Por Benjamín Reyes / Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, Argentina, 1970) será uno de los participantes de las cuartas Jornadas del Oficio Cinematográfico, que se celebran mañana sábado, desde las 11.30 horas, en el Auditorio Alfredo Kraus, en el marco del 23º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, junto a Luis Tosar, María León y Greta Fernández. Sbaraglia se ha labrado una buena reputación en el séptimo arte gracias a títulos como Plata quemada, Intacto (del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo, que le supuso el Goya al mejor actor revelación), En la ciudad sin límites o Relatos salvajes.
-¿Cuál es el objetivo de estas Jornadas del Oficio Cinematográfico?
“Celebro la existencia de estas jornadas porque los intérpretes no tenemos muchas oportunidades de dialogar en espacios de reflexión. Es una ocasión para preguntarle al otro: ¿cómo lo ves tú? Supongo que el objetivo será seguir entendiendo este oficio maravilloso al que le tengo mucho amor, ya que llevo 38 años en esto”.
-¿Cuál fue la película que le hizo decir: “Voy a ser actor de cine”?
“El Padrino. Creo que hay que apuntar alto. Empecé muy chico. Me divertía más actuar que cualquier otra cosa”.
-Su carrera empezó con ‘La noche de los lápices’ en 1986. ¿Qué queda de aquel intérprete adolescente?
“Queda todo. Aunque, a veces, uno se va alejando de un camino creyendo que la madurez es otra cosa y, en realidad, a medida que va pasando el tiempo, te vas dando cuenta de que no hay que dejar de ver la vida con ojos nuevos. Con cada trabajo hay que volver a inventarse. Con cada trabajo hay que volver a empezar. Hay que escuchar a los compañeros, hay que escuchar a los que saben un poco más que tú”.
-La primera película que vi suya fue ‘No te mueras sin decirme a dónde vas’, en 1995, de Eliseo Subiela. Me llegó su espiritualidad. ¿Este tipo de cine ya no interesa?
“Creo que sí. Sigue habiendo películas que nos tocan, que nos interpelan, que nos llevan a preguntarnos cómo podemos ser más humanos. Pienso en El árbol de la vida, de Terrence Malick, y en el cine de Paul Thomas Anderson. Sus películas nos conmueven”.
-No puedo dejar de preguntarle por ‘Intacto‘ (2001), rodada en Tenerife. ¿Cómo fue rodar con Max von Sydow?
“Hace poco la volví a ver. Y pensé: ¿cómo no lo aproveché más? Fue mi primera película en España y estaba muy nervioso, porque tenía que trabajar en otro acento. Me hubiera gustado disfrutar más de este rodaje. Con Max von Sydow sí que pude establecer una especie de contacto personal. Luego me tocó entregarle el premio Donostia en San Sebastián y pudimos compartir algunos días. Era una persona entrañable. Está tan maravilloso en cada escena de Intacto. Fue un privilegio trabajar con él”.
-¿Suele ver las películas en las que trabaja?
“Me cuesta. Solo las veo si las están poniendo en alguna televisión. El camino que uno ya ha hecho, pues ya lo ha hecho. Cada película es un paso adelante, aunque a veces son un paso atrás. Todo es parte de un camino”.
-¿Qué recuerdos tiene del rodaje de ‘En la ciudad sin límites’ (2002), con Fernando Fernán Gómez y Geraldine Chaplin?
“Esta película la pude disfrutar un poco más porque fue mi segunda en España y ya no se me exigía tanto con el tema del acento. El rodaje fue más fluido. En la ciudad sin límites es de los mejores filmes en los que he participado. Trabajar con ellos fue una suerte. El director, Antonio Hernández, se transformó en un gran amigo. Luego hicimos Oculto, que no tuvo tanta difusión”.
-También ha rodado con otros dos pesos pesados del cine, como Robert De Niro y Sigourney Weaver, en ‘Luces rojas’ (2012).
“Y no te olvides de Cillian Murphy que acaba de ganar el Óscar por Oppenheimer. Me sorprendió la humildad de Murphy. Me parece un actor con los pies en la tierra. No coincidí en ninguna escena con De Niro. Me tocó ver cómo trabajaba. Fue hermoso”.
“Lo que más caracteriza al cine argentino es el trabajo en equipo”
-‘Relatos salvajes’ (2014) es uno de los grandes éxitos del cine argentino reciente. ¿Qué es lo que caracteriza al cine argentino contemporáneo?
“Creo que lo más caracteriza al cine argentino es el trabajo en equipo. Las películas se ensayan mucho porque los presupuestos no son muy elevados. Así, en el rodaje, las escenas se pueden resolver con una o dos tomas. Estamos acostumbrados a las tablas del teatro. Nos gusta mucho ensayar, aunque a veces surgen improvisaciones”.
-Intervino en ‘Dolor y gloria’ (2019), de Almodóvar. ¿Cuál ha sido su momento más glorioso en el cine?
“Precisamente Dolor y gloria fue un hito. No podía creer que estuviera rodando la escena del reencuentro con el personaje encarnado por Antonio Banderas, una escena crucial, y Pedro Almodóvar dijera a la segunda toma: ‘¡Está hecha. Salió maravillosa!’ Me pareció tocar el cielo con las manos”.
-¿Y el más doloroso?
“[Se lo piensa] A veces, cuando tienes un accidente. Me pasó en una ocasión estar fingiendo una pelea con una compañera y quedarse su uña enganchada en mi cuerpo, y un lunar se me quedó colgando”.
-Su último trabajo estrenado es la serie ‘Todos mienten’. ¿Todos mentimos?
“No sé si mentimos. Creo que cada uno va teniendo una versión de la realidad. A veces uno dice A y el otro entiende B. Deberíamos preguntarnos: ¿cómo podemos hacer para entendernos mejor?”.
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