fomentando un continuo ocio que puede ser causa de gravísimo daño. Quanto idea Su Alteza para su diversión se le facilita” 53. Cuando esto se escribe Don Luis tenía veinticinco años y debía de vivir sin control alguno, haciendo aquello que más le placía. Posiblemente no era un caso extraño en la educación de un infante o noble de la época. La caza, el paseo, las obligaciones religiosas, el escuchar música, asistencia a fiestas profanas, etc., serían las actividades más comunes. Por todo ello, Vázquez dice, acertadamente, que ”lo más relevante de la vida de don Luis fue la ociosidad” y, refiriéndose en concreto a su juventud, añade: “La juventud de don Luis fue, pues, vana, estéril, si bien es cierto que su comportamiento concordaba perfectamente con el ambiente y las costumbres palaciegas, marco que determinaba su vida”54. Tampoco iban mejor las finanzas y el Padre Martín García en el informe “analiza el deterioro en la economía de caudales, en el método de provisiones y en el manejo gubernativo y jurisdicional”, culpando de ello al marqués de Scotti. Se daban excesivas limosnas y en el oficio de guardarropa se gastaban 4.000 pesos anuales (140.400 €) 55. En la misma línea se manifiestan D, José Torreno, teniente de Ayo, y el marqués Duharti: “Para evidenciar la pésima economía solo hay que ver el atraso a que se hallan las rentas que no concurren al gasto de la Caballeriza ni de la Mesa. Esta se costea por la Reina viuda y la primera por el Rey nuestro señor. La casa del Infante tiene una total decadencia de crédito”56. En el mismo sentido se expresa el duque de Montellano, sucesor de Scotti, que pronto notó que la actuación de su predecesor no había sido modélica y en varias notas pone de relieve el escaso respeto con que trataba la servidumbre 53 AHN. Sec. Estado. Leg. 2540, citado por Vázquez (1990), p. 36 y 37 y por Tovar (1989), p. 37. El despido de los maestros fue llevado a cabo por Scotti al morir Felipe V (Vázquez, p. 37). 54 Vázquez (1990), p. 38. 55 Vázquez (1990), p. 362. 56 Tovar (1989), p. 38. 29 al infante e igualmente hace constar la necesidad de saldar las deudas y revisar las limosnas que se daban dejándolas en la mitad57. La misma madre del infante se quejaba en carta del 20 de febrero de 1752 de lo a menos que había venido el decoro de la casa de su hijo “… poco respeto, atención y cuidado con que los mas de los que sirven al Sor Infante, abusando de la suma bondad de S.A. y vegez del Marques de Scotti”58. Como se puede apreciar, Isabel de Farnesio justificaba a su fiel Scotti y solicitaba el nombramiento de un mayordomo en lugar de un ayo, dada la edad de don Luis. a b Fig. 11 a) Anónimo español. Cardenal Infante Don Luis Antonio de Borbón. Patrimonio Nacional. N.º invt. 1007823059. b) Anónimo. Retrato del infante don Luis. Colección del Palacio de Velada La escasa atracción que le producía la vida religiosa así como su agitada vida amorosa, que lógicamente debía producir escándalo y comentarios negativo, inclinaron al Infante a solicitar al Papa Benedicto XIV, en 1754, concreta- 57 58 59 Peña (1990), T. I, p. 165. AHN. Sec. Estado. Leg. 3026. Citado por Olavide (1902), p. 442. Según datos del P.N. En una moldura intermedia, grabado, se lee A.R. MENGS. 30 mente el 11 de agosto, con 27 años recién cumplidos, la renuncia a sus dignidades eclesiásticas y lo que consigo incluían. Algunos historiadores, según indica Peña60, insinúan que abandonó el capelo para casarse, cosa que se aleja bastante de la realidad. El infante se dirigió al Papa en los siguientes términos: “Santisimo P.e La vocación mas agradable a Dios es la que mayor se adapta a nra conciencia, siendo obligación que esta nos impone mas vigoroso de nras interiores disposiciones. He entrado en este examen pidiendo al todo poderoso me ilumine para areglar mi animo sobre la vocación a que debo determinarme y no hallandose con todos los estímulos que se requieren para cumplir las obligaciones del estado en que crei fijarme desde el principio, permite Dios, que sea en el estado secular que yo continue honrrarle y servirle, y que rige esta vocacion a que soi llamado, por lo que pido respetuosamente a Vra Santidad me conceda las dispensas que son necesarias, teniendo a bien que le debuelva el Capelo con que quiso condecorarme.”61 Peña intenta encontrar una explicación a la un tanto extraña renuncia de don Luis “Si profundizamos en la vida del Infante para tratar de desentrañar por qué acaece la renuncia en 1754, y no dos años antes o después, sólo hay dos posibilidades como respuesta. Posibilidades que no son excluyentes. La primera de ellas que fuera el fruto de un lento proceso de maduración, en el que cada vez resultara más patente no sólo la no predisposición de la naturaleza de Don Luis a la vida contemplativa, sino su espíritu abiertamente contrario”.62 La otra posibilidad sería la influencia del duque de Montellano63, “hombre de reconocida rectitud y honradez”, que sustituyó a Scotti. Rúspoli escribe al respecto “La ausencia de vocación religiosa y la atracción hacia los placeres terrenos, especialmente los carnales, fueron determinantes en su decisión, que muestra una finura ética muy superior a lo habitual 60 Peña (1996), p. 40. No menciona quienes, pero uno de ellos es Danvila. Copia de la Carta del infante ….. En nota al margen se dice que está “traducido del francés de la gaceta de Olanda”. En el AHN existe un documento, Sec. Estado, Leg 2784, mas formal y protocolario, que ha sido reproducido por Vázquez (1990), p. 146 y por Tejero (1998), pp. 133-134. 62 Peña (1991), p. 63. Son las mismas que cita en el Tomo I, pp. 173-174 de su tesis. 63 Ya señalado por Peña (1990), T. I, p. 174. 61 31 en su época, en la que era moneda corriente el príncipe de la Iglesia hedonista rodeado de una corte sensual y brillante.”64 Por su parte, Tortella, al abordar similar tema, dice: “Simplemente, el infante confesaba que nunca había sentido inclinación por la carrera eclesiástica y deseaba seguir un camino distinto al elegido por sus padres para él. Luis añoraba irrefutablemente ser como los demás, amar, expresar sus sentimientos y gozar de las naturales expansiones sexuales”.65 Todo esto no pasan de ser suposiciones, y, suposición por suposición: ¿tomó libremente el infante esta decisión que evidentemente no podía agradar a su madre?, ¿no sería presionado por su confesor, a su vez aleccionado por altas jerarquías eclesiásticas?, ¿no sería ya causa de escándalo la vida amorosa de Luis de Borbón y Farnesio? Nada puede decirse al respecto. El hecho incontestable es que renunció a sus dignidades eclesiásticas, lo que representaba una merma muy importante del dinero que recibía por ellas. A pesar de ello, Luis de Borbón Farnesio no quedó desamparado, pues el Rey solicitó al Papa Benedicto XIV, y éste lo concedió, la tercera parte del valor líquido, lo que suponía 39.501 ducados de vellón (1.134.468 €) por Toledo y 21.199 (608.835 €)66 por Sevilla. Pero su Santidad fue generoso y añadió 30.000 (861.600 €) y 10.000 ducados (287.200 €) por cada una de las sedes67. También se obtuvieron 9.000 (258.480 €) ducados de vellón del Arzobispo de Santiago. Estas asignaciones, juntamente con los ingresos de las encomiendas, debían ser pagadas regularmente, pero ese no era el caso habitual y las deudas se acumulaban, como habrá ocasión de comentar más adelante cuando se aborde, a la muerte del infante, la tutoría de sus hijos por el arzobispo de Toledo. La vida junto a su hermano de padre Fernando VI le permitió al Infante Don Luis, como ya hemos dicho, vivir todos los acontecimientos de la corte, entre ellos, y muy a su pesar, la enfermedad de Bárbara de Braganza68. En carta de 24 de julio de 1758 escribe a su madre que encontró a la reina “sin remedio 64 Rúspoli (2000), p. 133. Tortella (2002), p. 81. 66 Vázquez (1990) dice que esas cantidades equivalían a 10.312 y 3.437 ducados de oro de Cámara. Según Lavalle (2002), p.200, lo que se solicitó para el infante fue la parte de las rentas de ambos arzobispados que correspondía a la Cor ona. Se ha supuesto que el ducado de vellón es equivalente a 28,72 €. 67 Vázquez (1990), pp. 368-370. Este autor en otra parte de su obra cifra estas cantidades en 70.000 y 20.000 ducados de vellón por cada arzobispado, p. 145. Rúspoli (2000), p. 133, habla de una pensión de 15.000.000 de maravedises. 68 Gómez Urdáñez (2001), p. 126, afirma que Isabel de Farnesio envió a Aranjuez a su médico, Marsilio Ventura y al infante. No señala fuente de tal afirmaci ón, pero don Lui s se encontraba en la corte a petición del rey y lo acompañaría a Aranjuez. 65 32 humano, tullida de todo sin cuerpo …, echa un esqueleto y me ha parecido que tiene la vista como espantada y la lengua algo travada”69. Fig. 12 Francesco Battaglioli. Los invitados llegando al Palacio de Aranjuez para celebrar la festividad de San Fernando. 1756. Museo del Prado. N.º invt. 1044 Fig.13 Antonio González Ruiz (1750-1760). Retrato del Infante D. Luis. Colección particular. 69 A.H.N. Sec. Estado.Leg.2593. Citado por García Rives (1917), p.72. 33 A partir de este momento Luis fue notificando puntualmente a su madre de todo lo que ocurría en el palacio por carta casi diaria. Esta correspondencia debió de trascender y esto asustó al infante, el cual el 6 de agosto de 1758 escribe a su madre: “… por Dios que si VM. se lo ha dicho a alguno le mande guardar mas secreto, pues aquí se save al istante todo lo que se abla ai, y si lo llegan a descubrir antes de tiempo, bien ve VM. que todo lo que tenemos adelantado se perderá y no podemos azer nada absolutamente”70 La muerte sobrevino el 27 de agosto de 1758, a las cuatro de la madrugada, después de una dolorosa enfermedad, al parecer cáncer de útero 71. El Infante comunica la noticia a su madre y en la carta puede leerse: “..... Dios la aiga perdonado pero creo que seguramente que es ella la que nos acía todo el mal, pues bien seve en su testamento que no se ha acordado de nosotros si no de la chica de mi hermano Phelipe esto es todo lo que ai ..... “72. Tanto el infante como su hermana María Antonia, en las cartas que enviaban a su madre, solían mencionar a los reyes con manifiesto despego, no diciendo nunca su nombre sino que los mencionaban como “esta señora” y “este señor”. La Gaceta de Madrid dio la siguiente noticia de la muerte de la reina: “En el Real Sitio de Aranjuez, el Domingo 27, a las quatro, menos cinco minutos de la mañana, pasó á mejor vida la Reyna nuestra Señora Doña Maria Barbara de Portugal. Dios la havia dotado de tal entendimiento, juicio, y discreción; y tanto havía S.M. cultivado estos dones, que ha sido la Esposa mas amada de nuestro Monarca, y la Compañera más util en las tareas de su Reynado”. “Anoche fue conducido el Real Cadáver, con la acostumbrada devida pompa, á la Iglesia del Real Convento de Nuestra Señora de la Visitación de esta Corte, insigne Monumento de la Religiosa piedad y amor al Publico de la Reyna difunta, y donde ha dexado dispuesto su Entierro” 73. 70 A.H.N. sec. Estado. Leg. 2593. Citado por García Rives (1917), p. 82. Existe un informe médico de la enfermedad de Bárbara de Braganza, incluido en la Correspondencia del padre Rávago y en la Colección de documentos inéditos para la historia de España. 72 AHN. Sec. Estado. Leg. n.º 2593. Citado por Vázquez (1990), p. 50 73 Gaceta de Madrid, 29 de agosto de 1758, p. 270. 71 34 Fernando VI no pudo superar la muerte de su esposa y el mismo día del fallecimiento se trasladó al Palacio de Villaviciosa de Odón, perteneciente al duque de Parma, en el que no tenía recuerdos de Bárbara de Braganza, acompañado de su medio hermano Luis y un corto número de criados74. Se mandó observar luto general y riguroso durante seis meses. Fig. 14 Francesco Battaglioli. Vista de Villaviciosa. Fundación Casa Ducal de Medinaceli, Sevilla El marqués de Monte-Alegre, Mayordomo Mayor de la reina, en quien había delegado Fernando VI, dispuso el día 28 “quanto correspondia á que se tratase al Real Cadáver con la decencia, y respeto debido”, según podía leerse en la Gaceta. El cuerpo fue colocado en un gran salón del palacio de Aranjuez y no cesaron de celebrar misas en los altares allí colocados. Por la tarde, a las siete y media, se partió para Madrid, llegando a las ocho de la mañana a las puertas del convento de la Visitación. Al día siguiente fue bajado a la Bóveda de las religiosas donde debía reposar75. Isabel de Farnesio envió su pésame al rey a los tres días de la muerte de Bárbara de Braganza, al cual contestó de esta manera Fernando VI “Agradezco infinito a V.M. quanto me dice mi hermano de su parte y con su orden; el que me ha acompañado y me acompaña, en mi gradísima aflición con el mayor cariño como buen hermano que es. Yo me hallo grandemente alojado y acomodado en esta Casa de mi hermano Phelipe y haze muy fresco el tiempo aquí”76 74 75 76 Según señala la Gaceta de Madrid. Gaceta de Madrid, 5 de septiembre de 1758, pp. 287-288. Citado por Calleja Leal (2004), p. 190. 35 La estancia en Villaviciosa no le resultaba nada grata a Don Luis, pues en carta de 30 de agosto informa a su madre “....... no tengo de qué quejarme dél pues me trata como hermano sin cumplidos en la mesa ni en el campo, pero más quiero un regaño de V.M. que todos sus cariños ....”77 El rey cayó en una depresión que degeneraría en locura, cosa que colmaba los deseos de Isabel de Farnesio, pues temía que un nuevo matrimonio de Fernando VI, que le proporcionase un heredero, perjudicase las posibilidades de su hijo Carlos, a la sazón rey de Nápoles y Dos Sicilias, a ocupar el trono de España. Sin embargo, Peña señala que la intención de la reina viuda era que su hijastro casase con su sobrina, la hija de Felipe duque de Parma. Aduce para ello una carta de don Luis a su madre de 6 de noviembre de 1758. “… y si es cierto que ahora no está para nada pero según todas las señales que vemos, quasi (sic) asegurar que si es alguna no será otra que la chica de mi hermano Felipe; Dios lo quiera pues es cierto que es lo que más conviene a todos …”78 La enfermedad de Fernando progresaba y su estado asustó a don Luis que el 10 de octubre de 1758 relata a su madre: “… el rey a mi parecer, anoche tuvo la caveza perdida, pues estando y allí, con él solo, empezó a saltar y brincar, aciéndose el son con la boca; yo le avía cogido por el brazo, porque poco antes se desvanecía y se caía; le pude sujetar, todo con las buenas; él se mantuvo, desde la ora que le dije a a VM. asta cerca de las diez, sin comer nada; oi lleva los mismos pasos….; esto está perdido, yo ya he dicho que no quiero estar solo con él, porque como le tomó por bailar, le puede tomar por andar a puñadas o a palos, y no será gracia …”79. El estado de Fernando le impedía gobernar, por lo que “un grupo de nobles pensaron en solicitar audiencia al Rey para suplicarle mirase por su salud y aceptase los consejos de los médicos”. Supuso el Secretario de Hacienda, Valparaíso, que el único que podía hacer algo sería el Infante, pero Don Luis no pensaba sino en «hacer compañía y aliviar a su hermano» desde el monte de caza de Boadilla o sus inmediaciones y paseando a caballo por el campo para no contagiarse de la melancolía, así que a mala parte, ciertamente, iban a buscar remedio. La contestación que recibieron fue que él no quería meterse en ninguna historia y que si los llamaban nunca lo hicieran a su nombre”80. En uno de los mo77 78 79 80 AHN. Sec. Estado. Leg. n.º 2743. Citado por Vázquez (1990), p. 51 Peña (1990), T. I, p. 186. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2593. Citado por García Rives (1917), p. 87. García Rives (1917), p. 93. 36 mentos de lucidez del rey, el duque de Bejar, el conde de Valparaíso y el capellán Rada, le suplicaron dictase un testamento que ellos convertirían en un documento, a lo que accedió Fernando VI, autorizando a Bejar para firmarlo en su nombre “por no permitirlo el estado de mi enfermedad”81. Rada redactó el testamento lo cual llegó a oídos de la reina viuda cuya preocupación se centró en conocer cuales eran las disposiciones testamentarias de Fernando VI. El infante escribe a su madre el 9 de diciembre de 1758 que había visto “el extracto de testamento que le quieren hacer firmar, y me ha parecido mui bien”82. Bejar firmó “por ausencia del Infante, que, dicho con toda sinceridad, se alegro mucho de no haber tenido que hacer «tal cosa»; pero tampoco pudo enviar la copia a su madre y solamente cuando se hizo un extracto del documento para el Rey de Nápoles escribió a San Ildefonso: «Yo me he valido desa ocasión para pillar otro ni mas ni menos que el que se le embía»”83. Gamoneda escribe a Jacci el 30 de noviembre de 1758: “… en el caso de un funesto acontecimiento es cuando mas convendría al Rey mi Amo, que S.A. se mantuviera ahí para imponer respeto, evitar monipodios y recoger materiales, pues por él podemos saber noticias más verdaderas y desprovistas de presión”84. Como señala García Rives, a quien hacía saber noticias el infante era a su madre, en función de los consejos y advertencias dados por ella, ya que se fiaba poco de sus capacidades, pero, pensando que había sido demasiado clara y temiendo que las cartas cayeran en manos inadecuadas, pidió a su hijo las quemase. Peña ha estudiado la correspondencia entre madre e hijo. Desde 9 de julio de 1758 al 24 de abril de 1759 don Luis escribió a su madre 467 cartas. Hay que tener en cuenta que en ese periodo estuvo con ella 23 días y por lo tanto no hubo carta. Estando separado de su madre, únicamente dejó don Luis de escribir un día. Esto implica que muchos días envió dos cartas y alguno llegó a tres y cuatro 85. Distintos grupos con variados intereses y personajes con intenciones poco claras, que eran de difícil adscripción a esos grupos y que desconfiaban unos de otros, se movían en torno al rey loco. El infante, como persona más allegada a Fernando VI, era solicitado por unos u otros, tanto para influir sobre su her- 81 82 83 84 85 Calleja Leal (2004), p. 193. García Rives (1917), pp. 95-96. García Rives (1917), p. 96. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2483. Citado por García Rives (1917), pp. 98-99. Peña (1990), T. I, p. 178. 37 manastro para que éste hiciese caso a sus médicos, como para sonsacarle o aprovecharse de su ingenuidad.86 El Duque de Béjar, Sumiller Real, en carta de Enero de 1759 al Obispo de Palencia, insiste en la actitud del infante de no querer complicación alguna: “… porque explícitamente advirtió D. Luis lo de siempre, que no quería mezclarse en nada, y él mismo desengañó al obispo y reprendió al Duque por su conducta”87. La opinión que merece a Mateos la actuación del infante en los días que comentamos no deja a éste en muy buen lugar. “El Infante, a todas luces, a través de sus propias cartas y de las opiniones de hombres como Jacci y Gamoneda, se nos muestra como un individuo timorato, pusilánime, desando huir de Villaviciosa, donde todos consideraban imprescindible su permanencia; indiferente ante los problemas, insistiendo en sus deseos de no intervenir en nada y mostrando un auténtico despego por su real hermano”.88 El rey, cuya depresión se agudizaba por momentos, se negó a recibir a su primer ministro Ricardo Wall89 e incluso a su hermanastro Luis. En carta escrita en febrero de 1759 éste dice que al rey se empeña en “.... darse contra la pared y contra la reliquia de S. Fernando. Tiró las almohadas al Cristo que tiene y un Relicario con Na. Sa., echo a todos del quarto y se quiso arrojar de la cama” El ambiente opresivo de Villaviciosa obligó al Infante a solicitar permiso al rey para visitar a su madre en La Granja, cosa que consiguió en 1759 pero por corto tiempo. El testamento de Fernando VI se le hizo llegar al rey de Sicilia, que el 16 de enero daba algunas órdenes concretas en las que reconocía a su hermano Luis como representante de la Casa Real. 86 Mateos (1989), pp. 310-311. Un acercamiento a la si tuación creada y a los pr otagonistas de la misma puede obtenerse en este trabajo. 87 García Rives (1917), p. 103. 88 Mateos (1989), pp. 306-307. 89 Ricardo Wall y Devreux (1694-1777). De origen irlandés, nacido en Francia, se nacionalizó español. Su actividad política empezó en 1754. Fue nombrado primer secretario de Estado y permaneció en ese puesto hasta la muerte de Fernando VI, continuando ocupando altos cargos con Carlos III. Dimitió en 1763. 38 El lamentable estado físico y mental de Fernando VI hizo que su hermanastro Carlos comenzase a tomar decisiones antes de ceñir la corona. El 13 de febrero de 1759 escribía: “... en animar y confortar continuamente a los fieles criados de S.M. católica a la constancia en el sufrimiento y a la amorosa servidumbre y cuidado, que ya prestaba Real Persona debajo del serenísimo R.I. infante Dn. Luis otro muy amado Hermano mio, y debajo de la inspección mas cercana que no la mía de la Reyna Católica mi muy amada madre y Señora ...“90. El 29 de mayo el infante don Luis escribe que su hermanastro “.... tiene enteramente perdida la cabeza y que si en algun momento esta en razon es un relámpago”91. El 5 de agosto Carlos desde Nápoles dictaba una Real Orden que era una práctica asunción del poder92. A las cuatro horas y quince minutos de la mañana del viernes 10 de agosto de 1759 moría Fernando VI, no habiéndose cumplido aún el año del fallecimiento de su mujer93. La Gaceta de Madrid comunicó a sus lectores la noticia el día 14: “El Viernes diez de este mes a las quatro y quarto de la mañana, tuvieron su indispensable término los males de nuestro amado Rey Don Fernando el sexto, y lograron eterno premio sus notorias virtudes. Después de haver aprovechado un feliz intervalo de sososiego, que le concedió la Divina Clemencia. Confesándose muy a satisfacción del Cura de Palacio Don Joseph de Rada, que le administro el Sacramento, y ya en mayor riesgo el de la ExtremaUncion”. Más adelante continúa “Apenas falleció el Rey nuestro Señor Don Fernando el Sexto se despacharon Correos con esta noticia, no menos importante, que funesta, al Rey nuestro Señor Don Carlo Tercero, Rey de las Dos Sicilias, y á la Reyna Madre nuestra Señora, Governadora de estos reynos hasta el arribo del Rey su Hijo …” 90 AHN. Sec. Estado. Leg. n.º 2584. Citado por Vázquez (1990), p. 56. AHN. Sec. Estado. Legs. n.º 2743 y 2744. Citado por Tovar (1989), p. 39. 92 Mateos (1989), p. 320. 93 El médico don Andrés Piquer emitió un extensísimo informe sobre la evolución y diagnóstico de la enfermedad de Fernando VI, incluido en Correspondencia del padre Rávago y en la Colección de documentos inéditos para la historia de España. 91 39 “El primer cuidado de la Reyna Madre nuestra Señora, en el feliz ingresso de su Gobierno, fue dar providencias para el digno Entierro del Cadáver del Rey nuestro Señor Don Fernando, y ordenes para el riguroso Luto de seis meses”94. Al igual que había ocurrido con su mujer se le colocó en un salón, en el que se situaron tres altares en los que se dijeron misas “incesantemente en la mañana de aquel día, y del inmediato”. Se le puso en una caja de plomo dentro de otra de madera cubierta de tisú y galeoneada de oro, que se cerró con tres llaves. La comitiva fúnebre partió de Villaviciosa el domingo 12 a las cuatro y media de la mañana, llegando a Madrid antes de las diez. Fue enterrado en el convento de la Visitación (actualmente Salesas Reales), que había fundado su querida esposa. Fue entregado a la Madre Priora con la formalidad del reconocimiento, abriendo la caja95. En su testamento96 puede leerse: “Nombro por mis testamentarios á mi amado Hermano Dn Carlos Rey de las Sicilias; a la Reyna su Madre, Viuda del Rey mi Padre y Señor; al Infante Dn Phelipe, Duque de Parma, y al Infante Dn Luis, mis amados hermanos” Nombró heredero del Reino de España a su hermanastro Carlos, pero tiene una mención especial para don Luis “En el caso que Yo sobreviva á la Reyna, ó faltase esta antes que mi sucesor diese providencia para el Regimen de estos Reynos, mando para el gobierno interino de ellos, se entiendan concedidos á mi Hermano el Infante Dn Luis” Y a pesar de su escasa simpatía por su madrastra “… nombro por Governadora de todos mis Reynos y Señoríos á la Reyna Madre, Viuda del Rey mi Señor y Padre, …”97. A la muerte de su hijastro Isabel de Farnesio designó al marqués de Campo Villar, notario mayor del Reino, para que se ocupase del entierro del rey y de entregar su cadáver en el convento de la Visitación (Salesas Reales) donde ya reposaba su mujer98. 94 Gaceta de Madrid, 14 de agosto de 1759, pp. 263-264. Gaceta de Madrid, 21 de agosto de 1759, pp. 269-270. 96 Según señala Vázquez el testamento de Fernando VI puede consultarse en el AHN, Sec. Estado, Leg. n.º 2584. 97 Las tres citas están tomadas de García Rives (1917), que incluye como Apéndice B, el testamento de Fernando VI. 98 Lavalle (1996), p. 79. 95 40 Isabel abandonó La Granja, donde había vivido durante doce años, el 16 de agosto de 1759, acompañada del infante don Luis, entrando en Madrid al día siguiente para aposentarse en el palacio del Buen Retiro, “aplaudida, y aclamada por las voces de todo este numeroso Pueblo”, según contaba la Gaceta99. Esta ubicación tenía para ambos carácter provisional pues, pensando que a la llegada de la familia real ésta se instalaría allí, desde hacía algún tiempo la reina gobernadora estaba en negociaciones con el marqués de la Ensenada para comprarle su palacio de Buenavista, compra que se materializó el 2 de noviembre100. El 27 de agosto, al año de su muerte, según puede leerse en la Gaceta del día siguiente, se celebraron en la Real Capilla de Palacio honras fúnebres por Bárbara de Braganza, a la que asistieron numerosos nobles, no citándose la presencia de ninguna persona de la familia real. El 11 de septiembre de 1759 Carlos fue proclamado rey de España. Las fiestas que se hicieron en Madrid comenzaron ese mismo día prolongándose durante los dos siguientes. Entre dos y tres de la tarde partió la comitiva desde la casa del conde de Altamira, Alférez mayor y Regidor perpetuo de Madrid, encaminándose al Ayuntamiento y de allí al palacio del Buen Retiro, en cuyos balcones la esperaban Isabel de Farnesio y don Luis. En un tablado levantado delante de ellos el conde pronunció las dichosas alegres cláusulas: Castilla, Castilla, Castilla por el Rey Carlos III nuestro Señor que Dios guarde a lo que el pueblo respondió con tres vivas. Esto se repitió en la Plaza Mayor y en las plazuelas de las Descalzas Reales y de la Villa. Durante tres días se suspendió el duelo por Fernando VI y se pudieron vestir galas. El día 12 se celebró un Te Deum en la Iglesia y Real Capilla de San Jerónimo101. El 9 de octubre, en reconocimiento a los servicios prestados, el rey concedió a Wall y a Jacci plazas de Consejeros de Estado. Carlos III partió de Nápoles hacia España, para hacerse cargo de la corona española, el 19 de septiembre llegando a Barcelona el 17 de octubre de 1759 entre once y doce de la mañana. Estaba preocupado el nuevo rey que el pueblo español no admitiese como sucesor suyo a su hijo Carlos, por su nacimiento italiano, pero sus temores se desvanecieron cuando el pueblo lo aclamó y las Cortes lo proclamaron sucesor. El 23 se celebró un Te Deum en San Jerónimo en “hacimiento de gracias por el feliz de sus Majestades á estos Reynos”102. El viaje fue largo con una parada inesperada en Zaragoza, a donde llegó la comitiva el 28 de octubre, a causa del sarampión contraído por el infante Carlos, que transmitió a sus hermanos y su madre. En ese periodo se cruzan numerosas cartas entre el nuevo rey y su madre y hermano. Peña cita que entre el 21 de octubre y el 6 de diciembre se enviaron de Madrid a Zaragoza 74 cartas, la 99 Gaceta de Madrid, 21 de agosto de 1759, p. 269. Lavalle (1996), pp. 81-82. 101 Gaceta de Madrid, 18 de septiembre de 1759, pp. 303-304. 102 Gaceta de Madrid, 30 de octubre de 1759. 100 41 mitad de Isabel de Farnesio y la mitad de don Luis, siendo contestadas con 57 por Carlos III y Maria Amalia, lo que pone de relieve el detallado conocimiento que el nuevo rey tenía de lo que acontecía en la corte103. Don Luis se adelantó a Guadalajara a recibir a su hermano Carlos que llegó al Palacio del Buen Retiro en diciembre, en donde le esperaba su madre, que tuvo que ir en silla de manos. Era la primera vez que veía a Maria Amalia de Sajonia y a sus nietos. Antes de hacer su entrada oficial en Madrid la corte partió en abril para Aranjuez en donde permaneció hasta junio104. Fig.15 Jusepe Leonardo. Vista del Palacio del Buen Retiro. Detalle. Patrimonio Nacional. Palacio Real del Pardo. N.º inventario 100 10009. La entrada oficial tuvo lugar la tarde del domingo 13 de julio de 1760 con “la Reyna nuestra Señora, el Príncipe, Señores Infantes, e Infantas, y el Señor Infante Don Luis, con la magnificencia que requeria tan majestuosa Función”105. Los reyes e infantes partieron a la siete de la tarde del Buen Retiro. El cortejo lo cerraba la berlina dorada de don Luis. Después de saludar a la reina madre en el palacio de Buenavista, fueron al santuario de Nuestra Señora de la Almudena donde se cantó un Te Deum. La Gaceta de Madrid da cuenta detallada de la composición de la comitiva, adornos de las calles y festejos celebrados: fuegos de artificio, representación en el Coliseo de Palacio de la nueva comedia El 103 104 105 Peña (1990), T.I. Lavalle (1996), p. 82 y p. 209. Gaceta de Madrid, 15 de julio de 1760. 42 triunfo mayor de Alcides, corrida con doce toros en la Plaza Mayor y mogigangas106. El 22 de ese mes Isabel y su hijo Luis salieron para La Granja con la intención de hacer los preparativos para recibir a la Corte, que partiría el 24 para El Escorial llegando el 26 a San Ildefonso, donde ya se encontraba la reina viuda y el infante don Luis, que habían salido con anticipación para organizar el recibimiento a los reyes y se encontraban allí desde el día 23. El día 25 la corte se vistió de gala para la celebración del cumpleaños de don Luis107. María Amalia de Sajonia, la mujer de Carlos III, se sintió indispuesta por lo que se decidió que se volviese a Madrid, cosa que se hizo el 11 de septiembre llegando allí el 12, con lo que experimentó alguna mejoría. Empeoró su estado e Isabel de Farnesio y el infante se trasladaron a la corte el 16. El lunes 21, ante el agravamiento de la reina, en la tarde, se le administró la comunión y creyendo iba a morir el Nuncio le dio la extremaunción in articulo mortis. El 27, a las tres y media de la tarde, moría Maria Amalia, recién cumplidos los 36 años. Poco tiempo había tenido para enterarse de como era el país del que era reina y poco tiempo habían tenido su suegra y su cuñado para conocerla. La Gaceta narra cómo el día 28 se expuso el cadáver “… en la Sala nombrada el Casón, con fúnebre rico aparato, precedidas las formalidades de Entrega, que hizo la Excma. Señora Princesa de Yachi, dama de la Reyna, al Ecmo. Sr. Duque de Alva, Mayordomo Mayor del Rey; y en dicha Sala, en la que se havian erigido siete altares, se cantaron por la Real Capilla, después de colocar el Real Cadáver en una exquisita Cama, solemnes Visperas de Difuntos …”108. El día 29 por la tarde se llevó el cuerpo de Maria Amalia de Sajonia al Monasterio de El Escorial “con el fúnebre obstentoso Acompañamiento, que se acostumbra en los Entierros de las Reynas de España”. Como también era habitual, se decretaron seis meses de luto riguroso. Como ya se ha dicho, Isabel de Farnesio había comprado al marqués de la Ensenada el palacio de Buenavista, en donde pensaba residir en compañía de su hijo Luis. Sin embargo, a partir de la muerte de su nuera Isabel de Farnesio y el infante permanecieron con el rey en palacio y nunca se aposentaron en el palacio de Buenavista109. 106 107 108 109 Gaceta de Madrid, 22 de julio de 1760, pp. 242 a 248. Gaceta de Madrid, 29 de julio de 1760. Gaceta de Madrid, 30 de septiembre de 1760, pp. 327 y 328. Lavalle (1996), p. 83. 43 Con la llegada al trono de su hermano no cambió mucho la vida del infante; permanece en la corte siguiendo las jornadas reales, dedicándose a la caza y a sus actividades amorosas. Estando en Aranjuez la corte, entre el 20 de abril y 7 de mayo, por periodos de tres o cinco días, se había establecido la costumbre de que Carlos III, acompañado de don Luis, se desplazase al pueblo toledano de Cuerva, situado en los Montes de Toledo, donde se dedicaban ambos a su pasión favorita: la caza. Esto se hizo de forma regular entre 1760 y 1766110. La corte estaba en constante movimiento y en Madrid permanecía escaso tiempo. Según Pereyra, las jornadas de la corte en el reinado de Carlos III eran las siguientes: se salía de Madrid el 7 de enero para El Pardo, donde permanecía hasta la víspera del Domingo de Ramos; la Semana Santa se pasaba en Madrid, partiendo después para Aranjuez, que se abandonaba a finales de julio, para trasladarse a La Granja en donde se permanecía hasta el 8 de octubre pasando a El Escorial, de donde el 10 de diciembre se iba a Madrid, volviendo a reanudar el itinerario a comienzos de enero111. Por supuesto las fechas podían ser alteradas por algún acontecimiento importante o por enfermedades del rey o miembros de la familia real. Don Luis acompañaba a su hermano en todos estos desplazamientos. Pero también, en cada Sitio, el quehacer diario era de una gran monotonía. El viajero inglés José Towsend, que viajó por España en 1786 y 1787, habla de que ocurría en Aranjuez. “Las ocupaciones de la corte son casi todos los días las mismas. Mientras está en Aranjuez, el rey se divierte ordinariamente pescando hasta la mitad del día, regresa entonces para comer en público, como todos los otros miembros de la familia real. Después de haber comido tiene una corta conversación con los ministros extranjeros; estos se tiran a continuación al jardín, y él, a eso de las tres o las cuatro de la tarde, acompañado del príncipe, a veinte o treinta millas a cazar, y procura esa diversión, todo el tiempo, mientras hay luz para ver”112. Carlos dispensó “un cariñoso y fraternal afecto al Infante Dn Luis, compartiendo con él sus diversiones cinegéticas, y mostrándose enojado con todo aquel que no le tratara con cariño”113. Algo similar había escrito el conde de Fernán-Núñez anteriormente: 110 Tovar (1989), p. 39; Peña (1990), p. 203. Pereyra (1935), pp. 57-58. Las jornadas en tiempo de Felipe V, que señala Peña (1990), T. I. p.180, son muy similares, aunque con cortas estancias en Buen Retiro entre desplazamientos. 112 Towsend (1962), en Viajes de extranjeros, T. III, pp. 1425-1426. 113 Danvila (1891), T.V, pp.493-494. Por lo que dice al final del párrafo, el infante no debía gozar de la consideración de sus familiares, ya que se supone que l os n obles y altos funci onarios jamás se atreverían a ningún comentario desfavorable ante Carlos III. 111 44 “… fue tambien el fiel compañero del Rey su hermano con quien desde que llegó a España salia solo en el coche mañana y tarde siempre que iba a cazar”114. El nuevo rey115 pronto vio que el patrimonio de su hermano no era todo lo boyante que debiera y como primera medida manda a Manuel Ventura Figueroa116 realizar en Boadilla la compra de “los bienes libres y del Mayorazgo que posee en la Villa de Boadilla la Marquesa de Mirabal”, y, además, “para su ensanche otro monte de su comun y otras villas convecinas como tambien algunas heredades de mayorazgos de algunos particulares”117. Debe tratarse de las tierras compradas al Concejo de Boadilla (1761), Pozuelo de Alarcón, Premonstratenses de San Joaquín (1761) y a los monjes de Santa Clara (1762). La adquisición se efectuó el 22 de junio de 1761 por 1.225.000 reales (3.190.390 €)118. Fig.16 Tomás López. Mapa del Condado de Chinchón que figura en el Mapa de la Provincia de Segovia (1773,) dedicado al infante don Luis 114 Conde de Fernán-Núñez (1791), T. II, pp. 205-206. Tortella (2002), p. 89, dice que “..... su madre le animó a comprar algunas propiedades.... la pequeña localidad de Boadilla del Monte”. Posiblemente el consejo sería de su madre y su hermano. 116 Manuel Ventura Figueroa Barreiro (1708-1783). De origen humilde, en 1733 obtuvo una canonjía de la catedral de Orense. Por envío de su obispo fue a la corte. Fue encargado por delegación de las conversaci ones del Concordato de 1753, favorable a los intereses de la cor ona. Llegó a consejero de Castilla y gobernador del mismo hasta su muerte. Miguélez (1895) dice se trataba de un “varón de buenos modales, de mucha ilustración y de mayor sagacidad diplomática y asombro de los regalistas de su tiempo”. 117 AHN. Sec. Estado. Legs. 2636-38. Citado por Tovar (1989), p. 39. 118 Vázquez (1990), p. 377. Realmente señala el año de 1764, pero evidentemente se ha confundido el número 1 con el 4, ya que como se dirá a continuación en 1763 Ventura Rodríguez estaba trabajando en el Palacio. Tejero (1990), p. 94, da como precio 1.192.378 reales y 2 maravedíes. 115 45 Algo antes, 19 de enero de ese mismo año, había comprado a su hermano Felipe, Duque de Parma, el Estado de Chinchón, situado en la provincia de Segovia, por 13.926.786 reales y 6 maravedíes de vellón (36.270921 €). Estaba compuesto por Chinchón, Ciempozuelos, San Martín de la Vega, Seseña, Villaconejos, Valdelaguna, Villaviciosa, Sacedón de Canales, Moraleda la Mayor, Moraleja de En Medio y Serranillos. Posteriormente lo amplió con terrenos de la Vega de Villaviciosa (1773), y otras compras en 1779, 1778 y 1785119. La compra del Estado de Chinchón incluía los siguientes edificios: En Chinchón: Palacio grande arruinado. Castillo grande, con sus murallas, baluartes y algemeces. Palacio construido dentro del castillo En Villaviciosa: Castillo palacio, habitable y bien reparado, con caballeriza. Una casa en la plaza del pueblo. Una casa en el bosque. Un pozo de nieve. En Segovia: Casa vieja de la moneda120. El castillo-palacio de Villaviciosa de Odón se debió comenzar a edificar en 1496 por los marqueses de Moya. Sin llegar a estar finalizado, siendo dueño Pedro Fernández de Cabrera y Boadilla, segundo conde de Chinchón, fue incendiado en la guerra de las Comunidades. El sucesor elevó un castillo-palacio, aprovechando las ruinas del anterior edificio, entre 1580 y 1600. Las restauraciones llevadas a cabo en el siglo XVIII respetaron la forma original del edificio y se limitaron a redistribuir las estancias y a decorarlas. Algunos autores afirman que tales cambios los realizó el infante don Felipe, mientras otros aseguran que fue Fernando VI quien las hizo, residiendo ya su hermano en Italia y por tanto sin interés alguno por el castillo. Al parecer, el sitio le agradaba por su situación apartada, de tal modo que, como ya se ha dicho antes, lo eligió para retiro al morir su esposa. Posiblemente esto es lo que le movió a conceder a la Villa de Odón en 1754 por Real Cédula el título de Real Sitio121. La descripción que hace Ponz del castillo-palacio, en la época en que era propiedad de don Luis, se reproduce en su totalidad a pesar de su extensión 119 Vázquez (1990), p. 375. Peña (1990), T.I, p. 209, cifra la venta en 237.832 reales. La diferencia es notable. Tejero (1990), p. 95; da como precio prácticamente el mismo que Vázquez. 120 Peña (1990), T. I, p. 202. 121 El castillo de Villaviciosa …., p. 31, pp. 82-83, p. 184 46 Fig.17 J. Muñoz Gil. Palacio de Villaviciosa de Odón. Perspectiva, planta baja y alzado de la fachada meridional. Tomado de Gónzalez-Varas (2004) 47 “El palacio, que consiste en un cuadro con cubos en las tres esquinas y un torreón en la otra a manera de castillo, es obra del célebre Juan de Herrera, y se conoce desde luego por su excelente construcción, por la claridad y comodidad de sus piezas; no faltando en él, sin embargo de ser pequeño, cuanto se puede desear para el servicio y conveniencia de un gran señor. Tiene un patio en medio circuido de un pórtico con pilares y arcos; una escalera principal magnífica; un andito122 que llaman «la Ronda», con su antepecho alrededor de la fábrica, construido, como los marcos de puerta y ventanas, y lo interior del patio, de granito, o piedra berroqueña labrada; lo demás, en lo exterior, es obra incierta, que llaman mampostería arreglada. Las principales pinturas que adornan las piezas de este palacio son: varias cabañas, tenidas por de Rosa; floreros de Arellano, paisajes de Miranda, vistas de don Antonio Yoli. Hay un retrato de uno tocando la guitarra, de Juan Vankessel; el de una mujer de más de medio cuerpo, que por el traje dicen ser una sultana, tiene del gusto de Ticiano; de Zurbarán es una Concepción, niña; y por de Velázquez se estima un cuadro en que hay un búho pintado y varias cabezas de caza muerta. Casi todo lo que hay en la sala grande de este palacio son copias, y se reducen a diferentes asuntos de Bassano, a retratos de Papas, príncipes y otras personas ilustres; un cuadro que representa la Caridad, según el estilo de la escuela de Sarto; uno de Martín Skerken, que representa la Codicia, simbolizada en un hombre y una mujer contando dinero. El cuadro del oratorio, que representa a Santiago, lo hizo don Francisco Preciado, director de los pensionados del rey en Roma”123. Lo escrito por Ponz tiene mayor interés por lo que dice de las pinturas que por la descripción del edificio, confirmando que, existiendo buenos cuadros en este palacio, no eran los mejores de la colección de don Luis y debían proceder, la mayoría, de lo dejado allí por su hermano el duque de Parma. Tovar señala que se dice, en un informe sobre el estado de los edificios y su reforma, realizado al comprar Felipe de Borbón Farnesio el Estado de Chinchón en 1737, que en el castillo de Villaviciosa existía una pintura en tabla del año 1545 sobre cacerías de Carlos V. Por otra parte, en una cláusula del testamento del tercer conde de Chinchón, se menciona, refiriéndose a una pintura “que la reina de Inglaterra dio al conde D. Pedro, la qual estimaba en tanto el Rey Enrique VIII, padre de dicha reina, que la mandó incorporar a la Corona y para darla a mi padre fue necesario juntar al Parlamento de Londres y dispen- 122 Un ándito, según el diccionario de la R.A.E., es un corredor o andén que exteriormente rodea del todo o en gran parte un edificio. 123 Ponz (1988-89), T. VI, p. 302. 48 sar Vinculos”124. Esta autora aventura que pudiera tratarse de la “Cacería de Carlos V”, de Cranach, existente en el Museo del Prado. De los dos cuadros que hay en el museo sobre el mismo tema, el que se expone en la figura 17 perteneció a Isabel de Farnesio y se cita en el inventario de La Granja de 1746. ¿Se trata del mismo cuadro del que se habla en el testamento del tercer conde de Chichón? Es posible, que si el cuadro estaba en Villaviciosa, el duque de Parma se lo regalase a su madre, lo que explica que posteriormente estuviese en La Granja. Fig.18 Lucas Cranach. Cacería de Carlos V. Museo del Prado. N.º inventario 2176. En Boadilla don Luis decidió construir una residencia encargando de ello a Ventura Rodríguez, que debió de comenzar los trabajos del proyecto y posterior construcción casi inmediatamente después de la compra, aunque no se conoce la fecha exacta. En una carta que el propio arquitecto escribe al Cabildo de la catedral de Málaga, en octubre de 1763, puede leerse “Recibí la favorecida de V.J. a tiempo que no tuve lugar de responder el inmediato correo por haver estado fuera de Madrid aquel dia y restituídome tarde: lo executo ahora dando a V.J. gracias por el favor que le merezco en fiar a mi cortead el reconocimiento de la Fabrica de esa Sta Iglesia cuya dilixencia practicaré gustoso por servir a V.J. usando la licencia del Rey que se servirá V.J. comunicarme luego que S.M. la conceda. Me hallo actualmen- 124 Tovar (1989), p. 36. Cita como fuente A.H.N., Secc. Estado. Leg. 2528. Peña (1990), T. III, p. 59. 49 te con encargo del Serenmo Sor Infante Dn Luis de la ejecución de un Palacio en el sitio de Boadilla donde el Rey y S.A. han de hir a comer los dias que a aquel Bosque destinanla diversión de la caza y debo dar usual y corriente parte de la habitación y oficios ahora al tiempo que S.M. venga del Escorial a Madrid ..... “125 Fig.19 Palacio de Boadilla. Vista de la fachada noroeste. Tomado de Prieto Granda y Martín Serrano.1988, p. 79 El palacio se pensó como retiro campestre y refugio de caza, por lo que el diseño de Ventura Rodríguez se hizo de acuerdo con los fines previstos. Posteriormente esos fines se ampliaron dando cobijo a las pinturas, obras de arte, colecciones y gabinete de historia natural del infante, una gran parte de las cuales debieron continuar allí cuando don Luis se trasladó a Arenas ya que las condiciones climatológicas en este lugar, mucha humedad en los periodos fríos, afectaban a las piezas. El arquitecto aprovechó el desnivel del terreno para crear al sureste del palacio un amplio jardín-terraza bajo el cual situó establos, almacenes y otros servicios que, para Reese126, es una solución muy conseguida, ya que el acceso lo tienen desde los flancos de esa terraza, lo que eliminaba la existencia de edificios que tapasen el palacio y evitasen una amplia vista de los campos circundantes desde el mismo. 125 Reese (1976), V. II, pp. 181-182. Reese (1976), V. I, p. 183. Este autor, cuya tesis n o ha sido traducida y de la cual existe una versión reciente en inglés, hace un estudio sobre las influencias de estilos y autores. Descripciones del palacio en la actualidad pueden leerse en Machin (1999) y Olmedo (2002). 126 50 Es interesante la descripción del palacio que hace Ponz, posiblemente antes de 1776, durante la construcción de los anexos estando ya levantado el edificio principal, según se desprende del texto. Fig.20 Palacio de Boadilla. Planta general. Levantamiento de 1868. Instituto Geográfico Nacional. Fig.21 Palacio de Boadilla. Planta baja. 51 A b) Fig.22 Palacio de Boadilla. a) Fachada NE. Alzado según los planos originales de Ventura Rodríguez (Colección de Luis Cervera Millares). b) Fachada SW según un levantamiento realizado por alumnos de la Escuela de Arquitectura de Madrid “Caminando desde Madrid al poniente de la Casa de Campo, se llega a Boadilla, pueblo distante menos de tres leguas, en donde tiene el señor infante don Luis un bello palacio, con sus jardines y huerta, al cual se ha de añadir mucha obra por los dos lados, bajo la dirección del arquitecto Ventura Rodríguez, según se proyectó. Tiene este palacio tres puertas en su fachada principal; la del medio está adornada por cuatro columnas dóricas en su primer cuerpo y de dos jónicas en el segundo. En casi todas sus salas y piezas hay gran número de pinturas: muchas son cacerías, de Pedro Vos; algunas copias de las que posee su majestad y otras originales. Se ven repartidas por toda la habitación muchas de David Teniers, que representan bambochas127 y otros asuntos propios de su genio. También hay diferentes asuntos de Brughel, particularmente flores. Hay obras de Rembrandt, entre ellas un San Pedro; de Murillo hay un Niño-Dios; algunas cosas de Jordan; otras de Solimena; ciertas ruinas con figurillas de Velásquez; dos o tres cabezas conforme a la escuela de este autor; una de mosaico, que representa a Clemente XII; un San Pedro en la cárcel, de Petersnayer, de quien hay algunas otras pinturas; se ven floreros firmados por Jerónimo Kesel; un San Sebastián, del Españoleto; varios paisajes, de don Alberto Durero; en una alcoba está la Cena del Señor, pintura chica de Ticiano, y últimamente hay gran porción de batallas, fru127 La palabra que figura en el diccionario de la R.A.E. es bambochada y con ella se designa un cuadro que representa una borrachera o banquete ridículo. 52 teros, paisajes, floreros, cacerías y cosas semejantes. Es muy graciosa la capilla de este palacio, adornada de pilastras corintias y columnas jónicas en las puertas”. Estando la corte en Aranjuez, el 11 de julio de 1766, a las nueve y cuarto de la mañana moría Isabel de Farnesio, “a los setenta y tres años, ocho meses, y diez y seis dias de su edad rodeada y llorada de sus amados Hijos y tiernos Nietos” como decía la Gaceta de Madrid del 15 de julio. El rey, los príncipes y los infantes se retiraron al monasterio de El Escorial. Se ordenaron lutos generales durante seis meses, tres de ellos rigurosos. El cadáver de la reina madre salió de Aranjuez el día trece a las seis y media de la tarde hacia el Monasterio de San Ildefonso, a donde llegó el jueves 15. Se celebró una Misa de Pontifical en la que participó la Real Capilla. El responsable del traslado y entrega del cadáver fue el marqués de Montealegre, Mayordomo mayor, siendo testigo el marqués de Gamoneda, Notario de los Reynos128. ¿Cuál fue la reacción de don Luis ante la muerte de su madre, a la cual estaba tan unido? Se ignora. Como señalaba Peña, no se ha encontrado documentación que trate del asunto y los autores posteriores, que han abordado la vida de la segunda mujer de Felipe V, no han aportado tampoco información. Cabe suponer, con la relación que tenía el infante con su madre, que su pesar debió de ser enorme. Pero no existe ninguna carta ni ningún testimonio de testigos que dé alguna noticia. Isabel de Farnesio nombró heredero universal a su hijo mayor Carlos, quien debía disponer de la herencia de sus hermanos. La Granja y Balsaín volvían a la Corona129. Tiene una mención especial para el infante don Luis “… por si su ausencia de la Corte del Señor Rey Fernando VI pudo obstar a su mejor establecimiento o medro, es mi voluntad indemnizarle en la forma que puedo mejorándole en tercio y quinto, comprendidos en ellos el bosque, fábricas y jurisdicciones de Riofrio, la casa, accesorias y territorio que compré al Marqués de la Ensenada en el barrio o arrabal que llaman del Barquillo en Madrid y fábricas que allí se construyeron a mi orden”130. Pero Carlos III decidió que el testamento carecía de validez por no figurar la firma de su madre e hizo se ejecutase un testamento anterior de 1724. También consiguió que las dos partes de la hijuela que correspondían a la Co128 129 130 Gaceta de Madrid, 19 de agosto de 1785, pp. 238-239. Peña (1990), T. I, p. 208. Archivo del Ministerio de Justicia, Casa Real, Leg. 9-306. Citado por Peña (1990), T. I, p. 208. 53 rona las constituyesen pinturas, porcelanas, estatuas y libros de los que había en La Granja, que se tasaron en 986.720 reales (2.569.813 €). Por su parte, Mengs eligió para el rey y don Luis algunas pinturas de las existentes en el palacio de Buenavista, traídas de La Granja, cuando se traslado a Madrid Isabel de Farnesio131. También quedó para la Corona el Palacio de Riofrío, pero hay que señalar que a la muerte de don Luis, Carlos III ordenó de que se satisfaga a la Testamentaría y a los herederos, pagando un 3% de los 2.800.169 reales de vellón (7.292.760 €) en que se tasó, hasta que el Real Erario tenga dinero para liquidar la deuda. De los bienes libres había una hijuela para don Luis consistente en: Lazo de brillantes tasado en casi 850.000 reales de vellón (2.213.740 €). Sortija de brillantes tasado en 160.000 reales (416.704 €). Partida de pinturas con un valor de 24.680 reales (64.276 €). 195.000 reales de vellón (507.858 €) de venta de alhajas. Bandejas, camafeos, medallas, así como objetos de servidumbre y uso personal (cubiertos, fuentes, salvillas, horquetas, …)132 ¿Cómo era el carácter de don Luis, qué aficiones tenía? ¿Era realmente un ilustrado, como afirman bastantes autores? Aunque ya se ha dicho algo al respecto en páginas anteriores, conviene dar contestación a las interrogantes planteadas. Varios viajeros extranjeros incluyeron en sus libros referencias o semblanzas de don Luis. En 1749, el embajador de la corona inglesa, Sir Benjamín Keene, escribe desde Aranjuez, concretamente Antígola (Óntigola), el 2 de junio una carta que contiene una fugaz impresión del infante, la más antigua de las que aquí se exponen, cuando éste tiene 22 años. “El pequeño Infante Cardenal (como tu y yo lo dejamos) es un personaje alto y extravagante lejos de estar bien educado. Tú que has estado en Roma te sorprenderías de ver a una Eminencia con largas y anchas chorreras que cubren sus dedos similar a Auriol, y una birreta sobre una cabeza con cabellos que descienden por su nuca hasta cubrir la púrpura. Su hermana es sin duda actualmente en Europa la princesa más amable y de mejor carácter”133. 131 Peña (1990), T. I, pp. 229 y 230. Peña (1990), T. I, p. 209. 133 Keene (1935), p. 132. La descripción coincide con el retrato que se muestra en la figura 23a. Se supone que la hermana mencionada se refiere a María Antonia. 132 54 a b Fig.23 Retrato de Luis Antonio de Borbón. a) Tomado de Tejero (1986)134 b) Pintura perteneciente al Palacio de Velada En 1760-61 el reverendo Edgard Clarke al mencionar a los miembros de la familia real escribe del infante: “Don Luis Antonio Jaime, hermano del Rey, parece de carácter muy distinto, sin el genio militar de su padre, ni la ambición de su madre; de carácter pacífico y sosegado. Tuvo desde muy temprano una profunda aversión hacia el báculo, aunque fue consagrado Cardenal-Infante y Arzobispo-Infante para las dos sedes de Toledo y Sevilla. No obstante después de renunciar a estas dignidades eclesiásticas, se reservó para si 7.400 l. anuales (per annum) de la sede de Toledo y más de 5.000 l. de la segunda. Parece tener mayor inclinación por las armas que por el cetro, y pasa la mayor parte del tiempo en deportes campestres. Tenía una gran afición hacia la mecánica, y cuando no se dedicaba a la caza se ocupaba de la fabricación de relojes y de instrumentos matemáticos. Tiene cierta inclinación por las monedas; y los monjes a los que ha contratado le han hecho una colección muy considerable de estas antigüedades”135. 134 Tejero (1986), p. 286, Matilla (1989), lámina fuera de texto, y Domínguez-Fuentes (2002), T.III, p. 696, posiblemente siguiendo al primero, muestran este retrato, adjudicando su autoría a Van Loo y ubicándolo en el Museo del Prado. El único retrato del infante del pintor bohemio que figura en el inventario de pinturas de ese museo es el de la figura 4. Por su parte Matilla no cita ni autor ni lugar de ubicación 135 Clark (1763). Se han respetado las palabras que figuran en cursiva en el original 55 No deja de ser curioso que el clérigo inglés nos revele una afición manual del infante que nadie cita, por lo cual no cabe duda que equivoca al personaje en este aspecto. Un viajero anónimo que recorre España en los años sesenta dice sobre el infante lo que sigue: “El príncipe don Luis, hermano del rey, es de un carácter suave y complaciente. Tan apasionado por la caza como su hermano, pasa con él su vida en los bosques y en la habitación de su madre. Ha nacido sin ambición, porque pudo ser rey de España a la muerte de su hermano Fernando: los votos de la nación le llevaban a ello; los españoles temían a un rey educado en medio de los italianos. Don Luis tuvo entonces la probidad y la dulzura de carácter de no dejarse persuadir; su recompensa es interior: goza de la amistad de su hermano, al cual está muy unido. Por otra parte, no se mezcla en ningún asunto, y no solicita jamás nada. En fin, tiene todas las cualidades requeridas en el hermano de un rey para que la paz no se vea turbada”136. Curiosamente el comienzo del párrafo es muy similar a lo apuntado por Clarke. En 1774 el Mayor inglés Witeford Dalrymple escribe un informe en el que incluye una curiosa referencia al infante don Luis, posiblemente la más personal, al hablar de la costumbre de visitar a los miembros de la familia real mientras comen en sus habitaciones: “ Don Luis, hermano del rey, el último por su rango, es el primero en el orden de las visitas; tiene la mirada más extraña que se pueda ver y su atavío, apenas si es menos singular que su persona; desde que ha sido cardenal, ha tomado aversión al petit collet137, por eso su sastre pone cuidado especial al cortar sus trajes para hacerle collets que le alcancen hasta la mitad del pecho; este principe es del mejor carácter y goza de la mayor consideración”138. Todos los datos transmitidos por los viajeros extranjeros deben tomarse con cierta reserva. Sus relatos o informes están encaminados a dar noticias a sus compatriotas del país que visitan, pero suelen ser superficiales en ciertos aspectos, como no puede ser de otra manera, y no exentos de grandes prejuicios, por lo general desfavorables, cuando se considera al país visitado como más atrasado que el propio. En muchos casos no han visto a los personajes que mencio136 Anónimo (1765). En García Mercadal, T. III, p. 534. Debe tratarse de una esclavina. 138 Dalrymple, W. (s.a.), en García Mercadal (1952-62), p. 663. Hay cierta similitud con lo señalado por Keene. 137 56 nan, o lo han hecho desde cierta distancia, y, por supuesto, no han hablado con ellos. Su, casi siempre, corta estancia no les permite profundizar sobre las personas, costumbres, ciudades, etc. y lo que suelen transmitir son opiniones de sus informantes o las que predominan entre los ciudadanos en el momento de la visita. Posiblemente, este último aspecto sea el más interesante, ya que permite conocer la opinión de los súbditos sobre personas y sucesos, lo cual no es habitual encontrar en otras fuentes escritas. Por este motivo, de todas las opiniones expuestas quizá sean las más interesantes, dentro de su relatividad, las de Darlympe ya que transmite la impresión de algo que ha visto. Caso contrario es el testimonio del conde Fernán Núñez, gentilhombre de cámara y, por tanto, testigo presencial de los hechos que transmite. Referente al infante dice: “Quando al restituirme á Portugal Embaxador Extraordinario en 1785 para los matrimonios del Infante Dn. Gabriel y la Sra. Infanta Carlota, fui á hacer la Corte á S. A. y á su muger que se hallaban en Velada donde se pasaban algunas temporadas, no me detuve mas que el tiempo preciso y asi tube la honra de comer con ellos”139. Esto, que puede parecer hoy algo muy normal, no lo era en la corte española del siglo XVIII. Más adelante sigue: “Los detalles de su triste y desgraciada vida podrían verse mas por menor en el corto resumen que hecho de ella como un obsequio y testimonio del reconocimiento y amor que siempre profesé á este respetable Principe por su caracter personal, por sus virtudes y por las honras que siempre me dispensó. En él se reconocerá que parece le destinó el cielo para consolar á los suios y no para disfrutar de ellos”140. Pero evidentemente el testimonio más rotundo sobre el carácter del infante es el de Isabel de Farnesio, su madre. En el periodo en que se agravó la enfermedad de Fernando VI, del que se ha hablado anteriormente, la reina viuda mantuvo correspondencia de gran interés con el rey de Nápoles, su hijo Carlos. En una carta de 19 de febrero puede leerse el siguiente comentario sobre el infante “Me dice Jacci, que vas dando alguna instrucción a tu hermano y no puedo por menos de decirte (aunque con gran sentimiento) por si procedes en otra inteligencia, que su corazón es noble, pero su 139 140 Fernán-Núñez (1791), pp. 214-215. Sobre este párrafo se hablará más adelante. Fernán-Núñez (1791), p. 218. 57 talante limitado y sin experiencia, los lados muy perjudiciales y casi entregado a ellos por exceso de bondad”141. Y en otra de 29 de abril del mismo año vuelve sobre el tema en el momento en que don Luis está en San Ildefonso “... tomar leche con que se suele medicar anualmente y que necesita más este año que otros por lo flaco y melancólico que se ha vuelto, ocasionado sin duda de haber sido por tantos meses maltratado de tan frecuentes sustos lo que me dá tanto más miedo, que sabes, es de casta, y no quisiera que se me muriese así, por él como porque es el único consuelo que tengo”142. La historiografía moderna se divide, a la hora de juzgar el carácter de Don Luis, entre valedores y detractores, que bien le elevan por encima de sus cualidades, bien le rebajan más de lo debido, en algunos casos con una pasión que no parece acorde con la importancia del personaje. Las disquisiciones que hacen algunos autores sobre la salud, robustez, elegancia y carácter del infante en virtud de sus retratos carecen de valor y se contradicen con lo que escribe el arzobispo de Larissa a Scotti sobre la “no demasiada fortaleza de la salud de Don Luis”143, lo que resulta chocante en una persona que pasaba tanto tiempo en el campo en jornadas cinegéticas que podrían resultar agotadoras. Más revelan sus cartas, en especial las enviadas a su madre. Debió de ser un hombre abúlico, inoperante, buenazo, abierto, simpático y llano, esto último algo que tanto influye favorablemente en el juicio de los españoles sobre los miembros de la familia real y la aristocracia. Era de carácter débil y por ello fácilmente manejable tanto por su madre como por su hermanastro, por su hermano y por su mujer como se verá más adelante. La debilidad de su carácter se refleja en algunas reacciones iracundas con el personal a su servicio, que no solía tener con aquellos que estaban por encima de él, su madre, Fernando VI, Carlos III o su mujer. Peña Lázaro hace referencia a una de estas reacciones “Encontrándose cazando codornices en unos rastrojos, mandó echar Don Luis a unos hombres que allí había, pero uno de los ballesteros del Rey, para evitar que los maltrataran, detuvo a los hombres del Infante. Don Luis lo tomó como insolencia y menos141 Carta de Isabel de Farnesio a su hijo Carlos. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2548. Citado por Mateos (1989), p. 306. 142 Carta de Isabel de Farnesio a su hijo Carlos. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2548. Citado por Mateos (1989), p. 306. 143 Peña Lázaro (1990), T. I, p. 158. 58 precio hacia él, por lo que quiere «perder» al ballestero a decir a uno de los documentos. Nos volveremos a encontrar con algún pequeño suceso como éste, de los que pudiera inferir un alto grado de orgullo o amor propio de Don Luis, que sin duda en parte existió, pero que ha sido mal interpretado”144. Más adelante habrá ocasión de tratar de otro incidente con su administrador-secretario en Arenas, Aristia, en donde se demuestra también su debilidad de carácter. También debía de ser un hombre afable y bondadoso, aunque a este respecto el juicio de Olavide no le es nada favorable “Causa frío en el alma la lectura de la continua, diaria correspondencia entre Luis y su madre durante ese tiempo de horrores145; se encoge el corazón al ver la imperturbabilidad de sepulturero con que asistió el infante á la enfermedad cruel de la reina y á la agonía del rey, víctima del merecido culto que tributó a su esposa, á la que pudo sobrevivir su cuerpo algunos meses, más no su alma, que voló tras ella al cielo” “De vez en cuando se observan en D. Luis chispazos de ternura, mas al instante se ahogan, reapareciendo el egoísmo farnesiano, la sugestión maternal abrumadora” 146. Más adelante dice: “… y es seguro que hubiera procurado asegurar147 un brillante porvenir al infante, si hubiera éste dado pie; mas, indudablemente, persistía en sus malas mañas de tenerse en poco, en tratos demasiado familiares con gentes de desigual condición, pues años adelante, cuando ya por su edad (treinta y un años) debiera ser respetable y por todos respetado, le vemos envuelto en lances indignos de su progenie, en aventuras galantes de baja estofa, en las que por añadidura , no siempre hacía airoso papel”148. “…. era el vicio bajo, y aun menos disimulado, por ser él en el fondo un buenazo y no muy avispado”149 Algo similar dice Álvarez, siguiendo a Olavide 144 145 146 147 148 149 Peña Lázaro (1990), T. I, p.166. Se refiere a la enfermedad de Bárbara de Braganza y de Fernando VI. Olavide (1902), p. 444. Se refiere a Carlos III. Olavide (1902), p. 447. Olavide (1902), p. 448. 59 “Dado Don Luis a cacerías y diversiones vulgares, por no tenerse él en mucho y proceder con demasiada familiaridad con gentes de inferior condición, a los treinta y un años anduvo en aventuras y galanteos de baja estofa, de los que no siempre salió muy airoso”150. Por el contrario, Barce es muy favorable al infante. “Conviene decir, frente a la mala literatura que se ha creado en su torno, que el infante – que no era ambicioso de poder ni tenía intenciones de intervenir en la corte ni en la vida política, y mucho menos en las intrigas dinásticas para la sucesión – era mucho mas curioso que su hermano Carlos …”151. Admitiendo esto, también podía argüirse que existía una total despreocupación por parte del infante por los temas de Estado, cosa, que por su situación como miembro de la familia real, puede parecer inadmisible, pero que no extraña ya que debía ser habitual incluso entre las testas coronadas, que dejaban en manos de sus ministros y validos la responsabilidad de la marcha de la Nación. Es relativamente acertada la definición que da Rodríguez López-Brea del infante “Con los años, don Luis se fue convirtiendo en el arquetipo del bon vivant palaciego: entretenido con la caza, el estudio de los pájaros y el galanteo cortesano, descuidó enormemente su formación intelectual, a pesar de que años después tuviera una cierta fama como hombre ilustrado”152. La relación con su madre es también muy reveladora del carácter del infante. Vivió con ella, el único hijo que lo hizo, hasta la muerte de la reina, la cual, como se ha visto, no tenía una opinión muy favorable sobre su inteligencia. Peña escribe, refiriéndose a lo que delatan las cartas que don Luis escribe a Isabel de Farnesio, “Se muestra en sus misivas de una sumisión total …” “Parece su lacayo. Le pide licencia para pedir él a su vez permiso al Rey para ir a verle a La Granja, y nunca deja recabar su opinión para tomar la más insignificante decisión. Es obligado llegar a la conclusión que actúa en Aranjuez y más tarde en Villaviciosa de Odón como emisario que pide órdenes a la superioridad”. 150 151 152 Álvarez 1948), p. 34 Barce (1992), p. 23. Rodríguez López-Brea (2002), p. 26 60 “Y a la vez, no es difícil adivinar que intenta dar a su manera impresión de personalidad e incluso dureza, de la que posiblemente carecía” 153. Se intercambiaban regalos, por lo general animales de compañía, piezas cinegéticas, frutas, verduras, etc. En dos cartas de 20 y 21 de abril de 1763, que don Luis escribe a su madre desde Cuerva, en donde ya se ha dicho pasaba cortísimas temporadas con Carlos III cazando, puede leerse: “… se me hacen ya mil años de volver a ponerme a los pies de Vuestra Majestad …”. “… ya estoy deseando que llegue el día de mañana para tener la honra de ponerme a los pies …”154. Se dirige a su madre más que como un hijo como un apasionado amante a quien la separación se le hace insoportable. Un ejemplo revelador de esa relación entre madre e hijo es la forma en que ambos aparecen en el cuadro de Van Loo, La familia de Felipe V, que puede apreciarse en la figura 24. Es el infante quien se halla más cerca de su madre, protegido tras ella. No una hermana, aunque hay una de menor edad que él. La religiosidad del infante es la típica de un cortesano de la España del siglo XVIII, muy ligada a las ceremonias oficiales y de devociones acentuadas en caso de necesidades. La misa diaria, en algunos casos hasta dos, devociones más o menos instituidas en fechas señaladas, que tenían mucho de acto social y entretenimiento, canto de villancicos por Navidad, oficios de Cuaresma, etc., eran habituales y casi establecidas, así como las dádivas, ayudas y aportaciones para el sostenimiento de conventos e iglesias, algunos de los cuales incluso se construían. Sin embargo, por lo que se trasluce de sus cartas a su hermano, según señala Vázquez155, su fe en Dios parece profunda, pero ¿como se concilia esto con las opiniones que sobre su medio hermano Fernando y su mujer vierte en las cartas que escribe a su madre desde Villaviciosa, más si se piensa que éste siempre se portó magníficamente con don Luis? Las expresiones en que se clama a Dios y a la Virgen eran típicas del lenguaje de la época y nada dicen sobre que la religiosidad de quien las pronuncia o escribe. Realmente resulta muy difícil, por no decir imposible, afirmar si una persona tiene una fe profunda o no, algo que queda limitado a la conciencia de la propia persona. Debe tenerse en cuenta que socialmente el concepto de buen cristiano ha variado mucho de una época a otra. 153 Peña Lázaro (1990), T. I, p. 180. Evidentemente carecía de esa dureza, como se extrae de todo lo dicho. 154 Peña (1990), T. I, p. 205. 155 Vázquez (1990), p. 264. Este autor analiza la religiosidad del infante de las páginas 263 a 267. 61 Fig. 24 Van Loo (1743). La familia de Felipe V. Detalle. Felipe V, Isabel de Farnesio y el infante don Luis. Museo del Prado. N.º invt. 2283. Siguiendo la costumbre establecida el infante ayudó a la construcción de algún edificio religioso. Es el caso de la iglesia de los Santos Justo y Pastor (actualmente San Miguel, en la calle San Justo de Madrid) debida a Bonavía. De ella escribe Kubler “… es la más temprana de las iglesias del rococó francoitaliano en Madrid, comenzada por Bonavía en 1739 y terminada en 1746. Igual que los proyectos para la capilla del Palacio de la década de1740, fue un experimento en cuanto a la interpretación de compartimentos elípticos”. “Posiblemente a causa de la amplia responsabilidad de Bonavía en Aranjuez, la fachada y capillas fueran tomadas, en 1743, por Virgilio Ravaglio, quien anteriormente construyó el Palacio de Riofrío para Isabel de Farnesio”.156 En resumen, se puede decir que el infante no era ni más ni menos religioso que cualquier otro miembro de la familia real, no destacando ni por su celo ni por su impiedad. Otro aspecto a tratar es su, llámese así para entenderse, nivel cultural. Como ya se ha dicho con anterioridad, su instrucción había sido escasa, por no 156 Kubler (1957), p. 226. 62 decir nula. Vázquez, que habla del infante, algo exageradamente, como de “un romántico adelantado en el tiempo”157, dice: “Su nivel cultural no fue muy alto como podía parecer. Estuvo muy por encima del tipo medio de los españoles de su época 158, que tenían una cultura casi inapreciable, pues no podemos reconocer exquisiteces culturales en el infante”159. Contraria a esta opinión son las de Peña y Tortella. La primera escribe en su tesis: “Sin duda el infante Don Luis fue un auténtico hijo de su tiempo; cultivado, ilustrado, pulido y amante de los placeres terrenales. Supo alternar en su vida, la lectura con la caza, la música con el campo, la Filosofía o la Historia con, ¿por qué omitirlo?, las mujeres, y la pintura con el divertimento. La ilustración y el intento de alcanzar la felicidad, ideales tan caros y queridos para el siglo XVIII, lo fueron también suyos.” “Fue también Don Luis típico representante de la realeza española de su tiempo en lo tocante a la dualidad armas-letras que tan importante había sido en el siglo anterior”160. Dice que alrededor de los miembros de la familia real y la nobleza se organizaban tertulias “En ellas indudablemente se hablaría de arte y música pero tenemos indicios que también se hablaba de política. Las tertulias del cuarto del Infante debían tener cierta fama y relevancia en el momento. Formaban parte de ella Don Almerido Pini, ayuda de cámara de Carlos III, Don Juan Antonio de la Espina y el maestro de capilla, Ripa”161 Por su parte Tortella tampoco escatima elogios a don Luis. “Pero, lo que más sorprende es que don Luis entrara en la madurez de su vida, con un bagaje cultural e intelectual, y una actitud a favor de las artes muy distintas a las mediocridades de todos sus hermanos y parientes cercanos. Él estuvo muy por encima de lo que hubiera sido de esperar, dada la educación recibida. Su legado testamentario muestra que fue el verdadero ilustrado de la familia Borbón, incluidos consortes y allegados”162. 157 158 159 160 161 162 Vázquez (1990), p. 261 Lo cual no es decir mucho Vázquez (1990), p. 267. Peña (1990), T. III, p. 51. Peña (1990), T. III, p. 63. Tortella (2000), p. 83. Esto es relativo, como se verá de inmediato. 63 “Sin embargo, Luis iría formando su carácter, acumulando cultura, optando por el uso de la inteligencia. Pronto se hará evidente su inclinación a relacionarse con personas externas a los cerrados círculos cortesanos. Su gusto por las gentes sencillas le habrían de llevar por un sendero que significaría un nuevo cambio dramático en su vida, mediada la década de 1770-80”163. La afirmación sobre que “fue el verdadero ilustrado de la familia” no está basada en documento alguno y contrasta con lo que dice Ponz referente tanto al infante don Luis como a otros miembros de la familia real, que se transcribe a pesar de su extensión: “No se deben pasar en silencio algunas cosas que para su uso tiene el príncipe nuestro señor y los señores infantes en sus respectivos cuartos, como son las librerías de sus altezas, hallándose ya en la del príncipe libros españoles, muy raros y útiles, con otros de magníficas ediciones extranjeras. El gabinete de Historia Natural que tenía su alteza lo ha dado para aumento del Real Gabinete establecido en la calla Alcalá a beneficio del público. El señor infante don Gabriel tiene asimismo en su librería y gabinete porción de manuscritos raros; algunas pinturas de mosaico antiguo, dos de ellas con exquisitos marcos de bronce, trabajados por don Domingo Urquiza, fundidor de la Real casa de la Moneda, quien ha hecho otras piezas del mismo metal para el oratorio del rey. Tiene también su alteza diversas colecciones de monedas, siendo muy apreciables la de reyes de Siria, la de Colonias y Municipios de España, y últimamente la de reyes godos, en la que hay la particularidad de un Ataúlfo, dos Gundemaros, un San Hermenegildo y un Rodrigo. Es apreciable igualmente la colección de libros y medallas del señor infante don Luis, hallándose entre aquellos la de nuestras Crónicas e historias particulares y la de poetas españoles, etc. Entre las medallas las hay rarísimas, siendo muy numerosa la serie de Colonias y Municipios de España. En muy poco tiempo ha formado su alteza un Gabinete de Historia Natural, con que ha llenado cinco piezas: tres de aves, una de insectos y otra de cuadrúpedos. La parte mineral de este Gabinete y la vegetal se va formando. Se hallan igualmente en los cuartos de sus altezas el príncipe nuestro señor y el señor infante don Gabriel diferentes instrumentos matemáticos, como son tornos para grabar toda suerte de metales y maderas en superficies cuadradas, triangulares y de otras figuras que con mucha inteligencia ha trabajado don Diego Rostriaga; asimismo, las máquinas en bronce de los sistemas filosófi- 163 Tortella (2000), p. 84. 64 cos de Copérnico, Tico-Brahe y Ptolomeo: varias esferas, pirómetros y otros instrumentos de física y astronomía”164. En nota al pie se dice que el infante don Luis ha mandado llevar todo esto a su actual residencia, el palacio que se está construyendo en Arenas. La primera edición de este tomo VI data de 1776, según señala Rivero, anotador de la edición manejada. Como puede apreciarse, el coleccionismo y los gabinetes parecen costumbre corriente entre los miembros de la familia real y los nobles y don Luis no parece fuese una excepción notoria. Junquera afirma que “… don Luis aprendió a gozar libremente con el arte. Para él no era una mera necesidad de representación, como lo fue para sus padres y hermanos, sino un gozo. El mismo lo practicó en el dibujo, en la música, en la artesanía”165 Olmedo da también una visión muy favorable del infante don Luis: “…. y perteneció a ese grupo de hombres intelectuales que dedicaron su vida al conocimiento y al estudio, llamados Ilustrados. Fue un importante mecenas que contrataba y protegía no sólo a los ya afamados artistas de su tiempo, sino también a los que empezaban descubriendo en ellos grandes valores, como por ejemplo Francisco de Goya …” “…. y de la compañía de grandes artistas y amigos como Francisco de Goya que con su arte y su amistad llenaron de felicidad al maltrecho infante”166. 164 Ponz (1988-89), V. II, T. VI, pp. 255-56. El infante don Gabriel (1752-1783), hijo de Carlos III, muerto a los 34 años, y sobrino por tanto de don Luis, era un gran aficionado a la música, tocaba el clave, a la literatura, llegó a traducir, con ayuda, y publicar un clásico y a la pintura, para cuya enseñanza tuvo diversos maestros. Ingreso en la Academia de San Fernando en 1782. Compraba obras de arte, monedas, instrumentos matemáticos y físicos, instrumentos y partituras musicales, libros estampas y relojes. Tenía, como dice Ponz, un gabinete de monedas y medallas, un taller de encuadernación y otro de mecánica. En su pinacoteca figuraban obras de Rafael, Miguel Ángel, Tiziano, Veronés, Durero, Velázquez, Ribera, Zurbarán, Murillo, Van Dick y Teniers entre otros. Su colección de estampas era de miles de ejemplares (Martínez Cuesta, 1991). Morales (1989), p. 64, incluye una notificación sobre el envío de un cuadro, pintado por don Gabriel, a su hermano el rey de Nápoles. Una mayor información sobre este infante puede encontrarse en Martínez Cuesta (2003). 165 Junquera (1996), p. 12. Lo que afirma sobre la aptitud del infante frente a las artes no se puede demostrar. Las actividades sobre las bellas artes o artesanía era lo normal en la enseñanza de los miembros de las familias reales, como puede verse al abordar la vida de alguno de ellos. Respecto a la diferencia que señala con sus padres, no parece sea válida para Isabel de Farnesio, muy buena coleccionista, cuyo ejemplo también debió influir en don Lui s, siendo además bastante más inteligente que su hijo. 166 Olmedo (2002), p. 18 y p. 19. 65 Pero posiblemente los elogios más entusiastas se deben a DomínguezFuentes. Incidiendo en lo dicho por Olmedo, afirma que el exilio, al que le condenó su matrimonio, le permitió crear “un importante núcleo cultural en Arenas, donde pasaron temporadas por ejemplo Luigi Boccherini y Francisco Goya”167. Para esta autora “… el infante fue, a tenor de lo visto), un «curioso» excepcional, sus colecciones están en razón a la importancia dada al arte nacional, entre las más brillantes de su época”. “No se dejó jamás dominar por la pasión del dinero y del poder ..” “Al contrario de ciertos miembros de la familia real, como don Felipe, don Luis estaba muy ligado al objetivo de la restauración del arte nacional”. “La personalidad de don Luis mostraba un conjunto de cualidades que le permitían participar activamente en el arte oficial. Su atracción por las «distracciones»” artísticas y la caza dejan ya presentir en la juventud del infante una aptitud por la curiosidad variada que no cesaría de confirmarse a lo largo de su vida, que va de la pintura a la escultura antigua, de la música a los belenes, del conocimiento de la zoología al de la numismática. El entorno y las circunstancias favorecieron las ganas, por no decir la necesidad, de coleccionar obras de arte y curiosidades que le permitieron evadirse y encontrarse”. “Su sentido innato de lo bello y su capacidad para juzgar lo artístico le permitieron hacer elecciones juiciosas y reunir una variedad de obras de calidad que, la mayor parte de ellas tienen la originalidad de la factura”. “La percepción artística de don Luis le condujo a inclinarse por obras de estilo innovador más bien que por las clásicas”168. Se trata de opiniones algo exageradas. Que alguien cambie de manera tan radical su forma de actuar y pensar es difícil de creer. Se relacionó con personas externas pero no precisamente ilustradas. La equiparación con otros miembros de su familia no dice absolutamente nada, salvo que estos tenían menos interés por la cultura que el infante. A don Luis no se le menciona en los círculos ilustrados, ni se cartea con los notables de su época. Con Goya tuvo un contacto efímero, ya que el pintor estuvo en Arenas dos veces a trabajar y duro, como habrá ocasión de ver en detalle más adelante. El que se le acogiese de la forma como se hizo, al igual que al duque de Fernán Núñez, revela el tremendo aislamiento en que vivían el infante y su familia en Arenas, donde las diversio167 Domínguez-Fuentes (2002), T. I, p. 13. El núcleo cultural de Arenas no lo fue tal y si es cierto de Goya pasó temporadas allí, un mes en los veranos de 1783 y 1784, com o se dirá en su momento, Boccherini era un empleado del infante y estaba fijo. 168 Domínguez-Fuentes (2002), T. I, pp. 165-167. 66 nes, con excepción de la música y la caza, debían de ser nulas. Cualquier viajero llegado de la Corte era portador de noticias que podían llenar muchas horas de los habitantes del Palacio de Arenas y ponerles al corriente sobre sucesos y personas, por lo que eran muy bien acogidos, hasta, según el rango, sentarles a la mesa. El que fuese un agente activo del arte oficial o que se inclinase por un arte innovador, no queda muy claramente demostrado. Hay que tener en cuenta que el arte era una inversión muy rentable y ayer como hoy muchas veces era este el motor de una colección y no el amor a las obras. Bien se verá más adelante como la posesión de pintura “resolvió” la situación apretada de alguno de sus hijos. Es difícil compaginar algunas de las opiniones vertidas anteriormente con el juicio que le merecía el infante a su madre, que cabe pensar le conocía a fondo, pues le tuvo junto a ella hasta que murió. En ocasiones, la pasión por el personaje mueve a sobreestimarle. Para concer los bienes del infante y entre ellos sus colecciones de pintura, grabados y dibujos, gabinete de Historia Natural, monetario, biblioteca, etc., hay una serie de documentos que aportan datos muy interesantes especialmente por lo que se refiere a las obras de arte. Estos documentos nos permiten no sólo conocer el contenido y por tanto valor de esas colecciones sino seguir su trayectoria y analizar la dispersión que tuvieron al pasar a sus herederos. Esto último no es objeto de este libro que se centra sólo en analizar los cuadros de Goya. Estos documentos por orden cronológico son: 1768 Lista de los cuadros adquiridos por Rafael Mengs para don Luis. 1797 Testamentaría de don Luis y liquidación de todos sus bienes, tanto en las listas generales como en las hijuelas de su viuda y sus hijos. 1818 Inventario de los cuadros de María Teresa Vallabriga existentes en sus casas del Coso y San Pedro Nolasco en Zaragoza. 1819-1820 Testamentaría de María Teresa Vallabriga. 1826 Inventario de las pinturas y su distribución en el Palacio de Boadilla del Monte. 1832 Inventario de pinturas y estampas de Boadilla. 1847 Inventario de pinturas y bustos de mármol que lega la duquesa de San Fernando a su sobrina Carlota Luisa. 1847-1856 (sin fecha) Pinturas colocadas en el Palacio de Boadilla. 1886 Inventario de los cuadros de la duquesa de Sueca, condesa de Chinchón (Carlota Luisa Godoy Borbón). Sin fechar. Lista de cuadros pertenecientes a la Condesa de Chinchón (Carlota Luisa). 1856 Lista de los cuadros vendidos al marqués de Salamanca. 1886 Inventario de las pinturas del Palacio de Boadilla. Es el utilizado por Viñaza169. 169 En la lista de cuadr os dada por Viñaza figuran los números de este inventario. DomínguezFuentes, citando el testamento de Maria Luisa Borbón Vallabriga y fechándolo en 1888, da los mismos números. Se trata evidentemente de una equivocación, pues el libro de Viñaza fue pu- 67 1899 Inventario de los cuadros del Palacio de Boadilla. Se completa con una lista de los cuadros enviados en 1904 a Italia. No siempre es fácil transitar entre estos documentos ya que en ocasiones no se citan los autores de los cuadros, en ciertos casos las medidas no coinciden en uno y otro documento, existen errores de los transcriptores o son muy diferentes las descripciones del mismo cuadro, en fin, que muchas veces aportan mas confusión que claridad. Algunos de esos documentos han sido consultados mientras que de otros se han tomado datos incluidos en las obras utilizadas para redactar este libro. Varios autores, como hemos visto, basan su consideración del infante como hombre ilustrado, en la posesión de una extensa biblioteca, un gabinete de historia natural muy reputado, colecciones de monedas, de instrumentos para ensayos científicos, su colección de pintura o el mantenimiento de una pequeña orquesta. Todo ello no es una excepción entre la nobleza de la época: es el momento de las expediciones científicas, los descubrimientos arqueológicos y el consiguiente interés por la antigüedad, el coleccionismo de objetos muy variados como monedas, instrumentos científicos, objetos curiosos, etc. Todo noble que se precie, y no digamos un miembro de la familia real, debe cultivar estas aficiones tan a la moda, como reflejo tanto de estar al día como del poder y riquezas que se poseen. Es general en toda Europa. Algo similar puede decirse de las colecciones de pintura y la afición a la música, lo que implica el mantenimiento de músicos, compra de partituras, encargos de obras, etc. Además, la música es un entretenimiento en las zonas rurales apartadas de las grandes ciudades. El análisis, aunque sea somero, de todos estos aspectos puede aclarar grandemente las inclinaciones y carácter del infante, mucho mejor que opiniones vertidas sobre él, incluso de contemporáneos, que pueden estar viciadas por la adulación, la envidia o el resquemor hacia el personaje criticado. No parece que el infante fuese un gran lector. Como puede comprobarse, por la gran cantidad de cartas que se conservan, y alguna muestra se ha dado hasta el momento, redactaba muy mal y con numerosas faltas, cosa que debía ser bastante habitual entre los nobles de la época, pero que pone de relieve era hombre que leía poco. Tenía una buena biblioteca en parte comprada a los herederos de don Juan Cascos Vilademoros, marqués de Gamoneda, que había sido Secretario de la Embajada del duque de Liria en Moscú170, por la que les había pagado más de blicado en 1887 y, por tanto, no podía utilizar información generada un año después. Se está refiriendo a este inventario de 1886. 170 También secretario de Isabel de Farnesio, por lo cual su contacto con don Luis debió ser constante. A su muerte fue sustituido por su hijo en el cargo junto a la reina. 68 20.000 pesos (702.000 €). La existencia de ese buen fondo de libros no implica que se leyesen. La biblioteca debió de ubicarse en principio en el Palacio de Boadilla y posteriormente trasladarse a Arenas aunque no puede asegurarse si de forma parcial o total. Según Tejero al morir el infante los libros estaban en el Palacio de la Mosquera171. ¿Cuántos ejemplares componían la biblioteca de Gamoneda? ¿Amplió el infante el fondo inicial con nuevas adquisiciones? No se sabe con exactitud pero en una carta que dirige Aristia, el secretario de don Luis, a Floridablanca con fecha de 9 de septiembre de 1785 puede leerse: Fig.25 Exlibris de la biblioteca del Infante don Luis. Biblioteca Nacional. ER/2724(23) “Está acá una Biblioteca considerable que compró a los herederos del Marqués de Gamoneda, en más de 20.000 pesos, que la ha aumentado Su Alteza bastante, y en que, según entendido, hay muchas y buenas obras antiguas en castellano”172. La mayoría de los libros que constituían la biblioteca eran de los siglos XVI y XVII, que abordaban primordialmente temas americanos y cinegéticos. Los libros fueron trasladados desde Arenas al Palacio de Boadilla y en la testamentaría del infante se citan allí 200 libros de los siglos XVI a XVIII. De éstos, el bibliotecario de Carlos III seleccionó 19 del XVI y 3 del XVII, que o bien no existían en la Biblioteca Real o eran de ediciones distintas a las allí depositadas. El rey prefirió que no se deshiciese la biblioteca y pasase en conjunto al heredero173. Surge la duda de si todos los libros se trasladaron a Boadilla o parte quedó en Arenas, pues cabe suponer que María Teresa Vallabriga retendría algunos para sí. 171 172 173 Tejero (1998), p. 302. AHN. Sec. Estado 2538. Citado por Tejero (1989), p. 302. Delgado (1999), p. 48. 69 Existe un catálogo de los libros de la biblioteca Epítome o noticia genérica de los asumptos, ciencias o facultades contenidas en todos los libros de la preciosa Biblioteca que el Serenísimo Señor Infante Don Luys Antonio Jayme de Borbon tiene en su Palacio de la villa de Arenas, que hoy se conserva en la Biblioteca de Castilla-La Mancha en Toledo. En él se mencionan 4.500 títulos, distribuidos en 14 estantes por materias: 315 religiosos; 298 de antigüedades, medallas y paleografía; 298 de Derecho; 323 sobre estampas, máquinas, navegación y manuscritos; 346 de historia natural, medicina, botánica, matemáticas y filosofía; 541 libros de poesía; 448 diccionarios y autores latinos; 629 de autores místicos y latinos, estampas, atlas, gramáticas, temas militares y cinegéticos; 967 de tema histórico, en especial, Roma, España y América; 162 libros ingleses, franceses e italianos; había también un número indeterminado de panegíricos, oraciones, óperas, cartas y papeles variados. Entre ellos cabe destacar 48 volúmenes de biblias, entre ellos los trece volúmenes de la Biblia Políglota de Amberes (1569-1573), con encuadernaciones del siglo XVIII; los 11 de la Paráfrasis de Arias Montano, primeras impresiones de la Celestina, etc. Incunables existían 16 en castellano y 7 en latín. También se reseñan 215 manuscritos174. Como se tratará en el capítulo III, cuando a la muerte del infante sus hijos son trasladados a Toledo, poco tiempo después se desplaza la biblioteca al Palacio arzobispal donde reside Luis María Borbón Vallabriga. Posteriormente, los libros se juntan con los del cardenal Lorenzana, arzobispo en ese momento, creándose el fondo Borbón-Lorenzana. Existen estudios de este fondo pero desgraciadamente no aclaran la procedencia de los libros, de manera que no se conoce con exactitud cuáles pertenecieron al infante. En cualquier caso se sigue sin conocer el volumen y características de los libros adquiridos por don Luis a Gamoneda. ¿Escribió don Luis algún libro? Esta pregunta puede tener sentido. En la Biblioteca del Palacio Real de Madrid existen dos ejemplares de un pequeño librito relativo a cuatro monedas de Aurelio Sulpicio Antonino, escrito en latín, español y francés, en uno de los cuales, una nota manuscrita afirma que es “Obra del Ser.mo S.or D.n Luis Antonio de Borbón, que debe guardarse por honor de las letras”175. En el otro ejemplar nada se dice. Una de las cuatro monedas, un “pequeño bronce”, era de la colección del infante. Según Aguilar Piñal el autor es el infante don Gabriel (véase nota 162)176. En el catálogo de la colección de manuscritos del fondo Borbón-Lorenzana Esteve señala con el n.º 229 uno de título Hispaniarum Infantis LUDOVICI JACOBI BORBONII de Aurelii Antomini Numismatis. Apoyándose en la Bibliografía de Rada y Delgado, lo atribuye con duda al infante don Gabriel177. Más lógico es que el autor sea el sobrino de don Luis que no éste, a pesar de la nota manuscrita. 174 175 176 177 Delgado (1999), p. 49. Disertatio trilinguis … (1775). Aguilar (1981), T. I, p. 691, n.º 4873. Esteve (1942), p. 181. 70 Las expediciones científicas, las excavaciones arqueológicas, los gabinetes científicos están a la orden del día. Por este motivo los nobles suelen montar en sus residencias gabinetes de historia natural, laboratorios, coleccionar objetos científicos para realizar experimentos, etc. El interés por las ciencias se convierte en la moda del momento entre los nobles pues es un capricho caro. Don Luis también monta en Boadilla un gabinete de historia natural, parte del cual trasladó a Arenas, pero debió remitirlo de nuevo, pues el clima no beneficiaba a los ejemplares, tal como años después, muerto don Luis, escribía Aristía, su administrador en Arenas, a Floridablanca. “Y aunque hizo traer alguna parte de él a este pueblo viendo que ya por la humedad de la pieza en que se colocó, o por otro motivo, se le hechaba a perder, mandó que se bolviese a aquella villa para tenerlo con lo demás”178 No se conoce con exactitud la clase y el número de ejemplares que constituían la colección. Sólo a través de noticias puntuales, como las ya expuestas de Ponz, por la testamentaría del infante o la documentación relacionada con ella, podemos tener una idea aproximada. La colección era muy abundante en pájaros, tenía algunos cuadrúpedos, mariposas y minerales y fue creciendo con el paso del tiempo. Además de los ejemplares adquiridos habría que tener en cuenta los que le prepararían de las piezas que cazase. Los animales disecados eran cebras, lobos, jabalíes, venados tejones, leopardos, micos, y un “fenómeno” consistente en un cordero con dos cuerpos y una cabeza179. La colección debía de existir en 1772, pues Recondo, naturalista, taxidermista y suministrador de ejemplares, en su correspondencia con Pedro Franco Dávila, primer director del Real Gabinete de Historia Natural y poseedor de un magnífico gabinete propio, comenta querer hablar con el infante. En 1773 don Luis pide “dos ojos” al Gabinete. En 1774, el aposentador del Palacio del infante recibe de un naturalista holandés unas “preciosisimas colecciones de aves, pájaros, insectos, mariposas, orugas y gusanos”. Es posible que Recondo también enviase figuras hechas con conchas, otra moda del momento180. El interés de la colección por parte del infante queda patente en el encargo de aguadas a Paret, reproduciendo aves, de la que se hablará en el capítulo II, una muestra de las cuales es la figura 26181. 178 Citado por Tejero (1998), p. 304. Tejero (1998), p. 304. 180 García Martín (1996), p. 91 y 92. 181 García Matín (1996), p. 91, da una noticia bastante curiosa, relativa a la rehabilitación de don Luis, del extrañamiento de la corte, lo que le permitió la supervisión de proyectos de la corona, cabe suponer que de carácter científico, pues añade que fue el motivo de su contacto con Franco Dávila. Cita como fuente a Calatayud (1988 ), pero en la obra de esa autora n o se menciona al infante. 179 71 Fig.26 Paret (1774-1775). Pinzón de montaña. Colección particular. La muerte del infante se produjo el 7 de agosto de 1785 y muy pronto Pedro Franco Dávila se interesa por comprar la colección según carta a Floridablanca de 27 de agosto de 1785. “Siendo de lo que tiene más necesidad este Real Gabinete los pajaros y cuadrúpedos pues los hay de unos y otros están muy deteriorados por la polilla y me ha parecido de mi obligación decir a VI que la colección de Pájaros que dejó el Sr. Ynfante Don Luis, (q. g.d.D.) es de las mayores que se conocen, y que en caso que se enajenaran de ellas sería una adquisición utilísima, pues a más de estar bien conservados, son quasi todos de España, los que nunca se hubieran conseguido sin la profusión de dinero y zelo tan grande que hubo S.A. (…). Algunos Cuadrúpedos hay también raros, y en total todo el Gabinete tiene bastantes cosas buenas”182. 182 García Martín (1996), p. 94. Este autor cita que la carta está en el archivo del Museo de Ciencias Naturales, al parecer, pues hay algo de confusión, en el leg. 878, copiador de cartas n.º 19. Por su parte Tejero (1998), p. 304, cita el mismo documento con alguna variante y dice está en el Archivo Histórico Nacional, Secc. Estado, leg. 2538. Es posible se encuentre en ambos lugares y uno sea original y otro copia. 72 En el informe, de fecha 5 de septiembre 1785, que hizo el bibliotecario y responsable del gabinete, Sánchez del Busto, se puede leer respecto a algunos ejemplares, concretamente mariposas y otros insectos “Estas quando S.A. que esté en Gloria las mandó llebar a ese palacio (Arenas) y estubieron más de un año se perdieron enteramente tres gavetas y tres de abispas y escarabajos … Han venido tan maltratadas que sólo quedaron algunos pedazos; las demás se conservan bien … Todo lo demás de abes y cuadrúpedos está bien”183. Algún tiempo después, en 1786, José Clavijo, naturalista y segundo director del Gabinete Real, pudo ver la colección del infante y la describe de la manera siguiente: “Este gabinete es cosa muy diversa de lo que nos habiamos figurado, particularmente en punto de Aves q. hay copiosísimo número, y la mayor parte bien conservadas y colocadas con gran gusto y curiosidad (…) cuadrúpedos, de q. hay algunos aunque pocos vien conservados. Las minas, cuyo número es cortísimo, y en que hasta ahora no he advertido cosa particular, bien que no se han abierto los armarios; las mariposas, inseptos que hay en número mediano, y está todo puesto con mucho gusto y prolijidad, alguna curiosidades de Indias, varios pescados cosa de poca monta”184. Este mismo especialista valoró la parte existente en Arenas185 en 65.237 reales de vellón (162.090 €) y el conjunto, incluido el mobiliario, en 128.343 reales y 6 maravedies (334.256 €)186. Cuando la colección se traslada a Toledo, que como ya se ha dicho se tratará de este aspecto en el capítulo III, se contabilizan 467 cajas de cristal187. Incluso con todos estos detalles resulta difícil hacerse una idea clara de la colección de historia natural que poseía don Luis, pues las noticias son contradictorias, ya que si por un lado se afirma que están bien conservados por otro se dice deteriorados por la polilla o reducidos a polvo, como en el caso de las mariposas. Cabe la posibilidad de que las distintas fechas en que se hacen los informes sean la causa de tales contradicciones. Parece que el conjunto importante lo constituían las aves. Había algún cuadrúpedo pero de menor interés. Sin embargo, el hecho de que el director del Gabinete Real quisiera comprar la colección induce a pensar que era importante. Lo que sí parece, y debía de ser nor183 184 185 186 187 AHN. Estado. Leg. 2538. Citado por Tejero (1998), p. 304. Archivo Museo Ciencias Naturales. Leg. 900. Citado por García Martín (1996), p.110. Esto se contradice con lo que dice Aristia de que todo se llevó a Boadilla. Tejero (1998), p. 304. García Martín (1998), p. 103. 73 mal en la época, que contuviese ejemplares diversos, algunos cercanos a las simples curiosidades u objetos exóticos cuyo valor científico era relativo. En el Palacio Real de Madrid existía un “gabinete de pájaros”, en el Cuarto del Infante don Luis, cuyo techo, debido a Giandomenico y Lorenzo Tiepolo188, estaba decorado por gran número de aves, lugar donde el hermano de Carlos III tenía una mesa de billar, y se supone que en algún momento había estado colocada allí la colección de pájaros, pues de los representados se han detectado quince existentes en la citada colección, que habrían servido de modelos a los Tiepolo189. Ponz, al hacer la descripción del Palacio Real dice: “En muy poco tiempo ha formado su alteza un Gabinete de Historia Natural, con que ha llenado cinco piezas: las tres de aves, una de insectos y otra de cuadrúpedos. La parte mineral de este Gabinete y la vegetal se va formando”190. ¿Habla Ponz exactamente del palacio o generaliza respecto a las colecciones? En nota al pie señala que el infante hará colocar sus cosas en el palacio que manda construir en Arenas. Existe ya el palacio de Boadilla y cabe la posibilidad de que tuviese allí sus colecciones. De todo lo dicho no parece pueda extraerse que existía un interés científico por parte de don Luis, más parece era un mero coleccionista movido por la moda del momento, bastante generalizada entre los nobles de toda Europa. También poseía don Luis una colección de monedas que parece tenía una cierta importancia, pues Ponz escribe al respecto “Es apreciable igualmente la colección de libros y medallas del Señor Infante D. Luis …… Entre las medallas las hay rarísimas, siendo muy numerosa la serie de Colonias y Municipios de España”191. A la muerte del infante, Pérez Bayer recomienda se compre para unirla a la existente en la Real Biblioteca, pues “ya como hoy es no tiene igual en Europa”. Como ejemplares más destacados señala un siclo de Israel de plata y “tres o quatro medallas samaritanas”. Fue tasada en 69.775 reales de vellón (181.722 €) y adquirida por el rey192. En la formación de esta colección debió influir notablemente el hecho de que en ese momento se estaban llevando a cabo excavaciones en Nápoles, concretamente en las ciudades de Herculano y Pompeya, ordenadas por Carlos III y dirigidas por Roque Joaquín de Alcubierre. Los obje188 189 190 191 192 Sancho (1993), p. 22. Tomé (1998), p. 11. Ponz (1988-89), T. VI, p. 256. Ponz (1743), T. VI, p. 61. AHN. Sec. Estado. Leg. 2.538. Citado por Tejero (1998), p. 303. 74 tos encontrados fueron numerosos y probablemente entre ellos aparecieran monedas, por lo que no es extraño que el rey de Nápoles enviase alguna a su hermano Luis. Sin embargo, al ser elevado al trono de España, Carlos III no trajo consigo ningún objeto de los encontrados en tales excavaciones193. Fig.27 Dibujo de”Pequeño bronce” del emperador Aurelio perteneciente a la colección de monedas del infante don Luis. Tomado de “Hspanorum Infantis ..”. La colección de mayor importancia y valor era la pictórica. También en este caso la nobleza hacía tiempo que reunía pintura, imitando a los soberanos, de los pintores antiguos y de los contemporáneos más prestigiados. Ya en el siglo anterior el coleccionismo de pintura había tomado auge. En primer lugar era un reflejo del poder del coleccionista y además una magnífica inversión como habrá ocasión de comentar en su momento. La colección del infante tenía varias procedencias: herencias, adquisiciones de pintura antigua y moderna en almonedas, encargo a los pintores más reconocidos del momento, tanto obras originales como copias de los grandes maestros antiguos, y regalos de parientes, amigos o los derivados de su condición de arzobispo de Toledo y Sevilla194. Los cuadros estaban repartidos entre Boadilla, Villaviciosa y Arenas. Tejero afirma que en este último lugar es donde más cuadros había, aunque es posible que la dureza del clima obligase a trasladarlos a Boadilla, ya que con posteridad a la muerte del infante es en este lugar donde se encuentran más cuadros. Junquera hace este resumen de la colección “… y por lo publicado hasta ahora podriamos pensar en un ilustrado con un gusto algo convencional: pintores italianos del Renacimiento, algún manierista (Bronzino), flamencos (copia de Van Eyck, Marinus), caravaggistas, flamencos del siglo XVIII, holandeses (Rembrandt) y retratistas de su época”. 193 Martínez Cuesta (2003), pp. 41 a 43. Según Peña (1990), T. III, pp. 66 y 67, el infante debió heredar 130 cuadros y su madre le regaló cuadros a lo largo de su vida. 194 75 “Una colección ecléctica en la que el buen gusto académico se veía balanceado por pinturas que escapaban a esta consideración” 195. El documento que aporta más información sobre la colección del infante es el inventario de su testamentaría, en donde se relacionan los cuadros. De muchos de ellos no se citan los autores, bien porque fuesen de autor anónimo, bien porque los encargados de elaborarlo no los consignasen. Este inventario tiene como fin primordial valorar las obras para distribuirlas en las hijuelas de cada heredero, por lo que la descripción puede ser muy breve e incluso ambigua. Hay que pensar que de muchos cuadros existían varias versiones hechas por los propios autores o por copistas de renombre, lo cual complica mucho la identificación de los cuadros descritos e impide averiguar su paradero actual. Sin embargo, este documento no arroja ninguna luz sobre la formación de la colección dato primordial para calibrar el interés real de don Luis por la pintura y sus conocimientos sobre ella, lo que nos permitiría tener una idea, aunque fuese aproximada, del carácter del infante. No parece puedan sostenerse las opiniones de bastantes autores, algunas ya expuestas en párrafos anteriores, de que el infante fuese un ilustrado en función de sus colecciones. En noviembre de 1763 pasaron por el palacio el director de la Academia de San Fernando y Antonio González. Querían buscar modelos, entre los retratos que poseía el infante, para la colección de grabados que pensaba editar tal institución. En una visita posterior se permitió a los visitantes hacer una lista de las obras que les interesaban. Lógicamente, dado el objetivo que les guiaba, el inventario se centra en los retratos. Es muy escueta y arroja poca luz. Otro documento de interés es la lista de cuadros que Mengs compró para el infante en 1768, de lo que se hablará de inmediato. En el Palacio Real de Madrid existe un curioso documento-plano, que data de 1818, en el que se reflejan no sólo los cuadros que poseía María Teresa Vallabriga en sus casas de El Coso y San Pedro de Nolasco en Zaragoza, sino el lugar que ocupaban en las distintas habitaciones. Dado que la esposa del infante fue la heredera que más cuadros recibió, aporta datos esenciales sobre la colección Igualmente son de interés, como se ha mencionado con anterioridad, los inventarios de la testamentaría del duque de San Fernando, de 1835, y de su mujer María Luisa, la hija menor del infante, de 1847, y los de la testamentaría de la nieta del infante, Carlota Godoy Borbón de 1888-1904. Posteriormente a la desaparición de don Luis existen diversos inventarios de los cuadros del palacio de Boadilla, a donde fueron a parar la mayoría de los cuadros al darse el hecho de una única heredera del infante: su nieta Carlota Luisa Godoy Borbón. 