Hablamos con Leopoldo de Baviera, el príncipe heredero que brilla en la Fórmula 1

De castillos, coches, envidias y familias reales. También, de Felipe VI y de don Juan Carlos de quien dice fue "un gran rey de España. Único en Europa".

Príncipe Leopoldo de Baviera Piloto de Formula 1.

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El príncipe Leopoldo de Baviera pertenece a dos de las familias más prestigiosas y antiguas del Gotha europeo, los Wittelsbalch de Baviera y los Hohenzollern de Sigmaringen que han llevado varias coronas a lo largo de la historia de Europa, y no solo en Alemania donde todavía conservan su enorme prestigio.

Sin embargo, ha sido su carrera como piloto de carreras la que le ha llevado por el mundo llenándolo de gloria y añadiendo a su pedrigree real un palmarés impresionante de premios durante sus casi cincuenta años de trayectoria en la que ha cometido con los más grandes, desde Niky Lauda a Ayrton Sena, amigos y enemigos casi al mismo tiempo. Atendió a Vanity Fair en Port Adriano, donde estuvo para ejercer como jurado en la Mallorca Classic Week, un auténtico espectáculo de vehículos clásicos.

Tiene algo de nostálgico este acontecimiento de Port Adriano en torno a los coches clásicos. ¿Qué le parece?
Me gusta muchísimo. A todos los que nos gustan los coches este tipo de encuentros nos entusiasman porque se ven verdaderas joyas. Es la tercera vez que vengo y lo hago gracias a un amigo y vecino en Berg, donde vivo. Nuestros hijos también eran amigos así que decidimos venir en familia.

Su carrera deportiva como piloto es impresionante…¿Cómo se aficionó los coches y a las carreras?
La primera vez que conduje un automóvil fue en la casa de mis abuelos, en el parque del castillo de Umkirch, cerca de Friburgo; el palacio de la familia de mi madre, los príncipes soberanos de Hohenzollern-Sigmaringen, que fue un regalo de Napoleón al hijo de Josefina, Eugène. Con cinco años ya le pedí al chofer de mis abuelos que me dejara conducir su Volkswagen colocándome sobre sus rodillas. A los nueve le sobornaba con cigarrillos para que me dejara conducir solo. Mi carrera ha sido larguísima en el mundo del automovilismo, más de cincuenta años de manera profesional, pero se puede decir que todo comenzó en ese parque bellísimo y gracias a este chófer tan simpático. Eran los años más duros de la posguerra mundial, de ahí que no viviéramos en Baviera que es donde me hubiera tocado estar como príncipe de esta Casa Real.

Desciende de dos grandes casas reales europeas, los Baviera y los Hohenzollern, sin embargo su gran éxito ha sido como piloto. ¿Había tradición automovilística en estas familias reales que además también son grandes industriales?
Siempre han estado muy unidas la alta nobleza y la industria alemana de automovilística, pero en mi caso servía de poco este interés por los coches. Tuve que empezar con un coche civil, un Opel Cadette porque nadie quería apoyarme por ser quien era, o sea, un príncipe. Me puse a trabajar por mi cuenta en casas de coches como vendedor o consejero porque con mi coche era imposible ganar ninguna carrera y llegar a hacerme un nombre. Al final acabé convenciendo a mi madre para que me comprara un coche mejor y fue así como conseguí mis primeros éxitos. Entonces ya me vi con fuerzas para pedirle a mi tío, el soberano de Hohenzollern-Sigmaringen, que me comprara un Mini Cooper; pero solo me lo quiso prestar. Ganaba algunos premios pero no los suficientes como para poder comprarle el coche a mi tío. Tras dos años sin ingresar un marco en la cuenta de mi tío este curiosamente acabó regalándomelo, así que algo de bueno vería en mí. Ser príncipe le puedo asegurar que, en estas circunstancias, no ayuda mucho.

Se podría pensar lo contrario…
Pues al principio se reían de mi, pensaban que era un capricho de niño rico y consentido, pero al final lo conseguí. Logré que vieran que yo era mejor que ellos porque al volante de un bólido no hay coronas que valgan. Lo mismo le pasa ahora a mi ahijado el príncipe Carlos Felipe de Suecia, hijo del rey de Suecia. Es un buenísimo piloto, pero le cuesta mucho más que a otros que se le valoren por ser quien es. La gente piensa que lo tiene mas fácil y es justamente al revés.

Príncipe Leopoldo de Baviera Piloto de Formula 1.

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Es un mundo extremadamente competitivo, ¿ verdad?
Yo me encontré con muchas piedras en el camino, esa es la verdad. Las envidias son terribles, sobre todo cuando las marcas descubrieron que tener a un príncipe de Baviera representándolos era mucho más efectivo que cualquier otro nombre. En este sentido sí lo tuve más fácil para conseguir contratos de marcas patrocinadoras, pero tuve que luchar contra las envidias que son el peor de los males en todas las profesiones, más aún en esta tan glamurosa pero al mismo tiempo tan peligrosa.

