Lou (2022), de Anna Foerster

Hannah, madre soltera, vive de alquiler en una casita aislada en el bosque, en una pequeña localidad perteneciente a una isla del pacífico. Allí la vida es tranquila, aunque ha de soportar los toscos modales de su casera, una misteriosa mujer llamada Lou. Una noche en que se desata una potente tormenta, la pequeña Vee, la hijita de Hannah, desaparece. Hay indicios claros de secuestro y la desesperada madre acude entonces a Lou, con quien emprenderá la búsqueda de su hija siguiendo el rastro de su secuestrador.

La alemana Anna Foerster, responsable de Underworld: Guerras de sangre y de numerosos episodios de series de prestigio como Mentes criminales, Outlander o Westworld entrega en este caso un apañado thriller de acción bajo el patrocinio de J.J. Abrams y su compañía Bad Robot. Lou empieza mejor de lo que acaba, presentando a un personaje misterioso del que se intuye un pasado muy turbio y que según se va desarrollando la película da muestras de ser una verdadera máquina de la guerra cuerpo a cuerpo.

El guión de Lou es de gran simpleza y bastante lineal, aunque se quiera enriquecer la intensidad con cuestiones familiares un tanto retorcidas y extremas, de limitada verosimilitud. En cualquier caso, a fin de cuentas la trama se resume en la persecución de dos mujeres que van en busca del secuestrador de la jovencita. En medio habrá enfrentamientos, peligros varios, un leve acercamiento entre las mujeres y la confesión de algunos secretos. Ambientada en parajes naturales de una inhóspita isla en plena tormenta, el resultado entretiene lo justo y no se carga demasiado la mano en la violencia, aunque esté muy presente. El reparto hace un trabajo correcto, en donde destaca, claro, una sorprendente Allison Janney en plan Rambo a sus más de sesenta años. Más convencional es el malvado Logan Marshall-Green, habitual en este tipo de papeles de psicópata.