Críticas de Lirios rotos (1919) - FilmAffinity
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Lirios rotos

Drama. Romance Una inocente joven que vive en un claustrofóbico ambiente en el barrio londinense de Limehouse, es brutalmente maltratada por su padre, un ex boxeador alcohólico. En este sórdido lugar, vive una historia de amor con un noble chino, que, incluso lejos de su tierra, trata de vivir conforme a su filosofía de paz y armonía, pero su idealista visión del mundo choca con la cruda realidad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2008
46 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film escrito, producido y dirigido por David W. Griffith. El guión adapta la novela "The Chink And The Child" (1916), de Thomas Burke. Se rueda en plató durante 18 días, con un presupuesto de 88.000 dólares. Producido por Griffith para UA, se estrena en "première" el 13-V-1919 (NYC).

La acción tiene lugar en Londres durante la IGM (1914-18). El joven chino Chan Huan (Robert Barthelmess), de ascendencia noble, ha abandonado su país con el propósito de extender los sentimientos de paz y las enseñanzas de Buda. Se establece como comerciante en el barrio londinense de Limehouse. Conoce y se enamora de Lucy Burrow (Lillian Gish), hija de un antiguo boxeador (Donald Crisp) dado a la bebida y al maltrato doméstico.

El film suma drama y romance. Desarrolla una historia trágica de resonancias shakespearianas. El guión enfrenta la crueldad y la injusticia con la inocencia, de acuerdo con las constantes del autor. Aporta un mensaje de tolerancia y aboga en favor del amor interracial, un tema tabú en aquellos tiempos. Presenta una buena construcción de caracteres. El relato se desgrana con sensibilidad, emoción y delicadeza. Siendo una obra modesta de Griffith, se cuenta entre las más celebradas de su extensa filmografía. La escenografía, de diseño imaginativo, refleja la pobreza de Limehouse, la oscuridad de sus calles, la humedad del ambiente, la melancolía de sus rincones y la marginalidad de sus gentes (borrachos, jugadores, fumadores de opio, chulos, prostitutas, delincuentes...). Con lucidez asocia la intolerancia y la ignoracia con la xenofobia y relaciona maltrato doméstico con alcoholismo y paro.

El realizador ofrece una magnífica narración visual depurada, rica en recursos y habilidades técnicas. Incorpora tres "flashbacks": el exboxeador recuerda sus éxitos en el ring, el chino rememora los consejos que recibió en el templo budista y la muchcha repasa mentalmente los consejos de una dama ("No te cases") y de dos prostitutas ("No trabajes la calle"). Añade escenas fuera de campo, elipsis temporales, planos generales descriptivos, primeros planos psicológicos (rostro enfurecido del padre), acciones paralelas, fundidos encadenados, desglose de las escenas en series de planos, movimientos de cámara, etc. Acaricia con devoción la figura y el rostro de Lucy, de la que extrae imágenes de gran belleza. Juega con luces ultraterrenas (rosto de Lucy), tétricas, amenazadoras, nebulosas, opresivas, etc. La interpretación de Gish (25 años) traspira fragilidad e inocencia. En la escena del cuarto de baño ofrece uno de los mejores momentos dramáticos del cine.

La música de la banda original, de Louis F. Gottschalk (no acreditado), acompaña las imágenes con precisión y acierto. Con notas rápidas y adornos agudos les confiere profundidad y relieve. La fotografía, de Billy Bitzer, en B/N, ofrece un brillante e hinóptico discurso visual. Film emocionante, convincente y memorable.
Miquel
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27 de octubre de 2007
37 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si buscamos cualquier lista de las 10 mejores primeras películas de la historia, encontraremos que al menos la mitad son de David W. Griffith. Y eso no puede ser casualidad. "Lirios rotos" es otro melodrama protagonizado por su musa, Lillian Gish, aunque con una diferencia muy importante respecto a sus filmes anteriores ("El nacimiento de una nación" e "Intolerancia"): su duración.

Sé que esto puede parecer de "poco cinéfilo", pero no nos engañemos. Para el espectador común de hoy no es fácil aguantar una película muda de casi cien años y más de tres horas de duracíón. Es por ello que "Lirios rotos", con su escasa hora y media, se convierte en una buenísima opción para todos aquellos que quieran conocer o profundizar en la obra de Griffith sin temor a quedarse dormidos por el camino.

Aún sin la grandiosidad de sus películas anteriores ya citadas, "Lirios Rotos" mantiene la mayor parte de las virtudes del cine de Griffith, incluso con algún añadido. Porque aquí descubrimos una historia más "íntima", con menos personajes y decorados pero con la misma fuerza narrativa y, especialmente, con un diseño de producción impecable. De acuerdo con que no todos los chinos son chinos, con que la historia es muy simple y con que a veces (sobretodo al principio) es un poco "lenta"... ¡¡pero es que está hecha en 1919!!

En fin, película recomendable sobretodo para todos aquellos que no han sido capaces de acabar ninguna de Griffith y quieren hacerlo :)
Entidad
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19 de abril de 2007
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Lirios rotos o El Hombre Amarillo y la chica": Una joven (Lillian Gish) vive en un claustrofóbico ambiente en el barrio londinense de Limehouse, brutalmente maltratada por su padre, un exboxeador alcohólico (Donald Crisp). En este sórdido lugar, vive una historia de amor con un noble chino, el Hombre Amarillo (Richard Barthelmess), que lejos de su hogar trata de aplicar su filosofía oriental de paz y harmonía, sin obtener muy buenos resultados. El drama se desencadena cuando el padre, sabedor de cierto contacto, se opone a cualquier tipo de relación entre el hombre chino y su hija.

