Johann Ludwig Tieck, el rey de los locos | Don Quijote en Alemania
Visita del cura y el barbero a don Quijote. 1880. Miguel Jadraque y Sánchez Ocaña. Museo del Prado
Visita del cura y el barbero a don Quijote. 1880. Miguel Jadraque y Sánchez Ocaña.

Johann Ludwig Tieck, el rey de los locos | Don Quijote en Alemania

Don Quijote en Alemania o el oscurantismo de la rebeldía

«Más allá de este lugar de ira y llantos acecha la oscuridad con su horror. Y sin embargo la amenaza de los años me halla, y me hallará sin temor. Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino, ni cuantos castigos lleve a mi espalda: soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma».

Invictus | 1875 (William Ernest Henley [1849-1903]).

Ludwig Tieck podía haber sido el rey de su tiempo, solo tenía que atarse a los convencionalismos y a las ideas que unos cuantos marimandones establecieron, no desviarse de su camino, no juzgar, y desde luego no inventar. Goethe lo hizo, y a eso, además de a saber escoger aliados que lo encumbraran y a sus escritos, que merecen todo mi respeto, obtuvo la fama de la que hoy se sustentan los mismos de siempre. Llámese la fama del engaño, o como cada cual quiera. Podemos escoger, pensar o decidir, pero por nosotros mismos. Siempre. Y después no importará quién nos guste más, solo importará la determinación de querer escuchar, la libertad de saber entender.

Molino de viento en Alemania. Artículo sobre Johann Ludwig Tieck, el rey de los locos.
Molino de viento en Alemania.

El inicio de una locura

En una época en la que la palabra traidor estaba de moda en Alemania, con unos rasgos de identidad muy lineales y sin caminos alternativos por los que poder desviarse, nadie habría imaginado que un hombre como Ludwig Tieck, que incluso llegó en un determinado momento a desbancar de la fama y del éxito al propio Goethe, encontrara esa falsa puerta por la que asomó un día la cabeza para poder descubrir que su mundo, del que estaba prohibido desdecirse, ofrecía alternativas tan emocionantes como extraordinarias, maravillosas, diferentes.

Pasó entonces, Ludwig Tieck, a convertirse en el rey de los locos, en el loco, loco por excelencia. Tan loco como para editar la obra póstuma de su amigo, Heinrich Wilhelm von Kleist, con la única intención de que fuera recordado. Gracias a su locura hoy podemos disfrutar de sus escritos, que de cualquier otra forma se habrían perdido, pues a nadie en aquellos tiempos interesaba recuperar la obra de un suicida. Entre esos escritos se encuentra una de las lecturas más fascinantes que he podido llegar a leer: La mendiga de Locarno.

Johan Ludwig Tieck. Por Carl Christian Vogel Von Vogelstein (1788-1868). Museum Berggruen, Berlin.
Johan Ludwig Tieck. Por Carl Christian Vogel Von Vogelstein (1788-1868). Museum Berggruen, Berlin.

Loco, también, por atreverse a traducir El Quijote al alemán, por revolver los cimientos de su época con El mundo al revés, o por escribir maravillas tan extraordinarias como Los elfos (1812). Y loco, sobre todo, por su particular versión de El gato con botas, la obra que marcó un antes y un después en su vida, que fue, ni más ni menos, que su expulsión definitiva del mundo literario de su tiempo. Este artículo es un homenaje a la historia y sus historias, a la vida y a la obra de un genio loco, al rey de los locos: Johann Ludwig Tieck.

Johann Ludwig Tieck, el rey de los locos

Johann Ludwig Tieck, considerado uno de los más grandes hispanistas que ha dado la literatura alemana y calificado por Hebel como El rey de los románticos, vivió en una época en la que el español comenzaba a florecer por tierras germanas y su lectura y estudio causaban furor entre los intelectuales del momento.

Tieck fue un rebelde apasionado, de espíritu inquieto, un inconformista, un autor desbocado, un antihéroe que revolucionó los esquemas literarios de una época en la que los tardoilustrados berlineses no dudaron en atacarle con frases como «Ahí va el traidor Tieck» por desviarse, con sus innovaciones literarias, del Romanticismo alemán.