¿Cuántos accidentes han estado a punto de costarle la vida?
Mire, he tenido accidentes muy graves pero siempre tuve un ángel de la guarda que me protegió . Un amigo conductor me dijo “Poldi, no conduzcas más rápido que el ángel que te protege”. Gran consejo. Cuando no estaba casado y no tenía a mis hijos, que son cuatro, no me preocupaba en absoluto lo que podía pasarme. Fue en el momento en el que me convertí en padre y abuelo cuando levanté el pie del acelerador. Cuando fui conductor de pruebas para BMW también lo tenía en la mente, pero ahora con los coches históricos puedo disfrutar. Conducir es maravilloso.

¿Qué engancha de la competición automovilística por encima de otros deportes?
Hoy la tecnología lo facilita todo mucho pero también se exige mucho más a los pilotos. Yo disfruto de controlar la fuerza que tengo sobre la máquina, y no al revés. Quiero saber hasta qué limite puedo llegar. He competido y ganado en todas las categorías, desde la Formula 1, 2, etc…. hasta ahora que conduzco clásicos. Hay que tener talento porque si no, no llegas a ningún lugar. Debes sentir en el culo lo que hace el coche. Se dice vulgarmente, pero esa es la realidad.

Casi como un caballo…
También monto a caballo pero la potencia de un animal equino es demasiado poca para mí. Estoy hecho para llevar las maquinas al límite y sentir su rugido. Esto es una maravilla. Conducir a 400 km por hora es algo inexplicable.

¿El glamur que rodea la Formula 1 es real?
Real es, pero también hay mucho teatro. Cuando yo llevaba mi mono de competición y el casco en la mano todos se acercaban para hacerse fotos con el príncipe piloto. Cuando me quitaba el traje, no se me acercaba casi nadie; dejaba de tener interés.

¿Es un deporte solitario?
Lo difícil es competir con amigos, y casi todos lo somos. En la línea de meta hay que cambiar el chip y convertir a tus amigos en enemigos y no mostrarse nunca voluble. Si lo haces, estás perdido.

¿Cuál es el momento culmen de su carrera, aquel en el que dijo 'lo he conseguido'?
Una carrera de hielo en Alaska muy complicada a la que me invitaron pensando que se iban a reír de mí y, como revancha, gane todas las pruebas. Se pusieron rabiosos al ver cómo el 'principito' de Baviera lo ganaba todo también sobre el hielo que es lo más difícil del mundo. Ahí me vine arriba. Los americanos nunca más me invitaron para defender mi título y eso que gané cuatro premios, todos los que había. He corrido las míticas 24 horas de Lemans, el Grand Prix de Mónaco, donde he hecho muy buenas puntuaciones. Son pruebas que uno no puede imaginar: el ambiente es mágico, pero son durísimas pues pasas de 400 km por hora a 80 para girar una curva en un segundo y volando. Hay que saber aguantar eso. Ese cambio de la velocidad es lo que de verdad marca la diferencia, la olla de presión que sientes frente a ti cuando frenas…uf es increíble, adrenalina pura. Y técnica para adelantarse al tiempo, a lo que va a pasar. Cuando paras y bajas del coche piensas en la locura que acabas de vivir.

¿En que consiste su trabajo actual?
Sigo conduciendo para BMW. Soy su embajador, y represento a la Casa Real de Baviera en multitud de actos y fundaciones. Además, tengo una marca de trajes típicos de Baviera de gran éxito, también en España.

¿Qué piensa de las monarquías hoy? Baviera es un caso muy especial donde los príncipes mantienen muchas funciones institucionales dentro de la Republica Federal Alemana.
Soy primo de la mayoría de los reyes de Europa, también de los de España por nuestra común tatarabuela la Reina Isabel II. Hoy los reyes representan a sus países de una manera amable, dando una buena imagen de ellos. Tienen poco poder político y para que sobrevivan han de ser simpáticos, humildes y huir de los escándalos. La fascinación que despiertan los reyes y príncipes solo es posible si se cuida muy bien el prestigio de las Casas a las que pertenecen.

¿Qué le parece Felipe VI?
Conozco mucho mejor a Don Juan Carlos con el que mantengo mucho contacto y he de decir que ha sido un gran rey de España; único en Europa. Para Don Felipe ha sido muy duro el inicio de su reinado, con el cuñado y la hermana sentados en el banquillo. La cárcel de Iñaki y el jaleo que había en la familia... El rey Felipe lo ha sabido capear con mucha calma. La calma es buena. Es un hombre seguro que actúa sin precipitarse y trabaja muchísimo. Lo que salva a las familias reales es ser conservadoras en el sentido de la tradición y no actuar como nuevos ricos con gastos desmesurados. En cuestiones políticas no me está permitido opinar.