195 Junquera (1996), p. 13. 76 Al igual que lo señalado al hablar de la testamentaría de don Luis, estos inventarios y listas no arrojan luz sobre como se formó la colección ya que la mayoría son posteriores a su muerte, ni dan noticia de los cuadros que desaparecieron por deterioro, venta o incluso robo. Muy temprano se comienza a formar la colección con adquisiciones que hace Scotti. Sin embargo, el conocimiento del marqués y su bien saberse mover en el mundillo de los vendedores de arte hacen pensar que las compras serían de calidad. Así en 1740, compró a su madre, por mediación de Scotti, pintura proveniente de la herencia que ella había recibido de María de Neoburgo, viuda de Carlos II, que se había venido a España y residía en Guadalajara. Se supone que fue el criterio de Scotti el que marcaría los cuadros a adquirir, ya que con trece años el infante poco podía opinar. Es seguro que se harían otras compras de las que no tenemos testimonios, en las cuales el marqués y, posiblemente, Isabel de Farnesio serían quienes marcasen los criterios. Cuando don Luis adquirió el condado de Chinchón, en el Palacio de Villaviciosa existía una colección de retratos de personajes ilustres que había pertenecido a su hermano Felipe, posiblemente de pintores de segunda fila. Ya se ha expuesto lo que cuenta Ponz sobre las pinturas existentes allí. Al morir su madre, don Luis adquirió, en enero de 1768, 72 cuadros de su colección, antes de que fuesen puestos en almoneda, una vez que Carlos III había elegido los que creyó de mayor interés. La compra de ambos fue elegida por Mengs. Estos cuadros procedían del Palacio de Buenavista, que como ya se ha dicho, Isabel de Farnesio había comprado al marqués de la Ensenada. Alguno de ellos estaba en mal estado. La compra se hizo efectiva el 7 de mayo de ese año. De estos cuadros tienen atribución 28, cuatro se señalan con Escuela y el resto, cuarenta, son anónimos. El pintor con más cuadros es Teniers con 12, siguiéndole Bruheguel con 8; cuatro se asignan como pertenecientes a la escuela de este último pintor; Joli aparece con cinco, aunque hay alguna duda, y Kessel, Bacari y Murillo están representados con uno. ¿Hasta qué punto esta elección se ajusta a las preferencias de don Luis por cierto tipo de pintura o a criterios de calidad pictórica y valor económico? No se puede ni afirmar ni negar. Como curiosidad hay que señalar que Mengs rebajó la primera tasación de forma notable196. El hecho de que encomendase al pintor bohemio la elección de los cuadros para su compra, cosa que no extraña con referencia a Carlos III que no pasaba por ser un entendido en pintura, echa por tierra el que el infante fuese un “connaisseur”, como podía desprenderse de lo que dicen algunos autores citados. Un amante de la pintura, en el grado que dicen lo era don Luis, no dejaría a 196 Domínguez Fuentes (2002), T. IV, pp. 967-970. Esta autora encontró esta lista en el Ar chivo del Ministerio de Justicia. Hay alguna duda respecto a la adjudicación pues ciertos números de los cuadros se repiten para dos pintores. La descripción es muy sucinta y hace difícil su identificación. 77 otro la elección de los cuadros, independientemente de que requiriese el juicio de un profesional como Mengs. En ese mismo año, 1768, compró a Ensenada un cuadro de Claudio Coello197. Otra compra importante es la que realiza, por encargo del infante, Antonio Rafael Mengs en Italia, maestros antiguos que fueron traídos a España por Alejandro de la Cruz cuando volvió de su larga estancia de aprendizaje. También trajo consigo el retrato que el pintor bohemio había hecho de don Luis, y que se había llevado a aquel país para terminarlo198. Las relaciones del infante con su retratista debían ser buenas pues le regalo un boceto del Retrato de Clemente XIII y un dibujo Apoteosis de Trajano. Poseía otros dibujos de este pintor como, El Parnaso y las Musas y La ascensión de Cristo199. Otro modo de acrecentar la colección eran las copias. La copia de una obra no tenía el carácter que se le da actualmente y su posesión no era un criterio negativo para juzgar la colección. Se sabe que Alejandro de la Cruz durante su estancia en Italia copió para el infante una Transfiguración del Señor, original de Rafael, según la copia de Poussin; una Virgen en majestad con Santiago, san Antonio y otros santos de Rubens y una Anunciación de Mengs. Así Paret, como se dirá en su momento, hizo copias de su cuadro Las parejas reales para varios miembros de la familia real. La colección de don Luis albergaba cuadros de los pintores más conocidos, o al menos entonces se les adjudicaba su autoría a ellos, tales como Bassano, Caravaggio, Carraci, Corregio, Guarcino, Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Ricci, Romano, Sasso, Tiziano, Veronese, Carreño, Coello, Goya, El Greco, Morales, Murillo, Ribera, Velázquez, Boel, Brueghel de Velours, Kessel, Seghers, Teniers, Vos, El Bosco, Mengs, Poussin, Vernet. No se trata de las obras cumbre de estos pintores pero eran de gran calidad o copias de otras consideradas como tales. En base al inventario de la testamentaria, las dos estudiosas de las colecciones artísticas del infante, Peña y Domínguez-Fuentes llegan a las cifras que a continuación se exponen. Según dice la última de ellas las distintas colecciones estaban constituidas por el número siguiente de piezas. Grabados Pinturas Esculturas 197 4215 909 343 Domínguez-Fuentes (2002), T. I, pp. 88, 90 y 99. Según afirma esta autora, T. I, pp. 97 y 98, el valor de las pinturas del marqués de la Ensenada eran de 1.510.075 reales de vellón (3.932.839 €). Entre ellas el Retrato ecuestre del conde-duque de Olivares, de Velázquez. 198 Esto parece contrade cir lo que se afirma sobre la terminación del cuadro por Goya, de lo que se hablará extensamente en el capítulo IV. 199 Domínguez-Fuentes (2002), T. I, pp. 107 y 113. 78 Dibujos 155 El total de obras es de 5.622. Peña rebaja el número de pinturas a 849. Estaban representadas todas las escuelas, pero el predominio era de la italiana y la española. En la tabla adjunta se refleja la distribución de las pinturas por escuelas dada por las citadas autoras. En el caso de Peña se refiere a las 370 pinturas que se reservaron para los herederos, vendiendo 479200. Domínguez-Fuentes hace lo mismo sobre las 438 pinturas con atribución de su catálogo razonado. Esta última incluye también grabados y dibujos. Escuelas Italiana Española Flamenca Alemana Holandesa Francesa Anónimos Difícil identificación TOTAL Peña Pintura 95 87 58 11 7 7 87 11 370 Domínguez-Fuentes Pintura Grabados Dibujos 108 1355 10 164 414 26 124 53 14 2 16 12 1020 438 2842 38 Como se ve, las escuelas italiana, española y flamenca predominan con diferencia respecto a las restantes y que suele ser lo habitual entre las colecciones españolas, pues se trata de los países con los que España tuvo mayor contacto durante su predominio político. Con respecto a los pintores con mayor presencia, los datos de Peña aportan las cifras siguientes: Sasso (i) Goya (e) Teniers (f) Brueghel (f) Albano (i) De Vos (f) Heda (h) Mengs (a) Ribera (e) Velázquez (e) 18 18 17 15 8 7 7 7 7 7 Sasso, Goya y Mengs fueron pintores que trabajaron para el infante, por lo que no debe extrañar el elevado número de pinturas que tenía de ellos. De 200 Domínguez (2002), T. I, p. 126, dice que se pusieron en almoneda 459 cuadros, 119 fueron adquiridos, 93 se retiraron para los herederos y 163 se pusieron a la venta posteriormente. 79 Rafael tenía cinco obras. Estos datos en la actualidad, salvo para los pintores que le trabajaron, pueden variar pues algunas atribuciones han cambiado, como ocurre con el retrato del infante don Luis del Museo de Cleveland que durante tiempo se supuso de Goya, cosa que Peña hace en su catálogo razonado, y que se abordará en el capítulo IV. Es de interés la valoración que tuvieron los cuadros y aunque en ella influye el tamaño, tema, autor y composición, como señala Peña201, es evidente que determinados artistas estaban más considerados que otros, cosa que puede haber variado en la actualidad dado el tiempo transcurrido. Sarto (Sagrada Familia) Rafael (San Juan en el desierto) Rafael (sin indicación de tema) Corregio (Santa) Sasso (Retrato) Romano (Mitología) Albano (Mitología) Romano (sin indicación de tema) Leonardo (sin indicación de tema) Goya (Retrato) Miguel Ángel (Santo) 36.000 reales (93.758 €) 34.000 reales (88.549 €) 28.000 reales (72.923 €) 26.000 reales (67.714 €) 20.000 reales (52.088 €) 16.000 reales (41.670 €) 13.000 reales (33.857 €) 12.600 reales (32.815 €) 10.300 reales (26.825 €) 10.000 reales (26.044 €) 8.000 reales (20.835 €) Dentro de la escuela italiana, española y flamenca, las más representadas en la colección, pertenecen a Sarto, Goya, con el retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga, la mujer de don Luis, y Brughel, con dos alegorías de la Gula y la Vista, son los más valorados. Los segundos son respectivamente Rafael, Teniers, con una pintura de género que no se especifica, y Bayeu con una Virgen con Niño202. Es evidente que las valoraciones que se harían ahora serían diferentes, pues alguno de los pintores más considerados en esta lista ha pasado hoy a un segundo plano en las preferencias de los coleccionistas y en el criterio de los expertos. Igualmente, los temas mitológicos o religiosos no son los preferentes hoy en día, aunque hay que señalar que, dado que muchas de las adquisiciones del momento tienen un evidente carácter inversionista, es la firma lo que se cotiza y mucho menos el tema y la composición, que tienen menor trascendencia. También era importante la colección de grabados cuyo número se ha señalado en el cuadro precedente. Estaban constituidos tanto por colecciones o álbumes, como por estampas sueltas. En su catálogo razonado DomínguezFuentes señala 43 colecciones. 201 Peña (1990), T. III, p. 36. Los datos que siguen se han obtenido de los cuadros de las páginas 43 a 46. 202 Peña (1990), T. III, pp. 36-37. 80 La tradición de la estampa en Italia y Francia era mucho más antigua que en España y por tanto eran muy abundantes y de gran calidad las estampas que allí podían comprarse. Como se ha señalado antes, los grabados de estos países eran los más abundantes de la colección. Los grabados de la escuela italiana debió de obtenerlos a través de su hermano Carlos III siendo éste rey de Nápoles o por contactos que le proporcionó. Posiblemente, además de comprarle, le regalaría muchos y según dice Domínguez-Fuentes fue el origen de su colección, que debió de comenzar hacia 1751. Poseía un ejemplar, cuatro tomos, de la Antichitá Romanae de Piranese, Logias, pilastras de logias y bóvedas según dibujos de Teseo, Rafael y Bassano. 94 grabados constituían la colección de grabados sobre la vida de pintores italianos203. Por influencia de su hermanastro Fernando se interesó por las colecciones de grabados franceses. Tenía una colección de éstos sobre obras de Rafael y otros pintores italianos, constituida por 94 grabados. 15 eran las estampas sobre la Capilla del Hospicio de los niños expósitos. De grabadores españoles la cantidad era menor pero incorporaba a los mejores, Brú de Ramón, Carmona, en quien se interesó mucho don Luis de tal forma que de las 319 estampas sueltas, 81 eran de este autor, Palomino, Selma y, cómo no, los grabados de Goya sobre las obras de Velázquez204. La colección de dibujos era menos extensa pero tenía obras de Mengs, Giordano, Romano, Nani, Inza, Paret, Parmesano y Reni entre otros. No de tanto relieve era su colección de escultura. Tenía un buen número de terracotas, para nacimiento especialmente, pues su hermano Carlos le había regalado una Natividad polícroma animándole a comprar este tipo de obras. El escultor José Moreda estuvo al servicio del infante desde 1752 a 1769. Juan Cháez fue nombrado escultor de Cámara en 1783 y realizó numerosas figuras de barro para nacimientos. La mayoría de ellas eran de artistas españoles y así Domínguez-Fuentes señala que de 204 esculturas de su catálogo razonado 191 pertenecen a la escuela española y 13 a la italiana205. También tenía una colección de aparatos para la reproducción de fenómenos y ensayos físicos, que no admite comparación con ninguna de las comentadas. Era el tributo a la moda en el campo de la ciencia. Posiblemente dentro del campo de las artes el mayor interés del infante debía de ser la música. El mismo, según se afirma, tocaba el clave y realmente, como se analizará más adelante con detenimiento, el artista de mayor relieve 203 204 205 Domínguez-Fuentes (2002), T. I, p. 22 y pp. 214 y sgs. Domínguez-Fuentes (2002), T. I, p. 26 y 27 y pp. 214 y sgs. Domínguez-Fuentes (2002), T. I, p. 22 y T. III, pp. 755 y 756. 81 que se mantuvo como su servidor hasta su muerte fue un músico: Boccherini. La música debía de constituir la única diversión continuada en Arenas y es seguro que tuviese una buena biblioteca de partituras, cuyo análisis no se ha llevado a cabo hasta ahora, caso de que esto sea posible y no se haya perdido toda huella. El mantuvo una orquesta hasta su muerte y casi con seguridad las actuaciones de sus músicos debían de ser, si no diarias, si muy frecuentes. Argüir como demostración de su conocimiento musical el que construyó algún instrumento no es muy convincente. La artesanía era otra de las aficiones de los nobles de la época, que solían “construir” relojes, obras de carpintería o instrumentos diversos como entretenimiento y siempre bajo los auspicios y cuidado de expertos y en el caso concreto del violín mencionado el infante don Luis fue ayudado por Joseph Vallestreri o Ballestieri. El infante parece hacía cuadros de marquetería uno de los cuales regaló a su sobrina María Josefa206. Insistiendo en lo ya adelantado, las colecciones artísticas y científicas eran algo común a los reyes y nobles de la época. Su existencia era motivo de propaganda, vehículo de representación y una magnífica inversión, sin que su posesión implicase unos conocimientos sobre esas materias ni siquiera una afición por ellas. El infante don Luis no era una excepción y ni por formación ni por talante se le puede incluir entre los buenos conocedores y amantes de los objetos artísticos. Más bien hay que pensar que su situación en la corte y su apego a su madre le proporcionaron magníficos consejeros para las compras de los objetos artísticos, amén de los que pudo heredar, que por provenir de familias reales eran marchamo de extraordinaria calidad. No parece que justificadamente pueda atribuírsele, como hacen muchos autores, una competencia y conocimiento artístico y situarlo como un hombre ilustrado. Esto no implica una crítica negativa del Infante Luis Antonio, que era un noble como muchos los de su época. Hay que llegar a la conclusión de que lo que de verdad le gustaba y eran sus grandes aficiones eran la caza y las mujeres, y posiblemente por este orden. Quizá al nacer sus hijos éstos se convirtieron en el principal foco de su atención, pero la escasa documentación sobre la vida diaria en Arenas, la escasez de correspondencia que arroje luz sobre ello, motiva que no se pueda asegurar. Tampoco le interesó en absoluto la política, ni interior ni exterior, por más que se diga que no intervino en ella por estar al margen de intrigas, cosa muy dudosa si tenemos en cuenta la correspondencia que mantuvo con su madre durante el reinado de Fernando VI. Cuando podía haber jugado un cierto papel, durante los últimos meses de la vida de su hermanastro, prefirió quedar al margen, y bien clara era la opinión que de él tenía su madre, compartida por los nobles y altos funcionarios. En la extensa correspondencia que mantuvo Carlos III con el que había sido su ministro en Nápoles, Tanucci, publicada parcialmente por Anes y Ba- 206 Lavalle (1996), p. 74. 82 rrio207, que llega hasta junio de 1763, sólo se menciona al infante para hablar de su salud o de que ha acompañado al rey en sus salidas de caza. Don Luis no hizo nada, no se ocupó de nada, ni jamás se le encomendó tarea alguna de cierta entidad. Si aplicamos los criterios, que algunos de los autores anteriormente comentados, dan para considerarle un ilustrado, ¿cómo habría que considerar a Manuel Godoy Príncipe de la Paz, cien codos por encima del infante? Algunos de los juicios que emiten esos autores más parecen dictados por la fascinación que el personaje provoca en ellos, o son fruto de un intento de comparación con su hermano Carlos III, de la que éste salga malparado. 207 Carlos III (1988). El resto de los tomos de la extensa correspondencia se encuentra en el Archivo General de Simancas. 83 Capítulo II La boda de Don Luis de Borbón. Los años en Arenas de San Pedro La vida amorosa del infante don Luis debió de ser bastante agitada, especialmente desde que abandonó las dignidades eclesiásticas, como ya se ha señalado en párrafos anteriores. Lavalle hace referencia a las relaciones que mantenía en 1749, cuando el infante tenía 22 años y faltaban cinco para que renunciase a los honores eclesiásticos: “Por estas fechas comenzaron los escarceos amorosos del infante don Luis que traían de cabeza al viejo marqués de Scotti. Enterada de todo, María Antonia comenta a su madre que siente que su hermano haya vuelto tan tarde, sin que la fluxión que sufría le hubiera hecho escarmentar. Temía que no hubiera remedio, a menos que Dios lo remediara con su poder. La reina viuda le contesta que ella siempre tiene la esperanza de que su hermano se enmiende, aunque para la madre resultaba evidente que el infante cardenal nunca llegaría a hacer los votos religiosos”208. Pero estos escarceos se complicaron a partir de 1775, de tal manera que Vázquez escribe “que llegó a una situación de escándalo”209, lo cual no debía ser del agrado de su hermano Carlos III. Por cartas del propio infante, a los encargados de la administración de sus bienes o a altos funcionarios responsables de alejar a sus amantes de la corte, se sabe con cierto detalle de alguna de las relaciones que tuvo. Así, en una carta que dirige a Figueroa, posiblemente de mayo de 1775, puede leerse “ ... pues estoi mui seguro que siempre me ha sido fiel y no veas otra cosa que es falso todo no dudes que está preñada y tambien está seguro que no es de otro pues no ha visto a nadie sino a mi a Dios .....”210. La mujer a la que se refiere se llamaba María García Puerta. Para evitar siguiera viendo al infante se hizo un montaje para desprestigiarla ante él y que éste rompiera con ella. Mariquita, como la llamaba el infante, juntamente con 208 Lavalle (2002), p. 195. No parece que el “celibato obligado”, que apunta Tortella (2002), p. 124, durase 27 años. 209 Vázquez (1990), p. 154 210 A.H.N. Sec. Estado. Leg. 6439. Citado por Vázquez (1990), p. 163. 84 sus hermanas, fueron trasladadas a Palencia, pero la amante de don Luis escapó presentándose en Aranjuez. Don Luis explica en una carta a Figueroa que Mariquita ha estado con él, pero la ha hecho volver pues era un disparate y le ruega no tome providencia fuerte contra ella. Se cita a un tal Luisito, que Peña opina era un correveidile, y que probablemente se trate del pintor Luis Paret211. Otro caso, por las mismas fechas, es el de Antonia María Rodríguez, de la que habla el infante en carta del 1 de octubre de 1775 “ ..... el caso es que la pobre infeliz de Antonia María Rodríguez siendo la que yo quería más de todas y corriendo la misma propiedad de las demás la ha tocado a la infeliz la peor suerte, está en San Fernando por su desdicha y la mía pues es contra mi situación que mas izieron con una de un esportillero en fin lo que te pido por gracia es que ya que está allí esté la pobre con alguna distinción ..... “212. Como puede apreciarse, el infante no se contentaba con una sola amanHay que decir en su favor, que su actitud, asumiendo la responsabilidad del embarazo de María García Puerta y el interés por mejorar la situación de Antonia María, pone de relieve lo dicho anteriormente sobre la bondad de su carácter. te213. El propio infante escribía a Antonia María una carta en marzo de 1776 cuyo comienzo es el siguiente: “Oy 17 de marzo: querida, adorada amada idolatrada y sin igual Antonia mia de mi alma y de mi vida, único consuelo mio, me dices en tu antecedente chica de mis entrañas que me estas aciendo una ligas mui bonitas, alma mia ......”214 El infante tenía 49 años y esta muestra epistolar de su amor resulta algo inmadura y con una expresión improcedente en una persona que se supone culta y además perteneciente a la nobleza. Con motivo de estos asuntos el infante se quejó al presidente del Consejo de Castilla, Manuel Ventura Figueroa, de la persecución a la que era sometida una de sus amigas. 211 Peña (1990), pp. 216 y 217. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 6937. Citado por Vázquez (1990), p. 164. La cursiva es nuestra. 213 Peña (1990), T. I, pp. 215, opina que se trata de una sola mujer y que ha habido confusión con los nombres. Igualmente cree que esta mujer fue el gran amor de don Luis. 214 A.H.N. Sec. Estado. Leg. 6437. Citado por Vázquez (1990), p. 164. 212 85 “No se como te atreves a amenazarme así no tengo miedo a nadie ni se me da perder la vida soi Hijo de Phelipe quinto y ninguno conocemos el miedo”215. Peña opina que la frase “soy hijo de Felipe V”, se ha tomado para “ilustrar el carácter altivo y casi chulesco de don Luis” pero es más bien “velada amenaza, pero no a favor de uno mismo o en contra de un tercero, sino en favor de una mujer, a la que otros muchos hombres en igual caso y circunstancias habrían abandonado a su suerte”216. El 2 de agosto vuelve a escribirle “Amigo Figero con esta van tres y me parece no es ningun zapatero de viejo el que te escribe que con una sobrava y era demasiado que quieres castigar mas a esa pobre infeliz”217. Admitiendo lo que dice Peña y teniendo en cuenta el carácter romántico y positivo de la respuesta de don Luis en defensa de su amada, el tono de ambas cartas está fuera de lugar, más cuando el infante, por corto que fuese y por muy cegado que estuviese por su amor propio, no podía ignorar que Figueroa no podía contestarle, pues al fin y al cabo era el hermano del rey. Las aseveraciones de ambas cartas resultan un poco ridículas y ponen de relieve que provienen de una persona de carácter débil, que reacciona de una manera inadecuada ante algo que se opone a sus deseos. El infante tendría que saber que si Figueroa actuaba de esa manera era por orden expresa de Carlos III, al cual, lógicamente, no se atrevía a dirigirse. Este asunto, más las consiguientes consecuencias que trajo, como se comentará más adelante, debió provocar un notable escándalo, aunque no aflorase a la superficie. Posiblemente, dejando a parte su ardor amoroso, que debía superar la media, si es que se pudiese medir y comparar, el infante no debía hacer nada fuera de lo que debía ser habitual en la época y, el escándalo, debía provenir, más que del hecho de tener amantes, del tipo de mujeres con las que mantenía sus relaciones, pues con anterioridad también se le había criticado su trato llano con los sirvientes y empleados. Su mala suerte fue que su hermano, el rey Carlos III, no era nada condescendiente con esas conductas. Las cosas se complicaron pues don Luis cayó enfermo a consecuencia de las relaciones con sus amantes. Es muy interesante lo que escribe el conde de Fernán Núñez en su Compendio del reinado de Carlos III, con referencia al infante don Luis 215 216 217 Álvarez (1948), p. 34. Peña (1990), T. I, p.217. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 6437. Citado por Álvarez (1948), p. 32, nota 2. 86 “Imbuido pues en esa idea218 y no pensando pudiese dispensarse á su favor la costumbre general establecida para los Infantes de España, no se atrevió jamas á exponer al Rey sus necesidades. Arrastraronle estas á algunos deslices, que le hicieron perder su salud, y habiendo procurado á los principios sostenerla con paliativos afin de ocultar su estado y no faltar á la compañía de su hermano, le fue preciso no acompañarle por mas de qüarenta dias para restablecerse radicalmente, como lo logró”219. La versión que sobre este asunto da el embajador francés, marqués de Ossun, en carta de 25 de septiembre de 1775 a su corte, pone de relieve que el asunto se hizo público, lo que debió acentuar el malestar de Carlos III “El Infante D. Luis tiene una afición a las mujeres, y, enterado de ello el Rey, tomo medidas para acabar con este desorden. Curóse el Infante de una enfermedad muy común en España, y todo pasó sin escándalo. Pero habiendo descubierto el cura de Palacio que el Infante, arrastrado por su temperamento, tenía a su disposición tres mujerzuelas, con quienes se solazaba sin que el Rey lo supiera, cuando con él iba de caza, se lo participó al confesor de Su Majestad, que se lo dijo al Monarca, añadiendo que, en conciencia debía poner a esto pronto y eficaz remedio. El Rey dio al confesor plenos poderes para que así lo hiciera, y el buen fraile empezó por detener a varios criados de D. Luis; descubrió a los que le servían terceros en sus amores; condenó a unos a presidio en Puerto Rico; desterró a otros por tres y seis años a sesenta leguas de la Corte; alejó también y castigó con mas o menos severidad a las mujeres, y a sus padres como cómplices, y se permitió echar un sermón al Infante en los términos más duros, obligándole a pedir perdón al Rey, su hermano. De aquí resultó que no quedó en España nadie que no supiera una aventura que debió quedar de todos ignorada”220. La versión de Danvila del suceso es la siguiente: “Su natural robusto y vigoroso con el ejercicio y la vida campestre que había seguido desde su infancia, le hizo preferir la vida mundana á la que sus padres le tenían señalada; y advertida esta tendencia por una enfermedad que descubrió todo el misterio, no hubo ya secreto para nadie, y Carlos III se vió obligado á comisionar a su confesor el P. Eleta para que afease su conducta. El infan218 Se refiere a la imposibilidad de casarse por su condición de cardenal y arzobispo. Fernán-Núñez (1791), pp. 208-209. 220 Álvarez de Linera (1948), p. 35, nota 1. No cita de donde obtiene la información. Solar Quintes señala com o fuente Archivo de Negocios Extranjer os. París. Correspondencia de España, vol. 577, fol. 412. Con estos antecedentes no se explica que Tortella (2002), p. 126, afirme que “se esgrimió esta falsedad”. Se volverá al tema más adelante. 219 87 te D. Luis suplicó al confesor que intercediera con el monarca para que le autorizara á contraer matrimonio con la dama que fuera de su real grado”221. El Compendio de Fernán-Núñez está fechado en 1791 y posiblemente escrito, al menos en parte, con anterioridad. Se trata por tanto de un documento muy cercano a los hechos que describe. Además por su condición de gentilhombre de cámara222 tendría que estar al tanto de todo lo que ocurría en la corte. A esto hay que añadir que fue escrito, según se dice en la portada, “para si y sus descendientes” lo que implica una gran libertad al hablar de ciertos temas delicados, como el que aquí se comenta. Más adelante sigue “Crea sea este uno de los grandes pesares que haia tenido el Rey en su vida, pues á mas del que le causaba la enfermedad de su hermano á quien amaba mucho, su origen ofendía en algún modo su modestia, y su falta de confianza, con la qual todo hubiera podido remediarse, penetraba en su corazón”223. Según se desprende de lo que dice Fernán-Núñez, y ya se ha adelantado, el asunto debió molestar mucho a Carlos III, tanto por su índole, por tratarse de su hermano, un miembro de la familia real, como por la falta de confianza del infante al no ponerle en antecedentes de lo que le ocurría. Debe tenerse en cuenta que el rey debía ser hombre bastante inflexible, exageradamente estricto en cuestiones de sexo, y que las normas cortesanas eran muy rígidas, al menos en el papel. El retrato que hace Muriel sobre las virtudes de Carlos III, en su obra sobre este monarca, puede aclarar el porqué del disgusto del rey con su hermano Luis. “Se conoce cuan metódica era su vida, cual era su primor sobre la honestidad y con que piedad sincera y ardiente observaba las prácticas de las virtudes cristianas. Ahora bien, la autoridad se encontraba concentrada en el rey, el brillo de sus virtudes no podía sino reflejarse en sus ministros, y contribuir esencialmente a la dicha del reino, por lo que los buenos ejemplos del monarca conservaban tanto en la corte como en el reino la gravedad de las costumbres, la decencia, la cortesía la buena fe, y aupaban aún más la buena y antigua lealtad que ha devuelto a los Españoles tan recomendables a los ojos de otros pueblos antiguamente”224. 221 222 223 224 Danvila (1891), T. V, p. 494. Ferrer (1856), T. IV, p. 148, nota 1. Fernán-Núñez (1791), p. 209. Muriel (1839), p. 40. 88 Es evidente que la actuación del infante no era un buen ejemplo para los súbditos de la monarquía española y, por tanto, no podía agradar a su hermano, imbuido de las virtudes que le adjudica Muriel. No se sabe con certeza qué papel jugó Luis Paret y Alcázar en todo el asunto. Con casi total seguridad se trate de uno de esos servidores que cita el embajador francés en la carta expuesta anteriormente, y, ya antes, se ha señalado que un Luisito era mencionado como intermediario entre don Luis y su o sus amantes. La realidad es que fue procesado por el Consejo de Castilla y debió marchar a Puerto Rico. Según una carta del marqués de Grimaldi a don Julián de Arriaga, secretario de Despacho Universal de Indias, el 19 de septiembre de 1775 habían partido, por Real Orden, para Puerto Rico Luis Paret, Luis Cubero, Juan García y la mujer de éste, María Antonia Cabarosi225, añadiendo: “… pasen estos sujetos a aquella Ysla con solo el fin de alejarles de estos dominios: que ha de cuidar no salgan de ella sin orden de S.M., pero que no se les estorve tome cada uno el modo de vivir y ocuparse que más le convenga”226. La relación de Paret con el infante venía de largo. En 1763 el pintor no consigue entrar en la Academia pero el infante, que posiblemente advirtió talento en el aspirante, le concede una pensión para ir a Roma a completar su formación, convirtiéndose en su protector. En 1770 le nombró pintor de cámara con el “honor y sueldo”, cargo en el que estuvo once años, según se afirma en la carta que la Real Academia envía al marqués de Casa Irujo el 26 de enero de 1819. Permanecería por tanto en el cargo hasta 1781227. Seguramente siguió cobrando el sueldo asignado por el infante, 10.000 reales de vellón anuales (26.044 €)228, durante su estancia en Puerto Rico, pues aparecía en la lista de servidores como “ausente y Fuera de servicio” y don Luis era generoso229. En Puerto Rico permaneció hasta 1778. El gobernador de la isla, José Dufresne, en carta de 8 de agosto de 1778, comunica al ministro del Interior, José Gálvez, que ha recibido notificación del Gobernador del Consejo de Castilla anunciándole que la pena de destierro de Paret le había sido conmutada por otra de un alejamiento de cuarenta leguas de la Corte y los Sitios Reales. El pintor debió llegar a España en noviembre o diciembre230. El 7 de junio de 1780 es elegido académico de San Fernando. Por encargo del infante Paret había pintado el cuadro Parejas Reales, fiesta hípica celebrada en Aranjuez el 6 de junio de 1770, en la que participó don Luis. 225 Delgado (1957), p. 28. Archivo General de Indias. Audiencia de Sto. Domingo, leg. 2357. Expediente instaurador de parte, 1775. Citado por Delgado (1957), p. 29. 227 Morales (1997), p. 50. Luna (1991), p. 72, dice que desde el 2 de diciembre de 1774, abandonando el cargo en 1785. 228 14.000 reales según Luna (1991), p. 75. 229 Morales (1997), p. 56. Cita a Peña (1991), p. 73. 230 Delgado (1957), pp. 30 y 31. 226 89 De este cuadro, al parecer, hizo varias copias o versiones para “otras personas Reales”231, una de las cuales fue el infante don Gabriel. Según señalan diversos autores232 Paret pintó para don Luis Baile de máscaras, La tienda del Anticuario (1772), La Puerta del Sol (1773) y Máscaras en un bosque o Paseo en el bosque (1773). Es de especial interés el álbum de pinturas a la aguada, con el título Colección de las aves que contiene el gavinete de Historia natural del Serenísimo Señor Infante D. Luis. De esta colección dos láminas pertenecen al Museo del Prado, mientras las restantes se encuentran diseminadas por colecciones particulares por lo que resulta difícil saber cuantas eran, aunque pueden suponerse veinte, precedidas de una magnífica portada233. Una de ellas se ha mostrado en la figura 26. Fig.28 Paret. “Parejas Reales”. 1770. Museo del Prado. N.º invt. 1044. Peña afirma que en el inventario de pinturas que se hace al morir el infante, figuran cinco cuadros de Paret: La tienda del Anticuario, Máscaras en un bosque y La puerta del Sol, ya mencionados, y además, Un muchacho y una niña y Traje de Castilla, que formaban pareja. Todos ellos fueron heredados por la viuda de don Luis y trasladados a Zaragoza y colgados en la casa de San Pedro Nolasco, con la excepción de Un muchacho y una niña234. Buena parte de los historiadores que han abordado, con mayor o menor extensión y profundidad, la vida de don Luis de Borbón, señalan como hecho trascendental y dramático de su vida su tardío casamiento, a causa de la negativa de Carlos III a darle el permiso para hacerlo. Para explicar el extraño proceder del rey para con su hermano argumentan que aquel defendía el orden suce231 Morales (1997), p. 46. Cita la biografía de Paret existente en la Academia de San Fernando. Gaya Nuño (1952), Pardo Canalis (1978), Morales (1997). 233 El tamaño de las hojas es de 39x31cm. y el área pintada 34x27,5cm., recuadrada por un filete dorado. Milicua (1991), pp. 143-144. 234 Peña (1991), p. 77. 232 90 sorio de sus hijos a la corona española. Según afirman, en el Auto Acordado de 1713 (Ley Sálica), promulgado por Felipe V, se dice que los aspirantes al trono español deberían ser nacidos y educados en España, cosa que no ocurría con los hijos del rey, por lo que los descendientes de don Luis, caso de que los tuviese, tendrían preferencia en la línea sucesoria. Tempranamente se mantiene esta tesis, pues el marqués de San Felipe, en su historia sobre el reinado de Felipe V, al hablar del año 1713, comenta como hecho importante la promulgación del Auto Acordado “.... se le ofreció por mayor quietud de sus vasallos, amando su posteridad, derogar la ley de que entrasen a la sucesión de la Corona hembras, aunque tuviesen mejor grado, proponiendo los varones de línea transversal descendientes del Rey, queriendo heredar antes el hermano del príncipe de Asturias que su hija, si le faltaban al príncipe varones. Esto parecía duro a muchos, más satisfechos de lo inveterado de la costumbre que de lo justo; y más, cuando se había de derogar una ley que era fundamental, por donde había entrado la Casa de Borbón a la sucesión de los reinos. Los mas sabios y políticos aprobaron el dictamen, por no exponer los pueblos a admitir rey extranjero, habiendo príncipes de la sangre real en España que directamente descendían de Felipe V”. “Ejecutóse en esta forma, y con consentimiento de todas las ciudades en Cortes, del Cuerpo de la nobleza y eclesiásticos, se estableció la sucesión de la Monarquía, excluyendo la hembra aún más próxima al reinante si hubiese varones descendientes del rey Felipe en línea directa o transversal, no interrumpida varonil, pero con circunstancia y condición que fuese este príncipe nacido y criado en España, porque de otra manera, entraría en el Trono el Príncipe Español inmediato; y en su defecto de Príncipes Españoles, la hembra más próxima al último Rey” 235. Fernán Núñez en su Compendio no dice nada de esto. El más contumaz defensor de esta tesis es Muriel, clérigo soriano, ilustrado, afrancesado, liberal templado, admirador de las ideas de la Revolución francesa y masón, muerto en París hacia 1840236, traductor de Coxe al francés y responsable de las ampliaciones, que se incluyen en el libro de éste en las ediciones francesa y española. Escribe al respecto: “Cuando se estableció la ley sálica, para la recesión á la corona, sancionada por las cortes de Madrid en 1713, en tiempos de Felipe 235 236 Bacallar y Sanna (1957), T. 2, pp. 96-97. La cursiva es nuestra. Seco Serrano, en la Introducción a la Historia de Carlos IV de Muriel. 91 V, se mandó espresamente que el príncipe llamado a sucederle á la corona de España, debia ser nacido en estos reinos (176)”237. En la nota 176 cita como fuente al marqués de San Felipe238. Sin embargo, como veremos más adelante, Muriel fue consciente de que no era correcta la cita que se hacía del Auto Acordado. Ferrer, al hablar del infante, escribe: “De haberse interpretado la ley de sucesión de 1713 en el concepto de quedar excluidos del trono los príncipes no nacidos y educados en España, figurara el infante D. Luis como heredero presunto de la corona al ceñírsela Carlos III, cuyos hijos eran todos napolitanos, y después de fallecido el infante D. Felipe, duque de Parma, De aquí había provenido la zozobra que trajo D. Carlos239 durante su viaje, de la cual pudieron sacarle en parte las aclamaciones de los catalanes, y por completo el juramento de los tres brazos del Estado juntos en Cortes. No obstante, siempre mantuvo algun recelo de que los artífices de intrigas llegaran á escoger al infante D. Luis como centro de sus maquinaciones; y por esto, y tambien por cariño, jamás le perdía de vista, y se le llevaba siempre de caza”240. No señala claramente que la ley sucesoria de 1713 fuese la causa que movía a Carlos III a negarle el casamiento a su hermano don Luis, pero lo insinúa. Matilla Tascón escribe que “Sabido es que la Ley Sálica establecía que el príncipe reinante había de ser nacido y criado en España, con carácter preferente”241 Álvarez de Linera sigue a Muriel aunque con alguna variante, al igual que Vázquez y Arnaiz, el cual dice: “… y de otro el latente problema sucesorio que para el príncipe de Asturias suponía su nacimiento y educación fuera de España, cir- 237 Coxe (1847), pp. 418-419. Las notas de la edici ón francesa y la española difieren. En la primera se cita como fuente las Memorias del Marqués de San Felipe, tomo III, página 62, mientras en la española sólo se menciona al autor. Si es acertado lo que dice Seco sobre el año de fallecimiento de Muriel, la obra de Coxe se publicó en España habiendo muerto Muriel, el autor de las ampliaciones. El número de nota señalado corresponde a la edición española, en la francesa es la 1, de la página 22, del tomo VI. 239 La zozobra de Carlos III no provenía del Auto acordado, sino del posible rechazo del príncipe de Asturias por parte de los españoles por se italiano, como han señalado varios autores. 240 Ferrer del Río (1856), T. III, p. 144. 241 Matilla (1989), p. 15. 238 92 cunstancias excluyentes a la ascensión al Trono de acuerdo con la malhadada Ley Sálica”242. Peña insiste también en el hecho de que la ley Sálica impedía el reinar a los no nacidos en España: “La Ley Sálica de 1713 decía que los reyes españoles debían haber nacido y sido educados en España”243. En un trabajo posterior mantenía: “Pero la diáfana claridad de la Ley Sálica de 1713 afirmando que los reyes españoles tenían que haber nacido y sido educados en España …” 244. Moreno de las Heras afirma “El rey, …., quiso evitar que la futura descendencia del infante pudiera poner en peligro el ascenso al trono de su hijo Carlos, ya que la ley Sálica de 1713 decía que los reyes españoles debían haber nacido y sido educados en España … “245 En esta misma línea, Rúspoli246 insiste en que esa era la causa por la que Carlos III impedía el casamiento del Infante y escribe que “la Ley Sálica de 1713 decretaba que todos los reyes españoles tenían que haber nacido y ser educados en España”247. Tortella también mantiene el razonamiento de Muriel pero con matices. Fernández Álvarez escribe: “… la ley sálica impuesta por Felipe V y que regulaba la sucesión a la Corona marcaba que el príncipe heredero debía ser natural de España” 248. y Peña afirma “La siguiente persona en la línea sucesoria era Carlos VII de Nápoles, cuya descendencia, en contra de lo que decía la ley Sálica, 242 Arnaiz (1996), p. 21 Peña (1989), p. 105. 244 Peña (1996), p. 43. 245 Moreno de las Heras (1997), p. 115. 246 También otros autores como Barce (1992), p. 19. 247 Rúspoli (2000), p.133. En una obra posterior, Rúspoli (2004), pp. 223-224, este autor insiste en el tema. 248 Fernández Álvarez (2001), p. 165. 243 93 había nacido y sido criada en Nápoles. Si Don Luis se casaba y tenía hijos, éstos podían causar problemas ya que legítimamente les correspondía la corona”249. El orden sucesorio español ya se había establecido en la Segunda Partida, Título XV, Ley II, Como el fijo mayor ha adelantamiento, e mayoría sobre los otros hermanos250 en donde puede leerse: “Ca segund natura, pues que el padre, e la madre cobdician auer linaje que herede lo suyo, aquel que primero nasce ....”251. Este orden fue alterado por Felipe V mediante el Auto Acordado, mencionado reiteradamente, titulado Nuevo Reglamento sobre la sucesión en estos Reynos, transformándolo en un orden semi-sálico, pues si señalaba la preferencia del varón en la línea sucesoria, permitía, en caso de ausencia de varón, “reinara la mujer de mejor línea sucesoria y grado descendiente de aquel, constituyéndose así en nueva cabeza de línea reiniciándose, a partir de ella, la sucesión por vía agnaticia”252. La argumentación utilizada por los autores que basan la negativa de Carlos III en permitir el casamiento de su hermano, el infante D. Luís, en la condición impuesta por los aspirantes a la Corona española de ser nacidos y criados en España, parece convincente y toca la sensible fibra del patriotismo, pero el Auto Acordado no menciona para nada esas condiciones. Es posible que otra ley anterior introdujese esos condicionantes, pero no lo hace el Auto Acordado 253. Si hubiera alguna ley anterior en tal sentido conviene recordar que Felipe V no era nacido en España ni educado en ella (no sabía hablar español), por lo cual resulta extraño promulgase una ley que él mismo no cumplía. Anteriormente ese había sido el caso de Carlos I, nacido en Gante y educado en Flandes por su tía Margarita de Austria, sin que por esos motivos hubiera tenido problemas para reinar. Resulta extraño que un rey nacido y educado en Francia colocase esas condiciones en una ley de sucesión. El Auto Acordado marca cómo debe producirse la sucesión de Felipe V, ya que, de forma muy detallada, va señalando la línea a seguir, nombrando a cada uno de los hijos que entonces tenía, sin, hay que insistir, mencionar para nada los requisitos de lugar de nacimiento ni formación. En el Auto se dice en su punto primero: 249 Peña Lázaro (1991), p.63. Pardo Canalís (1978), p. 16, Baticle (1995), p. 66, Lavalle (2000), p. 211 y Calleja Leal (2004), p. 202 también mantienen esta opinión. Tejero (1990), pp. 93 y 94, se apoya en Ferrer. 250 Tomás Villarroya, J., Pérez de Armiñan, A. (1996), p. 104. 251 Los Códigos Españoles ...... (1848), p. 410 252 Tomás Villarroya,J., Pérez Armiñán, A. (1996), p. 104 253 Esto ya lo indica Tortella (2002), pp. 122-123. Hace referencia a otras leyes sin que en ellas figure la exigencia mencionada para los aspirantes al trono español. 94 “Habiéndome representado mi Consejo de Estado las grandes conveniencias y utilidades que resultarian á favor de la causa pública y bien universal de mis Reynos y vasallos, de formar un nuevo reglamento para la sucesión de esta Monarquía, por lo cual, á fin de conservar en ella la agnación rigurosa, fuesen preferidos todos mis descendientes varones por la línea recta de varonía á las hembras y sus descendientes, aunque ellas y los suyos fuesen de menor grado y línea”254. No fue bien vista la nueva ley por los ciudadanos y el Consejo de Castilla. Según el marqués de San Phelipe, la reina Maria Luisa de Saboya, la primera mujer de Felipe V, estaba empeñada en sacar esta ley adelante. Las maniobras de la reina, con la ayuda del duque de Montalto, que estaba muy considerado entre los miembros del Consejo de Estado, consiguieron la aceptación de este organismo. No ocurrió lo mismo con el Consejo Real de Castilla, ya que “... huvo tanta variedad de pareceres, los más equivocos y obscuros, que al fin nada concluían...... “ “... ni gran parte de los consejeros, sentían bien el mudiar la forma de sucesión, sino dexar la que havían establecido los antiguos reyes don Fernando el Católico con la reina doña Isabel ... “ “Indignado el rey Phelipe de la obscuridad del voto o de la oposición de los consejeros mandó se quemase el original de la Consulta del Consejo Real, por que en tiempo alguno no se hallase principio de duda y fomento a una guerra, y que cada consejero diese su voto por escrito aparte, enviándole sellado al Rey”255. La consulta resultó, como era previsible, favorable a los designios del rey. La derogación del Auto se llevó a cabo durante el reinado de Fernando VII, mediante una pragmática sanción de 1830, confirmada el 31 de diciembre de 1832. Sin embargo, con anterioridad, las Cortes de Madrid en su sesión de 30 de septiembre de 1789, a propuesta del conde de Campomanes, habían solicitado su derogación, lo cual fue aceptado por Carlos IV, según se dice en el acta de la sesión de 31 de octubre. Se reservó su publicación para cuando se tuviera por conveniente256. Hay que insistir en que nada se dice respecto al nacimiento y educación de los aspirantes al trono de España. Curiosamente, esta circunstancia la había 254 Novísima recopilación, T. I, p. 4. Ballacar y Sanna (1957), pp. 239. Citado en García-Gallo (1984), pp. 861-862. 256 Villarroya y Pérez de Armiñán (1996), p. 105, nota 56. A este respecto, en 1975, el actual director de la Academia de la Historia, Gonzalo Anes escribía: “Carlos IV deseaba, sin duda, tranquilizarse mediante la derogación del Auto acordado promulgado por Felipe V, que establecía que no podían reinar en España príncipes nacidos en el extranjero, y Carlos IV había nacido en Nápoles”. Anes (1975), pp. 415-416. 255 95 advertido el propio Muriel en la nota 1, de la página 22, de la traducción francesa de Coxe: “Sin embargo, merece llamar la atención el que el auto acordado de la Recopilación, no hace merito de la circunstancia indispensable del nacimiento y educación del príncipe de Asturias en España”257. A pesar de esta nota, el resto del texto del capítulo II de la Parte Adicional sigue basándose en la necesidad de nacimiento y educación del heredero en España. En un trabajo posterior, la Historia de Carlos IV, Muriel sigue insistiendo en sus argumentos: “La cláusula de la Ley Sálica que pedía por condición indispensable para reinar el nacimiento y crianza de los príncipes en España, excluía, pues, claramente del trono a los hijos de Carlos III, nacidos y criados en Nápoles. Si cualquiera otro príncipe nacido y criado en España hubiese pretendido invalidar en lo venidero los derechos de la familia partenopea, el texto de la Ley le hubiese favorecido sin duda”258 Pero, como él mismo ha dicho, los datos en que se basa su argumentación no figuran en la Recopilación, para mantener su hipótesis hay que buscar una solución, llegando a la conclusión de que Carlos III cambió la ley en las ediciones de la Recopilación publicadas durante su reinado. “Se cuidó (Carlos III), también de hacer nueva edición de la Recopilación y de no imprimir en ella las palabras del Auto acordado de 1713, relativas al nacimiento y crianza de los reyes dentro del reino”259. En la nota 1 de la página 22, del tomo VI de la edición francesa, una gran parte de la cual no figura en la española, Muriel plantea las siguientes cuestiones, siempre en el mismo sentido: “¿Cuándo se hizo esta supresión y por quien? ¿qué formalidades se han empleado para alterar tan esencialmente la ley fundamental de la sucesión a la corona? ¿hicieron las cortes algún cambio o volvieron a tener una reunión a este respecto que se mantuvo secreta por consideraciones de mayor importancia?”260. En la edición de 1723 de la Recopilación 261, la inmediata después de la promulgación del Auto Acordado, que evidentemente poco pudo manipular 257 258 259 260 261 Coxe (1847), pp. 592. Muriel (1959), p. 15. Muriel (1959), p. 15. Coxe-Muriel (1827), p. 25, nota al pie. Auto CLXIV (1723). El auto de 1713 ocupa desde el folio 171r al folio 173v. 96 Carlos III con siete años, nada se dice respecto a las exigencias que señala Muriel. Otros autores han buscado otras explicaciones para argumentar por qué la cláusula tan repetida no figura en las recopilaciones de las leyes fundamentales. Así, Álvarez de Linera cita la ley Sálica con la cláusula y le dedica alguna página a pesar de que más adelante afirma que no existe “Esta condición de que el rey debiera haber nacido y sido educado en España no figura en Novísima Recopilación, publicada en tiempo de Carlos IV, cuya ley V, del título I de su libro III es el citado Nuevo reglamento sobre la sucesión de estos reinos, firmado en Madrid por Felipe V a 10 de mayo de 1713. ¿Cómo y por quién se hizo esta supresión?”262. La explicación del motivo de su falta es la siguiente: “En realidad, se suprimió la cláusula, como se ha dicho, por una real orden comunicada por un secretario del rey. Lo dice taxativamente Zamora y Caballero en su Historia general de España y de sus posesiones de Ultramar desde tiempos primitivos hasta el advenimiento de la República, aunque con eso sólo Carlos IV no logró hacer indiscutible su derecho al trono de España mientras estuviera en pie el auto acordado en 1713” e insiste: “La cláusula había existido ......”263. Cita un documento de la Biblioteca del Palacio Real, del que se hablará de inmediato. Comenta que Godoy le reprochó a la reina María Luisa que tenía menos derechos que su esposa 264 María Teresa Borbón Vallabriga. Por su parte Peña insiste en la existencia de la cláusula “Carlos III tenía numerosa sucesión, pero toda ella nacida en Nápoles. Y, la legislación, Pragmática de 1713, decía que los reyes españoles habrían de haber nacido y sido criados en suelo español”. “La ley de 1713 era clara y diáfana al afirmar que los reyes españoles habían de haber nacido y sido educados en suelo español. De ahí todos los problemas y cavilaciones del Rey Alcalde”265. Posiblemente la opinión más apasionada es la de Español Bouche “Se suele ignorar, incluso entre personas ilustradas, que la referida Pragmática vino a ser la parte externa de un asunto mucho más 262 263 264 265 Ávarez de Linera (1948), p. 55. Álvarez de Linera (1948), p. 56. Álvarez de Linera (1948), p. 71. No cita la fuente de donde obtiene este dato. Peña Lázaro (1990), T. I, p. 224 y p. 233. 97 oscuro: un golpe de estado palaciego perpetrado por el propio Carlos III” “Así que convocó [se refiere a Felipe V] las Cortes de 1712 a 1713 con el objetivo de consagrar tanto la llamada ley semi-sálica como la necesidad de que el heredero de la corona naciera y fuese criado en España”. “Como veremos, la pretendida generalidad de la referida Pragmática lo que realmente persigue es la anulación del Infante don Luis privando a su descendencia de sus derechos”. “Es algo gravísimo, y realmente extraordinario, el hecho de que nada menos que una ley fundamental del reino haya sido tan manipulada desde su origen, para saber cómo era y qué decía se tenga que recurrir a las memorias de un particular. “Fernando VI y luego Carlos III se negaron a casar al Infante don Luis que, sin embargo, expresó en numerosas ocasiones el deseo de contraer matrimonio” “La actitud de Carlos III con su hermano fue realmente vergonzosa. Mantenía soltero al Infante, obligándole a tener relaciones ajenas al matrimonio266. Como apoyo a su argumentación cita al marqués de San Phelipe y Coxe, este último según lo que dice Álvarez de Linera. Como ya hemos visto con anterioridad realmente el tema es suscitado por Muriel en las addendas que hace en la traducción al francés de la obra de Coxe y parece ignorar que el clérigo afrancesado dice sobre la condición de nacimiento y crianza en España para los aspirantes a la corona española. Mantiene la supresión en el original de la ley aunque admite que la copia existente en el Archivo del Congreso no dice nada de tal exigencia. Tortella, que señala la falta de la cláusula, da una posible explicación de la negativa a conceder el permiso para casarse al infante. “¿Cuál es, entonces la causa del conflicto? No es arriesgado considerar la esquizofrenia como una de sus causas, un factor que debió tener notable influencia en los recelos sucesorios, sobre todo por parte del heredero, futuro Carlos IV, y de su joven y ambiciosa esposa, M.a Luisa de Parma, más que del propio rey, Carlos III”. No parece una explicación muy convincente y el propio autor se cura en salud sobre ella, y, en nota a pie, dice: 266 Español (1999), pp. 24, 26, 30, 41, 43 y 49. El autor no señale alguna de las numerosas ocasiones en que mostró deseos de casarse el infante ni de que manera Carlos III obligaba a su hermano menor a mantener relaciones ajenas al matrimonio. 98 “A falta de una clarificación definitiva, que excede el marco de este estudio, expongo, con las debidas cautelas, lo que la tradición ha explicado, aún con algunas aportaciones propias”267. Una vez que ha quedado claro que el Auto Acordado de Felipe V no imponía ninguna condición de nacimiento y educación en España a los aspirantes al trono español, hay que hacer algún comentario. En el documento que menciona Álvarez de Linera existente en la Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid se puede leer: “… la sucesion de esta Monarchia, por las Lineas Masculinas, pretericion á las Lineas femeninas, prefiriendo mi descendencia Masculina de varon en Varon, a la de embras de suerte que el varon mas remoto descendiente de Varon sea siempre antepuesto á la embra mas proxima y sus descendientes, con la precisa condicion de que el Varon que aya de suceder, sea nacido y procreado de Lexitimo Matrimonio observando entre ellos el dró. y lugar de Primogenitura, y criado en España, ó, en los Dominios poseidos de la Monarchia fiel, y ovediente a sus Reies los Vienes que esta propuesta providencia resultan a la futura tranquilidad de mis Reinos, y los perjuizios e incertidumbres que con ella …”268. Este escrito está incluido en el volumen primero, de tres, que recopilan documentos manuscritos e impresos de los siglos XVII y XVIII, que al parecer pertenecieron a don Benito Martínez Gayoso y se nombran como “Papeles varios de Estado”. Algunos pudieron ser copiados de mano de su poseedor. Del documento aquí mencionado nada más se ha podido averiguar. ¿Se trata de una carta, tal como dice su título?, ¿de un borrador del Auto? La consecuencia que se puede extraer es que posiblemente en algún momento hubo intención de que el Auto de 1713 incluyese la condición que se ha debatido en párrafos anteriores, o que alguien, consultado, hiciese la propuesta que figura en el documento transcrito. Sea como fuere, la realidad es que en el Auto Acordado no figura tal requerimiento, lo cual no debe extrañar, si se piensa, como ya se ha indicado, que el rey que la promulgaba no cumplía esas condiciones. Admitiendo, lo que resulta difícil con lo hasta aquí expuesto, la negativa de Carlos III a conceder a su hermano el permiso para casarse, hay que recordar que aquél comienza a reinar en 1759, cuando el infante don Luis tenía 32 años, edad más que suficiente para estar casado. Muriel también lo vio y escribe al respecto: “Es bastante notable que Fernando VI, á quien no podía serle desconocido el motivo de esta renuncia (se refiere a las dignidades 267 268 Tortella (2002), p. 123. Cartas generales (1712) 99 eclesiásticas de don Luis), haya descuidado el casarlo, como el infante deseaba con el mayor ardor”. Los deseos del infante no están documentados. Continúa “... por el influjo que ejercía ya la corte de Nápoles en los consejos del rey de España”. “Todo hace creer que Carlos viendo muy próxima su sucesión á la corona de España, y tal vez ayudado por la sagacidad y previsión de la reina viuda, su madre, no descuidó de hacer que adaptase su hermano los principios políticos que adoptó más tarde con tan inflexible perseverancia”269. Peña Lázaro, que como se acaba de ver supone la existencia de la cláusula del nacimiento y educación en España, insiste en la negativa de Carlos III en permitir el casamiento de su hermano. ”Por tanto, el matrimonio le estaba vedado, no sólo por ancestral costumbre citada sino porque corría serio peligro el primogénito de Carlos III. Era cierto que éste había sido jurado, y hacía mucho tiempo, como Príncipe de Asturias, pero no era menos cierto que la historia tenía casos más extraños de problemas sucesorios. El temor que albergaba Carlos III que más demostrado en las gozosas expresiones que empleaba al escribir a Tanucci notificándole haber sido jurado su hijo como Príncipe de Asturias. El matrimonio de Don Luis por ello, no era ya problema íntimo que a él sólo competiera, sino problema de alta política nacional”270. Pero, como según se ha visto, la argumentación sobre el Auto Acordado de 1713 es errónea. Cabe preguntarse: ¿que interés tenía el rey en evitar o retrasar el casamiento de su hermano? ¿No sería al contrario, que el infante se encontraba muy a gusto con su soltería y jamás se lo planteó? El suceso de la enfermedad contraída, como ya se ha dicho, enojó en gran medida a Carlos III. ¿Llegó éste a tratar directamente con su hermano el asunto? Por lo que dice el infante en una carta al confesor del rey, de la que se tratará más adelante, parece que sí y la conversación debió de ser dura y bastante humillante dada la índole del asunto. El padre Eleta también habló con el infante, mandado por el rey, y, teniendo en cuenta el carácter débil del infante, ambos contactos debieron de crearle bastantes remordimientos, pues no debía sentirse capaz de llevar una vida más casta y tener que volver a enfrentarse a su hermano le debía atemorizar, por lo que debió insinuar que el único remedio efectivo sería el matrimonio. Además debió de ser consciente de que su desliz le sobrepasaba: había implicado al rey y por tanto a la Corona. 269 270 Coxe (1847), pp. 414-415. Peña Lázaro (1990), p. 221. 100 Posiblemente por indicación de su confesor, el infante se dirigió al padre Eleta en carta fechada el 1 de octubre de 1775 en San Ildefonso, en la que le recuerda la conversación mantenida anteriormente en la que solicitó casarse y le ruega insista de nuevo ante el rey, dejando en manos de éste la designación de persona y el modo de realizar la unión, por tratarse de un matrimonio de conciencia. Carlos III debió considerar que la petición del infante no pasaba de ser una decisión poco meditada y caprichosa para capear el temporal que había creado y no tomó decisión alguna. En enero de 1776 el infante vuelve a escribir a Eleta recordándole su anterior carta y haciéndole notar que habían pasado cuatro meses sin haber recibido noticia alguna. Se queja de que se le prometió que en el año nuevo el asunto estaría finalizado y no se le ha dado explicación alguna y no quiere “sufrir la vergüenza de hablar de nuevo con el Rey de algo, que se os ha encargado a Vos y a vuestra deliberación”. El rey no le ha ordenado nada al respecto salvo que por tratarse de un caso de conciencia debe hablar con Eleta271. Álvarez de Linera escribe al respecto: “Antes de recibir esta carta (la de enero), debió el padre Eleta hacer ver al rey que en conciencia no debía dar lugar con su inhibición ante semejantes peticiones, tan justas como respetuosas, al escándalo y males que podrían seguirse, y Carlos III cedió contra su voluntad y cumplió con el deber de conciencia de acceder a aquella boda, con la condición de que el infante no se casara con ninguna princesa de las Casas reinantes a la razón en Europa”272. El infante debió de volver a ver a su hermano por lo que se desprende de la carta de Grimaldi273 a Figueroa de 13 de febrero de 1776, salvo que esté refiriéndose a acontecimientos pasados, lo que no parece probable. “... y ha quedado el Padre persuadido que no se puede en conciencia retardar a este Príncipe la licencia de casarse, asi lo ha referido el Padre al Rey: y S.M. en vista de todo esto me ha mandado escribir a V.M. Ilma. Para que sin pérdida de tiempo y con prela271 Estas dos carta s son incluidas por Muriel en sus apéndices a la obra de Coxe (1827). Vázquez (1990) las copia en francés en su obra y las traduce, pp. 191-194, pero no cita procedencia. Evidentemente no parece fuesen escritas por el infante pues sólo basta considerar su estilo en la correspondencia mantenida con su madre y con los altos fun cionarios. Debieron serle dictadas por su confesor o persona de su entera confianza dado el tema que se aborda. 272 Álvarez de Linera (1948), p. 36 273 Jerónimo Grimaldi (1720-1786). Italiano, fue embajador de Felipe V. Negoci ó la paz con Inglaterra. En 1763 llegó a Secretario de Estado. Por su condición de extranjero no tenía aceptación popular. Enemigo del partido aragonés y por tanto del conde de Aranda. Cayó en desgracia en 1776. Fue embajador en Italia donde murió. 101 ción a cualquier otro negocio se despache en el Consejo consulta y ley consabida ..... “274 El conseguir una pretendiente de la alcurnia del infante que accediese a casar con éste no debía de ser cosa fácil. El infante estaba cercano a la cincuentena, debía pasar por una persona algo especial por sus costumbres, no sólo las sexuales, y además había padecido una enfermedad contagiosa y vergonzante de cuya curación podía dudarse. El conde de Fernán-Núñez señala que se pensó en la hija de Carlos III “Restablecido enteramente el Infante, le provocó el Rey que si le hubiera tratado con la confianza debía haber tenido en él, no hubiera padecido su salud. Pensó pues S. M., no obstante la costumbre en contrario, casarle con su amada hija la Infanta Da Maria Josefa, que por ser pequeña y algo contrahecha, no había podido colocarse, y fue antepuesta a ella como lo hemos dicho su hermana menor Da Maria Luisa para el Gran Duque de Toscana. No obstante esto, como su cara no era desagradable y que el Infante Dn Luis la amaba y conocía su corazón y excelentes calidades aceptó con gusto la proposición, y ambos interesados ya conformes y contentos. Pero de un dia á otro mudó de opinión la Infanta, á quien algunos habian persuadido sin la menor razón que los restos de la enfermedad del Infante (que estaba perfectamente curado,) podian perjudicarla, y asi se reusó á lo que antes había admitido, y quedó el Infante en una situación más desagradable aun que la anterior”. “No pudiendo entonces ocultarla ya al Rey, insistió en repetirle la necesidad que tenía de abrazar el estado del matrimonio, y S. M. le dijo que no habiendo en las circunstancias proporción alguna de colocarle conforme a su nacimiento, podría escoger entre las Damas solteras de su Reyno la que se conviniese á aceptar su mano” “Pero queriendo fuese considerado este matrimonio como meramente de conciencia, á imitación de los que en Alemania se llamaban de mano izquierda, para comprenderle en lo posible en la Pragmática de 23 de Marzo citada arriva, no podia hallar el infante sino una persona pobre y no de la primera clase, que aceptase este partido”275. Muriel dice que doña Maria Antonia de Borbón, reina de Cerdeña y hermana de don Luis, “hubiera tenido sumo gozo, si se casase con unas de sus cuñadas ó hijas”276. Más adelante explica la posibilidad de un enlace con su so274 A.H.N. Secc. Estado. Leg. n.º 6437. Citado por Vázquez, p.190. Fernán-Núñez (1791), pp. 210-213. 276 Peña (1990), T. I, p. 226, afirma que don Luis ante tal proposición “firme en sus convicci ones no aceptó. Eran de sangre azul”. No documenta el rechazo del infante. Su afirmación parece 275 102 brina la infanta María Josefa, aunque, como veremos, en términos algo distintos a como lo hace Fernán-Nuñez. “Por su parte el infante don Luis se dirigió á su sobrina la infanta doña María Josefa, hija de Carlos III: manifestándole deseos de casarse con ella. Tenemos a la vista tres cartas, escritas de puño de esta princesa á su tio, con fechas del Pardo en los primeros meses del año de 1776, en las que se muestra la infanta enteramente favorable a este pensamiento”277. Fig.29 Mengs. 1760. La infanta María Josefa de Borbón, hija de Carlos III. Patrimonio Nacional. Lorenzo Tiepolo. 1763. La infanta María Josefa. Museo del Prado. N.º inventario 4138 Por supuesto todo quedó desbaratado por la intervención de Carlos III que impone que el infante no se “uniese á ninguna princesa que perteneciese á casas reinantes de Europa” y más adelante Muriel insiste “Carlos se opuso tenazmente al enlace de su hermano con una princesa, fuese quien fuese”278. Esta afirmación de Muriel no parece objetiva, y posiblemente esté dictada por motivos ideológicos. Resalta el mérito del infante al aceptar las condiciones de un matrimonio de conciencia en virtud de “los preceptos de la religión y los deberes de una conciencia religiosa timorata”. Apunta que las motivaciones de Carlos III para actuar como lo hizo eran también “principios religiosos” y “no solía algo improbable salvo que se haga desde un supuesto ideológico imposible de admitir en el hermano de Carlos III. Esto entra en contradicción con el posible matrimonio con su sobrina. 277 Coxe- Muriel (1847), p. 418. Muriel no transcribe ninguna de esas cartas. La cursiva es nuestra. Álvarez (1948), transcribe lo dicho por Muriel. Las cartas, parece, no han sido encontradas. 278 Coxe-Muriel (1847), p. 418. No da apoyo documental a tales informaci ones. Tejero (1998), p. 142, dice que la idea del matrimonio con María Josefa partió de Carl os III, “a pesar de esta bárbara consanguinidad”, para “resolver a su favor la cuestión sucesoria”. Desgraciadamente el autor no indica en qué se basa para tal afirmación. 103 faltar, salvo por razones poderosas, en el amor filial y en la severidad relativa a las costumbres, por lo que consintió en modificar su primera resolución”, es decir, permitió casarse al infante. Sin embargo, señala que, aunque desde el advenimiento al trono de España Carlos III fue un modelo de castidad, en Nápoles había tenido alguna aventura, pues en 1818 existía allí una dama, conocida como la princesa española, que se suponía hija suya e, igualmente, era una opinión bastante extendida sobre sus relaciones íntimas con la marquesa de Squ... 279. ¿Pretende Muriel con este añadido, un poco fuera de lugar, justificar al infante? Ferrer280 se apoya en Fernán-Núñez, aunque añade que fue pensamiento de Carlos III el enlace de su hija con el infante y que los contrayentes eran acordes con la voluntad real. Tortella, que como hemos indicado señala la inexistencia en la ley Sálica de imposiciones sobre nacimiento y educación de los pretendientes a la corona, sigue la vía conspirativa de Muriel “La acusación de haberse infectado (el infante don Luis) no era un detalle puramente morboso a añadir a toda la conspiración. De hecho, se esgrimió toda esta falsedad281 para impedir una vía de salida que Luis venía planteando, que era la de casarse con su sobrina, la infanta Ma Josefa, hija de Carlos III, una joven algo deforme y muy fea cuya colocación matrimonial venía preocupando al trono. Efectivamente, se tomó la excusa de la supuesta enfermedad venérea contraída por el infante para desbaratar el acuerdo de principio que había concedido la infanta”282. Testigos como Fernán-Núñez o el embajador francés, según se ha expuesto anteriormente, dan total veracidad a la enfermedad del infante. El 23 de marzo de 1776 se da en el Pardo una Pragmática, que se publica en Madrid el 27 de marzo, de título Consentimiento paterno para la contracción de esponsales y matrimonio por los hijos de familia 283, por la que se pretendía evitar el abuso de contraer matrimonios desiguales. En las Indias su aplicación fue en 1778, a raíz de la publicación de una real cédula, de fecha 7 de abril de ese año, 279 Coxe-Muriel (1827), p. 51 y nota al pie. Como ya se ha dicho las notas de la edición francesa son más extensas que las de la española y esta n o es una excepci ón. Está señalada con (*) y corresponde a la 177 de la edición españ ola. Algunos autores suponen que la marquesa en cuestión es la de Esquilache. 280 Ferrer (1856), p. 145 281 Como hemos visto anteriormente no era una falsedad 282 Tortella (2002), p. 126. No hay apoyo documental para lo mucho que se dice en este párrafo. Aunque es evidente que el canon de belleza es algo muy personal, a la vista de los retratos de la figura 29, aunque los autores hubiesen intentado mejorar a la modelo, ésta no parece tan fea. Ocurre que la visión más conocida de ella es la que muestra en La familia de Carlos IV, pero han pasado 24 años desde el momento que aquí se trata. 283 Novísima recopilación de las leyes de España. Tomo IV, Libro VIII, Ley IX, pp. 11-15. 104 en la que se decía la forma de aplicación de la Pragmática de 23 de marzo. Está pragmática tuvo continuación en reales cédulas y órdenes en años posteriores hasta ser modificada por real cédula de 1 de junio de 1803. En ella por lo que se refiere a la nobleza puede leerse en el punto 11 “Mando asimismo, que se conserve en los Infantes y Grandes la costumbre y obligación de darme cuenta, y á los Reyes mis sucesores, de los contratos matrimoniales, que intenten celebrar ellos ó sus hijos é inmediatos sucesores, para obtener mi Real aprobación: y si (lo que no es creible) omitiese alguno el cumplimiento de esta necesaria obligación, casándose sin Real permiso, así los contraventores como su descendencia por este mero hecho queden inhabiles para gozar los Títulos, honores, y bienes dimanados de la Corona; y la cámara no les despache á los Grandes la cédula de sucesión, sin que hagan constar al tiempo de pedirla, en caso de estar casados los nuevos poseedores, haber celebrado sus matrimonios, precedido el consentimiento paterno, y el Regio sucesivamente”284. En el punto 12 continúa “12 Pero como puede acaecer algun raro caso de tan graves circunstancias, que no permitan que dexe de contraerse el matrimonio, aunque sea con persona desigual, quando esto suceda en los que estan obligados á pedir mi Real permiso, ha de quedar reservado a mi Real Persona, y á los Reyes mis sucesores el poderlo conceder; pero tambien en este caso quedará subsistente é invariable lo dispuesto en esta pragmática en quanto á los efectos civiles, y en virtud la muger, ó el marido, que cause la notable desisgualdad, quedará privado de los Títulos, honores, y prerrogativas, que le conceden las leyes de estos reynos, ni sucederán los descendientes de este matrimonio en tales dignidades, honores, vínculos ó bienes dimanados de la corona, los que deberán recaer en las personas, á quienes en su defecto corresponda la sucesión; ni podrán tampoco estos descendientes de dichos matrimonios desiguales usar de los apellidos, y armas de la casa de cuya sucesión quedan privados; pero tomarán precisamente el apellido, y las armas del padre ó madre que haya causado la notable desigualdad; concendiéndoles, que puedan suceder en los bienes libres, y alimentos que deban corresponderles, lo que se prevendrá con claridad en el permiso, y partida de casamiento285”. 284 285 Novísima recopilación, p. 13. Novísima recopilación, pp. 13-14. El subrayado es nuestro. 105 Fig.30 Antonio Rafael Mengs. Retrato de Carlos III. Museo del Prado. N.º invt. 2200 Peña Lázaro, al hablar del casamiento del infante don Luis, dice lo siguiente respecto a la Pragmática: “… sino que la ley se redactó, ideó e hizo pensando en la boda de don Luis”286. En su tesis vuelve a insistir “La ley se preparó efectivamente de rápida forma, de modo que estaba ultimada y firmada por el Rey a finales de Febrero. La ley como su título adelanta, reglamenta los casos de enlace entre personas de manifiesta desigualdad. Bajo esta fachada, su objetivo no era otro que inhabilitar a la posible descendencia del In- 286 Peña (1989), p. 106. 106 fante Don Luis, a todo derecho que pudiera corresponderle en relación con su augusto padre”287. En un trabajo de 1991 asevera: “La Pragmática está pensada exclusivamente para Don Luis”288. En uno posterior copia la mayor parte del párrafo de su tesis289. En otra parte de su tesis afirma “Pero una vez aprobada la Pragmática sobre matrimonios desiguales, que había sido redactada en términos verdaderamente draconianos, holgaba toda medida posterior. Sin embargo se trató a Don Luis con ensañamiento”. “Y todo ello organizado, pensado y dispuesto por el Rey que se enorgullecía de tener por máxima de su vida la conocida y brillante, pero no cumplida frase «Primero Carlos, luego Rey»”290. Por su parte Tejero escribe “Bajo pretexto de una regulación general de los casamientos de sus súbditos, Carlos III «solucionaba» el caso de su hermano” “Tal intencionalidad no escapó a los hombres perspicaces. El diputado a Cortes (1812) García Herreros afirmaba fue motivada por el casamiento del infante Don Luis contra la voluntad de Carlos III (Actas de las Cortes de Cádiz, Taurus, 1964, T. I, p. 316)”291. Español al tratar el tema afirma: “La raiz del asunto [la Pragmática de Carlos III] estribaba en que, si nadie discutía el derecho de Carlos III al trono de España, se podía poner en duda el derecho de su hijo, el futuro de Carlos IV. Y es que la jura de éste último como Príncipe de Asturias muy bien podía considerarse ilegal ya que violaba formalmente lo dispuesto por las Cortes de 1713 puesto que todos los hijos de Carlos III habían nacido en Nápoles” No puede admitirse que la Pragmática de 1776 fuese promulgada en exclusiva para el caso del infante don Luis. Ya hemos visto que el supuesto de partida, lo que decía el Auto de 1713 respecto a los herederos del trono, no era cierto, con lo cual ni tenía que impedirse el casamiento ni, por lo tanto, promulgarse la Pragmática a causa del infante . De hecho, la posición de éste, y de re287 Peña (1990), T. I, p. 224. Peña (1991), p. 64. 289 Peña (1996), p. 41. 290 Peña (1990), T. I, p. 233. No indica de donde toma la frase que supone pronunció Carlos III. 291 Tejero (1990), p. 51, nota 59. Cabe suponer que la perspicacia adjudicada al diputado García debe ser por coincidir con el autor. 288 107 chazo la del rey y la monarquía, era tan desairada que la pragmática era una solución que le permitía salvar la cara y dejar fuera del asunto a Carlos III: el infante optaba por amor a contraer un matrimonio morganático. Villarroya y Pérez de Armiñán escriben al respecto “La Pragmática de 1776 tenía básicamente por objeto impedir – o en todo caso – dificultar los denominados «matrimonios desiguales», es decir, los matrimonios entre personas de distinto rango y condición dentro de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Afectaba, por tanto, a quien pertenecían al estado noble, empezando por los miembros de la Familia Real, que por definición lo encabezaban. En el caso de estos últimos, la desigualdad de rango se daba en España incluso cuando los Príncipes e Infantes contraían matrimonio con personas pertenecientes a la nobleza, pero no integrantes del círculo de las familias reales en sentido estricto. Este fue precisamente el caso de la primera aplicación de la Pragmática, con motivo del matrimonio morganático del Infante Don Luis, hermano de Carlos III, con Doña María Teresa de Vallabriga, el 24 de abril de 1776, justo un mes después de su promulgación (52)”292 En la nota 52 citan un comentario de García-Mercadal “... señala que «con la isogamia Carlos III se proponía dos objetivos: controlar las alianzas contraídas por la aristocracia mas poderosa del reino y reforzar el orgullo genealógico de la dinastía, alejando del trono los peligros que pudieran provocar estirpes advenedizas»”293. La Pragmática se comenzó a aplicar en las posesiones americanas en 1778, como se ha adelantado, por la emisión de una Real cédula dada en el Pardo el 7 de abril de 1778. Fue modificada el 26 y 31 de mayo de 1783, el 8 y 22 de marzo de 1787, el 19 de abril de 1788, el 8 de febrero de 1790, el 11 de junio de 1792, el 27 de febrero de 1793 y el 17 de febrero de 1798294. Finalmente Carlos III accedió a que el infante se casase y éste hizo la solicitud en escrito fechado el 15 de abril de 1776, en los términos que siguen: 292 Villarrolla y Pérez de Armiñán (1996), p. 101-102 García-Mercadal (1995), p. 252. Citado por Villarroya y Pérez de Armiñán. 294 Marre (1997). Se ha consul tado la reproducción electr ónica del ar tículo. Hay que considerar que para un documento hecho ex profeso para el infante don Luis se tomaron muchas molestias para modificarlo, incluso muerto éste. La autora señala que el documento se convertía en la mejor expresión del patriarcado soci opolítico de la corona española, según algunos autores. Representaba una restricción de la jurisdicción de la iglesia en asuntos relacionados con la familia. 293 108 “Señor. Por principio de Religión y movido de estímulos de conciencia me determiné a solicitar a Vuestra Majestad el permiso de casarme; enterado de la disposición en que Vuestra Majestad se halla de condescender a mi súplica y aciéndome cargo que acaso puedan presentarse reparos difíciles de allanar, para proporcionarme un matrimonio con persona igual; pido ahora formalmente a Vuestra Majestad su real permiso para contraer un matrimonio con persona desigual pero decente e ilustre en los términos que lo previene la nueva Pragmatica y ley establecida en 23 de marzo de este año”295. El permiso fue concedido el 24 del mismo mes: “No permitiendo las circunstancias actuales el proporcionar matrimonio al Infante Don Luis mi hermano con persona igual a su alta esfera, y no pudiéndose por lo mismo convinar con el bien del Estado el casamiento que a su vocación le llama: vengo a concederle permiso desigual, según él me ha pedido; pero deberá ser ésta escogida en la clase a lo menos de caballeros particulares distinguidos y honrados y comunicarme antes quién es la persona que eligiere”296. En un segundo escrito de 15 de mayo el rey añade: “Si el Infante mi Hermano casase en los términos que tiene pensado, o en otro modo, salga de la Corte para siempre, y solo use del Título de Duque de Chinchón, sin llevar librea de mi casa, ni cosa anexa a ella. Que si tuviese subcesión, no puedan sus Hijos usar el apellido Borbón, ni heredar los Estados que goza el Infante y sólo usen el apellido de la Madre ……”297. Muriel dice que el padre de María Teresa envío un memorial a Carlos III “demostrando los inconvenientes de haber infamado la descendencia de aquella union legítima”. “Esta especie de memorial fue muy mal recibido”298. La persona elegida, entre las otras candidatas propuestas, una hija del duque de Parma y una sobrina del marqués de Campo Real299, fue, como se ha dicho anteriormente, doña María Teresa Vallabriga300 y Rozas, nacida el 6 de 295 Citado por Vázquez (1990), pp. 194-195. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2538. Citado por Vázquez, p. 195. 297 Archivo del Conde de Campomanes. ACC 30/30. Citado por Vázquez, p.196. 298 Coxe-Muriel (1846-47), p. 426. 299 Peña (1996), p. 41. 300 En los documentos oficiales y en las cartas de Godoy a la reina María Luisa, el apellido aparece tanto Vallabriga como Ballabriga. Este es un apellido aragonés y actualmente se escribe tanto con B como con V. 296 109 noviembre de 1759301 en Zaragoza, que según datos que obran en el Archivo Histórico era “hija de Don Joseph Ignacio Ballabriga y Español, capitán del regimiento de caballería de Boluntarios de España y de Doña Josepha Rozas y Drummond, Condesa de Torresecas”302. En 1733 se había desplazado a Madrid para vivir con sus tíos, los marqueses de San Leonardo. En las conversaciones y negociaciones habidas para concertar el matrimonio, María Teresa fue representada por su tío Pedro Stuart y Portugal, marqués de San Leonardo, teniente general, “caballero de todas las órdenes de España, caballerizo mayor del rey, hermano del duque de Veragua y nieto del mariscal Berwick”303. Se ignora cuál fue la causa de que la elección recayese en María Teresa. Propuestas las tres candidatas ¿se le indicó al infante alguna preferencia o eligió él? En caso de que sucediese lo segundo ¿en base a qué hizo la elección? ¿Quien indicó los nombres de las candidatas? ¿Quien consideró que la persona adecuada era María Teresa, caso de que no fuese el infante quien decidiese? ¿Hasta qué punto la elegida estuvo de acuerdo con la proposición que le hacían? ¿Aceptó libremente o fue presionada por su familia y su entorno? ¿Ignoraba o tenía conocimiento de las condiciones que se le imponían de vivir , no sólo fuera de la corte sino ni siquiera la posibilidad de visitarla así como los reales sitios, el no poder usar los apellidos de su marido ni el título que le correspondía por casamiento? ¿Ignoraba que los hijos que pudiera tener de su matrimonio estarían sujetos a las mismas restricciones que la imponían a ella? Su tío debió de entender que era una gran oportunidad para una joven, posiblemente con dote no excesiva, para emparentar con la familia real, a pesar de los inconvenientes que tenía tal matrimonio. Muriel afirma: “No sin mucho esfuerzo se pudo determinar a doña María Teresa á que consintiese en casarse con el infante” “… doña María Teresa no se decidió sin estremado pesar, a dar su consentimiento para este enlace con un príncipe á quien no conocía y cuyo carácter no podía aun estimar”304. Álvarez de Linera, basándose en Muriel, dice que costó trabajo convencer a María Teresa. Ninguno de los dos aporta documento alguno que apoye tal afirmación305, aunque lo lógico es que fuese así dada la diferencia de edad entre ambos y los antecedentes de la enfermedad de don Luis. Arnaiz, basándose en 301 302 303 304 305 En función de los datos reflejados en el act a de defunción Peña (1996), p. 57, supone nació el día 7. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2538. Coxe-Muriel (1846-47), p. 424. Coxe-Muriel (1846-47), p. 425. Álvarez (1948), p. 40 110 la generosidad del infante por los regalos que hizo a la novia, de lo que se hablará más adelante, afirma que estaba encantado con el noviazgo, cosa extraña porque apenas debía conocer a la novia306. Bastante diferente es la versión que da Swinburne, caballero inglés que recorre España entre 1775 y 1776: “Don Luis, el hermano del rey, después de ser cardenal y arzobispo, está ahora en vísperas de casarse con una bella joven aragonesa, de la que se encaprichó el año pasado, cuando ella perseguía en medio de los campos una mariposa. Como el ha hecho una colección de historia natural, esta similitud de gusto le impresionó mucho. Esta boda, a la que el rey ha consentido a su pesar, ha producido una revolución total en las leyes matrimoniales de España”307. Como puede apreciarse es una narración digna de un cuento de hadas que está muy lejos de la realidad. Posiblemente le fue comunicada al autor, bastante ingenuo por otra parte, por interlocutores interesados en dar una imagen muy favorable del infante y de su casamiento308. Sigue: Se ha publicado una nueva pragmática o edicto, para impedir todas las uniones entre de desigual rango o cualidad: mediante este decreto quedó abrogada la costumbre antigua. Hasta ahora dependía del poder de los padres para impedir que sus hijos se casaran con quien quisieran, y la iglesia intervenía para obligarles para que hicieran un convenio aceptable a la joven pareja. A la novia de don Luis no se la otorga el título o el rango de princesa de sangre, ni a sus hijos se les considerará cualificados para suceder a la corona; el infante ha de residir cerca de Talavera donde no me cabe duda que llevará una vida feliz, puesto que tiene gran afición a la música y a la historia natural; su gabinete contiene una colección valiosísima de ejemplares poco comunes, especialmente los que se encuentran en los dominios españoles. Este príncipe es alegre, humano, afable y lleno de encanto, buenas cualidades que le convierten en el favorito amado de la nación”309. 306 Arnaiz (1996), p. 21. Swinburne (1787), T. II, p. 145. Resulta curi oso que Glendinning (1981), p. 236, incluya, sin citar fuente, la “historieta” del conocimiento de María Teresa por el infante cazando mariposas. 308 Curiosamente, Peña (1990), T.I, p. 227, se hace eco de esta historia sin citar fuente. 309 Swinburne (1787), pp. 145-146. 307 111 Fig.31 Palacio de Aranjuez El 19 de mayo el infante comunica al rey quién ha sido la elegida y solicita la real licencia para llevar a cabo el matrimonio. Carlos III concedió la licencia por Real decreto de fecha 29 de mayo de 1776, publicado el 1 de junio. Las Capitulaciones matrimoniales tuvieron lugar en Aranjuez el 7 de junio. Por ellas el infante da su fe y palabra de futuro esposo de Mar ía Teresa Vallabriga y Rozas, la cual se allanaría a cumplir el Real Decreto y la Pragmática “especialmente a no usar en tiempo alguno de los títulos, honores, dignidades y prerrogativas que por razón de este matrimonio podrían corresponderle”. Igualmente que sus hijos y los descendientes de éstos no podrían gozar ni usar del apellido y armas del infante, ni sus honores, dignidades, vínculos o bienes dimanados de la Corona, de cuya sucesión quedan privados. María Teresa fue representada por su tío el marqués de San Leonardo, según poder otorgado el 30 de mayo de 1776. José de Vallabriga dio permiso a su hija en los siguientes términos: “Hija mía de mi alma y de mi corazón: Como ya te tengo contestado a quanto hasta la ora presente se a ofrecido en asunto a tu casamiento con Elsa. Ifante Don Luis, sólo tengo que decirte en ésta, te concedo la licencia que me pides para casarte con S.A.; y así puedes ejecutarlo desde luego; y te doy mi vendición. Quedo rendido a los pies de S.A., confundido de las honrras que le merecemos, y deseo tu felicidad en esta vida y en la Eterna. Consuegra, veinte y quatro de Mayo de mil setecientos setenta y seis. Tu padre que te ama de corazón: José Ignacio Vallabriga”. Don Luis señalaba a María Teresa para Alfileres310, a partir del día de la celebración de la boda, 100 doblones de oro (39.066 €)311 cada mes y 12.000 du310 Según el diccionario de María Moliner, Alfileres, es una expresión que se aplica al dinero dado a las mujeres para sus pequeños gastos. 311 Según los datos que proporciona Swinburne, veáse Addenda 1, había seis tipos de doblones de oro, el de a dos, a cuatro y a ocho que a su vez eran nuevos y viejos. Los primeros tenían un valor de 75, 150 y 380 reales, mientras los segundos diferían de estas cantidades en unos mave- 112 cados (344.700 €) para alimentos. La residencia de la mujer del infante debería ser en alguna provincia fuera de la Corte y los Sitios Reales, al igual que los hijos, mientras viva el padre, no pudiendo acompañar a don Luis a los viajes que haga a tales lugares. Fueron firmadas las capitulaciones por éste y el marqués de San Lorenzo ante el Notario del Reino Antonio Martínez de Salvador312. En carta a Tanucci de 16 de julio, Carlos III le confiesa que el casamiento de su hermano es un asunto “doloroso y espina que le atravesaba el corazón”313. Las críticas a Carlos III sobre su proceder fueron y siguen siendo muchas. El rey aplicó las leyes con el rigor que debía ser su norma y posiblemente el primero en comprenderlo fue el propio infante. Su actuación, como ya se ha comentado, le dejó en un mal papel, cosa que se acentuó con la imposibilidad de conseguirle una pretendiente de su alcurnia. De esta manera quedaron también en mal papel el rey y la corona. Muriel escribe al respecto “Singular era el mérito que había en el sacrificio que se imponía al infante, renunciando á las ventajas principales y prerrogativas propias de su augusto nacimiento, por observar los preceptos de una conciencia timorata, a Carlos III lo guiaba también en este los principios religiosos, según hemos indicado ya. Necesarias eran tan poderosas condiciones de conciencia para consentir en modificar en primera resolución: en esto mismo se descubre su inflexible severidad en punto a buenas costumbres”314. No se vio disminuido el afecto entre los hermanos por estas circunstancias. Fernán-Núñez cuenta en su Compendio. “Yva S.A. á ver a su hermano dos ó tres veces al año, y siempre que lo hacía salían a recibirle á la ultima parada antes del Sitio, su antigua familia con los coches de la Casa Rl y la partida de Guardias de Corps correspondiente. Tratabasele y serviasele en Palacio como siempre, y se le acompañaba á la salida lo mismo que a la venida, hasta ponerle en su Coche en el mismo parage en que le díes más. Como no se especifica de que tipo de doblón se habla, se ha optado por el de a cuatro para dar el valor en euros, ya que lo que se pretende es que el lector tenga una idea de las cantidades que se manejaban. 312 Toda la información de las Capitulaci ones ha sido tomada de Matilla (1989), pp. 41 a 44. este autor da com o fuente: A.H.P.M. Protocol o 19.571, ff. 568, 569 y 560 a 568 por errores en la paginación. En el A.G.P. figura un expediente titulado “Contratos matrimoniales del Infante D n Luis, hijo del Rey Dn Felipe V con Doña María de Vallabriga y Rozas. Año de 1776”, Caja 21, Exp. 6 que se limita a una carpetilla en la que existen dos documentos, uno ajeno al tema (que se colocó en el lugar adecuado con anuencia del personal del archivo) y otro que da otra informa ción muy breve. Al parecer los documentos relativos al tema, si han estado allí alguna vez, han desaparecido. 313 Ferrer (1856), T. III, p. 147. 314 Coxe-Muriel (1846-47). 113 habia abandonado, y así se hizo la primera vez que salió de Aranjuez pa contraer matrimonio ...”315. Viajes documentados del infante don Luis a la corte y a los Reales Sitios Fecha Lugar Motivo 16 de enero 1779 El Pardo Cumpleaños Carlos III 3 de noviembre 1779 San Lorenzo Onomástica de Carlos III 20 enero 1780 El Pardo Cumpleaños de Carlos III 9 marzo 1780 El Pardo Nacimiento de un infante 3 de noviembre 1780 San Lorenzo Onomástica de Carlos III 18 enero 1781 El Pardo Cumpleaños de Carlos III 3 noviembre 1781 San Lorenzo Onomástica de Carlos III 19 de enero 1782 El Pardo Cumpleaños de Carlos III 11 julio 1782 San Ildefonso Cumplimentar a la Princesa de Asturias, María Luisa, por el nacimiento de una niña 18 de enero 1783 El Pardo Cumpleaños de Carlos III 10 de septiembre 1783 San Ildefonso Cumplimentar a la Princesa de Asturias por el nacimiento de gemelos 3 de noviembre 1783 San Lorenzo Onomástica de Carlos III 16 enero 1784 El Pardo Cumpleaños de Carlos III 18 de octubre 1784 San Lorenzo Cumplimentar a la Princesa de Asturias por el nacimiento de un niño 3 noviembre 1784 San Lorenzo Onomástica de Carlos III 19 enero 1785 El Pardo Cumpleaños de Carlos III 23 de marzo 1785 Madrid Boda de los infantes doña Carlota y don Gabriel Don Luis hizo algunas visitas a la corte y a los Reales Sitios en fechas muy señaladas, siempre solo. Matilla dice que ya en 1776, el día 3 de octubre, viaja para encontrarse con su hermano, pensando volverse el 5, según una carta que dirige a Grimaldi. Relata un hecho curioso que supone debió acontecer en este viaje. Al parecer Figueroa entregó a don Luis varias cartas suyas quizá comprometedoras y en carta que le escribe el infante le dice que suponía que entre ellas se encontraría “… una pintura de dos figuras sobre lienzo. Es cosa que no puede estar en otra parte que en mi poder, y por eso le encargué a Luisito te dijese me las trajeses. Con lo que teniamos que hablar se me olvidó pedírtela, y me importa más que las sortijas, cartas y todo. 315 Fernán-Núñez (1791), T. II, p. 214. 114 Hazme el gusto de dársela al portador de ésta, poniéndola una cubierta de papel”316. Con el programa tan rígido de jornadas reales no es de extrañar se repitan las fechas de los viajes a los Reales Sitios a los que acuda el infante don Luis con motivo de las onomásticas y cumpleaños de su hermano. Los viajes que se salen de la norma se debían a hechos extraordinarios de carácter gozoso como bodas y bautizos, pues, como se verá de inmediato, no acudía a los actos aflictivos, como defunciones. El viaje de julio de 1782 lo hace para cumplimentar a la Princesa de Asturias, María Luisa de Borbón-Parma, la mujer de su sobrino Carlos, que el 6 de julio dio a luz una niña a la que se la pondrían los nombres de María Luisa, Vicenta Ferrer, Josepha y Antonia y que fue apadrinada por su tío el infante don Gabriel y que con el paso de los años se convertiría en reina de Etruria. Pocos días antes, el dos de julio, había muerto una hermana de la recién nacida, también de nombre María Luisa. Sin embargo en este último caso el infante don Luis no se desplazó desde Arenas, lo que parece indicar que no era costumbre que los miembros de la familia se reunieran con motivo de actos luctuosos. La Gaceta, días después, el 19, al comentar como sigue la recién nacida, cita a un Infante, que debe ser don Luis, es decir, éste permaneció en el Real Sitio unos días más que los estrictos para cumplimentar a su sobrina317. El viaje de 1783 responde a motivos similares a los del anterior. En este caso María Luisa, el cinco de septiembre, tuvo dos niños con tres horas de diferencia, a los que se les pusieron los nombres de Carlos y Felipe, que no llegarían a vivir mucho318. Igual acontece con el de septiembre de 1784. La misma protagonista, el día 12 de ese mes, daría a luz un niño, bautizado Fernando María, que fue apadrinado por su abuelo Carlos III y que con el paso del tiempo reinaría en España como Fernando VII319. El último viaje que haría don Luis a la corte sería con motivo del matrimonio de la infanta Carlota Joachina, hija de Carlos y Maria Luisa, nieta por tanto de Carlos III, con el infante de Portugal don Juan320. No parece, contra lo que afirman algunos autores321, que don Luis fuese discriminado en estas visitas con respecto a otros miembros de la familia real. Por los datos que se tienen, y se exponen más adelante, siempre figuró entre los “protagonistas” de los actos a los que asistió. 316 317 318 319 320 321 Matilla (1989), p. 17. Cabe suponer que el Luisito citado debe tratarse de Luis Paret. Gaceta de Madrid, 5 de julio de 1782, 9 de julio, p. 573 y 23 de julio, p. 604. Gaceta de Madrid, 9 de septiembre de 1783, p. 751. Gaceta de Madrid, 15 de octubre de 1784. Gaceta de Madrid, 1 de abril de 1785, p. 203 y suplemento. Arco. Peña se hace eco pero dice duda del dato. 115 Otro testimonio que muestra el afecto de Carlos III por su hermano, ausente ya de la Corte don Luis, lo aporta Danvila. El rey siguió saliendo a cazar acompañado por su hijo el Príncipe de Asturias a quien por equivocación solía llamarle hermano, lo que disgustaba a aquel. El rey se excusaba diciéndole: ”Hijo mio, no lo extrañes; despues de tanto tiempo, es mi hermano”322. Según consta en una nota existente en el Archivo del Palacio Real, el infante don Luis partió de Aranjuez el día 23 de junio, de madrugada, camino de la zona donde debía celebrarse su matrimonio323. La boda de don Luis tuvo lugar el 27 de junio de 1776 en Olías del Rey, a donde había llegado María Teresa Vallabriga el 22, en la capilla del castillo de la duquesa de Fernandina y marquesa de Villafranca, con la mayor discreción, escaso cortejo y la presencia del Arzobispo de Toledo. Las capitulaciones se habían firmado el 7 del mismo mes en Aranjuez, siendo la novia representada por su tío el marqués de San Leonardo. El infante tenía 49 años y su mujer 17. En el tiempo que transcurrió entre las capitulaciones y la boda el infante vivió en la zona de Talavera324, según decisión tomada anteriormente, que es donde había elegido afincarse. Carlos III estaba preocupado por la boda que había realizado su hermano y así se lo escribe a Tanucci el 16 de julio de 1776, según cuenta Ferrer del Río. “Carlos III, afligido por el suceso, que calificaba de doloroso y de espina que le atravesaba el corazón, sentía el consuelo de creer que había merecido general aprobación lo providenciado”325. Puede parecer hipócrita la actitud del hermano de don Luis, pero analizando el hecho con criterios del siglo XVIII y teniendo en cuenta la situación social del novio, éste había hecho una mala boda. No había podido encontrarse una prometida de acuerdo con su categoría, lo cual repercutía, indudablemente, en el prestigio de la corona de España, aún una potencia europea. Con motivo de la boda, el músico del infante, Boccherini, compuso la Serenata para orquesta en Re mayor G. 105 que regaló a los contrayentes. Esta obra no la incluyó el músico en su catálogo personal, pero Gerard, autor del último catálogo, opina que debió publicarse en agosto de 1777326. A pesar de la escasa publicidad que se dio al matrimonio, fueron muchos los comentarios sobre lo acaecido. Así, el Arzobispo de Ávila escribía a Grimaldi que el infante había desagradado al rey con tal matrimonio, pero el ministro 322 Danvila (1891), T. VI, p. 9. No indica el origen del dato. Se puede leer en Fernán-Núñez (1944), pp. 409-410. 323 A.G.P. Reinados. Carlos III, Caja 3. En otra nota, similar a la anterior se dice día 27. 324 Peña (1990), T. I, p. 229. Peña (1996), p. 42. Tejero (1998), p. 145. Si hay que tener en cuenta la nota antes citada no parece que fuese así. 325 Ferrer (1856), T. III, Lib. IV, Cap. IV, p. 147. 326 Tortella (2000), p. 132. La letra G y el número que la hace referencia al catálogo de Gerard. 116 le tranquiliza diciéndole que había sido con el consentimiento del rey y sin que el infante perdiese su cariño327. Según Tejero, el infante regaló a su esposa un conjunto de joyas que fueron tasadas en su testamentaría en 962.986 reales de vellón (2.508.000 €), entre las que destacaba “un lazo grande con 1.114 diamantes brillantes”328. Don Luis usó, desde el momento de su matrimonio, el título de conde de Chinchón, tal como comunica Grimaldi a Floridablanca en carta de 11 de junio de 1776. Sin embargo, pocos días antes, el 6 de junio, desde Aranjuez, don Manuel de Roda escribe al marqués de Montealegre notificándole el oficio que ha recibido del marqués de Grimaldi según el cual el rey permite que su hermano conserve “… el Título de Criados suios y los honores que por él, le correspondan, á todos los que actualmente le tienen con Asiento en los Libros de la Real Casa, de cualquier clase que sean, destinados a la servidumbre de S.or Infante, sin hacer con ellos novedad alguna; y que así mismo és de Real beneplácito, y voluntad continuen sirviendo á S.A. …”329 En principio el matrimonio pensaba vivir en Talavera, aunque pasarían el verano en Torrijos. Sin embargo, el matrimonio se ubicó en Velada, pueblo muy cercano a Talavera, en la provincia de Toledo, en el palacio del XII conde de Altamira y X marqués de Velada, don Vicente Joaquín Osorio de Moscoso. El infante compró una finca para caballos, dedicándose a la caza, en un entorno de cinco leguas a la redonda del pueblo, hasta que varios meses después se trasladaron a Cadalso, aunque volvieron en distintas ocasiones a pasar temporadas en aquel lugar. Ponz visita el pueblo y el palacio por esta época y esto es lo que escribe: “… Velada, villa del conde de Altamira, se reputa de doscientos vecinos; lo más notable es el palacio de dicho señor, que con los jardines y huerta fundó el célebre marqués de Astorga, don Pedro Antonio Pedro Álvarez Osorio. Depositó en este palacio muchos papeles importantes, recogidos o trabajados por el mismo durante sus virreinatos, embadas y otros empleos que tuvo”. “Los arrayanes y otros arbustos que forman los cuarteles del jardín representaban figuras humanas, de animales y otras; pero todo se halla desfigurado por haber crecido plantas”330. 327 Tovar (1989), p. 41. Tejero (1998), p. 145. 329 A.G.P. Reinados. Carlos III, Caja 3. 330 Ponz (1778). V. 2, T. VIII, p. 380. Se han consultado varias ediciones aunque en la bibliografía sólo se mencionan dos. 328 117 La “corte” de don Luis fue bastante viajera por la zona, pues, incluso después de estar edificado el palacio de Arenas, se trasladaban temporadas a Velada. Peña ha intentado fijar las distintas estancias en los pueblos de la zona acudiendo a un hecho curioso: los envíos que el infante hacía de la Gazeta a su hermana María Antonia. Realmente quien los hacía era el administrador Aristia, lo que verdaderamente conocemos es donde se encontraba éste, ya que no tenía por qué coincidir con el infante, pero se puede tener una idea aproximada. En el cuadro adjunto se muestran las distintas residencias de don Luis. De Velada el infante se trasladó a Cadalso de los Vidrios, instalándose en el palacio de los marqueses de Villena, edificio del siglo XV, que había sufrido numerosos cambios y finalmente había sido remodelado por Ventura Rodríguez. Aquí nació, el 22 de mayo de 1777, a las tres de la madrugada, en un “parto seco y algo travajoso”, el primogénito del infante Luis María Vallabriga, ya que, conforme a lo dictado por Carlos III, no podía llevar el apellido Borbón. Fue bautizado al día siguiente, habiendo recibido antes las aguas de socorro por la dificultad del parto, en la iglesia parroquial de la Asunción de Cadalso. Fue su padrino Fray Juan de Talavera, Guardián de los Descalzos de esa villa, y testigos Aristia y González Arce. El secretario comunicó la noticia a Floridablanca, adjuntando una carta personal de don Luis a su hermano y otras a los 118 príncipes notificándoles el nacimiento de su hijo. El 23 Floridablanca devuelve a Aristia la carta del rey sin abrir331. Fig. 32 Ferro. Retrato de Luis María Borbón Vallabriga Tomado del catálogo de la exposición “Goya y el infante …”, p. 135. En la partida de bautismo de Luis María figura una extensa nota que se dice incluye por orden de Lorenzana, en la que puede leerse que los hijos del infante deberán llevar los apellidos de su madre y que no se entregue copia de la partida sin que falte el apellido Vallabriga, no incluyendo esta nota332. Peña cita que en una reunión habida entre un enviado del Consejo de Castilla, uno de la Patriarcal y el secretario y administrador del infante “… se acordó que en los libros de bautismo solo se haría constar el nombre de los padres sin mención alguna de los abuelos”333. La orden no debió cumplirse con total exactitud como se comentará más adelante. Por consejo de los tíos de su mujer el infante comunicó al Consejo de Castilla el nacimiento de su hijo, al igual que haría después con el resto, en prevención de poder disputar los derechos del infante a la sucesión a la corona, ya que opinaban que ni la pragmática ni la prohibición de usar el apellido podían 331 Peña (1990), p. 236. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2.566. es reproducido por Vázquez (1990 ), pp. 250-251 y Tejero (1998), p. 148. 333 Peña (1996), p. 44. Debe tratarse del expediente que menciona Vázquez (1990), p. 229. 332 119 impedirlo. El hecho no debió de agradar a Carlos III y el propio don Luis debió escribir a Figueroa aclarando su posición en el asunto, pues su interés es que no hubiese “el menor inconveniente ni se oponga a la voluntad del Rey mi Señor y hermano”334. Sin embargo, los acontecimientos no se desarrollaron en Cadalso como era de desear. La creación de un coto para que el infante pudiese cazar sin ser molestado incomodó a los vecinos, ya que mermaba las posibilidades de éstos, que serían considerados furtivos en caso de cazar en ese lugar. A esto se unió el hecho de que los servidores de don Luis trataban con altivez a los moradores del pueblo. En este clima, a los dos meses del nacimiento del primogénito, varios vecinos además de insultar y herir a la mujer de un montero, el 23 de julio de 1777, habían tirado con honda dos pedradas a la habitación del infante. Los autores fueron cogidos “in fraganti” y del asunto quedó enterado el rey, el cual ordenó a Floridablanca que se hiciese justicia, orden que este transmitió al gobernador del Consejo el 30 de julio de ese año, siete días después de acaecidos los hechos. El castigo fue muy duro. El autor material fue enviado al presidio de Orán por seis años, cumplidos los cuales no podría residir en un entorno de veinte leguas de la residencia del infante. A otros vecinos la orden de alejamiento fue de seis leguas y los dos alcaldes fueron apercibidos y separados de su empleo por dos años. Floridablanca escribió a Aristia comunicándole el sentimiento del rey por el suceso335. Ante lo acaecido don Luis decidió trasladarse a Arenas de San Pedro, posiblemente en el mismo 1777, con su mujer y su hijo, ubicándose en una casona perteneciente a la familia Frias. De inmediato se prohibió la caza a los vecinos, lo cual comunicó Aristia a los señores de justicia de la villa de Montesclaros, puesto que varios de ellos se habían atrevido a disparar, malogrando las batidas del infante. Posteriormente pasó a ocupar una casa en la calle Corredera que hubo de ampliar de inmediato, y que se conoció como Palacio Viejo336. El segundo hijo de don Luis nació en Arenas el 6 de marzo de 1779 a las once y media de la noche, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial de esa localidad. Su padrino fue el obispo de Ávila y testigos Juan Miguel de Aristia y Francisco Bermúdez, ayuda de cámara del infante. Fue confirmado el 14 de marzo, siendo padrino el confesor de don Luis, fray Urbano de los Ar334 AHN. Estado. Leg. 6.437. Citado por Tejero (1998), p. 148. Peña (1990), T. I, p. 243; Tejero (1998), p. 149. Ningún autor parece extrañado con el duro proceder del rey, lo que resulta extraño ante las opiniones emitidas en otras circunstancias. Mucho debía ser el hartazgo de los vecinos para tener que emplear los procedimientos que usaron, intuyendo que los castigos podían ser, com o lo fueron, muy graves. Algunos autores insinúan que los habitantes de Cadalso no deseaban un vecino que era un “impío” y había abandonado la Iglesia para casarse. No parece muy convincente y los motivos de la caza parecen ceñirse más a la realidad. La “llaneza” del infante no parece alcanzase a abogar por los causantes de la ofensa. Conviene fijarse en estos pequeños detalles cuando se habla de la dureza de Carlos III para con su hermano. La dureza de las leyes se aplicaba al, parecer, a todos. 