Extravagante, desordenado, desenfrenado y desmedido, editor de obras póstumas, amante de la parodia, de la sátira y de la distorsión, creo maravillas literarias y rastreó, con sus propias palabras, los más oscuros demonios del inconsciente. Revolvió y desmanteló las convenciones establecidas e ideó, hasta la saciedad, chanzas y burlas de todo tipo.

Ludwig Tieck fue un apasionado caminante que recorrió, al igual que Eichendorff (De la vida de un inútil) y Heine (Cuadros de viaje), las montañas de Harz. Capaz de unir lo bello con lo terrorífico, lo extraño con lo ingenuo, en cada una de sus historias sucedía algo, fuera lo que fuera, que manifestaba un punto a partir del cual las consecuencias llevaban directamente al desenlace.

Se dedicó a viajar por el mundo, a la narrativa, al teatro y a la lectura en salones literarios, donde brilló con luz propia y donde su figura y el arte de su voz quedaron reflejadas para siempre en la memoria del tiempo. Realizó las labores de consejero áulico y asesor teatral en la corte de Sajonia y actuó como lector oficial en la corte del rey Federico Guillermo IV.

Obra literaria de Johann Ludwig Tieck

En 1790 publicó Almanzor, su primera novela. Le siguieron Abdlah y Charles de Beneck. La fama le llegó con William Lovell, una novela epistolar (1796), y con Las aventuras de Franz Sternbald (1798) que fueron, en realidad, sus propias aventuras.

Con Die verkehrte Welt (El mundo al revés [1798]) renovó las estructuras dramáticas tradicionales, llevando su particular romanticismo hacia el mundo de la fantasía y hacia las antiguas leyendas alemanas de la época medieval.

El gato con botas

Antes de sus publicaciones del 98 apareció una rareza, o más bien, una de sus grandes genialidades: Der gestiefelte Kater (El gato con botas [1797]). Tieck convirtió un cuento para niños en una comedia satírica basada en la ignorancia, en la opresión y en la mentira. Sacó a la luz la realidad de su época utilizando un narrador que actuó como amo y señor de la razón universal.

Der gestiefelte Kater (El gato con botas [1797]) De Johann Ludwig Tieck, el loco de la literatura alemana.

Muchos años después, concretamente en 1844, en presencia de toda la corte y de un público elegante y distinguido El gato con botas se puso en escena. El público, que había acogido el libro con agrado, no acogió la representación con el mismo agrado. Se vio reflejado en la historia e inmediatamente la rechazó, al igual que rechazó a Tieck utilizando frases como «Nadie recordará jamás al traidor Tieck».

Don Quijote en Alemania

Der scharfsinnige Edle Don Quixote von la Mancha (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha).

Dos años después comenzó con la increíble tarea de a traducir El Quijote al alemán. Ludwig Tieck tenía entonces veintiséis años y un amplio conocimiento de nuestro idioma, de nuestras costumbres y de nuestra literatura.

Decidido a plasmar la realidad de un libro que le fascinaba no cejó en el empeño hasta que lo consiguió. Realizó la traducción entre 1799 y 1801. La primera edición se publicó en cuatro volúmenes, que vieron la luz al completo en 1801.

Llegada a la aldea, los vecinos salen a recibir a Don Quijote. Madrid, 1780 | Impresor: Joaquín Ibarra. Dibujante: Bernanrdoi Barranco. Grabador: Fernando Selma
Llegada a la aldea, los vecinos salen a recibir a Don Quijote. Madrid, 1780 | Impresor: Joaquín Ibarra. Dibujante: Bernanrdoi Barranco. Grabador: Fernando Selma.

Hoy en día la obra de Cervantes continúa dando vueltas por tierras alemanas. La proeza de Johann Ludwig Tieck continua vigente y su Don Quijote, que no ha pasado de moda, se sigue utilizando para la publicación de ediciones modernas.

Hubo otras ediciones antes y después (1648, 1775, 1800, 1884 0 1964), sin embargo, la mayoría fueron traducidas de las versiones inglesas o francesas, algunas incompletas y otras, con muy poca fortuna, se alejaron bastante de la realidad.

Vida y muerte de la joven Caperucita Roja

En 1800, mientras el rey de los locos traducía El Quijote, escribió otra de sus grandes genialidades: su propia versión del cuento de Caperucita Roja: Vida y muerte de la joven Caperucita Roja (Leben und Tod des kleinen Rotkäppchens). Tieck transformó la historia y la convirtió en una tragedia en verso dividida en cinco escenas. Los Grimm se refirieron a ella en las notas de su versión de 1812 como «Una encantadora versión a la manera romántica».