En "Broken Blossoms" (1919), D.W. Griffith utilizó planos generales, descriptivos, elipsis temporales, primeros plano (por ejemplo, de los ojos furibundos del padre o de los asustadizos de la hija) o el montaje paralelo característico del director de "Intolerancia", llamado con razón el padre de la técnica cinematográfica. En esta ocasión, nos cuenta una tierna y conmovedora historia que, más allá de la relación intercultural que se plantea, supone una historia sentimental de gran fuerza. Con tres personajes principales: el Hombre Amarillo, noble chino, ahora modesto tendero en Londres; Battling Burrows, exboxeador alcohólico; y la hija de éste, Lucy, apalizada por su padre. Griffith recurre a tres "flashbacks" con tonalidades diferentes de color que se corresponden con cada uno de los personajes: el hombre chino recuerda el templo budista; Battling Burrows, su victoria como boxeador ante el Tigre de Limehouse; y Lucy, que recuerda los consejos de una mujer casada y los de unas prostitutas ("hagas lo que hagas, no te cases", "hagas lo que hagas, no hagas la calle", respectivamente). Griffith nos ha presentado ya los tres personajes protagonistas de la historia que está contando, y además, cierta perspectiva de sus vidas en el sórdido barrio londinense. Demostrando así su dominio de la sintaxis cinematográfica.

Otros elementos que cabe destacar de la película a mi entender son: el látigo con que Burrows castiga a su hija, los primeros plano de Lillian Gish, apaleada e indefensa (entre otros, cuando se ve reflejada en el espejo que le acerca el amable chino), y para terminar, el citado montaje paralelo con que transcurren dos acciones en paralelo: el combate de boxeo que sirve de revancha entre Burrows y el Tigre de Limehouse, y el acercamiento del hombre chino a la cama donde reposa la chica.
Melón Blando
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12 de julio de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre amarillo es un hombre muy bondadoso en su China natal. Rinde culto a Buda y actúa conforme a sus imperativos. Poseedor de los impulsos inherentes a la juventud, el hombre amarillo quiere recorrer kilómetros, ver mundo y arreglarlo. Harto del universalismo belicoso de Occidente, sobre todo de Gran Bretaña, el hombre amarillo quiere propugnar su mensaje espiritual y pacífico.

En Londres, el hombre amarillo no tendrá fortuna. Se topará con la realidad en Limehouse, un barrio humilde por aquel entonces. Será, despectivamente, un chino más. Con su opio, su té y su comercio.

Lucy no ha recorrido mundo. Es más, parece poco probable que haya salido alguna vez de Limehouse. Tiene una atormentada vida a causa de los malos tratos a los que la somete el tirano alcohólico de su padre. Su vida es un deambular por el barrio de manera pública, y una esclavitud y subordinación espectacular en la esfera privada, en su casa.

Estas dos almas en pena de Limehouse, se conocerán fortuitamente y se enamorarán. Sus corazones gélidos y oscuros, como nos relata Griffin, buscarán en los rincones más profundos para encontrar algo de calor. Será un amor puro, un amor que nadie podrá borrar, un amor que rescatará a sus poseedores, porque aunque la vida sea dura, se hace más llevadera con amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Motorcycle Boy
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21 de septiembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Wark Griffith fue uno de los creadores del lenguaje cinematográfico. No sólo fue actor, escritor y director en los orígenes del cine, sino que teorizó públicamente y por escrito sobre los cambios y las innovaciones que había supuesto su aportación personal. Autor de dos obras monumentales: “El nacimiento de una nación”, (1915) y “Intolerancia”, (1916), vino a dar lo mejor de sí mismo en este emotivo melodrama. Este género sería de los primeros en desarrollarse por la influencia del teatro y la novela del siglo XIX, que al cineasta le sirvió para alejarse de la aparatosa grandilocuencia que dominaba sus dos anteriores obras, concretando así un discurso sereno y coherente, que roza el sentimentalismo sin llegar a caer en él, y que irradia maestría y refinamiento en cada plano.

Basada en un cuento de Thomas Burke, se desarrolla en los barrios fluviales de Londres, en un ambiente cerrado de perdedores, pobreza y supervivencia. Griffith escribió y dirigió un relato íntimo, cargado de lirismo, en el que pudo realizar un detallado estudio psicológico de sus personajes; el “hombre amarillo” es un emigrante chino al que la realidad de los suburbios le ha hecho olvidar sus limpios sueños de juventud, “la chica” (Lilian Gish) es la hija de un boxeador, violento y despreciable, que la golpea con frecuencia y la humilla obligándola a sonreír. Griffith empleó un reducido número de personajes, de escenarios (la sórdida casa del boxeador y la chica, la tienda del hombre amarillo, alguna calle) y de recursos técnicos. La planificación, uno de los mayores aciertos de la película, elude el efectismo fácil en favor de la contención.

La carrera de Griffith, el más importante de los pioneros del cine, el hombre que inventó el montaje narrativo, quien más influyera en Serguei M. Eisenstein, en Erich von Stroheim, en Raoul Walsh y en John Ford, tuvo uno de los finales más indignos de la historia de Hollywood. No dirigió ninguna película desde 1931 hasta su muerte en 1948 por haber perdido la confianza de los productores, y aquellos que aprendieron el arte y la técnica del cine con él, muchos de ellos en importantes puestos directivos, le consideraron una presencia molesta durante casi veinte años.

Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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