336 Tejero (1998), p. 150. y p. 151. 335 120 cos y testigos los mismos que los de su bautizo. Desgraciadamente el niño murió el 15 de diciembre de ese mismo año. El infante envió una corta y conmovedora carta a Floridablanca el mismo día 15, comunicándole el suceso indicando que si le parece conveniente se lo diga a su hermano, ya que la carta que le ha escrito a éste sólo le habla de caza y de su viaje a Guadalupe. Recibe contestación del ministro el 24 de ese mes comunicándole el sentimiento del rey por la muerte del niño. Como ya se ha dicho, la orden de no incluir el apellido Borbón en las partidas de bautismo y confirmación no debió cumplirse con total exactitud, posiblemente por olvido de lo mandado o por suponer que la orden se refería sólo a un determinado tipo de documentos. Cuando la hija mayor del infante casó con Manuel Godoy y, a resultas de ello, se mandaron corregir los documentos relativos a la familia en los libros oficiales de los pueblos de Velada y Arenas, como se tratará en su momento, se encontró que en la partida de la confirmación del segundo niño figuraba el apellido Borbón y no hubo que corregir nada. Posiblemente esta es la causa de que el 12 de julio de 1779 el obispo de Ávila, Miguel Fernando Merino, envíe una carta al cura párroco de Arenas, Alonso Gutiérrez, recordándole que los hijos del infante sólo llevarán el apellido materno, confirmándolo en nota al margen. Esto debe permanecer en secreto, no debe permitir que el libro lo maneje nadie, y, cuando sea necesario hacer copias de las partidas, las haga el propio cura, sin consentir que nadie vea y entiendan las notas. Asimismo, debe cerrar el libro337. La situación en que la familia del infante se encontraba en Arenas, ocupando varias viviendas sin la amplitud necesaria, no resultaba cómoda, y además no aseguraba el aislamiento del resto de los vecinos. Por este motivo el infante decidió construirse un palacio, algo alejado del núcleo de la población. Para ello eligió una zona situada al NE del pueblo conocida como la Mosquera. El 9 de diciembre de 1778 el Ayuntamiento de Arenas acuerda conceder a don Luis unos terrenos, para que se edifique una casa, se supone que los elegidos por él, gratuitamente, dados los grandes favores recibidos del hermano del rey. El infante debe comprometerse a “alcantarillar el arroyo Guisote” y “a pagar al común cuanto se estimase justo”338. No existe información clara y detallada sobre la construcción de este palacio, ignorándose cuándo fue encargado, ni cuándo se comenzaron las obras. Incluso no se sabe con certeza quien fue su arquitecto. Parece lógico que fuese Ventura Rodríguez, tanto porque ya había diseñado el palacio de Boadilla, como por el aprecio que le tenía don Luis, pues, a pesar de no estar a su servicio, 337 A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 63v a 65. Peña (1996), p. 45, dice que el segundo niño se inscribió como Borbón. No es lo que se desprende del informe de la persona que incluyó el apellido Borbón en las partidas. Lo hizo en la de Bautismo, en el f. 357 del libro 1760-1779. En la partida de confirmación es donde estaba inscrito como Borbón. 338 Tejero (1986), p. 226. 121 le tenía asignada una cantidad anual de 18.000 reales de vellón (46.879 €), como consta en la testamentaría del infante. También María Teresa Vallabriga le tenía en estima, pues, como se verá en su momento, en 1783 encargaría a Goya pintase al arquitecto. Junquera afirma “Lo que si parece suyo es el pórtico de acceso, obra emblemática como pocas: tripartito de cuño romano recuerda al de la Cárcel de Cádiz y parece sugerirnos la idea de prisión que debía anidar en el fondo del alma de don Luis”339. En cuanto a la fecha del comienzo, Ponz, en el tomo VI de su Viaje de España, en su segunda edición, que data de 1782, al hablar del palacio de Boadilla, incluye una nota al pie, ya comentada anteriormente, que no existe en la primera, en la que se lee: “El Señor Infante D. Luis ha mandado llevar á su actual residencia los libros, gabinete de medallas, y otras preciosidades que tenía en Palacio; cuyas cosas naturalmente hará colocar en el que S. A. mandó construir en la Villa de Arenas”340. Esto parece indicar que el palacio estaba en avanzado estado de construcción o terminado y habitado. El año de comienzo de la construcción debió de ser el 1780. Lo que sí es seguro es que los maestros de obra fueron los hermanos Ignacio y Domingo Thomás, Mateo Guill y Alfonso Regalado Rodríguez, que eran colaboradores de Ventura Rodríguez o habían trabajado con anterioridad para el infante. Es muy escasa la información gráfica que se conoce y maneja del Palacio de la Mosquera. En el Archivo Histórico Militar341, un lugar extraño para que estén los planos de un palacio privado, existen cuatro planos: un alzado de la fachada principal y tres plantas, las de los Quartos Bajo, Principal y Segundo, del estado en que quedó el edificio al terminar su construcción, es decir, sin finalizarlo según la idea inicial. El alzado, que corresponde al proyecto, está firmado por Ignacio Thomas y fechado en Arenas el 9 de diciembre de 1779, por lo que la fecha del año 1780 como comienzo de la obra, anteriormente señalada, parece bastante ajustada. 339 Junquera (1996). Lo que ya es sugerir. Ponz (1782), T. VI, p. 61. 341 A.H.M. Alzado principal y plantas Bajo, Principal y Segundo de un palacio en Arenas de San Pedro. 1436. 006/216, 006/ 217, 006/218 y 006/219. El Archivo es hoy una sección del Instituto de Historia y Cultura Militar. 340 122 Fig. 33 Ignacio Thomas. Alzado de la fachada principal de la Mosquera en Arenas. A.H.M. 1436/006/217. Fig.34 Domingo Thomas. Planta del Quarto Bajo del Palacio de la Mosquera en Arenas. A.H.M.1436/ 006/216. 123 Las tres plantas, firmadas por Domingo Thomas, están fechadas en Arenas el 23 de marzo de 1782, son posteriores al plano anterior y, como se ha dicho, muestran el estado actual del edificio, es decir, sin añadir el ala izquierda. El palacio, por tanto, se tuvo que terminar, en el estado que hoy lo vemos, con antelación a esa fecha. Son planos de terminación de obra no de la obra original. La falta de liquidez obligó al infante a parar la obra con sólo la mitad realizada. No cabe extrañarse pues en febrero de 1784 el arzobispado de Toledo debía a don Luis 3.832.295 rls. y 25 mvs. (9.980.829 €) como impago de la pensión desde julio de 1779342. La planta del Quarto Bajo señala con letras la dedicación de cada una de las estancias por lo que podemos saber que la Librería y su Gabinete estaban en está planta. Igualmente había dos cocinas, la repostería, el fregadero, los lugares donde se guardaba la plata y la mantelería, entre otros. Fig.35 Domingo Thomas. Planta del Quarto Principal del Palacio de la Mosquera en Arenas. A.H.M. 1436/ 006/218. La planta del Quarto principal no da indicaciones. En la del Quarto Segundo se señala la existencia de los guardarropas del infante y su mujer, las salas de comer, alcobas, aposentos de damas y criadas entre otros. Peña343 dice sobre esta planta que era el lugar en el que estaban las habitaciones de la tropa y la servidumbre más cercana a la familia. En lo que se señala en el plano no habla nada de tropa. 342 343 Peña (1990), T. I, p. 261. Peña (1990), T. II, p. 79. 124 Fig. 36 Domingo Thomas. Planta del Quarto Segundo del Palacio de la Mosquera en Arenas. A.H.M. 143/ 006/219. Lógicamente, la planta Principal debía ser la utilizada por el infante, su esposa y sus hijos, aunque no parece se conozca con exactitud cuáles eran las habitaciones concretas que ocupaban. Ya vemos que los guardarropas estaban en la planta superior. Peña344 afirma que las estancias que ocupó Goya estaban en el primer piso y dando a la fachada principal mientras que las de Boccherini se asomaban a la contraria. Resulta muy extraño, si se tienen en cuenta las costumbres imperantes, que ambos hayan vivido o pernoctado en el palacio. En cuanto al músico, su familia, mujer y seis hijos, además de dos sirvientas - éstas al menos estaban con la familia al comenzar Boccherini a vivir en Madrid ya viudo – era demasiado numerosa para vivir en el Palacio, más teniendo en cuenta que éste sólo estaba edificado parcialmente. Cosa distinta es que en el edificio existiesen, lógicamente, salas donde trabajasen y ensayasen los músicos. Tampoco parece factible que Goya haya pernoctado en el Palacio. Cuando hace el segundo viaje en el verano de 1784 acompañado por su mujer, a ésta, según escribe a Zapater, la enseñan el palacio, lo que parece indicar no va a vivir en él. Si se admite lo que dice Peña, hay que concluir que el trato dado a Goya era distinto cuando iba solo y se le permitía dormir en la casa del infante. La cosa resulta difícil de creer. Al igual que se ha dicho con respecto a Boccherini, lo que parece evidente es que a Goya se le asignase una sala para que trabajase, y, posiblemente, fuese en la planta principal345. 344 Peña (1990), T. II, p. 78. Peña (1990), T. II, p. 308, dice que el guarda del palacio señala, conocido por tradici ón oral, la estancia donde se pinto el cuadro de La familia, cabe suponer que los otros retratos también. Es una estancia del piso bajo, a la derecha de la entrada. Mirando el plano del Quarto Bajo es evi345 125 Peña da una noticia curiosa respecto al palacio “En el ático aún hoy son perfectamente visibles los nichos practicados en el muro para el enterramiento de criados y sirvientes. En uno de los torreones, al parecer, se subía a los desahuciados de viruela, quienes tras fallecer, eran enterrados allí mismo”346. Parece raro que se debilitase la estructura del edificio para tal fin, más, cuando no faltaba espacio o incluso otros edificios que podrían haberse utilizado para tal menester. Resumiendo, se puede aventurar que el palacio comenzó a edificarse en 1780 y estaba finalizado en su estado actual antes de marzo de 1782. No es nada claro que el autor del proyecto fuera Ventura Rodríguez. Es posible que por su relación con el infante diese ideas en función de las cuales se hizo el diseño del palacio y aconsejase a los que habían sido sus ayudantes. La realidad es que el único plano original del proyecto que se conoce y maneja está firmado por Ignacio Thomas. Es evidente que tanto éste como su hermano debían tener notables influencias del que había sido su jefe y maestro, un arquitecto de mayor calidad que ellos. El tercer hijo del infante fue una niña, María Teresa Josefa, que nació en Velada el 26 de noviembre de 1780 hacia las once de la noche, siendo bautizada al día siguiente en la parroquia de San Bernardino de esa población. El padrino fue el confesor de su padre, fray Urbano de los Arcos, y testigos Aristia, Manuel Ruiloba, mayordomo del infante y Eugenio Martínez Junguitu que lo era a su vez del marqués de Velada347. En la partida de bautismo se añade una nota que hace referencia a la orden del obispo de Ávila, anteriormente comentada, en la que se dice se debe considerar acabado el libro y para la extensión de copias de partidas se haga sin salir del poder del cura y no permitiendo se vea lo escrito. Don Luis escribió a Floridablanca, al igual que había hecho en similares circunstancias, dándole cuenta del feliz acontecimiento y rogándole se lo comunicase a su hermano el rey, pues consideraba era su “obligación el azerlo por lo mucho que lo amo y venero”348. Fue también una niña el cuarto hijo nacido del matrimonio del infante con María Teresa Vallabriga, María Luisa Fernanda Norberta. Había nacido el 6 de junio de 1783 hacia las siete de la tarde, siendo bautizada al día siguiente en dente que sólo puede ser a la derecha de la entrada. Si son ciertas las indicaciones que se dan en ese plano se trata de la librería, que tiene tres ventanas, no dos como dice Peña tenía la habitación, o del gabinete de la librería, también con tres huecos al patio. 346 Peña (1990), T. II, p. 79. 347 A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 62 y 62v. 348 Vázquez (1990), p. 228. A.H.N. Secc. Estado. Legajo 2566. 126 la parroquia de San Bernardino de Velada349. Fue su padrino su hermano Luis María y testigos el cura de Velada, Fray Urbano de los Arcos e Ignacio de Merás, ayuda de cámara del infante. En la partida una nota al margen hace referencia a la nota de la partida de María Teresa. Al principio, la vida del matrimonio formado por don Luis y María Teresa discurrió con felicidad como parece desprenderse de la carta de Alejandro de Castro a Figueroa “Está S.A. bueno como nunca estuvo, y Dios gracias por la vida que hace este matrimonio”350. El juicio que de la esposa de don Luis hace Alejandro de Vallejo, en una carta a Figueroa de 22 de mayo de 1777, no puede ser más favorable. “La Señora está dotada de una virtud sólida y de un talento nada vulgar: es mi sentir digna de mucha estimación y puesta como con la mano para conducirse con respeto y prudencia con un esposo de tan elevado carácter y de tan singulares circunstancias …”351 Pero tal situación se debió ir degradando con el paso del tiempo y acentuarse a partir de la enfermedad que llevó a la tumba al infante. La diferencia de edad y carácter, débil el del infante, muy fuerte el de su esposa; el trato que recibió María Teresa por parte del rey Carlos III; el aislamiento en que vivían, lo que comportaba una gran monotonía, por mucho que quieran algunos autores hablar de las veladas musicales que se daban y visitas que recibían, que en realidad debían ser escasísimas, aunque bien aprovechadas para conseguir información de la corte; el distanciamiento que algunas de ellas debían tener con María Teresa, convirtieron las sucesivas residencias en que habitó la familia en lugares no muy agradables para la joven mujer del infante. Todo ello contribuyó a que se produjesen desavenencias entre los esposos, que no se ocultaban ante los criados y que debieron llegar puntualmente a oídos de Carlos III, lo que evidentemente hizo que la opinión sobre su cuñada no fuese muy favorable. Muy poco se sabe acerca de cómo se desarrollaba la vida de la familia del infante en las sucesivas residencias que ocupó en tierras abulenses. Fernán Núñez hace una sucinta descripción de la vida del matrimonio “Vivía S.A. en Arenas como un simple particular, y cuando iban a hacerle la corte los gentiles hombres, comían y cenaban en la mesa con él y con su mujer, a quien sólo daban el tratamiento de Seño349 La transcripci ón de la partida que hace Peña (1990), T. IV, p. 76, está fechada el día 6, mientras que en la copia del Archivo del Palacio Real de Madrid, se da el 7. Parece que dada la hora de nacimiento fuese más probable se la bautizase el día siete. A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, ff. 62v y 63. 350 Olavide (1902), p. 449. 351 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 6437. Citado por Vázquez (1990), p. 210. 127 ría, volviendo ella el superior a los que le tenían por nacimiento o empleo”352. Salvando las salidas a cazar y los paseos a caballo, los entretenimientos de que gozaban los habitantes de la Mosquera no debían ser muy abundantes. No cabe extrañarse por tanto, como ya se ha dicho, de la afabilidad con que eran recibidos los viajeros, que tampoco debían ser abundantes, procedentes de Madrid. Las noticias que aportasen podían dar lugar a largas charlas después de que los huéspedes abandonasen Arenas. Peña afirma: “Tenemos constancia por la documentación conservada que en una de las salas principales del edificio se organizaban veladas de música a las que asistía el matrimonio” “Don Luis se rodeó en Arenas de selectos amigos con los que organizaba tertulias. Entre ellas podemos citar nombres como Ventura Rodríguez, Mengs, Luis Paret, los músicos ya citados y Francisco Goya”353. Entre los entretenimientos la música parece ser el más importante y el más regular. Como ya se ha dicho, don Luis tocaba el clave pero ignoramos si María Teresa Vallabriga también lo hacía. El hecho de que se mantuviese en Arenas la pequeña orquesta que el infante tenía en Boadilla y que a su frente estuviese un músico de importancia abona el que la música jugase un papel preponderante. Interesa por tanto profundizar más en este tema. Sin duda el personaje más importante de la “corte” del infante Don Luis es Luigi Boccherini, chelista y compositor italiano nacido en Lucca en 1743, ya que Goya, que estuvo en Arenas por corto tiempo en los veranos de 1783 y 1784, no estaba al servicio del infante. Ventura Rodríguez, aunque recibía un estipendio fijo, no residía en Arenas y los otros artistas fijos no tienen el relieve del músico italiano. Algunos autores señalan que la búsqueda de un empleo fijo y la intervención del embajador de España en París, Joaquín Anastasio Pignatelli de Aragón y Moncalvo, conde de Fuentes, animó al músico y a su colega italiano Manfredi 354 a emprender viaje a Madrid355. Sin embargo, Tortella indica que en 352 Fernán-Núñez (1791), pp. 214-215. Peña (1996), p. 47. Es evidente que los músi cos no tendrían más remedio que asi stir. Lo de Paret no parece corre cto, pues llegado de Puerto Rico se march ó a Bilbao. Lo de Mengs suscita serias dudas. Goya y Ventura Rodríguez asistirían durante sus estancias, pero no eran, lógicamente, habituales. Hay que suponer que los señores de Velada y Cadalso serían invitados cuando pasasen temporadas en sus casas o que don Luis y su familia se desplazasen a esos lugares. 354 Filipo Manfredi (1729-1777). Nacido en Lucca fue discípulo de Tartini. Violinista y compositor. Marchó de España a Lucca en 1773. (Dicc. Espasa, Tomo 32, p.800. 1958). El diccionario de Música, New Grove, no menciona a este músico. Se hablará de él más adelante. 355 Barce (1992), p.11 353 128 la primavera de 1776 Boccherini era miembro de la Compañía de los Reales Sitios en calidad de violonchelista e incluso aportaba obras suyas a los conciertos que se celebraban, no figurando para nada Manfredi en los programas hasta el otoño de ese año. El 17 de agosto de 1769 Boccherini contrae matrimonio con Clementina Pelliccia, que era cantante en la misma compañía, en la que permanecieron hasta entrar al servicio del Infante Don Luis356. Fig.37 Anónimo. Retrato de Luigi Boccherini. Fundación Ugo y Olga Levi. Venecia. Cuando Boccherini viene a España, era ya un músico con cierta fama en Europa. Posiblemente, vio que el país al que había llegado, con un interesante ambiente musical en la corte, creado por Farinelli y Fernando VI y que no mantuvo Carlos III, aunque no podía compararse con los de París, Viena y Londres, ofrecía grandes oportunidades. En 1769 dedicó al Infante Don Luis los Seis cuartetos de cuerda op. 8, (G165Para congraciarse con el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, afi170) cionado al violín, le dedicó, ese mismo año, sus Sei tercetti per due violini e violoncello obligato, Op. 6, (G89-94), según consta en la portada de la partitura: “Seys tryos a dos violines i baxo: espresamente echos para S.A.R. el Sm.S. D. Carlos, Principe de Asturyas; su autor D. Luis Boccherini Luques, por dirección de D. Fernando Blumenstein; Juan Fernando Palomino gravo esta obra de Musica” 358. Tortella señala otra obra posterior, el Quinteto Op. 19, n.º 6, Las Parejas, inspirada en la música utilizada en el juego hípico Las Parejas, que se celebró en Aranjuez en la prima357. 356 357 358 Tortella (2002), pp. 29-30 Barce (1992), p. 17. Tortella (2002), nota al pie, p.87. 129 vera de 1773, con la participación del infante y que Boccherini debió presenciar, que también dedicó al Príncipe de Asturias359. La relación laboral con el Infante comenzó en la primavera de 1770360, como “violon de Cámara y compositor de Musica”, tal como lo dice el propio músico en el memorial que envió a Carlos III a la muerte del Infante361. El sueldo que le fue asignado era de 14.000 reales de vellón (36.462 €) a los que habría que sumar 4.000 (10.418 €) en virtud de otro Decreto de 22 de septiembre de 1772362, que hay que suponer era suficiente aliciente para abandonar la corte por Arenas, donde tendría una audiencia muy escasa y repetitiva y unas posibilidades de ejecutantes también limitadas. Antes del casamiento del infante, en los desplazamientos de éste a los Reales Sitios, el corto elenco con que contaba Boccherini se podía ver ampliado por miembros de la Real Capilla o de orquestas de otros nobles, lo que le permitiría abordar obras de mayor amplitud. Se ha dicho que Boccherini se encuentra con un pequeño conjunto constituido primordialmente por los componentes de la familia Font, el padre, Francisco Font, viola, y los hijos, Antonio Font, primer violín, Pablo Font, violín, Juan Font, 2º violín, así como Francisco Landini, violín363. Otro músico que se menciona es Francisco Courcelle, violinista y compositor, que trabajó para el infante antes de casarse éste. Filipo Manfredi, también natural de Lucca, fue discípulo de Tartini. Formó en 1766, junto con Boccherini, Nardini y Cambini, el primer cuarteto de la historia para realizar una gira por la Lombardía y el mediodía de Francia, llegando a Paris. De él se dice vino con Boccherini a España, pero parece que su llegada es posterior, como ha habido ocasión de comentar. Se sabe que perteneció a la Compañía de los Reales Sitios, igual que el luqués, pero, según Tortella364, no puede afirmarse que fue quien puso en contacto a Boccherini con el infante ni que estuviese a las órdenes de don Luis. En 1772 ó 1773, sin que pueda precisarse, abandonó España. Algo similar puede decirse de los otros componentes del cuarteto: no trabajaron para don Luis a pesar de las afirmaciones de algunos autores365. Otro músico italiano, José Bonfanti, también citado por varios autores como músico del infante, no parece que jamás lo haya sido, al menos Tortella no lo cita. Volviendo a los Font, Barce, en función de los datos aportados por Solar Quintes, analizando las fechas en que se cita a estos músicos, dice: 359 360 361 362 363 364 365 Tortella (2002), p. 146. Tortella (2002), p. 34. Tortella (2002), p. 35. AHN, Secc. Estado. Leg. 2566. Citado por Barce, p. 52, que dice tomado de Tejero. Vázquez (1990), p. 285. Tortella (2002), p. 67, nota 14, p. 103, nota 24 y pp. 116-117. Por ejemplo Olmedo (2002), p. 153. 130 “¡No había, pues tal cuarteto de los Font en 1770, y, sin embargo, a partir de 1771 comienzan los quintetos con dos violonchelos de Boccherini!”366. Fig. 38 Michel Ange Houasse. Velada musical. (1715-1727). Óleo sobre lienzo. 53x64 cm. P.N. Palacio de La Granja Y más adelante “Podemos concluir, pues, que en 1771 había efectivamente un cuarteto (incluido en la orquesta) en la capilla367 del infante; y que Boccherini escribió para ellos añadiendo para sí mismo como ejecutante, una nueva parte del violonchelo. Pero este cuarteto no estaba constituido por los Font”368. En la lista de servidores que se mandó hacer a la muerte del infante don Luis, en la que se debían consignar los sueldos y los años de servicio, figuran los Font, pero Francisco, el cabeza de la familia, entró a la vez que Boccherini, y su hermano Pablo y sus hijos Antonio y Juan con posterioridad. Parece por tanto, como dice Barce, que si en 1770 el infante tenía una orquesta o cuarteto este 366 Barce (1992), p. 24 Se da tal nombre a un conjunto vocal o instrumental adscrito a un lugar de culto, lo que no impedía actuase en otros lugares interpretando música no religiosa. 368 Barce (1992), p. 25. 367 131 no estaba constituido por los Font sino por otros músicos que posteriormente se despidieron, posiblemente al marchar el infante fuera de la corte. Fig.39 Partitura de una obra de Boccherini dedicada al Infante. El músico marcharía a la zona de Talavera, siguiendo al infante, juntamente con su mujer, Clementina Pelliccia, cantante con la que había casado en España y hermana de otra conocida cantante. Lo que perdió Boccherini del ambiente de la corte madrileña y las posibilidades de encargos, lo ganó en tranquilidad, permitiéndole componer gran número de obras, por supuesto, para satisfacer los requerimientos musicales de su patrón y con las limitaciones que le imponían los mimbres con que contaba. Salvando las distancias, su caso es parecido al de Haydn. Éste permaneció en el palacio de Einsenstadt, perteneciente a la familia Esterhazy, desde mayo de 1761 hasta su instalación en Viena en el verano de 1797. La tranquilidad del lugar, parece evidente, le permitió, a la vez que su genio, escribir su extensa obra. Boccherini debía conocer la música de Haydn, pues en febrero de 1781 escribe al editor Artaria “Si alguno de ustedes conoce al Sigr. Giuseppe Haidn un compositor admirado en el más alto grado por mí y por todo el mundo, le ruego le presente mis respetos haciéndole saber que yo soy uno de sus más ardientes partidarios y admiradores tanto de su genio como de sus composiciones musicales, que son recibidas aquí con toda la estima que en estricta justicia merecen”369. 369 Del Campo (1999), p. 25. 132 La respuesta de Haydn es de 27 de mayo de 1781, también a través de Artaria “En respuesta a la carta del señor Boccherini transmitidle por favor mis más sinceros cumplimientos. Nadie ha sido capaz aquí de decirme dónde se encuentra ese lugar, Arenas, que seguramente está cerca de Madrid. Tened pues la bondad de informarme sobre este punto de modo que así pueda yo escribir personalmente al señor Boccherini”370. La carta de Haydn ponía de relieve un problema que afectaba a Boccherini: el aislamiento que tenía en Arenas de San Pedro. Barce371 transcribe una carta, con fecha 22 de septiembre de 1780, escrita desde Arenas, a Carlo Emanuel Andreoli, en la que se pone de relieve lo tortuoso de las relaciones con su editor (Artaria) debido al aislamiento en que se encontraba. Boccherini solía componer por bloques de 6 obras y su ideal sería el escribir unas 18 composiciones anuales, según indicaba a Andreoli372. Antes de la boda del infante y de la salida de la corte, es decir, desde 1770, en que se supone compuso la primera obra al servicio de don Luis, los Seis Quintetos op. 11 G265270, que datan de ese año373, hasta el casamiento de éste, 1776, se han catalogado 83 obras, repartidas en esos años de la forma siguiente: 1771, 18 obras; 1772, 19; 1773, 14; 1774, 12 y 1775, 20, lo que pone de relieve que el objetivo propuesto casi se cumplió. Desde el casamiento del infante a la muerte de éste en 1785, el periodo en que se apartó de la corte, las obras por año fueron: 1776, 7; 17761778, 6; 1778, 13; 1779, 18; 1780, 24; 1781, 7; 1782, 7 y 1783, 2. En total 84. Así pues, mientras sirvió al infante llegó a componer 167 obras, porcentaje muy elevado sobre la obra completa que se supone en 305 composiciones. Bien es verdad que no todas ellas se puede asegurar pertenezcan a Boccherini, aunque la tradición se las adjudique. Barce opina que la estancia en Boadilla influye en aspectos de la música del italiano: el baile, el paisaje bucólico y la caza. Las trompas alusivas a la caza las encuentra en el Allegro inicial de la Sinfonía en mi bemol mayor Op. 21, n.º 2 (G494), en el Allegro assai de la n.º 3, y en el último movimiento de la n.º 5374. El músico luqués ha facilitado la labor de los investigadores respecto a su obra, pues de propia mano escribió un catálogo, que con posterioridad fue trascrito y publicado por su biznieto Alfredo Boccherini y Calonje. Sin embargo, y sin que se sepan los motivos, no reseñó todas las obras que compuso. Hay una nota en ese catálogo que aporta una información algo confusa. Esa nota dice: 370 371 372 373 374 Del Campo (1999), p. 25. No se sabe si existió correspondencia entre ambos músicos. Barce (1992), p. 37. Barce (1992), p. 38. Barce (1992), p. 25. Barce (1992), p. 30. 133 “Tutte le seguente opere sono state scritte expresamente per S.M. il Re di Prusia”, que habrá ocasión de comentar. El año 1777 fue muy agitado por los continuos traslados entre Velada y Cadalso y por tanto es un periodo de escaso rendimiento como compositor. Barce cree posible que en la primera de las poblaciones nacieran los seis Sextetos op. 23 G 454-459, mientras lo que se desprende del catálogo de Boccherini es que estos fueron escritos en 1776 y por su parte Gerard los señala entre 1776 y 1777. En la Addenda 3 se expone la lista de las obras compuestas por el músico en el periodo que sirvió al infante. Es evidente que se trató de una época fecunda. En 1784 sería nombrado compositor de música del infante375 y el infante firma un decreto sobre el pago que debe hacerse a Boccherini por “las obras de Música que hiciere” “El mismo Boccherini goza # doce mil rs de von por las obras de Musica que hiciere en lugar de igual cantidad que se le libraba separadam te según lo manifestado en Decrto de 17 de Agosto de 1784 en que S.A. le nombra por su compositor de Musica ……………………………………………………………… 12.000” 376 Curiosamente es el momento en que parece deja de componer. No queda claro si emprendió algún viaje, llegó a algún acuerdo con el infante para tomarse un descanso y atender sus negocios o cerró un periodo de servicio en 1782 que se reanudaría en 1784. Lo cierto es que en 1783 escribe una obra, que necesita de unos intérpretes que no había en Arenas, y que Tortella supone, estaba reservada para presentársela al heredero del rey de Prusia, y que en los dos años siguientes no se le conocen obras377. Aprovechando el pequeño conjunto con que contaba en Arenas, al que él mismo se unía como chelista, comenzó a componer los quintetos para dos violonchelos, cosa que no había hecho hasta ese momento. La lista por género de las obras compuestas en Arenas es la siguiente: Tríos para dos violines y violonchelo Tríos con piano Cuartetos de cuerda Quintetos de cuerda con dos violonchelos Sonatas para violonchelo y bajo Conciertos para violonchelo Sinfonías 375 376 377 Vázquez (1990), p. 285. Tortella (2002), p. 172. Tortella (2002), pp. 173 y 474. 6 6 24 36 1 1 6 134 En estas composiciones, la mayoría, como se ha dicho, escritas en bloques de seis, alternaban las obras en modo mayor con las de modo menor, repitiéndose con frecuencia composiciones en mi bemol mayor, una de las tonalidades preferidas de Boccherini. Algunas de estas obras presentan aspectos que merecen comentario. Así el Quinteto con dos violonchelos n.º 5, de la opus 29, recibe el nombre de “Il Ballo Tedescho” ya que finaliza con una danza, especie de giga. Al número 6 de la opus 30, el propio autor le nombró como La Ritirata de Madrid, que se ha traducido como Serenata de las calles de Madrid o Música nocturna de las calles de Madrid, inspirado en la música que podía escucharse en los barrios como Lavapiés, El Barquillo y Las Maravillas, cuando estaban de fiesta. Boccherini añoraba en la tranquila Arenas la alegría y jolgorio de las festividades en las que habría participado. Curiosamente, quedaron inéditos en vida del músico al suponer que esa música no sería entendida en otros países. Se editaron muy tarde, en 1922. Nadie podría decirle al luqués que se convertiría en una de sus obras más populares y más escuchadas y grabadas. El motivo del último tiempo fue utilizado tiempo después por el propio Boccherini en el Quinteto con guitarra n.º Op. (G 453), que escribió para el marqués de Benavente. También lo utilizaría en el Quinteto con piano Op. 57, n.º 6 y en una trascripción para dos violines, dos violas y violonchelo (G 390)378. Mención aparte merecen los Seis Cuartetos de cuerda que constituyen la Op. 32. Escritos en 1780, alternan con la composición de dos series de quintetos de cuerda con dos chelos, las que forman los opus 30 y 31. Con la excepción de los n.º 2, en mi menor, y n.º 5, en sol menor, el resto son de orden mayor, mi bemol mayor, re mayor, do mayor y la mayor, no faltando, como puede advertirse uno en mi bemol mayor. Indicio de la calidad de estos cuartetos es la rapidez con que fueron editados por Artaria. Tortella afirma de ellos que “La sola composición de estas seis obras colocaría a Boccherini entre los grandes cameristas del XVIII”. “Estos cuartetos son un prodigio de maestría, de sensibilidad, de encanto y perfección. El buen gusto y la calidad técnica se entrelazan en un producto excepcional”379. Aunque la mayor parte de la obra que compone Boccherini en Arenas es camerística, también escribe alguna otra de género distinto. Entre éstas un Stabat Mater para soprano y quinteto de cuerda, al parecer por expreso deseo del infante. Mucho más adelante, en 1800, haría una nueva versión añadiendo una voz de contralto y otra de tenor, que constituye la opus 61 (G 532) de su catálogo. Dos obras de los años 1782 y 1783 quedaron inéditas, pues se supone que el autor, ya con intención de escribir para el heredero del trono de Prusia, como 378 379 Los datos sobre las obras de Boccherini han sido extraídos de Tortella (2002), pp. 196 a 205. Tortella (2002), pp. 206 y 207. 135 se ha comentado, querría reservarlas para su nuevo mecenas. Se trata de las Seis sinfonías que constituyen el opus 35 y los Nueve Villancicos, que requerían un elenco con el que no contaba en Arenas. Este hecho y otros similares ponen de relieve lo modesto de la “corte” del infante en Arenas, que algunos autores no parecen entender. A la muerte del infante, Boccherini, que había perdido a su mujer el 2 de abril de 1785, al parecer, de una embolia cerebral, abandona Arenas antes de finalizar el mes de agosto y marcha a Madrid con sus hijos, instalándose en el n.º 21 de la Plazuela de San Ginés. Se sabe que cobró el sueldo que le tenía asignado el infante hasta final de año, como pone de relieve una nota de Aristia en la que se lee que el músico es uno de los servidores de don Luis a quien el rey ha resuelto pagar “seis mesadas para que en este intermedio busque su acomodo”. Pero tal como hicieron la mayoría de los servidores del infante, Boccherini envió un Memorial reivindicativo solicitando de Carlos III una pensión. La forma en que se hizo efectiva la pensión, con carácter vitalicio, fue nombrándole violonchelista de la Real Capilla, sin plaza pero con sueldo de doce mil reales anuales (31.252 €)380. Al igual que sucede con Goya, Boccherini hará que el nombre del infante don Luis Borbón Farnesio no quede en el olvido, pues nunca se podrá hablar del músico luqués sin tener en cuenta el largo periodo en que estuvo al servicio del hijo de Felipe V y lo fructífero que resultó para bien de la historia de la música. Los otros artistas que estuvieron al servicio de don Luis son artísticamente de un nivel inferior a Boccherini. Ya se ha dicho que Goya no estuvo al servicio de don Luis, e igualmente se han comentado las relaciones de Ventura Rodríguez y Luis Paret, a ninguno de los cuales se les puede considerar artistas de Arenas. Francisco Sasso realizó trabajos para don Luis, entre ellos el desaparecido retrato ecuestre que formaba pareja con el de su mujer pintado por Goya, pero no fue pintor a sueldo. Algo similar puede decirse de Gregorio Ferro, que pintó retratos del infante, de María Teresa Vallabriga y de Luis María (figura 32). Caso distinto es el de Alejandro de la Cruz, que figura con una asignación anual de doce mil reales de vellón (31.252 €) y fue nombrado pintor de Cámara a finales de 1779 o principios de 1780. En 1781 don Luis, probablemente empujado por su mujer, decidió ascender a Francisco del Campo, encargando a Aristia preparase el decreto. Una vez hecho en los términos expresados por el infante, el administrador le comentó algunos cambios, que en la práctica, pasado cierto tiempo, resultaron excesivos con respecto a lo hablado, según el infante, y en los “exactos términos”, según 380 Tortella (2002), pp. 222, 225, 233 y 234.. 136 Aristia. Francisco del Campo se quejó de que el nuevo puesto era honorífico y que no se le habían abonado los 18.000 reales (46.879 €) que se le habían prometido. Francisco del Campo debió hablar con su valedora y ésta con su esposo presionándole. Aristia da cuenta a Floridablanca de la existencia de una facción compuesta por María Teresa, su confesor y del Campo, que manipula abiertamente a don Luis sin que éste se entere. El enfado del infante contra Aristia, ¿hasta qué punto alimentado por María Teresa?, provocó que “cuando el infante ha salido del cuarto le ha dicho y de forma casi ofensiva, que se limite a presentarle asuntos de secretaría y que le falta al respeto”381. Don Luis escribe a su hermano diciéndole que Aristia “… se ha hecho el amo. absolutamente de no hacer nada sino lo que quiere …. este hombre me provoca, así te pido hermano de mi alma, que por quitarme de perderme, porque ya ha llegado a tal punto su desvergüenza conmigo que no lo puedo aguantar, espero quieras quitarle de aquí por mi honor y estimación …”382. ¿Hasta qué punto quien escribe no es María Teresa? A ésta no le venía nada mal deshacerse de un testigo molesto que sabía informaba a Floridablanca, y por tanto al rey, de todo lo que ocurría en la “corte” de don Luis. Carlos III decidió trasladar a Aristia a Madrid pero conservándole su cargo de secretario del infante: todos los papeles referentes a los asuntos de Arenas le debían ser remitidos. El ministro aseguró al secretario del infante que el rey “sólo reconoce a Vuestra Señoría por secretario regio, conforme a su real resolución”383. No debió pasar desapercibido a Floridablanca y, por tanto al rey, el ambiente de la casa de su hermano, ya que estos hechos se sumaban a los otros ya comentados. Todo ello puede explicar su actitud hacia la esposa de su hermano a la muerte de éste. Peña escribe al respecto “Sus últimas entrevistas (de Aristia) con Don Luis no debieron ser muy felices. Cuenta una en la que, al hablar de Campo, el Infante le dijo que pediría al Rey que le mandara a alguno de los presidios de Africa, a lo que él ha contestado que, mandándolo el Rey, iría aunque sea a Puerto Rico. Tras eso le ha perseguido con un garrote hasta las piezas exteriores, diciéndole que como volviera a entrar en su cuarto …”384. 381 Peña (1990), T. I, p. 247. AHN. Estado. Leg. 2631. Citado por Peña (1990), T. I, p. 248. 383 Aristía había sido nombrado por Carlos III y pertenecía al grupo de servidores dependientes de la Corona. 384 Peña (1990), p. 248. 382 137 La reacción del infante es una vez más demostración de su debilidad de carácter. El hecho es que Juan Miguel Aristia recibe orden, con fecha de 1 de mayo de 1781, de marchar a Madrid385. Al parecer se formaron dos bandos: por un lado María Teresa Vallabriga, su tía, María Benítez de Rozas, Francisco del Campo y José Manjón, confesor de la mujer del infante y por otro el confesor de don Luis, Urbano de los Arcos y Juan Miguel Aristia. En medio el infante que lógicamente se inclinaba hacía su esposa. La orden de retiro del confesor de la mujer de don Luis irritó a ésta de tal manera que al parecer exigió la salida de otro servidor del infante como compensación. Aristia señala que ese otro era él y en la carta que escribe a Floridablanca, mencionada antes, puede leerse “… los contínuos poderosos influjos de la tía y la sobrina, para que deste modo no quede testigo de su absoluto manejo en todo,…” “… sumamente irritada y lo estará aunque pase mucho tiempo contra las personas que intervinieron en este hecho y ni se ha remediado ni se remediará … aunque la providencia haya sido justa porque además de que se hizo antes de que llegase este caso quanto daño se puede discurrir sembrando perniciosas semillas así con tra la quitud y sosiego de ánimo de S.A. y del gobierno interno y externo de su casa, como contra los criados antiguos …”386. En ese mismo año el infante encarga a Floridablanca que prepare y redacte su testamento. En octubre ya estaba hecho y aprobado por el rey, el cual se reservaba el poder incorporar a la corona las jurisdicciones, regalías y derechos de ciertos lugares, compensando a los herederos con rentas y bienes equivalentes.387. Según se ha dicho antes, el último viaje a la corte lo realiza el infante a finales de marzo de 1785 con motivo de las bodas de la hija de su sobrino Carlos, Carlota Joaquina, con el infante de Portugal don Juan. El día 27 de ese mes tuvo lugar la petición de mano por parte del embajador de Portugal don Enrique Meneses. En la lectura y firma de la escritura de las Capitulaciones, celebrada en el Salón de Reinos del Palacio Real por la tarde, se cita al infante don Luis entre los asistentes y firmantes. Fue también uno de los testigos especiales del Desposorio, junto a los infantes don Gabriel, don Antonio y doña María Josefa. Sin embargo, cuando dos días después, el 29, la corte acude a la Vir385 Según Tejero (1990), p. 129, dice que Aristía fue rehabilitado y volvió a Arenas poco tiempo después. No documenta esta afirmaci ón. Tortella (2002 ), p.181 también dice que vuelve a Arenas. Aristía aparece en Arenas muerto el infante, lo que es lógico ya que él sigue llevando los asuntos de don Luis y sería enviado para ordenar todo. Peña (1990), T. I, p. 255, señala que el 27 de junio de 1785, Aristía, desde Madrid, escribe a Floridablanca solicitando se envíe a Arenas un médico para el infante. 386 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2566. Transcrito por Vázquez (1990), p. 217. 387 Peña (1996), p. 48. 138 gen de Atocha, en la extensa relación que se hace no figura el infante388, pues se encuentra indispuesto. En carta de 30 de marzo de 1785, que Goya dirige a Zapater, le hace una sucinta descripción del cortejo. “Ayer fue el Rey á Atocha a las cinco de la tarde, muy contento con el Príncipe a su izquierda y la Princesa y la Carlota al bidrio; los Ynfantes detrás en otra Carroza y en la que se seguia la Ynfanta con todo el tren real que hacia una bista muy buena (y me acorde de ti, pues en todas mis mejores diversiones me suele suceder), hubo muy buena iluminación y la Plaza mayor acía mejor que otras bezes para mi gusto y de otros” Continúa explicando el motivo de la ausencia del infante don Luis. Este le ha hecho llamar a Palacio, lo que pone de relieve el afecto que sentía por el pintor. “El Pobre Ynfante Don Luis no pudo salir, que esta muy malo oy le he besado la mano por despedida que se ha marchado á su casa media ora antes que el Rey á Aranjuez. Y según lo he bisto estos días que parece tenia gusto de berme a menudo y obserbado no escapa de esta y lo mismo opinan otros”389. No mejoró la salud del infante con su vuelta a Arenas, sino que empeoró día a día. A finales de junio de 1785 su estado se agrava de tal modo que desde la noche del día 25 se aprecia sangre en el esputo. El 27 Aristia, que se encontraba en Madrid y debía recibir correo de Arenas a diario, escribe a Floridablanca pidiéndole se envíe a Arenas un médico de la corte que solicita don Luis, aunque está satisfecho de la labor que realizan los que tiene junto a él. Al día siguiente se le comunica la consternación de su hermano y que señale el médico que quiere se le envíe. El 2 de julio, a las nueve de la noche, llega a Arenas el médico Juan Gámez, que era el designado por el infante. El médico tras reconocer al enfermo indicó un régimen de comidas consistente en leche, masas fermentadas, carne de animales jóvenes, verduras y frutas, que se complementaba con los medicamentos siguientes: quina, malvavisco, goma arábiga, goma de sonora y jugo de semillas de sargatona. El médico volvió a Madrid el 11 de julio y debió de informar al rey del estado de su hermano390. El 13 de julio de 1785, poco antes de fallecer don Luis, la situación entre éste y su mujer debía ser insostenible por lo que se deduce de la carta que el confesor de don Luis, fray Urbano de los Arcos, envía a Floridablanca, adjuntándole una para Carlos III. El panorama que pinta es lamentable 388 389 390 Pineda (1881), pp. 143-158. Gaceta de Madrid, 1 de abril de 1785, p. 203 y Suplemento. Goya (2003), Carta 64, p. 198. Vázquez (1990), pp. 450-451. 139 “… después de haver visto un desorden Indecoroso y poco regular en esta casa: ha llegado el orgullo y altanería de esta Señora a tal estremo, que no contenta con ynsultar continuamente a S.A., transpasando las leyes de politica y buena crianza …” “… me llamó, y estandose reconciliando, vino la señora, y acercándose al Infante, que estaba de pie, le preguntó qué hacia, y S.A. intimidado como acostumbra, le respondió con la humildad que un novicio, que se estaba reconciliando y agarrándole de un brazo le llevó con admiración de todos los criados de S.A. y de otras muchas personas a las piezas interiores;” “De cuyos resultados es mui regular que S.A. le aya precisado a hacer las vagezas que acostumbra, como pedir perdón de rodillas, con lo demás, que con arto dolor mío he presenciado otras veces” “A la verdad mucho sentimiento me costaría dejarle abandonado a la suerte, y al despotismo de esta poco agradecida Señora y de los buenos alajas de su Partido”391. Por lo que se desprende de la carta, Fray Urbano de los Arcos teme que por instigación de María Teresa le suceda lo que a Aristia. Estos sucesos, que debieron llegar a conocimiento de Carlos III, explican la actitud que tomó el rey con la mujer de su hermano una vez fallecido éste. El 15 Aristia informa a Floridablanca que el enfermo ha experimentado una ligera mejoría dentro su gravedad, pero pocos días después, el 22, padece mucho posiblemente debido a los calores. El estómago se ve afectado por la ingerencia de la leche de burra y la quina, con lo cual su debilidad es notable. En la mañana del 27 el infante sufre un episodio que alarmó grandemente a los que le atendían: por breves momentos se le trabó la lengua y lo que hablaba era ininteligible. Carlos III seguía puntualmente la evolución del enfermo. Los familiares de don Luis se interesaban por su salud, pero llegó un momento en que no podía contestarles. Además de Gámez, otro médico de Cámara del rey llegó a Arenas; se trataba de Francisco Martínez Sobral y a ambos les pidió don Luis designasen un médico de Madrid que estuviese constantemente con él. El elegido fue don Matías Alcalá. A finales de julio la debilidad era mayor, los dolores aumentaron, las piernas se le hincharon y dormía mal. Ante la situación, el infante pidió a Aristia escribiese a Floridablanca detallándole sus dolencias para que se las comunicase al rey, e incluía una corta carta que a duras penas había podido escribir392. 391 392 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2538. Transcrito por Vázquez (1990), p. 464. Vázquez (1990), p. 454. 140 “Hermano de mi alma me acavan de sacramentar; te pido por el lance en que estoi que cuides de mi mujer y de mis Hijos y de mis pobres criados y a Dios. Tu Hermano Luis”393. La carta es patética. Don Luis tiene claro que su final está cerca. Hay que señalar que no sólo confía a su hermano su familia sino que le encomienda a sus criados, lo que pone de relieve el buen corazón del infante, en época en que tales preocupaciones no eran moneda corriente. A las siete de la mañana del día 4 de agosto, Fray Urbano le había llevado el Viático, como se desprende de la carta. Aristia, en la información que con gran regularidad mandaba a Floridablanca, relata la actitud del infante en ese momento. “en cuio religioso acto ha manifestado S.A: la mayor conformidad y los sentimientos cristianos de que está animado su corazón, a causado mucha e dificación a todos sus asistentes que se hallan penetrados de dolor y sentimiento de ver a S.A. en tal estado sin poe éste dexen de servirle con esmero, decoro y puntualidad que se debe a su Real Persona”394. Ante las alarmantes noticias se urgió el viaje del médico que debía ir a Arenas. Carlos III, el 5 y 7 de agosto, envió sendas cartas a su hermano que nunca llegó a leer y fueron devueltas, lo que ha permitido conservarlas en el Archivo Histórico Nacional y que sean consultadas. La del día 7 es de este tenor: “Hermano de mi alma y de mi corazón: Bien sabes el amor que te tengo, y assi puedes imaginarte la aflicción que me causa el mal estado de tu salud, pues me dices que te acavan de sacramentar, pero me consuela que pensabas bien en tu Alma y a tu salvación que es lo que importa sobre todo: y quanto a tus cosas yo pensaré: y no estando para mas acavo abrazándote mil millones de beces de todo mi corazón, pero no paro de rogar a Dios por ti. San Ildefonso siete de agosto de 1785: Al Infante Don Luis mi Hermano” 395. El médico Gámez se desplazó precipitadamente a Arenas para reconocer al infante y con igual rapidez se enviaron a Madrid los informes emitidos. Todo llegaba tarde: don Luis moría a las seis y cuarto de la mañana del día siete de agosto de 1785, a los cincuenta y ocho años de edad. Dejó dicho que no se le embalsamase y por deseo de la viuda nada se tocó hasta conocer las disposiciones que daba el rey. 393 394 395 A.H.N. Secc. Estado. Leg. n.º 2538. Transcribe Vázquez (1990), p. 466. A.H.N. secc. Estado. Leg. n.º 2538. Transcrito por Vázquez (1990), pp. 465-466. A.H.N. Secc. Estado. Leg. n.º 2538. Transcrito por Vázquez (1900), p. 322. 141 El mismo día en que murió su esposo María Teresa escribió sendas cartas al Rey y a Floridablanca, que se exponen y comentan más adelante. Debía entender que su situación había cambiado por completo y debía conocer o intuir que no contaba con la complacencia de su cuñado. Según escribe Floridablanca a Medinaceli, el rey tuvo noticia del fallecimiento de su hermano el 8 de agosto, resolviendo trasladar el cadáver “àl Panteón de S.n Lorenzo, ó parage qe haya señalado para su entierro”. Como al parecer no había fijado ninguno, Carlos III manda “se deposite en S.n Pedro de Arenas” hasta su traslado definitivo al Panteón del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Como veremos más adelante se tardaron 15 años en hacerlo. Se decretaron tres meses de luto, el primero riguroso, que debían comenzarse el 10 de agosto396. Aristia salió rápidamente para Arenas a fin de transmitir las órdenes dadas por el rey y organizar todo lo referente al entierro, juntamente con los gentileshombres de Cámara y el Mayordomo de Semana. Pedro Vibero Pardo, Mayordomo de semana, escribe el 11 de agosto al duque de Medinaceli, desde Arenas, diciéndole que, en el Cuarto de S.A. le fue entregado el Real cadáver por los gentileshombres de Cámara, para con toda la Pompa que ha sido posible y con la asistencia de las dos comunidades de la villa y de todos los criados de S.M. destinados al servicio del infante, trasladarle al convento de San Pedro. En este lugar fue recibido por Fray Pedro de Almagro, prior del convento, a las seis de la tarde. El cadáver se colocó en el lado izquierdo del altar mayor de la capilla en “donde existe el Santo”. Como era habitual el cuerpo de don Luis se dispuso en una caja de plomo, con un cristal que dejaba ver el rostro, que a su vez iba dentro de una de madera, cerrada con tres llaves. Estaban presentes los gentilhombres de Cámara, Aristia y otros servidores. Se entregó un recibo firmado como garantía del depósito del cadáver. El propio Vibero comunicó a la corte que la entrega había sido hecha397. Una de las llaves que cerraban la caja del infante fue entregada al prior del convento y las otras dos a Pedro Vibero. Algo más de un mes después, el 25 de septiembre, el conde de Floridablanca envía al duque de Medinaceli, Mayordomo Mayor de S.M., las tres llaves de la caja que contiene el cuerpo del infante, para que sean guardadas hasta que se proceda al traslado al Panteón del Escorial398. La información que dio la Gaceta de Madrid sobre la muerte del infante fue tardía y escasa. 396 397 398 A.G.P. Reinados. Carlos III. Caja 16. Leg. 10. A lápiz 62. A.G.P. Reinados. Carlos III. Caja 16. Leg. 10. A lápiz 62. A.G.P. Reinados. Carlos III. Caja 16. Leg. 10. A lápiz 62 142 “El día 7 del corriente cerca de las 6 de la mañana falleció el Serenísimo Sr. Infante D. Luis Antonio Jayme en su residencia de la Villa de Arenas después de larga y penosa enfermedad. Su pérdida ha sido muy sensible al Rey su hermano y á todas las personas Reales, que le amaban tiernamente: y S.M. mandó tomar luto por 3 meses, el 1º riguroso, empezando el dia 10. Dexó S.A. encargado no se hiciese diseccion de su cadáver; y siendo imposible que sin embalsamarle pudiese esperar á que fuese á aquel pueblo la comitiva para conducirle con la pompa correspondiente á la sepultura que dexó elegida, mandó S.M. que por lo pronto se depositase en la Iglesia de Religiosos Franciscanos Descalzos de la misma Villa, donde está el cuerpo de S. Pedro de Alcántara: cuyo acto se executó con el decoro correspondiente, y asistencia de los Gentileshombres de Cámara, Mayordomos y otros criados de S.M. destinados al servicio de S.A., colocándole en la Capilla del Santo al lado de su altar, donde permanecerá hasta que á su tiempo mande S.M. se traslade á la sepultura elegida, con la pompa fúnebre que le corresponde como Infante de España”399. El 22 de agosto Floridablanca notifica a Medinaceli que los criados del infante don Luis que se hallan en Arenas se trasladen a Madrid. Por supuesto, se trataba de la servidumbre de S.M. destinada al servicio de su hermano. ¿Hasta qué punto era esta la costumbre o era el primer síntoma de cómo enfocaría Carlos III sus relaciones con su cuñada? Carlos III decidió tomar las riendas de la situación una vez muerto su hermano y nombró un ministro togado que debía ir a Arenas y, juntamente con Aristia, hacer inventario de los bienes del infante y la lista de los servidores con indicación de su antigüedad en el servicio y sueldo percibido400. Nombró al conde del Carpio formalizar la testamentaría. Por su parte la viuda designó a Francisco del Campo para que la representase en la formación de los inventarios401. Como ya se ha dicho, en 1781, el infante había pedido a Floridablanca le redactase un testamento, que, aprobado por Carlos III, otorga en Arenas el 22 de abril de 1782 ante el notario del Reino Antonio Martínez de Salazar, Secretario de S.m. y de Cámara del Consejo. El testamento de don Luis es un documento de enorme interés, pues los inventarios de sus bienes, la lista de sus posesiones, etc. proporcionan datos abundantes para analizar la vida del infante y algunos ya han sido utilizados al hablar de sus colecciones y se volverán a citar al analizar los cuadros pintados por Goya402. 399 Gaceta de Madrid, 19 de agosto de 1785, pp. 339-340. Vázquez (1990), p. 458. 401 Matilla (1989), p. 27. 402 Peña (1990), T. I, p. 278, narra como no aparecía en el Archivo Histórico de Protocol os de Madrid; gracias a una copia existente en el Archivo del Ministerio de Justicia pudo conseguirlo en el AHP de Madrid. Como también dice esta autora Matilla Tascón publicó en 1989 una con400 143 En esencia, como indica Matilla, las principales cláusulas que se establecen en el testamento son: a) Que se le entierre en la capilla de Boadilla y de no ser posible en la de Chinchón. b) Lega a su mujer 12.000 ducados de vellón, tal como se estipulaba en las capitulaciones matrimoniales y 100 doblones de oro mensuales para alfileres. c) Lega y mejora a su mujer en el quinto de todos sus bienes libres. d) La nombra tutora y curadora de sus hijos y albacea testamentaria. d) Mejora al primogénito en el tercio de sus bienes libres, consistiendo tal mejora en el Estado de Chinchón y lugares de su pertenencia para que permanezcan unidos y pasen a sus herederos. Carlos III permitió a su hermano instituir el vínculo del Estado de Chinchón aunque excediese el tercio permitido. e) Instituye herederos universales a sus hijos Luis María y María Teresa y los que pudiera tener403. Como lo habitual era que las testamentarías durasen años, María Teresa Vallabriga solicita se le señalen 16.000 reales (41.670 €) para atender a sus necesidades y las de sus hijos, que en su momento serían cargados a la testamentaría. Con este motivo la Cámara del rey emite un informe en el que, en contestación a la petición de la viuda de don Luis, se dice que deben señalársele los 12.000 ducados que figuraban en las Capitulaciones y otros 12.000 para alimentos de los tres hijos. Un año después Carlos III resuelve que los 11.388.917 reales y 26 maravedíes (29.661.295 €) que se adeudan al infante por restos de alimentos, en los reinados de Felipe V y Fernando VI, se consideren como impuestos a censo redimible al 3% y se paguen a los herederos, al igual que lo correspondiente al palacio de Riofrío404. El rey arrendó los bosques de Boadilla y Villaviciosa en 4.000 ducados (114.880 €)405 anuales pagados por tercios. La viuda también ofreció al rey los caballos y las escopetas de su marido, así como las cabras de Angola. Carlos III rechazó los caballos, pero se quedó con la casa de aves que su hermano tenía en Aranjuez, previa tasación de Juan de Villanueva406. En 19 de enero de 1786, María Teresa Vallabriga vende la real Yeguada, 101 cabezas tasadas en 116.450 reales (303.282 €), y alquila los pastos de las dehesas de Entrambosríos y Casaquemada. El propio rey compró a la Testamentaría dos cebos de caza, con un jardincito y una estatua de cazador, por 25.366 rls. (66.063 €). Finalmente en 1789 vende una casa junto al Jardín de la Priora en 102.462 reales y ocho maravedíes (266.852 €)407. Hasta 1797 no se formalizó la Testamentaría de don Luis. Los largos inventarios y las complicadas interpretaciones provocaron el retraso. Pero no acaferencia sobre el infante y su testamento (ver bibliografía) y al parecer no tuvo dificultades para encontrarlo en el A.H.P.M. 403 Matilla (1989), p. 28 404 Matilla (1989), p. 29. 405 Se han supuesto ducados de vellón equivalentes a 28,72 €. 406 Peña (1996), pp. 49 y 50. 407 Matilla (1989), pp. 33-34. 144 baría aquí, pues el 12 de enero de 1799 Manuel Godoy y su mujer María Teresa solicitan una revisión de los valores asignados, lo que da lugar a pequeños ajustes en los mismos. Por fin, el 5 de junio de 1800 se cierra de forma definitiva la testamentaría. El total de los bienes se tasó en 60.843.376 reales (158.460.488 €), que, descontando los gastos, anticipos otorgados por la Testamentaría y pensiones atrasadas, se quedaron en 55.034.201 reales y 30 maravedíes (143.331.073 €). En la Addenda 4 se muestra el resumen de bienes de don Luis tomado de Matilla408. La distribución de la herencia entre su viuda y sus hijos muestra lo beneficiado que quedaba el mayorazgo frente a su madre y sus hermanas. En la tabla adjunta se dan los valores totales que percibiría cada heredero409. No puede decirse que don Luis hubiese dejado mal situados a sus herederos. Puede entenderse, a la vista de estas cifras, el interés de los tíos de María Teresa Vallabriga en que su joven sobrina se casase con el hermano del rey, a pesar de todos los inconvenientes. Como ya se ha dicho se dio la orden de hacer una lista de los servidores del infante don Luis en la que se debían indicar los sueldos anuales que cobraban y los años de servicio, con objeto de proceder a otorgar las pensiones correspondientes. De esa lista se han extraído algunos datos, correspondientes a los personajes que más se han mencionado a lo largo del texto, que pueden dar idea de los gastos del infante y los sueldos cobrados en la época. Para poder establecer comparación con los sueldos actuales se indica su valor en euros, con la equivalencia obtenida en la Addenda 1. Hay que señalar que Tortella cifra el número de servidores en 600, repartidos en las posesiones de don Luis, aunque cabe suponer que el número más elevado correspondería a los de Arenas. Chinchón y Boadilla para el Mayorazgo La viuda, por su quinto, joyas y lecho cotidiano Luis María, por su legítima María Teresa, por su legítima María Luisa, por su legítima TOTAL 25.067.500rls + 15mv. (65.285.798 €) 6.871.729 rls + 3mv. (17.896.731 €) 7.798.324rls+ 4mv. (20.309.955 €) 7.798.324rls+ 4mv. (20.309.955 €) 7.798.324rls+ 4mv. (20.309.955 €) 55.034.201rls + 30mv. (82.150.483 €) Fray Urbano de los Arcos fue nombrado en 1773 confesor interino del infante, con un salario de 11.000 reales (28.648 €), que se convirtieron en 1774 en 24.000 (62.505 €) al ser designado en propiedad. Juan Miguel de Aristia, secretario de don Luis tenía una paga anual de 75.000 reales (195.330 €), a la que hay que añadir 8.800 reales (22.318 €) en concepto de alquiler de casa y archivo. Francisco Vázquez, secretario y contador 408 409 Matilla (1989), pp. 53 a 55. Matilla (1989), p. 31. 145 general de la Hacienda de su alteza, 36.000 reales (93.758 €). Francisco del Campo, secretario de la esposa de don Luis, cuando fue ascendido a oficial mayor de la secretaría, gozaba de un sueldo de 22.000 reales (57.296 €). De los músicos quien más cobraba era, por supuesto, Boccherini. Su paga anual era de 18.000 reales, a los que había que añadir 12.000 por las obras que escribiese, es decir 30.000 reales (78.132 €). Francisco Font, violín, 9.000 reales (23.439 €); Antonio Font, hijo del anterior, viola, 7.700 reales (20.053 €); Pablo Font, hermano de Francisco, violín, 5.500 reales (14.324 €); Juan Font, hijo de Francisco, violín, 4.500 reales (11.719 €). Landini, violín de la Real Capilla y que había sido maestro de música del infante, jubilado desde el 15 de febrero de 1747, recibía 8.000 reales (20.834 €) en concepto de pensión. El médico Juan de Casas, 24.000 reales (62.505 €); Santos García, el peluquero de la esposa de don Luis, el único de los personajes, con excepción de los miembros de la familia, del cuadro La familia de don Luis que está claramente identificado en virtud de su profesión, 8.800 reales (22.918 €). De los artistas, Ventura Rodríguez tenía asignado un sueldo de 18.000 reales (46.879 €); Alejandro de la Cruz, pintor de Cámara, 12.000 reales (31.252 €); Luis Paret, a pesar de no haber estado mucho tiempo junto a don Luis, al ser exiliado a Puerto Rico, 14.400 reales (37.503 €); Juan Cháez escultor de Cámara 12.000 reales (31.252 €); la viuda de Sasso, éste ya no vivía, también recibía una pensión. Andrés Sánchez del Busto, encargado del Gabinete de Historia Natural, 4.400 reales (11.450 €); Miguel Ramón Linacero, bibliotecario de don Luis y que posteriormente sería preceptor de Luis Mar ía cuando marchó a Toledo, 22.000 reales (57.296 €); Estanislao de Lugo, ayo de Luis María, 36.000 reales (93.758)410. Estos sueldos pueden parecer demasiado altos en comparación con los actuales, pero debe tenerse que estamos hablando de los niveles máximos de la sociedad. Por supuesto había músicos, peluqueros, pintores, etc., que cobraban bastante menos o que incluso apenas podían malvivir. La comparación no debe hacerse con sueldos medios sino con los más elevados que se perciben actualmente en cada una de las profesiones mencionadas. ¿Cuál es el salario de un concertino en una orquesta de renombre? ¿Cuánto cobra un peluquero que marque la línea de peinados que deben portar las mujeres en una temporada? Por todo ello, no cabe extrañarse el interés de los profesionales de cualquier tipo, en la época que aquí se trata, tenían de ser nombrados para las Cámaras y Quartos de los miembros de las familias reales. Muerto el infante, Carlos III prohibió a María Teresa Vallabriga salir de Arenas y poco tiempo después, como extensamente se tratará en el Capítulo IV, envió a los hijos del infante a Toledo. Transcurridos varios meses, las relaciones que al parecer María Teresa sostenía con Francisco del Campo despertaron la 410 Los valores de los sueldos han sido tomados de Vázquez (1990), pp. 400 a 404. 146 inquietud del alcalde de Arenas, el cual, el 15 de febrero de 1786, escribe una carta a Floridablanca. “Exmo. Sr. Conde de Floridablanca. Mui Señor mio: siendo cierto que el crecido y notorio afecto de Doña María Teresa Vallabriga para con Don Francisco del Campo su criado produxo al Sermo. Sr. Infante Don Luis que Dios haia) no pocos sentimientos con reparos de cuantos lo advertían y dolor mío cuando poco tiempo antes de morir me manifestó S.A. no le permitían sanar las pesadumbres domésticas, también los que siguiendo la causa en aumento, los efecto y la nota son correspondientes y pareciéndome propio de mi empleo de Alcalde Hordinario por mi estado en esta villa el procurar el remedio, lo pongo en consideración de V. Excia. para que su notoria justificación providencie lo más conveniente a ambas majestades. La Divina Providencia guarde la vida de V. Excia. muchos años en su mayor grandeza. Arenas, Febrero, 15, de 1786. a los pies de V. Excia. su rendido señor: Alonso Zorrilla y Monroy”411. Según señala Vázquez, aunque no lo documenta, se llamó a Francisco del Campo a la corte dándole orden de permanecer en ella atendiendo su plaza de secretaría y haciéndole conocer que en caso contrario se le castigaría con rigor412. Resulta extraño que todo se limitase a esto si las cosas hubiesen llegado hasta el punto que se dice. Del Campo continuó ligado a la viuda de don Luis como su apoderado en todo el proceso de la testamentaría, firmando las tres Adiciones de 1800, 1802 y 1803; incluso, María Teresa Borbón Vallabriga lo nombró, a través de Godoy, su administrador; posteriormente hizo una magnífica carrera administrativa, pues en 1806 era caballero de la Real Orden de Carlos III, miembro del Consejo de su majestad, ministro honorario del Tribunal de la Contaduría Mayor y contador general de los infantes Carlos María y Francisco de Paula413. A pesar de que las opiniones sobre María Teresa Vallabriga expuestas en párrafos anteriores procedan de personas no muy afectas a su persona y deban ser tomadas con alguna reserva, parece evidente que su actuación no fue la más adecuada. No debía ignorar que nunca fue vista con simpatía por el rey sin que con certeza pueda decirse el motivo; posiblemente suponía que tanto ella como su familia aprovechaban las circunstancias para hacer un “buen matrimonio” y conseguir un ascenso social. También la actitud de sus parientes, protestando sobre la aplicación de la pragmática de 23 de marzo, que impedía a los hijos del 411 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2566. Transcrito por Vázquez (19909, pp. 218 -219. Es extrañ o que en asunto tan delicado el alcalde tomase la iniciativa, parece más probable que se le pidiese información si algún rumor había llagado a la corte. 412 Vázquez (1990), p. 209. 413 Peña (1990), T. I, pp. 292-293. Tejero (1990), p. 129. Incluso, según señala este úl timo autor, fue testigo del testamento de Boccherini dictado en 1789. 147 matrimonio portar el apellido Borbón, y posteriormente la recomendación que le hicieron de notificar al Consejo de Castilla el nacimiento de Luis María, no podía agradar a Carlos III. Aunque esto no pasan de ser suposiciones no apoyadas en documentos. Por su parte, María Teresa tenía que saber que su actuación como esposa de un hermano del monarca estaría sometida a una vigilancia continua y crítica por parte de los servidores del infante nombrados por el rey, al cual informarían. El caso de Juan Manuel Aristia era paradigmático: se había ido de Arenas pero conservando el puesto y su retribución. En su descargo puede argüirse su extrema juventud, la imposición de un matrimonio no querido y la vida en un pueblo perdido donde los alicientes para una mujer joven debían de ser nulos, más si se comparan con lo que habría sido su vida de permanecer en la corte, a donde, no hay que olvidarlo, le estaba prohibido ir. Por lo tanto no hay que juzgar su proceder con mucha severidad. En su contra jugaba su fuerte carácter, que pondrían de relieve personas no predispuestas contra ella, como el cardenal Lorenzana y su sobrino, que se tratarán en el capítulo IV. Un nuevo suceso luctuoso afectaría a Mar ía Teresa, pues el 12 de diciembre de 1785 fallecería su padre. En el mismo año se había quedado viuda, huérfana de padre y sin sus hijos. Realmente no era para que estuviese muy contenta. 148 Capítulo III La familia de don Luis después de su muerte Nada más morir su esposo comprendió María Teresa, o le aconsejaron, que debía intentar congraciarse con el rey, cuya opinión sobre ella, no podía ignorarlo, era poco propicia. El mismo día de la muerte de su marido le escribe la carta siguiente: “7 de agosto de 1785 Señor: Abrumada en lo más profundos sentimientos de aflicción y amargura por la gran pérdida de mi amado esposo el Infante Don Luis a quien Dios ha servido llevar para sí a las seis y cuarto desta mañana, me postro humilde y rendidamente a los reales pies de V.M. suplicándole respetuosa y encarecidamente que por todos los motivos que han alimentado el fraternal amor en el piadoso corazón de S. M. se digne a mandar y disponer quanto le haya pertenecido por todos términos, como sobre esta pobre afligida viuda y sus tiernos hijos que se acogen muy confiadamente baxo el amparo y real protección de V.M. Arenas, 7 de agosto de 1785”414. Simultáneamente escribía a Floridablanca “Mui Sor. Mio. Por el adjunto memorial se servirá V.E. ver el justisimo motivo de aflición y desconsuelo en que me hallo por haver perdido a mi amado esposo el Infante Don Luis; suplico a V.E. postándome con mis hijos a sus reales pies y esperando el buen corazón de V.E. que nos tomara a todos baxo el apoyo de su poderosa intercesión y me advertirá cualquier obligación que yo deba cumplir. Arenas, 7 de agosto de 1785”415 De nada sirvió la humildad con que había sido escrita la carta. De inmediato se le comunicó que debía permanecer en Arenas hasta nueva orden, que cabe suponer no era la respuesta que mejor se acomodaba a los intereses de la viuda de don Luis. El día 11 de agosto escribe a Floridablanca: “… quedo enterada de ser voluntad del Rey que yo permanezca en este pueblo hasta nueva resolución; y buelvo a pedir a V.E. me haga la honra de prestarme a los Pies de S.M. como la más rendi414 415 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2538. Transcrita por Vázquez (1990), p. 459. A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2538. Transcrita por Vázquez (1990), p. 459 149 da y humilde para obedecer esta real orden … Arenas, 11 de agosto de 1785”416. A la muerte del infante, Francisco Antonio de Lorenzana417, a la sazón arzobispo de Toledo, se ofreció como preceptor de los hijos. El cardenal no olvidaba que el infante, siendo a su vez cardenal de Toledo, le había traído desde Sigüenza ofreciéndole una canonjía en su sede. “… por mi parte deseo contribuir en cuanto pueda i alcanzo a el alivio y consuelo de la familia que ha dejado S.A. y particularmente del Niño: en este particular, i en todas las rentas que gozo no apetezco otra cosa, que emplearlas en el mayor servicio de Dios, del Rey y beneficio público. Carlos III aceptó el ofrecimiento y, ocho días después de la muerte de don Luis, emitía un decreto en el que confiaba la educación de los niños al cardenal 418. “Por lo mucho que debe interesarme la educación de D. Luis de Ballabriga y de sus hermanas, he resuelto que la dirixa el muy Reverendo en Christo Padre Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, en quien, sobre las altas prerrogativas de su Dignidad, concurren todas las prendas y qualidades personales correspondientes a esta y mayores confianzas. Tendríase entendido en el Consejo y Cámara para que concurran, por su parte, a que estén siempre a disposición del Arzobispo dicho D. Luis y sus hermanas, y estos se conduzcan, coloquen y eduquen donde, como y por quien el mismo Arzobispo dispusiere, y a su vista, sin contradicción y reparo”419. Floridablanca, al remitir el decreto al arzobispo le escribía que Carlos III ordenaba que él recogiera al niño y que las niñas fuesen a un convento o colegio fuera de Madrid. Lorenzana decidió que el convento apropiado a tal fin era el monasterio de Cistercienses Bernardas de San Clemente de Toledo420, que suponía una la ventaja para él, pues tendría a sus pupilas cerca, y permitía a Luis María visitarlas con facilidad. 416 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2538. Transcrita por Vázquez (1990), p. 459 Posiblemente, por confusión con el fondo Borbón Lorenzana, Moreno de las Heras (1997), p. 224, nota 6, le denomina Francisco de Borbón Lorenzana, del que dice tomó posesi ón del arzobispado en 1772 y se retiró en noviembre (?). 418 Resulta un tanto extraña la versión que dan Belmonte y Leseduarte (2004), p. 256, de la instalación de los hijos de don Luis en Toledo. “… cuando vivía en Arenas con sus padres (María Teresa), y debido a las relaciones nada cordiales entre ellos, fue separada de la tutela de ellos y trasladada con sus hermanos a Toledo. Se transformó en una mujer «frustrada vitalmente»”. Más extraño si se tiene en cuenta que han consultado a Vázquez (1990). 419 Decreto de 13 de agosto (1785), citado por Gutiérrez (1984), p.189. Primordialmente se ha tomado de este autor lo referente a la estancia de los hijos de don Luis en Toledo. 420 Gutiérrez (1984), p. 189-190. 417 150 La decisión le fue comunicada a la madre por Floridablanca y por el mismo Lorenzana en carta de fecha 17 de agosto. María Teresa contesta al cardenal el 23 de agosto de 1785 en los términos siguientes: “Quando por el Sor. Conde Floridablanca se me participó la resolución que se havia dignado S.M. de poner al cuidado de V.E. la educación de mis tres hijos no sólo respeté y agradecí, según debía, al amparo y real protección que tan benigna y decorosamente les dispensava la piedad de S.M., sino que me sirvió de mucho consuelo saber que era V.E. el elegido para este encargo, pues, así por su alto carácter como por las virtudes y demás distinguidas cualidades que resplandecen y se hacen venerar en su persona debía esperar superiores y más sólidas ventajas de estos niños que las que yo podía proporcionarles. En esta disposición he recibido la mui apreciable carta de V.E. de 17 del corriente en que, después de servirme noticiarme la misma real determinación, merezco a su bondad unas expresiones de obsequio y favor propias de la generosidad de su corazón que han dilatado el mio. Rindo mil gracias al omnipotente por todas estas mercedes con que piadosamente ha querido asistirme para alivio de las tribulaciones que estaban enlazadas a la pérdida del Ynfante Dn. Luis, mi difunto esposo y tributo a V.E. los más íntimos reconocimientos de debida gratitud por los que me favorece. Nada puede mi veneración decir a V.E. de conformidad con la real voluntad del Soberano que no sea someterme a sus disposiciones; y así, yo soy la que debo pedir, y pido a V.E. se sirva advertirme si, además de la entrega que estoy pronta a hacerle de esas criaturas, deberé ejecutarla de cualesquiera otras relativas a la decencia, acompañamiento y servidumbre de sus personas, para tenerlas todas prevenidas, así como para V.E. en esta su casa un alojamiento, que queda preparándose, por si tuviese yo la satisfacción de que venga a ocuparle y a hacerme menos sensible el momento de la separación de mis queridos hijos. Me ofrezco a la disposición de V.E. deseando me acuerde ocasiones de su obsequio en que servirle y ruego a Ntro. Sor, gue. Su vida muos. aos.”421 Lorenzana le contestó que no tenía permiso para ir a Arenas, pero enviaría al Vicario Foráneo de Talavera. Finalmente fue su sobrino José de Lorenzana, a la sazón canónigo de la catedral de Toledo, el que llegó a la residencia de don Luis el 6 de septiembre. Llevaba cartas para María Teresa Vallabriga e instrucciones de cómo tratarla y de comunicarle la elección de la servidumbre hecha por el cardenal. Previamente Lorenzana se había informado a través del maestro del hijo del infante, Miguel de Ramón y Linacero, que él mismo había recomendado para tal fin, siendo párroco de Chinchón. Prescindió del ayo, el 421 Citado por Gutiérrez (1984), pp. 191-192. 151 sacerdote Estanislao de Lugo, nombrado por la madre cuatro meses antes de la muerte de su marido. El informante del cardenal desmentía las noticias de que la madre de los niños fuese a recluirse en un convento y las determinaciones tomadas no parecían indicar que seguiría ese camino, es más, sería gravoso para el preceptor tener a María Teresa “tan inmediata”. La información sobre los conocimientos del ayo no era muy favorable para éste, lo que motivaría que Lorenzana prescindiese de él. A don Luis no le parecía adecuado pero cedió ante la insistencia de su mujer, la cual “acaba ahora de desenojarse de un enfado que ha tenido con él por más de 20 días en que le ha hecho muchos desaires”, aunque estaba dispuesta a enviarle a Toledo. Respecto a las niñas no sabía la composición de su cuarto, pero parecía “que las dos damas más principales pretendían retirarse con las Señoritas y asistirlas en todo”. Recomendaba que se informase sobre la madre y los hijos por personas de “mérito, de estimación en la corte, y de toda imparcialidad” como Aristia y Moreno, que estaban en Arenas en esos momentos. Fig.40 Palomares. “Retrato del cardenal Francisco Antonio de Lorenzana”. Biblioteca de Castilla-La Mancha. Toledo. 152 Aunque la carta de Linacero no fuese del todo imparcial, ponía de relieve aspectos de la familia de don Luis comentados en el capítulo anterior, como el débil carácter del infante en disparidad con el de su esposa, la cual hacía gala de su genio con éste y los criados, que contrastaba con el tono de las cartas al rey o al cardenal. Evidentemente el momento era muy duro para ella, no sólo se la separaba de sus hijos sino que no se le permitía tomar decisiones sobre ellos. El cardenal hizo caso a Linacero y escribió a Moreno y Aristia para que actuasen como consejeros de su sobrino. La viuda de don Luis no ocultó el desagrado por prescindir de Lugo. No quería que se llevasen a Luis María, al contrario de lo que opinaba respecto a sus hijas. Su enojo fue tan grande que, según cuenta José Lorenzana a su tío, “al día siguiente de la noche en que la hice la primera visita tuvo que sangrarse, irritada no por la usencia de los hijos, como ella dijo, sino por otras cosas, esto es, por no tener al lado del Señorito un espía que la participase quanto ocurriese y sujeto de alguna graduación para que no le pudiese apartar V.E. con tanta facilidad” 422 José Lorenzana debió de quedar impresionado por la actuación de María Teresa porque en carta del 11 de septiembre escribe a su tío que “La Señora es de un genio sumamente fuerte y propio de su país y Dios quiera no precipite”423. No debió de ser fácil convencer a la Vallabriga, pues se habían formado dos facciones, la de la madre, asesorada por Campo y Lugo y la de José Lorenzana, a quien no dejaban ni a sol ni a sombra Moreno y Aristia. Respecto a las criadas de las niñas, no hubo dificultad alguna. Finalmente el día 18 de septiembre partían tres carruajes de Arenas camino de Toledo. María Teresa no acompañó a sus hijos por no creerlo conveniente, pues Carlos III no se oponía. Se levantó acta de la entrega e inventario del equipaje. Hay que comprender y justificar el proceder de la viuda de don Luis: acaba de morir su esposo, le arrebatan a sus hijos y debe permanecer en un lugar que le desagrada y cuyo clima no le resulta beneficioso para su salud. Tenía sobrados motivos para sentirse molesta y reaccionar como lo hizo, pero también debía saber que las cosas sucedían así y que los súbditos de un rey absoluto poco o nada podían hacer ante sus órdenes o las normas al uso. Luis María iba acompañado de Linacero, el criado Santos García y el barrendero de cuarto Mateo Enteso. Por su parte las niñas llevaban junto a ellas a dos damas: María Salgado e Isidra Fuentes424. 422 Cartas de José Lorenzana al cardenal, de 7 y 11 de septiembre. Citado por Gutiérrez (1984), p. 196. 423 Citado por Gutiérrez (1984), p. 196. 424 Posiblemente basado en esta información, algunos autores han mencionado estos nombres como de los de algunos personajes femeninos que aparecen en La familia del infante don Luis. 153 En el Libro de los Recibimientos de San Clemente de Toledo se anota la llegada de las hijas de don Luis al convento cisterciense, en donde residirían durante doce años. Previamente, el 23 de agosto de 1785, el Cardenal Lorenzana lo había visitado, acompañado por la abadesa doña María Josefa Pascual, para elegir la zona del edificio en la que residirían las niñas así como la camarera, dama y doncellas. El convento había sido elegido por el arzobispo por su hermosura, ser saludable y haber albergado anteriormente a nobles damas. La comunidad se alegra de tal elección ya que el convento volvería a su antiguo ser. Se reservaron cuatro celdas, con entrada por el claustro alto principal, que se acondicionaron para albergar a las niñas. También se hizo una balconada, en la parte alta del lateral izquierdo de la iglesia, que permitía seguir los actos litúrgicos. Las obras, costeadas por el arzobispo, ascendieron 34.891 reales y 12 maravedises (90.870 €)425. Fig.41 Balcón abierto en el lateral izquierdo de la iglesia del convento de San Clemente para que las hijas de don Luis pudieran seguir las diferentes liturgias (foto del autor). 425 Gutiérrez (1984), p. 199. En el documento Recepción, se remite al folio 318 en el que se describen las obras. 154 El 20 de septiembre, a eso de las diez de la mañana, llegaron los hijos de don Luis a Toledo, siendo recibidos por el cardenal Lorenzana a las puertas de la ciudad. Del primer carruaje descendieron Luis María, Lorenzana y Linacero; del segundo las niñas y sus camareras María Salgado e Isidra Fuentes y Minchel; del tercero los dos criados del niño, Santos García y Mateo Entero y las dos criadas de las niñas. De inmediato se dirigieron a la que iba a ser residencia de las niñas: el convento de San Clemente. A la puerta del convento las esperaban capellanes, ministro y dependientes del convento. Se entró por la puerta de la iglesia y de aquí al claustro y a la celda de la abadesa, donde el cardenal hizo entrega de las hijas de don Luis. Lorenzana, el Señorito, el sobrino del cardenal, así como el ayo y el maestro del niño, se retiraron al Palacio Arzobispal, lugar en el que había de residir Luis María de Borbón Vallabriga. Como las celdas para acomodar a las dos niñas y a su séquito no estaban terminadas, se decidió, por indicación de la abadesa, que se instalasen en la celda abadial. El cinco de noviembre de 1785 pasaron a la que sería su residencia definitiva. Lorenzana eligió a una religiosa, María Teresa Franco del Corral, para que cuidase de la asistencia en las habitaciones de las niñas. Luis María fue ubicado, juntamente con sus maestros y criados, en unas habitaciones situadas entre los dos patios bajos, en las que se colocaron, al igual que en las de sus hermanas, objetos útiles traídos de Arenas, Velada y Boadilla. El cardenal informó a la madre en carta de 20 de septiembre de la instalación y cuidado de sus hijos añadiendo “En todo lo demás se procederá aún con más cuidado que en mis cosas; descuide V.S. enteramente y esté cierta de que con todo el amor que cabe después de los padres miro a estos hermosos niños, que me han gustado muchísimo y manifiestan tener en adelante un lleno de prendas”426. María Teresa Vallabriga contestó al cardenal, en cartas de 21 y 30 de septiembre, agradeciéndole sus desvelos y solicitándole le informase frecuentemente sobre ellos, aunque sólo fuese de su estado de salud. Ignoraba la madre que Carlos III había recomendado a Lorenzana que no se les rodease del boato propio de su rango pues bastaba “lo decente y preciso”. El cardenal excedió las recomendaciones especialmente por lo que se refiere a Luis María427. Lorenzana escribía a la Real Cámara comentando que estimaba en 20.000 ducados (574.400 €) los gastos de manutención de los niños, pero que siendo deudor, “de la testamentaría del infante, la satisfaría con los gastos de los hijos”. La deuda era de 1.863.318 reales y 3 maravedíes (4.852.825,4 €), según el infor426 427 Gutiérrez (1984), p. 199. Gutiérrez (1984), p.200. 155 me de 5 de julio de 1786. Linacero fue el responsable de la educación del niño y sus hermanas e informaba puntualmente al cardenal, lo que permite seguir los progresos en los estudios y conocer los detalles de la vida de los hijos de don Luis. Iba tres veces por semana a San Clemente a dar clase a María Teresa Borbón. Además de Linacero, el hijo de don Luis contaba con un ayo, Alfonso Ángel de Noreña y Hoyos, abogado, que ejerció hasta 1795, siendo sustituido por Sebastián de Gorbea, secretario de Cámara del Arzobispo; José Perea era el capellán; Juan Lexarcegui el vice-caballerizo; Santos García, que venía de Arenas, como ya se ha dicho anteriormente, ayuda de cámara; el cargo de maestro de música lo desempeñó hasta su muerte, en 1786, Manuel Canales, violón primero de la catedral, siendo sustituido por Manuel Botas violón segundo; la servidumbre se completaba con Diego Orellana y José Villar, un cochero mayor, dos lacayos, un cochero delantero, un cocinero y un repostero. Además un relojero se ocupaba de los relojes traídos de Arenas, que se habían colocado en las habitaciones del niño. Por su parte, sus hermanas contaban con una camarera primera, María de la Estrella Salgado, que procedía de Arenas, al igual que la segunda, Isidra Fuentes y Minchel, sustituida en 1789 por Alfonsa Herrera, educanda del convento, sustituida a su vez, al casarse, por una hermana de María de la Estrella. Además de las clases impartidas por Linacero, recibían otras enseñanzas de su capellán Tomás Santiago Galera. También el demandadero del convento recibía sueldo. De los gastos diarios se ocupaba una monja del convento. Fig.42 Sillón que se conserva en el convento de San Clemente y que la comunidad supone parte del mobiliario 156 utilizado en las habitaciones de las hijas de don Luis. El cardenal alquiló al marqués de Malpica un cigarral, conocido como Cigarral del Rey, posteriormente quinta de Mirabel, que se arregló y adornó convenientemente con estatuas retiradas de la almoneda que se estaba haciendo de los bienes de don Luis. También se instaló allí la colección de cuadrúpedos, la colección de minerales y la de aves disecadas, todas ellas pertenecientes al Gabinete de Historia Natural. Luis María, junto con su maestro, acudía a esta finca muchas tardes y entre otros entretenimientos cuidaba de las colmenas. Linacero escribía de todo esto al cardenal, así como de las enfermedades padecidas, visitas a sus hermanas, relación con otros niños de su edad, etc. Igualmente informaba a la madre, que también recibía noticias del cardenal, aunque ésta lamentaba no fuesen más frecuentes pues de sus hijos “la memoria tierna siempre estará muy viva en el corazón de su triste madre”428. El hijo de don Luis aprendió latín, geografía, dibujo, matemáticas, música (violonchelo), francés e italiano y posteriormente derecho, filosofía y teología, física, lógica y moral. Sus hermanas piano, lectura del francés, nociones de latín, gramática española y doctrina cristiana429. Al mediodía del día 14 de diciembre de 1788 moría Carlos III. Habían transcurrido algo más de tres años desde el deceso de su hermano Luis. La Gaceta de Madrid enteraba de ello a sus lectores el día 16 con las siguientes palabras: “Quando el público leia en la anterior Gazeta las noticias que le dimos, hasta el punto que nos permitió la instancia de la prensa, de hallarse enfermo el rey Ntro, Sr., empezaba ya a recelarse que fuese solo aparente el alivio que indicábamos en la declinación del pulso y blandura del pecho. En la noche del Viernes al Sabado 13 tomó la calentura tal incremento, se aumentó tanto la cargazon del pecho, y se manifestaron los demás síntomas de la enfermedad tan peligrosos, que juzgaron los Médicos urgia se sacramentase á S.M. A las 11 de la mañana le administró el santísimo Viático el Patriarca su Pro-capellan mayor, conduciéndole desde la Capilla del Real Palacio …” “Continuó S.M. agravándose, y se le dio la extrema Uncion á las cinco de la tarde, habiéndola pedido expresamente para recibirla en su cabal conocimiento. Formalizó después el testamento cerrado que tenia dispuesto, y recibida la Bendicion Papal del Nuncio de S.S., siguiendo el mal sus estragos, le cortó la vida a las 12 y 40 minutos de la noche del Sábado al Domingo, acabando S.M. con tranquilidad igual á la entereza, resignación, y religiosa piedad 428 Gutiérrez (1984), p. 205. La cita e s de una carta de de María Teresa Vallabriga, de 29 de diciembre de 1791. 429 Rodríguez López-Brea (2002), p. 38. 157 que mostró en toda su enfermedad, y en que se había ejercitado toda su vida”430. El rey mandó se guardasen seis meses de lutos rigurosos a partir del domingo. El mismo día 14 dirigió al Consejo el decreto siguiente: “A la una ménos quarto de la mañana de hoy ha sido Dios servido llevarse para sí el alma de mi amado Padre y Señor (que santa gloria haya), y lo participo al Consejo con todo el dolor que corresponde á la ternura de mi natural sentimiento tan lleno de motivos de quebranto por todas circunstancias, para que se tomen las providencias que en semejantes casos se acostumbran. En Palacio á 14 de diciembre de 1788. Señalado de la real mano de S.M. Al Conde de Campomanes”431. Al cadáver de Carlos III se le pusieron las bandas y collares de las órdenes de Sancti-Spiritus, San Genaro, Constantiniana, Toyson de Oro y la de su propia orden, y los mantos de las de Sancti-Spiritus, San Genaro y Carlos III, siendo colocado en una caja de plomo que se introdujo en otra de madera forrada de tisú, cerrándola con dos llaves. El día 16, el imponente cortejo abandonaba el Palacio Real por el arco de la Armería, siguiendo por las calles de Sacramento, plazuela de Puerta Cerrada, paseo nuevo de la puerta de San Vicente, camino del Pardo, puente de San Fernando y camino nuevo de Castilla, llegando a Galapagar a las nueve y media de la noche, donde se pernoctó. El miércoles 17 se llegaba al Real Monasterio de San Lorenzo a las ocho y media de la mañana. El Prior leyó la carta enviada por el rey notificándole la muerte de su padre y el envío del cadáver para ser sepultado en el Panteón. Concluida la Vigilia solemne y la Misa, se condujo el cadáver al Panteón, donde se procedió a abrir la caja de madera y reconocer el cuerpo a través del cristal de la caja de plomo, haciendo entrega de él al Prior432. Domínguez Ortiz, al hacer balance del reinado de Carlos III, dice que en su rápido decaimiento físico debieron de influir las desgracias personales, entre las que cita el desconsuelo por la muerte de su hermano Luis y la de su hijo el infante don Gabriel, fallecido de viruelas, contagiado por su mujer que le precedió en días433. Luis María, como ya se ha dicho, visitaba a sus hermanas por orden de Lorenzana. En los días de las señoritas (cabe suponer santos y cumpleaños), Pascua o por motivos particulares eran visitadas por la comunidad. Salieron con motivo de la coronación de Carlos IV. Estuvieron con los “Reyes solas con mucho cariño y contento de verlas y les gusto lo bueno y hermosas que esta- 430 431 432 433 Gaceta de Madrid. 16.12.1788, pp. 819-820. Gaceta de Madrid. 19.12.1788, p. 827. Gaceta de Madrid. 26.12.1788, pp. 844 a 848. Domínguez Ortiz (1988), p. 225. 158 ban”. Por lo que aquí se dice no parece que las niñas saliesen mucho del convento, contrariamente a lo que hacía su hermano434. Como se vio en el capítulo II, al valorar la biblioteca del infante, Carlos III no autorizó la compra de libros de ésta para la biblioteca Real, a fin de no desmembrar la colección y que pasase íntegra al heredero. Sin embargo las cosas no iban bien, pues había gentes, interesadas en la compra del gabinete de historia natural, que merodeaban por la corte, e incluso se estaban vendiendo piezas sueltas por parte de los jueces de la testamentaría, por lo que cabía pensar que la biblioteca podía correr igual suerte. Advertido Linacero de esto escribe al secretario de Lorenzana, Juan Fernández de Arévalo “He sabido con mucho dolor que se están vendiendo separadamente y a nuevo (como si fueran nuevas) las cosas del Gabinete de historia natural que era de S.A. El Sr. Vallejo ha traido por una friolera algunas. Como hai en él varias máquinas y curiosidades que pudieran en tiempo servir a este Sr. (Luis María) veo con lástima que se extravíen de este modo y que después aia de comprar por un precio excesivo. A mi me parece que harán lo mismo con la biblioteca y Monetario y no sería menester más que S.E. (Lorenzana) lo pidiese al juez de la Testamentaría para este Sr (Luis María) pues no hai que esperar nada favorable del que llaman Curador ad Litem”435. Lorenzana tomó cartas en el asunto y se paró la posible dispersión de las colecciones, pero la testamentaría tardó bastantes años en concluirse lo que influyó en la pérdida de piezas. El 27 de junio de 1794, Francisco del Campo, que había sido secretario de María Teresa Vallabriga, y era uno de los jueces testamentarios, posiblemente nombrado por la esposa de don Luis, escribió a Linacero que la biblioteca y gabinete estaban a disposición del heredero y que podía pasarse por Boadilla a comprobar lo que había. Linacero escribe a Martínez Nubla, nuevo secretario de Lorenzana, que, estando viviendo en el palacio del infante el conde de Carpio y su familia, no iría hasta que hubiesen abandonado la mansión436. Primeramente llegaron algunas piezas y objetos de uso personal y retratos, que se distribuyeron entre las habitaciones del niño y el Cigarral del Rey. Los envíos más importantes se hicieron esperar, pues sólo se llevaron a cabo cuando Luis María heredó el condado de Chinchón y se tuvo el consentimiento de María Teresa Vallabriga. El 30 de julio de 1794 llegaban al palacio arzobispal de Toledo “cinco carros que transportaban treinta y siete cajones de libros” pro- 434 435 436 “Recepción en este Monasterio ….. “en el Libro de los recibimientos y profesiones ….. García Martín (1996), p. 94. Carta de 21.9.1786 que transcribe de Gutiérrez García-Brazales. Gutiérrez García-Brazales (1976), p. 85. 159 cedentes de Boadilla. El 5 de agosto arribaría la primera remesa de objetos del gabinete de historia natural437. “… «traxeron como sesenta cajas de cristal con diferentes aves», asegurando Ramón Sánchez Soto , encargado por Lorenzana de su cuidado, que sólo de la colección de ellas «había 467 cajas de cristal de a tercia y algunas de tres cuartas y mayores»”438. La biblioteca y el gabinete, con la excepción de los cuadrúpedos, que fueron al cigarral del Rey, se colocaron en el Salón de Concilios del Palacio Arzobispal junto a los de Lorenzana, pero sin mezclarse. Permanecieron allí al marchar Luis María a posesionarse del arzobispado sevillano. En 1807, cuando el hijo de don Luis los cedió al arzobispado, se mezclaron las dos colecciones y bibliotecas, constituyendo estas últimas lo que se conoce actualmente como fondo Borbón-Lorenzana. García Martín comenta que la biblioteca y el gabinete del infante deben considerarse como una unidad única de conocimiento. El mayordomo del palacio arzobispal decía al secretario de Lorenzana que “La colección de aves es primorosa; de los demás ramos hay poco” “… el señorito (Luis María) se divierte algunos ratos en bajar a ver los libros de estampas y otras curiosidades”439. Posteriormente a la formación de una colección y biblioteca únicas en el palacio arzobispal, el conjunto de desmembró y dispersó. La Biblioteca Provincial, el instituto de enseñanza media, la biblioteca pública de San Ildefonso, la Casa de Cultura y la Biblioteca de Castilla-La Mancha han sido lugares sucesivos de la ubicación de los fondos. Incluso el gabinete de historia natural, situado en el instituto, sufrió dispersión llegando ejemplares al Museo Provincial, Museo Arqueológico Nacional, Museo de América, Museo de Santa Cruz y Museo de Ingenieros Militares de Madrid. Hoy en día se conservan varios ejemplares en el instituto El Greco de Toledo440. Luis María hizo la primera comunión el 21 de junio de 1786, en el día de su santo. En los estudios progresaba y a los ocho años ya comenzó el estudio 437 Gutiérrez García-Brazales (1998), p. 92. Gutiérrez García-Brazales (1976), p. 85. No es clara la referencia de Gutiérrez García-Brazales en la nota al pie. El primer párrafo parece corresponder a una car ta de Linacero a Campo, de 27.VI.1794 la misma fecha que la de Campos mencionada antes, lo cual resulta imposible. El siguiente es de una carta del mismo Linacero a Nubla de 6 de julio, lo que se contradice con que los primeros objetos del gabinete llegaron el 5 de agosto. 439 Gutiérrez García-Brazales (1976), pp. 85-86. El documento se encuentra en el archivo Diocesano de Toledo. 440 La peripecia del fondo se puede consultar en Gutiérrez García-Brazales (1976) y García Martín (1996). 438 160 del latín. García Aguado, que fue paje del cardenal Luis María desde que fue nombrado arzobispo hasta la invasión francesa, hace una semblanza de él que es de gran interés. “… llegando a leer con velocidad y buen sentido, a escribir con expedición y linda forma y ortografía y a poseer el idioma latino con más que regular perfección, haciéndole instruir sucesivamente en principios de geografía, dibujo, matemáticas, música en el instrumento de violonchelo y en la traducción del francés e italiano, que después adelanto hasta llegar a hablar y escribir estos dos idiomas pasablemente con alguna tintura de las demás lenguas cultas de Europa.” “… su natural apatía y timidez, comparable a la de la dama más melindrosa, le hacía mirar con poco apego cualquier ocupación que no fuese sedentaria y que hubiese de violentar su carácter; …” “También se le proporcionó enseñanza de física, lógica y moral, tanto filosófica como teológica, y de ambos derechos canónico y civil; …”441. Ausentes sus hijos y Francisco del Campo, disminuidas varias de las posibilidades de entretenimiento, como los músicos, que no podría pagar, la estancia de la viuda del infante en Arenas no podía resultar nada agradable. Si a esto se une la dureza del invierno, lo que al parecer le provocó una serie de enfermedades, no cabe extrañarse de que el 22 de septiembre solicitara permiso para trasladarse a Velada, lugar de mejor clima. No obtuvo respuesta y un mes después vuelve a insistir. “Buelvo a pedir a V.E. que compadecido de mi triste situación se sirva facilitarme de la piedad de S.M. la gracia que con ingente necesidad solicito. Arenas, 20 de octubre de 1786”442. En esta ocasión, a los cinco días, se le contestó afirmativamente: Carlos III le permitía trasladarse a Velada para que se repusiera. Cabe suponer que allí se instalaría en la casa del marqués, en donde había vivido en vida de su esposo. En 1788 Carlos IV ascendió al trono. María Teresa debió de entender que las cosas podían cambiar para ella. Enterada, posiblemente por alguno de sus antiguos servidores que ahora estaban en la Corte, de que el rey había estado en 1789 en Boadilla, comido en el palacio y se había interesado por la fuente que estaba en la huerta, se apresuró a escribir, el 13 de marzo de 1789, diciendo que aunque su marido habia dejado los estados de Boadilla y Chinchón a su hijo Luis María, e ignoraba si la fuente estaba comprendida, todo se lo ofrecía, fuente, palacio, gabinete de Historia Natural e incluso estados. 441 442 Gutiérrez García-Brazales (1984), pp. 209-210. A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2543. 161 A pesar de que el contacto reseñado había sido positivo, María Teresa Vallabriga tardó bastante en volver a dirigirse al sobrino de su marido. El 25 de julio de 1792 escribe sendas cartas al rey y al conde de Aranda solicitando salir de Velada. De la segunda de ellas, en la que se explaya más que en la dirigida al rey, se transcribe un párrafo que muestra elocuentemente el ánimo de la viuda del infante. “Mis hijos, la privación de mis hijos, Señor Exmo., su memoria es un grito interior a que ya no alcanzo a resistir. Mi confinación en una soledad sin los auxilios precisos para las necesidades de la vida, en un entredicho civil perpetuo, a que es consiguiente el quebranto de la salud, agrava aquella primera pena como se dexa comprender”443. El permiso le fue concedido y desde San Ildefonso se le comunica el 30 de agosto de 1792, que puede establecerse en cualquier provincia, ciudad o pueblo. A esta buena noticia se le añade otra de tal índole: se le duplica lo que cobraba por viudedad, que hasta entonces eran 12.000 ducados (344.640 €)444, sobre los bienes hereditarios de su hijo445. ¿Actuaba ya Godoy beneficiando a su futura familia? Hay que resaltar que hacía cerca de cuatro años que Carlos IV había ascendido al trono pero hasta este momento María Teresa Vallabriga no se atrevió a hacer la petición. Si se admite que la disposición del Carlos IV respecto a la familia del infante era bastante distinta a la de su padre, no se entiende este proceder. Peña lo hace depender “… de circunstancias políticas pero no de voluntades personales e individuales. Y por lo tanto que no debía albergar especial resentimiento hacia Carlos III sobre el que hubiera tenido a cualquier otro Rey”446. El 15 de noviembre salió de Velada en dirección a Zaragoza, aprovechando el viaje para detenerse en Toledo a ver a sus hijos. Al pasar por Madrid envía al rey dos escopetas que pertenecieron a su marido. El 30 de noviembre escribe al conde de Aranda notificándole su llegada. Habitó primeramente en el palacio de los Zapata, pero pronto alquiló una casa, en el n.º 77 de la calle de San Pedro Nolasco, flanqueada por las de Zaporta y San Andrés, conocida popularmente como Palacio de la Infanta447. Tenía otra casa en el Paseo del Coso, ésta de su propiedad. En ambas colgó los cuadros que había heredado de su 443 444 445 446 447 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2543. Se ha supuesto se trataba de doblones de vellón. Vázquez (1990), p. 215. Peña (1990), T. I, p. 271. Arnáiz (1996), p. 22. dice que llegó a comprar, cosa que desmiente Peña (1990), T. I, p. 300. 162 marido y, posiblemente, alguno de los que le correspondieron a su hija María Luisa, que está pudo llevar al trasladarse a vivir con ella. En agosto de 1793 Luis María fue nombrado Arcediano de Talavera en la catedral de Toledo, necesitando dispensa por su corta edad, dieciséis años, omitiendo las obligatorias pruebas de limpieza de sangre. Su primera asistencia a funciones capitulares fue el 8 de diciembre de ese año. Una primera tentativa para concederle el capelo cardenalicio fracasó por la negativa de Pío VI448. En noviembre del mismo año es elegido por Carlos IV Caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, siendo una excepción, por requerir los 25 años para tal concesión. La condecoración que portaba era la perteneciente a su padre. El 22 de febrero de 1794 se le confiere el grado de bachiller. El 17 de marzo de 1794 Godoy comunica a Lorenzana que por real decreto Luis María había sido nombrado conde de Chinchón por herencia de su padre. El 1 de mayo se le confiere el título de doctor en los derechos, civil y eclesiástico, de los que se había examinado el 28 de abril449. En marzo de 1797 Lorenzana fue enviado a Roma, acompañado por el arzobispo de Sevilla, Despuig, hombre de la confianza de Godoy, y por el confesor de la reina Rafael Múzquiz, por orden real. El motivo aducido era el restablecimiento de las relaciones entre el Vaticano y España, deterioradas por el enfrentamiento del Secretario de Estado vaticano y el embajador español450. La realidad era muy otra, aunque los historiadores no se ponen de acuerdo. La Parra dice que en 1796 Godoy fue delatado por tres frailes ante el Santo Oficio por sospechoso de ateísmo y vida licenciosa. Los motivos aducidos eran un mero pretexto ya que parte de la jerarquía eclesiástica, partidaria de mantener la Inquisición, no podía tolerar que el ministro, posiblemente siguiendo órdenes de Carlos IV, hubiera desviado el proceso del catedrático de Salamanca, Ramón de Salas, de la Inquisición, que lo había condenado, al Consejo de Castilla, que lo absolvió. Lorenzana, que era en ese momento el inquisidor general, no dio curso a la denuncia, a pesar de las presiones de otros obispos e incluso del Papa451, cosa que no sirvió para calmar a Godoy. Por su parte, Rodríguez López-Brea, siguiendo a Olaechea, lo explica como el enfrentamiento entre Lorenzana y la Corona por los renovados intereses regalistas de ésta, para los que el cardenal era un obstáculo, aunque no descarta que los motivos oficiales fuesen necesarios. A Godoy le resultaba incómodo el regreso del cardenal Lorenzana, que podía incomodar sus planes, pues quizá maquinase colocar a su cuñado en la sede primada, cuyo carácter, más débil que el del cardenal, facilitaría el poder manejarle y así llevar a buen término sus planes. Godoy en sus 448 Gutiérrez García-Brazales (1984), p. 211. Rodríguez López-Brea (2002), p. 46. Gutiérrez García-Brazales (1984), p. 212. Rodríguez López-Brea (2002), p. 46. Sobre estos temas se volverá a hablar más adelante. 