Caperucita Roja | Ludwig Tieck, Jacob y Wilhelm Grimm y Charles Perrault. Vida y muerte de la joven Caperucita Roja (Leben und Tod des kleinen Rotkäppchens). Cultugrafía, difusión y crítica cultural.
Caperucita Roja | Ludwig Tieck and others.

Cuentos de un genio loco

«Toda aquella generación poética no escribió nada tan perfecto como los cuentos de El rubio Eckbert, Los Elfos y El Runenberg».

Wilhelm Dilthey (editor, impresor y experto literato).

En 1796 escribió Der blonde Eckbert (El rubio Eckbert) y en 1802 Der Runenberg (El Runenberg [El monte de las runas]). A estos dos cuentos hay que sumarle un tercero, Die Elben (Los Elfos), escrito en fecha indeterminada. Las tres narraciones fueron incluidas en su obra Phantasus (1811–1816), una colección de novelas, cuentos y obras teatrales que se leían y se comentaban en tertulias de amigos.

Phantasus. Cuentos fantásticos de Tieck. Contiene los cuentos El rubio Eckbert, Der Runenberg (el monte de las runas) y Die Elben (los elfos).
  • El rubio Eckbert fue una inspiración instantánea, un cuento en el que Tieck narró con maestría las aventuras de una oscura historia de culpa y de pecado, cometido por el aviso previo del castigo. Para este cuento, en especial, ideó una palabra de nueva creación: Waldeinsamkeit (soledad del bosque).
  • En Los elfos, Tieck nos habló de la historia de María, una muchacha que decidió pasar un día disfrutando junto a los desconocidos elfos, y que al volver hacia su hogar, se dio cuenta de que ese día se había convertido en siete años de su vida.
  • El Runenberg salió de la idea que el autor tenía del poder irresistible y desenfrenado de la naturaleza. Estaba convencido de que las montañas, el bosque y las plantas albergaban algo estremecedor y misterioso, y así lo manifestó, creando una sintonía perfecta de terror, belleza e ingenuidad.

Ludwig Tieck en español

  • El gato con botas.
  • Vida y muerte de la joven Caperucita Roja.
  • El rubio Eckbert.
  • El Runenberg.
  • Los elfos.
  • La abundancia de la vida.
  • El espíritu protector.

Cabe destacar la traducción que Ludwig Tieck realizó junto con A. V. Schlegel de las obras de Shakespeare, la traducción de Barba Azul y la organización y puesta en escena, en 1843, de El sueño de una noche de verano, donde la música incidental corrió a cargo de Félix Mendelson.

Escena de El sueño de una noche de verano (William Shakespeare) en el Teatro GranVía de Madrid. El musical en su versión más rockera dirigido por Carla Calabrese y Sebastián Prada.
Escena de El sueño de una noche de verano (William Shakespeare) en el Teatro Gran Vía de Madrid. El musical en su versión más rockera dirigido por Carla Calabrese y Sebastián Prada.

In memoriam

Ludwig Tieck pasó los últimos años de su vida en soledad, olvidado, despreciado por sus contemporáneos y por toda una generación de escritores que se apartaron de él para evitar que su rebeldía les arrastrara hacia el abismo. Aunque nunca se recuperó del varapalo que supuso la puesta en escena de El gato con botas, hizo lo que quiso, vivió como quiso, cargó con las consecuencias de sus actos y nunca se arrepintió.

De su obra dijeron que fue la obra de un loco, que no fue más que literatura, que jamás se ocupó de asuntos serios y que la creo con la única intención de destruirla. Dijeron, también, que fue un autor de historias imposibles de las que hasta entonces nadie había oído hablar, y que su propia inventiva acabaría por dejarlo atrapado en el olvido.

Años después de su muerte, los partidarios nazis Linden (1933) y Weltrup (1938) lo acusaron de crear el arte de la degeneración por excelencia e intentaron, por todos los medios, que sus escritos no volvieran a leerse (algo similar a lo ocurrido con la obra del alemán exiliado en Suecia Kurt Tucholsky). Quisieron destruir su obra, hacerla desaparecer. Afortunadamente, no lo consiguieron.

Johan Ludwig Tieck

Berlín | 1773-1853 |

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