450 Rodríguez López-Brea (2002), p. 50. 451 La Parra (2002), pp. 197-198. 449 163 Memorias dice al respecto que Lorenzana “comprometía la paz del Gobierno y dañaba en gran manera al objeto que me propuse de cerrar en los lindes del Evangelio la autoridad del Santo Oficio”452. Posiblemente las dos versiones sean complementarias o al menos una, la primera, fuese motivada por la segunda. La realidad es que Lorenzana ya no volvió, falleciendo en Roma en 1804. No debe descartarse que también influyese, en la decisión de enviar al cardenal a Roma, el que considerase que el matrimonio de las hijas de don Luis era prematuro dada su edad, tal como se analizará en párrafos posteriores. Esto privó a Luis María Borbón de un amigo, maestro y consejero que había sido fundamental en su educación y habría continuado siéndolo. Se nombró como gobernador de la diócesis primero a José Sáez de Santamaría, obispo de Segovia, y posteriormente al sobrino de Lorenzana, sucediéndole a su muerte Buenaventura Moyano. Ambos “cuidaron con sumo esmero de este Señorito, según convenía a la solicitud y anhelo del Sr. Arzobispo ausente”, según refiere Aguado 453. ¿Cómo se produjo el matrimonio entre María Teresa Borbón y Manuel Godoy? El mismo Godoy lo cuenta en sus Memorias: “Carlos IV lejos de ceder a mis ruegos, me enlazó a su familia. Su designio fue hacer desesperar a mis contrarios de apearme de su gracia, y elevarme a tal altura donde sus tiros no alcanzasen. Este enlace fue obra de su voluntad absoluta, no de otro modo que lo había sido mi entrada al Ministerio. Carlos IV ordenó de tal modo la celebración de este matrimonio, que entre imponérmela y comunicar al Consejo el decreto relativo a ella, no medio tiempo. Yo le obedecí en este asunto con igual lealtad y sumisión que en los demás actos de mi vida”454. Para apoyar sus afirmaciones busca un testigo no favorable a sus actuaciones, y en nota a pie de página expone lo que dice Muriel al respecto, que el matrimonio fue “proposé, ou, pour mieux dire, ordonné par Charles IV”455. Hay que entender que las Memorias de Godoy son eminentemente políticas, escritas para defenderse de sus enemigos y justificar su actuación durante los periodos en que detentó el poder, de manera que todo lo hizo de la forma más adecuada, con la máxima entrega y fidelidad, atendiendo las órdenes y solicitudes de los reyes, sin ánimo alguno de medrar y alcanzar la riqueza y poder que llegó a poseer. 452 Rodríguez López-Brea (2002), p.50. Godoy (1965), T.I, p. 155. Gutiérrez García-Brazales (1984), p. 216. 454 Godoy (1965), T. I, pp. 246-247. 455 Godoy (1965), T. I, p. 247, nota 253. La cita en Coxe-Muriel (1827), cap. IX, adicional, vol. VI, p. 30. 453 164 Sin embargo, las cartas que intercambia Godoy con su amigo Felipe Fernández Vallejo, obispo de Salamanca y Gobernador del Consejo de Castilla, contradicen la ya citada, incluida en las Memorias del valido, y ponen de relieve que todo estaba planeado cuidadosamente, incluyendo posiblemente el viaje de Lorenzana a Roma, para conseguir acceder al matrimonio con una de las hijas de don Luis y emparentar con la familia real. Evidentemente, el “amigo Manuel” estaba lejos de pensar que su correspondencia, con el paso del tiempo, podría ser tan ampliamente consultada. La carta dice lo siguiente: “Mi Exm Am o y dueño Llegó el tiempo de decidirme, y ps no he de dejar el Ministerio porque el Rey no quiere condescender a mis ruegos, paso a conformarme con el estado santo del matrimonio. S. M. quiere darme una de sus primas, hijas del Infte D.n Luis. Vm. vé las ventajas q.e me produce este enlace: vamos pues a efectuarle; pero como el Arzobispo, a cuya direccion estaban encargadas se halla ausente tendremos que apelar al Gobernador del Obispado. Este digno sugeto evacuará la comisión con mas puntualidad que otro alguno. Instruyale Vm. pues el animo del Rey para que llamando a la Señora mayor primeramente le haga la proposición, y no conviniendo por hallarse tal vez conforme con su estado, practique igual diligencia con la otra de modo que todo se haga a entera satisfacción, y sin que en nuestras conciencias pueda quedar escrupulo; bien que en substancia las Niñas no harán mas de lo que las aconsejen por mejor. Yo escribiria al Obispo gobernador; pero como Vm. manifestarle esta carta, y se hará cargo de q.e ahora procede la amistad y confianza no dudo que tendrá toda la indulgencia, q.e merecen mis ocupaciones por las quales me obligo a esta privación, lo haré luego que evacue el encargo. No recuerdo si el hermano esta ordenado in sacris: digámelo Vm: encargue q.e le reserven hacer la especie, y crea soy su afmo am o Manuel Agto 15 de 97 Ex.mo S.r Obispo de Salamanca Gobernador del Consejo”456. El documento es una magnífica muestra de cinismo y maquiavelismo. A Godoy le da lo mismo que su matrimonio sea con una u otra de las “Niñas” y, aunque parece “no harán mas de lo que las aconsejen por mejor”, mejor no dejar nada al albur y es conveniente, por tanto, instruir a la persona encargada de aconsejarlas. Hay que concluir, que pese a tratarse de un acto impuesto por los reyes, el amigo Manuel se tomaba un enorme interés para que no fracasase. 456 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 1 y f. 1v. 165 Como se verá a continuación, Godoy tenía un corresponsal casi de su altura. El obispo de Salamanca le contesta el mismo día, lo que pone de relieve la importancia del ministro y del asunto. Según le dice, ha instruido convenientemente al obispo de Segovia, gobernador del Arzobispado toledano y acordó con él “el pretexto de que debería valerse” y convinieron “en los medios más propios para venzer las dificultades”. Una señorita “educada en la lobreguez del claustro” y que además “oie frecuentemente, a toda hora el ladrido de un cancervero (tal el Aya vieja que la cuida) que la guarda dificulta los caminos obvios”, “no parece tener ideas fuertes de la materia de que es preciso hablarla, ni percibir la importancia del sigilo”. Respecto a Luis María (el Señorito) no está ordenado in sacris “y nada llegaría a entender hasta de V. juzgue el tpo. oportuno”. A continuación le advierte “… que la especie de este Matrimonio se ha susurrado aquí hace tres, ó quatro días, conque si Vm. la há confiado á otra persona las paredes de Palacio están llenas de agujeros”457. No le faltaba tampoco cinismo a este pastor de almas. A esta carta Godoy contesta con otras dos de fechas 17 y 20 de agosto. En la segunda le dice lo satisfecho que está por su actuación, satisfacción que comparten los Reyes, por la “precaución, y buen modo con que ha procedido” el obispo Gobernador del Arzobispado de Toledo. Al parecer el obispo de Salamanca se desplazaría a Aranjuez y a su regreso instruiría al de Segovia “de lo que deberá practicar: entonces convendremos también en lo q.e he de hacer yo, y finalizará todo”458. El asunto acabó tal como había planeado Manuel Godoy. De las cartas que intercambia con la reina María Luisa se desprende la total fascinación que Godoy ejercía sobre ésta y su habilidad para insinuarle, a sabiendas de que sus indicaciones llegarían al rey, que supervisaba tal correspondencia, determinadas acciones que le interesaban, de manera que pareciesen emanadas de la real pareja. Esto debió de hacer que su calculado plan para contraer matrimonio con una de las primas del rey, colocándole casi a la altura de los reyes y muy por encima de la gran mayoría de la nobleza, muchos de cuyos componentes le consideraban un intrigante y un “parvenu”. No parece haya que dudar de que debió de instigar, con gran habilidad y paciencia, la jugada que tanto le convenía, aunque la documentación al respecto sea escasísima y deba intuirse en base a cartas como las expuestas, pues Godoy no haría confidente de sus planes a nadie, convencido de que su absoluto poder implicaba una total soledad. La Parra cita informes del embajador austriaco en Madrid, de 457 458 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 2 a f. 3. A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 5. 166 1792, cinco años antes de que se celebrase la boda, en la que se habla de gestiones para preparar el casamiento459. El mismo autor dice: “Así pues, la referida información del embajador austriaco no carece de fundamento y tampoco la temprana idea de Godoy de emparentar con la familia real, dando a entender, además, que de esta forma hacía un servicio a sus monarcas. Éste fue siempre su modo de proceder ante ellos: en apariencia se sujetaba a sus deseos y aun se sacrificaba personalmente en cumplirlos, pero invariablemente los resultados redundaban en su propio beneficio”460. Coronadas las gestiones con éxito, Godoy escribe a su prometida el 26 de agosto de 1797 “Muy Sra mia Ninguna comision puede serme más grata q. la q. voy de orden del Rey S.M. me encarga que en respuesta a la carta de gracias q. por medio del Il mo Obispo Gov.r la ha dirigido y la asegura de su Personal proteccion aora permitidme que pues ha de ser la persona elegida pr S.M. para tan bien grande honrar proceda asegurarme de la voluntad de V. de consentir en un estado q. no puedo mirar sino como el mas feliz. V. Sra. ignora las qualidades morales q. me adornan, ya que las físicas no quiera hacer un análisis, persuadiéndome justamente de q. cosa hecha por el Rey no puede menos de combenirla y corresponderla; la opinión que me han dado mis obras ¿pudiera suplir al trato de que nos a privado nuestra situación?, ¿ha llegado la noticia de V. alguna especie de las q. realzan mi nombre?. Deseo Señora q. antes de convenir V. en admitirme p.r su Marido mire, piense bien si en mí se reunen todas las prendas que deben confrontar a sus ideas y pues q. mi destino no permite me separe un instante de los pies de SS.MM. tómese V. la pena de examinar ese Retrato algo parecido al original y decidirá sin rubor si la figura no la agrada. Nada mas pudiera esperar de mi suerte pero nada mas conforme con mi carácter. Deseo la satisfacción mas completa y sin la verdad nada pue da lograrla. Tenga V la bondad de corresponderme en cortas lineas para molestarse menos y desde luego creame su mas rendido servr El Principe de la Paz Sn Ildefonso 26 de Agto de 1797 Sra Da Maria Teresa Vallabriga”461 459 La Parra (2002), p. 268. El autor se interroga si las gestiones fueron por iniciativa de Godoy o de la reina. 460 La Parra (2002), p. 269. 461 A.G.P. Papeles Reservados T. 103, ff. 7 y 7v. Lo lógico es que el retrato enviado fuese una miniatura, ¿la que figura en el anillo que muestra María Teresa Borbón en el retrato de Goya del Museo del Prado? No sería extraño. 167 Hay que reconocer que el ministro se vendía bien y que su falta de interés por conocer a su futura esposa sólo tenía parangón con su extrema ambición. Los comentarios en la corte no debieron faltar, de tal modo que, pasado el tiempo, como se ha visto, Godoy se esforzó en sus Memorias en justificar su proceder. En el momento en que están sucediendo estos hechos Godoy es el hombre más poderoso de la nación y posiblemente uno de los más ricos. Su ascensión ha sido bastante rápida, como pone de relieve la lista de cargos y recompensas, entresacados de obras de La Parra462. 12.05.1767 30.12.1788 28.05.1789 05.01.1790 25.08.1790 16.01.1791 01.03.1791 17.07.1791 25.08.1791 10.04.1792 21.04.1792 15.07.1792 31.08.1792 15.11.1792 16.11.1792 16.11.1792 17.02.1793 23.05.1793 16.01.1794 00.03.1794 462 463 Nacimiento de Manuel Godoy. Cadete supernumerario con el cargo de garzón463. Exento supernumerario (coronel de caballería) de la Compañía Española de Corps. Caballero de la orden de Santiago. Obtención de la Encomienda de Valencia de Ventoso (Badajoz). Ayudante general de la Compañía Española de corps y brigadier de caballería. Gentilhombre de Cámara. Sargento mayor de la Guardia de Corps y teniente general. Caballero Gran Cruz Orden de Carlos III. Donación de 99 millares en la dehesa de Alcudia. Marqués de Alcudia. Grande de España y duque de Alcudia. Primer Secretario de Estado y del Despacho. Subdelegado personal del monarca en la Junta de Generales. Primer Secretario de Estado. Superintendente General de Correos Terrestres y Marítimos, Postas, …… Concesión del Toisón de Oro. Secretario de la Reina. Capitán general. Concesión de las encomiendas de Ribera y Acebuchal. Derecho de uso de la Cruz de la Orden de Malta al igual que los caballeros de dicha orden La Parra (2001), pp. 15-33. La Parra (2002). Según el Diccionario de la R.A.E., es un teniente por el cual el capitán transmite las órdenes. 168 04.09.1795 21.03.1796 25.12.1797 04.10.1801 13.01.1803 00.00.1803 24.03.1806 03.01.1807 19.01.1807 13.05.1807 15.05.1807 26.06.1807 17.03.1808 Príncipe de la Paz. Concesión del Soto de Roma. Gran Cruz de Cristo de Portugal. El 3 de abril Carlos IV le dispensa de la incompatibilidad de usar esta condecoración con la de Carlos III. Coronel general de los regimientos de Infantería Suiza. Generalísimo del Ejército. Compra a Carlos IV del estado de Sueca. Fundación de los mayorazgos ducados de Alcudia y Sueca. Obtención del título de barón de Mascalbó, de nueva creación. Almirante General de España e Indias y Protector del Comercio Marítimo. Decano del Consejo de Estado. Conde de Castillofiel. El Ayuntamiento de Madrid le regala el Palacio de Buenavista. Concesión del mando e instrucción de Guardias de Corps, Compañía de Alabarderos, y regimientos de la Guardia Real de Infantería Española y Walona. Motín de Aranjuez. Fig.43 Goya. Retrato de Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, como generalísimo, en la Guerra de las Naranjas. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 169 Parece evidente que la fidelidad a los reyes no fue mala inversión para Manuel Godoy. A estos honores solían ir unidos beneficios económicos muy importantes, lo que hizo que el ministro se convirtiese en uno de los hombres más ricos del país464. El 2 de septiembre se emite la Real Orden por la cual el rey permite el casamiento de Manuel Godoy con Maria Teresa Borbón Vallabriga “Ex.mo S.r o Deseando el Rey Nro. S.or proceder con arreglada conformidad á las ajustadas intervenciones de su Augusto Padre el S.or Rey difunto Dn Carlos tercero acerca del estado que habia de elegirse y adoptarse para las Hijas de su difunto tio el S. Infante Dn Luis, depositadas hasta aquí para su mejor educación en el Rt Convento de San Clemente, del Orden de S. Bernardo en la Ciudad de Toledo; y a fin de que esta elección se hiciera libremente: se sirvio S.M. de mandar que por el Obispo electo de Segovia Dn Joseph Antonio Saenz de Sta maria, como Gobernador del Arzobispado de Toledo en ausencia del Sor Cardenal Arzobispo se pasase a practicar con aquellas Señoras esta averiguación propia de su Padre y Pastor espiritual. El expresado Obispo habiendo cumplido la mencionada Rl orden, lo expuso a S.M. haciendo presente que de estas Señoras la de mas edad, en quien hay la correspondiente para la elección de estado, y cuyo nombre es Da Maria Teresa de Vallabriga prefirio determinadamente el estado de matrimonio, pero sometiendose a la Rl orden que de modo oportuno se preguntare á la indicada Señora si para verificar su referida determinación queria y adoptaba para su esposo al S.or D.n Manuel de Godoy y Álvarez de Faria”465. Conviene hacer notar que la hija de don Luis aun no tiene su apellido paterno, a pesar del interés Carlos IV por sus primos, según el criterio de algunos autores. El matrimonio se celebró por poderes el 11 de septiembre de 1797 en la capilla del Palacio Arzobispal de Toledo. Ofició el obispo Gobernador de la sede Arzobispal, José Sáez de Santamaría, actuando Luis María como “poder habiente” de Godoy. Entre los testigos figuraba Linacero el maestro de los hijos de don Luis466. Las enormes ocupaciones del ministro no le permitían acudir a su boda. 464 465 466 La Parra (2002), pp. 254-265, hace una descripción del cuantioso patrimonio de Godoy. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, f. 9 a 11v. La Parra (2002), pp. 270-271. 170 El 17 de septiembre, desde San Ildefonso, Godoy escribe a su reciente hermano político comunicándole que el rey ha permitido que María Luisa se traslade a Sevilla a vivir con María Teresa “Acaba de permitirme el Rey q.e la pequeña venga à vivir con María Teresa pues pienso primero haver establecido la casa y tenerle dispuesto su Departamento, q.e gozo revivirá quando la dés esta noticia; ojala la sirva de alivio en su indisposición.”467 En certificado emitido el 20 de septiembre de ese año, firmado por Francisco Ramiro y Arcayo, Pbro. del Gremio y Claustro de la Universidad de Alcalá, Abogado de los Reales Consejos y Teniente Vicario de la Villa y Corte de Madrid, se dice que en el libro de Matrimonios de la Parroquia de San Román de Toledo, en el folio 112v, se halla la partida del matrimonio de Godoy. Se han dispensado las tres públicas canónicas amonestaciones y existe el consentimiento de José Godoy, padre del valido, no habiendo impedimento alguno. Gracias a este certificado se puede completar la lista de honores expuesta anteriormente, pues el Príncipe de la Paz era además Regidor Perpetuo de la Villa de Madrid y de las ciudades de Santiago, Cádiz, Málaga y Écija y Venticuatro de la de Sevilla, ostentaba así mismo la Gran Cruz de la Real Orden de Christo y de la Religión de San Juan de Jerusalén y como remate Protector de la Real Academia de las Nobles Artes y de los Reales Gabinetes de Historia Natural, Jardín Botánico, Laboratorio de Química y Observatorio Astronómico. En este certificado estamparon su firma como testigos el marqués de Villanueva de Duero, Antonio Villagómez y Lorenzana y Miguel Alfonso Villagómez y Lorenzana, canónigos de la catedral toledana, y Miguel Ramón Linacero, maestro de Luis María Borbón Vallabriga468. La boda se ratificó el 2 de octubre en San Lorenzo del Escorial, actuando nuevamente el obispo de Segovia, siendo padrinos los Reyes y testigos el oficiante, el padre de Godoy y Juan Manuel Álvarez. El correspondiente certificado fue firmado también por Francisco Ramiro y Arcayo469. Godoy escribió sobre su boda al arzobispo de Sevilla, Antonio Despuig, amigo suyo, que renunció al arzobispado para que lo ocupase Luis María de Borbón. “… el día 2 de octubre vamos al Escorial y se ratifica mi contrato de matrimonio con la Hija del Infante D, Luis; sé el extremo de alegría que producirá a V. esta satisfacción de su amigo, y por eso se lo notifico, quisiera que V. se allase aquí pero veo qe. Sus males 467 A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, f. 12. A.G.P. Papeles reservados, T. 103, f. 13 a 19v. Los folios están numerados de forma no correlativa, de manera que al 19 le correspondería el 16. 469 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 16 y 16v. 468 171 no se lo permiten; todo el alibio posible desea a V. su amigo qe. lo estima de corazón”470. La novia tenía algo más de 18 años y el ministro 30 años y pocos meses. No se sabe con certeza cuando abandonaron el convento de San Clemente María Teresa y María Luisa, ya que la fecha que figura en el Libro de Recibimientos es incorrecta. El mismo día de la boda, el marqués de Hormazas comunicaba a María Teresa Borbón Vallabriga que el rey le había concedido una pensión de por vida, exenta de cargas, de 360.000 reales de vellón (937.548 €), a partir del 1 de septiembre. La misiva se dirige a la Princesa de la Paz y duquesa de Alcudia471. La interesada le contesta el día 3 rogándole transmita al rey su agradecimiento. Fig.44 Vicente López. Retrato de Josefa Tudó. Fundación Lázaro Galdiano. El nuevo matrimonio se aposentó en la casa de Godoy, en la que había sido la Casa de los Secretarios de Estado y cuya adquisición por parte de Godoy es otra muestra de la influencia que tenía sobre los reyes y la consideración en que estos le tenían. En 1792, pocos meses antes ser nombrado Secretario de Estado, se produjo la compra del palacio. Por R.O. de 22 de abril de 1792 se le or470 471 Pereyra (1935), p. 111. A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 17. 172 denó a Floridablanca que él y su familia abandonasen la Casa de Secretarios en la que residía, lo cual efectuó el 27. El 30 Carlos IV comunicaba a los administradores de la Real Renta de Correos su deseo de permutar este palacio por una casa que poseía Godoy “… conviniendo a S.M. la casa junto a San Marcos, que en esta corte y calle del mismo nombre, que era propiedad y habitaba el Duque de la Alcudia, por su extensión comunicable, situación donde se halla y demás buenas proporciones que conducen a reales intenciones …” La escritura se firmó el 6 de mayo de 1792. El nombramiento de Manuel Godoy como Secretario de Estado fue el 11 de noviembre de ese año472. El favorito arregló, decoró y amuebló la casa magníficamente, como ponen de relieve los restos que se encuentran repartidos en diferentes lugares473. Manuel Godoy tenía una amante, de la cual estaba enamorado, también de edad muy joven, Josefa Tudó, gaditana, nacida en mayo de 1779, año en el cual su padre fue nombrado intendente del Buen Retiro, en donde vivía. Se dice que a raíz del proyecto de su boda con María Teresa decidió romper esta relación, pero la mayoría de los historiadores suelen citar el párrafo que Jovellanos insertó en sus diarios que es muy revelador al respecto. A poco de ser nombrado Consejero de Gracia y Justicia dos meses después de la boda de Godoy, fue invitado a cenar a casa de éste y cual no sería su sorpresa al encontrarse a la mesa a María Teresa Borbón y a la amante del valido. “Miércoles, 22 de noviembre de 1797 El Príncipe nos llama a comer a su casa; vamos mal vestidos. A su lado derecho la princesa; al izquierdo, la Pepita Tudó. Este espectáculo acabo mi desconcierto; mi alma no puedo sufrirle, ni comí, ni hablé, ni pude sosegar mi espíritu, huí de allí; en casa toda la tarde, inquieto y abatido, queriendo hacer algo y perdiendo el tiempo y la cabeza.… A casa en el colmo del abatimiento”474. Posiblemente era temprano para que María Teresa se enterase de como estaba la situación, más teniendo en cuenta que venía directamente del convento, pero con seguridad, pronto, “voces amigas” o los rumores, la pondrían sobreaviso. Cuando Goya la pinta en el año 1800, de lo que se hablará más adelante, Godoy compra al pintor una casa que tenía en la calle Desengaño, al parecer 472 Blasco (1996), pp. 55-56. Cita como fuente a Pérez de Guzmán. Librerías en la B.N., muebles en el Museo Naval, objetos de decoración en el Estado Mayor de la Armada, etc. No cabe extrañarse de la ubicaci ón de objetos en edifici os de la marina, teniendo en cuenta que a la caída de Godoy en su palacio se instaló el Almirantazgo. Hoy en día está ocupado por el Centro de Estudios Institucionales y el único resto que se conserva de la decoraci ón de Godoy es una puerta. Blasco (1996), pp. 90, 91 y 93. 474 Jovellanos (1915), p. 394. Alguna autora ha descrito esta actitud de Jovellanos como mojigata, cosa que seguramente no le parecería así de ser ella la que ocupase el puesto de María Teresa. 473 173 para regalársela a Pepita Tudó y romper definitivamente con ella. No parece que sucediese así. Pronto se notaría la beneficiosa influencia de Godoy sobre sus parientes, pues, a pesar del cariño que los reyes sentían por sus primos, la eficaz actividad del ministro fue el motor para conseguir numerosas gracias de Carlos IV. El 28 de marzo de 1798 Godoy cesa como Secretario de Estado y en el decreto de cese se dice que se produce ante las reiteradas peticiones del favorito. Muchos han sido los argumentos esgrimidos, desde la campaña en su contra llevada a cabo por el Directorio francés hasta una opinión pública desfavorable a la alianza con Francia, propugnada por el Secretario de Estado, a consecuencia de la expulsión del Papa de Roma por las tropas francesas, pasando por otros de menor credibilidad como la inquina del pueblo ante el mantenimiento de su amante después de casarse. Posiblemente todo ello, juntamente con los reveses militares sufridos, hizo que los reyes decidiesen su relevo. Godoy en sus Memorias se inclina por la presión de los franceses. Aunque en principio le pareció que perdía la confianza de sus protectores, pronto volvió a convertirse en su consejero. A principios del año 1799 se da por hecho que el nuevo arzobispo de Sevilla será el primo del rey, a cuya sede había renunciado Despuig trasladándose a la corte para hacer carrera política. Luis María Vallabriga escribe el 10 de marzo a su cuñado Manuel pidiendo aclaraciones sobre si tiene que residir en la sede arzobispal, el sello a utilizar y las Armas que debe llevar en su escudo. Dice tiene noticias de su salud por las cartas de María Teresa y le envía recuerdos de Maria Luisa, lo que presupone que ésta reside con su hermano en Toledo. En la carta hay una nota manuscrita, que pudiera ser de Godoy, en la que se lee: “Con fecha del 11 de marzo remití? a SSMM podra la resolucion sobre las dos pautas que conviene; la respuesta de la Reyna va adjunta, y tambien una copia de mi carta escrita a SM lleno del sentimiento, por el desprecio. Todo lo junto para quando convenga”475. La reina le contesta a las preguntas que formulaba el cuñado de Godoy el día 12, diciendo que debe residir en Sevilla y que las armas serán las maternas acompañadas de las del condado de Chinchón y Arzobispado. El 13 de marzo Godoy escribe a la reina, quejándose del desprecio que se hace al hijo del infante don Luis, y a su cuñado comunicándole la decisión real a las preguntas que había hecho, añadiéndole que el padrino será el rey y que las Bulas llegarán a fin de mes476. 475 476 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, ff. 27 a 28. A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 29 y ff. 30 y 30v respectivamente. 174 La reina contesta a Godoy diciéndole se sosiegue y no se desfogue. Esta carta no tiene fecha pero en nota adjunta, casi con seguridad de Godoy, se dice es del 14 y se añade algo muy significativo: “no contestes”477. El 30 de marzo de 1799, Luis María recibía los cuatro grados menores, al día siguiente el subdiaconado, el 7 de abril el diaconado y el 14 el sacerdocio, aunque no parece que el Espíritu tuviese nada que ver en todo esto. Se trataba del paso previo necesario para nombrarle arzobispo de Sevilla. El hijo de don Luis no tenía todavía 22 años y todo lo hecho contradecía lo dispuesto por el Concilio de Trento, cosa de la que no cabe extrañarse, pues el rey de España tenía potestad para nombrar a los obispos, aunque Roma debía ratificarlos, lo que no era problema alguno en la mayoría de los casos, pues se pagaban unas tasas, proporcionales a la riqueza del arzobispado, que se repartían entre el Papa, los cardenales asistentes al consistorio y los dependientes de las oficinas pontificias, que en el caso que aquí se trata ascendieron a 75.925 reales y 19 maravedíes (197.740 €), precio menor que el habitual por tratarse de un consistorio secreto y por ello el número de cardenales asistentes era menor. Hubo que pagar otros gastos, con lo que la cantidad total, según Francisco del Campo, que había sido el secretario de María Teresa Vallabriga, pasaría de 350.000 reales (911.540 €)478. La reina escribe a Godoy una carta en mayo, sin señalar día, en que le dice que el rey ha dado órdenes para que la consagración del arzobispo de Sevilla tuviese lugar el 2 de junio y señalando las personas a las que se debe invitar. El rey sería el padrino y estaría representado por el Mayordomo Mayor479. El 20 el favorito contesta a la reina diciéndole que consideraba que se hacía un desaire si todo se ejecutaba conforme a lo dispuesto por el rey y que la comida del día de la ceremonia no sería en su casa sino en la del Mayordomo Mayor, quedándose él con su mujer y cuñada en su habitación “mientras el ya consagrado comia para quedar por este medio el grado debido”. La reina le contesta el 21 diciéndole que el rey ha dispuesto que sea él quien le represente en la consagración y que haga el convite y cuanto le pareciese. Le acompaña la Real Orden en que se le nombra padrino de la ceremonia, que tendrá lugar el 2 de junio en Aranjuez. El 22 contesta el “amigo Manuel”, manifestando las humillaciones que recibe en el asunto de la consagración y mucho más en la orden que le acaba de comunicar un Ministro. Su deseo es que se celebre en Toledo y que el Mayordomo Mayor se ocupe de todo “y que no se olviden de que su Manuel no debe recibir ord.es por los Ministros”. La reina el 23 de mayo le dirige la siguiente carta “Aranjuez 23 de mayo de 1799 477 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f.32. Rodríguez López-Brea (2002), p. 54. y 55. 479 Pereyra (1935), pp. 197-98. En el A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, f. 33, existe una carta de la reina María Luisa a Godoy, de 19 de mayo, en que aborda los mismos temas. 478 175 Amigo Manuel, el Rey y yo sentimos mucho te aigas inquietado, y de aquí adelante no subcederá tu verás q. hara las veces del Rey de Padrino, todo está mandado, y arreglado, ira Moresqui alla de orden del Rey a tomar tus ordenes, todo se hará, y serenaté, Manuel, p. saves te queremos, te estimamos que tenemos en ti un fiel amigo, y que tu lo tienes en nosotros. Luisa”480. Godoy le contesta el 24 con una carta cuyo comienzo es de este tenor: “Señora La melancolía me conduce á este ultimo desastre de mi corazon puro y agradecido, estampare aquí sí puedo los pesares que agitan mi tranquilidad y vertere pr ultima vez los sentimientos de la amistad. Sra. la amistad se prueba con obras no con palabras ….”. La reina enviará al “amigo Manuel” una carta, fechada el 26 de mayo de 1799 en Aranjuez, en contestación a la anterior, que se transcribe en su totalidad “Amigo Manuel, hemos recivido con mucho gusto tu carta, po hemos sentido tu desazon, alegrandonos no aiga sido mayor y q. tengas ya todo alivio; yo no me canso en responderte, y antes tengo gusto en ello, oy envía el Rey a Moresqui; a fin dispongas lo que quieras; y tendrá mucho gusto así como yo, de verte el dia del Besamanos de S.n Fernando. en qto al coche, asta Madrid no lo estrenaré; por lo q. …… con despacio q. para entonces no tenga olor; por lo q. toca a lo que nos dices de los Hores, ya hablaremos; y vive tranquilo Manuel, y de que estamos bien ciertos de tu …. Para con nosotros Luisa Aranjuez 26 de Mayo de 99”481. Como se desprende de la lectura de las cartas expuestas, se hizo lo que Godoy quiso. Aunque ponen de relieve las grandes “humillaciones” y “desprecios” que sufría Manuel Godoy por parte de los reyes (al parecer, sentía que su amistad hacia ellos no fuese correspondida con obras), muestra la enorme influencia del valido sobre los soberanos y su habilidad para crearles mala conciencia con su actitud hacia él, de forma que conseguía se hiciese siempre lo que él planeaba. Es evidente que su autoridad era mayor sobre Maria Luisa, pero no debía ser menor sobre el rey, pues éste raramente se oponía a las peticiones e indicaciones hechas a través de la reina. 480 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, ff. 34 a 35; f. 36, f. 39 a 40 y f. 41, para las cartas; la Real Orden ff. 37 a 38. 481 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, ff. 42 a 43 y f. 44 respectivamente. 176 Seis días después Luis María partía para Sevilla acompañado de su hermana María Luisa y algunos de los familiares que le servían en Toledo482. Hasta 1802, en que se le concedería a la hija menor del infante una pensión, su hermano pagó, con cargo a los fondos eclesiásticos, los salarios de dos doncellas, una aya, una dama de compañía, dos porteros y un maestro de música mientras María Luisa permaneció en los palacios arzobispales483 Pocos meses después Godoy conseguiría para su mujer y sus hermanos políticos una nueva merced de los Reyes. Por una Real Orden, de fecha 4 de agosto de 1799, plasmada en un Real Decreto de la misma fecha, los hijos del infante don Luis recibían el título de Grandes de España de primera clase personal. Fig. 45 F. Esteve. El Cardenal Luis María de Borbón Vallabriga. Sacristía de la Catedral de Toledo. La redacción se hizo de tal manera que quedase a salvo la imagen de Carlos III, pues éste con la pragmática de 23 de marzo de 1776, quiso poner un 482 483 Rodríguez López-Brea (2002), p.58. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 83-84. 177 dique al torrente de males que ocasionaba a la Monarquía los matrimoniaos celebrados sin consentimiento. Se aplicó al infante ante la notable desigualdad existente entre la familia de María Teresa Vallabriga y la reinante de Borbón, pero a pesar de ello el rey conservó al infante los honores de infante de España. Debido a esta circunstancia, los hijos de don Luis tuvieron que llevar los apellidos y armas de su madre. A pesar de su distinguido nacimiento, sus condecoraciones y enlaces, estaban abocados a una suerte precaria, incierta y sin representación. Por este motivo Carlos IV, tratándose de sus parientes y siguiendo el ejemplo de su padre para con su hermano, los declara Grandeza de España de primera clase personalmente y por sucesión, libre de lanzas y Medias Anatas484 perpetuamente y que ellos y sus descendientes usen el apellido y armas de la Familia Borbón, sin que esto suponga derogación de la Pragmática485. El decreto, si no fue redactado por el propio Godoy, fue inspirado por él. Todo quedaba conforme y nada se alteraba con esta solución tan salomónica: ni Carlos III, ni la pragmática, ni Carlos IV sufrían menoscabo alguno. Pero no convenía dejar suelto ningún cabo, de forma que se promulga otra Real Orden mandando que en los libros parroquiales existentes en Arenas y Velada se anteponga el apellido Borbón al de Vallabriga y se borren todas las notas concernientes al asunto. El Ministerio de Estado envía la Real Orden al obispo de Ávila, el cual comisiona a Manuel Otero y Saavedra, Rector de Ramacastañas, para que en los respectivos lugares lleve a efecto lo ordenado. Entre el 10 y el 12 de agosto de 1800 el enviado del obispo realiza la labor con todo celo, revisando los libros de Bautizados y Confirmados de las parroquias y los libros de Protocolos y Escrituras Públicas de los ayuntamientos. Lo detallado de su labor lo demuestra el que extendiese su acción a los Conventos de las Madres Recoletas y al de San Pedro de Alcántara de Arenas, en donde no se encontró ningún documento en el que tuviera que tildar y borrar nada. Por supuesto dejó notas marginales explicando lo hecho con mención explicita de la Real Orden. Manuel Otero realizó un informe muy detallado en el que indica cada libro y folios del mismo en los que hizo las correcciones. Incluyó copias de las partidas de bautismo y confirmación de los hijos de don Luis, a las que se ha hecho mención en el capítulo II486. Los primeros años del matrimonio de Godoy y María Teresa debieron discurrir felizmente, a pesar del asunto Tudó, especialmente durante el embarazo del que nacería la única hija del matrimonio. Godoy parece feliz y espera ansioso el nacimiento de su primer hijo, como se desprende de la correspondencia entre el ministro y la reina. 484 Según el Diccionario de la Academia, es la cantidad que se satisface por los títulos. A.G.P. Papeles Reservados. T.103, ff. 45 a 48. Se trata de una carta dirigida por Mariano Luis de Urquijo al Príncipe de la Paz, en la que incluye la Real Orden y el Decreto. Igualmente, los ff. 49 a 50 son una repetición de los anteriores pero enviados por Gregorio de la Cuesta. Este último también se lo mandó a María Teresa Borbón Vallabriga. 486 A.G.P. Papeles Reservados. T.103, ff. 59 a 65. 485 178 El 25 de septiembre de 1799 la reina escribe a Godoy desde La Granja “… quanto nos alegramos el Rey y yo amigo Manuel con la confirmación que nos das de ir a cumplir tu muger los tres meses, nadie como tu cumpliras las obligaciones de un buen Padre, mira q. el Rey y yo seremos Padrinos de lo que diese a Luz, ay! Manuel por todos motivos lo celebramos mucho”487. Es evidente que se trata de la respuesta al anuncio de Godoy del embarazo de su mujer. Como habrá ocasión de saber a través de esta correspondencia, se trataba del segundo. El primero se había malogrado y Godoy no había dicho absolutamente nada a los reyes. A mediados de noviembre Godoy y María Teresa Borbón, a pesar de su estado, se han debido desplazar al Escorial, en donde se encuentra la corte. Posiblemente regresen a Madrid a principios de diciembre, pues el 10 de ese mes la reina le escribe “nos alegramos tu viage feliz y q. tu muger no aiga tenido novedad”488. El embarazo volvió a malograrse y el 6 de marzo de 1800 la reina escribe desde Aranjuez a su amigo Manuel expresándole el sentimiento del rey y de ella. “Amigo Manuel, cree q. nos ha sido muy sensible al Rey y a mi el mal parto de tu muger, y bendito Ds. Ha sido en lo q. cave con felicidad pues son malos ratos; es preciso en adelante se cuide y mucho, y si quieres acuerdate de mi baño de cadera ps. tengo en el mucha fe. Esperamos amigo Manuel q. se verifique en ella el refran de muger malparida al año parida. ya vas saviendo lo q. sonbataolas de esa naturaleza, y te has acreditado con el título ya de Padre. Espero siga felizmente y q. nos des noticias de todo. Considero cual avras estado”489. Es evidente que la reina siente la pérdida que ha sufrido María Teresa e intenta consolarla así como a Godoy basándose en su extensa experiencia en embarazos, cosa que ya había hecho con anterioridad en otras misivas. Al poco tiempo, el 13 de marzo, parece que la mujer del ministro vuelve a quedar en estado. Por lo que se desprende de las cartas de María Luisa, ésta era informada con total detalle 487 488 489 Pereyra (1935), p. 233. Pereyra (1935), pp. 247 y 254. Pereyra (1935), pp. 262. 179 “mañana cumple las tres faltas tu muger, de lo q. me alegro ps. es regular siga muy bien, y así podamos ser sus Padrinos”490. Fig.46 Goya. La familia de Carlos IV. Detalle. Museo del Prado. Y pocos días después, el 22 de marzo de 1800, vuelve a dar consejos para cómo debe llevarse el embarazo dada su gran experiencia. “Amigo Manuel, muchísimo nos alegramos de lo bien q. sigue tu muger, pero así como apruevo no salga en coche por ahora, desapruevo aga ejercicio a pie asta que esté en los ultimos meses de su embarazo, y eso no con demasia ps. a mi que he malparido diez o once veces, mas me perjudicava el ejercicio a pie q. el del coche, y asi q. vaya al jardin a tomar el aire puro, muy bien me parece, po poco q. sea, ahora me parece muy mal, diselo a Nuñez y Lerga, a ver q. dicen”491. Resulta asombroso que la cantidad de embarazos de María Luisa la hagan dudar del número de ellos que se han malogrado. Con motivo de éste de María Teresa sale a colación el primero que tuvo la Princesa de la Paz y la reina reprocha a Godoy, en carta que le envía desde Aranjuez el 24 de marzo, su silencio al respecto “espero q. tu muger saldra con felicidad de su tercer embarazo, y pr. Q. nos callaste el primero”492. 490 491 492 Pereyra (1935), p. 270. Pereyra (1935), p. 272. Pereyra (1935), p. 273. 180 A lo que Godoy responde al día siguiente “no dige a VV.MM. el primer embarazo porque me aseguraron los Facultativos no poder ser pero ello fue y se malogró a los dos meses”493. La correspondencia entre la reina y Godoy a partir de este momento está llena de alusiones al embarazo. A él se le ve ilusionado y contento de ver que parece que al fin tendrá un descendiente. Por su parte los reyes le muestran su simpatía y contento con que el parto llegue a buen término. Así el dos de mayo la reina le escribe “y celebramos muy mucho lo buena q. prosigue tu muger. Dime si siente algo la criatura, aunq. como primeriza tardan más”. El 3 de junio “dale a tu muger ms. gs. por quanto nos dices de su parte, asegurandola igualmente la queremos y estimamos de veras, alegrandonos esté tan buena, para q, seamos Padrinos de lo q, diese a Luz, y verte Padre”. Y el 16 del mismo mes “q. pases y estes contento asi como tu muger, a la que deseo ya ver con su barriguita”. Los reyes envían regalos a la parturienta y Godoy se lo agradece el 18 de agosto “mi Muger agradece el Abanico y conmigo se ofrece a L.P. de Vs. Ms. llenos de sentimientos los más sencillos de amor y reconocimiento: sigue bien y espero que así concluya”. El 27 de agosto parece que el parto es inminente y Godoy se lo anuncia a los reyes. “mi Muger se dispone a Parir, felizmente. El vientre se le ha baxado y las aguas han empezado dias ha, pero cumplira los nueve segun creo”. El 29 el ministro está seguro de que el parto se adelanta y además piensa será una niña. El primero de septiembre ruega a los reyes que si Núñez, el médico, no es necesario en El Escorial, le manden ir a Madrid. Sin embargo el na493 Pereyra (1935), p. 275. 181 cimiento se retrasa y el 18 de ese mes la reina, desde San Ildefonso, le recuerda que María Teresa cumple el día 19 los nueve meses y cree parirá del 20 al 24. El día 19 Godoy se excusa que por no dejar sola a su mujer no va a ofrecerse a los reales pies de los reyes. La espera resulta angustiosa y cada día en las cartas se insiste en que la hora no llega. El 7 de octubre los reyes escriben a su protegido mostrándole su preocupación. “… con quanto gusto estamos esperando la feliz noticia del parto y q. sea niño, po. estamos al mismo tpo con mucho cuidado, ps. temo sea muy grande, primeriza, lo q. dará q. padecer a ella la pobrecilla y a lo q. nazca, Dios los saque con bien a todos, y nos de el gusto q. deseamos”. Por fin el nacimiento tuvo lugar el 7 de octubre de 1800, poco después de las tres horas y media de la tarde, e inmediatamente Godoy se lo comunica a los reyes en su habitual estilo. “La sorpresa y el placer embotan los sentidos, y las palabras son muy pequeñas para corresponder a las Grandes obras de mi Soberano; los Padres de esta inocente destinada pr. V.M. a ser Aijada como lo han sido los qe. le han dado el ser; sabran Señor acostumbrarla a qe. solo reconozca sus deveres y que su vida será suficiente para. Corresponder a los bienes qe. la han dispensado Vs.Ms.” No se sabe si hubo contestación de los reyes, pues la carta siguiente que incluye Peryra es de varios días después. El bautizo de Carlota Luisa Manuela Teresa, más otros diez nombres que se la impusieron, tuvo lugar el 10 de octubre de 1800, a las once y media de la mañana, en el oratorio particular de la Cámara de la reina, actuando como celebrante el arzobispo de Burgos e Inquisidor General, por comisión del Patriarca de las Indias. Fueron padrinos los reyes, que se trasladaron desde El Escorial para la ceremonia. Como testigos, entre otros, firmaron los Mayordomos Mayores y Caballerizos del rey y la reina, el Sumiller de Corps y el Sargento Mayor de los Reales Guardias de Corps. Asistieron Consejeros de Estado, Secretarios de Estado y Despacho, el Gobernador del Consejo de Castilla y los capellanes de Honor de S.M.. La presentación de la niña a los reyes corrió a cargo de la Camarera Mayor de la reina. La sal bendita, el mazapán, los algodones, las toallas, el capillo y la vela fueron servidos por Gentilhombres de Cámara494. Manuel Godoy podía estar contento: ni un bautizo de principe podría haber sido hecho con más boato. En algo debía de notarse que había emparentado con los reyes sus protectores. 494 A.G.P. Real Capilla. Libros Parroquiales. Libro 7, ff. 1 a 4. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 68 a 70v. 182 En la misma pila la madrina de la niña se sirvió condecorarla con las insignias de la Orden de Damas Nobles de su nombre. Inmediatamente los reyes se trasladaron a la casa de los príncipes de la Paz para felicitar a María Teresa y la reina la condecoró por su mano, en la misma cama, con las insignias de la orden de Damas Nobles, “dexandola llena de gozo, y reconocimiento por tan sublime apreciable demostración”. Condecoración similar se entregó a María Luisa, aunque se la tuvo que poner por si misma. Algo más tarde, en diciembre, le fue enviada la banda a María Teresa Vallabriga, que residía en Zaragoza, para que se la pusiese ella495. Como cosa curiosa hay que consignar que en la partida de bautismo, que se inscribe en los libros Parroquiales de la Real Capilla (se comienza un libro con este apunte) de los apadrinados directamente por los reyes, se pone como lugar de nacimiento de María Teresa Borbón la población de Arenas. Se rectificó posteriormente en una nota fechada el 9 de noviembre de 1807, al anotar la partida de confirmación de la hija de Godoy. Sin embargo, en la copia del certificado, que también se ha manejado, figura correctamente el lugar de nacimiento. En una carta del 14 de octubre, desde el Escorial, posiblemente contestación a una de Godoy del día 13 de octubre o del mismo 14 desconocida, se aborda una pequeña incidencia acaecida a la niña a causa del bautismo. “Amigo Manuel, nos alegramos mucho sigan tan bien Madre e Hija, po sentimos la fluxioncilla al ojo, de esta ultima, es regular sea el izquierdo, q. es pr. donde la cayó el chorro del agua qdo. la bautizaron, esperamos no sea cosa, y deseo me digas qdo. da el ombligo y qdo. su madre se muda ropa y se vista”. Siguiendo la costumbre, pasados ocho días María Teresa no se ha cambiado de ropa. Godoy en la contestación aprovecha para resaltar la oportunidad de la reina, enmendando la acción del Inquisidor que fue quien provocó que el agua entrase en el ojo de la niña. Es evidente la habilidad de Godoy para jugar las bazas a su favor en todo momento, como ya ha habido ocasión de comentar al hablar de la propuesta de matrimonio con María Teresa. “… gracias a que V.M. enjugó el agua que cayó a la Pobre criatura, ps. sinó las consecuencias hubieran sido peores”496. La duquesa de Alcudia, dama de la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, fue confirmada por su tío, el ya por entonces cardenal Borbón, en El Escorial el 8 de noviembre de 1807, a las once y media de la mañana. Por iniciativa de Luis María se aprovechó para añadirle a sus nombres el de María Patrocinio, ya que los catorce que portaba no debían parecer suficientes 495 A. H. N. Leg. 7569, nos 22, p. 3, 24, 25, 26. Minutas de certificados. Todas las referencias a las cartas están extraídas de Pereyra (1935), pp. 290, 301, 310, 331, 333, 336, 338, 346, 348, 349, 355, 356, 357 y 358. 496 183 para la protección de la niña. Al igual que el bautizo tuvo lugar en el Oratorio del Quarto de la Reina, siendo padrinos los de su bautizo, asistiendo el infante Francisco de Paula, la madre de la confirmada, los Mayordomos del Rey y de la Reina, la camarera mayor y las damas. Debió de ser menos brillante que el bautizo, posiblemente porque ya se vislumbraba la caída del favorito. Hay que señalar, aunque se trate de un detalle nimio, pero muy revelador, que el certificado de confirmación es el segundo apunte que se hace en el libro parroquial, después del bautizo de Carlota Luisa. Resulta difícil de creer que en siete años no apadrinaron los reyes a ningún niño más, lo que indica que este libro se había reservado para el Príncipe de la Paz, que debía suponer tendría más hijos de María Teresa. Fig. 47 Retrato de Carlota Godoy Borbón. Colección Palacio de Velada. Mientras duró el embarazo de María Teresa Borbón, hay que reseñar tres acontecimientos, en los que el poder de Godoy y su influencia sobre los reyes supusieron beneficios para sus parientes y un reconocimiento para el infante don Luis: el traslado de los restos de éste al Panteón de Infantes de El Escorial, la petición del capelo para Luis María y su nombramiento de arzobispo de Toledo. Los dos últimos se desarrollaron casi paralelamente. Es difícil decir si todos estos trabajos los hacía Godoy por beneficiar a la familia de su mujer o por beneficio propio, puesto que el encumbramiento de aquélla presuponía el suyo: no era lo mismo tener de cuñado a un obispo que a un cardenal, ni estar emparentado con los Vallabriga que con los Borbón. Es difícil encontrar apoyo documental para aclarar la cuestión, pero una carta de 4 de febrero de 1800 de Godoy a la reina puede arrojar algo de luz. “Señora Esta me parece la mexor ora para que VV.MM. se instruyan bien en los fundamentos que apoyan su resolución declaratoria de los 184 Feciales y que puedan consultar los Hombres de su confianza en Política; la Casa de Parma está más distante del trono que la de mi Muger y sus Herms., usa la librea y no sé si Reyna; la diferencia de Familias por Hembras no altera el uso del Blason y aunque esto fuese, pudiera manifestarse a VV.MM. que los Ballabriga reinaron en Escocia la Historia no es tan antigua y puede verse; de mi nada tengo que decir que VV. MM. ignoren pero baste recordarles lo que el Consejo y Camara dijeron cuando mis Pruebas y fue que en estos Tribunales no se había presentado otras mas bien hechas ni de tan Ylustre antigüedad de los siglo habia en ellas me honro con los Reyes de Castilla y Portugal pero esto me sería despreciable Sra si la virtud no fuese el apoyo de su nobleza; de nada sirven los apellidos, de nada los bienes eredados si somos protervos a desmerecerles, yo creo no haberme despojado de lo que me dio Naturaleza y creo sí que mis obras me ham augmentado distinciones pro. VV.MM. hacen lo que gusten y spre. es su fiel vasallo ML” 497. Como puede advertirse, Godoy no perdía ocasión para autoensalzarse y resaltar las prendas que le adornaban, fuesen ciertas o no. El 15 de abril la reina escribe a su amigo Manuel “te debuelvo todos los papeles, ps. no tiene razón el Arzobispo de Granada. Le podrás decir q. no pedimos Capelo por nadie, no siendo pa tu Cuñado”498. Al parecer, el obispo de Granada aspiraba al cardenalato pero los reyes querían tal honor para su primo. Como ya se dijo anteriormente, había habido un intento años antes, que se aplazó, pues el rey pensaba que no era conveniente no estando ordenado Luis. Al producirse el casamiento de María Teresa con el favorito, la cuestión volvió a ponerse sobre el tapete pero en circunstancias bastante diferentes, pues el aspirante ahora era arzobispo de Sevilla y la sede de San Pedro la ocupaba un nuevo Papa, Pio VII. Las conversaciones comenzaron el 30 de junio de 1800. Aunque teóricamente dependía de Roma el nombramiento, la fuerza de los reyes era enorme y en el caso de los españoles mucho más, pues la Corona Española era en ese momento un apoyo muy importante del Papa. La mano de Godoy es evidente en el asunto, como se puede ver por la carta a la reina de 11 de septiembre. 497 498 Pereyra (1935), p. 257. Pereyra (1935), p. 281. 185 “el Papa hizo el borrador de la locución que es costumbre cuando se nombran Cardenales habiendo pensado en el Hijo del Infante Dn. Luis, antes de que el Ministro de Vs. Ms. ablase sobre el particular y quería S. Sd. (asi lo dice el Nuncio) que el Rey N.s. viese escrito antes de llevar a efecto la cosa y que a mi se me diese un tanto”499. La habilidad de Godoy es digna de resaltar. Los reyes no se encontrarán con un desaire si proponen y presionan a favor su cuñado, pues el Papa ya lo había decidido. Por supuesto se le entrega a la vez que al rey el escrito. El 19 de octubre Godoy transmite a la reina el agradecimiento de sus cuñados, Luis María y María Luisa, que estaban en Sevilla “de Sevilla me abisan el contento de los Hmns. y me encargan mas de lo que yo puedo cumplir pues mi voz no alcanza a expresar a Vs. Ms. nuestra gratitud”500. El aspirante fue creado cardenal no en un consistorio general sino en uno secreto, llevando el título que también había aportado su padre en circunstancias similares: de la iglesia de Santa María de la Scala. Una curiosa circunstancia se produjo en el traslado de Luis María de Sevilla a la corte. Se había declarado un brote de peste en Andalucía y Godoy recomienda a su cuñado no acuda al foco de la infección, mantenga la cuarentena y no viaje hasta cumplirla, pues en los pueblos del itinerario se podrían producir tumultos. Aprovecha para desacreditar a Urquijo, que, según Godoy, ha propalado que su cuñado puede transmitir la peste en su viaje. Véase lo que dice Godoy a la reina “escribo a mi cuñado diciéndole que se interese en su Diocesi pero me temo que su caridad y piadosas intenciones le llevan al seno de la Peste, primero que convenirse en salir dejando sus obejas en riesgo; ha, y quán raros son estos Hombres!”501 El 23 de octubre el nuevo arzobispo de Toledo se preparaba para el viaje; está el 20 de noviembre en Écija502 y el 22 en La Carolina. La reina el 25 le dice al ministro que Luis María avive el viaje, pues en quince días será santa Leocadia. El arzobispo es “un cachazas”. Le fue permitido atravesar el cordón sanitario establecido en La Carolina sin problema alguno. 499 Pereyra (1935), p. 344. Pereyra (1935), p. 361. 501 Pereyra (1935), p. 345. 502 No queda claro donde hizo la cuarentena Luis María de Borbón, si en Sevilla o en Écija. Rodríguez López-Brea dice en el último lugar. 500 186 No deja de ser significativo que la relación con Luis María, su primo, se establezca siempre a través de Godoy y no directamente, lo que pone de relieve quién es el que lleva la voz cantante. Hay una insinuación, bastante sibilina, del protegido de los reyes respecto a cómo debe ser tratado su cuñado el día en que se le imponga el capelo. En carta de 29 de noviembre le dice a la reina: “… tengan Vs.Ms. la bondad de meditar sobre la proposición de Honores o entrada ps. aunque por su calidad no estubiese considerado con ellos lo estaría por su condecoración, pero estas gracias no son Sra. para tales casos y sin decreto se honra mas con ellos”503. Un desaire a su cuñado sería un desaire a él, pero de inmediato quita hierro a la afirmación. Lo ha dejado caer y está seguro de que su insinuación será recogida por los reyes. Las imposiciones del capelo y la birreta tuvieron lugar los días 6 y 7 de diciembre en el oratorio del rey en El Escorial. Luis María tenía 23 años y sólo se conocían dos casos en que se hubiese otorgado el capelo con menos de treinta años: el infante don Luis, su padre, y el duque de Cork. El rey quedó tan satisfecho con la labor del embajador español en Roma y con el nuncio que concedió la orden de Carlos III al primero y una pensión perpetua al segundo504. Como ya se ha dicho, las gestiones para la concesión del arzobispado de Toledo se hacen simultáneamente a las del capelo cardenalicio. Sin embargo, la cuestión era más fácil pues era el rey quien otorgaba las sedes arzobispales y Roma las ratificaba. Lorenzana renunció a la sede de Toledo el 10 de octubre de 1800 y unos veinte días después Carlos IV nombraba a su pariente arzobispo de Toledo. Independiente de que el rey quisiese beneficiar a su primo y sacarle de Andalucía, Rodríguez López-Brea señala otras miras en tal nombramiento. “Tanto interés no podía extrañar a nadie, pues la petición del capelo era sólo el primer paso de una hábil jugada regalista destinada a poner al frente de la Iglesia española a un joven e inexperto prelado que coadyuvara en los propósitos nacionalizadores de la política eclesiástica del tándem Carlos IV-Godoy”505. Más adelante añade refiriéndose al nombramiento 503 504 505 Pereyra (1935), p. 381. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 63-65. Rodríguez López-Brea (2002), p. 63. 187 “Nada más lógico, puesto que todavía entonces un primado adicto a la Monarquía suponía ganarse la lealtad de buena parte del Episcopado español”506. a 506 Rodríguez López-Brea (2002), p. 66. b 188 c d Fig.48 Retratos del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. a) Tomado de Príncipe (1842-1847), lám. 182.b) Carlo Antonioni. Biblioteca Nacional. ER 154 (26). c) Tomás López de Enguídanos. Iconografía Hispánica 1285-2. d) Anónimo español. Iconografía Hispánica. 1285-4. Naturalmente, Luis María estaba encantado con volver a Toledo, donde había pasado la mitad de su vida, a un ambiente que le era muy familiar y donde era conocido. Por ello escribe al rey “… estoy prontísimo a sacrificar mi propia vida, si conviniere así, por cumplir cualesquiera de sus soberanos preceptos”507. El nuevo arzobispo fue nombrado en el consistorio de 22 de diciembre de 1800, siendo publicadas las bulas el 29 de enero de 1801. En los primeros días de diciembre Luis María Borbón llegó a Toledo, trasladándose de inmediato al Escorial para recibir el capelo. La entrada en su nueva diócesis fue el 11 de febrero. No dejó de ocupar de forma efectiva la sede sevillana hasta 1814, aunque en la práctica había un administrador508. El Arzobispado toledano era el más importante del Reino y, dado el tiempo que había vivido en él Luis María, la nueva situación no podía desagradarle. Antes de 1808 el número de dependientes y ministros, es decir los funcionarios encargados de las tareas administrativas, ascendían a 142, que se habían convertido en 151 cuando se produce la muerte del hijo de don Luis. Por su parte los familiares y comensales, los servidores que atendían directamente al arzobispo eran 67. Luis María se había llevado a Sevilla con él a algunos, que le acompañaron en su regreso a Toledo. Un caso aparte es el de Linacero que se ocupó de su patrimonio personal y del de su hermana María Teresa509. El 27 de febrero de 1801 se declara la guerra a Portugal y el monarca nombra a Godoy general en jefe del ejército. La guerra estaba motivada por la presión francesa para evitar que los barcos ingleses recalasen en puertos portugueses, y aunque Carlos IV era contrario a ella la presión del favorito le movió a llevarla a cabo. Aunque la campaña era franco-española la rapidez de actuación del valido y la escasa resistencia portuguesa hizo que la intervención francesa no se llevase a cabo. Godoy envió a la reina las ramas de naranjo que le habían entregado sus soldados, lo que dio nombre a la contienda: Guerra de las Naranjas, finalizada con el Tratado de Badajoz, firmado el 6 de junio de 1801. Por él Portugal cerraba sus puertos a los barcos ingleses y cedía Olivenza a España. El resultado desagradó a Napoleón que no había alcanzado con la guerra todo lo que pensaba por lo que en septiembre obligó a Portugal a firmar un tratado por 507 508 509 Rodríguez López-Brea (2002), p. 66. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 62 y 67. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 72 y 73. 189 el que se comprometía a pagar a Francia 25 millones de francos510. Una vez conseguido esto, las tropas francesas abandonaron la Península pero sin que el enojo de Bonaparte hubiese cedido. El primer intento de invasión de España había fracasado. De esta guerra Godoy sacó el nombramiento de Generalísimo de las “armas de tierra y mar”, un magnífico caudal político y un enemigo poco deseable: Napoleón. Sin embargo en años posteriores coquetearía con el emperador en un intento de conseguir su secreto deseo: reinar en Portugal o en una parte de ese país 511. Su engreimiento y su ambición le hicieron creer que podría echar un pulso al emperador, por lo cual, en el tiempo que transcurre entre el final de la guerra y el motín de Aranjuez mantuvo una actitud ambigua con el emperador, con fases de enfrentamiento y desplantes inconcebibles que enfurecían a Napoleón, y momentos en los cuales Godoy decía tenerle por más grande que Alejandro, Cesar y Carlomagno, “el héroe que ha prometido defenderme contra mis enemigos exteriores e interiores”512. Su escasa experiencia en materia de política exterior, de lo cual él no era consciente, jugó en su contra y no tuvo oportunidad ninguna. Godoy con el nombramiento de su cuñado para arzobispo de Toledo tenía un aliado para su política de enfrentamiento con Roma, pues por muy respetuoso que Luis María fuese con las decisiones del Papa no podía olvidar que todas las mercedes recibidas, incluido sus nombramientos eclesiásticos, no dependían de la voluntad de Roma sino de la de su cuñado y el agradecimiento le obligaba a la fidelidad. Esto se vería con claridad en 1802 cuando el cardenal planteó a Roma ampliar las facultades de los obispos, lo que suponía en cierta medida las de la Corona, es decir, Godoy solicitaba que las órdenes religiosas dependiesen de los obispos y no de sus generales, afincados la mayoría en Roma. Estas peticiones se hacían a “la utilidad general y derecho político”. Godoy consiguió parte de lo que pretendía, pues el 10 de septiembre de 1802 Pío VII rubricaba una bula nombrando al cuñado de Godoy Visitador Apostólico de todos los regulares de España y América. Sin embargo, con esta decisión, según Rodríguez López-Brea, Roma había hecho una jugada maestra. “De rechazar la bula, Roma demostraría que la Corte española no tenía interés por la reforma en sí misma, pero su aceptación implicaba renunciar a corto plazo, el ansiado fín de la sujeción a los obispos. Una vez más, la Santa Sede había obrado con excepcional habilidad”. “Miente Godoy, por tanto, cuando escribe «Hice pedir al Papa la visita y reforma de las órdenes monásticas, cometida su ejecución al arzobispo de Toledo». Porque el Príncipe en ningun momento había pedido la Visita”513. 510 511 512 513 Belmonte y Leseduarte (2004), p. 69. La Parra (2002), p. 309 señala 15 millones de libras. La Parra (2002), p. 325. La Parra (2002), p. 324. Carta de Godoy de 4 de diciembre de 1805 Rodríguez López-Brea (2002), p. 104 y nota 47. 190 La otra cuestión que se ha mencionado es el traslado de los restos de don Luis desde la capilla Real del convento de San Pedro de Alcántara de Arenas al Escorial, asunto en el que Godoy debió de ejercer también gran influencia, “convenciendo” a los reyes. Algo de ello ya se intuye de la carta que el 4 de febrero de 1800 envía el yerno del infante a la reina, que ha sido transcrita anteriormente. El 2 de mayo María Luisa escribe a Godoy “con mucho gusto oiremos lo q. nos quieras decir, cree siempre es lo mismo, y veremos q. quiere tu muger, ps. si ella quiere y tu se puede enterrar a su Padre en el Panteón de los Ynfantes, al fin ya hablaremos”514. No deja de ser curioso que la toma de decisión no se deje en manos de María Teresa ni en las de los otros hijos, sino que la opinión del protegido de los reyes sea de mayor importancia, lo que indica, posiblemente, que éste era quien había planteado el asunto. Algunos días después, el 23, la reina, desde Aranjuez vuelve a mencionar el asunto “por lo q. toca al Tio q. esté en gloria, dice el Rey q. si q. lo entierren en el Escorial, como lo q. era. si quieres suspender la determinación de todo, asta q. nos veamos la víspera de San Fernando, con eso dirás el día y todo, po. ya saves será en el Escorial”515. El 1 de junio insiste de nuevo “ya se han comunicado las ordenes oy, para q. se aga el entierro de Tio q. esté en gloria, po. q. salga el siete de Arenas”516. Y dos días después le escribe “todos se han alegrado generalmente el q. traigamos las cenizas del pobre Tío, dandole lo q. tan injustamente le quitaron, infeliz!, qto. padeció, solos el Rey y yo fuimos spre sus únicos consuelos. dales muchas memorias a tus cuñados, acordandonos del gusto q. tuvimos por ahora hace un año, de verlos”517. ¿Es la voz de María Luisa y Carlos la que habla o se trata del eco de las palabras de Godoy vertidas en los oídos de la reina? Por la documentación que se conoce, no parece que los príncipes de Asturias se hubiesen ocupado mucho del infante y no se sabe que le visitasen en Arenas. 514 515 516 517 Pereyra (1935), Pereyra (1935), Pereyra (1935), Pereyra (1935), p. p. p. p. 290. 298. 300. 301. 191 El 1 de junio de 1800 Carlos IV escribe desde Aranjuez al Gobernador del Consejo: “Se ha visto que S.A. ninguna disposición particular dejó por escrito ni de palabra para ser enterrado en otro parage; y en consecuencia de lo resuelto por mi Augusto Padre, no me resta otra cosa que hacer que cumplir su soberana voluntad mandandole conducir á Ntro. Panteón de San Lorenzo …”518. Con la misma fecha se publicó un decreto ordenando el traslado del cadáver del infante desde Arenas a San Lorenzo y su enterramiento en el Panteón de San Lorenzo. En su testamento el infante solicitaba ser enterrado en Boadilla o Chinchón. ¿Se desconocía esta indicación o se ignoró, en beneficio de que fuese enterrado en el Panteón de Infantes de San Lorenzo? Fig. 49 Michel Ange Housse (1720-1725). Vista del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Museo del Prado. N.º inventario 2269. El 2 de junio el Rey, por medio de Caballero, comunica a Fray José de Manzanares, Prior del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, que se hará el traslado del cadáver para ser enterrado en el Panteón e igualmente se previno al Guardián del Convento de San Pedro de Alcántara. Se organizó un gran cortejo en el que figuraban, entre otros miembros de la Real Capilla, ocho capellanes de honor, nueve capellanes de altar y voces, un sacristán y cuatro religiosas de cada una de las órdenes siguientes: Sto. Domin518 A.G.P. Reinados. Carlos III. Caja 16. Se trata de un expediente atado juntamente con otr o en la carpetilla del cual, a lápiz, figura el n.º 62. 192 go, San Francisco, San Agustín y Carmen calzado. Por la Real Casa el Mayordomo de Semana, Notario, Oficial controlador, seis gentileshombres de Boca y otros seis de Casa, seis Monteros de Casa, así como criados, cocheros y guardias. Como cabe suponer, el número de vehículos necesarios para transportar a todas estas personas, muebles, provisiones, etc., eran numerosísimos. Los gastos estaban presupuestados en 300.000 reales (781.320 €) pero el coste total ascendió a 301.280 y seis mrvs de vellón (784.654 €), es decir, se produjo una desviación de 1.280 reales (3.333,6 €)519. El traslado desde Arenas se efectuó el 7 de junio, pasando por los pueblos de Velada, Talavera, El Brabo, Santa Olalla, Maqueda, Santa Cruz, Valmojado, Sevilleja, Brunete, Espernada y El Escorial, un total de 28 leguas. Se hizo un protocolo de cómo debían ser las ceremonias en la iglesia del monasterio. El día 10 se llegó al Escorial y después de la solemne Misa de Réquiem don Luis fue depositado en el Panteón. El Notario del Reyno don Juan Joseph Peñuelas Zamora redactó un extenso y detallado certificado con fecha del mismo día 10 de junio. Igualmente, el Prior del Monasterio comunicó que “a los tres quartos para las nueve de la mañana” de 10 de junio de 1800 llegó el cadáver de don Luis al Monasterio520. El 11 de junio la reina comenta a Godoy que “ya quedó ayer en el panteón del Escorial el Pobre Tio, aviendole restituido a sus cenizas, lo q. le quitaron en vida”521. Godoy al día siguiente contesta a la reina “Sin lágrimas no puedo decir a Vs. Ms, qe. Dios les pague quanto hacen por mi y por mi familia que ya pertenece a Vs. Ms. y a mi, ellas son inocentes y ellos estan penetrados de gratitud, el entierro de su buen Padre ha sido el colmo de sus desdichas, no tienen VV. MM. una idea ni yo puedo trasladarles quál estan estas criaturas los de allá y los de acá, pero todos conmigo pedirán a Dios por Vs.Ms.”522. A lo que la reina contesta el 13 de junio “no estraño q. tu muger y sus Hermanos esten contentos los Pobres por q. a su Pobre e infeliz Padre se le ha dado lo q. le pertenecía, y es cierto q. esa familia nos pertenece”523. 519 A.G.P. Reinados. Carlos III. Caja 16. Expedientes n.º62, a lápiz, y 10-63. Se dan detalles de todos los gastos, nombres de los empleados de las caballerizas, vehículos, etc. 520 A.G.P. Reinados. Carlos III. Caja 16. Expediente 62, a lápiz. 521 Pereyra (1935), p. 307. 522 Pereyra (1935), p. 308. 523 Pereyra (1935), p. 309. 193 Conviene analizar el proceder de Carlos IV con respecto a sus primos. Varios autores señalan cambios en la relación de los Borbón-Vallabriga con la Corona a partir de 1788, al ascender al trono el hijo de Carlos III, con respecto al tratamiento recibido de éste. Rodríguez López-Brea escribe: “El nuevo Rey, que no tenía prejuicios hacia la familia del infante, dio sobradas muestras de su empeño en favorecer a sus jóvenes primos, para los que siempre guardaría un cariño muy singular”524. Como ya se ha dicho, los hijos de don Luis acudieron a la coronación de su primo y estuvieron a solas con los nuevos reyes. No parece que existan noticias de otros contactos posteriores. El siguiente favor recibido data de 1792, la concesión de la orden de Carlos III, y al año siguiente el nombramiento de conde de Chinchón. En el segundo caso ya Godoy está en escena y no debe olvidarse que hay ciertos indicios de que desde el 92 el ministro estaba preparando su estrategia para casarse con la prima del rey. Las gracias de mayor envergadura las reciben los Borbón Vallabriga a partir de emparentar con Manuel Godoy, de manera que cabe suponer que un factor que influyó de manera muy notable en la toma de posición de los reyes frente a sus parientes hay que achacárselo a aquél y no adjudicar todos los méritos a Carlos IV. Al menos, María Luisa, por lo que se desprende de su correspondencia con Godoy, ve a los primos de su marido a través de los ojos del favorito. Basta recordar que la Real Orden que permite el casamiento de Godoy señala a la favorecida como Maria Teresa Vallabriga, no Borbón Vallabriga, eso vendrá después, cuando sea Princesa de la Paz, es decir, la mujer del “amigo Manuel”. No parece muy exacto lo que apunta Rodríguez López-Brea de que Godoy nada podría haber hecho sin el apoyo de Carlos IV525. La lectura de la Real Orden permitiendo el matrimonio de Godoy, y conocidas las “gestiones” del protegido con el obispo de Salamanca, pone de relieve que aunque quien tenía la banca en este juego era el rey el favorito era quien la manejaba con gran habilidad. El capelo se pide por parte de los reyes para el cuñado de Godoy, no para el primo hermano del rey. El 7 de febrero de 1800 la ambición de Manuel Godoy recibe una nueva satisfacción: el rey concede a su favorito unir el apellido y las armas de los Borbones a su blasón526. La hermana pequeña, María Luisa, la que estaba en situación más delicada en cuanto a patrimonio, consigue, gracias a la intervención de Manuel Godoy, según Real Orden de septiembre de 1802, una pensión anual de doscientos mil reales. 524 Rodríguez López-Brea (2002), p. 44. En cuanto a la falta de prejuicios no coincide con Tortella según se ha visto en el capítulo II. 525 Rodríguez López-Brea (2002), p. 53. 526 Matilla (1989), p. 33. 194 Que los hijos de don Luis eran conscientes de la actuación del Príncipe de la Paz en la consecución de todos los beneficios con que se les favoreció, lo pone de relieve la carta que Luis María Borbón envía a su cuñado y éste incluye en sus Memorias. “Madrid y octubre 4 de 1802 Mi amadisimo hermano: Ningunos más afortunados que nosotros porque experimentamos de lleno tu amor y beneficencia. Luisita, que era la única que no tenía medios de qué subsistir con el decoro correspondiente, se halla ya con una pensión suficiente para ello. Tú se la has conseguido, querido hermano, a ti la debe; nosotros somos los que percibimos el fruto de tus desvelos y fatigas. Recibe, pues, mi corazón agradecido, y vive certísimo de que será eterno el amor y gratitud que yo te conservo, y de que sin intermisión rogará a Dios por tu vida y salud, tu amantísimo hermano. Luis Querido hermano Príncipe de la Paz527”. Pero en la misma nota a pie de página, en que incluye la carta, Manuel Godoy añade: “Para las dos hijas no había otra suerte de acomodo que el velo religioso, o su matrimonio con personas inferiores a las familias reales. Celebrado el mío con la señora doña María Teresa de Vallabriga, Carlos IV autorizó tanto a don Luis como a sus hermanas para llevar el apellido y las armas de su padre, declarándoles igualmente la calidad de grandes de España de primera clase transmisible a su descendencia. Yo alcancé también del rey que las cenizas del infante don Luis, depositadas sin los honores competentes a su augusta dignidad en San Francisco de Arenas, fuesen trasladadas al panteón de El Escorial. A la hija menor y hermana mía política doña María Luisa, que carecía de toda especie de heredamiento, le obtuve una renta anual de diez mil pesos fuertes”528. Con independencia del carácter justificativo de las Memorias, la tendencia de Godoy de no perder ocasión de autoalabarse, y el hecho de que cuando se escriben estas memorias esté quejoso del comportamiento de todos los Borbón Vallabriga en su desgracia, es evidente que los hechos le dan la razón y él lo resalta con toda claridad: todo sucedió “después” de su casamiento con María Teresa, pues de no ser así los reyes no parece que se hubiesen ocupado mucho de sus parientes próximos. La reina se encargaría de recordar a María Teresa que todo se lo debían al “amigo Manuel” en una carta que le escribe cuando las 527 528 Godoy (1965), p. 246, nota 252. Godoy (1965), p. 246, nota 252. 195 desavenencias del matrimonio comienzan a hacerse muy notorias. Esto pone en tela de juicio lo dicho por bastantes autores, y comentado ya, de la diferencia de trato que recibieron los hijos de don Luis de Carlos IV con respecto al que les dio el padre de éste. En todos los acontecimientos narrados hasta ahora se echa de menos a un personaje: María Teresa Vallabriga y Rozas, la viuda de don Luis. ¿Fue invitada y estuvo presente en la boda de María Teresa, en las sucesivas consagraciones de su hijo Luis María, en el traslado de los restos de su marido a El Escorial? Si estuvo no se la menciona en ningún documento. Del Arco dice que María Teresa Vallabriga vio a sus hijos en 1802. “… el 26 de agosto de 1802 llegaron a Zaragoza Carlos IV y María Luisa, el príncipe de Asturias, los infantes y Godoy. Se hospedaron en el palacio arzobispal. El rey concedió permiso a MaríaTeresa para ir a la Corte y ver a sus hijas y traerse consigo a, su hija María-Luisa de Borbón. Regresó el 26 de septiembre, y la cumplimentó el Ayuntamiento, rindiéndole honores una compañía del regimiento de Zamora con bandera y música”529. En 1802 Godoy comienza la remodelación de su casa, la antigua casa de los Secretarios de Estado, por las habitaciones de su mujer y su hija y dedica parte de su tiempo a tal menester, lo que indica el interés en tales obras, sobre las que da ideas e introduce cambios. Ya el 25 de marzo, según dice la reina en una carta, las habitaciones de ambas han “quedado tan cómodas y ostentosas”. La pretensión del favorito es que al regresar de Aranjuez su mujer y su hija “tengan en que vivir”. En noviembre de 1803 las obras alcanzan su punto culminante y se terminarán en 1805. Se construyó un oratorio para María Teresa además del que ya existía para Godoy. Según dice Blasco, en la planta baja estaba el Gabinete de Historia Natural, la biblioteca (Librería), el Archivo Secreto y la habitación de verano de la condesa de Chinchón. Al reanudarse las hostilidades entre Francia e Inglaterra al fracasar la Paz de Amiens, Napoleón, que, como ya se ha dicho, no había quedado satisfecho con lo obtenido en la guerra contra Portugal, quiso asegurarse de la neutralidad española y el 14 de agosto de 1803 propuso a España un tratado de subsidios, en virtud del cual se le pagaría a Francia un subsidio de seis millones de libras mensuales durante todo el tiempo que durase la contienda. Esta propuesta, hecha de forma no oficial, fue rechazada por Godoy lo que no agradó al emperador. La alternativa propuesta por los franceses fue el cruce de la frontera por un cuerpo d ejército constituido por 35.000 hombres. El tratado se firmó en París el 19 de octubre. A la larga resultó un fiasco, pues los pagos por parte de Espa- 529 Arco (1956), p. 200. El autor no documenta lo que dice. Resulta extraño que Peña Lázaro, autora que tanto profundiza en sus análisis, no comenta nada de esto. 196 ña se iban retrasando cada vez más. Al final esto daría motivo a Napoleón años después para invadir España. El 1 de julio de 1803 Luis María Borbón Vallabriga hace donación a su hermana María Teresa del Estado de Chinchón y del Señorío de Boadilla, es decir, del mayorazgo que había recibido en herencia, “con todas las jurisdiciones, acciones, derechos y preeminencias”. Así se explican las razones del cardenal de Borbón para tal cesión. “… ha reconocido que el peso, y, gravedad de las Sagradas oblignes de su ministerio, y encargos, exijen se consagre enteramente á su desempeño sin embarazarse en la administración, y gobierno de Estado y Mayorazgos” “animado de estos Sentimientos, no menos que del tierno cariño que profesa a su muy amada Hermana la Excma. Señora Doña María Teresa de Borbón, Princesa de la Paz, que sin disputa la inmediata sucesora del Mayorazgo y en quien, y en su linea ha de recaer, resolvió renunciarle con todas las obligaciones con que se halla, y pertenencias a su fabor”530. El 17 de marzo del mismo año se solicitó el permiso del rey para proceder a tal cesión, el cual accedió a los humildes ruegos del cardenal, comunicándolo el 21 de marzo de 1803. De esta manera y a partir de este momento María Teresa se convertía en la decimoquinta condesa de Chinchón. Poco después, el 1 de julio de ese año María Teresa cede a su madre el usufructo de la renta y los cuadros existentes en los edificios del condado que acababa de recibir531. El 9 de marzo de 1804 Godoy funda el Mayorazgo del Ducado de Sueca para disfrute de su descendencia, pero condicionado a que mientras viva su mujer ésta dispondrá de todos los bienes, con la obligación de entregar la tercera parte líquida de los beneficios a los sucesores. Este mayorazgo se instituye para su hija Carlota532. Manuel Godoy, pasados unos años, debió advertir que si María Teresa le había servido para emparentar con los reyes no era la mujer adecuada como pareja del hombre más poderoso del momento y para brillar en la corte. Sus años de Arenas y su vida conventual no eran las escuelas más adecuadas para desenvolverse en la corte. Es posible, que independientemente de la educación recibida, que no sería muy distinta de la de otras damas de la nobleza, su conversación no fuese muy brillante y su timidez y retraimiento debían ser grandes. Pronto Godoy empezaría a desaprobar todos sus actos y, del entusiasmo de 530 531 532 A.H.P.M. Prot. 22254, ff. 712-721v. Rodríguez López-Brea (2002), p. 49. Domínguez-Fuente (2002), T. I, p. 137. Belmonte y Leseduarte (2004), pp. 76-77. 197 los años iniciales del matrimonio, se pasó a un periodo de reproches continuados. Ya en 1804 la vida le debía resultar tan poco grata a la hija de don Luis que decidió marcharse con su hermano a Toledo, acción que quedó abortada por la intervención de la reina que con fecha 17 de marzo le escribe “Querida María Theresa de mi corazón, el rey ni yo reprobamos tu ida a Toledo, pero no parece bien te vayas sin tu marido (aunque sea con tu hermano) no es decoroso, no digo a ti; pero a ninguna muger decente, irse así sola con tu familia, dejándonos aquí, y a tu marido y chiquita, nuestra aijadita, pero tampoco está en edad para irla llevando de un lado a otro. Así se lo puedes de cir a tu marido y a tu hermano, y cree te queremos, por lo mismo no permitiremos más que lo que te convenga, y a tu decoro y el de tu marido, a quien saveis le deveis tú y tus hermanos y parientes, vuestra felicidad, pues a sus ruegos e instancias os véis como os véis; tenedlo siempre presente si quereis os continuemos siempre en proteger y querer. Adios querida Maria Theresa asta que nos veamos otro día. Luisa”533. Por la correspondencia entre la reina y el “amigo Manuel” se sabe que también la Princesa de la Paz está en Aranjuez y se ve con la reina constantemente, bien en el paseo, bien porque es llamada por la soberana, muy encariñada con su ahijada Carlota Luisa, por lo que extraña que María Luisa, en uno de esos frecuentes encuentros, no hable del tema con la mujer de Godoy. Posiblemente piensa que tiene más peso el hacerlo por carta, las palabras se las lleva el viento, y además puede mostrar al valido el interés por sus problemas, pues el mismo día le escribe y le incluye una copia de esta carta. La velada amenaza de la reina surtió efecto. Por supuesto para ésta la forma de proceder del “amigo Manuel” debía estar fuera de toda sospecha, aunque no debía ignorar sus contactos con Pepita Tudó. En toda la abundantísima correspondencia de la reina con Godoy, casi una carta diaria, se mencionan constantemente los encuentros con su mujer e hija, pero mientras la segunda le merece siempre elogios sin número, hasta el punto de afirmar en más de una ocasión que la quiere como si fuese hija suya, María Teresa sólo merece escasa y escueta atención. En carta de del 24 de abril se puede leer “que esta gorda y buena” y en otra de 4 de junio “su madre está buena”534. La hija de don Luis no debe ser santo de la devoción de la reina, ya que causa gran número de sinsabores al bueno y fiel amigo Manuel. 533 A.G.P. Papeles Reservados. T. 96. f. 53. Cartas de Maria Luisa a Godoy de 24.IV. 1804 y 4.VI. 1804. A.G. P. Papeles Reservados. T.96, ff. 81 y 117. 534 198 Son tan escasos los documentos de tipo personal que se conocen de la condesa de Chinchón que se reproduce la carta que el 15 de octubre de 1804 envía a la reina María Luisa. Se trata de una carta totalmente intranscendente y es difícil decir hasta que punto transluce un sentir sincero de María Teresa o son simples fórmulas de cortesía. Fig. 50 Anverso de una carta de María Teresa Vallabriga a la reina María Luisa. A.H.N. Estado. Leg. 2821. “S.ra Todos los días recibo nuevas honrras de VM i al paso que se aumentan estas pruebas de la bondad con que se digna distinguirme, creceria mi gratitud, i amor si fuese posible que teniendo io tantas repetidas no hubiese llegado hasta el punto de no conocer limites. Esto Señora jamas podre manifestarlo con palabras pues darian una idea mui debil de los sentimientos de que mi corazon 199 esta penetrado, i en vano lo emprenderia, i asi solo me ceñire ha hacer presente a Vm mi deseo de su alivio i el del Rei mi Señor en la incomodidad que padecen, cuia noticia anhelo con la mayor impaciencia. La Niña se ofrece a los pies de VM a quien cada dia ama mas i mas, i aunque tan pequeña no pasa ninguno en que asi ella como io dejemos de pedir a Dios nos conserve la preciosa e importante salud los dilatados que deseo. Madrid 15 de Octubre de 1804. S.ra BLP de VM su mas humilde, leal, reconocida i amante vasalla Maria Teresa de Borbon”535. Fig. 51 Reverso de una carta de María Teresa Vallabriga a la reina María Luisa. A.H.N. Estado. Leg. 2821. 535 A.H.N. Estado. Leg. 2821. 200 Como puede apreciarse en la figura María Teresa tiene una letra muy sencilla e infantil, como de colegiala, pequeña y redondeada, muy clara y de fácil lectura, propia de persona que parece no escriba en exceso. Los reyes deben estar enfermos y ella se interesa por su salud y le comunica el interés de su ahijada, de cuatro años de edad. En carta de 25 de noviembre de ese año, el favorito se queja a su protectora de la afición de su mujer a trasladarse a la finca de Carabanchel, que aquella había regalado a su ahijada Carlota Luisa, cosa que le desagrada. La justificación que da es que María Teresa “… lo prefiere porque hay aplausos en el tránsito ¡infelices! ¡como merecen oir la fábula del borrico cargado de reliquias!”536. El deterioro del matrimonio de María Teresa iba en aumento, como ponen de relieve las quejas sobre su forma de proceder incluidas en las cartas de Godoy a la reina, expuestas con gran habilidad de manera que siempre parezca que él es la víctima inocente. El 8 de enero de 1805 confía a la reina “… la chica está muy buena, aunque no ha paseado por el mal día, pero su madre se desquita por las dos: pocas almas habrá tan patéticas e indiferentes, Dios la dé gloria y conserve su preciosa salud”537. Hay que resaltar la habilidad de Godoy. Interesa a la reina por la salud de su ahijada y un hecho normal, que el mal tiempo impida que se la pasee, lo convierte en un reproche para su mujer. Pocos días después, el once de ese mes insiste “He encontrado a la chica de muy buen color, gruesa y alta de que se infiere que la ausencia de su madre es utilísima”538. Con los antecedentes señalados sobre lo que escribía Godoy acerca de sus relaciones con su mujer, no cabe extrañarse de que su confidente y protectora, en carta de 11 de agosto de 1806, le consuele diciéndole “mucho siento que tu mujer guarde tanto silencio y sea tan callada con tus males y no se fraquee contigo”539. La opinión de la reina sobre su prima estaba muy influida por Godoy, de tal manera que en una carta de 24 de octubre de ese año, posiblemente ante una nueva queja de su protegido sobre María Teresa, le escribe 536 537 538 539 A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2821. A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2821. A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2821. A.G.P. Papeles Reservados. T. 96, ff. 55 y 55v. 201 “… pero soy demasiado sensible, si fuese como tu muger que en nada tiene en que …”540. El 29 de marzo de 1805 el Príncipe de la Paz recibió una gran alegría: fue padre de un niño, cuya madre era Josefa Tudó. No sabemos, y es de lamentar, cuál fue la opinión de la reina sobre este suceso, ella que tan severamente juzgó el intento de su prima de irse a Toledo. Por lo que se sabe sucedió dos años después, el nombramiento de dama de honor de la amante del “amigo Manuel” y la posterior concesión del título de condesa de Castillofiel, era bastante indulgente con los deslices de su protegido. Cuando el 7 de noviembre de 1827 el hijo mayor de Godoy contraía matrimonio con la inglesa Marie Crowe en París, en el acta se señalaba que Manuel Luis había nacido en el Buen Retiro541, es decir, el favorito mantenía relaciones con su amante en la residencia real y con su mujer en el antiguo Palacio de los Secretarios, situación que nadie debía ignorar, incluidos los piadosos reyes y María Teresa. A pesar de esta situación, que el cardenal Luis María no debía ignorar, y, probablemente, para intentar paliarla, 31 de octubre de 1805, da poder a su secretario de cámara, Rafael Antón de la Encina, para otorgar la escritura de cesión de la parte del Palacio de la Mosquera de Arenas, con sus anexos, colgaduras y adornos, a su hermana María Teresa y al marido de ésta Manuel Godoy. De igual modo María Teresa Vallabriga en su nombre y en el de su hija María Luisa, como curadora que era de ella, el 25 de octubre da poder a Francisco del Campo, para que se otorgue la escritura, de la parte que les toca a ambas. La idea es que la posesión quedase en manos de un único heredero para “reunir la propiedad y dominio en una sola mano”. Godoy propuso fuese Luis María el cual opina que, al estar ya los Príncipes de la Paz en posesión del estado de Chinchón y Boadilla “que otro Palacio cos sus adherentes recayese integramente en dtros Señores Principes”. El 15 de febrero de 1806 se firmó la escritura542. ¿Se trató de un intento de la familia de María Teresa de arreglar la situación en que se encontraba el matrimonio? ¿Fue un reconocimiento de los favores que había recibido la familia del infante don Luis por parte de Godoy? Posiblemente de todo un poco, aunque el intento para nada serviría. En octubre de 1807 se produjo un acontecimiento que puede considerarse el prólogo de la violenta caída de Manuel Godoy. Era evidente que una gran parte de la nobleza no veía con buenos ojos el ascenso meteórico del favorito, a quien consideraban un parvenu, y cuyo poder sólo quedaba por debajo del que sustentaba el rey. El anunció de un posible casamiento del príncipe de Asturias con la cuñada de Godoy, según se afirma proyectado por la reina, pero con se540 A.G.P. Papeles Reservados. T. 97, ff. 93 y 93v. Rúspoli (2001), p. 509. 542 A.H.P.M. Prot. 22260 ff. 204-209v, escritura de cesión; ff. 210-213v., poder a Francisco del Campo; ff. 214-215v., poder a Rafael Antón. Matilla (1989 ), p. 32. Éste último también en Prot. 22259, ff. 1636-1637v. 541 202 guridad instigado por el Príncipe de la Paz y que no llegó a cuajar por la negativa del príncipe de Asturias, movilizó a un grupo de nobles como los duques del Infantado y San Carlos, el marqués de Eyerbe, los condes de Orgaz y Montarco, la duquesa de Alba y el canónigo Escóiquiz, que habían formado un grupo en torno al futuro Fernando VII, ya que suponían que de producirse tal circunstancia el poder e influencia del “amigo Manuel” sería mayor. Tampoco veían posible solución en el actual rey, totalmente inclinado hacia su ministro. Una nota anónima se hizo llegar a los reyes solicitando el encarcelamiento de Godoy y su amante y el traslado de María Teresa Borbón a Talavera o a otro lugar del arzobispado de Toledo. Simultáneamente negociaron con Francia la ayuda para derrocar a Carlos IV. La conjura fracasó, los cabecillas fueron detenidos y sometidos a proceso, que se conoció como proceso de El Escorial, en el que fueron absueltos. Por su parte Fernando, arrepentido, solicitó y consiguió el perdón de los reyes, pero lo desairado de la situación, en la que jugó un papel no muy digno, no hizo sino aumentar su animadversión hacia el favorito. El resultado del proceso envalentonó a los conjurados, que esperaron mejor ocasión para actuar contra Godoy543. El Príncipe de Asturias fue presentado como víctima acusando a Godoy de querer instigar la guerra con Francia, ya que Napoleón apoyaba a Fernando, pues no quería que el poder quedase en manos del favorito. De este suceso salió malparada María Luisa, la hija menor de don Luis, pues siendo protagonista pasiva de los hechos, se vio sometida a una campaña de descrédito. Por otra parte, la actuación de Godoy hizo que la admiración y gratitud que por él sentía su cuñado se enfriasen. Las quejas de Godoy a la reina respecto a su mujer proseguían, claro ejemplo del deterioro del matrimonio. En carta de 17 de diciembre de 1806, le confía a la reina “… está como siempre en cuanto al bulto que hace su cuerpo pues la vista no penetra a la cara interponiéndose un bosque de pelo que le cubre los ojos, será moda o le gustará y yo no quiero darle el mal rato de que sepa que me desagrada” “su madre silenciosa, pero muy gruesa, aunque negra, pues se lava, peina y viste con las ventanas abiertas; me parece erró la vocación pues debía según esto ser cazadora”544. A estas alturas, hiciese lo que hiciese, María Teresa conseguía desagradar a su marido, el cual sabía adornar sus quejas a la reina de forma que siempre quedase en buen lugar: se sacrificaba para no darle el disgusto de comunicarla que su peinado le desagradaba. Posiblemente, a María Teresa ya la opinión de Godoy le era completamente indiferente. 543 544 Rodríguez López-Brea, (2002), pp. 145-146. A.H.N. Secc. Estado. Leg. 2821. 203 Es curioso que en las cartas de la reina María Luisa a Godoy, en fechas siguientes a la de la carta anterior, la reina no le haga comentario alguno al respecto. Hay que esperar a una del 10 de enero de 1807 para encontrar alguna referencia. “Mucho siento el que tu muger no lo pase bien, y que sea tan callada, pues es en perjuicio de su salud, dios la ponga buena y la aga mas clara …”545. A finales de febrero, concretamente el 27, el marqués Caballero, Ministro de Gracia y Justicia, escribe al Príncipe de la Paz, Generalísimo y Almirante, para comunicarle que “el ayuntamiento pleno de la villa de Madrid, ha solicitado al Rey le permita regalarle a Manuel Godoy el Palacio de Buenavista, “queriendo con esta demostración manifestar así como todo el publico lo hace su intimo amor á su persona”, deseando que Godoy y sus hijos permanezcan en la capital. Al rey le agrada mucho la iniciativa y confía que su favorito “admita esta oferta. Por supuesto que el “amigo Manuel” la admite, y el día 28 contesta afirmativamente a los Individuos del Ayuntamiento de la Villa de Madrid. No duda con el afecto que le mira el vecindario y siempre el Ayuntamiento “há acertado distinguirle con pruebas nada equívocas de cordialidad del mas puro reconocimiento”. Al Príncipe de la Paz le “es fácil combinar con el obsequio con la utilidad del Real Servicio y establecerá en Buenavista el Consejo de Almirantazgo y las oficinas todas de tan vasta dependencia”546. El Palacio se compró al marqués de Villafranca y a sus hermanos que lo habían heredado de la Duquesa de Alba. Al parecer se vendió en 9 millones de reales de vellón (23, 44 millones de €). Con motivo de esta compra, para dar mejor servicio al palacio, se prolongó la calle de Infantas y se disminuyó la confluencia de vertientes a la de Barquillo547. Carlota Godoy, en la Exposición que envía a las Cortes en abril de 1855, explica como se realizó el pago del inmueble. El Ayuntamiento de Madrid carecía de dinero para efectuar la compra por lo que tomo dinero, con autorización del rey, de “la caja de consolidación, á calidad de reintegrarlos con el producto de varios arbitrios municipales”. Según acuerdo del Ayuntamiento, éste debía recibir 6 millones de reales en vales comunes y 3 millones 800.000 reales en vales de dinero. Además 13 millones para habilitación y obras. Las entregas en 1808 habían ascendido a 6.823.360 rs. y 8 ½ mrs. en metálico con el premio del 6% anual y 6.741.918 rs. y 26 mrs. en vales reales al 4%548. 545 A.G.P. Papeles Reservados. T. 97, ff. 129 y 129v. A.G.P. Papeles Reservados, T. 103, ff. 78, 78v, 79 y 79v. 547 A.G.P. Papeles Reservados, T. 103. Todo el expediente de la compra puede consultarse en este tomo. 548 Exposición que dirige … (1855), p. 15. 546 204 El 15 de mayo de 1807 vuelve el cardenal Borbón a ceder otras posesiones a su familia. En esta ocasión se trata de sus bienes, efectos y derechos patrimoniales a favor de su madre y hermanas. Hay que significar que se indica que María Luisa está con su madre en Zaragoza. El Gabinete de Historia natural, heredado de su padre, lo cede al Príncipe de la Paz, con estantes, mesas y cristales, así como seis escopetas o arcabuces de gran valor549. Blasco dice que el Gabinete se encontraba en la planta Baja de la Casa de Godoy, y, apoyándose en un documento citado por Rose, el de la fecha que aquí se cita, supone se trataba del perteneciente al infante don Luis550. Esto contradice lo dicho por Gutiérrez García-Brazales sobre el gabinete, que se ha expuesto en páginas anteriores, así como el posterior itinerario seguido por las piezas. Parece evidente que la cesión se hizo pero el traslado no debió llegar a producirse por falta de tiempo al estallar el motín de Aranjuez. Cabe la posibilidad que Godoy contase con un gabinete propio que se habría visto incrementado por el del infante don Luis, ya que no parece lógico se reservase un espacio para ese gabinete, al realizar la remodelación de la casa, finalizada en 1805, cuando la cesión no se había producido y probablemente no se sabía fuese a tener lugar. En julio de 1807 Godoy quiere vender su casa al Almirantazgo. En realidad las casas principales y accesorias, “incluidos los adornos y decoraciones interiores y exteriores, y los estantes de la biblioteca y gabinete de historia natural; exceptuando los de las habitaciones de poniente y medio día, que se reserva para su uso y servidumbre”. El precio de venta se fija en 18.000 millones de reales (46.879.200 €), que pagará la Tesorería del Almirantazgo y mientras no lo haga se cobrará un interés del 4%. No debe olvidarse que en esos momentos el amigo Manuel es el Almirante General. Matilla insinúa que el intento de regalar su casa al rey, cuando recibe el Palacio de Buenavista, que el monarca no aceptó, no era nada más que una hábil maniobra para conseguir vender su casa, pues Carlos IV mandó que el Almirantazgo la adquiriese551. En el año 1806 Napoleón tenía razones más que suficientes para atacar a Portugal. Aparte de conseguir otro reino para colocar a un familiar, los lusos habían dejado de pagar su contribución por la pérdida de la guerra de las Naranjas y, no habiéndose unido al bloqueo contra Inglaterra, sus puertos resultaban un buen refugio para los barcos ingleses. Por su parte Portugal no podía prescindir del comercio con los ingleses, de forma que sólo había una solución: conquistarlo. Pero la única forma que comportase seguridad y menos gastos era atravesando España. Ya en enero de ese año Godoy había manifestado al emperador su deseo de reinar en Portugal. El 21 de noviembre se adhirió al bloqueo de los puertos, envió tropas para la campaña del norte contra Portugal y aceleró los pagos del tratado de subsidios poniendo a la venta la séptima parte de los bienes eclesiásticos. 549 550 551 Matilla (1989), p. 32. Domínguez-Fuentes dice el “gabinete de curiosidades”. Blasco (1996), p. 76. Matilla (1989), pp. 32 y 33. 205 El 10 de octubre de 1807 penetraron las primeras tropas francesas en España y el 27 de ese mes se firmaba el tratado de Fontainebleau, en virtud del cual se procedía al reparto de Portugal. Aunque se barajaron distintas opciones, la última acordada adjudicaba el tercio superior al rey de Etruria, en compensación del reino perdido por la invasión francesa; la parte central quedaría en manos francesas hasta que se firmase una paz general en Europa, en cuyo caso podía ser devuelta a la casa de Braganza a cambio de Gibraltar y varias colonias conquistadas por los ingleses a España; finalmente, el tercio sur quedaría para Godoy que tomaría el título de Príncipe del Algarbe. De los tres reinos sería protector el rey de España. Además, ambos países se comprometían a aportar cada uno veinticinco mil infantes y tres mil jinetes, recayendo el mando en un general francés, salvo que Carlos IV o el Príncipe de la Paz decidiesen acudir al campo de batalla552. La entrada de las tropas francesas parece que convenció a todos: a Godoy porque veía se cumpliría su deseo de convertirse en rey y para los partidarios del Príncipe de Asturias porque supusieron venían a ayudarles contra el favorito. Napoleón había decidido que el Ebro fuese el límite de penetración para desde allí extenderse en varias direcciones hacia el País Vasco, Cataluña y Valencia, Burgos, Madrid, Andalucía hasta llegar a Portugal. Las cosas cambiaron mucho para el matrimonio Godoy-Borbón en marzo de 1808 con el levantamiento contra el favorito, conocido como el “motín de Aranjuez”. El asunto se venía gestando desde tiempos atrás como se ha visto al hablar de la conspiración del Escorial. El motivo principal era desplazar a Godoy del poder y tanto éste como sus enemigos jugaron la baza de Napoleón, intentando llevarle a su campo o diciendo que el emperador estaba de su parte. Éste, que conocía al detalle la crisis de la monarquía española, con el enfrentamiento Reyes y Godoy con el Príncipe de Asturias, consideró que era el momento adecuado para conquistar España. El 16 de febrero de 1808 las tropas francesas ocupan Pamplona y el 5 de marzo Barcelona, incumpliendo el tratado de Fontainebleau553. Los intereses franceses promovieron una campaña propagandística contra Godoy que fue aprovechada por Fernando y sus seguidores. Napoleón confesaba su interés en salvar la corona de Carlos IV y mantener la alianza con España pero lamentaba la crisis. La situación le hacía olvidar el tratado de Fontaineneblau y tomar precauciones en la frontera. Ocuparía suelo español de forma temporal hasta que la paz se hubiese conseguido en el continente. Una vez conseguido esto, consentiría en el matrimonio de una princesa 552 La Parra (2000), pp. 365-366. Toda la informaci ón sobre el motín de Aranjuez, su gestión y consecuencias inmediatas esta basada en La Parra (2002), pp. 358-413, Rúspoli (2004), pp. 63-122, Godoy (1965), tomo II de las Memorias, pp. 316-330. Este último texto, para algunas informaciones, como su encierro del 17 al 19, es el único testimonio existente. 553 206 de su familia con el Príncipe de Asturias, pero siempre y cuando Fernando fuese perdonado por su padre, ya que de otro modo debía ser otro hijo el que ocupase su derecho a la corona, el cual sería elegido para el matrimonio propuesto. La cesión temporal de territorios se compensaría con Portugal. Caso de no aceptar estas propuestas la otra alternativa era resistir la “invasión”. El emperador nombró el 20 de febrero a Murat lugarteniente de las tropas francesas en España. El hecho de que el general francés mantuviese una cierta amistad con Godoy aumentó las sospechas contra éste. Ante la situación creada, Godoy pensó en trasladar a los reyes a la zona sur del país e incluso llevarlos a América, lo cual en principio fue aceptado por Carlos IV y Maria Luisa. Paralelamente el favorito se ocupó de poner a buen recaudo su dinero, colocándolo en bancos británicos, sus diamantes y otros bienes. Desde principios de marzo sus criados empezaron a empaquetar los efectos personales y los de valor que tenía en los palacios de Buenavista y la calle Barquillo. Entre el 13 y el 16 de ese mes partieron varios carros con destino a Aranjuez y el Puerto de Santa María 554. Josefa Tudó participó activamente en estas tareas. El primordial interés de los enemigos de Godoy en propiciar su caída hizo que no se diese la importancia debida a los movimientos de las tropas francesas hacía Madrid. El 13 de marzo Godoy sale para Aranjuez para disponer la salida de los reyes hacia Andalucía el día 15, tras ordenar que las compañías Española y Walona partan para el Real Sitio uniéndose a las que forman la guardia habitual del rey. Ha redactado un manifiesto, que debe firmar Carlos IV, en el que el rey expone que su marcha está motivada, por la llegada de las tropas francesas y la necesidad de conservar la independencia para tratar con su “íntimo aliado”. Solicita de los españoles que traten con “hospitalidad y miramientos” a las tropas francesas. El rey no se decidió a publicarlo. En vista de que los reyes deben partir, se propone al Príncipe de Asturias que se quede como “lugarteniente con plenas facultades en lo militar y lo político”. Inicialmente acepta, pero una vez consulta con sus consejeros rechaza la propuesta. El 15, Caballero, ministro en ese momento de Gracia y Justicia, que el día anterior había tenido un enfrentamiento violento con el favorito, en el que se llegó a exhibir armas, envía una circular a los pueblos limítrofes con Aranjuez, en la que anuncia el viaje real y anima a la población a que lo impida. El rey duda ahora si emprender el viaje y el consejo de su confesor Escoiquiz, convertido en enemigo de Godoy, influye en su decisión. El día 16 el favorito intenta que el Consejo de Castilla apruebe un manifiesto para tranquilizar al pueblo señalando que la acumulación de tropas en Aranjuez no implica hostilidad contra Francia. El Consejo reacciona de forma contraria a como deseaba 554 Rúspoli (2000), p. 145, dice textualmente: “No había dejado su fortuna a buen recaudo fuera de España y todos sus bienes le fueron embargados el primer día del reinado de Fernando VII.” 207 Godoy y en el comunicado que emite critica el traslado de tropas, el viaje del rey y opina que los movimientos de las tropas francesas no son preocupantes. El favorito comprende que ha perdido toda influencia sobre los miembros del Consejo, en cuya decisión ha influido la actividad de algunos nobles “fernandinos” enemigos acérrimos de Godoy. Ese mismo día, el rey, presionado por algunos de sus consejeros redacta una proclama, que se publicará el 18 en la Gazeta, en la que se señala la buena voluntad de los franceses a la vez que niega que las tropas estacionadas en Aranjuez estén allí para acompañarle en su viaje. Sin embargo las tropas continuaron llegando en la noche de ese mismo día lo que soliviantó más a la población. El protegido de los reyes decidió la salida de Josefa Tudó y sus hijos hacia el Puerto de Santa María. El 17 continúan llegando soldados y entre ellos la guardia personal de Godoy. Mientras, los conspiradores y sus agentes reclutaban “voluntarios” a base de dinero para defender al príncipe de Asturias y organizar rondas para evitar la salida del rey. Llegada la noche del 17, a una señal convenida, al parecer un disparo, la gente asalta la casa de Godoy. Hacen prisionero a su hermano Diego, que intentó resistirse, pero no encuentran al favorito. Quien estaba era María Teresa “que se había escondido debajo de la cama, mal arropada, de rodillas, con la hija en brazos pidiéndoles llorando que salvasen su inocente vida”555. Ocurrió todo lo contrario a lo que temía la mujer del favorito, los asaltantes la acompañaron hasta el Palacio Real, gritando “¡viva la inocente!, ¡viva la inocente paloma!”. Entre las personas que acompañaron a la hija de don Luis a Palacio estaba Joaquín Melgarejo y Dávalos, partidario de Fernando VII, que años después se convertiría en su cuñado. 555 Esta descripción, extraída de “Manifiesto Imparcial y exacto …”, hace difí cil de imaginar la situación, incluso con una cama muy alta. Rodríguez López-Brea tilda de melindrosa a María Teresa, lo que no parece sea justo; la situación no era como para tomarla a broma pues la mujer de Godoy ignoraba la reacción de los asaltantes respecto a ella y su hija, por lo que no es de extrañar estuviese aterrada. 208 Fig. 52 Martí, F.P.”Día 19 de marzo de 1808 en Aranjuez. Caída y prisión del Príncipe de la Paz”. Sobre dibujo de Zacarías González Velázquez. BN INIT. 43572. Fig. 53 Alegre, M. “Día 19 de marzo de 1808 en Aranjuez. Carlos IV abdica la corona en su hijo Fernando”. Sobre dibujo de Zacarías González Velázquez. BN Invent. 43572. Debieron producirse saqueos pues el 22 y 30 de marzo la Princesa de la Paz recibe dos cartas del Consejo de Castilla que parecen indicarlo. En la prime- 209 ra de ellas se le notifica el extravío de un valioso collar de brillantes de su guarda alhajas y en la segunda se le pide designe una persona de su confianza para que le sean entregadas ciertas alhajas que la pertenecen556. Godoy, el cual relata en sus Memorias557 su odisea, estaba comenzando a desnudarse mientras un sirviente le abría la cama. Al oír el disparo subió al piso alto buscando un lugar elevado para otear las avenidas del palacio y de su casa. Entró en el primer cuarto que estaba abierto y al darse cuenta de que era interior decidió ir a otro pero el criado lo había encerrado dejando la llave sin poner. Oyó el ruido de los asaltantes pero los que accedieron a la planta alta fueron pocos. Encontró pan, algunas pasas y un jarro con algo de agua. Al atardecer un hombre y una mujer intentaron entrar y al comprobar que la puerta estaba cerrada hicieron saltar la cerradura. Entraron pero no vieron al prisionero que se había situado en un rincón. Cambió de habitación y al día siguiente, el 19, impelido por la sed, se entregó. A pie, rodeado de soldados a caballo que evitaban el que la multitud le golpease, fue llevado al cuartel de guardias. Hasta allí llegó el Príncipe de Asturias enviado por el rey para saber de su situación. Fernando lo primero que le dijo es que le perdonaba la vida. El 18 de marzo Carlos IV promulgó una R. O. mandando hacer inventarios de las casas de Manuel Godoy, ya que los bienes han pasado a la Corona558. Posiblemente se trataba de proteger los bienes del favorito, cosa que se consiguió de momento. El 19 y 20 de marzo se produjeron fuertes algaradas en Madrid y se intentó asaltar las casas del favorito, cosa que no llegó a ocurrir aunque rompieron casi todos los cristales de los edificios. Peor suerte corrieron las viviendas de sus familiares, como sus hermanos Diego y su hermana la condesa de Braciforte, que fueron incendiadas. Es evidente que el populacho no tocó los bienes del favorito, a pesar de su deseo, al conocer que se trataba de bienes de la Corona. El primer edicto oficial, de fecha 20 de marzo, que promulgó Fernando VII, fue el que ordenaba la confiscación de los bienes de Manuel Godoy, lo que muestra la adversión que sentía por él. Sin embargo, la orden se aplazó por otra de 29 de marzo hasta que el favorito fuese juzgado y condenado. El 21 se pusieron candados en los edificios y al día siguiente se enviaban a la Tesorería 3.040.000 reales (7.917.376 €) y una vajilla de plata559. Transcurridos once días de la promulgación del edicto de confiscación de los bienes, se entregaron a la condesa de Chinchón, vajilla, relojes, un aderezo de brillantes y probablemente algunas pinturas, pero en conjunto no debían tener un gran valor, al menos considerando la fortuna de Godoy560. 556 Belmonte y Leseduarte (2004), pp. 132-133 Godoy (1965), T. II, pp. 316-330 558 Rose (1983) hace un estudio muy detallado y documentado de lo ocurrido con los bienes de Godoy en el capítulo VII de su tesis, de donde se toman la mayoría de los datos aquí expuestos. 559 Blasco (1996), pp. 136. 560 Rose (1983), T. I, p. 360. 557 210 El saqueo de las viviendas de Godoy fue realizado por los franceses en el corto periodo en que las ocuparon. El 23 de marzo la Casa de los Secretarios sirvió de vivienda a Murat y sus oficiales, lo que provocó se interrumpiese el inventario que se estaba haciendo según la real orden anteriormente citada. El mariscal y sus hombres saquearon concienzudamente el palacio y al abandonar Madrid en junio de 1808, el duque de Berg, se llevó el cuadro que pasaba por ser la joya de la colección: La Escuela del Amor de Corregio. Posteriormente fue el general Sabary el ocupante del palacio. Al marcharse definitivamente en septiembre el saqueo había sido total. Además del palacio junto al colegio de Dña. María de Aragón, la casa de Barquillo también fue expoliada561. Pero no sólo los franceses aprovecharon su estancia en el Palacio, ex sirvientes de Godoy y visitantes colaboraron activamente en el despojo. Incluso personajes conocidos, ligados a la compra de obras de arte y que podían conocer la colección, tales como Quilliet, Bourke, embajador de Dinamarca, el agente del marchante Buchanan, el pintor Wallis y un comerciante holandés, Coesvelt, pudieron colaborar a esquilmar las pinturas del favorito562. El 20 de septiembre de 1808, ante el despojo de los bienes ocasionado, la Junta Central ordenó se hiciera tasación y venta publica de ellos, lo que se efectuó en la casa de Barquillo, no incluyendo la pintura, escultura, grabado, libros, monedas y objetos del gabinete de Historia Natural, gracias a los esfuerzos de Napoli, Cevallos y Arias Mon. Mediante dos Decretos Nacionales de fechas 1 y 6 de octubre, se suspendieron la venta de cuadros y se decidió se trasladasen a la Academia de San Fernando, desgraciadamente la vuelta de los franceses a Madrid impidió completar el plan563. En octubre se le volvió a hacer entrega de bienes a María Teresa BorbónVallabriga. Rose aventura que entre ellos pudieron incluirse los retratos del infante don Luis, el de su hermano el cardenal Luis María, uno de ella de medio cuerpo, pintados por Goya, lo que explica que cuadros mencionados en el inconcluso inventario de 1808 aparezcan posteriormente en el Palacio de Boadilla 564. La nueva estancia de los franceses desde noviembre de 1808 a junio de 1813, supuso un nuevo atentado a lo que quedaba de la colección, en la que nuevamente colaboraron marchantes y coleccionistas como el ya mencionado Quilliet, nombrado Comisario de Bellas Artes, Nathan, Maignan, Coesvelt y el futuro marqués de las Marismas. En 1809 la antigua Casa de los Secretarios fue ocupada para residencia del mariscal Jourdan, quien continúo con la rapiña, aunque llegó tarde para obtener una serie de tapices, que había visto antes, 561 Rose (1983), T. I, pp. 364-365. Rose (1983), T. I, p. 366. 563 Rose (1983), T. I, pp. 370-371 y 374- 378. Blasco (1996), p. 141. 564 Rose (1983), T. I, p. 361. Según esta autora se trata de la versión existente en el museo de Sao Paulo. El retrato de medio cuerpo debe sr el de María Luisa de dudosa autoría de Goya. 562 211 pues ya habían desaparecido. Posteriormente el abandono y el cambio de ocupantes propiciaron la actividad de algunos individuos, como el conserje Juan Serra, que se puso en contacto con el administrador de la condesa de Chinchón para entregarle los efectos pertenecientes a la mujer del favorito565. La caída de Godoy propició la de su protector y el mismo día 19 Carlos IV abdicaba a favor de su hijo Fernando que salió solo al balcón entre aplausos y vítores, pero tres días después su padre firmo un documento declarando nula la abdicación. Con anterioridad, el 18, se publicó un real decreto destituyendo a Godoy de su cargo de Generalísimo concediéndole “el retiro donde más le acomode”. En un bando se instaba al pueblo de Madrid a que tratase al ejército francés, establecido allí en su viaje hacia Cádiz, “con toda la franqueza, amistad y buena fe que corresponde a la alianza”. Se pensó trasladar a Godoy a Madrid pero Murat se negó y la comitiva se detuvo en Pinto donde se le encerró en una torre desde el 23 de marzo al 2 de abril, cuando se le llevó al castillo de Villaviciosa, en donde permaneció hasta su viaje a Bayona. Paradójicamente Napoleón fue quien sacó a Godoy de su prisión de Villaviciosa. En sus planes estaba el que Fernando devolviese la corona a su padre y que éste posteriormente abdicase a favor del candidato imperial. Godoy podía ser el único que influyese sobre Carlos IV para que tomase tal decisión, de manera que de enemigo se convirtió en pieza clave para su juego y, por tanto, era preciso que viviese. Naturalmente esto no satisfacía nada a Fernando VII, pues, aunque su deseo era condenar a muerte a Godoy, le conmutaría la pena capital por el confinamiento por vida. El 8 de abril se le comunica al favorito el cambio de rey. Ante la reticencia de Fernando VII de soltar a su enemigo, Napoleón solicita se le exilie a Francia, donde le ofrece refugio. El 20 de abril, ausente el nuevo rey, de viaje a Bayona para entrevistarse con el emperador, los franceses presionan a la Junta de Gobierno, que detenta el poder en ausencia de Fernando, y a pesar de su resistencia, deben entregar a Godoy. El 21 de abril sale del castillo de Villaviciosa y al día siguiente parte para Bayona. De todo esto el hijo de Carlos IV no tuvo noticia. Carlos IV y Maria Luisa también habían salido desde Aranjuez para el mismo destino, siendo recibidos con todos los honores, cosa que no sucedió con su hijo, e instalados en el palacio de Marrac, en donde les visitó Napoleón. Por fin volvían a encontrarse con el amigo Manuel. El 5 de mayo de 1808 se firma el Tratado de Bayona, por el cual Carlos IV cedía a Napoleón sus derechos a la Corona española y sus propiedades particulares. Por su parte el emperador se comprometía a mantener la integridad del territorio, el reconocimiento de la religión católica y la promesa de la devolución de las propiedades encautadas o secuestradas después del motín de Aranjuez. Además debía dar asilo a los reyes y a su séquito en el castillo de Compiègne, ceder en propiedad a Carlos IV el 565 Rose (1983), T. I, pp. 379-380. Blasco (1996), pp. 143-144. 212 palacio de Chambord y conceder una renta de 30 millones de reales de vellón (78.132.000 €) anuales a Carlos IV y de 400.000 reales a cada uno de los infantes (1.041.760 €). También consiguió la renuncia a los derechos de sucesión de Fernando, Carlos y del infante don Antonio566. Los preliminares al tratado habían sido penosos. Carlos IV el 2 de mayo escribía una extensa carta a su hijo Fernando solicitándole le devolviese la Corona, en la que podía leerse párrafos como los siguientes: “Me he visto obligado a recordar mis derechos de padre y de Rey; os hice arrestar, y hallé en vuestros papeles la prueba de vuestro delito; pero al acabar mi carrera reducido al dolor de ver perecer a mi hijo como un reo, me dejé llevar de mi sensibilidad al ver las lágrimas de vuestra madre, y os perdoné”. “Os habeis sentado sobre mi Trono y os pusisteis a la disposición del pueblo de Madrid y de las tropas extranjeras que en aquel momento entraban”. “Vuestra conducta conmigo, vuestras cartas interceptadas, han puesto una barrera entre vos y el Trono de España, y no es de vuestro interés ni del de la Patria el que pretendáis reinar”567. Muy duros términos que no servirían para aliviar el estado de tensión que existía entre los dos grupos de Bayona: los seguidores del rey y Godoy y el príncipe de Asturias. Pocos días después, el 6 de mayo, Fernando respondió con una escueta carta cuyas palabras más importantes eran “renuncio mi Corona a favor de V.M.”. Sin embargo abogaba por las personas que habían estado a su lado desde el 19 de marzo. Curiosamente, el Tratado de Bayona, como ya se ha dicho, estaba fechado el día 5, es decir, se había decidido la cesión de la Corona Española sin esperar la respuesta de Fernando, que para Napoleón era un puro formulismo. El emperador tenía la Corona de España pero no el país, pues tres días antes de la firma del Tratado, el 2 de mayo, el pueblo se había levantado en armas en Madrid contra los franceses. El estado de ánimo de los reyes queda reflejado en las notas que la reina María Luisa, a través de su hija la reina de Etruria, envía a Murat. Una de estas notas que se cruzan entre los reyes y el duque de Berg en esas fechas, y que se publican en el Monitor Universal, posiblemente por orden del emperador, pone de relieve la situación que hay en Bayona. “Si el Gran Duque de Berg no toma por su cuenta que el Emperador dé prontamente sus órdenes para estorbar los progresos que hacen las intrigas contra el Rey, mi marido, su amigo el Príncipe 566 567 La Parra (2002), p. 419 Memorias de tiempos …. (1957), pp. 113-115. 213 de la Paz y yo, y aun mi hija María Luisa, de ningun estamos seguros. Todos los malos se reúnen en Madrid, cerca de mi hijo, que los cree como oráculos y que no es muy inclinado a la clemencia y a la magnanimidad; se debe temer todo de ellos. Yo tiemblo, y el Rey, mi marido, también, que mi hijo vea al Emperador antes que haya tomado y dado sus providencias, porque le expondría tantas falsedades, que el Emperador, a lo menos podrá dudar de la verdad; asi, rogamos al Gran Duque que consiga del Emperador que vea que estamos en todo absolutamente en sus manos y que nos dé la tranquilidad a mi marido a mí y al príncipe de la Paz, y que a éste le conceda venir cerca de nosotros para acabar nuestros días con quietud en un país en que nuestra salud pueda sostenerse. Nosotros tres no causaremos recelo ninguno. Rogamos con el mayor interés que el Gran Duque tenga la complacencia de hacernos dar directamente noticias de nuestro amigo común el Príncipe de la Paz, porque las ignoramos en todo y por todo.” Sigue una posdata del rey “Hago escribir todo este papel a la Reina, porque yo no puedo escribir mucho a causa de mis dolores. Carlos” La reina añadía un párrafo más “El rey, mi marido, ha escrito ese renglón y medio y lo ha firmado para que se sepa que es él el que lo ha escrito”568. El 10 de mayo de 1808 Carlos IV y la reina, acompañados del infante Francisco de Paula, Godoy y toda la “corte” que estaba en Bayona, salieron para hacer un largo periplo que comenzando en Fontenaibleau, continuaría por Compiègne, Aix-en-Provence, Marsella y Roma, en donde moriría la reina el 2 de enero de 1819, teniendo a su lado únicamente a Godoy, muestra de una fidelidad, que si antes habría podido achacarse a interés, no así en este momento. Carlos IV estaba en Nápoles de visita a su hermano Fernando, y allí falleció el 19 de enero de ese año569. Fernando, Carlos y Antonio salen el 10 de mayo de 1808 de Bayona hacia Valençay donde llegaron el día 18. Fueron acompañados por una serie de personalidades que voluntariamente decidieron seguirles. Como Francia no cumplió lo comprometido en Tratado de Bayona respecto al pago de una pensión a los infantes y tampoco llegaba dinero de España, la vida que llevaban era de bastante estrechez y tuvieron que renunciar a bastantes comodidades. Afortunadamente esta situación no duró mucho tiempo. Napoleón ordenó que el séquito y la mayoría de la servidumbre se marchasen de manera que los infantes 568 569 Memorias de tiempos … (1957), pp. 147. La Parra (2002), p. 419. 214 quedaron solos. Hubo varios intentos de liberación por lo que aumento la dureza de la reclusión e incluso los paseos fueron limitados570. Durante el periodo pasado en Valencia se estableció una correspondencia entre Fernando y el emperador. El hijo de Carlos IV, que en sus primeras cartas las encabeza con “Hermano”, como era uso entre los soberanos de la época, debió cambiarla utilizando Sire por imposición de Napoleón. Una de estas cartas es la que le dirige el príncipe el 6 de agosto felicitándole por la victoria de Wagram. “Señor: El placer que he tenido viendo en los papeles públicos las victorias con que la providencia corona de nuevo la augusta frente de V.M.I. y R., y el grande interés que tomamos mi hermano, mi tio y yo en la satisfacción de V.M.I. y R., nos estimula á felicitarle con respeto el amor, la sinceridad y el reconocimiento en que vivimos bajo la protección de V.M.I. y R. Mi hermano y mi tio me encargan que ofrezca á V.M. su respetuoso homenaje, y se unen al que tiene el honor de ver con la mas alta y respetuosa consideración. Señor: De V.M.I. y R., el mas humilde y el mas obediente servidor. Fernando Valençay 6 de agosto de 1809” Es evidente que la carta fue impuesta pero, como ha señalado algún autor, los términos seguramente no tenían por que ser tan vehementes. También tuvieron que felicitar a José I por su ascensión al trono y en marzo de 1810 a Napoleón por su boda con María Luisa. No cabe extrañarse que Fernando llegase a solicitar ser adoptado por el emperador e incluso insinuar su boda con una princesa francesa571. Poco sabían los súbditos del Deseado, en plena lucha con las tropas invasoras, de las inclinaciones de su futuro soberano. Los años que siguieron al motín de Aranjuez fueron bastante agitados para los hijos de don Luis como se verá a continuación, pero, curiosamente, se mantuvieron juntos o en contacto. Luis María, que se encontraba en Aranjuez, partió para Toledo, en calidad de desterrado, acompañado del Patriarca de las Indias y su hermana María Teresa. La mujer de Godoy no quiso saber nada de él y no volvería a verlo jamás. Tampoco quiso llevarse a Carlota Luisa, y, si hay que creer a Duceré, comentó al general Lagrange: “En fín le odio hasta tal punto que no amo a esta 570 571 Artola (1999), pp. 101-103. Príncipe (1845), T. I, p. 181, Artola (1999), p. 104-105. 215 niña por ser su hija”572. Sin embargo es poco fiable tal afirmación. Hay que pensar que Godoy debía amar mucho a su hija, según se desprende de su correspondencia con la reina, y haría valer sus derechos no permitiendo que María Teresa que se la llevase. Los tiempos favorecían a los varones y por tanto al padre, más si los reyes apoyaban el deseo de su amigo. Por otra parte, María Teresa no podía ser tan inconsciente como para culpar a su hija de los agravios que hubiese recibido de su marido. Además, como se verá de inmediato, el contacto entre madre e hija no se perdió. ¿Se mantuvo alguna relación entre María Teresa y su hija? A través de la valija de la Embajada Española ante el Vaticano se han detectado cartas entre madre e hija desde abril de 1817, cuando aún Carlota no ha cumplido los 17 años, hasta el 15 de diciembre de 1820, cuando se traslada a España, como se dirá más adelante. Las valijas llegaban cada quince días y rara era la que no contenía alguna carta573. Es posible que haya correspondencia anterior que se desconoce, aunque resulta improbable por la juventud de Carlota. No está claro donde estaba entretanto María Luisa Borbón Vallabriga. En los hechos acontecidos en Madrid no se la cita y parece lógico pensar se encontrase con su madre en Zaragoza y padeciese junto a ella los horrores del primer asedio, como se indicará de inmediato. En octubre sí consta que está y cuando en diciembre de 1808, su madre, huyendo de la posibilidad de un segundo asedio, se traslada a Mallorca, va con ella. Sin embargo, Rodríguez López-Brea dice que en agosto de 1808 en plena guerra, la batalla de Bailén había tenido lugar en julio de ese año, María Luisa emprende un viaje por Andalucía con tal cantidad de impedimenta que en los pueblos la confundían con el ejercito francés, según decía el Arzobispo Coadministrador de Sevilla, testigo poco fiable dado que podía influir en su juicio su especial situación en relación con el hermano de la criticada574. No se explica muy bien que hacía María Luisa por tierras andaluzas. Lo que no es posible es que estuviese en Zaragoza y en Andalucía simultáneamente. La solicitud de ayuda a los franceses se tradujo en la presencia de enviados para estudiar el acomodo de las tropas. Entre ellos algunos llegaron a Toledo lo que provocó una revuelta de los ciudadanos el 19 de abril. La intervención del cardenal Borbón calmó los ánimos momentáneamente, pero la situación volvió a repetirse tres días después, lo que obligó a Luis María e incluso a su hermana a asomarse al balcón del palacio arzobispal pidiendo calma575. El cardenal, siguiendo el dictado del rey y del príncipe, que rogaba a los españoles obediencia a Napoleón, escribió a éste poniéndose a sus pies y reco572 Rodríguez López-Brea (2002), p. 147. Duceré (1897), p. 20. Este autor remite a las Memorias de la duquesa de Abrantes. Consultadas varias edi ciones, los tom os referentes a esta época no se ha encontrado la cita que dice Duceré. Es posible en tomos posteriores incluyese la duquesa la frase que se atribuye a María Teresa. No parece tenga indicios de ser cierta. 573 A.M.A.E. Santa Sede. Legs. 686, 688, 748 574 Rodríguez López-Brea (2002), p. 83. No da referencia concreta. 575 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 147-148. 216 nociéndose por su más fiel súbdito; puso todos sus fondos a disposición de las tropas francesas. A pesar de esto, cuando las tropas del Emperador entraron en Toledo, huyó de la ciudad. Cuando fue abandonada el 17 de junio regresó, siendo nombrado presidente de la Junta Permanente de Tranquilidad Pública que se creó. Poco tiempo después, el 25 de julio de 1808, el anuncio de una nueva presencia de cuatro mil franceses, produjo motines y un intento de asalto al palacio arzobispal, con insultos al cardenal; “el populacho manejado o no, quiso castigar el tímido afrancesamiento de su pastor”576. En el valle del Ebro actuaron dos columnas de tropas francesas comandadas por los generales Verdier y Léfebvre-Desnouttes, que avanzaron en paralelo por la orilla izquierda del río. El objetivo primordial era la toma de Zaragoza. La primera, constituida por 3.000 hombres, marchó en dirección a Logroño que conquistó con facilidad, mientras Léfebvre-Desnouttes se dirigió, con 4.500 soldados, hacia Tudela, defendida por el marqués de Lazán, hermano de Palafox, a quien éste había mandado para defenderla. La resistencia no duró mucho y las tropas españolas retrocedieron para constituir otra línea de defensa más aguas abajo. Léfebvre-Desnouttes, que había recibido un refuerzo de 6.000 hombres provenientes de Pamplona, se enfrentó en Mallén con las tropas españolas con el mismo resultado que en Tudela. Zaragoza era una ciudad abierta situada en la margen derecha del río Ebro, con un pequeño apéndice en la orilla contraria: el barrio del Arrabal. Por el norte tenía una línea de defensa natural muy importante que era el río, mientras que por el este y parte del sur el río Huerva no daba la misma seguridad. Las zonas más abiertas eran la oeste y suroeste. Una frágil muralla rodeaba la ciudad salvo por el norte. En ella existían de oeste a este las puertas de Sancho, El Portillo, El Carmen, Santa Engracia y Quemada. Los ataque de los franceses se centrarían en los tres accesos centrales, que como ya se ha dicho eran los más accesibles. Palafox contaba en Zaragoza con apenas 1.500 hombres: 900 voluntarios de diversos cuerpos, 300 jinetes con 90 caballos y 250 artilleros y zapadores. A base de voluntarios había conseguido organizar siete regimientos, un total de 7.400 combatientes, escasamente preparados y faltos de pertrechos. Palafox había salido de Zaragoza con 6.000 hombres, de los cuales sólo 500 eran tropas regulares, para establecer una línea de defensa ya que, al igual que los franceses, creía que la ciudad era indefendible. Los resultados fueron los mismos que en los casos anteriores. El 15 de junio de 1808 Léfebvre-Desnouttes se aprestó a atacar la ciudad a la vez que Palafox salía para intentar buscar refuerzos. La escasa tropa y los civiles se prepararon a la defensa. El ataque se produjo por la zona menos protegida y tres columnas atacaron las puertas de El Portillo, El Carmen y Sta. En576 Rodríguez López-Brea (2002), p. 155. 217 gracia. La caballería polaca consiguió penetrar por la última y avanzó por el dédalo de calles sin saber hacia donde iban. Los defensores les atacaron con ventaja desde las ventanas y tejados de las casas con todo tipo de armas, pues las tejas y piedras se convirtieron en eficaces elementos de combate. La caballería llegó a la Plaza del Portillo en donde se estableció un enloquecido carrusel. Los jinetes eran atacados desde todos los edificios; el que caía del caballo era golpeado por una multitud de hombres, mujeres y niños hasta matarlo. Los jinetes retornaron sobre sus pasos y salieron de Zaragoza. Las bajas de los franceses se cifran en 700 por 300 de los españoles. Los franceses acamparon al oeste de la ciudad y recibieron ayuda de Bessières. Palafox mandó a Lazán volver a la ciudad mientras él se ocupaba de reclutar nuevas fuerza en la zona de Belchite. Uniéndose al batallón del barón de Versage consiguió reunir 2.500 hombres, de los cuales 550 eran infantes y 350 jinetes, con los intentó cortar la línea francesa. El enfrentamiento tuvo lugar en la noche del 23 al 24 de junio, con resultados negativos para las fuerzas españolas. A la vista de la defensa que había hecho Zaragoza y los resultados que había tenido con las tropas de Napoleón, Palafox se convenció que sólo la lucha de barricadas nivelaría la superioridad francesa, por lo que decidió regresar a la ciudad. Mientras, había llegado Verdier a Zaragoza con 3.000 ó 3.500 soldados, tomando el mando de todas las fuerzas. El 28 se reanudaron las operaciones. Una explosión del polvorín principal de los asediados causó su desconcierto y fueron desalojados de las alturas que dominaban la ciudad por el sur, entre ellas el monte de Torrero, instalando allí 30 cañones de sitio, 4 morteros y 12 obuses que batían el oeste y sur de la ciudad. Durante todo el día 1 de julio la ciudad fue bombardeada, pero, aunque las bajas fueron escasas, pues la población se refugió en los sótanos, las débiles defensas y los edificios quedaron aniquilados. El 2 de julio seis columnas de tropas francesas atacaron sin conseguir penetrar. El día 3 los sitiadores comenzaron a construir paralelas577 que el día 15 alcanzaban los muros. El 4 de agosto un bombardeo, que duró cinco horas, fue la preparación para el asalto a una zona comprendida entre el convento de Sta. Engracia y la puerta del Carmen, que comenzó a las dos de la tarde con el avance de tres columnas sobre otras tantas brechas en especial las defensas del Carmen y Sta. Engracia. A pesar de la resistencia encarnizada, los franceses alcanzaron el paseo del Coso, la vía principal de la ciudad, aunque no consiguieron llegar por ella al río y dejar divididos en dos a los defensores, como era su objetivo. Durante la noche los contendientes habían levantado barricadas formando dos lí- 577 Se da este nombre a trincheras con parapeto que se hacen paralelas a las defensas de los contrarios. 218 neas paralelas de defensa. Los franceses habían tenido 2.000 bajas, el 13% de sus efectivos, no conociéndose las de las fuerzas españolas. En la tarde del asalto Palafox conoció la proximidad de fuerzas de refuerzo y salió a su encuentro. Se trataba de dos batallones de línea de dos mil o tres mil hombres que habían llegado a Villamayor, entrando 5 de agosto en Zaragoza. La noticia de la victoria de Bailén y de la llegada de tropas enviadas por la Junta de Valencia elevó el ánimo de los asediados. El día 8 Palafox atacó a las tropas situadas en la margen izquierda del Ebro, que abandonaron el lugar. Una semana después Verdier se despedía con un bombardeo, que sólo se explica por venganza, retirándose a Tudela. Dejó abandonados cañones y pertrechos que fueron aprovechados por los defensores de Zaragoza. El asedio había durado dos meses578. Esta espantosa situación había sido vivida por María Teresa Vallabriga y su hija María Luisa, caso de que estuviese allí como parece lo más probable. No existe documentación que diga cómo transcurrió su vida durante el asedio, ni qué medidas tomaron, ni donde se refugiaron, ni cuáles fueron las pérdidas de su patrimonio, en especial de pinturas, caso de haberse producido algunas. ¿Participaron de alguna manera en la resistencia llevada a cabo por los habitantes de Zaragoza? ¿Cedió la viuda de don Luis sus casas para refugio de los que habían quedado sin las suyas? ¿Se utilizaron sus casas como hospitales? Nada se sabe. No cabe extrañarse, por tanto, de que en diciembre de 1808, ante el temor de un segundo y definitivo asedio de la ciudad, María Teresa Vallabriga y su hija menor huyesen hacia Mallorca, acuciadas por la violencia y el espanto que habían vivido. Se alojaron en casa del marqués de Sollerich. Allí se supone debió permanecer la viuda de don Luis más de seis años, ya que las noticias que se conocen, posteriores a esta época, la sitúan el 7 de mayo de 1814 en Zaragoza579. Mientras tanto, el cardenal Borbón y su hermana María Teresa permanecían en Toledo y aquel se declaraba ardiente patriota, hasta tal punto, que en sus cartas pastorales de septiembre y octubre, convirtió la guerra contra los franceses en una guerra religiosa contra el infiel. Aportó bienes propios y de la diócesis a la Junta de Toledo, que alguno de sus colaboradores creyeron excesi- 578 Este resumen del primer asedio de Zaragoza se ha obtenido consultando los libros siguientes: Artola, M. (1999), pp. 115-121; Esdaile, Ch. (2002), p. 101-102, 108-110; Vaca de Osma, J.A. (2005), pp. 166-170; Rudoff, R. (1977), pp. 123-239. Lógicamente, por la índole del libro, el que ofrece la versión más detallada es el último de los citados, desgraciadamente, al menos en la edición consultada, no se documenta. 579 Jarne en el Catálogo de la exposición de Zaragoza de 1992, p. 50. 219 vos, y suministró trigo a las fuerzas que lucharon en Bailén. Su hermana donó a la causa nacional siete caballos y seis bridas580. Las Juntas, en general constituidas por la pequeña nobleza, el clero medio e inferior y los miembros de la magistratura, que se habían formado en distintas poblaciones, al igual que la de Toledo, decidieron crear una junta nacional, la Junta Central, soberana y unitaria, constituida por representantes de todas las juntas en pie de igualdad. El hecho tuvo lugar el 25 de noviembre de 1808 en Aranjuez, con veinticuatro vocales que más adelante se convertirían en treinta y cuatro, de los cuales cinco eran Grandes de España, había un Obispo, un Patriarca, un prior y tres canónigos; de la nobleza, además de los Grandes mencionados había un Barón, un Vizconde, tres marqueses y cinco condes; generales, ministros y funcionarios de categoría; la clase media estaba representada por un catedrático, un abogado y cuatro o cinco patriotas581. Su presidente era el conde de Floridablanca que falleció pocos días después, el 30. La vuelta de las tropas de Napoleón obligó a la Junta Central a trasladarse a Sevilla. Pasó de Aranjuez a Toledo donde se instaló unos días. Luis María y su hermana siguieron a la Junta y salieron de la sede arzobispal el 3 de noviembre de 1808, llegando a Sevilla el 13 de diciembre, después de pasar por Talavera y Trujillo. Se establecieron en el Puerto de Santa María582. La Junta se instaló en Sevilla el 17 de diciembre y el 9 de enero de 1809 firmó con Gran Bretaña una alianza para luchar contra los franceses. La Junta Central quedó desprestigiada por las derrotas sufridas frente a los franceses, minada por la tendencia de las juntas provinciales a actuar por su cuenta y combatida por los elementos absolutistas, que la encontraba en exceso liberal, y, ante la llegada de los franceses a Sevilla, tuvo que trasladarse a Cádiz el 22 de enero de 1809, disolviéndose el 30 y siendo sustituida por el Supremo Consejo de Regencia583. El 24 de septiembre de 1810 las Cortes se instalaron en la isla de León y procedieron a prestar juramento. Los diputados decretaron la separación de poderes, que la soberanía nacional residía en las Cortes, y que la renuncia de Fernando VII era nula; el legislativo recaería en ellas y el ejecutivo en una regencia responsable ante las Cortes584. Luis María, junto con su hermana, se había afincado en Cádiz y vivía en un palacio de la calle del Tinte. La falta de recursos que tenían, por encontrarse sus posesiones en territorio ocupado por los franceses, les obligó a vender parte de sus alhajas y solicitar una pensión a la Regencia. El 16 de mayo de 1810 el 580 581 582 583 584 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 155-156. Príncipe (1845), T. I, p. 137. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 163-166. Varela (1988), p. 172. Príncipe (1845), T.I, p. 164 y 168. Varela (1988), pp. 172-173. 220 Consejo de la Regencia contestó favorablemente, adjudicando una pensión de 1.000 pesos mensuales al cardenal y cinco mil reales a su hermana585. El 9 de octubre Luis María Borbón prestó juramento de obediencia a las Cortes. Este traslado le acarreó un ataque del canónigo, Administrador de Hospitales, José Isidro Morales, el cual, a la vista de los decretos napoleónicos de prescripción del cardenal y prebendados que emigraron de Sevilla al llegar los franceses, opina que debe reunirse el Cabildo y declarar vacante la sede. Morales debía ser un afrancesado que defiende su tesis señalando la incongruencia en el nombramiento de los prelados. “… que en cuatro siglos de este desorden, á penas se hallará un nombramiento que tenga el carácter, y miras de la utilidad de la Iglesia, sino que á semejanza de los Caballeratos, feudos temporales y mayorazgos se han dado á soldados, hijos naturales, ó espurios de casas de Francia, y de otras, á Príncipes adictos á la Silla Apostólica, y á jóvenes de doce, nueve, y aun cinco años, a quienes ha sido preciso, poner Coadministradores”586. Las opiniones de Morales fueron contrarrestadas por una publicación del Maestresala de la catedral, Pérez Tafalla, con argumentos históricos, jurídicos y teológicos. Hay que destacar que Pérez Tafalla achaca el ataque a “Urquijo, Llorente, Montarco y otros de su calibre” y que “después de un maduro y detenido examen, según lo exige la gravedad, y transcendencia” el Cabildo acordó no había lugar a privar al cardenal Borbón de la sede y considerar ésta vacante, con el único voto en contra de Morales587. La aparición de focos de epidemia y los bombardeos franceses de Cádiz inclinaron al cardenal Borbón a abandonar la ciudad y trasladarse a Mallorca donde estaban su madre y su hermana María Luisa, pero las Cortes no le dieron permiso. En julio de 1811 dejaba la ciudad en compañía de María Luisa, que se había venido de Mallorca, cuyo clima no le beneficiaba, y que había sido sustituida junto a su madre por María Teresa. Salió el 31 de julio para Tavira, en el bergantín La Columbina, con un equipaje muy numeroso en el que figuraba el viril de la custodia de Arfe, el arca de San Eugenio, el manto y la corona de la Virgen del Sagrario y cuatro cajones de alhajas, lo que dio lugar a un pequeño escándalo ya que las Cortes habían solicitado de los eclesiásticos la entrega para la causa nacional de los objetos de plata y oro que no fuesen necesarios para el culto. Se les reclamaron cuando Luis María estaba en Tavira pero al final el caso fue archivado. Resulta curioso este incidente, pues tal como se ha dicho, el cardenal fue muy generoso, hasta el punto de suscitar las protestas de los clérigos de su diócesis588. 585 586 587 588 Vázquez (1990), p. 246. Cita A.H.N. Sec. Estado. Leg. 110. Reproduce la carta del Consejo. Pérez Tafalla (1811), pp. 7-8. Se trata de lo escrito por Morales. Pérez Tafalla (1811), pp. 34-35. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 195-197. 221 Luis María, junto con su hermana, vivieron en Tavira entre agosto de 1811 y mayo de 1812, regresando a Cádiz a mediados de ese mes a causa de haber sido nombrado en febrero consejero de Estado, órgano consultivo del ejecutivo. Su nuevo cargo le obligaba a jurar la Constitución, cosa que hizo el 29 de mayo, siendo el primer Borbón que daba tal paso. Dio orden de que todos los eclesiásticos de Cádiz y de todos los pueblos de Sevilla y Toledo, así como los empleados de las diócesis, juraran la Constitución. No se sumó a la petición que habían hecho otros obispos, a pesar de la invitación que se le hizo, para que no se suspendiese la Inquisición. El cabildo de Sevilla, sin conocimiento de su obispo, “llegó a denunciar a las Cortes que la religión estaba a punto de desaparecer a menos que no se coartase a esa «caterva de escritores inconsiderados»”. Luis María publicó una carta pastoral el 13 de enero de 1813 abogando por la obediencia al gobierno, pues si la autoridad temporal dictase leyes contrarias a las de Dios “Los obispos, los párrocos, los sacerdotes y los fieles mas instruidos sino todos, una gran parte clamarían después de practicadas las diligencias dicta la prudencia con el respeto debido, y con la eficacia propia de su ministerio y piedad, y su preparación á sufrir, siendo necesario, el martirio en testimonio de su fé: pero no aconsejarían que se rebelen los súbditos contra el Gobierno, ni que emprendiesen su destruccion. Recordad los ejemplos de los martires, y no encontrareis uno que haya procedido de otra manera” “Mas ¿Qué decretos han dado nuestro legítimo Gobierno que puedan excitar dudas sobre su observancia? “… que por el contrario ha corroborado en el modo mas solemne, y con la mayor firmeza la existencia y lustre de la religión católica en las Españas”589. Por el contrario, el daño lo hacían los predicadores que aconsejaban la desobediencia a las autoridades de manera que el cardenal Borbón concluía su escrito “Vosotros, Párrocos y sacerdotes de mis diócesis, sed guías y exemplo de los fieles: obedeced pronta y gustosamente los mandatos de las legítimas autoridades, é inculcad en vuestras conversaciones y sermones, y en la dirección de las conciencias esta sana doctrina”590. Cabe suponer que todo lo escrito por el Primado sonaría a la mayoría de los clérigos a música de ángeles, no muy adecuada para la situación que se vivía. La pastoral no consiguió ni desautorizar a los clérigos contrarios a la Constitución ni un acercamiento entre los obispos y las Cortes. Los que se habían 589 590 Exhortacion Pastor al (1813), pp. 9-12. Exhortacion Pastor al (1813), p. 14. 222 refugiado en Mallorca emitieron una Instrucción Pastoral que decía lo contrario que la del cardenal Borbón591. El ejército español era muy deficiente y las reformas llevadas a cabo por Godoy no habían sido de gran utilidad, posiblemente, porque sus conocimientos militares no eran muchos, pues su experiencia se basaba en su paso por la guardia de Corps. Redondo hace un análisis de la situación de cada arma en el momento en que comienza la guerra de la Independencia que merece ser reproducida: “Sin embargo, la estimación del ejercito no favorece lo hecho por Godoy. La infantería, por ser el arma más numerosa, sufría de una preocupante escasez de oficiales y su fuerza presente estaba muy por debajo de las plantillas. La caballería, pese a las alabanzas que se han prodigado a la labor de su inspector general Diego Godoy, hermano del generalísimo, era el elemento más débil del ejército. De los 15.000 caballos que debía tener, incluyendo el cuerpo de Dragones, sólo contaba con unos 9.000; además, los regimientos de la península habían sido privados de gran parte de su ganado para poner al completo los cuerpos destacados en Dinamarca y Portugal. La artillería, cuerpo del que el propio Godoy era inspector general desde 1803, recibió una especial atención por su parte, pero aún así la proporción de cañones para el total del ejército estaba por debajo de cinco por cada mil hombres, proporción mínima según las ideas prevalecientes en Francia”592. Después de Bailén el rumbo de la guerra no había sido muy favorable para el ejército español, y hasta la llegada de los ingleses no comenzó a cambiar. El 19 de enero de 1812 Wellington atacó desde Portugal Ciudad Rodrigo, con un éxito destacado que le valió el título de duque de esa población. En ese mismo año, Príncipe, da una noticia sobre María Teresa, que no documenta, según la cual, cuando se produjo la batalla de Salamanca o Arapiles, el 22 de julio de 1812, victoriosa para el ejército aliado, se propuso conceder a Wellington el Toisón de Oro y la Condesa de Chinchón se ofreció a regalar el collar de la Orden que había pertenecido a su padre593. El 10 de agosto de 1812 José I abandona Madrid en dirección a Valencia ante el anuncio de la llegada de Wellington, el cual hace su entrada dos días después entre el clamor popular. José I, con nuevas fuerzas, vuelve a Madrid el 2 de noviembre, saliendo dos días después para la que sería su última campaña. 591 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 202-215. Redondo, F. (1988), p. 88. 593 Príncipe (1844-1847), T. 3, p. 332. Jonathan Voak, en la ficha técnica referente al Toisón de Oro, en el catálogo de la exposición “Wellington en España”, pp. 380-381, afirma lo mismo pero tampoco ci ta fuentes. 592 223 En diciembre de 1812 las Cortes abolieron la Inquisición por amplia mayoría, sustituyéndola por los Tribunales Protectores de la Religión, que actuarían en cuestiones puramente dogmáticas. El decreto se publicó el 22 de febrero de 1813 y el 31 de marzo Luis María emitió un edicto en el que se declaraba vigente el Índice de libros prohibidos, publicado en 1790, e incluso invitaba a delatar la posesión de libros de tal índole ante la Secretaría de Cámara. Esto chocaba frontalmente con la libertad de prensa que implicaba la desaparición de la Inquisición y ponía de relieve la ambigua actitud del cardenal de Santa María de la Escala594. La oposición de clérigos y realistas a la orden de abolir la Inquisición, que contó con el apoyo larvado de la tercera Regencia, que mostró una total pasividad, dio pie a las Cortes para sustituirla por la cuarta. Argüelles propuso fue constituida por los tres consejeros más antiguos, el cardenal Borbón y los militares Gabriel Císcar, que había sido director de la Academia de Guardiamarinas y ya había actuado como regente entre 1811 y 1812, y por Pedro Agar, director General de las Academias de Guardiamarinas. Aunque el más moderno de los tres era el hijo de don Luis se le eligió por presidente debido al rango que ocupaba y a su alta jerarquía dentro de la Iglesia. El 8 de marzo de 1813 las Cortes elegían a los tres miembros de la cuarta Regencia. Sobre el cardenal Borbón opina Príncipe “… por lo que hace al cardenal, tenía á no dudar recto juicio y nada escasa instrucción, aunque no la firmeza necesaria en ciertas circunstancias difíciles, como lo prueba su momentáneo afrancesamiento en 1808”595. En otra obra insiste en los mismos términos “Sus virtudes como prelado, y su conducta como liberal mientras fue Regente del Reino le hicieron altamente notable, quedando así justificado el puesto á que le elevaron las Cortes, confiriéndole la presidencia …”596. Este mismo autor justifica la incoherencia de los diputados, que en una de las anteriores Regencias no habían querido nombrar miembro de la misma a María Luisa Borbón, la hija de Carlos IV y exreina de Etruria, por ser miembro de la familia real, al designar al cardenal Borbón, que también lo era, argumentando que considera al cardenal, al igual que ocurrió con su padre, como un paria de la familia Borbón y víctima del absolutismo, y añade 594 595 596 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 216-219. Príncipe (1842-1847), T. III, p. 404. Príncipe (1845), T. I, p. 560. 224 “… debiéndose tal vez á eso mismo su identidad de miras como Regente con el partido Reformador, puesto que aunque infante de España mirado por la linea paterna, era un mero particular considerado por la de la madre la muy virtuosa Teresa. Yo, pues, considero a Don Luis mas bien al Vallabriga que al Borbón, y estoy por decir que las Cortes vieron en él también al proscrito que al hombre de estirpe real”597. No hace falta señalar que el autor era un furibundo antiabsolutista al que la leyenda creada en torno a don Luis le era de gran utilidad. Conociendo como había llegado Luis María a la jerarquía eclesiástica no parece que los argumentos de Príncipe sean de gran solidez. El primer objetivo del cardenal fue conseguir que el clero obedeciera las órdenes emitidas por las Cortes y obtuvo un éxito relativo al lograr que el decreto de supresión de la Inquisición se leyese en las iglesias, aunque la realidad es que no todas las diócesis acataron lo mandado. Los obispos de Galicia y Mallorca tomaron una actitud defensiva que obligó a la Regencia a amenazarles con la ocupación de sus bienes y la expatriación. Los obispos de Santiago, Orense, Astorga, Santander y Burgos se fugaron a Portugal y el de Oviedo fue expulsado de España. También fue expulsado el Nuncio Gravina, que había animado a los obispos a que no se leyese el decreto, saliendo de Cádiz el 14 de julio de 1813598. A Luis Mar ía, como presidente de la Regencia, le correspondió ser protagonista de otro hecho que enfrentó a las autoridades civiles y eclesiásticas: la devolución a las órdenes religiosas de los conventos abandonados por las tropas francesas en su retirada. Las Cortes habían establecido unas determinadas condiciones para esa devolución, tales como que la comunidad tuviese un mínimo de doce componentes, que el edificio fuese habitable, que no hubiese más de un convento en cada pueblo y que un escribano público autorizase la entrega. Los frailes, haciendo caso omiso de esas condiciones, ocuparon los conventos y monasterios599. 597 Príncipe (1845), T. I, p. 560. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 226-227 y 230-231. El enfrentamiento entre el cardenal Borbón y el Nuncio Gravina puede seguirse con gran detalle en un trabajo de Villapadierna (1957) 599 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 236-238. 598 225 Fig. 54 Zacarías González Velázquez. Retrato del Cardenal Luis María de Borbón. Sala Capitular de la Catedral de Toledo. Otro decreto, de 13 de septiembre de 1813, por el que las autoridades civiles podrían utilizar los bienes de los regulares para el pago de la deuda nacional, aumentó la tirantez entre las Cortes y la Iglesia. Tanto esta medida como las anteriores ponían de relieve un intento de desamortización encubierto de las órdenes religiosas. La Regencia colaboró en este intento con el envío de una instrucción solicitando datos y estadísticas sobre el estado material y económico de los conventos600. Los hechos relatados, en los que el cardenal no tomó la postura de la mayoría de los clérigos y del Vaticano, supusieron un desgaste notable para él, lo que aprovecharon los conservadores para emprender una campaña en su contra, aduciendo que no era competente en asuntos públicos y era incapaz de tomar decisiones al estar dominado por sus consejeros. Los liberales y la prensa de tal índole apoyaron a la Regencia, lo que le permitió mantenerse hasta la llegada de Fernando VII. Mientras, el hijo del infante don Luis intentaba “conciliar el marco constitucional con el mantenimiento de ciertos privilegios del clero”601. 600 601 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 238-239. Rodríguez López-Brea (2002), p. 245. 226 Tampoco fue muy afortunada la Regencia en sus contactos con Wellington. Como indica Seco, chocan los puntos de vista de Londres y Cádiz en lo que toca a la evolución política, ya que la Constitución de 1812 es, para los ingleses, demasiado afrancesada, lo cual es real, puesto que salvo algunos rasgos casticistas, es muy parecida a la que tiene Francia602. El general inglés, jefe de los ejércitos que luchaban contra Napoleón, optaba por un ejecutivo con amplias facultades mientras las Cortes de Cádiz se inclinaban por uno totalmente dependiente de ellas603. El 21 de junio de 1813 se enfrenta José I en Vitoria a los ejércitos aliados, al mando de Wellington, sufriendo una derrota definitiva, que le hace abandonar España por los Pirineos, seguido por las tropas francesas de Aragón, de Vascongadas y de Navarra. A la vez el general Suchet deja Valencia camino de Cataluña. Durante el mes de noviembre de 1813 llega el conde de la Forest a Valençay, donde estaba recluido Fernando VII, para iniciar las conversaciones con el duque de San Carlos para traspasar la corona española al hijo de Carlos IV. Llegados a un acuerdo, el negociador español parte para Madrid, donde están ya las Cortes, para obtener su respaldo, pero la Regencia se niega, ya que en virtud del decreto de enero de 1811 no se podrá aceptar ningún compromiso mientras el rey estuviese prisionero604. Las Cortes emitieron como contestación un decreto el 2 de febrero de 1814 en el que podía leerse: “1º conforme al tenor del decreto dado por las cortes generales y extraordinarias en 1º de enero de 1811, que se circulará de nuevo a los generales y autoridades que el gobierno juzgare oportuno, no se reconocerá por libre al rey ni por lo tanto se le prestará obediencia, hasta que en el seno del Congreso nacional preste juramento prescrito en el artículo 173 de la Constitución”605. Al cierre de las Cortes Generales y Extraordinarias, los brotes de peste amarilla hicieron que la Regencia accediese a trasladar las futuras Cortes Ordinarias a Madrid, en donde los realistas se movían mejor. Esto provocó una algarada que hizo que la Regencia se desdijera. El cardenal, enfermo de gota, quedó al margen de las decisiones, de tal modo que no pudo acudir al cierre de las Cortes. Finalmente los Regentes salieron de Cádiz el 19 de diciembre de 1813, siendo aclamados por los pueblos por los que pasaron. El cinco de enero de 1814 llegaron a Madrid, entrando por la Puerta de Atocha. En la tarde, cuando 602 603 604 605 Seco (1988), p. 41. Rodríguez López-Brea (2002), p. 249. Luna (1988), pp. 233-234. Citado por Príncipe (1842-1847), T. III, p. 485. 227 se celebró el ofrecimiento de la Patria a la Virgen de Atocha, el cardenal estuvo ausente por haber recaído en su enfermedad. A pesar de la contestación que dieron las Cortes al duque de San Carlos, el 11 de diciembre se firmó el tratado de Valençay por el cual Napoleón reconocía a Fernando como soberano y éste prometía respetar los derechos y honores de los partidarios de José I, pasar a los reyes sus padres una renta de 30 millones y establecer con Francia un tratado comercial. Fernando, el 24 de marzo de 1814, abandonaba Valençay. Suchet le entregó al Capitán General de Cataluña, en Figueras, encaminándose, vía Zaragoza, a Valencia. El cardenal Borbón partió hacia allí, al parecer junto con sus hermanas, para acompañarle hasta Madrid como presidente de la Regencia. Llegó primero el infante Antonio Pascual en compañía del general Elío, con el cual tuvo un fuerte enfrentamiento el cardenal al querer ignorar éste al presidente de la Regencia, cosa que sorprendió a todos, dado el carácter pacífico de Luis María. Fernando decidió entrar en Valencia el 16 de abril e hizo una parada en Segorbe a donde acudieron las autoridades a saludarle, cosa que no pudo hacer el cardenal por encontrarse enfermo de cólico. Lo haría algo más tarde en Puzol, besó la mano del rey y ambos, junto al infante don Carlos y el duque de San Carlos, montaron en un coche para llegar a Valencia. Sin embargo la acogida de Fernando había sido fría y en los actos políticos y religiosos celebrados en los días siguientes el cardenal fue ignorado 606. Pronto se advirtió que Fernando no era nada proclive a la Constitución y cuando su tío el cardenal le preguntó su opinión sobre ella y la Regencia contestó lacónicamente “No he pensado en ello”. El 5 de mayo salió de Valencia camino de Madrid. El cardenal le acompañó a lo largo del itinerario, pero estando en El Pedernoso se supo que el Capitán General de Castilla la Nueva había tomado Madrid, arrestando a los otros regentes. El rey destituyó a la Regencia y al cardenal le dio la opción de marcharse a una de sus sedes. La elección fue Toledo, en donde había vivido más tiempo, y para allí marchó acompañado de sus hermanas, llegando el 14. Un día antes Fernando entraba en Madrid entre el entusiasmo de la población607. La restauración de Fernando VII significó un vuelco total a todas las reformas que habían llevado a cabo los gobiernos liberales. Se restauró la Inquisición, regresó el Nuncio, se derogaron las contribuciones de diezmos, se devolvieron a las órdenes religiosas sus conventos, se restableció la compañía de Jesús y algo más tarde se anularon las secularizaciones concedidas. El cardenal Borbón dimitió de su cargo de Visitador de las órdenes y de la diócesis de Sevilla. Los informes del Nuncio Gravina hicieron que recibiese una reprimenda de Roma en forma de dos breves, todo hay que decirlo, bastantes corteses608. 606 607 608 Artola (1999), p. 403. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 256-257. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 259-260. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 275-276. 228 Fig. 55. Duque de San Fernando Tomado de Príncipe (1842-1847), lám. 280. A partir de este momento Luis María puso sus miras en congraciarse con su sobrino obedeciendo todos los mandatos que emanaban de él o del Consejo de Castilla. Sin embargo, no atacó la Constitución y animó a los clérigos de su diócesis a que fomentasen desde el púlpito la unidad de sus fieles, en momentos en que ellos lo utilizaban para tomarse la revancha del periodo liberal. El cardenal quedó apartado de todas las actividades de la corte e incluso no fue invitado en 1816 a la boda de Fernando VII con María Isabel de Asís, aunque felicitó al monarca y le envió 640.000 reales (1.666.816 €) para los gastos de la boda. Atendía a su diócesis, viviendo en compañía de sus hermanas. Entre los logros de este periodo hay que señalar que recuperó la Universidad609. Para congraciarse con el rey intentó la mediación de Joaquín Melgarejo, presidente del Consejo de Órdenes, y de Luis Gregorio López Castrillo, obispo auxiliar de Madrid. El segundo comunicó a Fernando VII el deseo del cardenal Borbón de felicitarle por su enlace, pero recibió una ambigua contestación. La insistencia y la intervención del infante don Carlos consiguieron que el rey escribiese a su tío una breve nota en marzo de 1816. En octubre de ese año, el cardenal se instalaba en su palacio de Puerta Cerrada acompañado de sus hermanas. Alternó este domicilio, en donde viviría hasta su muerte, con largas estancias en Toledo y otras más breves en Aranjuez y Boadilla610. 609 610 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 278-280. Rodríguez López-Brea (2002), p. 281. 229 El 29 de mayo de 1817 Luis María casó a su hermana María Luisa, con aprobación previa del rey, en el Oratorio del Palacio Real, lo que demuestra que las relaciones de Fernando VII con los hijos de don Luis habían mejorado notablemente, con Joaquín Melgarejo y Saurín, nacido en Cox (Alicante) el 23 de enero de 1780. Era hijo de Joaquín Melgarejo y Rojas, marqués de Melgarejo, caballero de la Orden de Calatrava y Mayordomo de Semana de Carlos III, adscrito al servicio del infante don Luis, y de Joaquina Saurín Ruiz, según consta en el certificado unido a su expediente para solicitar el ingreso en el Ilustre Estamento de Próceres611. Era por tanto tres años y medio mayor que la novia y su influencia debió ser fundamental para conseguir la reconciliación del cardenal Borbón y sus hermanas con el rey. Al parecer fue nombrado mayordomo, como lo había sido su padre, en 1798. Participó en la Guerra de la Independencia como coronel de caballería de los Cazadores de Sevilla y perteneció al Estado Mayor de Wellington. Partidario de Fernando VII, que le había nombrado gentilhombre honorario, participó en el motín de Aranjuez, siendo, como ya se ha dicho, uno de los que acompañó a María Teresa desde la casa de Godoy al Palacio Real. Llegó a Brigadier y se le había otorgado por el rey el título de duque de San Fernando y Quiroga en 1814. El regalo de su hermano el cardenal fue el usufructo del palacio y sitio de recreo del Ventorrillo, perteneciente al Arzobispado toledano, durante la vida de su Eminencia, incluyendo, además, los aprovechamientos de prado, soto, dehesa, monte, caza y pesca, lo que pone de relieve cómo en la época los titulares de las sedes entendían la administración de los bienes eclesiásticos612. 611 612 Senado. Departamento de Archivo. HIS-0409-01 (2) Rodríguez López-Brea (2002), p. 83. 230 a b Fig.56 a) Grabado de Rosario Weis sobre el cuadro de Tejeo. Biblioteca Nacional. Iconografía Hispánica 5767-2 613. b) Rafael Tejeo. Retrato de cuerpo entero de los Sres. Duques de S. Fernando. Museo del Prado. N.º inventario 4660. Melgarejo fue Secretario de Estado del 12 de septiembre de 1819 al 18 de marzo de 1820614. Rúspoli, citando un informe del Prefecto de Policía francés al Ministro del Interior, dice del futuro duque de San Fernando de Quiroga que su ambición le llevó a ser tío de su jefe615. A partir de este momento María Teresa debió quedar sola con su hermano. En agosto de 1817 la reina daba a luz a una niña y el cardenal fue uno de los escogidos invitados. Desgraciadamente la niña no vivió mucho pues murió en diciembre de 1818 y el rey comunicó tan triste noticia a su “caro y muy amado amigo” el cardenal Borbón. En otoño de 1819 Fernando volvió a casarse, su tercer matrimonio, y su tío, al cual se le había concedido la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, fue uno de los testigos. Las cosas habían cambiado mucho desde los tiempos de El Pedernoso. 613 Este grabado debe ser el cuadro del que habla Peña (1990), T. II, p. 292, nota 36, copia del cuadro grande, en el que aparecen María Luisa y su marido. 614 Vázquez (1990), nota de la p. 216, dice que fue ministro de Agricultura, al igual que el Diccionario del trienio liberal. Sin embargo, los datos que aporta la página web del CSIC, sobre Ministros y miembros de organismos. Regencias, Juntas de Gobierno, etc., fruto de l os pr oyectos PB94-0061 y PB97-1148-C02-01, sól o señala que fue Secretario de Estado. No se ha podido compr obar que fuese consejero de María Cristina, como también dicen los trabajos mencionados. Olmedo (2002), p. 130, afirma que fue ministro de la Regencia hasta su muerte. 615 Rúspoli (2000), p. 148 y (2004), p. 172. 231 María Teresa Borbón, como ya se ha dicho, vivía con su hermano, pero el contacto de ambos con su hermana María Luisa, a pesar de su casamiento, debía de ser constante. En esta época María Teresa, como ha habido ocasión de decir, se carteaba con su hija Carlota Luisa, que vivía en Roma con su padre. El día 26 de febrero de 1820 moría en Zaragoza María Teresa Vallabriga, a los 60 años, tres meses y diecinueve días de edad. En su testamento, fechado años antes, deja como herederos a sus tres hijos y específicamente indica que el cuadro de la Anunciación de Mengs pase a poder de su hijo el cardenal, aunque al parecer sus deseos no fueron cumplidos. Manda que sus cuadros, mientras vivan sus descendientes, permanezcan reunidos en el Palacio de Boadilla616. “Quiero que todos los cuadros propios mios sean conducidos al Palacio de Boadilla donde deberán colocarse y permanecer mientras dure mi descendencia y la del Serenísimo Señor Infante Don Luis Antonio Jaime de Borbón mi difunto esposo y tenida ésta mi voluntad que se trasladen a la ciudad de Toledo; que todos los que representan imágenes sagradas o hagan alusión a asuntos de esta clase se entreguen a su Ilustrísimo Cabildo para que los mande colocar en su Iglesia Catedral, sacristía u otro paraje de dicha Iglesia y que los profanos se entreguen a la Academia de la expresada ciudad para que se coloquen en ella”617 No hay datos sobre si los hijos de María Teresa Vallabriga asistieron a su entierro ni cuál fue su reacción ante su muerte. La realidad es que el contacto con ella había sido muy corto y esporádico, salvo en el caso de María Luisa que permaneció más tiempo junto a su madre. Fue enterrada en la basílica de El Pilar, de acuerdo con sus deseos. En un intento de tímida apertura, el rey consultó a las fuerzas vivas sobre la conveniencia de un indulto de los represaliados políticos. Asombrosamente, el estamento más duro fue el episcopal: veintitrés obispos se opusieron a cualquier tipo de indulto, quince solicitaron un perdón más amplio y entre éstos, cinco, una amnistía general, siendo uno de ellos el cardenal Borbón618. El 1 de enero de 1820 el teniente coronel Riego se alzaba en Las Cabezas de San Juan y proclamaba la constitución gaditana. Poco después nacían las juntas provinciales que también declararon su fidelidad a la norma de 1812. Era el prólogo para que el 9 de marzo de 1820 Fernando VII la acatara. El 10 emitía un manifiesto en el que decía 616 Peña (1996), p. 56. Peña (1990), T. III, p. 69. Cita como fuente A.H.P.Z., 22 arriba/53, Pablo Fernández Treviño, 25 de Febrero de 1812, f. 12 a f. 14v. 618 Rodríguez López- Brea (2002), p. 282. 617 232 “… me habéis hecho entender vuestro anhelo de que se establecióse aquella Constitución que entre el estruendo de armas hostiles fue promulgada en Cádiz el año 1812 …” “He jurado esa Constitución por la cual suspirábais, y seré siempre su más fiel apoyo” “Marcharemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional …”619. Dos días después se creaba la Junta Consultiva Provisional, que consiguió mantener la calma del país en los cuatro meses que actuó y a cuyo frente se puso al hijo del infante don Luis, el cardenal Borbón. Éste se desplazo de Toledo a Madrid en cuanto supo de su nombramiento. El 14 de julio juraba fidelidad a la Constitución en presencia del Rey, siendo secundado por los infantes Carlos y Francisco de Paula. El mismo día el cardenal emitió una pastoral a favor de la Constitución y poco después dio orden de que todos los eclesiásticos de la diócesis la jurasen: la historia volvía a repetirse. Además, ordenó que su pastoral se leyese en el ofertorio de la misa mayor del domingo y se fijase en los tablones de los templos620. Aprovechó para cambiar los colaboradores que le habían impuesto en la diócesis y a varios vicarios. Todo esto se reflejó en la prensa, “que presentó al cardenal como un ejemplo a seguir por todo el clero de España”, ya que no todos los clérigos se manifestaron, ni mucho menos, con el entusiasmo que el hijo de don Luis. Rodríguez López-Brea transcribe lo publicado por el periódico La miscelánea como resumen de la situación. “Entre la multitud de cartas pastorales, órdenes circulares, sermones y demás producciones de esta clase que se componen con motivo del restablecimiento del régimen constitucional y que impresas y manuscritas llegan nuestras manos, vemos muy pocas que a imitación de los señores cardenal arzobispo de Toledo y obispo de Barcelona, hablen un lenguaje franco, decidido y constitucional, cual conviene a las circunstancias. En la mayor parte de estos escritos encontramos ciertamente máximas de doctrina sana y católica sobre obediencia a las leyes y autoridades, pero las vemos expresadas en términos tan vagos que pueden aplicarse a todos los tiempos y a todas las situaciones, a todos los gobiernos reconocidos espontáneamente o por violencia, justos o despóticos, vigorosos o débiles”621. La Junta desterró a los clérigos que se negaron a jurar la Constitución, abolió de nuevo la Inquisición y el voto de Santiago, dejó en suspenso el resta619 Tuñón (1988), T. XII, pp. 138-139. Rodríguez López- Brea (2002), pp. 283-284 y 286-287. 621 Miscelánea del Comercio, Política y Literatura, 1 de mayo de 1820. Citado por Rodríguez LópezBrea (2002), p. 291. 620 233 blecimiento de la Compañía de Jesús, anuló los derechos feudales que cobraba la Iglesia y regularizó las secularizaciones de religiosos anuladas en 1817, entre otras acciones, sin la oposición del cardenal de Toledo, aunque éste votó en contra del procesamiento de algunos obispos. La Junta obligó a los curas a “predicar” la Constitución en las iglesias y a enseñarla en escuelas, seminarios y conventos regulares en un intento de convertir a los párrocos en colaboradores y propagandistas de su política622. De nuevo, como había ocurrido a partir de 1812, se estableció una desconfianza entre una gran parte de La Iglesia y el Estado. Una de las consecuencias de lo sucedido en 1820 fue la difusión de publicaciones que de alguna manera atacaban al clero, con lo cual muchas diócesis renovaron sus listas de libros prohibidos. La Junta reprendió con cierta dureza a varios obispos y solicitó del rey la urgente formación de una junta de expertos que revisaran las listas de la Inquisición sobre libros prohibidos e hiciesen una nueva “de los que deben prohibirse por contradecir la tranquilidad de la religión y del Estado”. Nada llegó a cristalizar de esta propuesta. El cardenal en este tema pensaba que el señalar los libros adecuados era un derecho de la Iglesia. Creía que prohibir ciertos libros estaba íntimamente ligado a su actividad pastoral, pero se plegó a los dictados de los políticos, manteniendo la tesis de que “en cuestiones de disciplina eclesiástica, un obispo podía ceder ante el Gobierno si así lo recomendaban la paz y la armonía del Reino”. Llegó a dictar una pastoral al respecto, que estando ya impresa retiró y volvió a escribir con las correcciones hechas por la Junta, a cuyos miembros había consultado. Según la opinión de la Junta, el obispo debía proponer “al Rey, después de oir a las partes, «los (libros) que juzgase deben prohibirse» y esa lista, previo el dictamen del Consejo de Estado, habría de pasar a las Cortes para su aprobación”623. Roma se disgustó y el cardenal recibió una carta de Pío VII, que debió enviar a los obispos juntamente con los reglamentos de censura allí hechos, lo cual hizo pero no sin antes pedir permiso al gobierno. Para conseguir una solución, el cardenal propuso la creación de Juntas Diocesanas de Censura, en un intento de compaginar la libertad de imprenta con la censura eclesiástica sobre libros prohibidos, que contó con el beneplácito del Gobierno. Los prelados encontraron una vía para ejercer su actividad censora, de manera que se crearon algunas de estas juntas. Sin embargo, la nueva ley de imprenta, dictada por las Cortes en octubre de 1820, dejó sin contenido la actividad de estas juntas al limitar su actuación a la Sagrada Escritura y los dogmas de religión624. La Junta se disolvió el 26 de junio de 1820, fecha prevista para la apertura de las Cortes, y Luis María Borbón Vallabriga se integró en el Consejo de Estado 622 623 624 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 293-294. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 302- 304. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 309-310 234 al que pertenecía, en donde mantuvo una posición ambigua que no satisfacía a ningún bando, posiblemente con el ánimo de no molestar a nadie, limitándose a firmar las propuestas del Consejo. El 4 de septiembre de 1820 el Consejo discutió la pretensión de don Manuel Godoy y otras personas allegadas para que se las permitiera regresar a España. La respuesta fue negativa salvo en el caso de Carlota Godoy, marquesa de Boadilla, que tenía derecho a venir libremente si era reclamada por su madre625. Esto explica que la separación de María Teresa de su hija no venía dictada por su repulsa hacia ella sino por la imposibilidad de que ésta entrara en España. Finalmente, por una Real orden de 19 de octubre de ese año, se le concede un pasaporte. Cuando se le envía el documento y se pide indique las personas que deben acompañarla y el puerto donde embarcaría, a fin de facilitarles pasaportes y la documentación complementaria, Carlota dijo que por lo adelantada de la estación el viajar por mar era peligroso y era difícil encontrar personas que quisiesen acompañarla. Por todo ello quería consultar a su madre y saber su opinión. Posiblemente, esta actitud se deba a que también su padre debió solicitar el pasaporte y, lógicamente, éste le fue denegado. Sin embargo, de inmediato, el representante del cardenal Borbón en Italia, avisa a la embajada que la marquesa de Boadilla ha cambiado de opinión respecto al viaje, dado que su padre “esta en animo de que vaya”. Cabe suponer que a finales de diciembre, ya se ha dicho que el 15 de diciembre Carlota envía una carta a su madre, o en enero de 1821 la Condesa de Chinchón se reunió con su hija626. Poco tiempo después, el 8 de noviembre de 1821 Carlota casaba con Camilo Rúspoli, noble italiano al que había conocido en Roma, nacido el 3 de marzo de 1788, hijo de Francesco Rúspoli, príncipe de Cerveteri, que juntamente con sus hermanos Alessandro y Segismundo, había luchado contra Napoleón, enrolado en el ejercito austriaco627, posiblemente por el origen de su madre la condesa Von Khevenhueller-Metsch. ¿Fue un enfrentamiento con su padre lo que hizo que Carlota se trasladase a España?¿Por qué su casamiento se realizó en Madrid y no en Roma? Son preguntas que quedan de momento sin respuesta. Otro tema que provocó nuevos roces entre la Iglesia y el Gobierno, en el que tuvo que intervenir el cardenal, fue la reforma eclesiástica, decretada por las Cortes, de la que ya se ha hablado. Desaparecían las jerarquías regulares y los frailes y monjes pasaban a depender de los obispos de las diócesis en que estuviesen incardinados los conventos; se prohibieron nuevas profesiones y se señaló un número mínimo de componentes de un convento para que éste subsistiera; se decidió la venta de los bienes de los conventos suprimidos, una desamortización de la que se aprovecharon los nobles, pasando lo obtenido al Cré625 Benavides, N., Yake, J. J. (1960), p. 537. No era la cosa así unos meses antes. En el Correo de la Embajada española ante la Santa Sede de 15 de mayo de 1820, se envía una lista con los”vasallos de Su Majestad que existen actualmente en los Dominios Pontificios”, en la cual figuran Manuel Godoy y su hija como personas que no pueden entrar en España (AMAE SS Leg. 748. Oficios de la Embajada. 1820) 626 AMAE. Leg. 748. Oficios de la embajada. 1820. Correo de 15.11.1820, n.º 126. 627 Rúspoli (2001), p. 504. Rúspoli (2004), pp. 335 y 373. 235 dito Público. Esta ley dio lugar a reacciones muy diversas y duras, pues el gobierno había decidido que las reformas se llevasen a cabo sin consultar a los interesados, ni al nuncio ni a la Santa Sede. El cardenal Luis María se abstuvo en la votación habida en el Consejo, a pesar de que aspectos de esa ley coincidían con sus ideas de que los regulares quedasen bajo la jurisdicción episcopal. Tampoco veía mal la venta de las propiedades eclesiásticas, entre otras causas porque su cuñado, el duque de San Fernando fue uno de los beneficiados. De hecho asumió en su diócesis la dirección de los conventos628. Posteriormente decidieron regular el sueldo de los clérigos. Si los de bajo nivel salían favorecidos, las jerarquías notaron un enorme bajón en sus rentas. El Primado recibía entre 500.000 y 800.000 reales (1.302.200-2.083.520 €), cuando antes superaba los cuatro millones de reales (10.417.600 €). Los arzobispos tenían 200.000 reales (520.880 €) anuales y los obispos 100.000 (260.440 €). Esta sustancial rebaja obligó a despedir a numerosos colaboradores que llevaban muchos años trabajando en los obispados, a limitar los gastos suntuarios y de alimentación y a suprimir obras y encargos a artistas y artesanos. Como ejemplo puede servir que el número de familiares, criados, libreas y lacayos que tenía el cardenal Borbón al morir era de 37, cuando pocos años antes en Madrid tenía 66. El resultado de la aplicación de este plan no puede conocerse, ya que el 7 de abril de 1823 entraban en España los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Angulema y las cosas cambiaron por completo629. Las cifras dadas contrastan bastante con lo que percibían los clérigos en tiempos anteriores, pues entre 1800 y 1820, sin contar los años de la Guerra de la Independencia, la media de lo percibido por la Dignidad Arzobispal de Toledo ascendía a 4.986.900 reales, bastante menos de lo conseguido entre 1799 y 1801, 6.553.131 reales630. En 1821 no debían ir muy boyantes las economías de las hijas de don Luis, pues el 4 de julio de ese año el duque de San Fernando, en nombre de su mujer y su cuñada, solicitaba se les pagasen los atrasos de las pensiones, que podían “considerarse como alimenticias”, que tenían asignadas y que habían cobrado hasta 1808, cesando a partir de ese año631. Nada se sabe del resultado del expediente incoado. Dentro del Consejo, en el que el 10 de mayo se le nombró para la Comisión de Estado, el cardenal fue tomando posiciones cada vez más moderadas a la vez que la política iba quedando en manos de los más exaltados, que alcanzaron los puestos de responsabilidad a consecuencia del levantamiento de julio en Madrid, cuando cuatro batallones de la Guardia Real salieron de la capital y se instalaron en El Pardo, iniciando una marcha hacia Madrid en la noche del 6 de julio. Fueron detenidos al día siguiente por la milicia. 628 629 630 631 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 321-322. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 340-342. Rodríguez López-Brea (2000), p. 231. Vázquez (1990), pp. 246-247. Cita A.H.N. Sec. Estado. Leg. 110. 236 “si en 1812 pedía obediencia ciega a la Constitución y en 1820, comprometiéndose más, proclamaba entusiasmado la total unidad de acción entre Iglesia y Estado constitucional, a finales de 1822, sin abandonar su habitual lenguaje de concordia, parecía poner mayor hincapié en la independencia de la Iglesia frente al intervencionismo del Estado”. “Había una causa más enraizada, y ésta era el pobre resultado de la política eclesiástica de los gobiernos liberales” 632. Aumentó la represión sobre los clérigos, y la intromisión de los políticos en la vida de la Iglesia inclinó a una cada vez más amplia proporción de ciudadanos en contra de la política liberal. Sin embargo, el cardenal, a pesar de su postura más moderada, colaboró con el gobierno, actitud de difícil explicación, quizás por la complejidad del personaje y las circunstancias. Se ha hablado de miedo, malos consejeros, doblez y condescendencia. Rodríguez López-Brea escribe al respecto: “Contradictorio, dúctil, temeroso y pusilánime, pero siempre con un gran sentido de la oportunidad, el Cardenal bajo el peso de su capa, de su báculo y de su capelo no dejaba de ser un hombre como cualquier otro, hijo de su época y esclavo de los prejuicios de los hombres que le rodeaban” “… don Luis demostró lo que realmente era: un hombre lleno de dobleces, de prejuicios y de medias palabras, el perfecto fruto de la educación de un Palacio Arzobispal de Toledo en el que la hipocresía, el disimulo y el «prudente» silencio resultaba la mejor garantía para un rápido ascenso”. “… en el plano personal (todo está muy relacionado) tampoco se puede ignorar que la enemiga del Gobierno le hubiera hecho perder la influencia social y política, algo de lo que Borbón siempre se había mostrado muy orgulloso”. “Toda su buena voluntad, a la larga, terminó por convertirle en una especie de «tonto útil» al servicio de la secularización de la sociedad, que no era el proyecto que el artículo doce que la Constitución dejaba entrever”633. ¿Hasta que punto se pueden conjugar estas opiniones con lo que el mismo autor dice sobre el carácter del hijo de don Luis? Según Rodríguez LópezBrea los autores que han tratado sobre el cardenal Borbón, le han tachado de tímido, serio, huraño y enfermizo, corto e incompetente en el trato. El conde de Toreno hace el siguiente retrato de él: 632 Rodríguez López-Brea (2002), pp. 362 y 364. Rodríguez López-Brea (2002), pp.319-320, 324, 358, 364. Parece fuera de lugar lo referente a la educación del hijo del infante en el Palacio Arzobispal, primero porque no debía ser algo habitual, sino todo lo contrario, que un niño fuese educado en tal sitio y en segundo porque los testimonios y documentación sobre tal hecho deben centrarse en su progresión y evolución en las clases que recibía. Por tanto generalizar no parece sea lo más exacto. 633 237 “… acendrada virtud, juicio muy recto e instrucción no escasa; mas criado en la soledad y retiro de un palacio arzobispal de España, era su cortedad tanta, que obscurecíanse casi del todo aquellas dotes, apareciendo a veces pobreza de entendimiento lo que tan sólo de falta de uso y embarazo en el trato de gentes”634. Los autores conservadores, que mantienen que su actuación se debió a la manipulación por parte de los colaboradores, le adjudican unas cualidades que refuerza esa tesis, retratándole de angelical, inocente, dócil, puro, sencillo de corazón, dulce y carente de capacidad para tomar decisiones. Menos benévolo es Villapadierna que afirma era débil, inexperto y de pocas luces635 Por su parte Rodríguez López-Brea, que le ha estudiado muy a fondo, le adjudica, apoyándose en su biógrafo, las siguientes prendas: desprendido en lo material, generoso y algo austero, manirroto con los demás pero no consigo mismo, pulcro y limpio hasta la obsesión, y amante de la etiqueta; no mostraba resentimiento de palabra sino por el ceño; serio de rostro, como puede apreciarse en los retratos, lo que ha inducido a errores sobre su carácter; sólo tenía como diversiones el paseo y el juego del truco, siendo poco amante de las tertulias y las visitas; muy disciplinado y no gran lector, según se desprende de su biblioteca personal, aunque hay que tener en cuenta que contaba, en el palacio arzobispal, con una magnífica, en parte heredada de su padre y en parte debida a Lorenzana; padecía de gota lo que le hacía guardar cama durante periodos de distinta duración lo que le impedían asistir a los actos a los que su puesto le obligaba, como ha habido lugar a señalar anteriormente636. En 1822 las enfermedades del cardenal fueron continuas. En enero de 1823 sus males se agudizaron pero tuvo una mejoría al final de febrero. Sin embargo, el 14 de marzo de 1823, a las dos y media de la madrugada, el hijo mayor del infante Luis Antonio Borbón, Luis María Borbón Vallabriga, a la sazón cardenal primado y arzobispo de Toledo, dejaba de existir en Madrid. Junto a él se encontraban sus hermanas, su sobrina Carlota, su cuñado Joaquín y el maestro y colaborador Tomás Linacero. Coincidió su muerte con la salida de las Cortes y del rey camino de Sevilla ante el anuncio de la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis. Se le enterró modestamente en la sacristía de la catedral de su diócesis, tal como era su deseo, pero no fue acompañado en su sepelio por sus familiares ante las circunstancias que acaecían, ya que tuvieron miedo a viajar en esos momentos dada su significación “liberal”. El entierro llegó a Toledo el 23 de marzo a las cuatro y media de la tarde presidido por Tomás Linacero. En contraste con la pobreza de la comitiva oficial, la población salió a las afueras de la ciudad a recibir el cadáver de su obispo, al que acompañaron hasta el Palacio Arzobispal, en donde quedó depositado durante nueve días. El enterramiento 634 635 636 Conde de Toreno (1872), p. 451. Villapadierna (1957), p. 261. Gutiérrez García-Brazales (1993), pp. 78-82.. 238 tuvo lugar el 1 de abril en el arco lateral izquierdo de la sacristía. El monumento funerario es obra de Valeriano Salvatierra. Su Lauda funeraria decía así: “Luis de Borbón, infante real, nieto de Felipe V por su hijo «Luis, cardenal presbítero de Santa Iglesia Romana. Antes arzobispo de Sevilla y, finalmente, de Toledo. Piadoso, pacífico, afable, obrador del bien. Guardián diligentísimo y muy venerado defensor del ceremonial sacro. Murió en Madrid»”637. A su muerte, según los datos del expolio que se hizo de sus bienes beneficiales, tenía cinco carruajes, uno de ellos valorado en 24.000 reales (62.505 €). Las alhajas estaban tasadas en 43.366 reales (112.942 €) y las patrimoniales en 407.528 reales (1.061.365 €). El valor de los siete pontificales que tenía ascendían a 171.867 reales (447.610 €). Su herencia fue motivo de roces entre la familia y el Arzobispado, por ciertos bienes del cardenal. Ya en París el duque de San Fernando inició un proceso contra el Colector de expolios que reclamaba a la familia una serie de alhajas entre las que figuraban las insignias de las órdenes de Carlos III, Isabel la Católica, San Fernando y San Genaro; dos pectorales, uno de ellos regalo de María Teresa. Igualmente había bienes que el cardenal no había entregado a su familia en 1807, tales como muebles, cuadros y edificios en Aranjuez. El duque ganó el pleito en 1831 y se le tuvieron que entregar, o pagar cuando no existían638. No resulta fácil de explicar la actividad política del cardenal Borbón. Ni por carácter ni por formación estaba llamado a ella, aunque ésta no era desdeñada ni por la Iglesia ni por muchos clérigos. Puede admitirse que se vio obligado en 1812 a aceptar ser consejero de Estado, para hacer olvidar su inclinación afrancesada, e incluso, que las circunstancias, el ser uno de los consejeros más antiguos, le forzaron a ser presidente de la cuarta Regencia, cosa harto discutible ya que podía haberse negado alegando su mala salud, pero resulta más inexplicable su protagonismo en el trienio liberal. ¿Tan gratificante había sido el periodo 1812-1814 para no dudar en convertirse en Presidente de la Junta Provisional y, a la disolución de ésta, en consejero? ¿Por qué entonces esos reiterados intentos en congraciarse con Fernando VII, para inmediatamente ponerse de parte de sus enemigos y en un papel preponderante? ¿No podía haber renunciado por motivos de salud? La pretensión de Luis María no queda nada clara. ¿Era su ansia de poder, su interés por figurar en la corte y ser centro de los acontecimientos lo que movió a tomar las posturas indicadas? ¿Advirtieron los liberales que era hombre de poco carácter y por tanto manipulable pero sensible a los halagos del poder? 637 638 Gutiérrez García-Brazales (1993), p. 139. Rodríguez López-Brea (2002), pp. 372, nota 6. 239 ¿Existía en el cardenal un convencimiento sincero de la necesidad de renovación de la vida eclesiástica, especialmente de las órdenes religiosas? ¿Era un regalista convencido? Posiblemente de todo un poco y su carácter débil y su timidez hicieron el resto. El querer contentar a todos y evitar situaciones dramáticas le hizo mantener una postura que no era la que postulaban ni los realistas ni los liberales, y por tanto no convenció ni a unos, ni a otros, ni al Vaticano. Cierto es que no todo era culpa del cardenal. Los momentos fueron difíciles, en especial durante el trienio liberal. Como ha señalado Payne “El drama del gobierno liberal en la España del siglo XIX radica de manera especial en el hecho de que ningún otro país del mundo realizó semejantes y persistentes esfuerzos por introducir tan avanzadas formas políticas en similares condiciones de subdesarrollo social y económico.” “Fueron ante todo las guerras y la invasión extranjera las que desestabilizaron el Antiguo Régimen en España, otorgando al liberalismo su oportunidad inicial, pese a que el país no se encontraba preparado para ello” Con respecto a los liberales radicales que se hicieron con el poder en 1821 añade: “… impusieron una dominación centralizada y jacobina que ignoró algunas de sus propias leyes liberales a favor de un gobierno coercitivo que apenas contó con el respaldo popular y pronto se vió derrocado por la intervención militar francesa”639. La situación ya se había producido y volvería a producirse desgraciadamente más adelante. Tomado el poder se reaccionaba de manera similar a como lo hacían los que con anterioridad lo detentaban, eso sí, aduciendo “razones” que siempre convencían a los partidarios de quienes las exponían, aunque el resto de los ciudadanos estuviesen disconformes. En un ambiente social así poco o nada podía hacer alguien que quisiese, por convencimiento o debilidad, equilibrar posiciones. Si la muerte de Luis María no le permitió conocer el regreso de Fernando VII le evitó verse abocado a un casi seguro exilio, no ocurrió lo mismo con sus hermanas y su cuñado Joaquín, a quienes el rey no perdonó sus veleidades liberales y el papel jugado por el cardenal y el duque de San Fernando en el trienio liberal. El exilio en Francia fue su destino, llegando los tres a Bayona el 21 de marzo de 1824. El 13 de julio de ese año se instalan en París y en un informe de la policía fechado el 14 se hace la siguiente descripción de María Teresa Borbón Vallabriga. 639 Payne (2005), p.15 y 17. 240 “Su educación se resiente del exilio de su infancia. No le falta, sin embargo, ingenio ni disposición para la intriga y su fisonomía muy animada tiene tanta dulzura como expresión. Nacida en el exilio, aunque hija de un Infante, casada con un hombre proscrito y expulsado para siempre de su país, la Condesa de Chinchón tuvo la perspectiva de la más considerable fortuna y convertirse en Princesa de los Algarves. Hermana del cardenal Borbón, que fue Regente del Reino durante la Guerra de Invasión, se ve hoy día reducida a compartir el exilio pronunciado contra su cuñado. La parte activa que los constitucionales han hecho tomar al Cardenal Borbón ha influido en toda la familia. Así es de pública notoriedad que la condesa de Chinchón está imbuida de los principios más liberales”640. Un resumen muy ajustado, salvo que a María Teresa pudiera considerársela tan liberal, en sentido estricto, como a su hermano el cardenal. En la casa donde vive, en la calle Chantereine 24, se reúnen conocidos constitucionalistas o enemigos de Fernando VII, como el Patriarca Arcé, el Marques de Pontejos, el coronel Justo San Martín, el conde de Toreno y la hermana de Mariano Camarero. Añade una nota, más propia de la crónica galante, en la que se hace notar las reiteradas visitas del coronel Domingo Mateos, con el que al parecer mantiene relaciones íntimas. Este personaje estaba considerado como un revolucionario activo junto a Martínez de la Rosa y el conde de Toreno641. Según un informe del prefecto de policía al Ministro del Interior, de fecha 26 de agosto de 1824, la condesa habría de salir de viaje para Inglaterra y los Países Bajos, acompañada de Mateos, para intentar vender una serie de cuadros que había traído de España 642. Al parecer, el viaje se realizó el día 29 y para evitar ser reconocida utilizó el apellido de su abuela materna Drumond. Al menos así consta en los registros de los viajeros llegados de Calais, cuando vuelve de su viaje. No cabe extrañarse de esta decisión de vender algunos cuadros, ya que su situación económica debía ser delicada, pues la condesa de Chinchón sólo contaba con las rentas de Bobadilla, ya que el secuestro de los bienes de Godoy la impedía obtener algún beneficio que le pudiera corresponder de ellos. No parece que el objetivo del viaje se cumpliese643. A su vuelta se instaló en el número 23 de la calle Taitbou. Acompañada del coronel Mateos, volverá a marcharse en septiembre y a su regreso cambia de 640 Rúspoli (2000), p. 149. Cita el dossier n.º 914, París 14 de Julio de 1824, de los Archivos Nacionales de París. 641 Rúspoli (2000), p.149. Cita Archivos Nacionales, París, F (7) 11981, dossier n.º 1. 642 Según señala Domínguez-Fuentes (2002), T. I, p. 152, María Teresa Borbón Vallabriga había creado el Mayorazgo del condado de Chinchón, lo que hacía aun más difícil el sa car y vender cuadros fuera de España. Ningún autor cita e sta circunstan cia y dado que los cuadr os que intentó vender pertenecían a Godoy, es posible que se este refiriendo al Mayorazgo del ducado de Sueca. 643 Domínguez-Fuentes (2002), T. I, p. 150. 241 nuevo de domicilio: se aloja en el n.º 6 de la calle Artois644, pero no figura con sus nombres sino como Teresa Drumond, tal como había hecho para el viaje a Inglaterra. Dado que el intento de venta de los cuadros en Inglaterra y Holanda no había tenido éxito, el 18 de diciembre parte con sus hermanos, los duques de San Fernando, para Italia creyendo que aquí será posible desprenderse de los cuadros, cosa que no consiguió. Hizo un nuevo viaje con el coronel en julio de 1825, a los Países Bajos, Alemania y Suiza volviendo a París el 2 de noviembre. Al parecer, según la policía francesa, Mateos, a quien ella mantenía, la maltrataba en ocasiones645. La constante de la estancia de la condesa de Chinchón en París fue el cambio de domicilio, pues después de la calle Artois pasó al n.º 24 de la calle de la Paix y rápidamente a la de Saint Lazare, para ir posteriormente a la calle de la Comète. Se desliga de Mateos, que intentó congraciarse con ella sin conseguirlo, y frecuenta los círculos de exilados viéndosela con asiduidad en sitios públicos y espectáculos. En junio de 1826 vuelve a viajar a los Países Bajos e Italia y a finales de noviembre está de nuevo en París. La última casa que se le conoce es en la avenida de Cliché, donde murió. Los constantes cambios de domicilio en casas alquiladas le hacen pensar a Rúspoli que quería regresar pronto a España y que no andaba muy sobrada de dinero646. Posiblemente, por la penuria de recursos que no la permitía vivir con el decoro que ella suponía le correspondía, en agosto de 1826 puso a la venta en París cinco cuadros, San Francisco en oración y otro San Francisco, ambos de Murillo, San Sebastián del Españoleto y Pastor con una zorra a sus pies y Cristo crucificado los dos de Velázquez, que había recibido de la colección de su marido Manuel Godoy, en 1813. Este último cuadro, ligado a una leyenda de un amorío sacrílego de Felipe IV con una novicia del convento de las Benedictinas de San Plácido, se encontraba en la sacristía de la iglesia del convento en 1776, según atestigua Ponz y escribe Cumberland en 1782. Ceán Bermúdez, en 1800, dice seguía allí. Al parecer, Quilliet, en 1807, había querido comprarlo sin conseguirlo; la realidad es que terminó en posesión del Príncipe de la Paz, al que pertene- 644 Rúspoli (2000), p. 152. Rúspoli (2000), pp. 150 y 151. Cita documentación de la policía francesa. 646 Rúspoli (2000), p. 151. Cita Archivos Nacionales, París (7) 12031, dossier n.º 914, 13 de julio de 1824. 645 242 ció entre 1805 y 1808, siendo confiscado a su caída, para poco tiempo después ser entregado a su mujer647. Se entró en negociaciones con el recién creado Museo Real a través del embajador de España en París, duque de Villahermosa, que escribió al director del museo, el duque de Hijar, incluyéndole la lista de cuadros y precios. Éste puso en conocimiento de Fernando VII la venta y el interés de que los cuadros fuesen adquiridos por el nuevo museo, a lo que el rey accedió. Las negociaciones debieron ser complicadas pues en noviembre de 1826 Hijar notifica al Secretario de Estado la decisión del rey y el 30 de junio de 1828 Vicente López, el pintor de Cámara, informa que los cuadros han sido revisados por Francisco Lacoma, pintor honorario residente en París, el cual opina que el crucificado es el de Velázquez y el único que debe adquirirse, pues con respecto al resto el rey posee obras de “superior mérito”. En carta de 11 de octubre de 1828 González Arnao informa a Lacoma que habló con la condesa de Chinchón, “en algún rato de menos padecer de esta apreciabilísima señora”, la cual confirmó se trataba del visto por Vicente López en Boadilla, en donde se le había añadido un trozo por abajo para llenar el hueco del retablo de la capilla, añadido que se había suprimido para enviarlo a París648. La muerte de María Teresa dio al traste con la operación. Los herederos no quisieron venderlo y fue elegido por Joaquín Melgarejo como la alhaja que se le asignaba en la herencia. Para congraciarse con Fernando VII y que le permitiese volver de su exilio se lo ofreció siendo aceptado. El 18 de septiembre de 1829 el cónsul de España en Bayona recibía de Lacoma el cuadro, que fue enviado al museo649. Por esa misma época, entre 1826 y 1827 la Condesa de Chinchón promovió varios expedientes en los que pedía que los bienes heredados de su padre, y cabe suponer que también parte de los recibidos de su hermano, habían quedado confundidos con los de Godoy y, por lo tanto embargados y secuestrados, le sean devueltos y se le diera la posesión del Mayorazgo de Sueca o al menos se le señalen alimentos sobre los beneficios que produzcan. El 30 de marzo de 1827 el Consejo decide se le conceda la asignación solicitada. Los bienes heredados de su padre ascendían a 7.798.324 rls. v. y 4 mvs (20.309.955 €), a los que había que añadir la pensión de 365.000 rls (950.606 €) anuales que le había designado 647 Rose Wagner (1983). Gállego (1990), pp. 180-182. Lo mism o que este último dice Pérez Sánchez (1999), pp. 336-337, añadiendo que un testigo presencial, Francisco Cara ffa, afirmaba que Godoy pagó una considerable cantidad por el cuadro. Justi (1999), p. 341, nota 88, dice que J.B F. Le Brun autorizó a Quiellet a adquirirlo en 20.000 reales, que fue lo que se pidió en París por el cuadro. Igualmente dice que Richard Cumberland también lo vio en la sacristía del convento. Se ha supuesto perteneció al infante don Luis, cosa que no se ajusta a la realidad. 648 Rose Wagner (1983), T. I, pp. 519-521. Se trata de cuatro documentos que se encuentran en el A.G.P., Fernando VII, leg. 4890. 649 Gállego (1990), pp. 180-182. Rose Wagner (1983), SC. I, n.º 32, p. 699, dice que Melgarejo lo regaló al museo e insiste en un trabajo posterior de 2002 en lo mismo. Por su parte, DomínguezFuentes (2002), T. I, pp. 152, señala a los duques de San Fernando como los que eligieron, de acuerdo con lo especificado en el testamento de María Luisa de Borbón, el cuadro de Velázquez. 243 Carlos IV, posteriormente rebajada a 40.000 rls. (104.176 €). Además su marido le había entregado como arras alhajas valoradas en 9 millones de reales (23.439.600 €). El producto líquido de los bienes secuestrados a Godoy ascendía a 1.077.498 rls y 7 mvs anuales (2.806.235 €) y dado que de ellos su hija Carlota recibía 10.000 ducados, la cantidad restante se elevaba a 967.498 rls y 7mvs (2519752 €), de los cuales el Consejo dicta se le adjudique la mitad. Algo más tarde, por resolución de 1 de abril de 1828, también se le señalaba la libre administración de los bienes secuestrados a Godoy, decisión que se revocó el 1 de enero de 1829, adjudicándosele “en plena propiedad a cuenta de sus derechos dotales, parafernales y gananciales, las fincas que gozaba y estaban dadas en administración y componen la mitad de los bienes de Don Manuel Godoy”650. Tarde llegaban estas disposiciones para María Teresa Borbón Vallabriga, pues ya había muerto, pero incluso poco antes de su muerte no se había hecho liquidación alguna. María Teresa Borbón Vallabriga, Princesa de la Paz, condesa de Chinchón, después de una rápida enfermedad moría en París, en la calle Clichy n.º 29, a las once de la mañana del 24 de noviembre de 1828, el mismo año que Goya, el causante de su inmortalidad. Firmaron la partida de defunción José Francisco de Aizquibel, secretario del duque de San Fernando y el pintor José Udias González. Son tan escasos los documentos personales que se tienen de la Condesa de Chinchón, al desconocer las cartas que se escribía con su hija, en las que se mostraría de manera más abierta y natural, que el testamento que había hecho el 24 de agosto de 1828 en Auteuil, registrado por el cónsul general de España Pedro Ortiz de Zugasti651, tiene una gran importancia. Declara a su hija Carlota Luisa la única heredera de todos sus bienes: 2,5 millones de reales de vellón legados por su madre y su hermano; el palacio de Arenas, todas sus dependencias, fincas anexas y varias casas en el mismo pueblo; los considerables valores confundidos en la masa de bienes de Manuel Godoy; lo que la toque de la liquidación de los bienes de su hermano, que heredaron por mitad ella y su hermana María Luisa; varios capitales de censos enajenados por el duque de San 650 Belmonte y Leseduarte (2004), pp. 252 a 256. Citan como fuente documentación propia de los autores. Estos a utores hacen un estudio muy detallado de las circunstancias e conómi cas de Godoy en el exilio y de todos los procesos que llevó a cabo para intentar recuperar sus bienes. 651 A.H.P.M. Prot. 23957, ff. 209-215 v. Fue protocolizado el 20 de marzo de 1829. DomínguezFuentes (2002), T. I, p.151. 244 Fernando para emplearlos de otra manera. Recomienda a su hija que de todo crédito a las noticias que le de su administrador Tomás Linacero. Fig. 57. Partida de defunción de María Teresa Borbón Vallabriga, condesa de Chinchón. A.H.P.M., Prot. 23957, ff. 216. A su hermana lega la mitad de los objetos que están en manos de ésta que no son partibles; un brillante solitario que a la muerte de su madre ambas habían ofrecido a su hermano para que lo usase; un cuadro de Mengs representado a la Virgen que también fue legado de María Teresa Vallabriga; una bande- 245 ja de cristal de roca y otros objetos, entre los efectos propios y las escasísimas alhajas la que más le agrade para conservarla como memoria suya. Especialmente significativos son los párrafos que dedica a Tomás Linacero, hombre providencial para los hijos de don Luis, de los que no se había separado desde la llegada de los niños a Toledo y que sobreviviría a dos de sus pupilos. Declara su deuda con Linacero: “Su delicadeza no le ha permitido datarse desde luego de la decente cuota que debia abonársele; y aunque ahora mismo me ocupa de arreglar con él, cual deba ser esta asignación, con todo para el caso de no haberse hecho este arreglo me considero deudora para con él de 36.000 r.v. por el primer año de su administración”. Además en muestra de gratitud y afecto le asigna una pensión de por vida de 20.000 r.v. A Beizama, la mujer de Linacero, en caso de enviudar le da una pensión vitalicia de 6.000 r.v. y a la hija Sagrario Linacero hasta su establecimiento. Si esta última falleciese antes de los 25 años, la pensión pasará al hijo de Linacero hasta que alcance esa edad. Recomienda a Carlota que mantenga a Linacero como administrador por lo que le lega una pensión vitalicia de 6.000 r.v. anuales sobre el sueldo que le asigne. Señala mandas similares a las de Linacero para Vicente González Armas, su administrador en París, además de que tome de su biblioteca los libros que quiera. A su mujer una sortija de ópalo guarnecida de brillantes. También para Ana María Baltar de Gorbea, que ha pasado casi su vida a su lado una pensión de 40 r.v. diarios y, en caso de que falleciera pasaría a sus hijos, ahijados suyos, hasta su establecimiento. También a la niña María Teresa Gorbea hasta su establecimiento. Asigna 4.000 r.v. anuales a Juan Jacobo Gisolami “por el buen afecto con que me ha servido y del que reconozco y declaro aquí, para que nadie pueda perjudicarle, que estoy muy satisfecha”. Al resto de los criados, que la estén sirviendo en el momento de fallecer, dos anualidades de sus respectivos salarios. Nombra albaceas a Vicente González Armas, a su cuñado y a Tomás Linacero. El primero debe apoderarse de cuanto haya en la casa al fallecer de forma que nadie se mezcle con ello. Si se ha expuesto con más detalle del requerido lo establecido en el testamento es para poner de relieve sobre que personas y en que grado mostraba María Teresa su afecto. Salvo sus parientes más íntimos el resto son empleados y sirvientes, no hay mención a otros parientes, amigos o instituciones. ¿Es 246 muestra de su soledad y de una cierta amargura? Posiblemente. El especial transcurrir de su vida, niñez en Arenas, continuada en el aislamiento del convento de San Clemente, su mala adaptación a la vida cortesana y su posterior y agitado exilio no le han permitido crearse amistades de confianza, posiblemente sólo conocimientos superficiales aunque no hay que descartar su propio carácter, retraído y tímido. Cuando más adelante se exponga el testamento de María Luisa se notará la diferencia. Se solicitó el permiso de las autoridades francesas para trasladar el cadáver a España. Juntamente con él se enviaron los efectos personales, sus libros y sus cuadros. Carlota Luisa Godoy Borbón, su hija, la enterró en la capilla del Palacio de Boadilla, en un mausoleo, debido al escultor Valeriano Salvatierra, en donde se la representa en un busto de perfil y con la inscripción siguiente: D.O.M.S. A María Teresa de Borbón Condesa de Chinchón, hija de Luis, Infante de las Españas. A los 48 años murió en Paris, a ocho días de las calendas de Diciembre de 1828. Carolina Luisa, esposa del Príncipe Camilo Rúspoli, llena de tristeza la puso para su piadosísima madre. ¡Te saludo Alma Santa! En 1831 Carlota promueve expediente solicitando la mitad de los bienes embargados a su padre que completaban los adjudicados a su madre. Esto provocó el enfrentamiento y distanciamiento de su padre. Éste no dudó en escribir a su mortal enemigo Fernando VII diciéndole que querían confundirle con los datos aportados por Carlota. Aprovechaba para decirle que su hija se había casado sin su consentimiento652. Debió ser un trago muy amargo para el Príncipe de la Paz tener que rogarle al causante de su mala situación. Las cosas habían cambiado mucho desde la revuelta del Escorial. Frente a su hija y yerno salió perdedor, por lo que Godoy interpuso nuevas demandas. El alejamiento que todos estos procesos provocaron entre padre e hija parece se arregló, al menos aparentemente, en los últimos años de Godoy. Moriría en París el 4 de octubre de 1851, acompañado únicamente por su hijo Manuel, pues su esposa Josefa Tudó se encontraba en Madrid. Por supuesto, tampoco su hija Carlota estaba allí ya que se enteró sin tiempo para acudir. El 29 de septiembre de 1833 moría Fernando VII, lo que permitió la vuelta del exilio de muchos enemigos del rey fallecido. No se sabe con certeza cuándo regresaron los duques de San Fernando, si antes incluso que falleciese Fernando, pero parece evidente que en 1833 estaban ya en España, pues Joaquín Melgarejo prepara la documentación para incorporarse al Ilustre Estamento de Próceres, apadrinado por el marqués de Villanueva de Duero, conde de Villavieza. En la sesión de 3 de noviembre de 1833 era admitido, siéndole comunicada su admisión el 5 de ese mes. Gracias a la documentación que debió presentar podemos conocer sus rentas en ese momento. 652 Belmonte y Leseduarte (2004), pp. 266 y 271. 247 Fig. 58. Retrato de autor anónimo de María Luisa Borbón Vallabriga, perteneciente a la colección del Palacio de Velada. En Murcia y su jurisdicción, por las fincas urbanas y rústicas arrendadas y por las que cultiva por su cuenta, obtiene 124.414 reales de vellón (324.024 €) . En Cox 52.611 reales (137.020 €), en Orihuela 30.000 (78.132 €), en Monteagudo 58.640 (152.722), en Sangonera 6.000 (15.264 €), en Mirador 23. 370 (60.865 €) y en Roldán 1.872 (4.875 €), a lo que hay que añadir 8.577 (22.338) por una casa. Todo ello totaliza 305.484 reales de vellón anuales (795.602 €), de los que habría que descontar las contribuciones correspondientes. El duque se encuentra sometido a una larga y penosísima enfermedad que le mantiene en cama, lo que ha provocado que no haya hecho acto de presencia para el solemne juramento con posterioridad a haberle sido comunicada su admisión, de lo que se excusa en carta del 4 de agosto de 1834. Desgraciadamente no haría efectiva su pertenencia al Ilustre Estamento de Próceres, falle- 248 ciendo el 9 de abril de 1835, según comunica su mujer María Luisa al Presidente. La reina gobernadora fue informada, causándole “particular sentimiento”653. Fig. 59. Carta enviada por María Luisa Borbón Vallabriga al Presidente del Ilustre Estamento de Próceres, comunicándole el fallecimiento de su esposo. Fue enterrado en la sacristía de la capilla del Palacio de Boadilla, en un mausoleo en donde está juntamente con su esposa. El autor es Antonio Solá, que representó a la duquesa sentada, rodeando un busto de su esposo. En el largo epitafio puede leerse: “A Joaquín Melgarejo y Ávalos, Duque de San Fernando de Quiroga, miembro de primer orden de los grandes de España, honrado con el vellocino de oro y con los ornamentos de los caballeros de la Orden de Calatrava poseedor de la gran Cruz de la Orden de Carlos III, Consejero del Reino y ministro del Rey Fernando VII y General de la Guardia Real. Fue varón de altísima dignidad, gran 653 Senado. Departamento de Archivo, HIS-0409-01. 249 ejemplo de piedad y de religión de los pobres, creyente fervientísimo, cautivó a todos con su alegría y su amor al estudio. Vivió 55 años. Murió a cinco días de los idus de Abril del año 1835. María Luisa de Borbón, hija de Luis, Infante de las Españas, su esposa afligida por la defunción de su dulce esposo, en su memoria mandó hacer este monumento para guardar sus cenizas y que del mismo modo se una a las almas de aquellos que yacen en la tierra”654. Aunque la situación en que había quedado la duquesa de San Fernando no debía ser mala, el 31 de octubre de 1845 vendió 71 cuadros al marqués de Salamanca. En principio se habían seleccionado 79, que no sólo pertenecían a María Luisa sino también a su sobrina Carlota Luisa. Entre ellos había varios cuadros de Velázquez, pinturas y bocetos, Leonardo, Miguel Ángel, El Bosco, Ribera, Rubens, Murillo, Brueghel de Velours, Mengs, Zurbarán, Claudio Coello y Goya, dos marinas, sobre las cuales se volverá al tratar los cuadros del pintor aragonés. Con Carlota no debió llegar el marqués a ningún acuerdo, posiblemente por lo elevado de los precios, por lo que se quedó con 71 pinturas de María Luisa, a la que pagaría un millón de reales de vellón (2.604.400 €)655. Según se desprende del Inventario de los bienes de los duques de San Fernando, hecho a la muerte del duque, los mejores cuadros de la colección provenían de la del infante don Luis y al describirlos se suele citar muy a menudo el catálogo antiguo, que cabe suponer debía ser el de la colección del infante, y la existencia de la letra B (Boadilla) pintada sobre bastantes cuadros. Entre estos, además pinturas de los pintores citados en el párrafo anterior, podía contemplarse el retrato del infante don Luis por Mengs, del que hablará en su momento y el de Ferro que muestra al cardenal Borbón de niño y puede verse en la figura 32656. Desaparecido su marido cabe suponer que continuase el contacto de María Luisa Borbón con su sobrina Carlota, la única parienta directa que tenía. Los duques de San Fernando habían hecho testamento conjunto el 21 de febrero de 1824, poco antes de salir, con permiso de S.M., “al Reyno de Francia por una larga temporada”, en la que se nombraban herederos uno del otro y anulaban todas las disposiciones tomadas anteriormente. Posteriormente, el 6 de septiembre de 1840, María Luisa hace un nuevo testamento dejando herederos a su sobrina Carlota Luisa, la mitad de sus bienes, y a Alejandro Soler y Durán, que debía ser heredero a su vez del legatario Leandro Daoiz y Soler, tercio y quinto. Por lo que se refiere a las pinturas en la cláusula 6.ª dice 654 Olmedo (2002), p. 68. A.H.P.M. Prot. 25239, ff. 169-181v., segunda foliación. Domínguez-Fuentes (2002), T. I, pp. 153-154. 656 A.H.P.M. Prot. 24922, ff. 398-547v. 655 250 “Quiero y mando qe toda la Colección de Pinturas Sagradas y profanas que existen en mi casa y heredé de los Serenísimos Señores mis Padres y mi Hermano el Eminentísimo Sr Dn Luis María de Borbon Cardenal Arzobispo de Toledo ….. y otras adquiridas por mi excepto las que luego diré se sumarán a la colección qe tiene mi sobrina la Excma. Sra Condesa de Chinchón como única hija de mi muy amada difunta Hermana la Excma. Sra Da Mariateresa de Borbón y Vallabriga Condesa del mismo Titulo”. Pocos años después, tal como se ha dicho, vendió parte de su colección al marqués de Salamanca, por lo que hizo, el mismo día en que moriría, un codicilo en el que mantenía algunos de los legados señalados en su testamento, anulaba y rectificaba otros y aclaraba la situación en que había quedado su colección. “Declaro que las alhajas y colección de pinturas excepto los retratos de familia fueron vendidos por mi, y empleado su producto en acciones del banco Español de Sn fernando, y otras que aparecerán entre mis papeles y el importe de estas quiero se sumen a la masa general de bienes”. Mas adelante aclara “que la había vendido aunque quedaron varios cuadros de retratos de la familia y otros en cuya parte se conservó el legado”. También dejaba a Carlota Luisa, según la cláusula 31, dos bustos de mármol blanco de “Antonio Solá y los dos retratos de la testadora y su esposo para que vayan unidos a la colección de pinturas”. Contrariamente a lo que sucedió con el testamento de su hermana Maria Luisa señalaba legados a otros parientes y amigos. También se acordaba del convento de San Clemente de Toledo y en la 6.ª cláusula del testamento señalaba una manda de 20.000 reales de vellón y en la del mismo número del codicilo un cuadro que representa a la Virgen. El caudal existente, según las particiones ascendió, una vez restadas las bajas, a 4.890.191 reales de vellón y 12½ maravedíes. Entre sus bienes se citan dos casas en Aranjuez, los n.os 23 y 40 de la calle de San Antonio y los nos 38,39 y 40 de la de la del Almíbar, llamadas chica y grande, que había heredado de su hermano el cardenal, el cual las había comprado en 1818. Se dice también que la cuarta parte del expolio, por R. O. de 28 de junio de 1828, se lo habían adjudicado a su hermana y a ella657. 657 Toda la información aquí transcrita sobre los bienes de la condesa de Chinchón y los duques de San Fernando, provienen de: Testamento de la duquesa de San Fernando, A.H.P.M., Prot. 25362, ff.608 -630; Particiones de los bienes de la duquesa de Chinchón, A.H.P.M., Prot. 25769, ff. 69 y ss.; Testamento de los duques de San Fernando, A.H.P.M., Prot. 24922, ff. 385-389v.; Inventario de los bienes de los duques de San Fernando, Prot. 24922, ff. 398-547v.; Testamento de María Teresa Borbón Vallabriga, A.H.P.M., Prot. 23957, ff. 209-215v. 251 María Luisa Borbón Vallabriga moriría en Madrid el 1 de diciembre de 1846 en su casa, conocida como casa de Guadalcázar, en la calle Ancha de San Bernardo. La circunstancia de que su tía no tuviese hijos, el ser la única heredera de su madre y que los bienes de su tío le llegasen de forma indirecta por su madre y tía, convirtió a Carlota Godoy Borbón en la única poseedora de los cuadros de Goya de carácter familiar que aquí se estudian, con la excepción de los que habían desaparecido o sido robados. A pesar de de los contenciosos que había mantenido Carlota Godoy, en estas fechas condesa de Chinchón, con su padre, con respecto a los bienes que la correspondían por la herencia de su madre, no duda, en 1855, en presentar ante las Cortes Constituyentes una “exposición” “en defensa de la honra de su difunto padre” refutando otras exposiciones, presentadas al congreso y publicadas en los periódicos, por un tal José Prat. 252 Capítulo IV Los cuadros pintados por Goya para don Luis y sus hijos Los cuadros pintados por Goya para el infante don Luis Se ha especulado si el contacto entre el infante don Luis y Goya se hizo a través de Floridablanca658, a quien había retratado el pintor en 1783, o por medio de Ventura Rodríguez659. Más plausible es la explicación dada por Arnáiz660. Goya tenía un amigo, Marcos del Campo y Haza, familiar661 del infante, a quien presentó a su cuñada María Matea Bayeu. Este conocimiento terminó en boda, de la cual, el propio artista, según dice en carta a Zapater, se consideraba “instrumento y motor”662. La boda se celebró el 1 de marzo de 1783, siendo el pintor testigo por parte de la novia. Marcos tenía un hermano, Francisco, que, como ya se ha dicho en páginas anteriores, era secretario, gentilhombre y guardarropía de María Teresa Vallabriga. Arnáiz apunta: “… hubo de ser sin duda alguna lo que facilitó el que Goya llegara al cúmulo familiar del infante, bien llamado por éste – lo que no parece probable ya que hubiese dado la noticia a Zapater o quizá y es más lógico, mediante una visita a sus nuevos cuñados en la que Francisco del Campo, factotum en el palacio de Arenas, le presentó a D. Luis”663. La explicación parece del todo convincente. Si se produjo la visita, debió ser anterior al viaje que Goya hace en el verano de ese año, para permanecer un mes entero en Arenas realizando diversos trabajos para el infante, que se detallarán de inmediato. Extraña que no haya comunicado a Zapater el viaje y no digamos el conocimiento del infante, pero es posible que se lo comunicase y no se conserven las cartas. Si el mencionado viaje fue el que se convirtió en la estancia del verano, resulta difícil de creer, pues no parece lógico que Goya, para una visita a su cuñada, se desplace con telas, caballetes, pigmentos, etc., ya que cabe suponer que nada de esto había en Arenas y además, en caso de ese viaje previo es seguro iría acompañado de su mujer. Si hubo algún contacto solici- 658 659 660 661 662 663 Gassier, P., Wilson, J. (1970), p. 60; Gassier (1979), p. 10. Beruete (1924), p. 269; López-Rey (1947), 14; Gudiol (1970), p. 54. Sambricio (1946), p. 26; Gudiol (1970), nota 30, p. 54. Criado o sirviente. Goya (2003), carta 42, p. 146. Arnaiz (1996), p. 20. 253 tando la presencia de Goya pudo ser epistolar o a través de algún servidor del infante que se hubiese trasladado a la corte. Caso de que Goya no conociese a Francisco del Campo debió tener contacto con él en la boda, cosa que al pintor le interesaba mucho, pues no podía desconocer el puesto que ocupaba el hermano de su amigo en Arenas. Incluso, cabe pensar le mencionase el retrato que había hecho a Floridablanca y le insinuase la posibilidad de realizar algún trabajo en Arenas. ¿Surgió la oportunidad de que del Campo hablase de Goya al infante y a María Teresa o se mencionó la necesidad por parte de estos de un pintor y Francisco, aprovechando la oportunidad, le citase así como su reciente retrato del ministro? No hay que descartarlo, pero fuese como fuese en el verano de 1783 Goya se instaló en Arenas durante un cierto tiempo. La estancia en Arenas la conocemos por una carta de Goya a Zapater de 20 de septiembre de ese año. “Querido Hijo mío acabo de llegar de Arenas y muy cansado. Su Alteza me a hecho mil onores, he hecho su retrato, el de su señora y niño y niña con un aplauso inesperado por aber hido ya otros pintores y no aber acertado a esto: He salido dos bezes a caza con su Alteza y tira muy bien y la ultima tarde me dijo sobre tirar a un conejo este pintamonas es aun mas aficionado que yo. He estado un mes continuamente con estos Señores y son unos angeles, me an regalado mil duros y una bata para mi mujer toda de plata y oro que bale treinta mil reales664, según me dijeron alli los guarda ropas. Y an sentido tanto que me aya ido que no se podian despedir del sentimiento y con las condiciones que abia de volver lo menos todos los años. Si te pudiera yo decir por menos las circunstancias y lo que alli a ocurrido sé que tendrías mucho gozo pero no puedo estoy reventado de coche que por orden de su Alteza me an traído”. Más adelante continúa “Esto resérvatelo porque no está aun despachado y es que he merecido de su Alteza le dé una capellania de Chinchón a Camilo665 conque no falta entender la gracia para tomar posesion a Dios hijo mio no puedo mas”.666 Esta carta debió de ser escrita el mismo día de su llegada a Madrid o al día siguiente, como parece indicarlo la referencia que hace Goya a lo cansado 664 A Gudiol el pago le parece pobre “unos pocos reales” y una bata cuyo precio no era tan elevado como le dijeron a Goya. Gudiol (1970), p. 55. 665 Se trata de Camilo Goya, el hermano del pintor. 666 Goya (2003), carta 20.9.1783, p. 158 254 que se encuentra. Como el mismo indica que su estancia en Arenas fue de un mes, parece probable que llegase allí a mediados de agosto. En realidad se desconoce la fecha exacta pero por datos extraídos de los cuadros, de los que se tratará en detalle al abordar cada uno de ellos, el 27 de agosto pinta un retrato de la esposa del infante. ¿Cómo se gestó el viaje? Nada se sabe. En la correspondencia con Zapater, entre esta carta y la mencionada anteriormente se conservan dos, de fechas de 26 de abril y 9 de julio, en las que nada se dice de un posible contacto con el infante y su viaje a Arenas. Resulta extraño que Goya no le comunicase tan importante hecho, por lo cual hay que suponer, como ya se ha dicho, que hayan existido cartas que han sido destruidas o se desconoce su paradero. No cabe extrañarse de la cariñosa acogida a Goya. Como ya ha habido ocasión de comentar, las visitas a Arenas no debían de ser frecuentes y cualquier personaje llegado de la corte, que pudiese aportar noticias era bien recibido. Goya, por su trabajo, se movía en los círculos que eran cercanos a las personas conocidas por el infante y podía dar cuenta de su vida y hechos. Además, con Goya no se producían las tensiones que con otros visitantes de la nobleza, alguno de los cuales mantenía una actitud distante hacia la esposa de don Luis, como ya ha habido ocasión de comentar. Al verano siguiente, 1784, Goya vuelve a Arenas. La estancia debió tener lugar entre el 2 de julio y 13 de octubre, según se desprende de sendas cartas a Zapater de esas fechas, en la primera le dice va ir a Arenas y en la segunda le comunica está de regreso. Posiblemente va a entregar un cuadro ecuestre de María Teresa Vallabriga y a pintar o rematar la pintura colectiva conocida como La familia del infante don Luis. Según dice en la última de las cartas mencionadas ha cobrado 30.000 reales (78.132 €) por ellos. Los cuadros, en que Goya plasmó a los miembros de la familia del infante, pueden dividirse en dos grandes grupos: los realizados en Arenas en los años 1783-1784 y por tanto son encargos de don Luis, y los retratos de los hijos del infante pintados hacia 1800, muy posteriores a la muerte del infante. Los primeros parece son catorce667 incluyendo bocetos y repeticiones, sin tener en cuenta algunos que durante tiempo le han sido adjudicados al pintor aragonés, de los que sin embargo también se tratará, ni alguno mencionado en algunos 667 Viñaza señala 16 e incluye también como de mano de Goya el del infante en traje de gala de Mengs y el que según su descripción pudiera ser el de González Ruiz (Fig. 13), pero no menciona los bocetos del ecuestre de María Teresa Vallabriga y de La familia y el retrato del cardenal Luis María de la colecci ón de Casa Torres. Tormo habla que en Boadilla, cuando visitó el Palacio, había 11. En el catálogo de Gassier aparecen señalados quince, números 152 a 166, de los cuales diez los fecha en 1783, tres entre 1783-84 y dos en 1784. No se incluye la miniatura sobre marfil del Palacio Real de Madrid. Tejero (1986), p. 234, cita dos cuadros de Goya totalmente desconocidos y que no menciona ningún otr o autor: un retrato de María Lui sa de meses, existente en una colección particular de Madrid y un retrato de don Luis, sentado mirando de frente, que dice está en la colección Rúspoli en Florencia. 255 catálogos, que son de dudosa existencia. Aunque, como ha señalado Junquera668, resulta muy difícil determinar la totalidad de esos cuadros. Algunos, no todos, son mencionados en la testamentaría de don Luis y su hija María Luisa, mientras que otros aparecen en las relaciones de los cuadros depositados en el Palacio de Boadilla. Si a esto se añaden descripciones confusas en las relaciones y la existencia de copias y borrones, se comprende que la ambigüedad es mucha. Además hay que considerar que las medidas que se dan, incluso en publicaciones muy recientes, no concuerdan entre sí y en algunos casos se confunden las medidas del original con las de las copias. El hecho de que varios cuadros se encuentren en colecciones particulares imposibilita, en algunos casos, comprobar las medidas que se dan en los trabajos y catálogos. El conjunto de cuadros pintados en 1800 son seis sin incluir el dudoso busto de un cardenal Borbón. Para estos cuadros se da una circunstancia curiosa: todos ellos, posiblemente con la excepción del retrato de Luis María Borbón Vallabriga de la Iglesia de Monserrat de Roma, terminan en manos de una persona: Carlota Godoy Borbón, la hija de la condesa de Chinchón, ya que se convierte en heredera de sus padres y sus tíos los duques de San Fernando al carecer éstos de hijos. Por otra parte, su tío, el mencionado cardenal, debió renunciar a los cuadros que le correspondían por herencia al ser elegido arzobispo de Toledo. El hecho es que casi todos los cuadros que aquí se analizan debían encontrarse en el Palacio de Boadilla o en otros edificios pertenecientes a la nieta de don Luis. A la muerte de éste los cuadros que poseía de Goya se repartieron entre su mujer y sus hijos, incluso alguno, como se dirá al analizarlos, debían ser propiedad de María Teresa Vallabriga que se los llevó a Zaragoza cuando se traslada allí desde Arenas. Los de los hijos, mientras permanecieron en Toledo, debieron estar depositados en Boadilla, pasando a cada hija, al casarse, los que les correspondían. Es evidente que aunque las obras de Arenas denotan la mano de un gran pintor, Goya no ha llegado al cenit de su genio; podría decirse incluso que algunas de las obras no son muy buenas. Si Goya hubiese muerto inmediatamente después de pintar los cuadros para el infante, es evidente que no ocuparía el puesto que ocupa en la historia de la Pintura. Afirmar que don Luis de Borbón fue el descubridor del genio de Goya669 parece exagerado. Cuando el pintor acude a Arenas es miembro de la Academia, ha pintado los frescos del Pilar de Zaragoza, ha sido uno de los pintores elegidos para decorar San Francisco el Grande e incluso ya ha pintado al conde de Floridablanca. Es decir, Goya es un artista reconocido aunque no ha dado muestras de todo lo que lleva dentro. Por tanto, parece algo exagerado lo que dice Peña a raíz de la muerte del infante: “A Goya se le esfumaba de golpe la seguridad y la tranquilidad nacientes de haber congeniado con un protector de altura, nada 668 669 Junquera (1996b), pp.112-113. Lavalle (1996), p. 63. 256 menos que el hermano del rey, persona cultivada que le abría un gran abanico de posibilidades y a través del que conoció personas relevantes del momento”670 Respecto al primer grupo de cuadros, los de los años 1783-1784, es muy interesante el juicio emitido por Gudiol: “Naturalmente, la inexperiencia de Goya en el género retratístico había de aparecer en ocasiones y, teniendo en cuenta el nivel normal de la obra goyesca, no todos los retratos sostienen de una manera satisfactoria una crítica implacable y fría. Pero su misma espontaneidad y la rapidez obligada del tiempo de trabajo, puesto que intercalaba partidas de caza con el príncipe, le sugiere caminos nuevos, inéditas relaciones de luz y de color, lozanías de calidad que utilizará en el futuro. Si comparamos estos retratos, rezumantes de ingenuidad, que culminan en la gran obra del Retrato de familia, con los personajes de los cartones, veremos un aumento de notable vitalidad creadora, signo de la recuperación creciente del artista. Vemos también en estas obras el valor que da a los ojos, a las miradas, que en obras posteriores llegarán a tener una fuerza extraordinaria, reconocida al punto de pasar a ser un tópico goyesco. En sus retratos de 1784, le hallamos ya perfectamente asentado en el trabajo del género. Ha perfeccionado su fórmula, tomando un punto de vista bastante próximo al personaje, lo que le permite satisfacer a la vez dos de sus tendencias: el interés por la estructura de la materia y la atención a lo humano. De lo dicho se desprende que Goya buscó en los retratos el modo de satisfacer sus impulsos pictóricos personales, con independencia del goce artístico que pudiera extraerse de su victoria sobre los problemas planteados por cada efigie a plasmar. Estos valores aparecerán en la inmensa mayoría de retratos que, con más o menos continuidad, se desenvolverán en adelante, paralelamente a las obras de otros tipos y géneros”671. En lo que sigue se hará un análisis de cada uno de los cuadros, indicando su soporte, medidas, itinerario seguido hasta su ubicación actual, exposiciones en las que se ha exhibido y opiniones emitidas por los especialistas más relevantes, teniendo en cuenta las limitaciones antes mencionadas. 670 Peña (1996), p. 47. Hay que insistir en lo dicho, de que Goya no era un pintor desconocido y lo de relacionarle con otr os posibles clientes parece algo difí cil dada la si tuación del infante en Arenas. No documenta de que personas relevantes habla. 671 Gudiol (1970), pp. 62-63. 257 Los retratos de perfil del infante don Luis y de su esposa Se trata de parejas de retratos de perfil del infante don Luis y su esposa, con estilo de boceto y de hecho el del infante sirvió para pintar el cuadro más importante de los que hizo en sus dos estancias en Arenas en los veranos de 1783 y 1784, La familia del Infante don Luis. De estos retratos hay varias versiones lo que ha motivado cierta confusión, a lo que ha contribuido el que unos sean óleos sobre lienzos y otros estén pintados en tela sobre tabla. Actualmente, los que se conocen, están ubicados en los siguientes sitios: 1.º Retrato de perfil del infante. Óleo sobre lienzo en tabla. Colección de la familia Rúspoli. 48,5x32 cm. 2.º Retrato de perfil del infante. Óleo sobre lienzo. Colección de la marquesa de Casa Pontejos. 42x37cm. 3.º Retrato de perfil de Maria Teresa Vallabriga. Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. 48x39,6 cm. 4.º Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Óleo sobre lienzo. Colección de la marquesa de Casa Pontejos. 43x37 cm. Parece clara la trayectoria seguida por los números 1 y 3 desde que fueron pintados hasta su ubicación actual. En la testamentaría del infante don Luis se adjudicaron a María Teresa Vallabriga y de ésta a su hija María Teresa y, posteriormente, a su nieta Carlota Godoy, siguiendo en la familia Rúspoli, el del infante hasta la actualidad y el de Mar ía Teresa Vallabriga hasta que fue vendido por los marqueses de Acapulco, estando en su poder por ser la marquesa miembro de la citada familia. No es tan sencilla la trayectoria seguida por los números 3 y 4. La poseedora actual, la marquesa de Casa Pontejos es una descendiente de Carlota Godoy por parte de su madre Rosalía Rúspoli Caro, y, por tanto, el camino seguido por este par de cuadros debió ser el mismo que los anteriores. En el inventario de bienes hecho a la muerte de duque de San Fernando, el marido de María Luisa, de fecha 10 de abril de 1835, en el apartado de cuadros se citan dos retratos de perfil del infante y su esposa: “n.º 7. Tela. 21 pulgadas de alto y 18 pulgadas de ancho (aproximadamente 48,3x41,4 cm.). Retrato del infante Don Luis Jaime de Borbón Farnesio. Perfil. Goya. N.º 8 Lienzo. 21 pulgadas de alto y 18 pulgadas de ancho. Retrato de María Teresa Vallabriga con un peinador en aptitud de irse a peinar. Goya.”672 672 A.H.P.M. Prot. 24922. 258 Estos cuadros, en el testamento de María Luisa Borbón Vallabriga, se legan a su primo Mariano Villalpando, marqués de Torre Secas, pariente por línea materna. En el testamento otorgado el 6 de septiembre de 1840, en la manda n.º 11 puede leerse: “11. A mi querido Primo Dn Mariano de Villalpando conde de Torres Secas le dejo los dos retratos de mi Papá y mi Mamá de perfil hechos por Goya”. Esto se ratifica en las particiones de 21 de febrero de 1854 y en la cláusula 23 en donde se cita a Mariano Villalpando como legatario de esos cuadros. Según datos proporcionados por la marquesa de Pontejos, los cuadros que poseen proceden de la familia Rúspoli y las medidas coinciden aproximadamente con las señaladas en el inventario de los duques de San Fernando. Esto plantea varios interrogantes: ¿Existe otra copia más de los cuadros que hereda Mariano Villalpando? Si es así ¿dónde están los cuadros? Si no existe otra copia ¿no llegaron a poder del conde de Torres Secas los cuadros mencionados?, ¿se los cambió por otros cuadros a Carlota Godoy?, ¿se los vendió? Domínguez al hablar de estos cuadros mezcla los datos de manera que resulta difícil llegar a saber de cual está hablando. Así el n.º 53 de su catálogo, n.º 1 de este libro, un óleo sobre tabla, dice lo hereda María Luisa en 1820, se supone que de su madre, pero lo deja en el Palacio de Boadilla hasta 1826, ya que figura en el inventario de ese año. Añade se menciona en el inventario de los bienes de los duques de San Fernando, cuando allí se habla de un lienzo, luego no pude tratarse del mismo cuadro. Opina lo hereda Carlota Godoy, pero, tal como se ha dicho, la duquesa de San Fernando lo legó a su primo Mariano Villalpando. Finalmente concluye diciendo que no debe confundirse con otros dos, nos 226 y 243 del inventario de 1886673 y añade se conservan en la colección de Casa Pontejos y la colección Rúspoli de Florencia. Como puede apreciarse los datos aportados no responden a las interrogantes anteriormente planteadas sino todo lo contrario: ahora habría cuatro versiones del perfil del infante, la de la colección Rúspoli, la perteneciente a la marquesa de Casa Pontejos, la heredada por Mariano Villalpando y la existente en Florencia. Los intentos de averiguar algo sobre los cuadros que habría heredado el conde de Torres Secas han sido infructuosos. El actual poseedor del título no sabe nada de esos cuadros, cosa que no puede extrañar teniendo en cuenta no ha existido una transmisión en línea directa lo que hace muy difícil analizar la trayectoria seguida por los cuadros. 1 Retrato de perfil del infante Don Luis (Colección del Duque de Sueca) 673 En realidad dice que el inventario es de 1888, algo difícil si se tiene en cuenta que lo menciona el conde de la Viñaza en su obra sobre Goya, editada en 1887. 259 Se trata de un óleo en lienzo sobre tabla de 48,5 x 32 cm.674. Perteneciente a la colección del duque de Sueca, al que pasó por sucesivas herencias desde el infante. En una etiqueta sobre cartón, que estaba adherida al cuadro, puede leerse, en letra que no parece la del pintor: RETRATO DEL SERENISSIMO/ SEÑOR YNFANTE DON LUIS ANTONIO / JAYME DE BORBÓN / QUE DE 9 A 12 DE LA MAÑANA DÍA 11 DE SPET RE / DEL AÑO DE 1783 / HACÍA DON FRANCISCO DE GOYA. Se ha exhibido, al menos, Madrid, 1961, n.º 30, donde se dice que se expone por primera vez; París 1961-62, n.º 19; Lugano, 1986, n.º 7; Madrid, 198889, n.º 6; Venecia, 1989, n.º 23; Madrid, 1996, n.º 62; Zaragoza, 1996b, n.º 21; Parma 2006, n.º 25. Fig. 60. Goya. Retrato del infante don Luis. Colección del Duque de Sueca. 674 Es la medida que se le adjudica en el catálogo de la exposi ción “Goya. 250 aniversario”, p. 343. Los de las exposiciones “Carlos III y la ilustración” y “Goya en las colecciones madrileñas”, lo suponen óleo sobre lienzo-tabla y le dan 42x35 , al igual que las de Madrid 1961, Lugano 1986 y Venecia 1989; es la misma medida que le dan Viñaza, Lafond, Loga, Beruete, Mayer, Desparmet, Gudiol, De Angelis, Camón, Peña y la exposición de París 1961-62. En la testamentaría de don Luis, según Arnáiz (1996), se cita 48,72 x 41,76 (medidas transformadas por el autor) y el soporte es tela. Gassier/Wilson 43x37 y Morales, 46x37; la exposi ción de Zaragoza de 1996b habla de 49x40. 260 Arnáiz dice que se cita en la testamentaría de don Luis de la siguiente manera: “Un cuadro pintado sobre tela de veintiuna pulgadas de alto y dieciocho de ancho representando el retrato del Srm.o Sr. Infante Don Luis Jaime de Borbón cuando era anciano: está de perfil y es cuadro que mejor ha acabado su autor Don Francisco de Goya”.675 En la del Duque de San Fernando figura con el n.º 7, aunque a la muerte del infante se había adjudicado a su esposa. En el catálogo de las pinturas existentes en el Palacio de Boadilla de 1886 figura con el n.º 34. De este cuadro algunos autores676 citan copias en las colecciones del marqués de Miraflores y la del marqués de Casa Pontejos. Realmente se trata de una equivocación ya que el marqués de Miraflores era también marqués de Casa Pontejos. Por tanto, sólo hay dos versiones del retrato de perfil del infante don Luis, la que analizamos en este apartado y la que se hará en el siguiente con el n.º 2. Camón muestra dos buenas reproducciones de los retratos, desgraciadamente no son en color. Además de notarse diferencias apreciables entre ambos, el segundo muestra en el ángulo inferior derecho (según el espectador) el número 226677. El cuadro aquí analizado siempre se ha mantenido en la colección de los duques de Sueca. De Carlota Godoy pasó a su hijo Adolfo Rúspoli Godoy y los sucesivos herederos estando hoy en poder del actual duque de Sueca Carlos Oswaldo Rúspoli y Morenés678. Luna dice que se encuentra en magnífico estado de conservación. El infante se muestra como un hombre avejentado, tiene 56 años, con rictus algo amargo. Es un buen retrato pero sin alcanzar la perfección que mostrarán los retratos de periodos posteriores. El infante porta, al parecer, la Orden de Carlos III, la banda en azul y blanco la identifica, así como el Toisón de Oro, reconocible por el cordón rojo. El obscuro y neutro fondo permite destaque el rostro y su vestimenta. Beruete hace una crítica muy negativa de este cuadro: “… es un retrato vulgar, de ejecución tosca y de muy escaso mérito”.679 675 Testamentaría de don Luis, ff. 128 y 638. Citado por Arnáiz, nota 36. Peña dice no figura en la testamentaría, pues por tratarse de un cuadro de valor sentimental quedaba como propiedad del heredero con más derecho, en este caso la viuda. La confusión entre éste y el n.º 2 puede dar lugar a estas contradicci ones entre los estudiosos. 676 Luna (1996), p. 343. 677 Camón (1980), T. I, p. 268. 678 Según información de Enrique Rúspoli Morenés aunque se cita en una colecci ón determinada, los cuadros de Goya dado su valor se consideraron siempre como bien pro indiviso de la familia. Conviene recordar esto al hablar del resto de los cuadros. 679 Beruete (1915), p. 22. 261 Camón, a quien las tres horas de trabajo no le parece una rapidez excesiva, describe el cuadro de la siguiente manera: “Aparece de perfil y con gran acuidad expresa la psicología de este infante: rasgos flojos, blanda carnación, boca entreabierta, revelando bondad y falta de carácter. Los toques son muy sueltos en la corbata.680” Luna dice que se trata de un estudio preparatorio para el gran cuadro de La familia de don Luis681, cosa que parece evidente observando, el mencionado cuadro. Podría aventurarse si la otra versión no sería el borrón del gran cuadro familiar que también hubiese servido para ejecutar el que aquí se comenta, con un carácter más definitivo que el de simple boceto. Podría ocurrir que complacido el infante por tal boceto solicitase de Goya un retrato que fuese éste. En el Palacio Real de Madrid, en el salón de Armas, existe una miniatura, acuarela sobre marfil, de 5,5x8,8 cm., atribuida a Goya, que es copia de este cuadro. Según la información del Patrimonio Nacional, el estado de conservación es regular. En una pegatina existente en el reverso, con letra del siglo XVIII se lee: simo Infante D. Luis de Borbón. Goya. Fig. 61. Goya (Atribuido). Infante D. Luis de Borbón y Farnesio. Acuarela sobre marfil. Palacio Real de Madrid. Salón de Armas. Número de inventario 10002893 680 681 Camón (1980), p. 151. Luna (1996), p. 343. También Arnáiz opina de la misma manera. 262 2 Retrato de perfil del infante don Luis (Colección de la Marquesa de Pontejos) Óleo sobre lienzo, de 42x37 cm.682, perteneciente al marqués de Miraflores. Es réplica del anterior y a éste parece más probable adjudicarle el carácter de borrón para La familia del infante don Luis. Fig. 62. Retrato del infante don Luis. Colección de la Marquesa de Casa Pontejos. En la relación de los cuadros de Boadilla de 1886 figura con el 226 y en Viñaza con el XXXIV. De Carlota Godoy pasó a su hijo Adolfo Rúspoli y de éste a Carlos Rúspoli Álvarez de Toledo, a cuya muerte fue heredado por su hija Rosalía Rúspoli Caro casada con Alonso Álvarez de Toledo, marqués de Miraflores y Casa Pontejos. Actualmente se encuentra en poder de María Rosario Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Pontejos, hija de los anteriores. Al contrario de lo que ocurre con el cuadro comentado anteriormente, no parece se haya exhibido o al menos no se han conseguido datos que lo indiquen. Beruete no menciona esta copia, al igual que Gassier/Wilson y Morales. Arnáiz dice refiriéndose a los cuadros en tabla del infante y de su esposa, que “parecen existir otros dos ejemplares, cuya documentación no se explicita en los inventarios ni en las hijuelas”683. 682 Es la medida que le adjudican la mayoría de los catálogos generales, Viñaza, Gudiol, De Angelis y Camón; Lafond le atribuye 42x35. 683 Arnáiz (1996), p. 26. 263 Camón, que es de los pocos que muestran reproducción de este cuadro, dice que esta réplica está más trabajada que la de la colección del duque de Sueca.684 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga (Museo del Prado) Fig. 63. Retrato de María Teresa de Vallabriga. Museo del Prado. N.º catálogo P07695. Se trata de un retrato de perfil, óleo sobre tabla, perteneciente al Museo del Prado, de 48 x 39,6 cm.685 y su número de catálogo es P07695. En el reverso aparecía, en una etiqueta de cartón, la siguiente inscripción: RETRATO DE DOÑA MARÍA TERESA DE VALLABRIGA/ ESPOSA DEL SERMO SEÑOR YNFANTE / DE ESPAÑA DN LUIS ANTONIO / JAIME DE BORBÓN / QUE DE 11 A 12 DE MAÑANA EN EL DÍA/ 27 DE AGOSTO EL AÑO DE 1783 HACIA / DN FRANCISCO DE GOYA. Esta inscripción, a la que se hizo referencia, junto a las que hay en otros cuadros, en párrafos anteriores, nos permite 684 Camón (1980), p. 151. Estas medidas son las que proporciona el Museo del Prado al público y figuran en la guía de la pintura española del XVIII del Museo del Prado, aunque en el inventario de 1996 figura 48x39,5; son las que se dan en el catálogo de la subasta de Sotheby´s en 1985 y en el de la exposición de Madrid 2001-02, en el Prado, en De Angelis y Gassier/Wilson; en la exposición de Madrid de 1996, también en el Prado, figuran 47,5x39 cm.; Viñaza, Lafond, Loga, Mayer, Desparmet, Camón, y Gudiol 42x35; Morales 58x39. Moreno de las Heras (1997) 45,5 x 39 cm. 42x37 dicen los catálogos de la exposición de Madrid de 1961 y París 1961-62. 685 264 aproximar la fecha de llegada de Goya a Arenas. Evidentemente tuvo que ser antes de esta fecha. Se cita en la testamentaría de don Luis como adjudicado a María Teresa Vallabriga. “Otro que representa el retrato de la M. Y. S. D.a Maria Teresa Vallabriga pintado de perfil en tabla con marco dorado y cristal en dos mil rls.” Arnáiz dice que se menciona en la testamentaría del Duque de San Fernando con el n.º 8, pero lo que se describe es un óleo en lienzo, por lo que cabe suponer se trata de la réplica que se abordará en el apartado siguiente. En el inventario de los cuadros de Boadilla de 1886 aparece con el número 44. Perteneció al infante don Luis, a la nieta de éste Carlota Godoy, de la que pasa a su hijo Adolfo Rúspoli y al de éste Carlos Rúspoli de quien lo hereda su hija María Encarnación Rúspoli Caro, casada Mariano Del Prado O´Neill, marqués de Acapulco (exposición de Madrid de 1961 y París 1961-62). Algún autor cita como poseedor siguiente al marqués de Caicedo, pero de Mariano Del Prado, que también poseía este título. Lo hereda la hija de ambos Carmen Del Prado Rúspoli, casada con Antonio Zaldo Muriedas, por lo cual Gassier en 1979 lo cita en la colección Zaldo. El 27 de febrero de 1985, se subasta en Sotheby´s, siendo adquirido por un coleccionista. Posteriormente aparece en posesión de Bankinter que lo cede al Museo del Prado en 1996 como pago de una deuda tributaria686. Ha figurado al menos en las exposiciones siguientes; Madrid 1961, n.º 46; París 1961-62, n.º 20; Madrid 1985, n.º 38; Madrid 1996, n.º 63; Zaragoza 1996b, n.º 20; Madrid 2001-02, n.º 28; Washington 2002, n.º 23; Parma, 2006, n.º 26687. Se trata del cuadro que hace pareja con el n.º 1 del infante. Ambos tienen tamaños similares y las posicione adoptadas hacen que los retratados se miren de frente. Doña María Teresa aparece tocada con un chal blanco y su pelo anudado con un lazo azul. El fondo obscuro, al igual que ocurre con el retrato del infante, hace destacar el rostro, pelo y vestido de la modelo. Más sobriedad no se puede pedir. Posiblemente es el retrato de María Teresa en el que mejor queda reflejada su belleza. Al igual que se ha dicho con respecto al de su marido, 686 Moreno de las Heras (1996), p. 343. En el Inventario del Museo del Prado de 1996 aparece con el n.º 2376; fue aceptado por acuerdo del Real Patronato el 26.VI. 1995, ingresando en el museo el 20.VIII.1995. Resulta raro que en el mismo año esté en manos de dos miembros de la misma familia. Pudo ocurrir que el duque de Sueca se lo regalase o vendiese a su cuñado Mariano Prado, marqués de Acapulco. No hay que descartar se confunda con el cuadro siguiente. 687 Tomlinson (2001-02), p. 330. En el catálogo de la exposici ón de Madrid de 1996, en la fi cha debida a Luna, y en el de la exposición de Zaragoza 1996b, debida a Fortín, se cita una exhibición en Madrid en 1985, en la que colgó este cuadro con el n.º 38. No hubo tal exposición. Se trata de la subasta de Sotheby´s de 27.II.1985, en la que esta obra salió con tal número. 265 cabe la posibilidad de que el borrón fuese la copia en lienzo (n.º 4) y éste se tratase de un cuadro de mayor calidad, pero esto no pasa de meras suposiciones al no existir documentación que lo avale. Moreno de las Heras dice que el estado de conservación es malo y ha sufrido mucho. Se aprecian desgastes e incluso se ha reconstruido una acción con un elemento agudo como si se hubiera intentado destruir la cara de María Teresa688. La misma autora señala la existencia de una copia de este cuadro en la colección Miraflores, de mayor tamaño, que es un estudio para La familia del infante don Luis689. En 1997 al hablar de este retrato afirmaba “Se ha dicho que esta obra es un estudio, pero no se conoce ningún retrato de María Teresa de Vallabriga de este año que aparezca de perfil”690. A Beruete no le complacía mucho al igual que le ocurría con el retrato del infante pareja de éste. “Cabeza de perfil, en tabla y tan tosca como la anterior (el del infante, n.º 1) de D.a María Teresa Vallabriga”. Más adelante continúa “Uno y otro de estos dos retratos, pintados el primero en tres horas y el segundo en una y de interés tan secundario, no son sino estudios para el cuadro grande (se refiere a La familia), aun cuando el de Da María Teresa no esté en la misma posición que la que ofrece en la obra definitiva.”691 Sambricio, en el catálogo de la exposición de 1961, al referirse al que nos ocupa dice que se trata de un estudio para La familia del infante don Luis, pero “que fue desechado por su tosca ejecución y escaso mérito, al modificar la posición de Doña María Teresa de Vallabriga en el cuadro, pues casi de frente se halla en éste, mirando al espectador. Una réplica en lienzo de este boceto se conserva en la colección del Duque de Sueca …”692. Es posible que el cuadro sea un boceto pero tiene una cierta calidad y su ejecución no puede afirmarse rotundamente sea tosca. Goya debió utilizarlo, o 688 Moreno de las Heras (1996), p. 344. No se sabe bien a que cuadro se refiere, pudiera tratarse de cuadro de la colección privada de México, el n.º 5 de los que aquí se estudian. 690 Moreno de las Heras (1997), p. 115. 691 Beruete (1915), pp. 22-23. 692 Sambricio (1961), pp. 65-66. 689 266 la copia de la colección de la marquesa de Casa Pontejos, en el boceto y cuadro ecuestre de la mujer del infante. 4 Retrato de perfil de Doña María Teresa Vallabriga (Colección de la Marquesa de Pontejos) Réplica del anterior. Óleo sobre lienzo de 42x37693 cm., perteneciente a la Marquesa de Casa Pontejos. No parece se haya expuesto. La trayectoria seguida por este cuadro es la misma que la del n.º 2, el retrato de perfil del infante don Luis, con el que posiblemente formaba pareja. Camón muestra este retrato694 juntamente con el anterior, lo que permite advertir las diferencias. Desgraciadamente no es en color. Desparmet duda “de su autenticidad (como obra de Goya), aunque haya sido clasificada como auténtica por el conde de la Viñaza.” Es el único especialista que manifiesta esta circunstancia. Fig. 64. Retrato de María Teresa Vallabriga. Colección de la Marquesa de Pontejos. Poco puede añadirse a lo ya dicho con respecto al anterior y el desconocimiento directo del cuadro e incluso de una buena reproducción en color impide hacer cualquier comentario. 693 Curiosamente en todos los catál ogos generales de la pintura en que se le menciona apare ce con igual medida. 694 Camón (1980), lámina de la página 269. 267 5 Retrato de Doña María Teresa Vallabriga. Colección Pérez Simón 695. Busto de la esposa de don Luis que mira casi de frente. Óleo sobre tabla de 66,7 x 50,5 cm.696 Aparece mencionado en la testamentaría del infante adjudicado a su esposa y se le describe de la manera siguiente: “Otro quadro con media figura del retrato de la Señora Da María Teresa de Vallabriga y Rozas, pintado en tabla, con su marco dorado y cristal, que por alto tiene dos pies y seis dedos y medio, y por ancho un pie y tres dedos y medio, su autor Dn Francisco Goya”697. Fig. 65. Retrato de María Teresa Vallabriga. Colección Pérez Simón (México). 695 Los da tos sobre este cuadro se han tomado primordialmente de los catál ogos de las exposiciones de Zaragoza, 1992, y Madrid, 2001. 696 Es la medida que le adjudica el catálogo de Christie´s (1992 ), que tiene la mejor información sobre el cuadro, Junquera en el catálogo de Zaragoza de 1996a, y el catálogo de la exposición Lille-Filadelfia. Viñaza le da 65 x 37, al igual que Lafond, Mayer, Gudiol, Morales, Gassier y Wilson. Peña le supone de 66,4x34,1 y parece bastante confuso lo que habla de este cuadro. 697 Junquera (1996b), p. 114. Resulta curioso que Arnáiz, en la misma publicación, catálogo de la exposición de Zaragoza de 1996a, con esta descripción, dude de la identificación y localización del cuadro, que fue expuesto y es la portada de dicho catálogo. 268 También se menciona en la relación de 1886 con el número 89, que puede verse en el ángulo inferior derecho del cuadro, al que posiblemente se le ha colocado posteriormente delante un 6 en rojo, diciendo que se trata de una copia. Viñaza insiste en esto y dice “Tiene el cuadro la marca «C de Goya»”. No queda claro que Beruete hable de este cuadro. Del número 58 de su relación, cuyas medidas dice que son 42x35cm, indica es un “Retrato de Da María Teresa Vallabriga, compañero del anterior 698(ambos de medio cuerpo) y más ligero, pero fino y agradable de color.”699 Por sus medidas no coincide con el que nos ocupa y, caso de suponer que estén equivocadas y sean realmente 66,7x 50,5, como compañero del de Mengs resulta poco apropiado, ya que las dimensiones de este cuadro son 151x98cm., iguales a las del retrato de María Teresa Vallabriga de la Pinacoteca de Munich, de 151x98 cm., que la mayoría de los autores emparejan con el de Mengs y del que se hablará más adelante. Permaneció en Arenas, luego en Boadilla hasta 1904, pasando a Luis Rúspoli Godoy (Florencia), y de éste a su hijo Camilo Carlos Rúspoli Landi y al hijo de éste Paolo Rúspoli Orlandini700, cuyos herederos lo vendieron. La venta tuvo lugar el 29 de mayo de 1992 en Christie´s, en cuyo catálogo figuraba con el n.º 342; en la actualidad se encuentra en poder de un coleccionista de México (Colección Pérez Simón). Se ha exhibido al menos en Zaragoza, 1996a, sn; Lille y Filadelfia 1998-99, n.º 8; Madrid 2001-02, n.º 29 701; Washington 2002, n.º 22; México 2005-2006, n.º 7. Madrid, 2006. La modelo, ligeramente girada hacia la derecha del espectador, se cubre con una manteleta bordeada de piel (no parece que se trate de una boa como dicen algunos autores), bajo la cual se advierte el vestido azul suave, con un ribete de encaje en el cuello. Los análisis radiológicos han puesto de relieve la existencia de tanteos anteriores en la zona de los ojos y en el hombro. Además de ser distinto el traje que mostraba la modelo, pues en el cuello lleva un amplio encaje que cubría en gran parte el escote que tenía el vestido, algo bastante distinto a lo pintado posteriormente.702 698 Por la descripción y medidas se trata del retrato del infante don Luis debido a Mengs, del que se hablará mas adelante, que Junquera atribuye a Goya. 699 Beruete (1915), p. 23. 700 En algún texto se cita una colección privada de Italia, posiblemente se refiere a la de los Rúspoli, y posteriormente en una de Inglaterra. La información que aquí se da ha sido pr opor cionada por Enrique Rúspoli Morenés. 701 En el catálogo de Christie´s (1992) dice que nunca se había expuesto. 702 Junquera (1996a), p. 115 269 6 Retrato de María Teresa Vallabriga y Rozas (Alte Pinakotheke de Munich) Se trata de un cuadro en el que aparece la esposa de don Luis casi de cuerpo entero apoyada en el respaldo de un sillón, girada ligeramente hacia la izquierda del espectador. Viste un traje de terciopelo granate con encajes en el escote. Se cubre con una manteleta negra, también con encajes. Porta en la cabeza un adorno de plumas negras que lleva una flor de oro y brillantes algo desplazada a la izquierda de la cabeza. Es un óleo sobre lienzo cuyas medidas son controvertidas703. Las que proporciona el Museo en donde se encuentra ubicado actualmente, Alte Pinakothek de Munich, son 151x 98 cm. Fig. 66. Retrato de Maria Teresa Vallabriga Alte Pinakotheke de Munich. N.º invt. HuW2. Se menciona en la testamentaría de don Luis, siendo adjudicado a la retratada, y en la del duque de San Fernando 704. Gassier dice que en las relaciones 703 Viñaza, Lafond, Loga, Mayer, Gudiol, y Camón le adjudican 148x93cm; Desparmet 151x97cm. , al igual que el catálogo de la exposición de París de 1961-62, escri to por ese autor; De Angelis 151x88 cm.; Gassier/Wilson 151,2x97,8 cm.; Morales 151,2x99; Peña, 196x?cm.; Domínguez-Fuentes, 151,12x97,8 cm. 270 de cuadros de Boadilla de 1826 y 1832 no es posible identificar este cuadro; si parece que en la de 1835 y en la de 1847, hecha a raíz de la muerte de María Luisa Borbón Vallabriga, duquesa de San Fernando, en el que se describe como “Retrato de más de medio cuerpo de la Madre de la Excma. Sra. Duquesa viuda de Sn. Fernando, en 6.300 reales”705, lo que indica que este cuadro fue heredado de su madre. En la relación de cuadros de Boadilla de 1886 figura con el número 138 y en la relación de Viñaza con el XXXIX. Perteneció al infante don Luis, pasando a su muerte a su mujer, luego a Maria Luisa y a la muerte de ésta a su sobrina Carlota Godoy Borbón; lo hereda su hijo Adolfo Rúspoli y de éste pasa a su hija María Teresa Rúspoli, casada con el conde Maubou de Paris; en 1966 fue adquirido para la colección Bayerische Hipotheken und Weschel Bank AG., pasando luego a la Alte Pinakotheken de Munich. Se ha expuesto al menos en París 1961-62, n.º 22, Madrid 1981-82, n.º 10 y Zaragoza 1992, n.º 11. Como ya se ha dicho anteriormente, Beruete, si en su número 58 se refiere a este retrato, lo hace de forma confusa, pues da unos medidas que no se corresponden pero dice se trata de la pareja del de don Luis de Mengs, que él atribuye a Goya. Ambos, en vida de Carlota Luisa Godoy, colgaban en la segunda cámara de su apartamento privado en el Palacio de Boadilla. Cuando se hace el inventario de 1886 estaban en el Cuarto Salón, donde se ubicaban todos los cuadros de Goya.706 Desparmet, n.º 307, dice se trata de la hija de la condesa de Chinchón, esposa de don Luis. De Angelis afirma que ha sufrido amplias restauraciones. Camón aprecia una dura técnica en el rostro, mientras el traje está pintado con más soltura, destacando el fuerte sentido del color en el contraste entre el rojo y el negro. Jarne escribe sobre este cuadro contraponiéndolo a su pareja, el del infante del Museo de Cleveland, de Mengs, del que se tratará más adelante: “El retrato de María Teresa Vallabriga que coincide en tamaño con el del infante, si que tiene todos los caracteres estilísticos de Goya con más rigor y dureza en el tratamiento de la cabeza y más soltura en el traje de Corte. Esta diferencia de ejecución se compensa con el contraste del negro del vestido y el sonrosado de la encarnación, en un juego visual en el que una serie de efectos luminosos sencillos, el sfumato y la solución de los detalles, animan esa tendencia que parece imponerse en los retratos de este periodo, en 704 705 706 Testamentaría del infante, fº 638; testamentaría del duque de San Fernando, fº 424v, n.º 65. Gassier (1979), p.18. Gassier (1979), p. 18. 271 el que la plenitud sustituye el modelo profundo y los efectos del claroscuro”.707 No se trata, evidentemente, de un buen retrato, que además hace poca justicia a la modelo si lo comparamos con el anterior (n.º 5) e incluso con los de perfil (nos 3 y 4), menos acabados que éste. Curiosamente, para formar pareja con el de Mengs no parece que Goya se haya inclinado por seguir el estilo del pintor bohemio, como ocurre con el de la colección particular de México. 7 Boceto del Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga (Galería degli Uffizi de Florencia) Óleo sobre lienzo, de alrededor de 80 x 60 cm.708, que se encuentra en la Galería degli Uffizi de Florencia. A la muerte de don Luis el cuadro pasó a su esposa. Figuraba con el n.º 98 en el inventario de 1818, de las pinturas que existían en la casa de San Pedro de Nolasco en Zaragoza, con la siguiente descripción: “Goya. Retrato a caballo de la Excma. Señora Viuda del S.S. Infante Dn L. de Borbón”. Colgaba en la sala de paso a la habitación de Invierno, en el sitio que se muestra en la figura 67. Las medidas que se le adjudican son tres pies de alto por 2,4 de ancho. Fg. 67. Lugar en el que colgaba el boceto del Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga, en la casa de San Pedro de Nolasco, en 1818. 707 Catálogo de la exposición de Zaragoza (1992), p. 50 Esta es la medida dada por Gudiol (1985); Mena (2002), que da como n ombre de la modelo María Teresa de Borbón y Vallabriga, lo supone de 82 x 61cm y Wilson Bareau (1994) señala 82,5 x 61,7cm.; Peña (1990) , 83,4x62,8cm; Domínguez-Fuentes (2002), 82,5x61,70cm. 708 272 Según Gassier, en el inventario de los cuadros del Palacio de Boadilla de 1826, n.º 56, se dice está en la biblioteca y aparece descrito como “Un cuadro que contiene el retrato de la Señora de Ballabriga montada a caballo.” y en el inventario hecho entre 1847 y 1856 Fig. 68. Boceto del Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Galeria degli Uffizi (Florencia). “118 Un bosquejo de Exma. Sra. D.ña M.a de Vallabriga a caballo de Goya de 3 pies de alto y 2 y cuatro dedos de ancho…1500 reales”. 273 no mencionándose en los de 1886 y 1899, posiblemente por tratarse de un boceto709. Por herencia pasó a la nieta del infante y de ésta, en 1904, al segundo marqués de Boadilla, don Luis Rúspoli, luego a su hijo Camilo Carlos y posteriormente a Paolo Rúspoli, cuyos herederos lo vendieron siendo adquirido en 1974 por el museo que hoy lo alberga. Al menos se ha exhibido en Madrid (Londres y Chicago)710 1993-94, n.º 59 y Berlín-Viena 2005-2006, n.º 11; Parma 2006, n.º 28. La modelo, que va a horcajadas, esta ataviada con un traje de montar de color azul con escote ribeteado de encaje, que también remata las mangas, y tocada con un sombrero adornado con plumas. Se ha señalado como inspiración para Goya el retrato ecuestre de Isabel de Borbón de Velázquez, que Goya había grabado en 1778 y por tanto conocía muy bien, aunque en el cuadro velazqueño, si el caballo ha sido pintado de perfil, la modelo tiene girado ligeramente el rostro hacia el espectador. El tipo de composición ha sido muy empleado en retratos ecuestres de damas. Así, Mena menciona el de Mariana de Coburgo de Lucas Giordano, del Museo del Prado 711. Goya volvería a utilizar prácticamente el mismo modelo, aunque con la amazona con la cabeza también girada, para su extraordinario retrato de María Luisa, la mujer de Carlos IV, que pintaría años después, en 1799. El paisaje de fondo, se supone que la Sierra de Gredos, no se corresponde con el que puede apreciarse desde el palacio de Arenas y más bien recuerda a la zona del Puerto del Pico pero sin pretensión de copiarla. Gassier opina que es semejante al fondo del de María Teresa, su hija, mientras Águeda dice son el mismo paisaje712. Realmente se trata de paisajes inspirados, no copiados, de los que pueden contemplarse en Gredos. La influencia de Velázquez parece evidente, pero, como se dirá al hablar del cuadro de María Teresa de Borbón, con un tratamiento propio de Goya, el cual no era muy fiel a los paisajes de fondo. Todas las descripciones, disquisiciones y análisis del cuadro deben hacerse por referencia a este boceto. ¿Hizo Goya el cuadro exactamente igual al boceto? ¿Introdujo variaciones que mejoraron o cambiaron la composición? Gudiol hace, posiblemente la descripción más extensa del cuadro: 709 Gassier (1979), p. 20. Agueda (1987), p. 44 y nota 17, sobre este tema, y citando a Arnaiz y Montero, dice que éstos señalan que en los inventarios de 1847 y 1856 además del boceto se menciona el cuadro. Realmente lo que citan es la testamentaría de don Luis, como se dirá al comentar el cuadro. 710 En estas ciudades se exhibió respectivamente de 19.11.93 a 15.2.94 en Madrid; de 18.3.94 a 12.6.94 en Londres y 16.7.94 a 16.12.94 en Chicago. 711 Mena (2002), p. 86. 712 Águeda (1987), p. 44. 274 “En el retrato de María Teresa Vallabriga de Borbón, todo el interés se encuentra en los delicados contrastes entre el negro de la chaqueta bordeada de encajes y el suave sonrosado de la carnación. Nos hallamos frente a uno de esos momentos de Goya, en los cuales su intuición de artista y su desprecio de las fórmulas le llevan a anticipar realizaciones que estaban reservadas a generaciones venideras. No sólo por el «sfumato» y la solución pictórica de los detalles, sino por la tendencia al relieve plano y a sustituir el claroscuro y el modelado profundo del volumen por una serie de efectos sencillos y luminosos. También hemos de señalar el valor de arabesco que poseen sus manchas, es decir, como funde íntimamente la pintura con el dibujo. Se advierte que, frente al natural, el pintor era captado por la vida más que por la forma; saltaba por encima del proceso académico para hallar una emoción lírica y, a la vez, hondamente visual de la imagen contemplada”713. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga (Desaparecido) El cuadro anterior sirvió como boceto para un retrato de grandes dimensiones, hoy desaparecido, que Goya probablemente pintó en Madrid y terminó en 1784, según se desprende de una carta de 2 de julio de 1784, que resulta confusa por no tenerse seguridad del lugar en que se escribió. En ella dice: “Queridito Martin: estoy flaco y no trabajo mucho, aun no he acabado el retrato á caballo de la Señora del Ynfante pero le falta poco”. En el párrafo final se puede leer: “Porque no me da la gana no te quiero escribir mas, sí te aré la Virgen en benir de Arenas”714. Este párrafo introduce cierta confusión. ¿Estaba Goya en Arenas y escribe desde allí o estando en Madrid sabe ya que el viaje es inmediato y no tiene tiempo para pintarle a Zapater la Virgen prometida? Posiblemente esta última hipótesis sea más correcta. Lo que parece bastante probable es que lo pintase en Madrid, pues como dice en la carta está casi terminado. Aparece mencionado en la testamentaría de don Luis: “Un cuadro en lienzo de cuatro y media varas y cuatro dedos de alto; tres y media varas de ancho, que representa a la M.Y. Señora 713 714 Gudiol (1970), p. 259. Goya (2003), carta n.º 53, p.173. 275 Dñ.a Maria Teresa de Vallabriga y Rozas a caballo. Su autor Goya: diez mil rs.”715 Arnáiz, basándose en una carta, la número 82, supuestamente escrita en 1784, que aparece en la addenda del Diplomatario de Goya de Canellas, dice que el pintor pensaba cobrar “una retribución cuantiosa”716 por un cuadro, que, en función de la fecha, se trata de éste. Sin embargo, Águeda en su edición de las cartas a Zapater la supone escrita en 1785, con lo que la argumentación de Arnáiz quedaría invalidada717. Al parecer, este cuadro formaba pareja con el también ecuestre del infante debido a Sasso718, igualmente desaparecido, que se menciona en la testamentaría del infante. Se ignora qué pasó con ambos pues no se ha encontrado documentación alguna al respecto. Desde luego no se encontraba en las casas de María Teresa Vallabriga o al menos no figura en el inventario de 1818, en el cual se menciona como nota que se han destruido y extraviado otras pinturas. ¿Entre ellas estaban estos dos cuadros? ¿Se los llevó Maria Teresa Vallabriga a Zaragoza? ¿Permanecieron en Boadilla y desaparecieron o se deterioraron? Nada puede asegurarse al respecto. Algún autor niega que Goya lo llegase a pintar y Desparmet, que le adjudica el n.º 314 en su catálogo, dice que Goya no terminó este cuadro pero desgraciadamente no documenta tal aseveración. 9 Retrato de Luis María de Borbón Vallabriga (Museo de Zaragoza) Se trata de un cuadro en el que aparece el hijo del infante, Luis María, retratado con traje de corte. Lienzo de 130 x 116 cm719. Muerto don Luis pasó a su mujer. En el inventario de 1818 de los cuadros colgados en las casas de Zaragoza figuraba con el número 47, el mismo que el cuadro de su hermana de la National Gallery de Washington, con el que formaba pareja. Sus medidas 5x4,6 pies. Estaba en el Salón Principal de la del Coso. Figura en los inventarios de 1826 y 1847. En la relación de cuadros del Palacio de Boadilla de 1886 figura con el número 18. A la muerte de María Teresa Vallabriga llegó por herencia a su hija Carlota Godoy y al fallecimiento de ésta a Adolfo Rúspoli Godoy su hijo; lo heredan sucesivamente Carlos Rúspoli Álvarez de Toledo, María Encarnación Rús715 Testamentaría del infante, fo 460v. Arnáiz y Montero (1986) basándose en esta descripci ón suponen unas dimensiones de 385x295cm; las mismas que Domínguez-Fuentes, aunque, en función de lo que se dice en la testamentaría, más adelante da 382,95x292,25; Peña (1990), 383,2x298,8cm. 716 No se sabe muy bien en que se basa Arnáiz para suponer cuantioso el pago, ya que en la carta nada se dice al respecto. 717 Goya (2003), carta 71, p. 210. 718 Arnáiz (1996), p. 27. 719 Es la medida que le adjudica Viñaza (1887), p. 226 y posteriormente Lafond, Loga, Beruete, Mayer, Desparmet y Gudiol; De Angelis 134x115; Gassier/Wilson y Morales 134x114; Camón 130x 115cm.; Peña (1990), 139x122cm.; Domínguez-Fuentes (2002), 134x115cm. 276 poli Caro, marquesa de Miraflores. Se encontraba en la colección de María Rosario Álvarez de Toledo y Rúspoli, marquesa de Casa Pontejos, siendo adquirido por la Fundación Plaza720 el 14 de diciembre de 2006 y depositada en el Museo de Zaragoza. No se había expuesto nunca con anterioridad y la primera vez se hizo en la muestra “Luis María Borbón Vallabriga” en el año 2007, en Zaragoza en citado museo721. En la testamentaria del infante se describe: “Otro que representa un retrato del Señorito en pie, por alto, sobre tela, con marco dorado; en dos mil y quinientos reales.”722 Fig. 69. Luis María Borbón Vallabriga. Museo de Zaragoza. Como puede apreciarse en la figura 69, Luis María Borbón Vallabriga está de pie, de cuerpo entero mirando de frente y vestido con traje de corte. Se encuentra ante una mesa en la que se hallan extendidos unos planos y un cuadro. Coge con su mano lo que parecen piezas de un puzzle. En el plano enmar720 La Fundación Plaza está integrada por el Gobierno d e Aragón, Ayuntamiento de Zaragoza, Ibercaja y Caja de la Inmaculada. 721 Catálogo de la exposición “Luis María Borbón y Vallabriga”, p. 9. 722 Testamentaría del infante, fo 643. 277 cado y apoyado sobre una silla, existente a la derecha del espectador, se lee “Al S.s. Luis María, Hixo del Ser. Infante Don Luis y de la muy ilustre S.D. Ter. Vallabriga, a los seis años y tres meses de edad”. Tormo dice de este retrato, juntamente con el de su hermana, el n.º 10, son de “las obras que más recuerdan a Mengs, aunque en pobre imitación de un estilo tan opuesto al de Goya”723. Por su parte, Beruete escribe: “Es una obra mediana, pero curiosa; viste el niño traje azul y se entretiene en componer un mapa rompecabezas. Otros mapas a su alrededor parecen demostrar las aficiones de este joven personaje, de mirada inteligente, por la geografía, aficiones que no serían de cierto las que indujeran después a sus progenitores a dedicarle, aun menor, a la carrera eclesiástica”724. Camón dice sobre este cuadro: “Muy simpático es el retrato, de evocación velazqueña, del niño Luis María de Borbón y Vallabriga. Aparece vestido ya de Corte, como un hombrecito. El traje de raso verde y en la pintura de la cabeza, aunque de técnica algo seca, se advierte esa ternura con que Goya trata el rostro de los niños, con su candidez.”725 Morales no parece haber visto el retrato pues su descripción se ajusta bastante a la de Camón, incluso diciendo que el vestido es verde. No se trata de un gran retrato y lo de evocación velazqueña que apunta Camón no se entiende muy bien. Mejor puede aplicarse al de su hermana, que se trata a continuación. Más clara es la influencia de Mengs. Gassier menciona la importancia de este cuadro y el de su hermana con el que hace pareja, por ser los primeros retratos de niños que hace Goya, aunque el tema ya lo había tratado en los cartones y pequeños cuadros hechos a partir de 1777726. 10 Retrato de María Teresa de Borbón y Vallabriga (Gallery of Art de Washington) La pintura muestra a la hija mayor del infante, María Teresa, con traje de corte, con un perrito a sus pies, y como fondo lo que se supone es la Sierra de Gredos. Óleo sobre lienzo de 134,5 x 117,5 cm.727. Es pareja con el de su hermano, el n.º 9 de esta relación. 723 Tormo (1902b), p. 206. Beruete (1915), p. 23. Como ya hemos visto en el capítulo anterior, los pr ogenitores poco tuvieron que ver con la decisión de dedicarle a la carrera eclesiástica. 725 Camón (1980), p. 151. Como puede apreciarse los especialistas no se ponen de acuerdo sobre el color del traje. 726 Gassier (1979), p. 13 y nota 34. 727 Estas medidas son las adjudi cadas en la página web de la Nati onal Gallery, ejemplo de información, que debería ser imitada por otros museos, entre ellos los e spañoles. Son las mismas 724 278 En el ángulo inferior izquierdo, según el espectador, puede leerse: “LA S. D. MARIA TERESA / HIXA DEL SR. INFANTE / D. LUIS / DE EDAD DE DOS AÑOS Y NUEVE MESES. La edad es correcta, pues como se recordará la niña había nacido el 26 de noviembre de 1780, no los cuatro años que le adjudica Gassier, al equivocar el año de nacimiento de la retratada, que supone el 6 de marzo de 1779.728 Fig. 70. Retrato de María Teresa Borbón Vallabriga. National Gallery of Art de Washington. N.º invt. 1970.17.123 (2495). En la testamentaría del infante se describe como: “Otro que representa el Retrato de la señorita D.a María Teresa, en dos mil quinientos reales.”729 del catalogo de la exposi ción del Prado de 2001-02 y de Domínguez-Fuentes. En el catálogo de la exposición de 1994 en el mismo museo se le da 132 x 116,7 cm.; Viñaza, Lafond, Loga, Beruete, Mayer, Desparmet, Camón y Gudiol le dan 130 x 116 cm.; De Angelis 132,5x116,7; Gassier/Wilson 132,3x116; Morales 132x116cm. Peña (1990), 138x122cm. 728 Gassier (1986), p. 19. Por supuesto no está de acuerdo con la efigie de la niña, salvo que resulta difícil distinguir si una tiene dos años y nueve meses o cuatro años. 729 Testamentaría de don Luis, f. 643. 279 Del infante pasó a su mujer y posteriormente a su hija María Teresa. Como ya se ha dicho en el cuadro anterior, aparece con el n.º 47 del inventario de Zaragoza de 1818, atribuyéndole unas medidas de 5x4,6 pies. Se cita en el inventario de Bobadilla de 1826 y en el anterior a 1845. Por herencia llegó a Carlota Godoy Borbón, en posesión de la cual y en el palacio de Boadilla debió estar entre 1867 y 1886, pasando a su muerte a su hijo Adolfo Rúspoli. Pasó a poder de su hija María Teresa Rúspoli Álvarez de Toledo, mujer de HenriMelchior Cognet Chappuis, conde de Maubou de la Roue. Se vende en Marzo de 1957 a Wilddenstein & Co. de Nueva York, siendo adquirida en 1959 por Ailsa Mellon Bruce que lo donó a la National Gallery of Art de Washington en 1970730. Se ha exhibido en las siguientes exposiciones: Nueva York, 1917; París 1919; Burdeos 1951; Basilea 1953; Washington 1986-87, sin número; Madrid 1996; Jackson 2001; Madrid (Washington) 2001-2002, n.º 30 (n.º 21); Parma 2006, n.º 27. Según datos de la National Gallery731, el lienzo está cubierto de una capa de pintura rojiza, aplicada con toda seguridad por Goya, que no oculta la textura de la tela. El cuadro está en bastantes buenas condiciones salvo pequeñas pérdidas y desgastes. Se aprecian retoques en el cielo, en la parte superior izquierda, debajo de la falda de la modelo, entre el zapato derecho y el perro y en la vegetación en la parte izquierda inferior. El fondo rojizo es ahora más notorio en el cielo que cuando se pintó el cuadro, debido a un no muy importante desgaste y a un incremento de la transparencia de la mezcla blanco-azul. Goya pintó a la niña en una terraza732, cabe suponer que en la parte trasera del Palacio de Arenas, con un fondo de la sierra de Gredos, de clara influencia velazqueña, que no se corresponde con el que puede apreciarse desde el palacio. Mena señala que Goya, en las obras de Velázquez que estampó o dibujó, hizo cambios significativos especialmente por lo que se refiere a los paisajes, que simplificó de acuerdo con una “idea personal y moderna del espacio del fondo”, en línea con los aguafuertes de Gianbatista Tiepolo733. La modelo ha sido representada con traje de corte y en una actitud nada habitual en una niña de tan corta edad. El vestido, complicado para ser llevado por una niña, no era con seguridad el habitual que portaba María Teresa, más cuando el tipo de vida que se hacía en Arenas era más bien campestre. Es casi seguro que la niña no posó con tal vestimenta. Se ha señalado la influencia de 730 Datos de la National Gallery. Página web de la Naci onal Gallery of Art de Washington, María Teresa de Borbón y Vallabriga, “Conservation Notes”. 732 Desparmet confunde con el retrato de 1800 pues dice que está sentada en un sillón. 733 Mena (2004), p. 205. 731 280 los retratos de Velázquez que Goya conocía. Es un retrato amable pero en el que todavía no se denota el genio del pintor. Muestra algún detalle no muy conseguido como la mano derecha que la niña apoya en la cadera. Camón en 1980 escribe: “Es uno de los más bellos retratos de niños de Goya. Esta niña, tan amada de Goya, ha de provocar después uno de los más bellos retratos de toda la pintura. Aquí aparece vestida de traje de Corte, con seductora infantilidad en el rostro, cubierta la cabeza con mantilla del más leve y transparente encaje, como una nube, con traje verdoso y azul oscuro, con brazos y manos gordezuelos. Es una delicia. A sus pies hay un perrillo de lanas que es otra de las más felices creaciones goyescas, hecho con pinceladas largas y sueltas”734. El hecho de que Goya amase tanto a esta niña cuando realiza el retrato no sabemos en qué la basa Camón. Sobre este tema se volverá más adelante al comentar el retrato que le hizo el pintor siendo la esposa de Godoy. Morales, muy en la línea de Camón, señala que Gudiol aprecia en este retrato una técnica menos impresionista que en el retrato de su madre (cabe suponer se refiere a los retratos de perfil), más próxima a la de los cartones735. 11 Boceto de La Familia del infante don Luis (Colección del Duque de Sueca) Este cuadro se encuentra en la colección del Duque de Sueca, no estando clara, al parecer, su autoría ya que en la exposición “Goya y el infante don Luis” se cita como de Goya, pero señalando que se trata de copia, mientras que en la de “Carlos III y la Ilustración” se menciona como de autor anónimo. También difieren las medidas de este cuadro, pues en la primera se dan 83 x 110 cm. y en la segunda 97 x 124 cm. Dado que en ambas publicaciones se atribuye su posesión a los Duques de Sueca, o existe una equivocación en las medidas de alguna de estas fuentes o en dicha colección existen dos cuadros similares, cosa que parece poco probable. Valverde señala, además de esta copia, que dice boceto, la existencia de otra en la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza736, de la que se tratará de inmediato al comentar el cuadro original. No es mencionada por Viñaza, no figura en la relación de las pinturas del Palacio de Boadilla de 1886 y los especialistas o no lo citan o no le dan importancia. Gassier, al tratar del cuadro La familia del infante don Luis, afirma que Goya no disponía de ningún estudio de detalle para pintar el cuadro en Madrid, por lo que éste habría tenido que ser pintado en Arenas. Si tenía este boceto es evidente que el cuadro pudo ser hecho en Madrid, pero ¿se trata de un 734 735 736 Camón (1980), p. 151. Morales (1994), p. 178. Valverde (1987), p. 794. 281 boceto o de una copia del gran cuadro? y, si se trata de una copia ¿para que se requiere si juntamente con el original se mantiene en las mismas manos? Fig.71 Boceto de la “La familia del infante don Luis”. Colección duque de Sueca. Ha sido expuesto en Londres, 1963, n.º 52; Madrid 1988-89 b, n.º 7 y Zaragoza, 1996a, sn. 12 La familia del infante don Luis (Fundación Magnani-Roca de Parma) En el verano, posiblemente en los meses de agosto y septiembre, de 1784, aunque ignoramos los días concretos, Goya volvió a Arenas, tal como explica a Zapater en una carta de 13 de octubre de ese año. “Querido Martin mio, ciertamente que acía ya mucho tiempo que nada sabiamos huno de otro. Yo he estado sirviendo al Serenísimo Señor Ynfante Don Luis; seria muy largo el decirte las satisfacciones que le he merecido, he muerto allí muchisima perdiz pues me dio permiso para ello, ha sentido muchísimo me hiciesen benir a Madrid, con el motibo de mandar el Rey se concluya la Yglesia de San Francisco pues parece que iba y quiere allí celebrar la funcion de los abitos.” Más adelante continúa “De intereses meba muy bien el Ynfante me dio treinta mil reales, en gratificación de dos Quadros que le he Pintado.” 282 Fig. 72. La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca de Parma. Al final del párrafo añade “Mi Muger esta de 8 meses embarazada y a hecho su biaje con felicidad, tambien mereció que los Señores la hiciesen subir a Palacio y acompañarla enseñandole lo bistoso de él.”737 Los cuadros a los que se refiere, por lo cuantioso del dinero entregado, deben de ser El retrato ecuestre de María Teresa Villabriga, ya comentado, y La Familia del infante don Luis, aunque sobre éste ya se han formulado algunas dudas al hablar del boceto. Ya se ha dicho, por lo que escribía en la carta de 2 de julio de 1784, que el primero de ellos lo pintó en Madrid, y lo llevó a Arenas ya terminado o lo remató en Arenas. Pero seguro es que lo pinta en este año. ¿Pero qué ocurrió con el segundo? ¿Lo pinta en su totalidad en Madrid?, ¿lo deja muy avanzado para concluirlo en Arenas?, ¿lo pinta en su totalidad en el pueblo abulense? Todo es posible pues no hay datos para inclinarse por alguna de las posibilidades expuestas. Lo que sí parece es que lo pintó en ese año. Se trata de un óleo sobre lienzo, de 248 x 328 cm., según los datos que figuran en la página web de la Fundación Magnani-Roca738. 737 Goya (2003), carta n.º 54, p. 176. Viñaza (1887), Lafond (1903), Loga (1903), Beruete (1915), Mayer (1915) y Desparmet (1950) le dan un tamaño de 248x315 cm.; Gudiol (1970), De Angelis (1974), Gassier /Wilson (1974), Gu738 283 No aparece reseñado en el testamento del infante salvo que se trate de un cuadro tasado en 6.400 reales y adjudicado a su viuda 739, aunque no aparece en sus casas de Zaragoza. De Arenas debió de pasar al Palacio de Boadilla; en 1820 parece estaba en poder de María Teresa Borbón Vallabriga, aunque no figura en el inventario de 1818; en 1828 lo poseía su hija Carlota Luisa Godoy y Borbón y se menciona en el inventario de 1832 con el número 137 (Viñaza)740, en el anterior a 1845, y en el de 1847. A su muerte lo hereda su hijo Luis Rúspoli y de éste pasa al hijo de éste Camilo Carlos; pasó a manos del hijo del anterior, Paolo Rúspoli, cuyos herederos lo vendieron. En 1971 lo adquirió el Profesor L. Magnani y de él pasó a la Fundación Magnani-Roca de Mamiano di Taversetolo (Parma). Se ha exhibido al menos en París, 1987-88, n.º 94; Madrid (Boston y Nueva York), 1988-89a, n.º 5; Roma, 2000, n.º 9; Washington 2002, n.º 24; Madrid, 2004, n.º 45; Parma 2006, n.º 24; Zaragoza, 2007741. Se trata de la obra más ambiciosa de las que realizó para el infante, tanto por su tamaño y el número de personas retratadas, como por tratarse de una obra singular en la pintura española y en la de Goya742. Realmente la singularidad se corresponde con la singular situación de D. Luis. Si observamos algunos retratos de familia de periodos próximos a la fecha en que se pinta La familia del Infante don Luis, más de familia si cabe por representar todos ellos sólo a miembros de la familia real, incluyendo incluso a alguno de los que están en el cuadro que nos ocupa, como La familia de Felipe V de Van Loo (Museo del Prado, N.º invt. 2238) o la Familia de Carlos IV, del propio Goya, también en el Museo del Prado, son cuadros cortesanos, casi podríamos decir “oficiales”. Teatralizan lo que quiere ser un momento íntimo de la vida de los reyes y su familia. En el caso de don Luis las cosas son muy distintas. No se trata de un cuadro cortesano. El infante es un noble rural, alejado de la corte y sus usos. Sus interlocutores diarios son sus servidores. Posiblemente Goya plasma un momento en la vida del Palacio de La Mosquera, que se repite a diario y que el pintor presencia en los días que permanece allí. Aquí se representa un hecho real diol (1985), Pérez Sánchez (1988) y Peña (1990) señalan 248 x 330 cm.; Yriarte (1867) 340x400 cm.; Morales (1994) 248x310 cm. 739 Arnáiz (1996), p. 35, nota 54. Parece poco dinero más si se tiene en cuenta lo que escribe Goya en la carta expuesta. 740 Gassier (1979), notas 19 y 26, p. 21, que afirma es el único que ha consultado el inventario de 1886, de las pinturas del Palacio de Boadilla, después de Viñaza, en la lista de la nota 30 le adjudica, en tal relación, equivocadamente, el n.º 139, mientras en su libro de 1974 le da el 137, que es el correcto. 741 Junquera en el catálogo de la exposición de Zaragoza de 1996b, p. 112, dice que se ha exhibido en Zaragoza. En esa misma exposición figuró el boceto. Domínguez-Fuentes indica se expuso en Londres 1963-64, lo cual no es correcto pues fue el boceto, que, curiosamente, también menciona. 742 Jean-Louis Augé uno de los responsables de las fichas de los cuadros exhibidos en la exposición Lille-Philadephia, 1988, p. 136, nota 2, afirma que el cuadro quedó inacabado por la muerte del infante. No indica fuente. 284 de la vida del infante y su familia. No hay la solemnidad que requiere una pintura “oficial”. Incluso, algunos de los retratados no guardan la postura que cabría esperar: están distraídos, más atentos a lo que hace el pintor que a lo que hacen sus señores. Esto es lo que convierte el cuadro en singular. ¿Fue idea del infante o su mujer o de ambos esta composición? ¿Tomó Goya la decisión de representar este momento y los dueños de la casa la aceptaron complacidos? No se puede saber. El pintor representa al infante, a sus hijos y una serie de servidores, cabe suponer los más importantes o los más allegados, en un momento de intimidad familiar, posiblemente en el tiempo que resta entre la espera para la cena o entre la finalización de ésta y el momento de acostarse. El infante parece está haciendo un solitario743 y es centro de atención de algunos de los presentes, pues las dos damas situadas a la izquierda (las referencias serán siempre respecto al espectador) y la pequeña María Teresa están más interesadas en el trabajo de Goya, colocado en el ángulo inferior izquierdo en una posición en la que resulta difícil decir que está pintando en un lienzo de dimensiones apreciables, aunque evidentemente no La Familia como dicen algunos autores744. Igualmente, los dos hombres situados más a la derecha están atraídos por algo o alguien que coincide con el espectador. No cabe duda alguna sobre quienes están retratados por lo que se refiere al infante, su mujer y sus hijos y Goya y si cupiese alguna duda respecto a la familia del hermano de Carlos III, los retratos y bocetos que el pintor hizo durante su estancia en Arenas la disipan. Con casi seguridad el peluquero, no el mayordomo como afirma Mena Marqués, sea Santos García, que es el nombre que se adjudica al peluquero de la mujer del infante en las listas de servidores, en lo que ganan anualmente y los años que llevan en la casa, que se confeccionaron a la muerte de don Luis. Del resto de los personajes nada se sabe, lo que ha dado pie a multitud de elucubraciones y de hipótesis para su atribución que se expone a continuación, siguiendo el orden señalado en la figura 73. De los autores que se citan a continuación, que han identificado a los personajes, los más tempranos, con la excepción del conde de la Viñaza, que no hace atribución alguna y sólo se limita a decir la profesión de los personajes 11, 13 y 14, son Arnáiz y Montero. He aquí lo que dicen: “Portando los aderezos para el arreglo de la esposa de su alteza, entran por la izquierda Dña. Antonia Vanderbrocht, hija de un coronel de ingenieros y Dña. Petronila Valdearenas, ambas Damas de la Señora. 743 López Vázquez (1987), p. 378, afirma que está consultando las cartas del Tarot. Gassier (1979), p. 14, afirma que pinta la escena. Caso de ser así, lo cual es mucho decir, el bastidor no tiene las dimensiones del cuadro de La f amilia y además se trata de un cua dro más alto que ancho, lo que no corresponde ni con la mencionada pintura ni con el boceto. 744 285 Sosteniendo en sus brazos a la pequeña María Luisa, de cuatro años de edad aparece Dña. Isidra Fuentes y Michel, Dama de las niñas a las que dos años más tarde seguirá al Convento de San Clemente de Toledo. Los cuatro personajes, que aparecen a la derecha del espectador, son probablemente, Don Manuel Moreno – el más grueso – Oficial Mayor de la Secretaría de S. A. y que llevaba a servicio más de treinta años. El que aparece de perfil, es quizá Don Gregorio Ruiz de Arce, ayuda de Cámara de su Majestad, al servicio de Don Luis desde antes de su casamiento, a juzgar por su porte noble y distinguido. Espiando el quehacer de Goya, desde el extremo del cuadro, un poco huraño vemos al que suponemos D. Alejandro de la Cruz pintor de Cámara de S. A.745 desde 1870 y con quien ya hemos tomado contacto. Entre ambos, sonriente y complacido por el éxito que está obteniendo su pariente, aparece Francisco del Campo, ……”746. Fig. 73 Identificación de personajes En lo que sigue se irá analizando personaje por personaje. Personaje 1. Goya Personaje 2. Sirvienta de la familia (Vázquez; Peña). Personaje 3. Sirvienta de la familia (Vázquez; Peña) Personajes 2-3. Doña Antonia de Vanderbrocht y Doña Valdearenas (Arnáiz y Montero; Fundación Magnani-Roca; FGA747; Beltrán Loris)748 sin 745 En base a lo transcrito, en un trabajo bastante reciente, García Sánchez, J., De La Cruz Alcañiz, C. “Alejandro de la Cruz: un discípulo de Mengs en Roma”. Goya. Revista de Arte. 2008, n.º 323, pag. 114, se puede leer que este retrato de Alejandro de la Cruz en La familia es “su única imagen conocida”, lo cual es mucho arriesgar dados nulos argumentos que aportan Arnáiz y Montero para apoyar la identificación que hacen. 746 Arnáiz, J.M., Montero, A. “Goya y el infante don Luis”. Antiqvaria. 1986, n.º 27, p. 54. 747 Folleto Gobierno de Aragón (en adelante FGA). Se trata de un folleto, de autor anónimo, publicado con motivo de la exposición Luis María Borbón Vallabriga. Francisco Goya. No se da 286 especificar quien es quien; Doña Antonia Banderbord749 y Doña María Teresa Gutiérrez del Mazo (Tejero). Ambas mujeres van vestidas con cierta elegancia e incluso portan tocados en sus cabezas, por lo cual, caso de ser sirvientas, ¿camareras?, ¿doncellas? deben ser de gran confianza y al servicio personal de los señores de la casa. Llevan sendas bandejas en las que se aprecia una jarrita de plata y posiblemente la cofia de doña María Teresa Vallabriga. Nadie ha señalado se pudiesen tratar de María Salgado e Isidra Fuentes que fueron quienes acompañaron a las niñas al convento de San Clemente. Fig. 74 Personajes 2 y 3 Fig. 75. Personajes 4 y 5. María Teresa y Luis María Borbón Vallabriga. argumentos que apoyen las atribuciones que hace, pero `parece sigue las de Arnáiz y Montero, incluyendo en el personaje 12 la variante que introduce Mena Marqués. 748 Pérez Sánchez (1988) transcribe las identificaciones de Arnáiz y Montero. 749 Se trata de Dña. Antonia de Vanderbrocht. 287 Fig. 76. Personaje 6. El infante Don Luis de Borbón Farnesio. Personaje 6. Don Luis de Borbón Éste parece estar haciendo un solitario, como se ha dicho anteriormente. Sobre la mesa hay dos mazos cuyas cartas superiores, dada la magnitud del cuadro, son fácilmente reconocibles: sota de bastos y as de oros, es decir se trata de una baraja española. Lo que puede parecer un tercer mazo es en realidad una carta apoyada sobre el conjunto de cartas coronadas por el as de oros. No todos los autores están de acuerdo sobre el juego. Así, Mena Marqués dice está jugando al chichón con los personajes situados frente a él, es decir del 11 al 14. Hay que señalar que en tal juego se hacen tres mazos, no dos como ocurre aquí, y, además, uno de ellos tiene las cartas boca abajo no como sucede en este caso. Además, en el chinchón se reparten siete cartas a cada jugador y no parece que esto haya sucedido en la situación que muestra la pintura de Goya: ni el infante ni sus supuestos oponentes las tienen. Además, si el as de oros marcase el final de la partida, como dice Mena, no estaría en el montón del centro, salvo que en la época que nos ocupa las reglas fuesen muy diferentes a las actuales. Parece evidentemente que resulta arriesgado decir que el infante está ganando y que alguno de los otros jugadores están perdiendo750. Por su parte, Chan751 opina que es el Tarot lo que está haciendo el infante. De esto se desprende una interpretación “sui géneris” del lienzo que no se expone aquí. Aunque el Tarot, al parecer, se ha llevado a cabo con baraja española cuando estas prácticas estaban perseguidas, no parece que el infante, por 750 Mena Marqués, M., (2007), pag. 30 Chan (1980), citado por López Vázquez, J.M. “Interpretación del retrato de Goya de la familia del infante don Luis a la luz de la emblemática”, en Comunicaciones del Congreso El Arte en las Cortes Europeas del siglo XVIII, 1987, pag. 378. 751 288 su carácter, por su educación y por el ambiente de la “corte” de Arenas, fuese adicto a tales prácticas. A esto hay que añadir que una reunión como la que se expone en el cuadro no es el momento más adecuado para tal actividad ni parece que la disposición de las cartas sean para una lectura de Tarot. Goya utilizó para pintar al infante en este cuadro alguno de los dos retratos de perfil de don Luis, prácticamente iguales (véanse figuras 60 y 61), anteriormente comentados, que hizo en su primera estancia en Arenas, alguno de los cuales debió llevarse a Madrid al volver. Personaje 7. Santos García (Arnaiz y Montero; Vázquez; Peña, FGA, Beltran Lloris); el mayordomo (Mena) Fig. 77 Personaje 7. El peluquero Santos García Ya se ha dicho que hay gran probabilidad de que se trate de Santos García. El que Mena Marqués diga que “mientras el mayordomo se acerca a peinarla” es sin duda un lapsus 752, pues al abandonar la Corte el mayordomo mayor y los mayordomos permanecieron en ella, ya que sólo allí podía usar “el carácter de Infante” y por tanto “no llevará Mayordomo mayor, Mayordomos ni Gentileshombres”753. En la ficha del cuadro, debida a la misma autora se cita al peluquero. Personaje 8. Doña María Teresa Vallabriga Goya pudo inspirarse en los retratos de la colección Pérez Simón y Alte Pinakotheke de Munich para plasmar a María Teresa en el retrato familiar. A este respecto, Mena dice del primero de esos dos retratos “que se ajusta a la 752 Mena (2004), p. 211. En un trabajo posterior, incluido en el catálogo de la exposición celebrada en Zaragoza en 2007, la autora dice se trata del peluquero. 753 A.H.N. Sec Estado. Leg 2538. 289 idea de un estudio detallado del natural, utilizado para la figura de la dama en el gran retrato de familia, pues el vestido y el peinado, así como sobre todo su actitud, son similares”754. Fig. 78. Personaje 8. La mujer del infante, doña María Teresa Vallabriga. Sin negar que Goya lo utilizase para La familia, ya se ha dicho antes, María Teresa, en el retrato de la colección Pérez Simón, lleva un vestido, con amplio escote, de tono azul suave, apenas visible, pues la modelo va cubierta con una manteleta bordeada de piel. En La familia, la mujer de don Luis parece portar un gran paño sobrepuesto al vestido, que deja ver su falda bajo la mesa de juego, como para protegerlo durante la operación del peinado. En realidad Mena se contradice con lo que decía en un trabajo anterior, en el que afirmaba que María Teresa Vallabriga estaba cubierta por un peinador755. Por lo que se refiere al peinado, en el retrato de la colección Pérez Simón, lo lleva recogido hacia atrás, no muy apretado, posiblemente con un relleno para darle forma, y al parecer finalizado en una amplia cola. En el cuadro familiar es difícil decir cuál será el resultado del trabajo de Santos García, por lo que no se puede hablar de peinado hasta que haya terminado su labor el peluquero. Personaje 9. María Luisa de Borbón Vallabriga en brazos de Personaje 10. Doña Isidra Fuentes (Arnáiz y Montero; Fundación Magnani-Roca; Tejero, FGA, Beltrán Lloris); María Estrella Salgado (Tejero); una sirvienta (Vázquez; Peña). Respecto a la dama que sostiene en brazos a la hija menor del infante, la mayoría de los autores suponen se trata de una de las dos que acompañaron a las niñas al convento de San Clemente y que han sido citadas anteriormente. No 754 755 Mena Marqués, M. (2007), pag. 28. Mena Marqués, M. “Ficha del cuadro La familia del infante don Luis”, (2004), pag. 352. 290 hay seguridad alguna que sea así y, caso de serlo, tampoco es posible decir de cuál de ellas se trata. Fig. 79. Personaje 9, María Luisa Borbón Vallabriga y Personaje 10. Fig. 80. Personaje 11 Personaje 11. Don Juan Manuel de Aristia, administrador-secretario nombrado por Carlos III (Vázquez); Manuel Moreno, oficial de la Secretaría de don Luis (Arnáiz y Montero; Peña; Tejero; Fundación MagnaniRoca; FGA, Beltrán Lloris); un grueso mayordomo (Valverde); “conserge y camarero” (Viñaza); Francisco Font (Biagnoni). De todas las atribuciones que se hacen de este personaje sólo puede afirmarse con rotundidad que no se trata de Juan Manuel Aristia, pues éste había 291 abandonado Arenas en 1781después del choque con el infante, del que se habló en el capítulo 2. Las otras atribuciones no pueden demostrarse. Personaje 12. Don Francisco del Campo, secretario de doña María Teresa Vallabriga (Vázquez y Tejero); Gregorio Ruiz de Arce, ayudante de Cámara (Arnáiz y Montero; FGA, Beltrán Lloris756); Boccherini (Valverde, Peña, Coli, Biagioni757, la Fundación Magnani-Roca y Tortella758); sucesor de Aristia (Angulo). Fig. 81 Personaje 12 El intento de identificación más serio ha sido llevado a cabo por Grassier, que se inclina por suponer se trata de Luigi Boccherini. Para ello aduce la semejanza con el retrato de este músico, de un pintor anónimo italiano, existente en la National Gallery of Victoria de Melbourne, datado entre 1764 y 1767, con lo que la edad de Boccherini estaría entre los 21 y 24 años, mientras que en el cuadro de Goya, de ser él, tendría entre 40-41 años. Comparando ambos rostros se aprecia un cierto parecido, asombroso como afirma Gassier parece bastante exagerado: es un personaje con peluca que tiene una ligera semejanza con el retrato del músico de Lucca del museo australiano. Lo que es evidente es que el personaje que pinta Goya no tiene cerca de cuarenta años, edad de Boccherini en 1783. Mejor sería compararlo con el retrato existente en la Fundación Ugo y Olga Levi de Venecia, que se muestra en la figura 37. 756 No para la mayoría de los investigadores, com o afirma Beltrán Lloris en la Ficha del cuadro en el Catálogo de la exposición Luis María de Borbón y Vallabriga, Zaragoza. 2007, nota 127, pag. 11, según la lista que aquí se incluye. 757 Las asignaciones de Biagioni (1993), edición española, las cita Tortella pero en el ejemplar consultado de aquel autor no hemos encontrado nada. 758 Tortella (2002), p. 190 y 505. Este autor se basa en tal afirmaci ón en la deformación, “giba”, que muestra la figura en el cuadro, propia de los violonchelistas. 292 Tampoco puede ser el sucesor de Aristia, ya que según se ha dicho anteriormente no tuvo sucesor: seguía siendo el secretario del infante desde Madrid y toda la documentación sobre Arenas debía pasar por sus manos. Pudiera tratarse de Francisco del Campo, que es lo que dicen Vázquez y Tejero. Es evidente, por lo anteriormente narrado sobre su ascenso, que tenía el respaldo de la mujer del infante y con la marcha de Aristia, probablemente se habría convertido en uno de los personajes más importantes de la “corte” del infante759. Si Goya tuvo alguna influencia en la composición del grupo y posiblemente la tuvo, parece lógico destacase a su amigo, que si admitimos la hipótesis de Arnáiz, era su valedor ante el infante y su mujer. Sin embargo no puede decirse de forma rotunda sea él. No se aportan tampoco argumentos para poder decir que es Gregorio Ruiz de Arce, ayudante de Cámara. Mena Marqués sugiere pudiera tratarse de Estanislao de Lugo, uno de los preceptores de Luis María, el hijo de don Luis. La explicación dada para tal atribución no parece lo suficientemente sólida para afirmarlo de forma rotunda. Además la autora se contradice al respecto. Al analizar al personaje, y suponer se trata de Francisco del Campo, dice “que según algunas voces era “cortejo” de la señora, y quizá algo más”, por lo que crea Goya un triángulo entre el infante, su mujer y el personaje. Si esto es efectivamente así ¿qué sentido tiene sugerir más adelante que se trata de Lugo?, salvo que los triángulos fuesen varios, cosa que las fuentes no parecen ni siquiera apuntar760. Fig. 82 Personaje 13 Personaje 13. Manuel Arias, cocinero de la familia (Vázquez, Tejero); Francisco del Campo, secretario de doña María Teresa Vallabriga (Arnáiz 759 María Teresa Vallabriga le nombró su apoderado en todo el proceso de la testamentaría y su firma aparece las Adiciones de 1800, 1802 y 1803. 760 Mena Marqués, M., op. cit., 2007, pag. 30. 293 y Montero; Peña; Fundación Magnani-Roca; FGA; Beltrán Lloris); un cocinero árabe (Valverde); cocinero (Viñaza); uno de los hijos de Francisco Font (Biagioni). En el punto anterior se ha señalado la preferencia por asignar al personaje de la casaca roja como Francisco del Campo por lo cual no podría ser éste. Al parecer el que porte una especie de bonete ha inclinado a algunos autores a considerar se trata de un cocinero, pero tal gorro, indispensable para realizar su trabajo, parece fuera lugar en la situación pintada, con lo cual no parece adecuado afirmar se trata de un cocinero. No se llega a entender cómo puede decirse que es árabe. No parece haya argumentos suficientes para señalarlo como uno de los hijos de Francisco Font, que casi con toda seguridad no estaban tan próximos al infante como para ser invitados a estas reuniones. Pero tampoco puede descartarse por completo. Fig. 83. A la izquierda el personaje 13 y a la derecha, sucesivamente, el retrato del arquitecto Ventura Rodríguez, pintado por Goya, del National Museum de Estocolmo y Juan de Villanueva en el retrato del conde de Floridablanca, también del pintor aragonés, de la colección del Banco de España. Personaje 14. Otro cortesano (Vázquez); Alejandro de la Cruz, pintor de Cámara del infante (Arnáiz y Montero; Tejero761; Fundación MagnaniRoca; FGA; Beltrán Lloris). Ventura Rodríguez (Valverde, Peña762); posi- 761 Según este autor el personaje se muestra celoso de su paisano (Goya), lo que es todo un récord de perspicacia. 762 Peña no es clara en la adjudicaci ón de los dos personajes situados más a la derecha. En la p. 301 del T. II, dice que el hombre que mira de frente (debe referirse al situado al extremo) puede ser Ventura Rodríguez, por la semejanza con la figura que aparece en el retrato de Floridablan- 294 blemente Francisco Bejar (Peña); segundo cocinero ó repostero (Viñaza); Filipo Manfredi (Biagioni). Peña y Valverde han señalado, que el personaje pudiera ser Ventura Rodríguez, cosa relativamente fácil de comprobar, comparando esta efigie con el retrato que hizo Goya al arquitecto en 1783 a petición de María Teresa Vallabriga. En la figura 12 se exponen los dos retratos mencionados, lo que permite apreciar que no se parecen. También se ha dicho que puede tratarse del personaje situado tras el conde de Floridablanca en el retrato pintado por Goya, de la colección del Banco de España, que se incluye en la misma figura. Es fácil advertir que el personaje de La familia es más joven que el presente en este retrato, la forma de sus narices son distintas y la barba del que parece de más edad es más cerrada. El personaje que aparece junto a Floridablanca tiene unos planos de un edificio extendidos ante él, y es el arquitecto Villanueva y su confrontación con el retrato de la Real Academia de San Fernando, que le hace Goya en la década primera del XIX, lo pone de relieve. Pero además Villanueva no encaja junto al infante en Arenas. Algunos autores han hecho atribuciones más generales de los personajes retratados por Goya en esta obra. Coli, aventura que una de las damas podría ser la mujer de Boccherini pero añade que no existe dato alguno para identificarla763. Se han señalado muchas influencias sobre el cuadro. Sánchez Cantón ya había notado influencias inglesas, así como otras. “Lo insólito de la agrupación de las figuras; el intento de fundir tantas disparidades en un interior, con elementos que recuerdan los de ajenos cartones para tapices – La cocina, La nochebuena, de Castillo y de Ramón Bayeu, por ejemplo -, vagos influjos que se remontan a Teniers764 y a grabados de Hogarth, produjeron un «retrato de familia» extravagante”765 “No puede omitirse que la ambiciosa composición está relacionada con un óleo sobre papel y otra sobre lienzo que lo repite, descubiertos en Zaragoza por mi amigo D. José Sinués y Urbiola. La escena es similar; el grupo principal está invertido y las figuras difieren. Mientras el papel parece de Goya, el lienzo no puede serlo y se ha pensado, razonablemente, en Ramón Bayeu. Que aquel precedió al cuadro acaso no pueda dudarse; si bien haya de recoca. Sin embargo en el gráfico de la p. 310 y la identificación de la 311, esos personajes son Francisco del Campo y José Bejar, este último con dudas. 763 Coli (1988), p. 85. 764 Posiblemente se refiere al cuadro de Teniers Conversación de ampesinos del Museo del Prado, hoy depositado en el Museo de Bellas Artes de Granada. 765 Sánchez Cantón (1951), p. 28. 295 nocerse que la composición es más graciosa y más cercana a los ejemplos extranjeros que el gran cuadro”766. Fig.84 Goya. El tocado de la dama. Óleo sobre papel. Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. Zaragoza. Sinués encontró casualmente un boceto en óleo sobre papel que creyó de Goya y habiendo consultado a Sánchez Cantón, éste se lo confirmó. Según dice el descubridor, en el catálogo de pinturas, esculturas y planos de la Academia de San Luis y Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza, impreso en 1842, en su página 16, el n.º 37 se menciona como “Borrón de Goya”, mientras en la 18, el n.º 85 se denomina “Una señora en el tocador”, boceto de Ramón Bayeu, lo que le permitió pensar en la autoría de Goya. Cree que el borrón y La familia del infante se hallan inspirados en el mismo asunto. Señala como coinci- 766 Sánchez Cantón (1951), p. 28. En lámina aparte se muestran las dos obras citadas, prácticamente iguales. Las adjudica en la nota 50 a la Sociedad Económica de Amigos del País y Sr. Cistué. Se contradice, en lo referente al soporte, entre lo que dice en el texto y lo que figura en la lámina de manera que, en virtud de esa información, no se puede precisarse cual es el de cada una. 296 dencias: 1º mayor brillantez e iluminación de la dama. 2º caballero (infante) sentado en un plano inferior a la dama. Los Sres. Pérez Cistué, de Zaragoza, poseen un cuadrito de las mismas dimensiones que el boceto con la misma escena. Mano distinta y el manejo de los colores es más burdo. También el blanco del peinador es un amarillento claro. Igual puede decirse del trazado de líneas. Por todo esto podría arguirse que el borrón, pintado hacia 1870, podía ser una copia del cuadro de Ramón Bayeu767. Zapater, al hablar de La familia, que él menciona como Retrato del infante y de Doña María Teresa Vallabriga, en el acto de estarla peinando, dice que el boceto “es uno de los de la Real Sociedad Aragonesa”768. En el catálogo de los fondos de pintura de la Real Sociedad Económica Amigos del País el boceto aparece con el nombre de El tocado de la dama y es óleo sobre papel, estando atribuido a Goya y fechado hacia 1775. Se afirma que se trata de un esbozo inspirado en Bayeu, tal como afirman Cistué y Sánchez Cantón769. La base para tal aserto es una carta a Zapater de enero de 1779. La única carta de ese mes y año, según la edición de Águeda770, es del día 9, y en ella se lee: “El borroncico que tu tienes es de Francisco (Bayeu) la invención y mía la execucion y todo importa tres caracoles que no merece la pena de que sea mio ni tuyo ni vale un cuerno”771. No se ha documentado que esta alusión se refiera al boceto que aquí se trata; es más, Águeda supone se habla del borrón preparatorio de El baile de San Antonio de la Florida, según se puede interpretar de una carta a Zapater de diciembre de 1778 y de la nota 4 de la carta de enero772. En cualquier caso, aunque el tema del borrón es similar al de La familia, se trata de una composición más barroca y con otro carácter, ya que no es un grupo familiar, sino un cuadro de tocador, es decir el momento en que se arregla una dama y que aprovecha para recibir a algunos familiares, amigos o admiradores. Parece arriesgado decir que se trata de un boceto del cuadro que nos 767 Sinués (1947). En el catálogo del Fondo de la Sociedad Económica se dice se exhibió en una exposición de la Instituci ón Fernando el Católico en 1966, con el número 54. Sin embargo, en el pequeño catálogo de tal muestra, unas hojitas, el n.º 54 puede leerse: Luis Paret y Alcazar (boceto). Familia del infante Don Luis. En opinión del conservador de la colección de la Sociedad, pudiera ocurrir que en el momento de la exhibición dominase la opinión de que el boceto era debido a ese pintor. El descubridor del borr ón y cuya autoría adjudica a Goya, José Sinués, dice que éste está sobre papel. 768 Zapater (1863), p. 40. 769 Fondo de Pintura (1995), p. 74. 770 Goya (2003), carta n.º 8, p. 72. 771 La redacción es algo distinta a la que da el Fondo de Pintura…. 772 Goya (2003), carta n.º 7 y nota 4, p. 73. 297 ocupa, pues son cuadros más de estilo rococó cuya composición es muy distinta a la de éste. ¿Quién eligió el tipo de composición, qué personajes debían figurar y cuál debía ser su disposición?, ¿el infante?, ¿su esposa?, ¿el pintor? Pudiera haber sido el infante, al que le surtían de libros y estampas, y por tanto tuviese conocimiento de estos artistas, bien a través de grabados bien porque le hubiesen hablado de ellos, ya que era tendencia de moda. No es un tipo de pintura habitual en España, pero sí lo es, en esta época, en Inglaterra, lo que se conoce como “conversation pieces”. Peña afirma que “la escena ha sido elegida y decidida por Goya” y rebate la opinión de Valverde de que el pintor cumple órdenes por ser “una afirmación del todo gratuita que el Infante impusiera aspecto alguno de la obra. Es más, parece difícil pensar que si hubiera sido así, el cuadro se hubiera pintado de la forma que lo fue. El claro protagonista de Teresa es algo que no termina de encajar con los detalles que conocemos de la vida de Arenas. Nos referimos al escaso entendimiento entre los esposos nacido de las tensiones matrimoniales. En cualquier caso nada se puede afirmar ni negar de forma rotunda, por lo tanto tampoco las imposiciones de Don Luis respecto al lienzo”773 Pero la idea bien pudiera ser de Goya. Lafuente Ferrari dice que el pintor era “contemplador asiduo de estampas inglesas”774. “Para localizar esta influencia hay que tener en cuenta la fuente de información que probablemente hubo de alcanzar a Goya: los grabados ingleses”775. y, en nota al pie, aclara, citando a Mayer “Es indudable que Goya conocía perfectamente los grabados ingleses y franceses”. Más adelante insiste “Hay en Goya un aspecto muy poco estudiado aún en el que son de señalar coincidencias de concepto con pintores de otras escuelas, la inglesa especialmente. Me refiero a este tipo de retrato colectivo y familiar, expresivo de un cierto intimismo y de un positi773 Peña (1990), T. II, p. 300 y nota 8. Parece tan gratuita como que la elección fuese de Goya. Sin embargo, si se podría explicar, caso de admitirlo, por el evidente dominio de María Teresa sobre su esposo, que por esas fechas ya debía padecer bastantes achaques, lo que le haría más sumiso a los deseos de su esposa. 774 Lafuente (1947), p. 43. 775 Lafuente (1947), p. 118. 298 vo sentido de sociedad hogareña que el siglo XVIII cultivó con singular estimación”776. Fig. 85. Hogarth. Moderna conversación a medianoche (1732-33). Pocos años después Sánchez Cantón escribía al respecto sobre el “influjo de la pintura inglesa sobre Goya, hoy demostrado al constatar que poseía estampas de tal procedencia”777. Gállego une a la influencia inglesa la del pintor alemán Zoffany778. “Este cuadro es un curioso ejemplo de un género muy raro en España y que los ingleses llaman «conversation pieces», cuadros de familia, muy de moda en la corte de San Jaime, siguiendo el ejemplo de Hogarth y del alemán Johann Zoffany Se trata de pintar a los modelos sin que ellos posen para el retratista. Al contrario, están ocupados en una actividad habitual, como si el artista les sorprendiera en la intimidad de sus costumbres. Como estos cuadros pertenecían a un género más artificial que el puro y simple retrato, sus efectos son de una naturalidad exagerada: ¡alusión a la Paradoja del Comediante!”. La «conversation pieces», según el Grove de Arte, es: “Un retrato de grupo, algunas veces de cuerpo entero pero de pequeña escala, situado en un interior doméstico o un jardín. Fue un 776 777 778 Lafuente (1947), p. 119. Sánchez Cantón (1951), pp. 44-45. Gállego, J. (1985), p. 80. 299 género esencialmente popular en el siglo 18 en Inglaterra aunque puede encontrarse mas tarde en éste y en otros paises”779. Fig. 86. Zoffany. Charles Towneley and his friends in the Park Street Gallery. 1781-83. Towneley Hall Art Gallery and Museum. Este género fue cultivado por muchos pintores de la época, en especial ingleses, siendo los más destacados Hogarth, el más conocido, tanto por su calidad como por la difusión de su obra grabada, Zoffany y Devis, que llegó a realizar más de 300 “conversation pieces”. En principio el nombre podría ajustarse a cuadros en los que los retratados se encontraban charlando sobre un tema o admirando una obra de arte, habiéndose hecho extensivo a los grupos, familiares o no, en situaciones habituales, tanto en exteriores como en interiores780. Realmente este tipo de cuadros pueden encontrarse en todas las épocas, como el de José Antolinez El embajador Lerche y sus amigos, datado en 1662, del Statens Museum for Kunst de Copenhague, que incluye Pérez Sánchez en su trabajo del catálogo de la exposición El retrato español, una auténtica pieza de conversación en sentido estricto781. Lo que ocurre es que como género de moda se impone en la Inglaterra del XVIII y todo pintor del momento parece obligado a pintarlos y los coleccionistas a tenerlos. 779 780 781 The Dictionary of Art (1996), T. 7, pp. 784. Información sobre este tipo de obras puede encontrarse en Praz (1971) Pérez Sánchez (2004), p. 185. 300 Fig. 87. José Antolinez (1662). El embajador Lerche y sus amigos. Statens Museum for Kunst. Copenhague. En 1988 Pérez Sánchez considera que los antecedentes de esta obra “… habría que buscarlos más bien fuera de España, en obras de Flandes o de la Inglaterra de Hogarth, conocidas seguramente a través grabados. El estudio de lo artificial evoca también obras de Wrigth de Derby, que no es fácil saber si pudo llegar a conocer Goya”782. Junquera dice que el retrato se llevó a cabo por el interés del infante por los retratos colectivos influido por los que le habían enviado los Borbón-Parma y estaban en su colección. Sin entrar en el tema, es difícil argumentar tal cosa careciendo de la documentación pertinente. Menciona a alguno de los autores que han señalado la influencia inglesa, Hogarth y Wrigth, y añade la posibilidad de Bigot, cuyas obras Goya habría conocido en Roma y da por supuesto que lo había hecho en la casa del duque de Villahermosa en Zaragoza783. Sánchez Cantón señala una extraña influencia 782 783 Pérez Sánchez (1988), en catálogo de la exposición de Madrid 1988-89, p.147. Junquera, p.128, del catálogo de la exposición de Zaragoza de 1996a. 301 “Ya aduje en 1930 el estudio directo por Goya de los dos extraños cuadros de Tiepolo: La educación del Infante D. Luis Antonio, que pudo hacerlo en sus estancias en Arenas de San Pedro”784. Fig. 88. G.Baldrich. La familia del infante don Felipe de Parma. Museo de Parma. No se ha encontrado el trabajo de esa fecha, pero en una publicación posterior sobre Giambatista Tiepolo cita y expone ambos cuadros. Fig. 89. Lalauze. La educación de Luis Antonio Jacobo, Infante de España, sobre cuadro de Giacomo Tiepolo. L´Art, 1876, T. IV, p. 298. 784 Sánchez Cantón (1951), p. 144. 302 “Comenzaré por referirme a dos originalísimas y extrañas, conocidas sólo mediante reproducciones y una de ellas a través de un grabado (láminas 32-33). En «L’Art», de Par ís, se repartió en 1876 la estampa firmada por A. Lalauze, de un cuadrito titulado: La educación de Luis Antonio Jacobo, Infante de España (Giambatista Tiepolo pinxit), perteneciente a la colección de A. Bischoffshein. El regio niño, de una decena de años poco más o menos, asiste a una representación teatral íntima, rodeado de cortesanos y de muchos religiosos, al parecer capuchinos (lámina 32). En mayo de 1926 salió a la venta, en la casa londinense de Christie, el cuadro descrito y su pareja: El infante presencia cómo en una hoguera, encendida bajo la campana, arden varios libros, mientras frailes capuchinos atizan el fuego; la pieza de aspecto siniestro, tiene mapas o carteles en los muros, y en la escalera se ve una cruz penitencial (lámina 33). Para encontrar cuadros que produzcan impresión parecida, entre misteriosa, emocionante y grotesca, hay que ascender en el tiempo hasta los Magnasco, o descender hasta los de Goya. Que éste conoció los de Tiépolo, y que cavaron hondo en su espíritu, paréceme inconcuso”785. El grabado de la revista, en página aparte no numerada, está incluido en un artículo, parte de una serie, de Paul Lervi titulado “Italia fara da se”786, en el que el autor, al tratar de Tiepolo, dice: Fig.74 Laluze.. Escena de la vida de Luis Antonio Jacobo, Infante de España, según GiacomoTiepolo. Christie (1926) Fig. 90. Laluze. Escena de la vida de Luis Antonio Jacobo, Infante de España, según Giacomo Tiépolo. Christie´s. 1925. 785 Sánchez Cantón (1953), pp. 22-23. L´Art, (1876), Tl. IV, VII de la colecci ón, pp. 292-298. El grabado cierra el artículo y por tanto se referencia a la última página. 786 303 “M. Lalauze ha grabado para L´Art, al estilo del maestro, uno de los cuales expone episodios de la educación del Cardenal-Infante Luis Antonio Jacobo, hijo de Felipe V, por monjes que ora queman en su presencia libros considerados heréticos, ora le hacen asistir a representaciones dramáticas improvisadas”. En el catálogo de Christie´s se dan las características de los dos cuadros subastados y el tema: “Giovanni Batista Tiepolo 96 Escenas de la vida de Luis Antonio Jacobo, Cardenal-Infante de España- un par Tercer hijo de Felipe V, con Isabel de Farréense, su segunda mujer. El niño está rodeado de sacerdotes y monjes, que (1) le entretienen con representaciones teatrales, y (2) queman libros heréticos ante él y le dan dulces”787. Las dudas que suscitan estos cuadros, atribuidos a G.B. Tiépolo, son varias. ¿Son realmente de Giambatista? ¿El niño representado es realmente el infante don Luis? En caso de ser así, ¿pertenecieron al infante y, por tanto, pudieron ser vistos por Goya? Tres trabajos sobre la obra de Giambatista Tiépolo, publicados en años distintos, dan los resultados siguientes: Molmenti, el más antiguo pero sin año de edición, habla sobre ambos cuadros, repitiendo lo dicho en la revista e incluyéndolos en el tipo de cuadros de costumbres. Reproduce el grabado de L´Art.788 Morassi, que desconoce los actuales propietarios y menciona que se encontraban en la colección Bichoffsheim, los atribuye a Domenico, el hijo de Giambatista, diciendo que incluso en uno de ellos, en una etiqueta existente en el borde de la campana de la chimenea, aparece su firma. Se trata del cuadro que representa la quema de libros en donde aparece una chimenea, en el borde de cuya campana se aprecia un papel adherido (véase la figura 90). A pesar de la buena reproducción de la guía de Christie´s no se aprecia la firma. Los titula La educación del Infante de España en Parma, lo que añade confusión sobre el retratado. Cita como referencias Molmenti, Sack y Sánchez Cantón. Describe los cuadros muy sucintamente y dice del segundo que iconográficamente es dependiente de Magnasco. Siguiendo a Sánchez Catón habla de la influencia del artista italiano en Goya.789 787 788 789 Christie (1925), p. 24. Molmenti (s.a.), pp. 210 y 216. Morassi (1962), p. 18. 304 Finalmente el más reciente de los tres y el más extenso, de Gemin y Pedrocco, que data de 1993, no los incluye, ni siquiera como atribuidos a Giambatista Tiépolo. Parece, por tanto, que hay serias dudas sobre la atribución de los cuadros a Tiépolo. Si son de Domenico es asunto que rebasa el objeto de este libro. Naturalmente, Sánchez Cantón se pregunta de qué infante puede tratarse, aunque el nombre de los cuadros y la descripción de los mismos no dan pie a ninguna duda: coinciden exactamente con el hermano de Carlos III. Pero Gian Battista Tiépolo llegó a Madrid en junio de 1762, cuando el infante don Luis tenía 35 años, con lo cual es difícil fuese el retratado. Sánchez Cantón salva el escollo suponiendo fueron pintados basándose en recuerdos del infante, lo que parece algo rebuscado. Otra suposición que hace, es que se tratase del hijo, pero el nombre no coincide y, como señala, GB Tiépolo había muerto antes del nacimiento de Luis María Borbón Vallabriga. ¿Se trata de un hijo de Carlos III? Posiblemente, y más tratándose de cuadros claramente anticlericales que además podrían servir como crítica a Carlos III, pues la educación de sus hijos estaría más en la línea que satirizan los cuadros que en la que debió recibir el infante don Luis como se ha comentado en capítulo anterior. El carácter satírico y antirreligioso de los cuadros casa mal con la manera de ser de don Luis y por tanto resulta difícil de creer que los encargase e incluso que los poseyese. No aparecen en la relación testamentaria del infante, ni en la pinacoteca de su mujer, ni en los inventarios del Palacio de Boadilla. Por tanto, es difícil que Goya los viese en Arenas puesto que no debían estar. Hay algo más que añadir: el rostro del niño, bien visible en uno de los cuadros, no corresponde con el del infante. ¿Pero es preciso alejarse tanto para encontrar las influencias de La familia del infante don Luis? Bien cercano tenía el infante cuadros de grupos familiares. En San Ildefonso eran abundantes los de M.A. Houasse como el de la figura 38 o el mostrado en la figura 91, de carácter completamente distinto. El retratar una reunión familiar, la presencia del pintor en el lienzo y la admiración que sentía Goya por Velázquez ha hecho inevitable la comparación con Las Meninas. Según Gassier, como en el cuadro velazqueño la infanta domina la escena, mayor intensidad de luz y centro de la composición, en éste es María Teresa Vallabriga quien desempeña ese papel. Vázquez incide en la semejanza con el cuadro de Velázquez y se extiende en las razones en que apoya tal aserto, que aquí se resumen de forma muy breve. 1.º Temática: Ambos son retratos de familia en los que se representa a los miembros y a los servidores. 305 2.º Momento elegido: Ambos representan escenas familiares corrientes que se dan todos los días.790 Fig. 91. M. A. Houasse. Capitulaciones de boda. Palacio Real de Madrid. 3.º En ambos aparecen los pintores. 4.º La composición: Los personajes se agrupan formando una escala. En el que nos ocupa, desde Goya, “las figuras suben hacia la cabeza del peluquero y bruscamente la línea cambia hacia la izquierda con las figuras de las doncellas”.791 Mena hace un análisis detallado de la influencia de Velázquez en este cuadro, tanto desde un punto de vista, que podría designarse ideológico, como del compositivo, aunque señala que no es fácil. “Compleja y difícil de analizar es la transformación que Goya hizo de Velázquez en obras de mayor número de figuras, como el retrato de La familia del infante don Luis o el de Los duques de Osuna y sus hijos, cuya formulación expresiva y formal es, además, muy diferente entre ambas” “… el artista utilizó Las meninas por primera vez, sabiendo bien, pues la había llevado a la estampa, su combinación única de figuras y planos luminosos, su mezcla de clases sociales y de adultos y niños” “Goya se sintió atraido evidentemente por esa arriesgada posición frontal de la infanta Margarita …” 790 En Velázque no es una escena que se dé todos l os días. Se puede decir que se capta una situación espontánea, no preparada para ser pintada. 791 Vázquez (1990), p. 296. 306 “De modo parecido, aprovechando ideas visuales de La meninas, actuó Goya en el retrato de La familia del infante don Luis”. “El infante añoraba su posición, consciente de sus derechos al trono, anulados para siempre, y utilizaba el arte como lo había visto hacer a su padre y a su hermano, Felipe V y Carlos III, como propaganda de sus ideas y del poder dinástico, y quizá también, de un modo intuitivo, como compensación íntima y privada del malestar que le debería producir su situación792” “El retrato de La familia del infante don Luis fue el primero, fechado en 1784, en que Goya utilizó ideas concretas tomadas de Las meninas, pero transformadas profunda y modernamente en su apariencia visual. La fundamental reside en el carácter naturalista e íntimo de retratar a la familia, «real» a pesar del decreto de Carlos III, según la sencilla idea de Velázquez, que representó a los Austrias, a la dinastía y su poder, aprovechando un asunto menor y cotidiano: el ofrecimiento de agua a la niña por sus damas y servidores”. La disposición de la escena es un eco de Las meninas, ya que todos se distribuyen a ambos lados del eje central ya luminoso de María Teresa de Vallabriga “… que mira de frente y mirando al espectador, reflejan las usadas por Velázquez”. “Goya hizo una transformación moderna de Las meninas y atenúa lo que en ellas había de poder familiar y de alambicado y riguroso protocolo de los Austrias”. “El glorioso pasado se metamorfosea ahora en una «pieza de de conversación» íntima, a la inglesa, de las que Goya debía conocer ejemplos contemporáneos, pero cuyas dimensiones grandiosas hablan aquí de la voluntad dinástica del cuadro …”. La presencia de Felipe IV en Las meninas está “representado en el perfil de medalla o moneda del padre, que se repite como un eco, o una sombra de la pared, en el perfil de su primogénito tras él, en segundo plano 793. Sin negar la influencia de Velázquez, cosa evidente, que puede rastrearse en otras obras de Goya, no en vano había copiado entre estampas y dibujos 20 cuadros del pintor sevillano, lo que hacía hubiese tenido que estudiarlas muy a fondo, pues la transposición al grabado le obligaba a ello. Pero ciertas influencias que se apuntan podrían achacarse también a otros pintores. 792 793 Ya se ha hablado extensamente sobre los derechos al trono de don Luis según Mena y otros autores. Mena (2004), pp. 210 y 211. 307 La explicación es bastante compleja. El eje central y la mayor iluminación no parecen exclusivas de Velázquez y otros pintores anteriormente lo habían utilizado. El cuadro parece una reivindicación, pictórica naturalmente, de los derechos del infante a la corona española, que por una artera acción de su hermano Carlos le han sido conculcados. Como ya hemos visto en el capítulo 2 esto no se ajusta a la verdad, de manera que no puede haber voluntad dinástica alguna en el encargo del cuadro. En la exposición El retrato español, este cuadro estaba en misma sala que Las meninas, juntamente con otras obras de Velázquez y Goya que ponían de relieve la influencia del primero en el segundo, por lo que hay que suponer que el comisario de la exposición y sus colaboradores, consideran la influencia que comentamos en La familia del infante don Luis. Ahora bien, La familia estaba enfrentada al cuadro La familia del pintor de Juan Bautista del Mazo, mientras Las meninas, lo eran a La familia de Carlos IV, emplazada en la galería central del museo pero visible desde el lugar ocupado por el cuadro velazqueño. En resumen, las influencias o motivos de inspiración de Goya al pintar La familia del infante don Luis, son harto variados: Las meninas, de Velázquez, las “piezas de conversación”, que tan de moda están en Inglaterra en ese momento, un cuadro de Bayeu, basándose en el cual Goya había hecho un borrón, dos extraños cuadros de un pintor italiano, que podría ser uno de los Tiépolos menores, a lo que hay que añadir matices esotéricos que cabe pensar fuesen introducidos por el pintor. Si Goya hubiese tenido en mente todas las ideas que aquí se han expuesto sobre La familia del infante don Luis, habría tardado meses en concebir el cuadro. Si el boceto del cuadro fue hecho en Arenas para que le sirviese para pintar el cuadro en Madrid, hay que considerar que el tiempo que le llevó la ejecución de los otros cuadros, por rápido que fuese pintando, y el que empleó en acompañar a cazar al infante, poco tuvo para las elucubraciones necesarias para concebir La familia en todos lo aspectos que se han señalado. Los artistas de la época estaban más cercanos a los artesanos que al concepto actual del artista. Hacían las obras que se le encargaban o que debían realizar a causa del puesto que ocupaban, procurando hacerlo lo mejor posible para agradar a sus clientes o mantener su cargo, sin que eso implique no pensasen sobre el cuadro a realizar. Hablaban poco de su obra y por supuesto no elaboraban una tesis doctoral de cada una. ¿Es preciso buscar explicaciones tan complejas y eruditas sobre las influencias de La familia? ¿No es más fácil admitir que Goya pinta una escena real que se producía cada día, que pudo contemplar cada jornada del mes del verano de 1783 en que estuvo en Arenas, e incluso ser invitado a participar? En esos momentos en que el día se acaba, los señores de la casa entretienen su tiempo hasta el momento de ir a cenar: la señora es peinada, el infante hace un solitario, los servidores de mayor confianza rodean a sus amos, posiblemente comentan- 308 do los incidentes del día, lo que ha sucedido en palacio o en pueblo, o las noticias que trae la Gazeta o la carta recibida de la corte. Las rígidas normas de la corte se han relajado por completo. En realidad, en Arenas, quienes más aislados están son don Luis y su familia. No hay iguales suyos. Los pintores, los músicos, los administrativos tienen gentes de su mismo nivel y profesión con los que convivir. Pero los dueños de la casa no, deben esperar a la llegada de viajeros, más bien escasos, en especial en los meses de clima más duro, o a la venida de los nobles de las localidades próximas cuando llegue el buen tiempo. Para romper el aislamiento tienen que abrirse y posiblemente actúen como nobles rurales, más comunicativos con sus servidores, pero siempre conservando un rasgo de su posición: los únicos sentados son el infante y su mujer. Goya se incluye en el cuadro distanciándose de ambos grupos al ejercer su trabajo, y además de forma simbólica, ya que desde punto de vista en que se sitúa, como ya se ha dicho antes, malamente puede pintar el cuadro de La familia. Hay que pensar que las distracciones son escasas y el tiempo resulta muy largo y monótono y hay que cortarlo y cambiarlo entre otras cosas con estas tertulias, a las cuales Goya se une durante su estancia. Las vive, las contempla y le sirven de inspiración para su obra, que además está cercana a los temas vivos que utiliza para sus cartones. Por supuesto la disposición real de los personajes y éstos no serían siempre iguales pero no variaría mucho. Goya se incluye en el papel que esta haciendo en ese momento: pintando. ¿Así nació el boceto de La familia que luego desarrolló en Madrid en el año siguiente? Cabe esa posibilidad. Se ha indicado que la luz del cuadro es rara y esto parece evidente, pues la débil luz que desprende la vela no puede iluminar con tanta fuerza a los personajes más alejados como a las damas que portan la bandeja y en especial a María Teresa, la hija del infante que asoma por detrás de su hermano, o a los servidores situados más a la derecha. Vázquez opina que la luz es pobre y para conseguir contrastes lumínicos Goya la dirige desde la derecha (hay que suponer que desde el punto de vista del espectador) hacia el centro, algo que podría admitirse, pensando en la existencia de una chimenea. Pero, ¿necesitaba el pintor atenerse a unas normas lógicas y un tanto académicas para hacer el cuadro? Los distintos autores que han abordado, con mayor o menor extensión el análisis del cuadro, dan valoraciones muy diferentes. Hay que advertir que hasta época cercana era prácticamente desconocido, pues, como se ha dicho, se exhibió por primera vez en 1988, de manera que la mayoría de los especialistas juzgaban por fotografías, grabados o por el boceto comentado en el apartado anterior, como es el caso de Viñaza, lo cual es un inconveniente para analizar el cuadro. Curiosamente, figura en todos los catálogos generales de la obra de Goya. 309 Un cuadro tan “especial” ha dado lugar, como se ha visto a multitud de opiniones, de tal manera que la advertencia que hace Peña parece de lo más acertado. “No nos cabe la menor duda de que si muchos pintores les fuera dado conocer las elucubraciones que hacemos de algunas de sus obras, o se mofarían de nosotros, o se asombrarían de las conclusiones a las que hemos llegado”794. Tormo vio las obras de Goya existentes en el Palacio de Boadilla cuando había terminado su libro y las apreciaciones sobre ellas las incluyó como nota a pie de página. Habla de un “lienzo enorme en el cual, si no se adivina el futuro gran retratista, sí se ve al autor distinguido de las tapicerías”. Como la pintura abandonó España en 1904 es evidente que Elías Tormo llegó a verla. También parece que Beruete conoció el cuadro según escribe en Goya pintor de retratos: “… los estudios que hiciera Goya y el cuadro resultante de la familia, hoy en Italia, pude verlos hace unos años en Boadilla del Monte, cerca de Madrid, donde en poder de la familia Rúspoli, descendiente de Godoy, se guardaban entonces”795 . Las duras y desfavorables opiniones de Beruete son de interés por tratarse de un buen pintor, un profesional que además de pintar escribe sobre pintura y bastante sobre Goya. Posiblemente son exageradas pero acertadas en algún aspecto. Es evidente que la “rareza” de este tipo de cuadro en la pintura española, así como las tendencias del momento, influyó en lo negativo de su juicio. “El cuadro resultante de los trabajos de Goya en Arenas de San Pedro, «La familia del Infante D. Luis», en que se representa el matrimonio, los hijos, los criados y Goya pintando aquella escena, total catorce personajes, fue un verdadero fracaso. Su composición, inspirada en escenas de familia y de hogar que estuvieron de moda en aquellos años, es aquí francamente absurda: el Príncipe y su esposa, en el centro del lienzo, sentados en una mesa ovalada, juegan a las cartas; los dos niños mayores se apoyan en su padre, mientras un peluquero peina a la señora. Dos doncellas, a la izquierda, preparan el almuerzo que va a servirse en bandeja de plata; la derecha del cuadro la llenan cinco servidores completamente ridículos, entre ellos un jardinero de tipo morisco y una nodriza feísima muy adornada que sostiene en sus brazos al niño 794 Peña (1990), T. II, p.298. A pesar de ello esta autora hace bastantes elucubraciones sobre la descomposición de la pintura, la posición en que se retrata Goya, la posición del infante y su esposa y los cortinajes del fondo. Respecto a la rspuesta de los artistas actuales ante las elucubraciones de los “especialistas” y críticos, sól o hay que ver la aceptación, posiblemente cargada de resignación, con que admiten las entradillas de los catálogos de sus exposiciones. 795 Beruete (1916), p. 22. 310 de pecho. Y allá a la izquierda, en el fondo, se ve a Goya en escorzo poco afortunado, sentado ante el caballete pintando aquella escena tan poco natural”. “Hay en ella, verdad es, cabezas bien pintadas y de carácter; pero acaso porque Goya no estuviera acostumbrado a componer grupos de este género, es lo cierto que resulta un conjunto de personajes abigarrado y de mal gusto, afectado y con un colorido pobre y opaco. Hace años que no veo este cuadro; el terminante juicio que expongo está tomado de mis notas de entonces; pero me anima a no rectificarlo la opinión de autoridades que vieron esta obra después que yo y que coinciden en absoluto con mi criterio”796. El estudio del cuadro hecho por Angulo no deja en buen papel a la esposa de don Luis. Supone, sin documentarlo, posiblemente por ser imposible, que: “La satisfacción momentánea de la vanidad de la hija del capitán de Caballería de voluntarios de España, D. José Vallabriga, por su enlace con el hermano del monarca, debió transformarse con el tiempo en un cierto rencor por la inflexible decisión de éste de tenerla radicalmente alejada de la Corte”. Aprovechando el débil carácter de su marido se convirtió en el personaje principal del cuadro “… sentada ella más en alto, en un sillón, de frente y en el centro del grupo, y el infante más en bajo, en una silla, de perfil y desplazado hacia la izquierda, parece en este sentido”. “La mujer a que no se había permitido pisar el escenario real pasaba así a la historia triunfante en su escenario propio”. “El efecto del lienzo goyesco en Doña Isabel hubiera sido tremendo; probablemente si hubiera alcanzado a verle habría muerto de dolor y rabia”. “…. El lienzo de Goya es, en realidad, el retrato de la familia de María Teresa Vallabriga, pues es indudable que ella desempeña el papel principal, papel que el pintor ha procurado subrayar intensamente por medio del violento efecto de luz”. “Tiene más idea de camerino que reunión familiar”797. Los juicios de Angulo parecen extremadamente negativos para María Teresa Vallabriga. Hay tantos motivos para decir esto como para no decirlo. El representar la acción de peinar a la señora de la casa no es inhabitual. Debe recordarse que en la época los cortesanos eran admitidos a observar las abluciones del rey al despertarse o a estar presentes en sus comidas. Las damas recibían a sus amigos y admiradores durante sus arreglos matutinos, convirtiendo la 796 797 Beruete (1916), pp. 22-23. Angulo (1940), pp. 53-56. 311 situación en una reunión agradable. Además, al desconocer quién señaló la disposición de los personajes retratados, resulta aventurado achacar tales intenciones a la esposa del infante. Camón Aznar, al parecer, no conocía la obra original y los juicios sobre La familia los hace por el boceto de la colección del duque de Sueca. Da unas opiniones originales e interesantes. “… es una obra de gran audacia de composición, con un juego de luces de actitudes y de alturas, con una sensación de máxima realidad y de intimismo que hemos de lamentar haya desaparecido en el de Carlos IV y su familia. Hay, sin embargo, en esta obra, una cierta angustia espacial. Esto es muy propio del Goya de esta época. Las figuras no se hallan rodeadas de ambiente, no hay entre ellas holgura ni atmósfera. Como singularidad de la composición anotemos la jerarquía de los príncipes, reconocida en que son los únicos que se hallan sentados. El contraluz del pintor es muy acordado”798. Gassier señala la escasa profundidad, la falta de espacio alrededor de los personajes, la inmovilidad de as actitudes, aspectos que eran imposibles de evitar por tratarse de un género nuevo para el pintor.799 Más adelante hace hincapié sobre los aspectos positivos de la pintura, algunos ya apuntados por Beruete: “Quedan las extraordinarias cualidades pictóricas de varias zonas que, estando mal relacionadas entre si, prueban, tomadas separadamente, que Goya está ya en posesión de un oficio muy personal que contrasta con las frias composiciones de sus contemporáneos. Su autorretrato juvenil y triunfante, el grupo de los dos niños, el perfil del Infante, las cartas sobre la mesa, el bello rostro de la dueña de la casa y, hacia el extremo derecho, el rostro burlón del cocinero, todos estos detalles son aciertos que deben más, como dirá más tarde de sus miniaturas sobre marfil, «a los pinceles de Velázquez que a los de Mengs»”800. Vázquez también señala algunos defectos similares a los expuestos por Gassier: “… la composición es un poco desequilibrada, los diferentes grupos que aparecen en el cuadro desentonan un poco la escena (ya decíamos antes, que parecen escenas en una más grande). En la composición se observa un punto central, la figura de María Teresa …” 798 799 800 Camón Aznar (1950), t. I, p. 154. Gassier (1979), p.15. Gassier (1979), p. 16. 312 “El colorido es un poco apagado todavía, aunque ya van aflorando los colores goyescos en las casacas de los hombres y vestidos de los niños.” “Personajes hieráticos, un poco histriónicos, como acartonados.” “Las caras son lo mejor: gestos muy diferentes todos, como queriendo salir bien”801. Del cuadro se ha hecho alguna interpretación un tanto “sui generis”, como la de Chan, que López Vázquez resume de la manera siguiente802: “Recientemente, en 1980, Victor Chan apreciaba representada en la obra el tema de una Vanitas (con el subtema de «Mundus») encarnado en la esposa del Infante y la referencia a la Fortuna, con una clara expresión de la «desvelación del destino de la Fortuna» en el Tarot desplegado por don Luis, que para Chan se convierte en metáfora, no tanto del Hado de éste, como de los dictados de la Fortuna que gobiernan el progreso artístico de Goya e, incluso, de la concepción del arte como un instrumento protector contra la inconsistencia de la Fortuna. De este modo, según Chan, la única nota positiva de la obra parece ser la concepción del arte como salvoconducto contra la Fortuna y, por consiguiente, que el hombre puede retar a su Hado ejercitando el talento y las virtudes como se realiza durante la creación artística”. López Vázquez incide en la vía de Chan apoyándose en textos de varios Emblemas803. También Peña aborda este aspecto y el dos de bastos indicaría hechos sombríos y algún acontecimiento imprevisto; la sota de bastos, un suceso sorprendente y el as de oros, éxito y triunfo. Goya “ha querido plasmar una determinada idea”. Asimismo, la aparente existencia de una sola pata de la mesa, lo que mueve a algunos autores a decir que el cuadro estaba sin terminar, debe tomarse “como símbolo de lo arriesgado, inestable y etéreo del juego”804. 13 Retrato del arquitecto Ventura Rodríguez. 1784 (Museo Nacional de Estocolmo) Ventura Rodríguez proyectó y construyó el Palacio de Boadilla y posiblemente dio ideas o proyectó el de Arenas. Gozaba del reconocimiento, no sólo del infante, el cual, incluso, le tenía asignada una aportación anual, sino de su mujer. Jovellanos, en el “elogio a Don Ventura Rodríguez”, el 18 de enero de 801 Vázquez (1990), p. 297. Chan (1980), citado por López Vázquez (1987), p. 378. 803 López Vázquez (1987) 804 Peña (1990), T. II, p. 203. Lo que si cabe extrañarse es como se podría mantener la mesa con una sola pata y además inclinada. 802 313 1788, decía que el infante apreciaba tanto al arquitecto que deseaba verle constantemente. Vestido con un traje grisáceo muestra en su mano los planos de la capilla de la Virgen del Pilar805, en el que puede leerse: Retrato Original de D.n Ventura Rodríguez Arquitecto Serenimo S.r Infante D.on Luis, y Maestro mayor de la Villa de Madrid que de orden de la mui Ill.a S.ra Esposa de S.A. pinx. D.n Fran Goya año de 1784, inscripción que pudo ser añadida con posterioridad806. Óleo sobre lienzo, de 107x81807 cm., que pertenece en la actualidad al Museo Nacional de Estocolmo. En la testamentaría de don Luis se le describe como “Un cuadro que representa el retrato de medio cuerpo de D. Ventura Rodríguez Arquitecto Mayor de las Obras Reales y Villa de Madrid, pintura en tela con marco dorado: en tres mil reales”808. A la muerte del infante pasó a su mujer, figuraba en su hijuela como obra anónima, pero no figura en la relación de los cuadros que tenía en Zaragoza; se cita al conde de Altamira809 y Domínguez afirma lo poseía en 1847. Este noble no estaba ligado a la familia Rúspoli por parentesco, ni directo ni por casamiento por lo cual resulta raro que poseyese un cuadro encargado por la mujer del infante y por tanto, cabe pensar, estimado por la familia. Buendía cita a un personaje, el canónigo Pedro Recio relacionado con la dispersión de las pertenencias de Godoy. Al morir, en la almoneda que hicieron sus herederos se encontraron numerosos bienes del favorito. Buendía añade: “Sin embargo, tenemos noticias de que, antes de realizarse la inspección de los bienes que había dejado Recio, se habían entregado muchos cuadros al conde de Altamira, que era uno de los herederos”810. 805 Lafond (1903), escribe, equivocadamente, que se trata de los plan os del Pala cio de Boadilla; Desparmet insiste en lo mismo. 806 Baticle (1980). “Ficha del retrato” en Catalogo exposición de Madrid 1980, p. 65. 807 Es la medida que se le adjudica en el ca tálogo de la exposici ón de Zaragoza de 1992 y que coinciden con las que figuran en el catálogo de las exposi ciónes de Chicago (1941), Estocolmo (1994-95) y en el Lille-Philadelphia (1998-99). Lafond da 202x75 cm.; Loga 107x75; Mayer 102x75 cm.; Gudiol, Gassier/Wilson, Baticle, Camón, Morales, Peña y la exposición en Madrid 1980, 106x79 cm.; De Angelis 108x81 cm. La exposición de Londres de 1909, 104x78,74 cm. La de Londres de 1963-64, 106,7x81,3 cm.; Domínguez-Fuentes 106x79cm. 808 Testamentaría de don Luis, f. 130 y f. 640 v. Citado por Arnáiz (1986), p. 50 y Arnáiz (1996), p. 28. 809 Es lo que afirma Gaya (1958), p. 158. Según el catálogo de la exposición de Londres de 1901, en ese momento el dueño es el marqués de Castro Monte. Domínguez (2002), T. II, p. 388, dice que en 1847 estaba en poder del Conde de Altamira. Si esto es cierto, el cuadro tuvo que ser vendido o regalado por Carlota Godoy, lo cual es extraño. 810 Buendía (1996), p. 144. 314 Podría ocurrir que uno de esos cuadros fuese el retrato de Ventura Rodríguez. Posteriormente se señala la pertenencia al marqués de Castro Monte, Príncipe Wagram de París; colección Boussod et Valadon de París, colección Montaignac, también en Paris811, colección de la Galería Trotti de París, Heilbuth de Copenhague, Dr. Wenland en París, Duveen de Nueva York, Bukowski, Estocolmo, pasando en 1949 al Museo Nacional de Estocolmo, donado por el mayor Amundson812. a b Fig. 92. a) Retrato de Ventura Rodríguez. Museo Nacional de Estocolmo. N.º inventario NH 4574. b) Copia de Zacarías González Velázquez de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Junto con el retrato de la Condesa de Chinchón, éste ha sido el cuadro más exhibido de los que aquí se analizan. Al menos ha estado presente en las siguientes exposiciones: Londres 1901, n.º 68; Chicago 1941, sn; Estocolmo 195960, n.º 133; Par ís 1961-62, n.º 25; Londres 1963-64, n.º 53; Madrid, París, Burdeos 1979-1980, n.º 13; Zaragoza 1992, n.º 12; Estocolmo 1994-95, n.º 7; Oslo 1996, n.º 5; Lille-Philadelphia, 1988-1989, n.º 9813; México, 2005-2006, n.º 8814. 811 Citadas por Desparmet pueden ser dudosas. Bati cle (1980) también las incluye en el mismo orden. 812 Hay ciertas discrepancias entre las listas de Desparmet y Morales. El segundo cita como propietario al Príncipe Wagran que no incluye el primero y a Boussod y Montaignac los col oca por delante de la galería Trotti, como el catál ogo de Londres 1963-64. Según Laffond Castro Monte lo conserva en 1903. Mayer en 1925 lo señala en la cole cción Heilbuth. Los donantes al Museo son citados por Baticle (1980), p. 65, pero en la exposición celebrada 1994-95, en Estocolmo, en el Natioalmuseum, se dice fue donado por Amundson, habiendo estado anteriormente en poder de Bukowski. 813 En el catál ogo de la exposici ón de 1994-95 en Estocolmo, se señala se exhibió en Madrid en 1961, lo cual n o es correcto. Domínguez-Fuentes (2002), T. II, p. 388, señala otra exposición en 315 Beruete considera, cuando al parecer lo vio, que el retrato “… es poco fino de tipo y de ejecución y se encuentra hoy ligeramente ennegrecido y tostado. No obstante estos reparos, el traje está amplia y ligeramente pintado y la cabeza de mucho carácter …” Gudiol opina que “La técnica de este retrato es apretada y académica. De todas maneras, resalta el factor lineal y la pincelada mantiene su esencia sintética. Goya prescindió de lo mínimo y refleja los grandes efectos dominantes” “Señalaremos, en esta obra, el vigoroso destaque del brazo derecho, la finura e intensidad de su mano”815. Para Camón “En este retrato, Goya prescinde de toques sueltos y, en cierta manera, mantiene su estética compacta y minuciosa de la época de imitación a Mengs. Muestra el retrato unos rasgos fuertes que determinan un rostro de mucho carácter y sólida personalidad. Retrato algo envarado y que es también testimonio psicológico en el que asoma una sonrisa flotando en un rostro amargo”. “Hay en este retrato esa mezcla de ingenuidad, torpeza y sabiduría que constituye uno de los encantos de Goya”816. Baticle afirma que “Goya presenta a su modelo con soltura y realismo, suprimiendo los detalles inútiles y dando toda su importancia al rostro enérgico y vivaz, cuyos ojos claros le observan amistosamente”817. Magaña, en la ficha del catálogo de la exposición de Zaragoza, opinaba de esta manera sobre el retrato “Goya prescinde de lo accesorio. Es un retrato sobrio, de gran fuerza espiritual, con una técnica académica, pero con una rigidez menos fría que en el caso del retrato de Floridablanca”818. 1969, en Estocolmo, en donde figura con el n.º 113. Se trata en realidad de la de 1959-60, en la que el cuadro figuro con ese número y no el 103 que dice esta autora. 814 En este catálogo se dice se expuso en la exposición de Madrid de 1961 lo que no es correcto. 815 Gudiol (1970), p. 260. 816 Camón (1980), p. 158. 817 Baticle (1980), p. 65. 818 Magaña (1992), p. 52. 316 Morales dice que “… el lienzo es de una exquisita sobriedad, advirtiéndose el aliento de Mengs. Correctísimo de dibujo, sorprenden las fórmulas resolutivas de las carnaciones – rostro y manos – y el tratamiento de los blancos de la pechera y mangas de encaje. En su conjunto trata de transcribir el pensamiento estético del retratado”819. Como puede verse, la mayoría de los autores coinciden en sus apreciaciones, más bien positivas, sobre este retrato. Fig. 93. Esquivel. Retrato de Ventura Rodríguez según el cuadro de Goya. Fig. 94. Atmeller. Retrato de Ventura Rodríguez según el cuadro de Goya. Del cuadro existen varias copias, como la de Zacarías Velázquez en la Academia de Bellas Artes de San Fernando820, que algún autor ha adjudicado a Goya. Núñez, en su completo estudio sobre González Velázquez, lo fecha en 1794, y dice que se ignora el origen del cuadro, ya que en 1821 no aparece en la relación de cuadros de la Academia, pero en 1824 colgaba en la sala sexta de la Galería. Al parecer, María Teresa Vallabriga, a solicitud del marqués de Astorga, prestó el cuadro a la Academia de San Fernando para que sirviese de modelo 819 Morales (1994), p. 180. Morales (1994), p. 180, dice conocer dos copias más en colecci ones privadas, aunque no especifica ni dice sus autores. Nuñez (2000), p. 345, sólo señala otra, también de Zacarías González, en la colección del marqués de Bermejilla, que no llega a ser una copia en su totalidad. 820 317 para el concurso general de 1793; según otros autores se utilizó como modelo para la galería de retratos de personajes ilustres que se grabaron. Existen grabados de Manuel Esquivel y Ametller (1793), los de las figuras 79 y 80. Cabe suponer que, con los antecedentes expuestos, hayan sido editados por la Calcografía Nacional, sin embargo, no figuran en sus fondos y por tanto no aparecen en su catálogo. 14 Borrón del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez (1783-84) Se trata de un boceto en el que aparece el infante, Ventura Rodríguez y al fondo unos obreros trabajando en una obra. El arquitecto muestra a don Luis un plano. Óleo sobre lienzo de 27x20 cm.821. No se sabe bien el itinerario seguido por este boceto desde la muerte de don Luis, pues no se cita en la testamentaría de don Luis ni en las relaciones, caso de que le perteneciese, y no se tratase de un proyecto de homenaje a Carlos III “como constructor y embellecedor de Madrid y de los Reales Sitios”822. Con certeza se fija en poder de Ignacio Zuloaga y en 1908 estaba en poder de Ivan Stchoukine, pasando posteriormente a V. de Goloubew; colección FouchiereMagnan; se vendió en Christie´s de Londres el 4 de diciembre de 1935, siendo su propietario en 1954 Jacques Guerlain823. Se ha expuesto al menos en París 1935, n.º 356; Londres 1954, n.º 348824; Burdeos 1956, n.º 124; Estocolmo 1959-60, n.º 132825. Sambricio escribe sobre este borrón “… figurando, asimismo, atribuidos al genial pintor aragonés …. y el interesantísimo bocetillo representando al Infante don Luis de Borbón y su arquitecto Ventura Rodríguez, de la colección Jacques Guerlain, de París, lienzo que por su factura, por los típicos empastes que modelan la masa de color, cabe atribuir a Francisco Bayeu”826. 821 Son las medidas que dan Loga, Mayer, Desparmet y el catálogo de la exposición de Paris de 1935; Gudiol y Camón le atribuyen 27x21 cm.; la exposición de Burdeos de 1956, De Angelis, Gassier/Wilson, Morales, Peña y Domínguez-Fuentes, 25x20 cm.; Gassier afirma que las medidas le han sido proporcionadas por el propietario 822 Arnáiz y Montero (1986), p. 51. 823 La forma de escribir los nombres de los propietarios varía de unos autores a otros, así Camón y Morales escriben Stoukine, cosa nada extraña con los nombres rusos. Morales escribe Galoubew y Desparmet Couloubere. Morales, Fouchire-Magnon. Se ha seguido la versión dada por el catálogo de la exposición de Londres. 824 Se trata de la exposici ón “European Ma sters of the Eighteenth Century”, en la Royal Academy. 825 En el catálogo de esta exposición se dice que se exhibió en Londres con el número 103, lo cual no es corre cto. En realidad se trata del cuadro anteri or que se exhibió con el n.º 113, pero no el 103, como se ha explicado. 826 Sambricio (1956), p. 37. 318 Fig. 95. Borrón del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. Gudiol opina del boceto que “Es interesante por técnica, avance de los brillantes bocetos de madurez. Esta ejecución, sin acabado, tan del gusto de nuestros días, a la vez que produce un particular placer por el contraste de calidades pictóricas, nos muestra la trama de una obra goyesca. El viejo principio técnico de dar grueso a los matices claros y lisura a los oscuros, da, aquí, sorprendentes efectos. De otro lado estas pinceladas abruptas sugieren ya de un modo infalible cuanto el pintor desea representar”827. Gassier/Wilson y De Angelis, citando a los primeros, hacen hincapié en que la composición recuerda a la del retrato de Floridablanca, propiedad de Casa-Torres, cosa en la que insiste Camón828. Junquera opina que debe tratarse de Domingo Tomas, que por estas fechas estaba en Arenas. Además, la montaña que se aprecia al fondo es sin duda el pico Almanzor, visible desde la Mosquera829. 827 828 829 Gudiol (1970), p. 259. Gassier/Wilson (1970), 94; De Angelis (1975), p. 100. Camón (1980), p. 154. Junquera (1996), p. 18, nota 16. 319 15 El infante don Luis de Borbón (Obra de Mengs. Museo de Cleveland) No es un cuadro pintado por Goya, pero que durante tiempo se le atribuyó, y, aclarada la autoría, algunos especialistas indican que el lienzo, no acabado, pudo necesitar la intervención de Goya. Como puede apreciarse en la figura 82, se trata de un retrato del infante don Luis con traje cortesano, que figura en los catálogos generales de la obra de Goya como de éste; Viñaza (XXXVIII), Lafond (35), Loga (144), Calvert (51), Beruete (57), Mayer (172), Desparmet (311), Gudiol (151)830, Gassier-Wilson (212); lo cita Camón y Morales le da el número 125. Sin embargo, se trata de un cuadro de Mengs y con tal autoría lo considera el museo en el que se encuentra actualmente depositado. Gassier analiza atinadamente su duda sobre la autoría de Goya. Es evidente que la edad del infante en este cuadro no corresponde con la que tiene en 1783, como se desprende comparándolo con el perfil n.º 1 o con La familia. Don Luis aparece mucho más joven por lo cual se trata de una época en la que Goya aun no pintaba retratos. Las posibles soluciones son: 1º No es un cuadro de Goya; 2º Es una copia hecha por Goya de la obra de otro pintor; 3º Ha sido hecho por Goya pero se le pidió rejuveneciese al infante con el fin de que no se advirtiera tanto la diferencia de edad con el cuadro con el que forma pareja, el n.º 6, ya analizado831. Arnáiz da la siguiente explicación de la atribución a Goya: “La explicación de su atribución a Goya puede encontrarse muy bien en Obras de D. Antonio Rafael Mengs, publicado en 1780 por Nicolás Azara, cuando entre las realizadas por el bohemio relaciona con el número 40 «El retrato de S.A. de medio cuerpo, quedo sin concluir el ropaje», lo que explicaría que siendo la cabeza de don Luis, así como la ejecución de la palaciega consola, de un claro aire mengsiano, el ropaje, las manos y algunos otros detalles muestran ciertamente una ejecución goyesca, lo que unido a su mal estado de conservación naturalmente habría provocado la confusión”832. De las obras de Mengs que cita Azara 833 hay dos, las números 39 y 40, que parecen estar relacionadas con el infante. La primera Nuestra Señora con el Niño y San José porque dice explícitamente fue un encargo de don Luis, de la segunda explica que es un “Retrato de S. A. (cabe suponer se trata del infante 830 Gudiol señaló pudiera trtar se de una copia hecha por Goya sobre un cuadr o perdido de Mengs. 831 Gassier (1979), p.18. 832 Arnaiz (1996), p. 25. Cita su artículo con Montero de 1986 en Antiquaria. 833 Azara (1797), p. XLVII. 320 don Luis) de mas de medio cuerpo” en el que quedó inconcluso el ropaje. El extender a manos y otros detalles la posible intervención de Goya parece algo arriesgado. Fig. 96. Mengs. El infante don Luis. Museo de Cleveland. Según Arnaiz, en la relación testamentaria del infante se describe como: “Cuadro que representa el retrato del infante D. Luis en tela con su marco dorado en cinco mil trescientos reales”834. En el Inventario de 1818 de los cuadros de María Teresa en Zaragoza, esta obra carece de número. Se la describe así: “Mengs. Retrato del Srmo. Señor Infante Dn Luis Antonio Jaime de Borbón. A.R. Mengs”. Las medidas que se le adjudican son de 5,6x4 pies. Estaba expuesto en el Salón Principal de la casa del Coso. 834 Testamento del infante, f. 128. Peña (1990), p. 188, dice no figura en la testamentaría de don Luis. Perteneció a Godoy y se le entregó a María Teresa en 1808. La consola que se aprecia en el cuadro, según esta autora se encuentra en el convento de San Pedro de Alcántara, en la sacristía de la capilla real. 321 La descripción en el testamento del duque de San Fernando es más detallada: “Otro cuadro pintado sobre tela alto cinco pies y seis dedos, ancho cuatro pies (151x112): representa el retrato del S mo Infante D. Luis Jaime de Borbón vestido en traje de Corte. Su autor Dn. Rafael Mengs, valorado en 5300”835. Y en el inventario de 1847, hecho a la muerte de la Duquesa de San Fernando, se dice de más de medio cuerpo, citando que su autor es Mengs. No aparece en el inventario de 1886. Se trata de un óleo sobre lienzo de 152,7 x 100 cm. según los datos que proporciona el Museum of Art de Cleveland836, fechado hacia el año 1776. Del infante pasó a su mujer, de ésta a Maria Luisa Borbón Vallabriga y a su muerte a su sobrina Carlota Luisa Godoy Borbón. Lo hereda Adolfo Rúspoli quien lo debió legar a su a su hija María Teresa Rúspoli, casada con el conde Maubou de París en la liquidación de 7 de febrero de 1914. Perteneció a Wildenstein & Co. de Nueva Cork. Adquirido por la Fundación Leonard C. Hanna Jr., llegó al museo en 1966. Ha sido exhibido al menos en París en 1961-62, n.º 21 y en el Museo de Cleveland en 1966, n.º 61837. Al parecer formaba pareja, como ya se ha dicho, con el de María Teresa Vallabriga de Munich. No parece existir duda que se trata de un cuadro de Mengs. Gassier señala que tanto el tratamiento del vestido como de la consola en que apoya el infante su mano delatan que no pueden ser de Goya838. 16 Retrato del infante don Luis Viñaza, en la relación que da de cuadros de Goya, cita uno, con el número XXXVI que se corresponde con 91 de la lista de Boadilla de 1886. Las medidas que le adjudica son 79x60 cm.839, no indicando soporte, describiéndolo así: 835 Testamento del duque de San Fernando, f. 424. Estas mismas medidas son las que dan Gassier-Wilson (1974) y Morales (1994); Viñaza (1887), Lafond (1903 ), Loga (1903), Mayer (1925) y Gudiol (1970), le adjudi can 148x97cm.; finalmente Desparmet (1950), lo supone de 150x98cm. 837 Datos extraídos del T. III del magnífico catálogo del Museo de Cleveland de 1982, donde aun se le considera de Goya, de la información del museo y de Morales, el cual insiste en la autoría de Goya y que fue pintado en 1783 en Arenas. Resulta extraño el que se adjudique a María Luisa cuando se encontraba en la colección de Godoy (Rose-de Viejo, 1983, p.173), lo que inclina a pensar era de María Teresa. ¿Fue regalado por María Luisa a Godoy com o agradecimiento por las ayudas que habían recibido ella y sus hermanos? Al no tratarse de un cuadro de Goya no se ha investigado sobre otras exposiciones en las que ha colgado. 838 Gassier (1979), p.18. 839 Es la medida que le dan también Lafond (40), Beruete (57 ), Gudiol (154 ), De Angelis (164/178) y Morales (sin número); Desparmet 80x60 cm. 836 322 “Esta representado de medio cuerpo, ligeramente escorzado al lado derecho, con banda encarnada al pecho, una cruz y el Toisón de oro”840. Si nos atenemos a la breve descripción, no puede tratarse del cuadro anterior y lo de la banda encarnada, condecoraciones y toisón nos remite al cuadro de González Ruiz (véase figura 13), pero las medidas no son coincidentes ya que éste tiene 107x85 cm. Según Gassier, en el inventario del Palacio de Boadilla de 1899 se dice que el soporte es en madera, lo que contradice lo dicho en el de 1886, por lo que pudiera interpretarse como que había dos cuadros. Lo liga en cierta manera al de su mujer de la colección particular de México, con medidas parecidas 66,7x50,5 cm 841. Aunque es citado por Lafond, Beruete, Desparmet, Gudiol, De Angelis y Morales, todos se limitan a decir lo que afirma Viñaza y nadie muestra una imagen del cuadro. Otros cuadros desconocidos citados por algunos autores Peña cita cuatro cuadros de Goya perdidos o en paradero desconocido que conviene comentar. El primero es un Retrato de María Teresa Vallabriga mencionado en la testamentaria del infante, tanto en la relación general de sus pinturas como en la hijuela de su mujer. Se trata de un lienzo del que no se dan ni autor ni medidas, pero se dice tenía marco dorado y cristal, tasándose en 6.300 reales. Se menciona como no colocado en la casa del Coso. En la colección de María Luisa de Borbón Vallabriga se cita un cuadro similar en que la retratada aparece “con peinador en actitud de irse a peinar”, cuyas medidas son 43,8x41,4 cm.842, colgado “en el gabinete de esquina junto a la alcoba”. La autora supone se trata del mismo cuadro y dice que no ha sido citado con anterioridad. Debe tratarse del n.º 3 de los descritos en este libro. El segundo de los citados por Peña es un boceto por la medida que se conoce, 30 cm. de alto, el soporte, papel, y la tasación, 100 reales, según los datos de la testamentaría de don Luis. Figura también en la hijuela de María Teresa Borbón. Tal como dice Peña puede ser un borrón del cuadro de la National Gallery, n.º 10 de los aquí comentados, aunque no de todo el cuadro sino de la cabeza de la niña. Hay que suponer que Goya tomaría un apunte del rostro de María Teresa y el resto lo haría con un maniquí con el vestido843. 840 Viñaza (1887), p. 227. Gassier (1979), p. 20. 842 Peña (1990), T. II, p. 313 y T. III, p. 193 En la descripción que se hace de este cuadro en el T. III, las medidas adjudicadas son 48,3x41,4 cm., con l o cual queda la duda de su verdadero tamaño. 843 Peña (1990), T. II, p. 314 y T. III, p. 198. 841 323 El tercero es un retrato de don Luis Vallabriga, hermano de la esposa del infante. No queda claro que el autor haya sido Goya, pues pudiera tratarse del cuadro existente en el Museo Naval obra de Wertmüller. Pudo ser encargado a éste por María Teresa Vallabriga, según se deduce por unas notas incompletas del pintor, de 30 de abril de 1792, es decir muerto el infante844. Domínguez afirma que existía un retrato de Luis Vallabriga, hoy desaparecido y que el del Museo Naval Naval, de autor desconocido, que fecha en 1792, es copia del de Wertmüller. El último, del que ya se ha hablado con anterioridad, es el Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Domínguez-Fuentes cita un retrato de María Teresa Vallabriga que dice tiene una hoja de papel en la que puede leerse lo mismo que en su cuadro n.º 57 y n.º 3 nuestro, por lo que tiene que tratarse de ese. Sin embargo, por las medidas pudiera ser el de la Pinacoteca de Munich, el cual no lleva etiqueta al reverso. Debe tratare, por tanto, de una equivocación de la autora845. Dos paisajes citados por Peña Peña cita dos cuadros de Goya en la colección del infante: Marina con barco y litoral y Marina con isla y con peñones, de 20,7x 29,9 y 20,8x29,9 cm. respectivamente. Figuran en el inventario de 1835, de las pinturas de los duques de San Fernando, nos 145 y 146, tasados en 100 reales cada uno, señalando a Goya como autor, y en la lista de obras vendidas en 1845 al marqués de Salamanca, nos 61 y 62, que éste, años más tarde, traspasó a Isabel II. No constan en la hijuela de María Luisa por lo que no parece hayan pertenecido al infante y habiendo llegado a la hija de don Luis por otras vías. Parece dudoso sean de Goya y desde luego no pertenecieron al infante. Ningún de los autores que han catalogado la obra del pintor los ha citado. Los cuadros de Goya, hacia 1800, en que aparecen los hijos de don Luis Después de su estancia en Arenas en 1784 y hasta la muerte del infante, éste y Goya debieron de verse muy poco, pues el pintor no vuelve a aquella localidad ni don Luis viene mucho a la corte y si viene no coincide con Goya, salvo en el viaje ya comentado de 23 de marzo de 1785. En una carta de 25 de octubre de 1784 a Zapater Goya le dice: “El Infante me ha dicho que vaya de nuevo a Arenas, pero no tengo perro”846. Lo que dice la carta puede interpretarse como que el Infante invitaba a Goya a cazar, de ahí la alusión a la carencia de perro, que hace el pintor a Zapa844 845 846 Peña (1990), T. II, p. 194 y T. III, p. 202-203. Domínguez-Fuentes (2002), p. T. II, p. 617. Goya (2003), carta 55, p. 180. 324 ter. En una carta de marzo de ese mismo año le comunicó a su amigo la muerte de dos perros jóvenes que había comprado nada baratos. Esta invitación pudo hacerse bien en un contacto personal con don Luis, cuando éste viajó a San Lorenzo el 18 de octubre de 1784, bien a través de alguno de los servidores del infante desplazado a la corte para hacer alguna gestión. Posteriormente vuelve a ver, con toda seguridad, al infante, como confiesa a Zapater en carta de 30 de marzo de 1785 “El Pobre Ynfante Don Luis no pudo salir, que esta muy malo oy le he besado la mano por despedida que se ha marchado á su casa media ora antes que el Rey a Aranjuez. Y según lo bisto estos días que parece tenia gusto de berme a menudo y obserbado no escapa de esta y lo mismo opinan otros”847. Tal como ya se ha explicado, el infante se había trasladado a Madrid, como ya se ha expuesto con detalle en el capítulo II, con motivo de la boda de la hija de Carlos IV, Carlota. La carta habla concretamente de la visita que hace la familia real a la Virgen de Atocha el 29 de ese mes, en la cual no participó por su estado de salud. Como señala Águeda848, es evidente el afecto que tenía a Goya pues le manda ir a Palacio para verle antes de partir para Arenas. Sería la última vez que ambos personajes se viesen. Habrían de pasar muchos años para que Goya volviese a encontrarse con los hijos de don Luis, pues no hay constancia de contacto alguno con ellos. Como ya se ha relatado en el capítulo III, los niños residieron en Toledo sin conexión alguna con la corte, al menos con la información que se tiene hasta ahora no hay constancia de ello, con la salvedad de la coronación de Carlos IV, como ha habido ocasión de tratar. La salida del convento de María Teresa y su casamiento con Godoy, volvió a traer a los Borbón Vallabriga a Madrid, pero es casi seguro que el pintor no tuvo contacto con ellos hasta que los pinta, salvo algún encuentro casual que se produjese en Palacio o en casa de Godoy. En 1800 o en años posteriores pero muy cercanos Goya retrata a los tres hermanos y, curiosamente, contra lo que podía esperarse, no mucho más a María Teresa, la que ocupaba el mayor rango social por estar casada con el hombre más poderoso de la nación en esos momentos y, posiblemente, el mejor cliente del pintor. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. 1800 (Museo del Prado, P07767) El cuadro pasó de Manuel Godoy a su hija, Carlota Luisa Godoy y posteriormente a su hijo Adolfo, duque de Sueca, habiéndose mantenido en esta fa- 847 848 Goya (2003), carta 64, p. 198. Goya (2003), carta 64, nota 16, p. 200. 325 milia hasta su adquisición por el Estado, ejerciendo el derecho de tanteo, en enero de 2000849. Fig. 97. La Condesa de Chinchón. Museo del Prado. N.º inventario P0776. 849 Mena Marques (2000a), p.10. 326 También existen divergencias, al igual que con las medidas, en cuanto a las exposiciones en las que figuró, de tal manera que se ha confeccionado la Tabla adjunta donde se mencionan las exhibiciones y se citan los catálogos en que se señalan, así como ciertas observaciones aclaratorias. Exposiciones en las que se ha exhibido La Condesa de Chinchón Ciudad Título Londres Exhibition of Spanish Paintings at de Royal Academy Madrid Centenario de Goya. Exposición de pinturas. (Museo del Prado) Ginebra Les chefs d´oeuvre du Musèe du Prado (Musée d´Art et d´Histoire) Madrid Madrid Exposici ón de retratos ejemplares (Siglos XVIII y XIX. Colecciones Madrileñas). Museo nacional de Arte Moderno (+) Francisco de Goya. IV Centenario de la capitalidad (Casón del Buen Retiro) Londres Goya and his Times (The Royal Academy of Arts) París La Haya Goya (Musèe de l´Orangerie des Tulleries) Madrid Goya en las colecciones madrileñas (Museo del Prado) Lugano Washington Goya nelle collezione private di Spagna (Villa Favorita. ThyssenBornemisza) Goya. The Condesa de Chinchón and other paintings, drawings and prints from spanish and American private collecti ons and National Gallery of Art Londres Madrid Goya y el espíritu de la Ilustración Año Observaciones y catálogos en que se cita la exposición Se cita en los catálogos abajo indicados pero, la revisión del catálogo de esta exposición, pone de relieve que no se 1920-21 exhibió en ella el cuadro Madrid 1983, Lugano 1986, Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, Roma 2000 En el catálogo se dice es la primera vez que se expone Madrid 1928, Londres 1963-64, París 1928 1970, Madrid 1983, Lugano 1986, Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002; Madrid 2008 Madrid 1961, Madrid 1983, Lugano 1986, Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, 1939 Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002 Londres 1963-64, Madrid 1983, Lugano 1986, Estocolmo 1994-94, Madrid 1996, 1946 Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Madrid 1983, Estocolmo 1994-95, Ma1961 drid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002 Londres 1963-64, París 1970, Madrid 1983, Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, 1963-64 Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Madrid 1983, Lugano 1986, Estocolmo 1970 1994-95, Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Lugano 1986, Estocolm o 1994-95, Ma1983 drid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Lugano 1986, Estocolm o 1994-95, Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, 1986 Washington 2002. Exposici ón muy limitada. El catálogo es un pequeño folleto Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, Roma 1986-87 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Se cita en varios catálogos 1987?Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 20011988? 02, Washington 2002. 1988-89 Estocolmo 1994-1995, Madrid 1996, 327 Boston Nueva York (Museo del Prado) Zaragoza Goya Madrid Goya. La década de los Caprichos: retratos, 1792-1804 (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) Estocolmo Goya (Nationalmuseum) 1992 1992-93 1994-95 Roma Goya, 250 aniversario (Museo del Prado) La condesa de Chinchón (Museo Bellas Artes, Oviedo) Goya (Palazzo Barberini, Roma) Madrid (Washington) Goya. La imagen de la mujer (Museo de El Prado) 2001-02 Madrid El retrato español del Greco a Picasso 2004-05 Madrid Oviedo 1996 1998 2000 Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Estocolmo 1994-94, Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Estocolmo 1994-95, Madrid 1996, Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. Roma 2000, Madrid 2001-02, Washington 2002. No se cita en los catálogos de las exposiciones posteriores. Madrid 2001-02; Washington 2002 Esta exposici ón se montó en la National Gallery of Art de Washington con nombre similar, entre el 10.03.2002 al 2.06.2002. Figuró con el n.º 31 No se citan catálogos de las exposiciones anteriores Madrid Goya en tiempos de Guerra 2008 (+) En este año se celebraron en Madrid dos exposici ones sobre Goya. La que albergó al retrato de la Condesa de Chinchón y la Exposición conmemorativa del centenario de Goya en el Palacio de Oriente Aunque varios catálogos, alguno bastante reciente, dicen que La Condesa estuvo presente en la exposición de Londres de 1920-21 la realidad es que no fue así, además, en el catálogo de la de 1928 se dice que se exhibe por primera vez. Varios catálogos (ver tabla anterior) citan una exposición en Londres en 1987 u 88 que no se atiene a la realidad pues en 1987 no parece se celebrase exhibición alguna en esa ciudad con cuadros de Goya y en 1988 hubo una con fondos del Museo Thyssen, en la que no podía figurar el cuadro que nos ocupa. El catálogo de la exposición de Estocolmo de 1994-95 dice se expuso en Paris en 1963-64, cuando en realidad se trata de Londres. Mención especial merece la exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes de Oviedo del 1 de julio al 30 de septiembre de 1998, en la que se exhibió juntamente con siete bodegones y Retrato de un desconocido de Luis Meléndez, que ha pasado desapercibida850. A raíz de la compra de este cuadro por el Museo del Prado se realizó un estudio técnico de gran detalle y de extraordinario interés851. El análisis radiográfico ha puesto de relieve la existencia de dos retratos inconclusos, aunque con elevado grado de terminación de cabezas y vestidos, dispuestos en sentido contrario, bajo el de la Condesa de Chinchón, cosa que no debe extrañar pues la utilización de lienzos ya pintados era normal852. El más antiguo corresponde a 850 No se publicó ca tálogo pero si un folleto, debido a Busto Hevia, y una hojita de propaganda anunciando la exposición. El con ocimiento de esta exhibición se debe a la nota que inserta Rúspoli en su trabajo sobre la Condesa de Chinchón. 851 La información que se incluye está tomada del artículo de Carmen Garrido (2003). 852 Esta informaci ón fue adelantada de forma muy concisa y prudente por Rose-de Viejo (2001), que fue llamada a consulta como especialista en la iconografía de Godoy. 328 don José Álvarez y Gonzaga, marqués de Villafranca y duque de Alba consorte. El retrato parece similar al que se conserva en el Art Institute de Chicago. No es de esta opinión Manuela Mena. El retrato tiene un ligero parecido con el duque de Alba, pero es alguien más joven, entre veinticinco y treinta años, de rostro más redondeado y blando. Además, el retratado porta una condecoración de la orden de San Juan o de Malta, que nunca tuvo el duque de Alba. Al no ser el duque y por el tipo de peluca que porta el desconocido personaje, la fecha del cuadro debe situarse en los primeros años del decenio de 1790853. El otro retrato, pintado sobre el anterior, es de Manuel Godoy y es identificable porque sus rasgos son semejantes a los que aparecen bajo el rostro del cuadro ecuestre Un garrochista, del Museo del Prado, y a su tan conocido retrato como Príncipe de la Paz, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ambos de Goya. No se conoce el motivo por el cual fue desechado pero lo más probable es que no fuese de su agrado. Según Rose-de Viejo debió pintarlo entre 1796 y 1800. Para Mena entre 1794-1796. Sobre los dos retratos el pintor extendió una gruesa capa de tono anaranjado. Presenta algunas mínimas rectificaciones en el lado derecho del escote, en el encaje del hombro y en el inicio del brazo derecho. Su estado de conservación es muy bueno y muestra pérdidas de pintura mínimas, aunque tiene un fuerte y amplio craquelado. En un momento dado fue cambiado a un bastidor más pequeño. Han pasado 16 años desde la última vez que Goya ha visto a María Teresa Borbón Vallabriga. La niña se ha convertido en mujer y esposa del hombre más poderoso e influyente del país. Tampoco el pintor es el mismo que acudió a Arenas; se encuentra en la cúspide de su fama y su estilo es el que le convertirá en uno de los más grandes pintores de la historia del Arte. Es un momento dulce para él y los retratos anteriores y posteriores al que aquí se trata están entre lo mejor de su producción. Como se ha expuesto en el Capítulo III, María Teresa ha salido del convento para casarse con Manuel Godoy que es quien encarga el retrato a Goya. En la extensa correspondencia entre el protegido y la reina María Luisa hay abundantes datos que permiten centrar la fecha del cuadro y la evolución del mismo. El 15 de abril de 1800, desde Aranjuez, la reina escribe a Godoy “en qto. al retrato que dices”. Y el 22 del mismo mes insiste sobre la realización del cuadro “el Rey dice q. acavando Goya el retrato de tu muger q. venga a hacer el Rto. de todos juntos aquí”. 853 Mena Marques, M., Mühle-Maurer, G. La duquesa de Alba, «musa» de Goya. El mito y la historia. Museo Naci onal del Prado. Madrid. 2006, pag. 102. 329 El día 24 del mismo mes la reina vuelve a mencionar el cuadro: “… muy bien me parece lo q. le has dicho a Goya, po. déjale q. concluia bien el Retrato de tu muger”854. Por tanto el retrato se debió comenzar en la segunda quincena de abril de 1800, sin que se pueda precisar más pues el “acavando” y el que “concluia bien”, no implica que Goya hubiese comenzado. No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los motivos del encargo a Goya. Mena dice al respecto: “Quizá ahora sentía el príncipe (se refiere a Godoy, Príncipe de la Paz) una cierta rivalidad con los reyes, a los que tenía que ver más cercanos por su enlace con la condesa, y seguramente los magníficos retratos reales del otoño de 1799 tuvieron que hacer en él una gran impresión”855. Hay que decir que el título con que se conoce el cuadro La condesa de Chinchón no es muy apropiado. Cuando María Teresa Borbón Vallabriga posa para el retrato es Princesa de la Paz y, como hemos visto en páginas anteriores, el título de Condesa de Chinchón lo adquiriría años más tarde, por cesión de su hermano. No sería de extrañar que quien decidió la composición del cuadro fuese el propio Godoy. Era hombre entendido en pintura y quien realizó el encargo. Posiblemente también decidió el vestido, la cofia, como se dirá más adelante, y los adornos. El retrato presenta un fondo oscuro en el que no se intuye decoración o adorno alguno. Tampoco en el piso se hace notar alfombra y el sillón apenas se deja ver tapado por la figura de la modelo. De esta manera todo el interés del espectador se centra en la retratada, nada distrae su visión. Este procedimiento ya lo había utilizado Goya en algún cuadro anterior, como el retrato de Francisco Cabarrús de 1788, en alguno muy cercano al de la condesa, el de su hermana Maria Luisa existente en los Uffizi o el de Carlos IV, en traje de corte del mismo año. No era ajeno al estilo de Velázquez y de otros pintores anteriores. La modelo aparece sentada, posiblemente a causa de su embarazo, el tercero, del que nacerá su única hija, bien porque se cansase, o más bien por el cuidado con la que se la debía tratar para evitar no se malograse el nacimiento, por lo que estar de pie posando podría ser peligroso. Está mirando hacía la derecha del espectador y más que centrada en algo su mirada parece perdida, abs854 Pereyra (1935), pp. 280, 284 y 285. Mena (2002b), p.122. Los retratos de los reyes que cita deben ser los de la reina con mantilla negra y el rey de cazador. Hay que insistir en que María Teresa no era aún condesa. 855 330 traída en sus pensamientos. El apreciar el embarazo es algo relativo, a pesar de que el pintor ha acentuado la luz en el regazo, y posiblemente difícil de averiguar si no se sabe de antemano, ya que al no tener otros cuadros de la modelo resulta difícil determinar como era su figura sin estar en estado de buena esperanza. Luce un traje que está de moda en el momento, estilo directorio o imperio, como puede advertirse en las damas que figuran en La familia de Carlos IV, aunque su sencillez contrasta fuertemente con las que lucen aquellas. La moda viene dictada de Francia, el árbitro de Europa en estos asuntos. Telas de tonos claros, en especial blanco, escotes cuadrados, talles altos que acentúan los senos y faldas largas con caída recta. Algo bastante distinto a la moda en la época en que Goya comenzó su carrera y al traje con que pintó a María Teresa en Arenas. La tela del traje de la modelo, gasa de tono blanco, presenta pequeños dibujos (¿flores?) apenas insinuados. No muestra adornos sobrepuestos y sólo se aprecian en las bocamangas y el borde, todos de suma sencillez, en tono azulado haciendo juego con la cinta de la cofia. Mena encuentra un sentido religioso en la elección de estos dos colores, los de la Inmaculada856. Debe tratarse de un vestido de casa posiblemente adecuado para una embarazada. Resulta extraña la cofia con la que se cubre, que parece inapropiada para el momento y más aun para el retrato, contrastando con el adorno de espigas. Debió de ser sugerencia de Godoy a quien los rizos de su mujer no le producían entusiasmo alguno según comunicó a la reina en carta de diciembre de 1806. “… pues la vista no penetra a la cara interponiéndose un bosque de pelo que le cubre los ojos, será moda o le gustará y yo no quiero darle el mal rato de que me desagrada”857. Cuando se hace esta afirmación han transcurrido seis años desde que se pintó el retrato. Las relaciones de Godoy con su mujer han empeorado y, posiblemente, el menor motivo de desagrado se agranda, aunque éste en concreto pudiera ser ya un hecho en 1800, aunque no se hiciera explícito, porque todo entre el matrimonio parece discurrir en total armonía en esa época. La modelo no está muy enjoyada, hay que insistir en lo hogareño de la representación, especialmente si se compara con las damas que aparecen en La familia de Carlos IV. Porta dos brazaletes dorados de gran sencillez. En su mano derecha lleva una sortija de grandes proporciones con el retrato de un hombre que luce la orden de Carlos III, que presumiblemente es Godoy. No sería descartable suponer se trata de la miniatura que le envió el Príncipe de la Paz, cuando la escribió comunicándola la decisión del rey de casarle con ella. Se han hecho elucubraciones sobre este anillo y la posición de la mano que lo porta que 856 857 Mena (2002), p. 128. Carta de Godoy a la reina, de 17 de diciembre de 1806. AHN. Estado. Leg. 2821. 331 pueden ser tanto acertadas como equivocadas, pero que alimentan la fantasía de lectores de trabajos artísticos y espectadores del cuadro. Fig. 98. La condesa de Chinchón. Detalle. En la mano izquierda lleva otro anillo en donde parece advertirse una J (véase Fig. 98) sobre un diamante. Sin duda la joya que ha suscitado mayor interés sea el aderezo que lleva en la cabeza. Se trata de unas espigas, de tono verdoso-amarillento, unidas por un lazo que parece de pe drería, posiblemente sujeta a la cinta de la cofia. No sería un adorno fácil de portar. Mena da la siguiente explicación: Fig. 99. La condesa de Chinchón. Detalle del aderezo. “Sobrepuestas, sin embargo, magistralmente, y seguramente de su invención, quizá añadió Goya las espigas verdes de Ceres, celebrada justamente por las matronas romanas en el mes de abril, que no dejaba dudas al espectador del siglo XVIII, avezado en la alegoría clásica, sobre su significado”. Más adelante continúa “Las planteó Goya como símbolo del «estado de buena esperanza» de la dama, que Godoy quería subrayar, y casi a modo de con- 332 juro, para dar confianza a la joven condesa y prevenir el mal que podía sobrevenirle: perder una vez más el hijo que esperaba”858. Resulta extraño que el aderezo no existiese y fuese un añadido pictórico de Goya, pues con seguridad Godoy no lo habría admitido. Tenía joyas suficientes para que entre ellas estuviese el aderezo o la capacidad monetaria y poder para encargarlo. La misma autora habla más adelante del encargo que hizo del tocado en forma de flecha que porta María Luisa en La Familia de Carlos IV. Si admitimos lo dicho anteriormente por Mena sobre la rivalidad Godoy – Reyes, es difícil que el primero admitiese esa joya “falsa” sobre la cabeza de su mujer. Respecto a los deseos de Godoy de subrayar el estado de su esposa, no pasa de ser una mera especulación que no se sustenta sobre documento alguno. Todos los cuadros que pinta en 1799 y 1800 Goya son magníficos: los ecuestres de los reyes, los de la reina con mantilla negra y el rey de cazador y los de éstos en traje de gala. El de María Teresa de Borbón Vallabriga no lo es menos y ha concitado asombro y entusiasmo de todo el que lo contempla, de manera que las apreciaciones que se hacen sobre él son laudatorias hasta la exageración, con toda razón. La realidad es que quien lo contempla queda prendado sin que pueda aducir, en la mayoría de los casos, nada más que tópicos. Posiblemente es lo que acaece con todas las obras maestras. La modelo no es una mujer de belleza extraordinaria, parece frágil, ensimismada en sus pensamientos, incluso ajena al retrato que se la está haciendo, pero cala hondo en el espectador. No se tiene o al menos no se conoce ningún otro retrato posterior que pudiese servir de comparación y que nos diese otra visión de la modelo distinta a la de Goya. Muestra de lo que se dice son las opiniones que ahora aportamos. Para Beruete el cuadro “… que aprecio como uno de los retratos más singulares que salieron del pincel de Goya. Es una obra que pudiéramos llamar vaporosa y sorprendente de fineza y armonia”. “… esta mujer tan interesante por sí, muestra, en la posición y en las lineas de su cuerpo, encontrándose en aquella situación en que el interés de la mujer se acrece en espera de la próxima maternidad. Pero ello lo expresó Goya en el retrato con tan exquisito gusto, con un disimulo tan artístico, que sin faltar a la verdad, pasaría tal vez inadvertido a quien no tuviera necesidad de enterarse. Yo creo apreciar en esta obra el amor con que está hecha, la simpatía y el cariño que el pintor tenía por su modelo”. 858 Mena (2002), p. 124. Joven si pero no condesa: Princesa de la Paz 333 “… supo el pintor de Cámara expresar la simpatía a que era merecedora aquella mujer interesante y bella”859. El cariño y la simpatía que aduce Beruete, también otros autores, como una de las causas del magnífico retrato, necesitan de alguna matización. María Teresa, cuando Goya va por primera vez a Arenas, no tiene aun los tres años, cabe suponer que el contacto con el artista fue mínimo y parece evidente no guardaría recuerdo alguno de él. Por su parte, al pintor le parecería una niña encantadora, más tratándose de la hija de quien le distinguía con su confianza y le pagaba muy bien. Al año siguiente, en su segundo viaje, la niña no ha alcanzado los cuatro años (Beruete dice seis, lo que es muy diferente para la argumentación que aquí se hace) y posiblemente tendría con Goya menor contacto que en el año anterior, que es cuando la pintó. Posteriormente no vería a María Teresa hasta el momento de pintar el retrato que se comenta. Han pasado muchos años y Goya, para la modelo, no sería sino un recuerdo borroso860. Si se admite el argumento de Beruete (también sustentado por otros autores) y, dado que éste cree que el retrato de María Luisa de Borbón es de Maria Teresa861, ¿como se explica la enorme distancia que separa a uno de otro? ¿Aplicaba Goya el cariño a la retratada según el momento? Como ya se ha dicho, el pintor hizo magníficos retratos a personajes a los que con seguridad no profesaba cariño y simpatía. No debe confundirse la maestría con el cariño y hay que tener en cuenta el papel y la actuación de un pintor en el siglo XVIII, bastante distinto de lo que sucede hoy en día. Continúa Beruete “La técnica de la obra está a la altura de su significación. Es, sin duda, lo mejor la cabeza, dibujada y caracterizada con pinceladas ligeras; todo está tan sólo indicado más que dicho; el pelo está resuelto con ligerísimos frotamientos, con color muy fluido. Es una síntesis suprema de pintura y una lección maravillosa para pintores. Sólo hay pasta de color, y muy poca, en los claros y puntos de luz; pero nunca sobre la cabeza, sino en los adornos, en las cintas. Lo que es propiamente la persona, las facciones, la tez, el pelo, no tiene ni huella de pincelada. Está pintada con el pensamiento; todo es allí espíritu y la parte material y plástica desaparece en lo 859 Beruete (1916), p. 97. Este tipo de comentarios tienen gran éxito entre el público. De similar tipo son los que se refieren a la intención de Goya de caricaturizar a los reyes Carlos IV y María Luisa en los magníficos retratos que les hace en esta época. Cuando pinta a la reina, ésta ha tenido catorce embarazos, de los que viven siete hijos, y, según algunas fuentes once abortos. Además ha perdido la dentadura, de manera que Goya no tiene que esforzarse mucho para “carica turizarla”. Afortunadamente, el pintor era más inteligente que los autores que intentan hacer pasar tales ocurrencias por propias de Goya. 861 Beruete no debió ver el retrato de María Luisa que ya estaba en Italia. No hace el menor comentario de él. 860 334 posible dando la impresión de una frase y una caricia coloreada”862. En el catálogo de la exposición de 1928, al describir el cuadro, hay que recordar que por primera vez expuesto al público, se puede leer: “Un encanto indefinible posee este retrato, de magistral técnica, fluida, donde la postura, los tonos pálidos y finos armonizan con la expresión de dulce timidez un poco infantil, de la retratada, cuya gravidez está indicada al mismo tiempo de un modo tan exquisitamente discreto”. “Perteneciendo a una familia que protegió a Goya desde sus primeros años cortesanos, éste la conocía desde niña e hizo varios retratos suyos, alguno muy hermoso, pero sin llegar a la belleza de esta obra maestra”863. En el mismo año que la exposición, Encina comentaba el cuadro de la siguiente manera: “… pintada con el pensamiento más sutil, coronada de diversos aros y unos adornillos de un verde delicioso de planta acuática. Goya pintó este retrato indudablemente con máxima complacencia, con gentilísima amorosidad, casi paternalmente”864. Sánchez Cantón escribe en 1951, al comentar este cuadro: “Sobre los recuerdos más gratos para el pintor flotaría el perro (se refiere al cuadro de la nacional Gallery, número 10 de la relación de este capítulo) de Da María Teresa de Borbón, la niña que con sus juegos y su media lengua alegraba el castillo de Arenas de San Pedro. El lienzo está impregnado de sentimiento; la actitud naturalísima, la figura expresiva, espiritual resalta sobre un fondo neutro. La cabeza, prodigio de gracia, esta modelada con blandura indecible. El estado de «dulce esperanza» se apunta con levedad y lo vaporoso de las telas y las flores y las cintas del tocado, las sortijas, la talla del sillón, todo está realizado cual si el pincel jugase en vez de trabajar; es el más sentido y hermoso retrato femenino pintado por Goya”865. 862 Beruete (1916), p. 98. Beruete repetiría estos comentarios en una obra posterior “Conferencias de Arte”. 863 Catálogo (1928), pp. 21 y 22 respectivamente. Este párrafo se repite en el catálogo de la exposición de 1961 y cita como autor a Lafuente. Sin embargo, en el catálogo que se comenta no se señala autor de las fichas de las obras expuestas. Sólo se da el nombre del autor del prólogo: Elías Tormo. 864 Encina (1928), p. 86. 865 Sánchez Cantón (1951), p. 71 335 Sin negar los recuerdos gratos y el sentimiento, ya comentado anteriormente, hay que suponer que el hecho de que se tratase de la mujer del hombre más poderoso del país, un buen cliente866 y entendido en pintura influiría en el ánimo del pintor. Además, en el momento de realizar el retrato Goya se movía en el entorno de Godoy y posiblemente obtuvo el nombramiento de primer pintor de cámara por su favor867. Años más tarde el mismo Sánchez Cantón volvería a escribir sobre La Condesa de Chinchón. “Goya expresó la sensibilidad femenina con delicadeza y elegancia que no había de superar, con ser cualidades admirables en otros lienzos suyos. Ha eliminado cuanto pudiera distraer, fondo, alfombra; el sillón apenas visible; llena el lienzo la Condesita unida por razones políticas al Ministro poderoso, con fama de devaneos intranquilizadores para la juvenil consorte”868. En el catálogo de la exposición de Madrid 1961, Sambricio decía: “Su factura casi acuarelada al pintar con ligerísimos frotes el rostro y sus cabellos, acumulando, más no en exceso, la pasta de color en los claros y luces de las cintas y adornos y nunca en las carnaciones, hace de este lienzo el más sentido y hermoso retrato femenino pintado por Goya”869. “Uno de los más sensibles retratos femeninos de Goya”, podía leerse en el catálogo de la exposición de Londres de 1963-64. En 1969 Gómez de la Serna dice “… se trata de uno de los mejores retratos del mundo”870. Gudiol no regatea los elogios y, aunque el párrafo es largo, las ideas que aporta merecen ser transcritas al completo: “Asombra ver como la natural rudeza de Goya desaparece, cuando éste se empeña en lograr el mayor refinamiento con una verdad que supera lo convencional, tanto como lo simplemente objetivo. El fondo es neutro y oscuro y proporciona un neto contraste a la figura. Las sombras presionan por la derecha y contribuyen a suavizar el modelado. La zona más iluminada se halla algo baja, 866 Que Godoy era un magnífico cliente no puede dudarse. Según Rose (1981), T. I, p. 293 y T. II, p. 173, el favorito tenía en su colección 26 goyas, alguno perteneciente a su mujer, de los que había encargado 13, aunque alguno dudoso. La autora sólo incluye un retrato del cardenal Borbón, aunque cabe la posibilidad encargase las tres versiones exi stentes, com se dirá más adelante. 867 Mena (2002), p. 119. 868 Sánchez Cantón (1958), p. 365 869 Sambricio (1961), p.34 870 Gómez de la Serna (1969), p. 148. 336 apareciendo aquí el reflejo de las telas sobre las rodillas. La sombra actúa también desde el lado izquierdo aunque con menor intensidad; por ello, además de un destaque de atrás adelante, se produce otro complementario de derecha a izquierda, el cual hace avanzar el relieve de la figura en una dirección algo oblicua. Un extremo refinamiento en el dibujo y en la pincelada, con una técnica equilibrada entre lo somero y lo trabajado, consigue las mayores bellezas en cualquier fragmento de la obra. El modelado del cuello y del escote es de una suprema finura, debiéndose decir lo mismo de la carnación en brazos y manos. Las telas del traje adquieren vida propia, a medida que descienden hacia los anchos pliegues de la amplia falda, siendo excepcionalmente vivos los que aparecen en el lado derecho, profundamente modelados por sombras, sobre las que destacan las formas iluminadas de los dobleces. Hemos de destacar, también, la intensidad de todo el contorno de la figura, especialmente animado por los ritmos que descienden desde las cintas y plumas que adornan los cabellos de la dama, hasta la cenefa que orla el extremo de la falda”871. En el catálogo de la exposición de París de 1970 no se le regatean elogios e incluso se expresan con tintes melodramáticos. “El admirable retrato de María Teresa Vallabriga y Borbón (sic), condesa de Chinchón, profundamente impregnado de ternura y emoción, no puede compararse a ninguna otra creación del artista; el ha encerrado toda la simpatía indulgente de la que era capaz. Para Goya, su imagen estaba unida al recuerdo del Palacio de Arenas de San Pedro (Toledo), donde Don Luis de Borbón, el primero entre los príncipes que le había otorgado su protección”. Conviene matizar lo que se dice en este catálogo. No parece que pueda aplicarse el término protección a la relación entre Goya y don Luis. La denominación puede aplicarse a las relaciones entre el infante don Luis y Paret, por ejemplo. Conviene insistir sobre lo ya dicho: cuando Goya es llamado a Arenas no es ningún desconocido en la corte y se le espera allí para que sea uno de los pintores que decore San Francisco, es decir, está considerado como uno de los mejores pintores del momento. En un párrafo posterior se puede leer: “Cuando Goya la pinta por segunda vez en 1800, aunque ella esperaba un niño, su rostro se vela ya de melancolia. Goya que conocía bien la vida secreta de la alta sociedad, debía compadecerla sinceramente. Parece que el eterno justiciero había querido protestar contra la triste suerte de la princesa, magnificando sus cuali871 Gudiol (1970), p. 310. 337 dades de corazón y oponiendo, conscientemente o no, el encanto reinante en el Angel a la maldad de la Bestia simbolizada por la corte depravada de Carlos IV”872. El final del segundo párrafo parece más propio de una obra literaria que de la ficha de un cuadro de una exposición. Posiblemente los tintes dramáticos calen en el lector pero no parecen adecuados para el lugar en que han sido colocados. La corte de Carlos IV no era ni más ni menos depravada que las de su época y seguramente esa depravación no era la causa de la melancolía de la hija de don Luis, caso de que ese fuese su estado de ánimo, como ha habido ocasión de ver en el capítulo 3. Gassier y Wilson no dedicaron una gran extensión a este cuadro en su obra sobre Goya de 1974, pero, como veremos más adelante, el primero de ellos le largos párrafos en el catálogo de la exposición de Lugano. Algo similar ocurre con De Angelis, que al hablar de este cuadro menciona el de María Luisa de los Uffizi, como anterior retrato de María Teresa. Como se verá más adelante no parece que exista confusión entre los retratos de ambas hermanas. Su “encuentro” con María Teresa Borbón Vallabriga en la casa de los duques de Sueca lo narra Gállego con verbo ardiente: “Porque rara vez he tenido una sensación más intensa de estar, al contemplar un retrato, delante de un ser vivo”. “Ese traje de transfiguración sólo Goya lo pudo pintar”, “extremó en su imagen la ternura que guardaba bajo bruscas apariencias y la pintó con un amor profundo, dolorido, respetuoso, discreto, paternal”873. Para Camón Aznar “Quizá sea el retrato más enternecedor y sutil de Goya”. “Es de una exquisita levedad de pincel. La figura aniñada apenas se sienta, apenas sonríe, apenas se concreta en esa niebla plateada que transporta, sin embargo, el tierno cansancio de este talle de mujer encinta. No cabe mayor sabiduría en la alada técnica que conjunta la solidez etérea de la túnica y sus reflejos desvanecidos pintados en la flor de los grises. Rosas y grises son los únicos tonos que dominan con su delicadeza en este maravilloso lienzo” “En esta pintura tan intocada de alusiones materiales viene siempre al momento una idea musical; algo melódico, inconcreto lleno de ingrávidos matices. Quizá porque a pesar de su proximidad no sabemos cual es el misterio de esta imagen que parece alejada y 872 Catálogo París (1970), sin paginación. No se trata del segundo sino del tercero salvo que no seconsidere retrato su aparición en La familia del infante 873 Gállego (1978), pp. 68, 69 y 70. La obra reune una serie de artículos publicadoos en años anteriores. En uno de ellos habla de los intentos de Calouste Gulbenkian, en 1942, para conseguir el permiso de importación y comprar el cuadro. 338 alojada en un más allá poético y melancólico. Aun sin contar con la evidencia histórica de su abandono emotivo. Por si sólo este retrato nos produce, quizá por su misma belleza, una impresión de soledad”874. Bellas palabras con las que Camón expone sus sentimientos sobre esta pintura. El comentario continúa mencionando la emoción paternal del pintor, sobre lo que ya se ha argumentado anteriormente, y las negativas opiniones de Godoy, muy posteriores a la fecha del retrato, sobre su mujer. Gállego, de quien ya se ha mencionado su emoción cuando vio por primera vez el cuadro, escribía en el catálogo de la exposición de Bruselas de 1985, que la Condesa de Chinchón es “el más emocionante” de los cuadros que pinta Goya en ese periodo. En el catálogo de la exposición de Lugano, Pierre Gassier dedicó un extenso artículo al cuadro, en el que casi nada dice de él, centrándose más bien en la vida de la modelo y su entorno. “Entre el pintor y su modelo se establece entonces una corriente de profunda simpatía, casi de amor, se atrevería decir, que da a este inigualable retrato una intensa emoción casi mágica”875. En 1988 Mena escribe en el catálogo de la exposición Goya y el espíritu de la Ilustración “La condesa de Chinchón aparece en este relato (sic) desvalidamente encantadora en su recatado vestido blanco, con abundantes rizos rubios recogidos en un tocado formado por espigas, símbolo de fecundidad, y con aire de timidez que viene magnificado por la desnudez de la estancia en penumbra”876. Jarne también eleva el cuadro a la máxima categoría pues la condesa y Goya “Juntos protagonizaron en la historia de la pintura este retrato magistral en el que no sabemos que más admirar, si las calidades plásticas ó la sensitiva interpretación del personaje” “Las sombras penetran suavemente por la derecha, contribuyendo a un eficaz y suave modelado de la con la zona más iluminada que, como ocurre en muchos retratos de Goya es la parte delantera inferior, adquiriendo las telas vida propia a medida que des874 Camón Aznar (1980), pp. 122-123. Supone, equivocadamente, la edad de la modelo en 23 años. Dice, refiriéndose al retrato de Maria Luisa Borbón Vallabriga, que existe otra réplica en los Uffizi, lo que parece indicar no lo conocía. 875 Gassier (1986), p. 24. Lo fecha en 1797. 876 Mena (1988), p. 252. 339 cienden hacia los anchos pliegues de la falda. Un extraordinario refinamiento en el dibujo y en la pincelada consigue los mejores efectos en el detalle de la imagen” 877. En 1992, Rúspoli, descendiente de la Condesa y Godoy, escribía: “… por la inocencia de su rostro y por esa misteriosa melancolía de su mirada … Era nieta y prima de rey, esposa del todopoderoso ministro y valido, y había posado para el más grande de los artistas de su tiempo. Goya la pintó en un momento de esplendor y felicidad, esperando el fruto de su matrimonio con el Príncipe de la Paz … La ausencia de toda solemnidad, unida a la sencillez de su expresión, que más mostraba asombro por su nuevo estado que orgullo … permitía suponer que Goya había pintado una joven tierna y frágil a la que admiraba con un sentimiento de respeto y amor paterno, alguien cercano y no un miembro de la realeza ni un símbolo”878. Morales, además de citar las opiniones de otros autores, con clara influencia de Camón, dice: “Se trata, sin duda, de la obra cumbre en el género retratístico de su autor y uno de los ejemplares clave de la pintura universal”. “La figura aniñada apenas se sienta, apenas sonrie, apenas se concreta en esa niebla plateada que transparenta, sin embargo, el tierno cansancio de este talle de mujer encinta. No cabe mayor sabiduría en la alada técnica que conjunta la solidez etérea de la túnica y sus reflejos desvanecidos pintados en la flor de los grises. Rosas y grises son los únicos tonos que dominan con su delicadeza en este maravilloso lienzo”879. En su estudio de La familia de Carlos IV, que se ha mencionado anteriormente, Manuela Mena dedica gran extensión a La Condesa de Chinchón, en el que posiblemente sea el análisis más completo que se ha hecho del cuadro. En línea con lo antes apuntado sobre determinados sentimientos del pintor y la modelo o la plasmación de la tristeza por la conducta de su marido y no digamos por la influencia de la depravada Corte, la autora señala que es el conocimiento posterior de su vida lo que hace que la vean como víctima880. Una copia de medio cuerpo estaba en posesión del marqués de Vega Inclán, suponiéndose en su momento de mano de Goya, aunque en realidad era de Esteve. Mrs. H.O. Havemeyer se la compró, en fecha desconocida, a Ricardo Madrazo. Electra Havemeyer Webb heredó la pintura al morir su madre en 877 878 879 880 Jarne (1992), p. 104. Esta descripción parece eco de lo dicho por Gudiol. Rúspoli (1992), pp. 161-162. Morales ( 1994), p. 264. Mena (2002), p. 119. 340 1929, pasando a su fallecimiento a la Fundación Electra Havemeyer de la que pasó al Shelburne Museum de Vermont en 1972881. Se trata de un óleo sobre lienzo de 40x31 pulgadas882. 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga (Supuesto como la Condesa de Chinchón. Galleria degli Uffizi) Fig. 100. Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galleria degli Uffizi. 881 Comunicación personal de María Luisa Menéndez y Barbara Rathburn. Esta circunstancia sólo se menciona por Ricardo Ramón Jarne en el catálogo de la exposición de Zaragoza de 1992. 882 H.O Havemeyer. (1931), p. 325. 341 Óleo sobre lienzo de 220x140 cm883. Se encuentra en la Galleria degli Uffizi en Florencia. Desde la relación de Boadilla de 1886 hasta Morales, todos los catálogos generales de la obra de Goya, cuando incluyen esta pintura, identifican a la modelo con María Teresa Borbón Vallabriga. Igual sucede con el catálogo de la única exposición de la que se tienen noticias que se ha exhibido, Madrid 1992. En la actualidad el museo que la alberga, la Galería de los Uffizi de Florencia, así lo supone. Sin embargo, se trata de María Luisa, la hija pequeña del infante y futura duquesa de San Fernando. Montero884, refutando lo escrito por Gassier, aunque como se acaba de decir con anterioridad todos los autores coinciden en la identificación, en un trabajo aparecido en el catálogo de la exposición de Lugano885, da razones convincentes sobre que la retratada es María Luisa. Gassier cree que la fecha en que se pintó el cuadro fue en 1797, cuando Mar ía Teresa casó con Godoy y recibe la Orden de la reina María Luisa. Sin embargo, esto no se atiene a la realidad: la hija mayor del infante recibió tal distinción el 10 de octubre de 1800, el día en que fue bautizada su hija Carlota. En la misma fecha la recibió su hermana María Luisa. Como la retratada luce la citada orden el cuadro no puede ser de 1797 sino de 1800. Esto no aclara quién es la modelo. Montero señala que Gassier equivoca también la fecha de nacimiento de María Teresa dando el 6 de marzo de 1779, cuando en realidad fue el 26 de noviembre de 1780. María Luisa lo haría en el 6 de junio de 1783. Por lo tanto, cuando se pinta el cuadro en 1800, las edades respectivas de las hermanas son 20 y 17 años. Montero opina que el retrato de Uffizi representa a una mujer más joven que la del Prado y además María Teresa, que ha tenido ya dos abortos y está embarazada cuando se la retrata, muestra un rostro más ajado. La realidad es que la comparación de los rostros de las retratadas muestra diferencias. Es posible que exista un cierto aire entre ambas pero no se trata de la misma mujer y, como apunta Montero y el mismo Gassier señala en el trabajo citado, el rostro del retrato de los Uffizi es el de una mujer más joven. Arnáiz incide en el mismo sentido haciendo notar la diferencia de edad, el color de los ojos y el mentón, “vallabriga” en la mayor y “borbónico” en María Luisa886. Si se observan los rostros de los tres hijos de don Luis simultáneamente, como se ha hecho en la figura 101, se aprecia que el parecido entre los tres es acusado pero son efigies distintas. Por tanto, parece que la retratada es la hija menor del infante don Luis. El que figure en las recopilaciones de Boadilla como Condesa 883 Son las medidas que se dan en el catálogo de la exposición de Madrid de 1992 y las que figuran en la obra de De Angelis; 195x130 cm. la adjudi can Viñaza, Laffond, Beruete y Desparmet (que lo supone de 1783); Loga y Mayer (lo fecha en 1794) suponen 195x136 cm. 884 Montero (1989) 885 Gassier (1980). 886 Arnáiz (1996), p. 30. 342 de Chinchón puede deberse a un error de quien hizo la primera y que se transmitió a las posteriores. Morales dice que “el modelo parece reflejar más a su hermana María Luisa que a María Teresa”.887 Fig. 101. Efigies de los tres hijos del infante don Luis según los retratos de Goya. No se sabe con certeza quien encargó el cuadro pero debió de ser Manuel Godoy888. Viñaza hace una descripción del cuadro en los siguientes términos: 887 Morales (1994), p. 264. No cita a Montero Mena (2002), p. 116, dice que el retrato de María Teresa y los de sus hermanos fueron encargados por Godoy, parece lógico que fuese así, pero no lo documenta. 888 343 Está representada en pie, descansando su mano derecha sobre la izquierda, que sostiene el abanico. Viste traje blanco finísimo, de gran cola, escotado y con manga corta. Cruza su cuerpo una banda de la que cuelga una cruz. En el brazo izquierdo un brazalete de brillantes y una pulsera con un medallón que contiene un retrato. El peinado cae sobre la frente en pequeños rizos y se eleva en la parte posterior de la cabeza, cogido con una diadema de brillantes formada por dos pequeños óvalos y con adornos de plumas; de la misma diadema pende una gasa azul que cae sobre la espalda y vestido. Figura de cuerpo entero y tamaño natural.”889 Tormo hace una pequeña alusión; le parecen, este retrato y el de La Condesa de Chinchón, “muy bellos (que por cierto han debido ser fregoteados malamente”890. Curiosamente Camón Aznar lo supone, como ha habido ocasión de señalar, una réplica del de su hermana del Museo del Prado, por lo que cabe pensar no lo conocía. Glendining, en el catalogo de la exposición de Madrid de 1992 está de acuerdo con que la modelo es María Teresa. Para Morales el retrato es de “calidad mediana, su factura parece relacionarse con el arte de Esteve de la primera centuria”.891. Parece un juicio excesivo, es un buen retrato pero no admite comparación con el de su hermana. 19 Retrato de medio cuerpo de María Luisa Borbón Vallabriga (Supuesto como María Teresa Borbón Vallabriga. Colección del Marques de Caicedo) Óleo sobre lienzo de 74 x 56cm892. Se aprecian en la parte baja izquierda las letras M.B.M que parecen corresponder a Marqués de Boadilla del Monte y a la derecha el número 55. En la parte de atrás: Sueca (al óleo). En el marco etiqueta con N 476 y al fuego 318; a lápiz, pieza de la chimenea893. Se trata de un busto copia parcial del cuadro analizado anteriormente. Se cita en la relación de Boadilla de 1886, Viñaza le da el número XLI y es mencionado por los estudiosos de la obra de Goya hasta Desparmet, pues con posterioridad a 1950 no se le cita. No parece esté incluido en el inventario de Zaragoza de 1818, ni en la testamentaría del duque de San Fernando894. Es evidente que perteneció a la nieta del infante pero su ubicación anterior no se conoce. Pasó a los Marqueses de Boadilla. Hoy pertenece a la colección del marqués de Caicedo. 889 Viñaza (1887), p. 229. Tormo (1902), p. 207. 891 Morales (1994), p. 264. 892 Son las medidas que se dan en el catálogo de la exposición de Zaragoza de 1996a, las mismas que señalan Viñaza, Lafond, Loga, Beruete y Mayer. Desparmet, que ya se ha señalado dice midió los cuadros da 75x47 cm. 893 Junquera (1996b), p. 140, si dice se trata de María Luisa Borbón Vallabriga. 894 Junquera (1996b), p.140. 890 344 Se ha debido exhibir muy poco; al menos ha figurado en la exposición de Zaragoza de 1996a. Es un cuadro cuya atribución a Goya no es del todo segura. Es evidente su menor calidad con respecto al de la Galleria degli Uffizi. Junquera dice que está realizado con una pincelada fluida y el traje muestra unos frotis como los de la Cabeza del Infante don Luis de la colección Sueca. La pincelada de las joyas y tocado muestran una pincelada más pastosa y valiente. Cita que Marcos Sánchez reproduce una copia, existente en el Museo Paul Getty, de menor tamaño, como Retrato de la Marquesa de Santiago. La información no es correcta. En el mencionado museo hay cinco dibujos y dos óleos de Goya; uno de ellos es el mencionado retrato, que muestra a la marquesa de cuerpo entero, con un paisaje de fondo, de tamaño aproximado de 200x126 cm. Es el único retrato de la marquesa de Santiago que existe en ese museo895. Fig. 102. Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Colección del marqués de Caicedo. Se ha dicho pudiera ser una copia realizada por Esteve del cuadro de los Uffizi. Buendía, al hablar de la colaboración de Esteve con Goya, dice que llevó a cabo copia de la Marquesa de Chinchón (sic)896. Pudiera ser éste y no hay que 895 Junquera (1996b), p. 140. Marcos (1987), p. 407. El que incluye Marcos debe ser el que aquí se comenta. Que la reproducción sea en blanco y negro y de calidad muy mediana imposibilita el asegurarlo. 896 Buendía (1996), p. 123. 345 extrañarse hable de María Teresa pues el retrato de la galería italiana es considerado por muchos, incluida la propia galería, como de la condesa de Chinchón, como se ha dicho anteriormente. Según información facilitada por Enrique Rúspoli, este cuadro perteneció a su familia y nunca se dijo fuese obra de Goya. Actualmente es propiedad del marqués de Caicedo. Las versiones del Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. De este retrato existen tres versiones, no copias de una primera, aunque algún autor lo afirma con mayor o menor contundencia. Este hecho ha dado lugar a errores y confusiones en los catálogos generales de la obra de Goya, en los catálogos de las exposiciones en que estos cuadros se han sido exhibidos y en las referencias sobre ellas hechas por los especialistas. Por este motivo se intentará, antes de entrar a analizar cuadro por cuadro, responder a una serie de interrogantes tales como ¿por qué tres versiones?, ¿fueron pintadas todas por Goya?, ¿quién o quienes encargaron las obras?, ¿por qué se encuentran donde se encuentran? La que parece primera en fecha, Junquera dice de 1799, debió pintarse con motivo de la consagración de Luis María de Borbón a la sede de Toledo897 y se encuentra en el Museo de Arte de Sao Paulo Assis Chateaubriand, mientras las otras dos están en el Museo del Prado, una en los almacenes, con número de catálogo P03254, y otra, expuesta, con el número de catálogo P00738. Fig. 103 Condecoraciones en el retrato de Brasil y en los P03254 y P0738 del Museo del Prado La del museo brasileño y la no expuesta del Prado, son ambas, muy parecidas; el personaje va con traje talar coral, es decir para ceremonias no solem897 Gudiol (1970), p. 316. Junquera (1996b), p. 136. 346 nes, de arzobispo, color rojo y porta roquete, capisallo o manteleta y esclavina. Está girado ligeramente hacia la derecha del espectador, mira de frente y tiene un libro abierto en su mano izquierda, casi a la altura de la cintura, lo que permite apreciar las páginas del libro, mientras su mano derecha cae a lo largo del cuerpo luciendo en su dedo anular un anillo con una piedra y brillantes. Todos los especialistas señalan como de mejor calidad la versión del Assis de Chateaubriand. Las diferencias más notables entre ambas se refieren a las condecoraciones que porta el retratado, mejor definidas en el P3254. La versión del Prado expuesta es distinta a las anteriores. El retratado está girado hacia la izquierda del espectador, no va provisto de capisallo, tiene el libro en su mano derecha, que muestra el anillo mencionado, situada algo más alta que en los otros retratos, por lo cual las páginas apenas se aprecian, y su mano izquierda cae a lo largo del cuerpo. El personaje parece de mayor edad que en las otras versiones, aunque como ya señalaba Pradilla, según se comentará más adelante, es difícil adjudicarle una edad concreta. Se trata evidentemente de otro retrato, distinta postura, distinta posición de la cabeza y distinto ropaje, no siendo por tanto su original el cuadro del museo de Brasil, como incorrectamente dice la cartela situada en el Museo del Prado junto al cuadro. En todas ellas el cardenal luce birrete, cruz pectoral y tres condecoraciones cuya definición es distinta. Mejor en la versión P03254 que en la otras dos. Ceballos-Escalera afirma que, de arriba abajo y de izquierda a derecha, se trata de la de Carlos III, San Genaro y San Fernando e Merito, estas dos últimas napolitanas creadas en 1738 por el propio Carlos III, siendo rey de Nápoles, y por Fernando IV en 1800, respectivamente898. Está clara la de Carlos III como lo indica la banda y parece apreciarse bien la Inmaculada Concepción que ocupa el centro de tal condecoración899. Parece que también la situada más baja pudiera ser la de San Fernando e Merito pues se adivina un personaje de cuerpo entero como el que figura en esa medalla y su forma y el remate de la corona parecen coincidir. No ocurre lo mismo con la tercera en donde no se aprecia la figura de San Genaro de esmaltes en blanco y rojo que debían destacar más. Podría tratarse de la del Espíritu Santo, que muestra en su centro una paloma con la cabeza hacia abajo en plata, con lo cual el conjunto resulta más difuminado, aunque no puede asegurarse. (Véase la figura 103). Hay que advertir, que al no poder tener presentes las tres versiones a la vez y no ser fácil la contemplación de dos de ellas por sus ubicaciones, se ha tenido que trabajar con reproducciones, no siempre de buena calidad, que en ocasiones han sido editadas en posiciones erróneas o confundiendo las versiones, como habrá ocasión de señalar. 898 899 Ceballos-Escalera (2000), p. 19. Fernández de la Puente (1953) 347 La distinta definición de las condecoraciones en las tres versiones plantea un problema: ¿por qué en la versión P03254, la que parece de menor calidad de las tres, se ha cuidado más la pintura de las condecoraciones? No parece que Goya sea un pintor que se pare en esos detalles y sólo hace falta contemplar La familia de Carlos IV. ¿Es esto un indicio, juntamente con su menor calidad, de que el cuadro del Prado no expuesto no es de Goya o al menos evidencia se trata de un cuadro de taller? Como se ha dicho, parece que el cuadro se pinta al acceder Luis María de Borbón al arzobispado de Toledo, lo cual ocurre en diciembre de 1800, luego la fecha de la primera en ser pintada debe ser de ese año o poco posterior. Rose, que opina que la versión del museo brasileño es la que estaba en la colección de Godoy, dice que pudo ser encargada por éste a Goya o por los reyes para regalársela al favorito, y se trata de la original (se supone que la primera que se pintó) y la de mayor calidad, como ya se ha dicho 900. No hay que descartar tampoco que fuese encargada por Godoy, pero para regalársela a su cuñado, como recuerdo del gran día en que el hijo del infante don Luis alcanzaba el cenit de su carrera y ocupaba una dignidad que anteriormente había ostentado su padre, cuando en ese momento las relaciones entre los cuñados es óptima y el favorito se ha constituido en el protector de los hijos de don Luis. Más difícil de sostener, aunque no puede ser descartado, es que sean los reyes quienes regalen el cuadro a Godoy, pues no parece exista un motivo tan claro como el anteriormente indicado. Tampoco parece sea encargo de los reyes a Goya para regalárselo a su primo, pues no han mantenido mucho contacto directo con él, sino que éste se ha producido a través del amigo Manuel y, como se ha demostrado, el favorecer a sus primos ha sido promovido por Godoy y no parece que por expreso deseo de Carlos IV y María Luisa. Admitido que el cuadro es un regalo de Godoy al cardenal, ¿por qué se hacen las otras copias? El autor pensó en principio, que podrían tratarse de reproducciones para las hermanas del cardenal, que debían tener hacia su hermano un afecto especial, pues durante su niñez era el único pariente a quien veían y que para ellas era el cabeza de familia y su protector. Por ello no cabe extrañarse que al alcanzar la sede primada, quisiesen tener la imagen de su hermano como arzobispo. Sin embargo, parece evidente que María Luisa Borbón Vallabriga no poseía un cuadro de su hermano como cardenal, pues en el inventario de los bienes de los duques de San Fernando de 1835, no aparece ningún cuadro del cardenal. Podría admitirse que se hiciese una copia para María Teresa, que sería uno de los cuadros que son iguales. Si es así, este cuadro estaría en la colección de Manuel Godoy y puede ser el que aparece en la reseña que confecciona en 1808 Quillet. Sin embargo no está incluido en las listas de 1813 y 1835 de los bienes secuestrados al favorito de Carlos IV. Podría haberle sido devuelto a la condesa de Chinchón cuando se le entregaron objetos de carácter familiar en 900 Rose (1983), T. II, pp. 206-207. 348 marzo y octubre de 1808901 o bien robado en el periodo de 1808 al 1813 en que el los enseres del palacio estuvieron a merced de muchas personas. A la muerte del cardenal Borbón, en 1823, es posible que el retrato que tuviese en su poder pasase a María Teresa y fuese depositado en el Palacio de Boadilla. Bastantes años después, en el inventario de 1886, se señala, según Viñaza, un retrato del cardenal, con el número 135, en Boadilla. Cuando en 1887 este autor publica su obra sobre Goya, señala con el número XXXVII un retrato del cardenal Borbón, cuya descripción coincide con las dos versiones que son iguales, y otro, el número XLVI, que titula Retrato de un cardenal, existente en Roma, según le ha comunicado el pintor Pradilla, que el autor supone copia del número XXXVII antes mencionado y lo describe similar aquel, lo cual no se ajusta a la realidad, como se ha señalado en párrafo anterior, al hacer notar las diferencias existentes entre las distintas versiones. Así pues pue den plantearse dos hipótesis sobre los dos retratos que son iguales y que se exponen de forma gráfica. En la primera se supone que el cuadro perteneciente al cardenal pasa a María Teresa, luego a Carlota Luisa, su hija y por transmisión familiar llega hasta María Encarnación Rúspoli Caro, marquesa de Acapulco, que vende el cuadro al museo brasileño. El otro cuadro igual, el que podría haberse pinta para María Teresa, desaparece del palacio de Godoy entre 1808 y 1813 y posteriormente un marchante se lo ofrece al marqués de Casa Torres con anterioridad a 1900, pues en la exposición de la obra de Goya celebrada en Madrid en ese año, se expone esta versión como perteneciente a la colección de Casa Torres. Un descendiente lo legará al Museo del Prado como habrá ocasión de ver. La segunda hipótesis supone que la trayectoria seguida por el cuadro perteneciente al cardenal es la misma, pero la versión existente en la colección Godoy, la de María Teresa, le es devuelta en alguna de las entregas de bienes que se le hacen en marzo y octubre de 1808, por lo cual no figura en las listas de las pertenencias secuestradas a Godoy hechas en 1813 y 1815. La hija del favorito puede habérsela vendido o regalado al marqués de Casa Torres y por esto no figura en el inventario de 1886. Tormo, en 1902 ve un solo cuadro en Boadilla, que piensa es copia del expuesto en 1900. A partir de este momento se conoce con exactitud la existencia de las tres versiones y su ubicación: las dos que son iguales en Boadilla y en la colección del marqués de Casa Torres, respectivamente, y la que es distinta, en la Obra Pía de Monserrat de Roma. ¿Como llega a Roma? Debió de ser enviado por alguien ajeno a la familia Rúspoli, pues no se entiende que un cuadro familiar salga para una iglesia en Roma, con la que no había tenido relación alguna el cardenal. En la información que proporciona Pradilla al conde de la Viñaza, antes mencionada y que se ex901 Esta posibilidad me ha sido indicada por Isadora Rose. 349 pondrá en extenso al hablar de este cuadro, le dice que en ese momento está en las dependencias del Rector de Monserrat y antes estuvo en la Iglesia de Santiago de los Españoles situada en la Piazza Navona de Roma. Hipótesis 1 Hipótesis 2 Ejemplar pintado para Ejemplar pintado para el cardenal María Teresa En 1823, al morir el cardenal, pasa a poder de María Teresa. Boadilla. Carlota Godoy Borbón (1800-1886) Adolfo Rúspoli Godoy (1822-1914) En 1808 en la colección Godoy, visto por Quillet Desaparecido entre 1808 y 1813 Marchante se lo ofrece al marqués de Casa Torres. Antes de 1900 Museo del Prado P03254 Ejemplar pintado para el cardenal Ejemplar pintado para María Teresa En 1823, al morir el cardenal, pasa a poder de María Teresa y se deposita en Boadilla. Carlota Godoy Borbón (1800-1886) Adolfo Rúspoli Godoy (1822-1914) En 1808 en la colección Godoy, visto por Quillet Devuelto a María Teresa en marzo u octubre de 1808 Carlota Godoy se lo vende al marqués de Casa Torres, antes de 1886 Museo del Prado Carlos Rúspoli Ávarez de Toledo (1858-1936) Carlos Rúspoli Ávarez de Toledo (1858-1936) María Encarnación Rúspoli Caro (1900-1965) María Encarnación Rúspoli Caro (1900-1965) Museo Assis de Chauteaubriand P03254 Museo Assis de Chauteaubriand Sao Paulo Sao Paulo El gobierno español tenía en Roma dos hospitales con sus correspondientes iglesias: la de Santiago de los Españoles y la de Monserrat, que habían dependido de Castilla y de la Corona de Aragón respectivamente. La primera de ellas, situada en la Piazza Navona, mostraba señales de deterioro en 1819 y el auditor de la Rota, Martínez del Campo, informa al embajador Antonio Vargas y Laguna del hecho, a la vez que el 9 de julio de ese año emite un decreto en cuyas disposiciones 5.ª, 7.ª y 8.ª se puede leer: 350 “5.ª Que se pongan en salvo cuanto antes sea posible las alhajas, muebles y objetos de Iglesia, Casa y Hospital de Santiago. 7.ª Que el escultor y cantero D. Ramón Barba, presida al levantamiento, arranque y conservación de los monumentos, sepulcros, lápidas y pavimento de la iglesia, para que no sufran quebranto alguno. 8.ª Que con arreglo al parecer del Sr. D. José Madrazo se quiten los cuadros de los altares y paredes para librarlos del peligro, y colocarlos después en la iglesia de Monserrate”902. Todo debía trasladarse a la citada iglesia, y a las casas anejas si estuviesen desocupadas, cosa que extraña ya que la iglesia estaba abandonada y las casas “eran de condición miserable y necesitaban una auténtica restauración”. El arreglo comenzó por renovar el pavimento aprovechando las losas retiradas de Santiago y colocando en los altares las obras de arte. La iglesia de Montserrat una vez acabada su restauración fue consagrada el 22 de julio de 1822903. Luego el retrato del cardenal Borbón, si es cierto lo dicho por Pradilla, debió trasladarse a su nuevo emplazamiento entre 1819 y 1822. En 1825 tanto la iglesia como el hospital de Santiago debían estar en muy mal estado, pues un tal Mons. Nicolás Bonomi quiere comprarlos o tomarlos en enfiteusis. Cuando se comienza a hablar más seriamente de la venta de Montserrat el Administrador, Bravo de Tudela, hace un informe para el embajador dando un resumen del estado en que se encuentran los edificios. Atribuye el estado de las cosas a la rivalidad que ha existido entre ambas congregaciones. Comenta la existencia de inventarios de todos los bienes que se llevaron a Montserrat “… a pesar de haberse arrancado violentamente y con propósito ostensible de su completa ruina los altares, enterramientos ... . Su estado no es aparentemente tan malo”904. En otro informe, también de Bravo, de 1871 se hace un inventario de las alhajas (bandejas, jarros, floreros, incensarios, etc.) y los ornamentos (casullas, mitras, etc.) pero no se citan los cuadros. El mal estado de la iglesia de Santiago, cuya reparación era muy costosa y el hecho de que con uno de los establecimientos se cubrían suficientemente las necesidades de atención, hizo que por R.O. de 1877 se pusiese a la venta, aunque no sin una viva polémica que tuvo su reflejo en los periódicos de la época. 902 Fernández Alonso (1996), p. 273. Cita como fuente A.O.P., leg. 1046, ff. 93 y 93v. Fernádez Alonso (1996), pp. 273-274. 904 García Hernán (1995), pp. 359-360. A.M.A.E. Santiago y Monserrat. Leg. H 4303. En este legajo se encuentra una documentación detalladísima sobre el proceso de abandono y venta de Santiago. 903 351 La compra interesó al Papa, pero el precio que debía pagar no quería hacerlo al contado en su totalidad, por lo que se desestimo la oferta. También interesó al estado italiano y de hecho se hizo un proyecto de una oficina de Correos, firmado por Alejandro del Herrero y Herreros, para situarla en el terreno de la iglesia. Se pensó también en convertirla en la Academia de Bellas Artes, pero no prosperó la idea905. Se subastó tres veces en 1878 hasta que el 12 de julio de ese año, quedó en poder de los padres del Sagrado Corazón por 189.000 liras, que se convirtieron en Títulos de Renta italiana906. Pero la pregunta sobre como llegó a Roma sigue en pie. ¿Por que caminos llegó el cuadro a la iglesia de Santiago de los Españoles? ¿Por qué se devolvió a España? ¿En donde se situó? 907. Como puede verse por todo lo anterior poco puede asegurarse en las contestaciones formuladas al inicio de este apartado. Las incógnitas siguen sin ser explicadas. En el cuadro adjunto se muestran los datos que pueden ser aportados con seguridad. AÑO 1808 1819 18191822 905 Museo S au Paulo (Ejemplar del cardenal) 200x106 cm. Museo del Prado Museo Prado P03254 P00738 (Ejemplar P03254) (Ejemplar de 200x114 cm. MTBV) 214x136 cm. Quillet señala la existencia de una de estas versiones en la colección pero no figura en las listas de los bienes secuestrados de 1813 y 1815. M artínez del Campo, auditor de la Rota, manda retirar las pinturas de la iglesia de Santiago de los españoles y enviarles a M ontserrat En este periodo debió ser llevado el cuadro a M ontserrat A.M.A.E. Santiago y Monserrat. Leg. H 4303. En este legajo se pueden consultar los planos de de la ofi cina de correos proyect ada. 906 García Hernán (1995), p. 361. A.M.A.E. Santiago y Monserrat. Leg. H 4303. Pradilla en la carta que envía al conde de la Viñaza dice que el dinero se empleó para levantar la A cademia Española. 907 No se ha encontrado mención alguna al cuadro en la documentación existente en el Archivo del M.A.E. sobre la obra Pía en Italia y la embajada de España ante la Santa Sede, no cabe extrañarse pues se trata de un hecho puntual de escasa relevancia para la Obra Pía. Desgraciadamente, cuando se redacta esta par te, marzo-abril de 2006, el Archivo del Instituto de Historia Eclesiástica, antiguo hospital de Montserrat, se encuentra cerrado por obras y n o se sabe si para el verano habrán terminado. Allí deben existir inventarios que pueden aclarar cuando llegó el cuadro a la iglesia de Santiago, cuando fue trasladado a Monserrat y cuando enviado a España. 352 Pradilla dice está en las habitaciones del Rector de M ontserrat y antes estaba en Santiago de los españoles. Antes de 1886 1866 1887 Figura en el inventario de Boadilla de este año con el número 135 XXXVII de Viñaza (195x130) XLVI de Viñaza (209x134cm.) Adquirido con anterioridad a 1900 En la exposición de Goya de este año el expositor es el marqués de Casa Torres ? 1900 Álvarez de Sotomayor dice que estando como pensionado en Roma un condiscípulo suyo repintó la vestimenta del retratado. 19001904 19011902 1903 1903 1906 1908 1915 Tormo, en este periodo, ve el cuadro en Boadilla y piensa es copia del que posee el marqués de Casa Torres Lafond n.º 45. Palacio de Lafond n.º 46. Iglesia de M ontserrat. Boadilla (195x130 cm.) (209x134 cm.) Loga n.º 147. Lo Loga n.º 146. Palacio supone en Boadilla y Boadilla dice de Iglesia M onteserrat.(195x 130 (130x116 cm.) cm.) Se dice ingresa en el M useo según R.O. 23.03.1906? Calvert supone otra copia en la iglesia de Calvert n.º 54 M ontserrat, cuando ya estaba en el Prado Beruete n.º 62 (195x130 cm.) Beruete cita una en Boa- Beruete n.º 63 dillla (214x136 cm.) Vuelve a mencionar la anterior con otro Tormo sabe de la existencia de este cuadro Lafond n.º 47. Colecc. Casa Torres (200x 114 cm.) Loga n.º 148. Colecc. Casa Torres (200x114 cm.) Calvert n.º 55 Beruete, n.º 64 (200x114 cm.), cita ésta versión en poder del marqués de Casa Torres 353 número. 1925 1928 1954 M ayer n.º 175. Estaba en Boadilla y en la actualidad en Italia propiedad del príncipe Rúspoli. (195x130 cm.) En la exposición de M adrid de este año se cita como propiedad de Carlos Rúspoli Álvarez de Toledo, duque de Sueca En la exposición de Londres de 1954 ya pertenece al M useo de Sao Paulo M ayer n.º 176. M ontserrat. Prado n.º M ayer n.º 177. Casa 738 desde 1906. Torres (200x114 cm.) (214x136 cm.) 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga (Museo Assis de Chateaubrian de Sao Paulo) Se ha exhibido al menos en Madrid 1928, n.º 46 (la primera vez que se expone y pertenece al duque de Sueca, Carlos Rúspoli Álvarez de Toledo); Londres 1954, n.º 24 908 (pertenece ya al museo de Sao Paulo); Brasilia 1973, n.º 14909; Milán 1987; Martigny 1988; Japón 1990-1991 (Nagara, Yokohama, Kobe), n.º 35; Madrid, 1992-93, n.º 8 y México 2005-2006, n.º 22910. Viñaza se limita a describir el cuadro. Gudiol, refiriéndose, tanto a este cuadro como al siguiente dice: “Abundan estas pinturas en efectos del mejor Goya, en su sabrosa mezcla de refinamiento y voluntario desaliño. El pintor otorga a la superficie en esta pintura una especial importancia en esta obra y así las amplias zonas de color cobran un gran sentido plástico. Para el efecto, procura dar el mayor estatismo a los lienzos, evitando los pliegues o reduciendo su plasmación a lo mínimo. Las bandas de las condecoraciones, en torno al cuello ponen vivas notas de color en contraste con el dominante. Los reflejos metálicos de las estrellas y cruz son la única nota brillante. En el rostro vemos el mismo dibujo infalible que determina las peculiaridades de cada 908 En 1954 hubo tres exposiciones en Londres en la que figuraban cuadros de Goya. La del Arts Council, de dibujos y grabados, la de la Royal Academy, sobre maestros europeos del XVIII y la titulada “Masterpieces fr om Sao Paulo Museum” (ver bibliografía), en la que se expuso éste cuadro. Los autores y catálogos que mencionan el cuadr o que aquí se trata n o suelen señalar esta circunstancia, lo que puede dar lugar a confusiones. 909 Se cita como perteneciente al marqués de Casa Torres, lo cual no es acertado. También se afirma se expuso en Madrid en 1900, que, como se verá más adelante, no es correcto. 910 En este catálogo se citan, erróneamente, las exposiciones de Madrid 1900 y Londres 1901 cuando el cuadro exhibido es la versión de Casa Torres (Prado P03254) 354 facción, modelándose luego con sutiles veladuras, que dan a la forma un relieve carente de durezas” “En este retrato resaltan las cualidades de solemnidad y señorial empaque, con una dulzura que contrarresta dichas notas”911. Fig. 104. Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga Museo de Arte de Sao Paulo Assis Chateaubriand 911 Gudiol (1970), p. 316. 355 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. (Museo del Prado P00738). Otra de las versiones ya mencionada es la existente en el Museo del Prado, número de catálogo P00738. El personaje, como ya se ha dicho, está colocado en posición contraria a la que tiene en el cuadro anterior y muestra otras diferencias con la versión del museo brasileño ya comentadas. Se trata de un óleo sobre lienzo de 214 x 136cm912. Fig. 105. Cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado. N.º de catálogo P00738. Según Moreno de las Heras “El lienzo está formado por tres telas ya que se observan dos costuras verticales en ambas orillas, también ha sido forrado. La pintura presenta un craquelado horizontal pero estable, en algunas 912 Son las medidas que aparecen en la ficha del Museo, en el catálogo de la exposici ón de Madrid de 1996 en el Prado y coinciden con las que le adjudican Beruete, Mayer, Gudiol, De Angelis, Gassier/Wilson, Camón y Morales. Viñaza y Lafond le dan 209x134cm., Loga 205x136cm. 356 zonas levantado. Existen algunas faltas que han sido retocadas. El barniz está algo amarillo y rechupado”913 La fecha de su ejecución, considerando lo dicho al analizar las tres versiones en conjunto, debe situarte en 1800 ó 1801. La ficha de este cuadro en el museo del Prado dice que fue remitido por el ministerio de Estado según R.O. de 23 de marzo de 1906. La primera vez que se cita este cuadro en el catálogo de Pedro de Madrazo es en la décima edición, fechada en 1910, aunque no se dice nada de su procedencia. En la undécima, de 1920, se menciona que viene del Ministerio de Estado y entró en el museo en 1906, lo que parece acorde con su ausencia en la edición de 1907, pues posiblemente no dio tiempo a introducir la información. En el resto de los catálogos, incluido el publicado en 1996, se sigue diciendo lo mismo, sin mencionar para nada la Real Orden de 1906. En el inventario manuscrito de los cuadros del museo914, antecedente de los tres tomos del inventario editados en 1996, en el tomo II de Adquisiciones, con el número 738 figura este cuadro y es donde se cita una real orden de 1906, por primera vez. Se menciona también en la ficha del cuadro incluida en el catálogo de la exposición del 250 aniversario, cuya autoría es de Moreno de las Heras, la cual también da este dato en su libro sobre Goya. Aparece, como ya se ha dicho, en la ficha del cuadro que puede consultare en la base de datos del museo. Sin embargo, en la Gaceta de ese año no existe ninguna real orden sobre el envío de un cuadro de Goya al Museo del Prado. La únicas reales órdenes referentes al Prado o Goya, son cinco en 1911, ya muy lejos de 1906, referentes a envíos de dos cuadros de Goya desde el Ministerio de la Guerra al Museo del Prado (R.O. de 7 de marzo, 3 de abril y 15 de abril), concretamente retratos de Carlos IV y María Luisa, y del Ministerio de Hacienda cuatro cuadros de Goya, tres retratos del y uno de la reina (R.O. 24 de febrero de ese año). No se ha encontrado dato alguno en la correspondencia de los directores Pradilla y Villegas que se conserva en el archivo del Prado, que fueron los que pudieron recibir el cuadro, lo cual resulta extraño. Igualmente, en los documentos clasificados como reales ordenes y minutas no hay nada, pues se trata de las insertadas en la Gaceta a petición del museo, la mayoría de las cuales tratan de asuntos del personal del museo. ¿De donde ha salido por tanto el dato de esa Real Orden? Había reales órdenes que no se publicaban en la Gaceta, especialmente cuando se trataba de cesiones temporales de cuadros, lo que no parece sea este caso915. 913 Moreno de las Heras (1997), p. 251. Inventario manuscrito, Adquisiciones. T. II, f. 64, n.º 1382. El ejemplar consultado es una fotocopia. Se trata de un registro en el que se iban anotando l os cuadros que se in corporaban al museo. 915 La revisión de la legislación del Ministerio de Instrucción Pública de 1906 tampoco ha aportado dato alguno. Igual resultado se ha tenido con la revisión del Boletín del Ministerio de Es914 357 Se ha exhibido en la exposición del Centenario de Goya, celebrada en el Museo del Prado en 1996, en cuyo catálogo se dice colgó en la de Brasilia de 1973 cuando en realidad lo fue el cuadro del Museo de Sao Paulo, y en la de Zaragoza de 1996a, sn916, donde igualmente se repite lo de la exposición en Brasil; en 2007-2008 se muestra en la exposición del Museo de Zaragoza “Luis María Borbón y Vallabriga”. De este cuadro Viñaza incluye la descripción que hace Francisco Pradique fue quien le informó de la existencia de la obra en Roma, que se ha mencionado reiteradamente con anterioridad. El que se trate de un profesional de la pintura hace más interesantes las opiniones vertidas, que se transcriben al completo. lla917, “Es evidente, sin que haya nadie que lo contradiga, que está pintado de mano de Goya y del natural. Sin ser de los mejores retratos suyos, no es tampoco de los flojos. Está pintado sobre tela, de preparación rojiza clara, como Goya usaba á menudo: la cabeza, modelada en claro, tiene algo de la del retrato de Bayeu del Museo de Madrid y mucho de las cualidades de los estudios que le sirvieron para la Familia de Carlos IV: el traje y manos pintados ligeramente, tienen poco relieve. Con el abandono que caracteriza las cosas españolas, este retrato no tiene más historia sino que procede de la Iglesia española de Santiago, situada en piazza Navona, la cual, estando abandonada y sin culto, por su estado ruinoso, se vendió al clero francés, que la ha restaurado, dedicándose el dinero de la venta á elevar el edificio de nuestra Academia del Janículo. Se sabe que el retrato del Cardenal, de Goya, junto con otras pinturas italianas, fue trasladado tiempo atrás al claustro ó galería del Hospital de Monserrat, donde reconocido fue colocado en las habitaciones del Rector para su mejor conservación, donde hoy se halla. Por el color fino del cutis, cabellos rubios y labios sonrosados y por la larga y característica nariz, se cree sea un infante de la familia de Borbón, quizá de la Reina de Nápoles. Su rostro soso y un tanto estúpido manifiesta que no inventó la pólvora, y, como deja adivinar también que no ha luchado gran cosa en su vida, no es tado. Tampoco figura en los ca tálogos legislativos del actual Ministeri o de Asuntos Exteriores. La búsqueda en el Archivo General de Palacio ha sido negativa. 916 La ficha del cuadro en la exposi ción de Zaragoza, debida a Junquera, provoca dudas; el número de inventario y las medidas corresponden a este cuadro, pero la repr oducción es la de la versión procedente a la colección de Casa Torres, que se comenta en el apartado siguiente. Según comunicación personal de Gracía Sán chez, del Museo del Prado, el cuadro exhibido en Zaragoza en 1996a fue el que se comenta, por lo que la reproducción incluida está equivocada. 917 Moreno de las Heras, en la ficha del catál ogo de la exposi ción de Madrid de 1996, cita como informantes de la existencia del cuadro en la iglesia romana a Gudiol y Mayer, que, según dice, no señalan la fuente de información. 358 fácil calcular cual sería la edad al posar delante de nuestro gran pintor. A primera vista parece de unos veintiseis años, y después podrían dársele treinta y cinco y aún cuarenta”918. Viñaza añade: “Por la descripción del retrato y las observaciones del autor ilustre de Doña Juana la loca, con evidencia se colige que el retrato de Roma es del Cardenal Borbón y que es una copia, de mano del mismo Goya, del núm. XXXVII del presente catálogo”919. El conde de la Viñaza debía conocer el cuadro, posiblemente por algún viaje a Roma. Bastante después de publicar su trabajo sobre Goya fue embajador ante la Santa Sede y el gobierno italiano en los periodos 1913-1916 y 19241931920. En 1825 tanto la iglesia como el hospital de Santiago debían estar en muy mal estado, pues un tal Mons. Nicolás Bonomi quiere comprarlos o tomarlos en enfiteusis. Cuando se comienza a hablar más seriamente de la venta de Montserrat el Administrador, Bravo de Tudela, hace un informe para el embajador dando un resumen del estado en que se encuentran los edificios. Atribuye el estado de las cosas a la rivalidad que ha existido entre ambas congregaciones. Comenta la existencia de inventarios de todos los bienes que se llevaron a Montserrat . “… a pesar de haberse arrancado violentamente y con propósito ostensible de su completa ruina los altares, enterramientos ... Su estado no es aparentemente tan malo”921. En otro informe, también de Bravo, de 1871 se hace un inventario de las alhajas (bandejas, jarros, floreros, incensarios, etc.) y los ornamentos (casullas, mitras, etc.) pero no se citan los cuadros. La compra interesó al Papa, pero el precio que pagaba no quería hacerlo al contado en su totalidad. También interesó al estado italiano y de hecho se hizo un proyecto para usar su terreno para una oficina de Correos, firmado por Alejandro del Herrero y Herreros. Se pensó en convertirla en la Academia de Bellas Artes, pero no prosperó la idea922. 918 Viñaza (1887), pp. 231-232. Viñaza (1887), p. 232. Se refiere el autor a su catálogo. 920 A.M.A.E. Exp. P 163/8313. 921 García Hernán (1995), pp. 359-360. A.M.A.E. Santiago y Monserrat. Leg. H 4303. En este legajo se encuentra una documentaci ón detalladísima sobre elproceso de abandono y venta de Santiago. 922 A.M.A.E. Santiago y Monserrat. Leg. H 4303. En este legajo se pueden consultar los planos de de la ofi cina de correos proyect ada. 919 359 El estado de la iglesia de Santiago, cuya reparación era muy costosa y el hecho de que con uno de los establecimientos se cubrían suficientemente las necesidades de atención, hizo que por R.O. de 1877 se pusiese a la venta, aunque no sin una viva polémica que tuvo su reflejo en los periódicos. Se subastó en 1878 tres veces hasta que el 12 de julio de 1878, quedó en poder de los padres del Sagrado Corazón por 189.000 liras, que se convirtieron en Títulos de Renta italiana923. Al vender Santiago de los Españoles todos los enseres existentes en esta iglesia debían trasladarse a la de Monserrat y a las casas anejas si estuviesen desocupadas, cosa que extraña ya que la iglesia estaba abandonada y las casas “eran de condición miserable y necesitaban una auténtica restauración”. El arreglo de Montserrat comenzó por renovar el pavimento, aprovechando las losas retiradas de Santiago, y colocando en los altares las obras de arte. La iglesia de Montserrat una vez acabada su restauración fue consagrada el 22 de julio de 1822924. Luego el retrato del cardenal Borbón, si es cierto lo dicho por Pradilla, debió trasladarse a su nuevo emplazamiento entre 1819 y 1822. Estando ya en Montserrat, en un momento determinado, sin que se puedan explicar los motivos, el cuadro es enviado a España. En la documentación que sobre el cuadro tiene el Museo del Prado, existe una pequeña nota manuscrita en la que puede leerse que Álvarez de Sotomayor indicó que, cuando el cuadro estaba en Roma, un condiscípulo suyo repintó completamente el traje925. Fernando Álvarez de Sotomayor fue nombrado Pensionado de Número en Pintura de la Academia de Bellas Artes de Roma el 20 de octubre de 1899, tomó posesión el 12 de enero de 1900, permaneciendo allí hasta 1904, con cortas salidas a París, sur de Italia, Bélgica y Holanda, luego lo que relata tuvo que suceder en ese periodo de menos de cuatro años926. Esto quiere decir que cuando se traspasa el cuadro desde el Ministerio de Estado al museo, el cuadro lleva poco tiempo en España, siempre y cuando la fecha de 1906 sea correcta. Las observaciones de Pradilla anteriormente expuestas merecen algún comentario. Es evidente que no conoce la obra de Goya con la extensión de Viñaza, el cual enseguida reconoce el cuadro descrito. Sin embargo, ha estudiado la obra de su paisano, pues tiene noticia de los fondos anaranjados que utiliza Goya en ese período. Se equivoca respecto al talante del cardenal, que supone Borbón de otra rama, pues como hemos visto actuó activamente en política, aunque es posible que su aspecto engañase. Para Pradilla, las actividades del 923 García Hernán (1995), p. 361. A.M.A.E. Santiago y Monserrat. Leg. H 4303. Fernádez Alonso (1996), pp. 273-274. 925 Se solicitó al museo si algún estudio hecho a esta pintura confirmaba lo dicho por Sotomayor, pero el montaje de una exposición impedía dedicarle tiempo a investigarlo. 926 Zamorano (1994), pp. 41-42. Catálogo Exposición “Fernando Sotomayor” (1961). 924 360 cardenal le son por completo desconocidas, cosa que no debe extrañar pues han pasado más de cincuenta años desde el fallecimiento de Luis María de Borbón. Camón, al hablar de este cuadro, cita la existencia de varias réplicas en el Museo de Sao Paulo y en el propio museo del Prado que no puede ser otro que el procedente de Casa Torres. Del que nos ocupa dice lo siguiente: “En ésta del Museo del Prado advertimos, quizá por su carácter puramente representativo, una cierta rigidez y tiesura que contrasta con la brillantez y vibrante soltura de las condecoraciones y banda del busto. La cara es bastante anodina pero de dulce expresión. Los ojos de este cuadro, su misma verticalidad y la rotura de la pincelada en los brillos fastuosos de las preseas, colocan a este cuadro en la misma línea estética que el retrato de la Familia de Carlos IV”927. 22 Retrato del Cardenal Luis María Borbón Vallabriga. (Museo del Prado P03254). El cuadro, propiedad de don Fernando Aragón y Carrillo de Albornoz, marqués de Casa Torres, fue legado por éste al Museo del Prado en 1975, con reserva de usufructo, ingresando en 1984, a la muerte del marqués. Se ha expuesto al menos en Madrid 1900, n.º 122, equivocando al personaje con su padre, pues se le cita como cardenal D. Luis Antonio de Borbón e, incluso, se da una noticia biográfica sobre éste928; Londres 1901, n.º 93; Madrid 1988, n.º 5.1.13 y México, 1991-92929. Se debe señalar que en el catálogo de la exposición de 1988 en Madrid, “Wellington en España”, los datos de la ficha del cuadro, página 400, se dice “El cardenal aparece en pie, revestido del atuendo de su alta dignidad, con un libro de oraciones en la mano izquierda”930 Esta descripción corresponde a este cuadro, véase la figura 106, pero el cuadro incluido en el catálogo es el anteriormente comentado, el P00738, procedente de la iglesia romana. Más extraño resulta que se diga hay otra variante, precisamente la P00738. No es fácil decir por tanto cual es cuadro que colgó en la exposición. El autor de la ficha, Luna, señala que es obra de Goya y sus discípulos, lo que parece indicar que es obra de taller. 927 Camón (1980), T. III, p. 126. Fué puesto de relieve por Tormo (1902), nota 1, p. 214, y puede leerse en el catálogo de la exposición. 929 La ficha del Museo del Prado, que puede consultarse por ordenador, sólo señala su presencia en las exposiciones de Madrid, 1988, “Wellington en España”, en donde se incluye equivocadamente la reproducción del cuadro P0738 y México 1989, lo que no parece correcto, pues según la documentación del propio museo éste se cedió en 1991-92. 930 Catálogo de la exposición La alianza de dos monarquías: Wellington en España, p. 400. 928 361 Viñaza no menciona este cuadro y Tormo hace una alusión a que era el n.º 122 de la exposición de Madrid de 1900931. Sí figura en las listas de Lafond, Loga, Beruete, Mayer, Desparmet, que señala se exhibió en Madrid 1900 y Londres 1901; Gassier/Wilson suponen, con dudas, que se trata de una copia realizada por Esteve932 y no le otorgan número en el catálogo. De Angelis cita a Gassier/Wilson y la suposición hecha por estos autores respecto a la autoría. Camón no la considera y Morales sigue a Gudiol. Fig. 106. Cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado, n.º inventario P0 3254. De los numerosos trabajos que se publicaron a raíz de la exposición de 1900 en Madrid, algunos hicieron mención a este retrato aunque, lógicamente, con escasa extensión. De los Ríos hace un brevísimo comentario 931 932 Tormo (1902), p. 214. En el tomo III del Inventario General de Pinturas se le adjudica a Goya. 362 “La entonada efigie del Cardenal Don Luis Antonio de Borbón (122), que parece respirar vida y en el que la nota encarnada de su vestimenta es de color delicioso”933. No mucho más extensa es la alusión que hace Margaret Woods, aunque más jugosa. En el párrafo anterior al que se habla del cuadro, contrapone “burros” y “hombres” entre los personajes españoles de finales del XVIII y principios de XIX, aludiendo al capricho n.º 42, Tu que no puedes, en el que Goya muestra a dos hombres que portan sobre las espaldas sendos burros. Las clases dominantes y los eclesiásticos serían los burros y el papel de hombres les correspondería a los ilustrados, señalados algunos de ellos como afrancesados. El aspecto del personaje retratado servía para encajar el discurso ideológico. “Aquí, en la exposición de Goya, el burro y el hombre están cara a cara. Don Luis, cardenal de Borbón, príncipe y eclesiástico, una representación perfecta de las dos clases simbolizadas por el burro. ¡Cuán tontamente asoma al pequeño rostro blanco entre los rojos refulgentes!”934. Cabe suponer que Woods desconocía todo lo referente a Luis María Borbón Vallabriga, como que no era príncipe, lo cual pone de relieve el cuidado que hay que tener al hacer “brillantes” interpretaciones, aunque se siga la “publica opinión”. Como ya se vio en el capítulo 3 con detalle, el cardenal Borbón tuvo ciertas actuaciones destacadas, posiblemente a pesar suyo, más cercanas a los liberales que a los representantes más conservadores de la nobleza y la iglesia con los cuales parecía debían coincidir más sus ideas. Salas al hablar de la adquisición, legado, de este cuadro dice es réplica del existente en el museo de Sao Paulo, añadiendo “Por la calidad de su rostro aventaja al que del mismo posee el Museo del Prado (738) de antiguo, aunque su vestido y en detalles de las condecoraciones, puede rastrearse la intervención del taller. Gassier-Wilson lo suponen con dudas copia de Esteve, lo que parece no ser el caso”935. Rincón, en el catálogo de la exposición de Zaragoza de 1992, en la que se expuso la versión del Museo del Prado, procedente de la iglesia de Monserrat, según se ha dicho anteriormente, al hablar del que se analiza, dice que se trata de una copia de Esteve, posiblemente por influencia de Gassier, cosa que no parece coincidir con la opinión de los expertos del Museo del Prado. 933 Rios (1900), p. 254 en Goya 1900, Vol. I. Woods (1900), p. 288 en Goya 1900, Vol I. Margaret Woods, era una poetisa y novelista inglesa, popular en su tiempo, que hoy está totalmente olvidada, al menos para el gran público. 935 Salas (1978), p. 21. 934 363 Parece evidente que para hacer un análisis exacto lo mejor sería contemplar las tres versiones juntas y así poder apreciar las diferencias, no sólo en cuanto a los detalles del dibujo, sino a la técnica empleada en cada una, pues como se desprende de las opiniones vertidas, la mayoría de los analistas no las conocen todas. Una buena reproducción, por mucha calidad que tenga, no sustituye la visión directa. Es harto difícil que esa visión conjunta pueda lograrse algún día. 23 Retrato de medio cuerpo del cardenal Luis María Borbón Vallabriga (Obispado de Palma de Mallorca) En el Obispado de Palma de Mallorca, concretamente en la residencia del obispo, existe un retrato de medio cuerpo del cardenal Borbón, copia de la versión del expuesto en el museo Assis de Chateaubriand de Sao Paulo. Se trata de un óleo sobre lienzo de 85x68 cm. Anteriormente este cuadro colgaba en la Sala X del museo Arqueológico-Diocesano de esa población. Fig. 107 Copia del Retrato del cardenal Luis Maria Borbón Vallabriga. Residencia del Obispo de Palma de Mallorca. A finales de los sesenta, el restaurador italiano Cividini, que estaba tratando las pinturas góticas de la catedral, “descubrió” el cuadro del cardenal. Al parecer limpió el cuadro y le pareció que “la técnica es abocetada, pero la soltura de la pincelada y la valentía y precisión del color sólo pueden ser de Goya”. 364 En especial le entusiasmaba la oreja936. El interés que le provocó el retrato debió movilizar al Obispado, que a través de Gabriel Alomar, Comisario General del Patrimonio Artístico Nacional, se puso en contacto con Diego Angulo, director en ese momento del Museo del Prado y con Xavier de Salas. Se enviaron fotografías en blanco y negro de buena calidad que mostraban el retrato937. Salas decía que era preciso viajar a Palma para ver el cuadro, pero al parecer tal viaje nunca tuvo efecto. Angulo estuvo en Palma el año 1970 ó 1971 pero no se interesó por el cuadro938. El cuadro había sido regalado en 1916 por una señora de Mallorca, María Concepción Molina Bros, al obispo Rigoberto Doménech y Valls, al poco tiempo de tomar posesión de la sede palmesana. Este cuadro la Sra. Molina lo había heredado de una tía suya, Amalia Bros y Rabasa que vivía en Madrid y tenía residencia también en Toledo939. Fue colocado en el palacio arzobispal y poco después enviado al Museo Diocesano, pues en 1919 ya colgaba en sus paredes940. En 1974 al cerrarse el Museo Diocesano el cuadro fue enviado a l obispado, posiblemente porque la supuesta autoría de Goya haría pensar a los responsables en una mejor conservación y mayor seguridad. Curiosamente el cuadro se envió sin marco941. Según la información del periódico Baleares antes citada, dos pintores mallorquines o al menos residentes en Mallorca, Pedro Caffaro y Lorenzo Furió, vieron el cuadro y “convinieron en que se trataba de una pintura de mucha calidad”, pero ninguno afirmó pudiera ser de Goya. Al parecer fue el entusiasmo de Cividini por el cuadro lo que motivó el suponer podía ser de Goya. Visto el cuadro se aprecia que se trata de una copia del existente en Brasil, las condecoraciones son las mismas que las que porta el cardenal en esa versión, distintas, como ya se ha dicho, a las del P03254 del Museo del Prado. El cuadro es de buena factura pero parece se trata de una copia, aunque sería precisa un peritaje por especialistas para aclarar su posible autoría por Goya. La documentación encontrada no aporta dato alguno que lo suponga. 936 Estos datos, así como otros que se incluyen más adelante, se deben a Guillermo Roselló, correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que fue director del Museo de Mallorca. 937 A.M.P. Documentación que existía del cuadr o P0738 y Correspondencia de Xavier de Salas. A resultas de nuestra investigación la documentación se ha trasladado a la referente al cuadro P3254. 938 Comunicación personal de Roselló. 939 Baleares, 27.02.1969, p. 12. Doña Amalia Bros y Rabasa, no Rebasa como dice el periódico, otorgó dos testamentos, en 1904 y 1906, y en ellos hay legados para sus parientes de Palma, pero ninguno refernte al cuadro. 940 Invetario de Rafael Ysasi. Museo de Mallorca. 941 A.D.P.M. Caja con documentación del Museo Diocesano. En una nota del Presbítero Conservador del Museo Diocesano de 1974 puede leerse que “en varios artícul os y revistas” se decía era de Goya. Con la excepción del periódico Baleares nada se ha encontrado. 365 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón (Colección particular) La atribución a Goya es dudosa. Óleo sobre lienzo de 73,66x60,1 cm. según el catálogo de la exposición de San Francisco de 1937. Es un busto de un cardenal pero no el hijo de don Luis, como fácilmente se aprecia en la figura 94. De Angelis habla de un supuesto boceto para el retrato del retrato del cardenal Joaquín Company, cosa difícil de suponer observando el retrato de este cardenal en la figura ya mencionada. Fig. 108. Retrato de un cardenal Borbón (Colección particular). Efigie de Luis María Borbón (Museo del Prado) y de Joaquín Company (Palacio Arzobispal de Zaragoza). Además de la exposición de San Francisco del año 1937, donde figuró con el número 20, en el mismo año parece que estuvo presente en Baltimore, del 3 al 31 de enero, con el n.º 21. Pertenecía a un coleccionista de Madrid y había 366 sido prestado para la muestra de San Francisco por Wilddenstein and Co. de Nueva York942 Las relaciones de Goya con los hijos de don Luis ¿Tuvo Goya mucho contacto con los hijos de don Luis? Es evidente que en el periodo en que les retrata, 1779-1800, ese contacto existió pero se ignora en qué grado. Es imposible, de momento, señalar si en años posteriores se mantuvo, pero la realidad es que el pintor no volvió a retratarlos. Han quedado algunos testimonios, escasos, de alguna relación muy puntual. La sucesión de hechos que se producirían a partir del motín de Aranjuez y que afectaron grandemente a la condesa de Chinchón y sus hermanos debió propiciar el alejamiento. Sólo la existencia de correspondencia pudiera aportar alguna información y debe tenerse en cuenta que la que se tiene de la relaciones de Goya con don Luis es a través, únicamente, de las cartas de aquel con Zapater. El 24 de febrero de 1814943 Goya escribe a la Regencia del Reino, de la cual había sido nombrado presidente, el 8 de marzo de 1813, el cardenal Luis María Borbón Vallabriga, para ofrecerse a pintar “notables y heroicas acciones ó escenas de nuestra gloriosa insurreccion contra el tirano de Europa”. El presidente de la regencia “haciendo presente el estado de absoluta penuria á que se haya reducido (Goya)” y en respuesta a que el pintor “solicita que del tesoro público se le suministren algunos auxilios para llevarla a efecto”, “teniendo S.A. en consideración la grande importancia de tan loable empresa y la notoria capacidad del dicho profesor”, ordena que mientras Goya esté trabajando en estos cuadros, se le satisfaga, además de los costes de “lienzos, aparejos y colores, la cantidad de mil quinientos reales de vellón mensuales por vía de compensación”944. Los cuadros de que se trata son El dos de mayo de 1808 y El 3 de mayo de 1808. Este hecho no implica por sí mismo que hubiese habido algún contacto entre el cardenal y Goya. El encargo, las relaciones durante el período en que se pintaron los cuadros y la entrega de los mismos, pudo llevarse a cabo por funcionarios de la Regencia, sin intervención directa del primado. No cabe tampoco descartar que las hubiese, pero la realidad es que no se ha encontrado documentación que lo apoye. 942 San Francisco (1937), p. 31. La exposición de Baltimore se denominaba A Survey of Spanish Painting Throuh Goya. No está señalada en el catálogo de la exposición del 250 aniversario, celebrada en 1996, en la que figura una larga lista de exhibiciones de Goya. 943 Esta fecha la da Moreno de las Heras en el Catálogo de la exposici ón de Madrid de 1996, p. 411, señalando como fuentes Sambricio y Cañellas, no figura en ellos. Ambos autores transcriben la orden del cardenal, con fecha 9 de marzo de 1814, en donde aparece el párrafo, el que se incluye aquí, que posiblemente haya sido extraido de una carta de Goya. 944 Sambricio (1946), pp. CXLV-CXLVI; Goya (1981), p. 515. Gassier (1986), página 25, sin documentarlo, insinúa la posibilidad de que el encargo de los cuadros se debiese tambien a la “discreta intervención de María Teresa”. Se supone que habla de la hermana del cardenal y no de su madre. 367 Hubo, posiblemente, más contacto cuando las hijas del infante y el pintor se encontraban exiliados en Francia, ya que existía entre ellos un vínculo nuevo: el estar obligados, en mayor o menor medida, a vivir fuera de su país, aunque el alejamiento del pintor era voluntario. Además, la sociedad francesa había roto determinados vínculos sociales que permitirían una relación distinta a la que habían mantenido en España. Por informes de la policía francesa se sabe que Goya está en París el 30 de junio de 1824. Baticle afirma que “se encontró con número increíble de sus antiguos e ilustres modelos”, citando entre ellos a la condesa de Chinchón y los duques de San Fernando. Parece lo más probable, pues los exiliados españoles tenían salones y casas a las que asistían asiduamente, pero se ignora qué contactos y en qué grado tuvo el pintor con los hijos de don Luis. El 1 de septiembre de 1824 abandona la capital francesa para dirigirse a Burdeos en donde fijaría su residencia y a donde llegan Leocadia Zorrilla y sus hijos Rosario y Guillermo el 16 de septiembre. Salas dio a conocer una carta de Goya a María Luisa de Borbón Vallabriga, escrita ya desde Burdeos, que pone de relieve la existencia de ese contacto. Excma.: Muy Sra. mia mayor respeto; quando sali de Paris para venir a esta, dispuse atropelladamente mi viage; el tiempo urgia, me hallaba sin dinero, y admiti la oferta de unos amigos que me anticiparon los gastos del camino. Tuve pocas horas de intervalo, y encargué que llevaran a casa de V.E. una tarjeta de despedida. A no haber ocurrido esto, no hubiera dejado de solicitar el honor de ofrecerme a los pies de V.E. y del Sor. Duque. Aquí estoy, sin saber lo que debo hacer de mi. He pedido una prorroga, siquiera para poder pasar el inbierno al calor de la chimenea, y no se si S.M. tendrá a bien concedermelo. Me tomo la libertad de remitir a V.E. esos tres comisionados, a quienes doy el encargo especial de asegurarla quan agradecido estoy a la memoria que conserva de mi, y quanto deseo complacerla y servirla. Son tres enanos que se presentaron en la feria de Burdeos dos meses hace, y me pareció conveniente sacar un tanteo de sus caras y sus figurillas. El de los pantaloncitos tiene 18 pulgadas, de los otros dos (que son marido y muger) ella tiene 21 pulgadas, y el esposo 20. Celebraré cumplan su comisión, según los deseos del invalido que los envia. Con este motivo me remito a las órdenes de V.E. igualmente que a las del Duque; deseando a entrambos la más cumplida felicidad. Burdeos 30 de Noviembre de 1824 Excma. Sra. A los pies de V.E, 368 S.S.S. Fran.co de Goya. (Autógrafa la firma y la rúbrica) Excma. Sra. Duquesa de S. Fernando.”945 La carta revela que, en París, Goya mantuvo contacto con María Luisa y aunque se desconoce con que intensidad. ¿Lo hizo también con Maria Teresa? No parece fuese así, pues de haber acaecido parece lógico que en esta carta se hiciese alguna referencia a ella, señalando a su hermana que la saludase. Olmedo dice que la hija pequeña del infante y el pintor se “escribían periódicamente”, pero por desgracia no indica la fuente de tal aserto. Goya hizo dos viajes a Madrid en Junio de 1826 y en el verano del 27. Moriría en Burdeos el 16 de abril de 1828. Curiosamente, después de su muerte la “familia” de Goya tuvo alguna relación con la duquesa de San Fernando. En una carta de 9 de diciembre de 1829, que desde Burdeos Leocadia dirige a Juan de Muguiro, le dice: “El Señor Don Fermín Remón que tiene el mayor interes en que la Rosario siga su carrera, y no perdona medio para ello, ha presentado á la Duquesa de San Fernando á la Rosario y esta Señora ha dicho que estimava mucho a su maestro y que hará cuanto pueda por su discípula. Esta Señora en dos cartas que ha escrito de Bayona, en las dos tiene la bondad de hablar de Rosario y el Señor Don Fermín espera que en su llegada á Madrid tenga motivo para bolverla a nombrarla …..”946. Posiblemente, fruto de esos contactos Rosario Weis (o Weys según figura en algunos documentos) pintó para los duques algunos cuadros. En el inventario de bienes hecho al morir Joaquín Melgarejo se citan dos uno en la cláusula 17 por la que lega a José María de Alos un retrato de ella y su esposo, se supone no habla del grabado de la figura 53a, copia del grande, debe tratarse del de Tejeo que se muestra en la figura 53b, y otro en la 19 en la que lega a Patricio García “el cuadrito copia de los caballos de Velázquez por Weys”. Posiblemente posteriormente Rosario haría el grabado mencionado. A la vista de lo expuesto y de lo dicho en páginas anteriores, la relación de Goya con el infante don Luis y sus hijos fue esporádica. La muerte del infante truncó un contacto más intenso, parece evidente que Goya y su cliente habían congeniado y se tenían afecto, como lo muestra el hecho de que en su último viaje a la corte don Luis lo mandase llamar. Con posterioridad a la estancia de Goya en Arenas en 1784, el infante estuvo en El Escorial el 14 de octubre y el 3 de noviembre de ese año y el 19 de enero del siguiente en El Pardo donde no 945 Salas (1968-69), p. 27. La carta fué publicada también, por Camón (1980), p. 202, y por Calleja en el Diplmatorio de Goya (1981), pp. 387-388. Curiosamente este autor cambia V.E. por las correspondientes palabras 946 Goya (1981), p. 515. 369 estaría Goya, de forma que la única vez que volvieron a coincidir es la mencionada antes. Es evidente que no vería a los hijos del infante mientras estuvieron en Toledo pero en caso que hubiese coincidido, para los niños, con la salvedad de Luis María, sería una persona totalmente desconocida. Una cierta relación se vuelve a dar al casar María Teresa con Godoy y pintarla. Posiblemente sus hermanos también podrían haber coincidido con el pintor, pero de ser así de forma puntual y muy breve, relación amable pero manteniendo las distancias que el distinto nivel social imponía, ya que no debe olvidarse se trata de clientes primos de los reyes y familiares del hombre más poderoso de la nación. Posteriormente, al pintarles, es evidente que se vieron pero ¿se mantuvo el contacto luego? Con posterioridad al motín de Aranjuez la complicada vida que llevaron los hijos de don Luis, expuesta en el capítulo III, no propiciaría encuentros con Goya, el cual seguramente no querría tampoco se recordase su relación con Godoy. Ya se ha comentado como con el cardenal Borbón pudo contactar al pintar los cuadros de la sublevación contra los franceses pero también debió ser un encuentro breve. Pocos datos hay de que aseguren encuentros continuados con las hijas de don Luis en París, ni que nos digan su número e intensidad. Además, Goya permaneció sólo dos meses, en 1824, en esta ciudad. En resumen, no puede hacerse un mito de unas profundas relaciones entre Goya y el infante y sus hijos. Con toda certeza su confianza era mayor, duquesa de Alba aparte, con otros cortesanos y nobles que fueron clientes suyos. 370 Addendas 371 Addenda 1 El dinero de la época y su equivalencia con el actual El caballero Swinburne, del cual hemos citado sus opiniones sobre el infante don Luis y una visión un tanto ingenua y romántica sobre como éste conoció a su futura mujer, viajó por España en 1775 y 1776 y publicó un libro sobre su viaje en 1787, en el que da una información muy detallada sobre aspectos que no son propios de un viajero normal, en otras palabras: parece se trataba de un informador de su gobierno o de algún organismo oficial y, aunque con algo de exageración y empleando vocabulario actual, un espía. Entre la información que aporta incluye una lista de las monedas que debían utilizarse en el periodo de su viaje, señalando la equivalencia entre ellas. Como demostración de lo detallada que era esa información es que comparada con los dos catálogos más importantes de monedas españolas, Calicó, Calicó y Trigo (1998) y los Cayón (1998), no se aprecia falta alguna de monedas con la excepción de algunas, equivalentes al maravedí, con uso exclusivo en determinadas zonas. En las tablas adjuntas, compuestas a base de los datos de Swinburne y los dos catálogos numismáticos mencionados, se muestra la lista de monedas y las equivalencias que señala el primero. Como a todo lo largo del texto se habla de cantidades pagadas o recibidas en transacciones comerciales, rentas y herencias, parece oportuno poner de relieve la equivalencia con la moneda actual. Damos algunos valores que figuran en las obras consultadas. Hay que advertir que establecer esa correspondencia no es nada fácil. Se puede hacer comparando el precio de un determinado producto en la época estudiada y la actual, pero esto no es definitivo, ya que el valor de algunos productos puede haber variado en la consideración de la demanda y, el tenido en el siglo XVIII como un bien apreciable, escaso o especial, lo cual hace que su precio sea elevado, actualmente es un producto abundante y con un valor bajo, al variar las formas de producción, la compra en el exterior u otros aspectos: claro ejemplo las aves ya que su crianza ahora nada tiene que ver con la manera en que se hacía en el siglo XVIII. Según Swinburne un real de vellón es equivalente a 34 maravedíes, la moneda más pequeña en la época, valor en el que coinciden los autores consultados. Tortella947, basándose en tablas de Hamilton y datos de Voltes, hace la equivalencia de un real de vellón igual a 3 euros (500 pesetas, en realidad 499,158 pesetas) y por lo tanto 1 maravedí es igual 0.088€ o 14,64 pesetas. Voltes, en el trabajo citado por Tortella, da tres equivalencias que permiten averiguar el valor del maravedí en euros. Estas son: El precio de una gallina, 192 mvs. 947 Tortella (2002), datos de las páginas 80, 424 y 428. 2800 pts. (1996) 372 120.000 rls. = 4.080.000 mvs 3.257rls y 4 mvs. = 110.742 mvs. 30.000.000 pts. (1996) 1.500.000 pts. (1996) Según la primera equivalencia un maravedí tendría un valor de 14,58 pts. Por la segunda un maravedí es igual a 7,35 pts. y, finalmente, la tercera da un valor de 13,54 pts. Tortella (2002) dedica su capítulo XVII, titulado “La pobreza: un mito que hay que destruir”, a echar por tierra el mito de la pobreza de Boccherini, en él hace un estudio detalladísimo de la cesta de la compra del músico, para lo que utiliza los datos de precios de alimentos de las tablas que Hamilton incluye en su obra Guerra y precios en España, 1651-1800 (véase bibliografía), hasta 1800, y desde este año al 1805, los datos proporcionados por Reher y Ballesteros. En función de los datos mencionados llega a la cifra de 1 maravedí = 0,1 € (∼ 15 pts.). Con los datos que figuran en las tablas de Hamilton se ha hecho una comprobación comparando el valor medio, en el periodo 1775-1785, de una serie de alimentos que hoy siguen utilizándose habitualmente. Esos alimentos han sido, los que a continuación se enumeran incluyendo el precio actual por kilogramo, litro o docena dependiendo del tipo de producto: aceite (3€), arroz (1,65 €), avellanas (21,85€), azafrán (1.800€), azúcar (7,12 €), carnero al peso (6€), castañas pilongas (7,12€), cebollas (1,2 €), garbanzos (2,4 €), higos secos (8 €), huevos (1,5 €), leche (0,7 €), lentejas (2 €), melón (0,99), queso fresco (6,5 €), tocino (2 €), vaca (3,5 €). El precio de cada uno de estos productos en los años del periodo estudiado se muestran en los cuadros adjuntos, en los que se expone el proceso para llegar al valor medio de cada uno en maravedíes y la equivalencia con el euro obtenida. Prescindiendo de los dos valores extremos correspondientes al queso fresco y los huevos, el valor del maravedí es de 0,0766 €, no muy diferente del 0,1 € que da Tortella, pero que al aplicarlo a grandes cantidades supone diferencias notables. El valor obtenido es el ha utilizado en las equivalencias de las cantidades que aparecen en el texto. Según esto un real de vellón equivale a 2,6044 €; 1 peso, cuyo valor era de 14 reales y 9 maravedíes, igual por tanto a 458 maravedíes, equivaldrá a 35,1 €. Del ducado existían tres variantes: ducado de vellón, 11 reales y un maravedí; ducado de plata nuevo, 16 reales y 17 maravedíes; ducado de plata antiguo, 20 reales y 25 15/17 maravedíes. Sus equivalencias en euros son respectivamente: 28,72 €, 42,97 € y 49,18 €. 373 Lista de monedas dada por Swinburne (1775-1776) Moneda Equivalencia Imaginarias Real de vellón ½ real de plata u 8 cuartos 2 maravedíes Escudo de vellón 10 reales de vellón Ducado de vellón 11reales de vellón y 1 maravedí Ducado de plata nuevo 16 reales de vellón y 17 maravedíes Ducado de plata antiguo 20 reales de vellón y 25 15/17 maravedíes Dobla de oro. Decambra. Peso 14 reales de vellón 9 maravedíes Cobre Maravedí, la moneda de menor valor en España Ochavo 2 maravedíes Quarto 4 maravedíes Dos quartos 8 maravedíes Plata Medio real de plata 1 real de vellón Real de plata 2 reales de vellón Real de 2, peseta piastra 4 reales de vellón Real de a 4 sevillano 8 reales de vellón Real de a 8 sevillano 16 reales de vellón Medio real columnario 1 real de vellón y 8 maravedíes Real de plata columnario 2 reales de vellón y 17 maravedíes Real de a 2 columnario 5 reales de vellón Real de a 4 10 reales de vellón Real de a 8 20 reales de vellón Oro Ventino, peso duro 20 reales de vellón Escudo de oro nuevo 37 reales de vellón y 17 maravedíes Escudo de oro antiguo 37 reales de vellón y 22 maravedíes Doblón de a 2 nuevo, pistola 75 reales de vellón Doblón de a 2 antiguo 75 reales de vellón y 10 maravedíes Doblón de a 4 nuevo 150 reales de vellón Doblón de a 4 antiguo 150 reales de vellón y 20 maravedíes Doblón de a 8 nuevo, quadru380 reales de vellón ple Doblón de a 8 antiguo 301 reales de vellón y 6 maravedíes 374 Monedas acuñadas en los reinados de Felipe V, Luis I, Fernando VI y Carlos III, según los catálogos de Calicó y Cayón Reinado Moneda Equivalencia s Ley Felipe V 1700-1746 Luis I 1724 Fernando VI 1756-1759 Carlos III 1759-1788 (Viaje de Swinburne entre 1775 y 1776) Oro Oro Oro Oro Oro Plata Plata Plata Plata Plata Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Oro Oro Oro Plata Plata Plata Plata Plata Cobre Oro Oro Oro Oro Oro Plata Plata Plata Plata Plata Cobre Cobre Cobre Cobre Oro Oro Oro Oro Oro Plata Plata Plata Plata Plata Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre Cobre 8 escudos 4 escudos 2 escudos Escudo ½ escudo 8 reales 4 reales 2 reales Real ½ real 8 cuartos (1) 4 maravedíes Seiseno 2 maravedíes Treseta 4 cuartos Dobler Maravedí (2) Dinero (3) 8 escudos 4 escudos 2 escudos 8 reales 4 reales 2 reales Real ½ real Tresta 8 escudos 4 escudos 2 escudos Escudo ½ escudo 8 reales 4 reales 2 reales 1 real ½ real Ardite (4) Cuarto ½ cuarto Maravedí 8 escudos 4 escudos 2 escudos Escudo ½ escudo 8 reales 4 reales 2 reales Real ½ real 8 maravedíes 4 maravedíes 2 maravedíes 4 coronados (5) Cuarto Octavo (6) Barrilla (6) Coronado (7) (8) Maravedí (8) 350 maravedíes 34 maravedíes 17 maravedíes 6 dineros 2 dineros 37 reales de vellón 4 maravedíes 37 reales de vellón (1) 375 Notas (1) Señalada por Cayón y no por Calicó (2) Moneda de menor valor en Castilla (3) Moneda de menor valor en Aragón (4) Moneda de menor valor en Cataluña (5) En Calicó (6) Según Cayón se trata de monedas equivalentes (7) Según Calicó es equivalente a ½ maravedí (8) Según Cayón se trata de monedas equivalentes Calicó señala dos monedas de cobre 1grano y ½ grano 376 Addenda 2 Cuantía de las Encomiendas de Don Luis de Borbón, según distintos documentos Sobre la cuantía que percibía el infante don Luis por las Encomiendas en las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, se manejan tres documentos. El primero es el existente en el Archivo Histórico Nacional948, y aunque no lleva fecha debe corresponder con el momento inicial de la recepción de tales prebendas, tanto por su cuantía como por su título. El original es reproducido por Vázquez y Peña949 lo transcribe. Hay que señalar pequeñas discrepancias en dos o tres datos que figuran en el original y los que transcribe Peña, con toda seguridad, debidos a errores mecanográficos. A la Orden de Santiago le corresponden 16 encomiendas, con una cuantía de 534.892 reales de vellón. La de Calatrava aporta siete encomiendas con una cuantía de 301.600 reales de vellón. Las discrepancias con los datos de Peña son más notables pues a ésta le faltan algunos valores. Alcántara tiene nueve encomiendas cuyo valor asciende a 353.473 reales de vellón. También existe alguna discrepancia con los datos que aporta Peña, pues la última no incluye alguna. Finalmente, Montesa aparece con cuatro con un valor 101.416 reales de vellón. Peña no incluye el valor del Valle de Perpuchent. El monto total de lo que obtenía el infante era de 1.291.381 reales de vellón. El segundo documento, también sin fecha, se encuentra en el Archivo General de Palacio950 y fue transcrito por Peña951 en el Apéndice documental de su tesis. Muestra alguna diferencia con el primero. Así en la Orden de Santiago se añade una: Montemolín; en la de Calatrava, Moral pero se le añade una nueva Abanilla; en la de Alcántara desaparecen la denominada encomienda Mayor, Esparragosa, Lapiedrabuena y Zalamea, pero se adjunta Sancti Spiritus; finalmente, en la de Montesa no hay variación alguna. Lo obtenido por cada orden era 1.034.793 (2.695.014 €), 555.732 (1.447.348 €), 295.326 (769.147 €) y 218.380 (568748 €) respectivamente, ascendiendo el total a 2.104.231 reales de vellón (5.480.259 €). Debe tratarse de un documento redactado en una fecha intermedia entre el primero y el tercero, pues la mayoría de las encomiendas aportan cantidades mayores que las que figuran en el documento que se supone anterior. El tercer documento se encuentra en el Archivo Histórico Nacional952, que transcribe Vázquez953 y es el único fechado: 13 de agosto de 1785, es decir, se redacta a la muerte del infante y pone de relieve lo que las encomiendas le producen en esa época. 948 949 950 951 952 953 Memoria de las encomiendas …. A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2665. Vázquez (1990), pp. 385 a 389. Peña (1990), T. IV, p.31. A.G.P. Secretaria del Infante don Gabriel. Leg. 764. Lista de las Encomiendas .., f. 1 y 1v. Peña (1990), T. IV, pp.32 y 33 A.H.N. Sec. Estado. Leg. 2538. Vázquez (1990), pp. 384 y 390. 377 En la Orden de Alcántara no incluye la Mayor de León, que figuraba en los otros documentos, pero agrega Segura de León. La Orden de Calatrava es la que contiene más encomiendas pues esta la de Moral, no contemplada en el documento anterior, y Abanilla que no figuraba en el primero; en la Orden de Alcántara incluye las mismas que el segundo documento; en la Montesa no ofrece variación alguna. Las cantidades correspondientes a cada orden son respectivamente 1.606.678 (4.184.432 €), 834.861 (2.174.311 €), 414.126 (1.078.549 €) y 240.230 (625.655 €), la suma de las cuales arroja la cifra de 3.095.895 reales de vellón (8.062948 €). En la tabla adjunta se exponen con detalle lo aportado por cada encomienda según los tres documentos comentados. ENCOMIENDAS DEL INFANTE DON LUIS Encomienda Azuaga y La Granja Bastimentos de León Valderrico o Valderricote Montemolín Estepa Medina de la Torres La Mayor de León Monreal Montozón y Chiclana Montealegre Moratalla Membrilla Horca jo Socobos Socuéllamos Segura de la Sierra Villahermosa Segura de León TOTAL El Viso y Sta Cruz de Medula (sic) Clavería Mayor de Calatrava Herrera de Calatrava Monroy (Monrr oyo) y Peñarroya Moral Abanilla Casas de Córdoba Bexico y Castel de Castels TOTAL Valor en el doc. Valor en el doc. Valor en el doc. A.H.N. Leg. 2665 A.G.P. Leg. 764 A.H.N. Leg. 2538 Sin fecha. Rels. v. Sin fecha. Rels.v. 13 agosto 1785. Rels.v. Orden de Santiago 35.629 98.577 175.779 26.629 42.914 97.118 22.139 67.765 60.726 14.123 17.348 32.139 25.678 33.786 24.475 21.121 25.422 28.650 88.982 38.307 92.088 133.988 21.612 22.896 26.242 27.230 50.680 87.052 35.128 101.286 150.532 20.929 23.993 43.068 29.973 61.489 76.039 27.958 47.796 71.784 61.554 126.026 227.685 70.785 115.847 211.608 31.755 33.532 35.723 132.778 534.892 1.034.793 1.606.678 Orden de Calatrava 31.666 70.350 30.600 28.941 56.522 41.000 42.521 301.600 Orden de Alcántara 108.437 158.951 42.815 58.320 35.799 69.430 81.980 555.732 84.131 211.772 37.460 76.467 152.631 90.528 70.950 110.922 834.861 378 Encomienda mayor Esparragosa Herrera de Alcántara Liedrabuena Zalamea Portugalesa Clavería Magdalena Cabeza de Buey Sancti Spiritus TOTAL Cuevas de Vinrromán Silla Encomienda Valle de Perpuchen Alcalá de Gisbert (Chivert) TOTAL TOTAL de todas las Encomiendas 87.834 33.269 20.800 66.000 28.948 22.591 22.000 23.280 48.751 49.628 74.459 27.714 38.953 43.083 99.160 36.788 295.326 30.000 40.276 54.887 161.485 53.019 414.126 353.473 Orden Montesa 26.349 61.017 27.390 61.560 Valor en el doc. Valor en el doc. A.H.N. Leg. 2665 A.G.P. Leg. 764 Sin fecha. Rels. v. Sin fecha 21.390 55.451 26.287 40.352 101.416 218.380 1.291.381 2.104.231 69.236 45.433 Valor en el doc. A.H.N. Leg. 2538 13 agosto 1785 78.484 47.077 240.230 3.095.895 379 Addenda 3 Lista de las obras compuestas por Luigi Boccherini estando al servicio del infante don Luis de Borbón Farnesio Ya se ha comentado que el principal artista al servicio del infante don Luis fue Luigi Boccherini. Se ha creído conveniente exponer la obras que el músico luqués compuso en el periodo de 1770 a 1785. Para ello se han utilizado los catálogos del propio músico, de Gerard, autor del, hoy por hoy, catálogo más completo y de las observaciones de otros autores como Barce y Tortella. Como se vera y ya se ha comentado en el texto, un porcentaje muy importante de la obra de Boccherini se gestó estando al servicio de don Luis, de manera que cualquier referencia al músico no puede obviar este fecundo periodo. Raro es que en los cuadernillos que acompañan a los discos de las obras del italiano no se mencione al infante, aunque para los lectores de los mismos quede siendo un extraño personaje que muy poco o nada les dice. Sin embargo gracias a Boccherini don Luis entra en la historia de la música, algo que muy lejos estaba de pensar el hijo menor de Felipe V. 380 Lista de las obras que compuso Boccherini estando al servicio del infante don Luis de Borbón Farnesio Año 1771 1771 1771 1772? 1772 1772 1772 Obra Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos obligados Seis conciertos para gran orquesta Sonata para violonchelo en do mayor Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis tríos para violín, viola y violonchelo Seis cuartetos para dos violines, viola y violonchelo Catálogo Boccherini Catálogo Gerard Observaciones Op. 10, n.º 1-6 G 265 - G 270 Se trata de las primeras obras que escribe para el infante, según Barce Op. 11, n.º 1-6 G 271 – G 276 Op. 12, n.º 1-6 G 503 – G 508 No figura G 17 Op. 13, n.º 1-6 G 265 – G 270 Op. 14, n.º 1-6 G 95 – G 100 Op. 15, n.º 1-6 G 177 – G 182 1773? Sonata para violonchelo en la mayor No figura G4 1773 Ballet español No figura G 562 Op. 16, n.º 1-6 G 461 – G 466 Op. 17, n.º 1-6 G 419 – G 424 Op. 18, n.º 1-6 G 283 – G 288 Op. 19, n.º 1-6 G 425 – G 430 1773 1773 1774 1774 1775? 1775? Seis sextetos para dos violines, flauta, viola y dos violonchelos Seis quintetos para dos violines, flauta, viola y violonchelo Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis quintetos para dos violines, flauta, viola y violonchelo Se d´un amor …. Aria en si bemol mayor para soprano y orquesta Tornate sereni …. Aria en mi bemol mayor para soprano y orquesta No figura G 557 No figura G 558 Obra que Gerard cree probable atribuir a Boccherini a pesar de ciertas reservas. Obra cuya autoría por Boccherini presenta alguna duda, pero que Gerard se la adjudica Obra cuya autoría por Boccherini presenta alguna duda, pero que Gerard se la adjudica Obra cuya autoría por Boccherini presenta alguna duda, pero que Gerard se la adjudica Obra cuya autoría por Boccherini presenta alguna duda, pero que Gerard se la adjudica 381 Año 1775 1775 1775 1776 1776 17761778 1778 1778 1778 1779 1779 1779 1780? (1781) 1780 Obra Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis sinfonías para unos pocos instrumentos obligados Seis cuartetos para dos violines, viola y violonchelo Serenata en re mayor Seis sextetos para dos violines, viola y violonchelos Seis cuartetos para dos violines, viola y violonchelo Seis cuartetos para dos violines, viola y violonchelo Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Cefalo e Procri. Ballo eroico-tragico- Pantomino Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis tríos para piano, violín y violonchelo Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Catálogo Boccherini Catálogo Gerard Op. 20, n.º 1-6 G 289 – G 294 Op. 21, n.º 1-6 G 493 – G 498 Op. 22, n.º 1-6 G 183 – G 188 No figura G 501 Op. 23, n.º 1-6 G 454 – G 459 Op. 24, n.º 1-6 G 189 – G 194 Op. 26, n.º 1-6 G 195 - G 200 Op. 25, n.º 1-6 G 295 - G 300 No figura G 524 Op. 27, n.º 1-6 G 301 – G 306 Op. 28, n.º 1-6 G 307 – G 308 Op. 29, n.º 1-6 G 309 – G 318 No figura G 143 – G 148 Op. 30, n.º 1-6 G 319 – G 324 Observaciones Obra cuya autoría por Boccherini presenta alguna duda, pero que Gerard se la adjudica Fue compuesta con motivo de la boda de don Luis con María Teresa Vallabriga y constituyo el regalo del músico a los contrayentes Para Gerard hay serias dudas sobre la autoría de Boccherini . Se le atribuyen y no hay datos para afirmar lo contrario Al n.º 6 en do mayor Boccherini le puso el nombre de La Ritirata de Madrid 382 Año 1780 1780 1781 (1780) 1781 1781 Obra Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Seis quintetos para dos violines, viola y dos violonchelos Trío para dos violines y violonchelo Seis cuartetos para dos violines, viola y violonchelo Stabat Mater. 1ª versión para soprano y cuerda Catálogo Boccherini Catálogo Gerard Op. 31, n.º 1-6 G 325 – G 330 Op. 33, n.º 1-6 G 201 – G 206 Op. 34, n.º 1-6 G 101 – G 106 Op. 32, n.º 1-6 G 207 – G 212 No figura G 532 1782 Concierto para violonchelo y orquesta en do mayor 1782 Seis sinfonías para unos pocos instrumentos 1783 Sonata para violonchelo do mayor No figura G 569 1783 Villancicos para cuatro voces y orquesta No figura G 539 No figura G 483 Op. 35, n.º 1-6 G 509 – G 514 Observaciones Obra cuya autoría por Boccherini es algo dudosa, pero que Gerard se la adjudica Obra cuya autoría por Boccherini es algo dudosa, pero que Gerard se la adjudica Notas: Los años señalados son los que aparecen en el catálogo de Gerard. Cuando se incluye otro año entre paréntesis es el que supone Tortella. La base de esta lista es Gerard (1969), pp. 673 – 677 y la trascripción del catálogo de Boccherini que incluye Tortella. 383 Addenda 4 Resumen de los bienes del Infante don Luis El cuadro que constituye esta addenda está obtenido del trabajo de Matilla sobre la testamentaría del infante don Luis. Las cifras correspondientes dan una idea de su poder económico y sirven para situar al personaje en el contexto de la época. Como puede apreciarse estamos hablando de una fortuna de grandes proporciones, como correspondía a miembro de la alta nobleza, perteneciente a la familia real. El patrimonio, que pone de relieve estas cifras, explica el elevado número de sirvientes que se podía permitir, los sueldos pagados, los objetos coleccionados y las elevadas cantidades que destinaba a los gastos de su esposa. 384 Testamentaría del Srnm. Infante don Luis Antonio de Borbón Resumen de sus bienes Reales y maConcepto ravedíes Estado de Chinchón , con sus pertenecidos Señorío de Boadilla, con sus aumentos Los Palacios de La Mosquera, y el viejo con sus agregados Una casa en Mérida Un sitio erial en Cadalso Capitales de censos al tres por ciento, sobre la Real Hacienda y sobre el Estado de Chinchón Acciones sobre varias compañías Frutos y rentas que S.A. dejó devengos, y algunos otros caudales dispersos Restituciones hechas a la Testamentaría Producto de casas y raíces vendidas Producto de ganados, y muebles amonedados Dinero que existía en don Juan Martín de Barreneche; y se trasladó a la Tesorería por mano de don Marcos del Campo Créditos de todas clases Efectos tomados en la Almoneda por la señora Viuda, con la rebaja de la tercera parte de su tasación Efectos destinados a la servidumbre del Sr. Luis María, con igual rebaja Efectos destinados a la servidumbre común y particular de las Señoritas hermanas, con la propia rebaja Joyas donadas por el Sr. Infante a su Esposa, con motivo del matrimonio Otras alhajas de brillantes, y piedras preciosas existentes Las de oro y plata labrada que también existen Colgaduras, mueblaje y demás existencias en el palacio de Boadilla Existencias en el palacio de Villaviciosa Existencias en don Bernardo de Iparraguirre Efectos sin almodenar, de los inventarios de Arenas y Velada Instrumentos matemáticos; relojes destinados a la servidumbre de los tres Señores hermanos; varias cosas halladas en los bolsillos de las ropas del Sr. Infante; tres cajas de oro regaladas por disposición de la Señora Viuda a otros tantos criados mayores de S.A., conforme a su voluntad; y algunos otros efectos que no resultan tasados TOTAL Euros 13.959.361 + 7 11.108.139 + 8 36.355.760 28.930.037 2.388.161 49.301.195 26.031 400 53.738 825 14.188.986 29.291.742 279.594 + 4 728.174 8.072.183 + 14 21.023.194 55.629 + 17 346.187 1.737473 + 10 144.881 714.668 4.525.075 3.188 + 29 8.305 1.949.764 + 25 5.077.967 740.174 + 26 1.927711 530.726 + 19 1.382224 123.650 + 22 322.035 962.986 1.987.988 1.561.701 4.067.294 345.267 + 29 899.215 272.002 + 8 708.402 35.783 1.314 93.193 3.422 2.154.681 + 33 5.611653 60.843.376 158.460.488 Notas: a) Los datos son los que constan en el cierre de la testamentaría en 5 de junio de 1800 b) Se han despreciado las fracciones de maravedí. c) Se ha prescindido de las fracciones de euros. 385 Addenda 5 Adjudicación de los cuadros de Goya a la muerte del infante don Luis Los distintos documentos manejados permiten establecer a quien correspondió, de los miembros de la familia, los cuadros de Goya estudiados en este libro. Como puede apreciarse no ha sido posible averiguar con seguridad total parte de ellos. Como ya se ha dicho la imprecisión de los inventarios, la confusión entre las distintas versiones de los cuadros y los errores de las medidas son los causantes de tal inseguridad. Cuadro MTV 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Marqués de Miraflores. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Particular. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. Nacional Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don Luis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). Hijuelas LMBV MTBV MLBV ■ ■? ■ (1) ■? ■ ■ ■ ■ ■ ■ No figura en la testamentaría de don Luis ■? ■ No figura en la testamentaría de don Luis ■ (1) Cita un cuadro que, como se aclara en el texto, es el mismo que el 3, ya adjudicado a María Teresa Vallabriga. Podría ser que el adjudicado fuese el 4 386 Addenda 6 Los cuadros estudiados en los catálogos generales de la obra de Goya Se han revisado la mayoría de los catálogos generales de la obra de Goya para conocer la opinión que los cuadros incluidos en este libro merecen a sus autores. De todos ellos deben resaltarse el del conde de la Viñaza, que a pesar de lo temprano de su publicación, aporta una valiosísima información, en algún caso fundamental y que no todos los catálogos posteriores han tenido en cuenta. Es evidente que su autor conoce bien la obra de Goya y la ha estudiado. El de Beruete tiene una gran importancia por tratarse de un profesional de la pintura que conoce bien la pintura de Goya y ha escrito sobre ella. Los juicios negativos que hace de alguno de los cuadros hechos para don Luis hay que considerarlos acertados, ya que no se deja deslumbrar por el nombre del pintor en unas fechas tempranas cuando el estilo de Goya no ha alcanzado su cenit. De los modernos, el más completo y con un análisis más profundo y acertado es, evidentemente, el de Gassier y Wilson. Habría que señalar otros trabajos de Gassier, como el extenso artículo sobre los cuadros pintados para el infante don Luis, que han sido fundamentales. También son de gran interés las opiniones emitidas por Camón Aznar. Igualmente hay que señalar la ayuda que han supuesto los libros de Morales, De Angelis y Gudiol. Desgraciadamente alguno de los restantes, posiblemente por las circunstancias de su publicación, resulta confuso y su utilización puede inducir a errores. En las tablas que siguen se ha pretendido establecer una correlación de los cuadros objeto de este libro con su presencia en los distintos catálogos, no descartando la posibilidad de haber cometido algún error. Correlación de los cuadros en los distintos catálogo de la obra completa de Goya Cuad ro 1 Retrato de perfil del i nfante do n Luis . Tabla (Duque de Sueca) 2 Retrato de perfi l del infante don Luis (Conde de Mi raflores) 3 Retrato de perfi l de M aría Teresa Vallabri ga. Tabla. Museo del Prado 4 Retrato de perfi l de M aría Teresa Vallabri ga. Lienzo. M arqués de Mirafl ores 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabri ga. Tabla. Mexico 6 Retrato de María Teresa Vall ab riga Lienzo. Alte Pinakothek de Munich Yriarte Viñaza (1867) 1887 34 Citado 226 Citado XXXIII 42x35 XXXIV 42x37 XXXI 42x35 XXXII 42x37 XXXV 65x37 XXXIX 148x93 44 222 89 138 Araujo Sánchez 1889? Tormo Lafond Loga Calvert Beruete Mayer 1902 1903 1903 1908 1915 1925 Citado 36 42x35 37 42x35 38 42x35 39 42x37 42 65x37 41 148x93 142 42x35 143 (sm) 149 42x35 150 (sm) 49 56 42x35 170 42x35 171 (sm) 180 42x35 164 Citado 164bi s Citado Citado Citado? Citado? 151 148x93 43 (sm) XLV (sm) XXX 130x116 XXIX 130x116 18 15 137 Citado 340x400 XXVIII 248x315 LIII (sm) Citado Citado 163 206 Citado 44 130x116 48 130x116 34 248x315 195 202x75 50 56 Junto con 56 57 58 58 Medidas erróneas 59 152 (sm) 146 130x116 153 130x116 141 248x315 316 102x75 145 27x20 53 60 48 220 52 181 65x37 182 148x93 183 (sm) 61 130x116 66 130x116 174 130x116 184 130x116 55 248x315 79 (sm) 169 248x315 401 102x75 173 27x20 387 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabri ga. Lienzo. Galleria degli Uffizi 8 Retrato ecuestre de M aría Teres a Vallabriga (En paradero descono cido) 9 Retrato de Luis María Borbón Vallbriga niño. Li enzo. Col ección Mi raflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón Vallabriga niña. Lienzo. Nacional Gall ery Was hing ton 11 La fami lia del infante do n Luis Boceto. Duque de Sueca 12 La fami lia del infante do n Luis Lienzo. Fundación M ag nani-Roca. Parma 13 Retrato de Ventura Ro dríg uez Natio nalmuseum de Estoco lmo 14 Boceto del infante do n Lui s co n el arqui tecto Ventura Rodríguez Relación Boadilla 1886 (Viñaza) 388 Correlación de los cuadros en los distintos catálogo de la obra completa de Goya Cuad ro 15 Retraro del infante don Lui s de gala Mengs/Goya? 16 Retrato del infante don Luis Marí a ? de Borbó n (1) 17 Retrato de la Condesa de Chinchón Lienzo. Museo del Prado 18 Retrato de María Lui sa Borbón Vallabriga. Lienzo. Galleria degli Uffizi 19 Retrato de María Luisa Bo rb ón Vallabri ga.(Colección particular) 20 Retrato del cardenal Luis María Bo rb ón Vallabri ga. Museo de Sao Paulo 22 Retrato del cardenal Luis María Bo rb ón Vallabri ga. Museo del Prado. Monserrat 21 Retrato del cardenal Luis María Bo rb ón Vallabri ga. Museo del Prado (Cas a Torres) 23 Estudio para el retrato del cardenal Bo rb ón (Autoría dudosa) Relación Boadilla (Viñaza) Yriarte 1867 91 231 139 Citado 230 135 Citado Viñaza 1887 XXXVIII 148x97 XXXVI 79x60 XLII 208x139 XL 195x130 XLI 74x56 XXXVII 195x130 Araujo Sánchez 1889? Tormo Lafond Loga Calvert Beruete Mayer 1902 1903 1903 1908 1915 1925 Citado? 35 148x97 40 79x60 51 208x139 49 195x130 50 74x56 144 148x97 51 Citado 165 Citado Citado 156 208x139 154 195x136 155 74x56 Citado? XLVI 209x134 Citado 46 200x134 47 200x114 147 195x130 148 200x114 63 62 Mencio na (sm) 54 55 172 148x97 57 79x60 69 208x139 67 195x130 68 74x56 62 195x130 187 74x56 185 195x136 186 74x56 175 195x130 62 195x130 64 200x114 176 214x136 177 200x114 Correlación de los cuadros en los distintos catálogo de la obra completa de Goya Cu adro 1 Retrato de perfil del i nfante don Luis. Tabla (Duque de Sueca) 2 Retrato de perfil del i nfante don Luis (Conde de Mirafl ores) 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla. Museo del Prado 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Li enzo. Marqués de Mirafl ores 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Tabla. M exico 6 Retrato de María Teresa Vallabriga Lienzo. Alte Pinakothek de Muni ch 7 Bo ceto del retrato ecuestre de Marí a Teresa Vall abri ga. Lienzo. Gall eria degl i Uffizi 8 Retrato ecuestre de M aría Teresa Vallabrig a (En paradero desconocido) 9 Retrato de Lui s María Borbón Vallbrig a niño. Lienzo. Colección Mirafl ores. 10 Retrato de María Teres a Borbón Vallabriga ni ña. Lienzo. Nacional Gallery Washing ton 11 Boceto de La famili a del i nfante don Luis. Duque de Sueca 12 La familia del i nfante don Luis Lienzo. Fundaci ón Magnani-Roca. Parma 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo Desp armet Gu diol De An gelis 1950 1970 1974 296 42x35 Menciona 144 42x35 145 42x37 146 42x35 147 42x37 153 65x37 148 148x93 155 (sm) 162 42x35 163 42x37 159 48x39,5 160 42x37 155 151x88 166 80x60 211 151,2x97,8 Citado 148x93 Citado 137 148x93 141 80x60 314 (sm) 293 130x116 292 130x116 149 130x116 150 130x116 157 134x115 158 132,5x115 209 134x114 210 132,3x116,7 Citado 130x115 Citado 130x116 138 130x116 139 130x116 128 134x114 127 132x116 300 248x315 315 (sm) 151 248x330 157 106x79 165 248x330 172 108x81 208 248x330 214 106x79 Citado 248x300 Citado 106x79 140 248x330 143 106x79 124 248x310 131 106x79 294 42x35 Menciona 307 151x97 Gassier/ Wilson 1974 Camón Aznar 1980-82 Gudiol Morales 1985 1994 206 43x37 Citado 42x35 Citado 42x37 Citado 42x35 Citado 133 42x35 134 42x37 135 42x35 136 42x37 122 46x37 207 48x39,5 123 58x39 557 65x37 126 151,2x99 389 390 Correlación de los cuadros en los distintos catálogo de la obra completa de Goya Desp armet Gu diol 1950 1970 1974 Menciona (2) 27x20 311 150x98 295 80x62 308 210x130 299 195x130 298 75x57 297 195x130 156 185 (Ed. Española) 25x20 156 153x100 164 79x60 378 216x144 369 220x140 De An gelis Cu adro 14 Boceto del infante don Luis con el arqui tecto Ventura Rodríguez 15 Retrato del infante don Lui s de gala Meng s/Goya? 16 Retrato del i nfante don Lui s María ? de Borbó n(1) 17 Retrato de la Condesa de Chi nchón Lienzo. Museo del Prado 18 Retrato de María Luisa Borb ón Val lab riga. Lienzo. Galleria degli Uffizi 19 Retrato de María Luisa Borb ón Vall ab riga (Colección particular). 20 Retrato del cardenal Luis María Borbó n Vallabrig a. Sao Paulo 21 Retrato del cardenal Luis María Bo rb ón Vallabri ga. Museo del Prado. Mons errat 22 Retrato del cardenal Luis María Bo rb ón Vallabri ga. Museo del Prado (Casa Torres) 23 Es tudio para el retrato del cardenal Borb ón (Autoría dudosa) 312 200x114 27x21 151 148x97 154 79x60 425 216x144 Gassier/ Wilson 1974 Camón Aznar 1980-82 213 Citado 25x20 212 152,7x100 793 216x144 Gudiol Morales 1985 1994 142 129 27x21 Citado 148x97 27x21 25x20 125 152x100 Citado Citado 216x144 Citado (3) 404 216x144 328 220x144 307 216x144 Citado Citado 447 200x106 448 214x136 366 200x106 377 214x136 366bis 200x114 794 200x106 795 214x136 Citado 200x106 Citado 214x136 425 200x106 426 214x136 308 200x106 309 214x136 Notas: (1) Por la descripción que hace Viñaza pudiera tratarse del retrato d e González Ruiz. (2) Lo menciona al hablar de un retrato del infante, el 544s, desconocido. (3) Camón Aznar supone que este cuadro es una copia de La condesa de Chinchón del Museo del Prado. 391 Addenda 7 Exposiciones en las que se han exhibido los cuadros de Goya comentados en este libro Una de las tareas llevadas a cabo ha sido la revisión de todos los catálogos de las exposiciones, de las que se ha tenido conocimiento, en las que se han exhibido los cuadros que aquí se analizan, aunque no pueda asegurarse se trate de todas. Los mismos catálogos aportan datos generales de las exposiciones de Goya, como el de la muestra del 250 aniversario celebrada en el Museo del Prado en 1996, en donde se incluye una larga lista. Creemos haber aportado datos de algunos catálogos casi por completo desconocidos, como el de la exposición de San Francisco de 1937, algo comprensible dadas las circunstancias que se vivían en España. Algún catálogo, como el de la exposición de Chicago de 1941, que existe catalogado en una biblioteca de un organismo sito en Madrid, resulta inencontrable. Caso aparte es la exposición de Oviedo de 1998, que ha pasado desapercibida. Hay que comentar que en ocasiones en una misma ciudad y año se han celebrado varías exposiciones en que han colgado cuadros de Goya. El no especificar de cual se trata en concreto da lugar a equívocos cuando se menciona. En las tablas adjuntas se incluyen todas las exposiciones, mencionando los cuadros de Goya aquí comentados, el número con que figuraba cada cuadro, y los catálogos en los que se citaba que el cuadro había estado en esa exhibición. De esta forma se puede tener una visión de conjunto clarificadora. La revisión de estas tablas pone de relieve algunos aspectos curiosos. El primer cuadro de los estudiados que se exhibe es el retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga perteneciente a la colección del marqués de Casa Torres, que cuelga en la magna exposición de Goya de 1900. El primero que se expone fuera de España es el retrato de Ventura Rodríguez que lo hace en Londres en 1901. El cuadro más exhibido ha sido el retrato de la Condesa de Chinchón, en diecinueve ocasiones, al que sigue el retrato de Ventura Rodríguez, que lo ha sido en diez. Éste ha sido también el que ha cambiado más de mano como se expone en el texto. 392 Cuadro Madrid Londres Londres Madrid Paris 1900 1901 1920-21 1928 1935 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 68 b, o, p, v, x, a1, k1, l1 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 22 Boceto del retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. San Francisco 1937 356 v, c1 47 (1) b, c, i, w, b1, g1 19 b, c, i, l, o, t, w, b1, g1 46 b, m, t, l1 122 a 93 m, a1 20 393 Cuadro Ginebra 1939 Chicago 1941 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. Madrid 1946 Londres 1954 Burdeos 1956 sn o, k1 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 348 v, q 20 b, c, i (21), n, w(30), b1, g1 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. 13 b, c, i, o, w, b1, g1 (1) 27 b 124 b, q, v 394 Cuadro 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. Estocolmo Madrid París Londres 1959-60 1961 1961-62 1963-64 XXX b, c, w 19 b, c, n, p, XLVI b, c, e 20 b, c, n, p 22 b, p 52 d, o 133 b, o, p, v, x, b1, i1, k1, l1 132 b, v, b1 25 b, o, p, x, i1, k1, l1 53 b, o, x, i1, k1, l1 21 b, p XV b, i, n, o, w, b1, g1 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. París-La Haya 1970 87 b, c, i, l, o, w, b1, g1 (2) 29 b, c, i, w, y, b1, g1 395 Cuadro Brasilia 1973 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. Burdeos, París, Madrid 1979-80 Madrid (3) Madrid Lugano 1981-82 1983 1986 7 b, c, w 10 13 b, x, l1 30 b, c, i, w, b1, h1 14 c, d 31 b, c, i, w, b1 396 Cuadro Washington 1986-87 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. Milán París Martigny 1987 1987-88 1988 Madrid (3) 1988 sn h 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 94 b, s sn b, c, i, b1 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. sn sn 5.1.13 397 Cuadro Madrid 1988-89 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. Nacional Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. Madrid, Boston, Nueva York 1988-89 6 Venecia Nagara, Yokohama, Kobe México 1989 1990-91 1991-92 23 b, c, r k 7 k 5 b, f 63 b, c, f, i, b1 sn sn 398 Cuadro 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. Zaragoza Madrid 1992 1992 Oslo 1994-95 1996 11 59 j1 12 7 (6) b, k1, l1 37 b, c, i, z, b1 9 b, c, i, b1 10 d, g 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. Estocolmo b, z b, z, b1, k1, l1 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. Madrid Chicago Londres 1993-94 35 b, z, l1 8 g, l1 22 b, c, i 5 (7) l1 399 Cuadro Madrid 1996 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don Luis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 62 Zaragoza (3) 1996 a Zaragoza Oviedo 1996 b 1998 Lille Philadelphia 1998-99 Roma 2000 21 c c, n, p, r, w 63 (4) c, e 20 (4) c, n, p sn 8 i1, l1 l1 sn d 9 i 9 l1 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 104 sn e, i 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. c,d 22 i sn 114 8 sn c, d1 400 Cuadro Roma Madrid Washington 2001-02 Madrid (3) 2004 Berlín Viena 2005-06 México Madrid 2005-06 2006 7 22 (8) 2000 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla. Duque de Sueca. 2 Retrato de perfil del infante don Luis. Lienzo. Marqués de Miraflores. 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . M. del Prado. 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla . Duque de Sueca. 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Col. Pérez Simón. México. 6 Retrato de María Teresa Vallabriga. Pinacoteca Munich. 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Gal. Uffizi. 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Paradero desconocido. 9 Retrato de Luis María Borbón niño. Marqués de Miraflores. 10 Retrato de María Teresa Borbón niña. National Gallery. Washington. 11 Boceto de La familia del infante don L uis. Duque de Sueca. 12 La familia del infante don Luis. Fundación Magnani-Roca. Parma. 13 Retrato de Ventura Rodríguez Nationalmuseum de Estocolmo. 14 Boceto del infante don Luis con el arquitecto Ventura Rodríguez. 15 Retrato del infante don Luis de gala (Mengs/ Goya?). 16 Retrato del infante don Luis María? de Borbón. 17 Retrato de la Condesa de Chinchón. Museo del Prado. 28 (4) n, p, c 29 l1 11 30 e1 9 i 8 22 i 18 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga. Galería Uffizi. Florencia. 19 Retrato de María Luisa Borbón Vallabriga de medio cuerpo. 20 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo Assis Chautrebriand. Sao Paulo. 21 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Montserrat). 22 Retrato del cardenal Luis María Borbón Vallabriga. Museo del Prado (Casa Torres). 24 Estudio para el retrato del cardenal Borbón. 45 36 (5) c, f, g, i, n, o, t, u, w, y, z, b1, e1, g1 64 22 Notas: 1ª Los números son los correspondientes al cuadro en cada exposición. 2º Las letras hacen referencia a los catálogos, de exposiciones, o alguno general de la obra de Goya, en los que se menciona esta exposición. Cuando a conti- 401 nuación de la letra se añade un número entre paréntesis se indica el que figura, equivocado, en el catálogo correspondiente. 3ª Para mantener la lista de cuadros que se señalan en el texto y en otras tablas se han incluido aquí los 15, 16 y 23 aunque no se han investigado las exposiciones en que se han exhibido. Referencias: (1) En este año se celebraron dos exposiciones de Goya en Madrid. Este cuadro se exhibió en la de Retratos ejemplares. (2) En lugar de Londres dice París. (3) No cita exposiciones. (4) Menciona una exposición en Madrid en 1985, con n.º 38. (5) Cita la exposición de Madrid de 1946 con el número 13, también Londres 1987 sin número. (6) Cita una exposición en Madrid en 1961 con el n.º 883. (7) Cita una exposición en París en 1963-64 que es realmente Londres. Catálogos: a) Catálogo de la exposición de Madrid 1900. b) Morales Marín (1944). c) Catálogo de la exposición de Madrid 1996 (Goya 250 aniversario). d) Catálogo de la exposición 1996a Zaragoza (Goya y el infante don Luis). e) Catálogo de la exposición de 1996b Zaragoza (Realidad e imagen). f) Catálogo de la exposición 1988-89a Madrid, Boston, Nueva Cork (El espíritu de la Ilustración). g) Catálogo de la exposición 1992 Madrid (Goya, la década de los caprichos) h) Página web de la Nacional Gallery de Washington. i) Catálogo de la exposición 2000 Roma. k) Catálogo de la exposición 1988-89b Madrid (Carlos III y la Ilustración). l) Catálogo de la exposición 1970 Paris. m) Desparmet (1950). n) Catálogo de la exposición 1961 Madrid (IV centenario de la capitalidad). o) Catálogo de la exposición Londres 1963-64 (Goya and his times). p) Catálogo de la exposición 1961-62 París (Francisco de Goya y Lucientes). q) Catálogo de la exposición de 1956 Burdeos (De Tiepolo a Goya). r) Catálogo de la exposición de 1989 Venecia (Goya 1746-1828). s) Catálogo de la exposición 1987-88 París (Del Greco á Picasso). t) Catálogo de la exposición de 1928 Madrid (Pinturas de Goya). u) Catálogo de la exposición de 1939 Ginebra (Les chefs d´art ….). v) Catálogo de la exposición de 1959-60 Estocolmo (Stora Spanska …). w) Catálogo de la exposición de 1986 Lugano (Goya nelle colezioni …..). x) Catálogo de la exposición de 1979-80 París, Madrid, Burdeos (El arte europeo …). y) Catálogo de la exposición de 1970 París, La Haya (Goya). z) Catálogo de la exposición de 1992 Zaragoza (Goya). a1) Catálogo de la exposición de 1901 Londres (Obras de pintores españoles). b1) Catálogo de la exposición de 1994-95 Estocolmo (Goya). c1) Catálogo de la exposición de 1935 Paris (Goya. Exposition de l´oeuvre …). d1) Catálogo de la exposición de 1973 Brasilia (Museo de Arte …). e1) Catálogo de la exposición de 1986.87 Washington (The Condesa de Chinchón …). g1) Catálogo de la exposición de 1983 Madrid (Goya. El capricho y la invención). h1) Catálogo de la exposición de Madrid 2001-02 (Goya. La imagen de la Mujer). i1) Catálogo de la exposición de 1998-99 de Lille-Philadelphia (Goya un regard libre). j1) Catálogo de la exposición de 2005-2006 en Berlín y Viena (Goya. Profeta del modernismo). k1) Catálogo de la exposición de 1996 en Oslo (Francisco Goya. Maleri. Teguing. Grafik). l1 Catálogo de la exposición de 2005-06 en México (Goya) 402 Addenda 8 Correlación entre los cuadros de Goya analizados en este libro y su cita en las tesis de Peña Lázaro y Domínguez-Fuentes Posiblemente, los textos que más a fondo analizan las colecciones del infante don Luis sean las tesis de Rosario Peña y Sophie Domínguez-Fuentes. Por este motivo se incluye este cuadro en el cual se intenta establecer una correlación de la mayor parte de los cuadros estudiados en este libro, con su cita en las referidas tesis. En el caso de Peña se ha señalado la página y en la de Domínguez-Fuentes el número del cuadro. De esta forma cualquier lector interesado que tenga acceso a ambos trabajos puede comparar lo que se dice en ellos con las descripciones que aquí se hacen. No parece necesario advertir que ciertos datos que se incluyen en el libro no pueden encontrarse en las tesis por las distintas fechas en que fueron escritas. Como ya se ha dicho en el prólogo, es de lamentar que no hayan sido editadas, cosa que ambas merecen. CUADRO LIBRO PEÑA DOMIN. 1 Retrato de perfil del infante don Luis. Tabla (Duque de Sueca) 2 Retrato de perfil del infante don Luis (Conde de Miraflores) 3 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Tabla. Museo del Prado 4 Retrato de perfil de María Teresa Vallabriga. Lienzo. Marqués de Miraflores 5 Retrato de medio cuerpo de María Teresa Vallabriga. Tabla. México 1 48,5x32 p. 189 42x35 2 42x37 Mencionada en el anterior 3 48x39,6 p.191 48x39,5 53 49x40 Menciona 53 (42x37) (1) 57 48x39,5 Menciona 57 (48,3x41,4) 5 66,7x50,5 p. 191(a) 66,4x34,1 6 Retrato de María Teresa Vallabriga Lienzo. Alte Pinakothek de Munich 6 151x98 p. 195 196,4x? 51 151,12x97, 8 7 80x60 p. 193 83,4x62,8 117 82,5x61,7 8 ? p. 193 383,2x298,8 347 385x295 9 130x116 p. 196 139x122 94 134x115 7 Boceto del retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga. Lienzo. Galleria degli Uffizi 8 Retrato ecuestre de María Teresa Vallabriga (En paradero desconocido) 9 Retrato de Luis María Borbón Vallbriga niño. Lienzo. Colección Miraflores. 4 42x37 403 10 Retrato de María Teresa Borbón 10 95 p. 197 134,5x117 134,5x117, Vallabriga niña. Lienzo. Nacional 138x122 ,5 5 Gallery Washington 11 La familia del infante don Luis 11 Menciona Menciona en 96 (97x124) Boceto. Duque de Sueca 83x100 el siguiente 12 La familia del infante don Luis 12 96 p. 199 Lienzo. Fundación Magnani-Roca. 248x328 248x330 248x330 Parma 13 Retrato de Ventura Rodríguez 13 70 p. 201 107x81 106x79 Nationalmuseum de Estocolmo 106x79 14 Boceto del infante don Luis con el 14 Menciona p. 200 70 (25x20) 27x20 arquitecto Ventura Rodríguez 25x20 17 Retrato del infante don Luis de 15 55 P. 188 gala 152,7x100 152,7x100 152,7x100 Mengs/Goya? 398 (2) Retrato de María Teresa Vallabriga y Rozas 152x100 Retrato de María Teresa de Vallabrip. 193 (b) ga sm Retrato de María Teresa de Borbón y p. 198 (c) Vallabriga 27,8x? (1) Supone esta se encuentra en la colección de marqueses de Casa Pontejos. Hace referencia a otra copia en la colección Rúspoli de Florencia. (a) En el encabezamiento del cuadro dice sin medidas para en el texto adjudicarle las que figuran. Supone en la colección de los marqueses de Acapulco y réplica de mayor tamaño del de la p. 193. Confunde con el n.º 5 nuestro. Por este motivo lo señala como XXXV y XXXI (réplica) de Viñaza. (2) Dice tiene la misma inscripción que aparece en el n.º 57 suyo, n.º 3 nuestro por lo que tiene que tratarse de ese. De no ser así Goya pintó dos cuadros diferentes el mismo día y a la misma hora. Era pintor rápido, pero… Por las medidas podría ser el de la Pinacoteca de Munich que referencia con el número 51. (b) Dice que en la colección de los duques de San Fernando existía un cuadro de 48,3x41,4cm, “con peinador en actitud de irse a peinar”, que era el boceto para La familia y hacía juego con otro del infante “cuando era anciano” que puede tratarse de éste. Las medidas que da son semejantes al n.º 3 nuestro y coinciden con las que señala Domínguez para el 4 nuestro. (c) Parece se trata de un boceto en papel del cuadro n.º 10, sólo mencionado en la partición de 1797 y desconocido. 404 Addenda 9 Transmisión de los cuadros de Goya, aquí estudiados, entre los descendientes de Carlota Godoy Borbón, hasta su ubicación actual Ha parecido de interés el analizar como se fueron transmitiendo los cuadros de Goya, entre los herederos de la familia Rúspoli-Godoy, hasta su situación actual. El hecho de que la mayor parte de los cuadros quedasen en manos de Carlota Godoy Borbón permitía hacer este seguimiento. Hay que señalar que no todos ellos, pues el Retrato ecuestre de su abuela, María Teresa Vallabriga, desapareció o se destruyó tempranamente y no llegó a su poder. Algo similar ocurrió con una de las versiones del retrato de su tío, el cardenal Luis María Borbón Vallabriga, la que pertenecía a su madre María Teresa Borbón, según la hipótesis expuesta en este libro y que era uno de los cuadros de la colección Godoy, debió de ser secuestrada a raíz del motín de Aranjuez y nunca devuelta a sus propietarios. No se ha tenido en cuenta el Boceto en el que aparece el infante, suponiendo se trate de él, y Ventura Rodríguez por lo desconocido de su trayectoria. Tampoco el retrato del infante debido a Mengs, por no ser de Goya y el retrato de medio cuerpo del Cardenal Borbón, no es él, de dudosa autoría. Los datos para hacer el seguimiento proceden de los catálogos de las exposiciones en que se han exhibido los cuadros, aunque no todos aportan esos datos. Desgraciadamente los datos suelen ser erróneos por falta de precisión o suponer propietarios distintos cuando el dueño es poseedor de varios títulos de nobleza que suelen mencionarse como si de personas distintas se tratara. Otras fuentes utilizadas han sido las distintas genealogías, la mayoría de ellas consultadas en páginas web, que han permitido, al comprobar los datos de venta, considerados como fiables, fijar quien era el miembro de la familia que en ese momento tenía el cuadro. Tampoco todas estas genealogías son fiables al cien por cien ni completas. Así, determinados miembros de la familia carecen de fecha de nacimiento o defunción. Una vez terminadas las tablas Enrique Rúspoli Morenés, descendiente de María Teresa Borbón y Manuel Godoy, estudioso de su antecesor, cuya familia ha poseído gran parte de los cuadros aquí analizados, los repasó haciendo varias correcciones y comentarios que sirvieron para mejorar notablemente los contenidos. Por todos estos motivos lo que se ha conseguido es tener un esbozo de cómo pudo ser la transmisión de los cuadros, que posiblemente en el futuro pueda completarse. Con el símbolo por sus propietarios. t se indica que el cuadro ha sido vendido 405 406 407 408 409 410 411 412 Addenda 10 Auto Acordado de 10 de Mayo de 1713 Nuevo reglamento sobre la sucesión en estos Reynos Como se ha podido leer en el capítulo 3 la mayoría de los historiadores, historiadores del arte y expertos en Goya sostienen que el Auto Acordado de 1713, Ley Sálica, dictado por Felipe V, exigía a los aspirantes a la Corona española el haber sido nacidos y educados en España. Reiteradamente en las páginas se ha dicho que esto no se ajustaba a la realidad y ha parecido conveniente exponer lo que dice el Auto reproduciéndolo de la Novísima recopilación de las Leyes de España. 413 414 415 416 BIBLIOGRAFÍA 417 Advertencia Para el uso de la bibliografía conviene hacer algunas precisiones. Los catálogos de exposiciones han sido dispuestos por la fecha en que se realizó la exhibición, poniendo por delante del título “Catalogo de la exposición”. En algunos casos, si en ellos figura un autor o autores, se ha repetido la referencia con el nombre del primero de ellos. En las notas a pie los catálogos se indican por la ciudad en que tuvo lugar la exposición, seguida del año, pero si en la misma ciudad han tenido lugar en el mismo año, en la nota el año va seguida por a, b, c, …, de más antigua a más moderna. Catálogos de otra índole están referenciados por el nombre de su autor y si no figura, con el nombre de la publicación. Las cartas están indexadas como Carta según su fecha así como las copias de documentos por Copia y su fecha. Si de un texto se han utilizado versiones en distintos idiomas o ediciones todas ellas quedan reflejadas. Los grabados y miniaturas también se han incluido en la bibliografía pero no las pinturas. 418 BIBLIOGRAFÍA Abrantes, duquesa de (1920?). Memoires de la duchesse d´Abrantes. Notices, notes et commentaires par Albert Meyrae. París. E. Arrault et C. 4 vols. Actas del Coloquio Internacional Carlos III y su siglo. 2 vols. Universidad Complutense. Dpto. de Historia Moderna. Madrid. 1988. Actas del Congreso El arte en las Cortes Europeas del siglo XVIII, celebrado en Madrid-Aranjuez, 27-29 abril de 1987. Comunidad de Madrid. Direc. Gral. del Patrimonio Cultural. 1989. 829 pp. Actas del Congreso Internacional sobre Carlos III y la Ilustración. Madrid. Ministerio de Cultura. 1989. 3 vols. Agueda, M. (1987) “Los retratos ecuestres de Goya” en Goya nuevas visiones, pp. 39-59. Aguilar Piñal, F. (1981-2001) Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII. Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Miguel de Cervantes. 10 vols. Alegre, M. (1814?) Día 19 de marzo de 1808 en Aranjuez. Carlos IV abdica la corona en su hijo Fernando. Grabado sobre dibujo de Zacarías Velázquez. BN. ER/2727(2). 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En Autos acordados, antiguos, y modernos del Consejo, que salen a la luz distribuidos en dos partes siendo su gobernador el excelentisimo señor Don Luis Felix de Mirabal y Espinola, Marqués de Mirabál, y Embaxador que fue por 420 su Majestad à los Estados Generales, &c. Año 1723. Con privilegio. En Madrid: Por Juan de Ariztia, se hallará en su casa. Vol. 4, fol. 171r – 173v. Azara, N. de (1797), Obras de D, Antonio Rafael Mengs, primer pintor de Cámara del Rey, publicadas por D. Joseph Nicolas de Azara. Segunda edición. Madrid. Imprenta real. 5 h., 1h. de lám., LII, 407 pp. Bacallar y Sanna, V., marqués de San Felipe (1957), Comentarios de la guerra de España e historia de su rey Felipe V el Animoso, desde el principio de su reinado hasta la Paz General del año 1725. Edición y estudio preliminar de Carlos Seco Serrano. Madrid. Atlas. Biblioteca de Autores Españoles. T. 99, LXXIX, 641 pp. Bailey, N. 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Carta de Godoy al Obispo de Salamanca, Gobernador del Consejo, su fecha 15 de Agosto de 1797, participándole que S.M. quería casarle con una de sus Primas, hijas del Infante Don Luis y que mediante hallarse ausente el Arzobispo de Toledo, a cuya dirección estaban encargadas, sería preciso que él se ocupase de explorara sus voluntades. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 1 y 1v. Carta de Godoy a Doña María Teresa de Vallabriga, su fecha 26 de Agosto de 1797, manifestandola de orden de S.M. los constantes anelos de mejorar su suerte; y por su parte los deseos de que antes de admitirle por su marido, examinase si reunia todas las prendas físicas y morales que podía apetecer. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 7 y 7v. Carta de Godoy a su hermano el Conde de Chinchón, su fecha 17 de Sept. de 1797, comunicandole que S.M. acababa de concederle permiso para que su hermana pequeña pasase a Madrid á en compañía de su Esposa Doña María Teresa. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, f. 12. 423 Carta de Mariano Luis de Urquijo de 4 de agosto de 1799, a Manuel Godoy comunicándole la promulgación de la Real orden y Decreto de esa fecha. A.G.P. Papeles reservados. T. 103, ff. 45 a 48. Carta de Manuel Godoy de 5 de agosto de 1799 a Mariano Luis Urquijo, acusando recibo de la suya de 4 de agosto de 1799. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, un folio y vuelta, sin numerar. Carta de Gregorio de la Cuesta de 5 de agosto de 1799, a Manuel Godoy comunicándole la promulgación del Real Orden y Decreto de 4 de agosto de 1799. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 49 a 50v. Carta de Manuel Godoy de 5 de agosto de 1799 a Gregorio de la Cuesta, acusando recibo de la suya de 5 de agosto de 1799. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, un folio sin numerar. Carta de Gregorio de la Cuesta de 5 de agosto de 1799, a la Princesa de la Paz comunicándole la promulgación del Real Orden y Decreto de 4 de agosto de 1799. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 51 a 52. Carta de Rafael Muzquiz a Manuel Godoy, que incluye copia de las diligencias enviadas al Ministerio de Estado para borrar el apellido Vallabriga y poner en su lugar de Borbón. Incluye “Copia de las diligencias practicadas por comisión del Il mo Sor Dn Rafael de Muzquiz y Aldenate al arzobispo de Ávila en virtud de Real Orden de S.M. sobre Interponer el apellido Borbón al Villabriga y borrar ciertas notas concernientes á el particular”. A.G.P. Papeles Reservados. T. 103, ff. 53 a 59. Carta de la reina María Luisa a María Teresa Borbón, de 17 de marzo de 1804, desde Aranjuez. A.G.P. Papeles Reservados. T. 96, f. 53. Carta de la reina María Luisa a Manuel Godoy, de 24 de abril de 1804, desde Aranjuez. A.G.P. Papeles Reservados. T. 96, f. 81. Carta de la reina María Luisa a Manuel Godoy, de 4 de junio de 1804, desde Aranjuez. A.G.P. Papeles Reservados. T. 96, f. 117. Carta de la reina María Luisa a Manuel Godoy, de 11 de agosto de 1806, desde San Ildefonso. A.G.P. Papeles Reservados. 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